Portal:Panorama Mundial/POLÍTICA/2016-06-24
Sumario
Venezuela: la mayoría por el diálogo, a pesar de Almagro
LA JORNADA 23 de junio del 2016 MÉXICO
Ángel Guerra Cabrera*
El presidente Nicolás Maduro ha probado reiteradamente su voluntad política de defender la democracia y las conquistas sociales chavistas frente a la caída de los precios del crudo y la guerra de "cuarta generación" lanzada por el Comando Sur del imperio. Ha sido también persistente y paciente en la búsqueda del diálogo con todos los sectores del país, incluida la oposición, siempre sobre la base del respeto a la soberanía de Venezuela. En la patria de Bolívar y Chávez, uno comprueba que esos esfuerzos del presidente coinciden con el sentir de la mayoría si se aplica a recoger el criterio de los venezolanos.
La demoscopía viene a confirmarlo. Un sondeo de la reconocida encuestadora Hinterlaces realizado entre el 7 y el 15 de junio arroja que 74 por ciento de los venezolanos apoya el diálogo para encontrar solución a la coyuntura económica y un 82 por ciento favorece que se haga con mediación internacional, como la que actualmente realizan en nombre de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) los expresidentes José Luis Rodríguez Zapatero (España), Leonel Fernández (República Dominicana) y Martín Torrijos (Panamá). Igualmente, 67 por ciento rechaza una intervención internacional en el proceso político interno y un todavía mayor 84 por ciento, la propuesta de una intervención militar en el país.
O sea, la Carta Democrática (CD), que solo Estados Unidos y su criado Almagro pretenden imponer a Venezuela, es rechazada lo mismo por el pueblo venezolano que por una mayoría de miembros de la OEA, como se ha podido apreciar de nuevo esta semana en la reunión del Consejo Permanente (CP) convocada por Venezuela, después de otros pronunciamientos en igual tenor de ese órgano y de la Asamblea General celebrada este mes en República Dominicana. La oposición venezolana y Almagro se oponen al diálogo y continúan, hasta el momento, cumpliendo con el guión golpista gringo, que prioriza las guerras económica y mediática y exige referendo revocatorio este año, en contra de las leyes venezolanas.
En la reunión del CP del martes pasado eran ostensibles las muecas nerviosas de Almagro cuando Rodríguez Zapatero, con medida elocuencia y aplomo, pero con la discreción que requiere su delicada misión, dio cuenta a los presentes de los modestos pero sólidos avances, "exploratorios" los consideró, que se han hecho para encausar el diálogo entre la oposición y el Gobierno en lo que calificó de un proceso "largo" y "difícil" de paz "preventiva". Calificativo este último que comparto, pues en Venezuela la única alternativa al diálogo sería la violencia y una intervención armada yanqui como la que vienen buscando Uribe, la oposición apátrida y los sectores más agresivos del Gobierno y la política estadounidenses.
Aunque cuando se trata con Estados Unidos siempre hay que mantener la guardia alta y desconfiar de sus segundas intenciones, no cabe duda que la reunión del secretario de Estado, John Kerry, con la canciller Delcy Rodríguez, en República Dominicana, es un paso alentador, ahora seguido del encuentro en Caracas del subsecretario Thomas Shannon con Maduro. Washington siempre juega en varias pistas a la vez. Por un lado, manda a Almagro a que trate de aplicar la CD; por otro, articula una retórica hacia Venezuela, intervencionista por momentos, conciliatoria en otros, y, claro, mantiene el objetivo del "cambio de régimen". Pero el hecho de que haya accedido a dialogar con Caracas es positivo por donde quiera que se le mire.
Es el resultado de la admirable resistencia del pueblo chavista, de la firme unidad y cohesión de la dirección político-militar bolivariana, de la inteligente y combativa diplomacia antimperialista seguida por Caracas y por los gobiernos de la ALBA, así como de la solidaridad internacional, especialmente de los gobiernos de la CARICOM.
Está demostrado que con Washington se puede y se debe dialogar y sacar frutos para nuestros pueblos, siempre que se haga, como –cada uno en su particular circunstancia– lo están haciendo Venezuela y Cuba, enarbolando con firmeza sus verdades, sobre la base de la igualdad entre las partes, el respeto mutuo y sin sombra alguna para su soberanía nacional.
Estados Unidos, otra confirmación, es principal impulsor del macrismo-neoliberalismo en Argentina y del golpe en Brasil. Muy recomendable leer los argumentos de un experto.
PD: Mi incondicional y sentida solidaridad con los maestros y la CNTE.
Selección en Internet: Inalvys Campo Lazo
- Analista internacional, graduado de periodismo en la Universidad de La Habana.
Almagro, camino a la derrota
REBELIÓN.org 16 de junio del 2016 ESPAÑA
Gustavo Espinoza M.*
Cuenta la historia que cuando Almagro -Diego- llegó por estas tierras allá por 1530, y luego de discutir agriamente con don Francisco Pizarro, debió mirar al sur, para buscar su derrotero. El Almagro de hoy -el uruguayo- sin reparar siquiera en la acogedora ciudad de Montevideo, mira hacia el norte; quizá con la idea de servir mejor a ciertos intereses que no tienen nada en común con aquellos que enarbolan los pueblos de nuestro continente.
Almagro -el de la OEA- parece no tener conciencia que conduce un coche que no tiene destino, que marcha sin rumbo, camino a la derrota, y al servicio de quienes envilecieron la entidad colocándola servilmente a disposición del Imperio.
Con esa misma idea, y sin el menor asomo de vergüenza, hoy se vale de esa entidad derruida y maloliente para enfilar contra la Venezuela Bolivariana cuestionando dos principios básicos inherentes de cualquier diplomacia elementalmente considerada: El derecho a la autodeterminación de los pueblos, y la No Injerencia en los asuntos internos de los Estados.
Vulnerando esos principios, fue que hace casi 50 años el gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica sancionó a Cuba, marginándola de la Organización de los Estados Americanos, acostumbrada a la sumisión y al servilismo; la Casa Blanca de entonces incubó la idea que así podría acabar con la experiencia revolucionaria surgida victoriosamente en la Patria de Martí.
En los hechos, su estrategia fracasó, y hoy el mundo registra tanto su derrota como su proclamada voluntad de “cambiar rumbos”. Almagro, sin embargo, no llega a darse cuenta de lo que ocurre, y persiste en los caminos trillados del pasado, esos por los que transitaron 11 presidentes de los Estados Unidos sin el más mínimo asomo de éxito.
La denominada “Carta Democrática”, enarbolada por el Almagro de hoy contra el gobierno de Nicolás Maduro, tiene una intención completamente inversa a la que hoy se le quiere atribuir. Busca, en efecto, preservar la democracia en países en los que se diera al traste con ella para imponer en cambio un régimen “de facto”.
Ya estaba vigente –desde el 11 de septiembre del 2001- la mentada “Carta Democrática”, cuando los golpistas caraqueños derribaron temporalmente al presidente de Venezuela, el Comandante Hugo Chávez Frías. Pero se puso en marcha el Ministerio de Colonias –como se le conoció históricamente- y optó por el silencio cómplice. Prefirió y prefirió esperar. Tuvo la ilusa idea de que el régimen de Pedro Carmona -el golpista- podría consolidarse, y entonces calló.
La Carta Democrática pudo haberse mostrado también cuando el gobierno de Manuel Zelaya, en Honduras, corría el riesgo de ser derrocado, como finalmente ocurrió. Para salvar esa democracia amenazada, el recurso que hoy pretende Almagro, habría podido ser esgrimido con legitimidad y derecho.
También debió haberse hablado de la “Carta Democrática cuando los golpistas del Paraguay -instigados por la embajadora de los Estados Unidos a orillas del rio Guaraní-. Ellos optaron por derribar al gobierno de Fernando Lugo, haciendo uso de una conjura parlamentaria. Pero allí también se hizo Mutis en el Foro para no “perturbar la tranquilidad hemisférica”.
Brasil vivió recientemente una historia del mismo corte: los golpistas resolvieron derrocar a Dilma Rousseff haciendo uso de una “mayoría parlamentaria” ocasional, inconsistente y precaria. Pero Almagro, estaba “en otra cosa”.
No se le ocurrió alzar la voz, ni mostrar un ápice de indignación, aunque fuera fingida. Calló en todos los idiomas y puso a buen recaudo su voluntad de acción, para no involucrarse en la defensa de los procedimientos formales de una democracia legítima.
Pero hay otro tema: La Carta Democrática se acciona a solicitud de un gobierno legalmente constituido, amenazado por una acción sediciosa. Y no al revés. Lo que Almagro quiere, en esta circunstancia, es que se ponga en marcha contra un gobierno constitucional apoyando más bien la acción sediciosa que se impulsa para derrocarlo. En otras palabras, las liebres tras las escopetas.
Pero más allá de las consideraciones formales, hay que buscar lo que está en el fondo de las tentativas del Almagro de hoy: El buen señor busca sumarse a los esfuerzos de la reacción, en el empeño de dar al traste con el proceso liberador que hoy se vive en la patria de Bolívar. Busca preparar el camino para agredir a Venezuela de una manera más amplia y desembozada.
En el fondo, este oscuro funcionario, descalificado ya incluso por el ex presidente Mujica, se presta a que la Organización de Estados Americanos vuelva a jugar el triste papel que jugara en el también triste pasado, contra Cuba.
La medida se orienta a alentar a los golpistas, a “calentar la calle”, buscando afectar al gobierno constitucional de Nicolás Maduro. Y busca “abrir brechas” en el orden constitucional venezolano.
Almagro hace eso ahora porque cree que asoma una coyuntura regional que podría favorecer esos planes. No le preocupa que el régimen de Macri altere sustantivamente la legalidad argentina. No que Temer gobierne en Brasil rodeado de mafiosos. Lo que le interesa es cerrar filas con todos pensando que de ese modo habrá de servir mejor, en provecho de los voraces apetitos del Imperio.
Esto lo debemos tener muy en cuenta los peruanos. Aun hoy gobierna el Perú el presidente Ollanta Humala quien, pese a sus evidentes errores en materia de política interior, mantuvo un rumbo más bien progresista en el plano internacional. Objetivamente, y sin mucho aspaviento, guardó un leal respaldo a Cuba, Venezuela y el proceso emancipador latinoamericano.
Cuando en julio de este año asuma sus funciones el nuevo gobierno - Pedro Pablo Kuczynski- las cosas habrán de ser diferentes. Ya se anunció: la Cancillería Peruana buscará, a la sombra de la “Carta Democrática” de la OEA, la “concertación de algunos gobiernos” que puedan actuar al unísono contra la Venezuela Bolivariana.
Buscará así sumar a los Macri, Temer, y otros especímenes del mismo corte, para que actúen el unísono en esta circunstancia, generando aun mayores condiciones para agredir militarmente a Venezuela.
Alerta, entonces. Si bien la nueva administración peruana se alzará contra la mafia interna; buscará sumar a ella en la “gesta anti bolivariana” en marcha.
Reforzar la solidaridad con la Patria Llanera, constituye un deber ineludible. Para esa lucha, hay que estar preparados, porque finalmente esa conducta, conduce a la derrota.
Selección en Internet: Melvis Rojas Soris
- Expresidente de la Federación de Estudiantes del Perú – FEP. Exsecretario General de la CGTP. Exdiputado (1985 – 90). Del colectivo de dirección de Nuestra Bandera.
Corrupción y democracia
LA HAINE.org 20 de junio del 2016 ESPAÑA
Aram Aharonian*
Varios casos de corrupción que ocuparon primeras planas de los medios hegemónicos en los últimos meses, viralizados a través de las redes sociales, dejaron dos razonamientos: 1) si son gobiernos de izquierda es imposible que hayan cometido ninguna irregularidad y cualquier denuncia es parte de una estrategia de intervención imperialista, y 2) quienes dicen que si estos gobiernos de izquierda han cometido actos de corrupción, entonces, toda la izquierda es corrupta. Aclaremos: ambos razonamientos son por demás falaces y engañosos.
Lo cierto es que la izquierda abanderó durante décadas la lucha contra la corrupción y la promesa de que su llegada al poder cambiaría esa realidad, hace que su escrutinio hoy sea aún más estricto. Que la derecha hoy aprovecha los escándalos, los exacerba y utiliza políticamente… no es obviamente garantía de la honestidad de los denunciantes (lo que queda muy en claro en Brasil).
Lo más peligroso en este momento es que los ciudadanos lleguen a la conclusión de que la política es igual a corrupción.
Se suponía que la izquierda no caería en la corrupción, por principios y porque el costo sería mucho más caro que para las derechas. Sin embargo, lo que no podía pasar sucedió y no como algún hecho aislado o secundario.
Quizá la izquierda más dura y pura supuso que el cambio político y económico generaría un hombre nuevo casi de forma automática cosa que, obviamente, no sucedió, pues para ello es necesaria una revolución cultural. Para muchos estar en el sistema implicó jugar con las reglas anteriores, donde sin comprar voluntades o sin conseguir financiamientos espurios no se puede hacer política.
Tampoco faltó el nepotismo donde parientes, esposas, hijos, barraganas y amantes se beneficiaron de las cercanías al poder.
Parece demasiado naif creer que se puede cambiar el sistema desde una opción ética, pero utilizando las mismas reglas del sistema a transformar. Así, la corrupción se abre paso en los gobiernos de izquierda, dañando presentes y, sobre todo, hipotecando futuros.
La falta de transparencia así como el hipercontrol burocrático facilitaron prácticas corruptas desarrolladas ampliamente, tanto de forma horizontal como vertical, permitiendo el desarrollo de favores y de clientelismo.
Muchos hablan de la corrupción como un “valor” cultural en nuestros países, de la herencia histórica. Jugar dentro del sistema capitalista significa operar con sus reglas, pero es un craso error suponer que el uso de las reglas preexistentes es algo inevitable: éstas pueden ser cambiadas, y reguladas por controles políticos, democráticos y éticos.
Debemos reconocer la existencia de sectores, grupos o individuos que ante la victoria de las izquierdas se “travisten” asumiendo discursos, estilos, formas y maneras pero que buscan obtener ventajas, privilegios o ganancias (ya Antonio Gramsci alertaba sobre este travestismo político).
Operan dentro de las estructuras de los Estados y los gobiernos de izquierda medrando con sus posiciones para satisfacer su interés personal.
Estamos lejos de alcanzar la utopía guevarista del “hombre nuevo”. Cambiando las relaciones sociales no se elimina siglos de avaricia, egoísmo e individualismo, que nos deja expuestos al facilismo o a ‘caer en tentación’. Hay quienes prefieren pensar que un fin superior y loable habilita conductas inmorales. Otros, menos filosóficos, apenas otean oportunidades y se corrompen en beneficio personal.
Más democracia
Se denuncia que la corrupción se abre paso en los gobiernos de izquierda y surge como única opción la necesidad de mayor democracia: más controles democráticos, fundados en la legalidad, la justicia y la transparencia’ para revertir el problema.
La Coordinación Socialista Latinoamericana (www.cslatinoamericana.org) habla de mayores controles y represión acompañados, además, por medidas políticas previas de selección de cuadros en toda la estructura, que además de cumplir sus funciones, reciban el reconocimiento moral y material por la tarea bien realizada.
La satisfacción personal por el trabajo bien hecho debe acompañarse de incentivos que, además de la realización espiritual, permita el acceso a los bienes, lo que a su vez garantiza la solidez moral, añade.
La gestión del poder y los recursos son grandes tentaciones; es por eso que deben estar limitadas por el tiempo, por las instituciones democráticas-republicanas, y una vigorosa sociedad civil que cumpla también con un rol de vigilancia, límite y contrapeso en un concepto de democracia participativa.
El costo de la política y las millonarias campañas electorales, grandes márgenes de discrecionalidad para los funcionarios, y la falta de sanción social de la corrupción, son condicionantes mucho más poderosos que la ideología.
Lo que ha quedado en evidencia es que la corrupción es hoy el principal cáncer de la política y que puede dar al traste con el proyecto más altruista, más progresista, más comprometido con la sociedad y con el cambio.
El principal reto de las organizaciones partidarias, de los movimientos sociales y de los organismos de control del Estado es imaginar, crear, construir nuevas formas de disuasión de la corrupción y nuevos medios de vigilancia.
Quizás, lo más importante sea recuperar la ética como presupuesto esencial de la política, y de eso no hablan los medios hegemónicos, claro.
Selección en Internet: Melvis Rojas Soris
- Periodista, director de Telesur y en el pasado del mensual latinoamericano Question y de la agencia Alia2. Director General de TeleSur.
Las elecciones en los Estados Unidos. ¿Elegir entre el fuego o la sartén?
HERRAMIENTA 8 de junio del 2016 ARGENTINA
Aldo Andrés Casas*
Se aproximan las elecciones presidenciales en los Estados Unidos y el tema gana espacio en todos los medios de comunicación del mundo. De hecho, hace ya varios meses que cotidianamente se informa sobre el desarrollo de las campañas para las elecciones primarias y se comentan las agrias disputas intestinas que han conmovido a cada uno de los dos grandes aparatos políticos de “la gran democracia del Norte”: Demócratas y Republicanos.
Poco se dice, sin embargo, de la declinante legitimidad de la política institucional en su conjunto, una expresión de lo cual son las altísimas tasas de abstención: tanto en las primarias como en las elecciones generales, solo una minoría de la población concurre a votar. Algo que está tan naturalizado que ya no provoca ni siquiera comentarios.
Los grandes medios contribuyen a disimular el carácter marcadamente ficcional de candidaturas y campañas, que están montadas en base a las ingentes sumas de dinero que aportan Wall Street y grandes grupos de interés, marketing e interminables “roscas” de políticos profesionales, asesores y lobistas. O sea: campañas de desinformación que nada aportan al debate de ideas y erigen barreras a la participación y movilización política del pueblo.
Así, la fanfarria que acompaña al “Sueño Americano” se hace más estrepitosa a medida que dicho sueño degenera en una mortífera pesadilla. Racismo exacerbado, xenofobia institucionalizada, espiral de criminalidad y violencia policíaca, encarcelamiento masivo de los jóvenes negros y latinos, política exterior belicista con despliegue militar en todos los continentes… y una masiva alienación que, sumándose a la crisis civilizatoria, ha disparado la pandemia de sufrimientos y afecciones psíquicas que aflige a la nación más poderosa del planeta. Y ahora, prácticamente finalizadas las internas, los medios de comunicación comienzan ya a “cubrir” (nunca tan indicada la palabra) la contienda entre Donald Trump, ya candidato oficial del partido Republicano, versus Hillary Clinton (que el 7 de junio se declaró virtual vencedora en la interna Demócrata, aunque Sanders aún no se bajó de la carrera).
Al considerar la disputa presidencial, conviene comenzar por recordar algo que muchas veces se ha dicho, mitad en broma, mitad en serio: “la democracia estadounidense es un sistema de partido único, con alternancia de presidentes Republicanos y Demócratas”. Recambios presidenciales que, generalmente, no aparejan modificaciones sustanciales, entre otras razones por la notable continuidad de la gran burocracia que maneja el tentacular “sistema de seguridad” y los servicios de inteligencia, los ministerios fundamentales y los cargos ejecutivos del poderoso “complejo militar-económico-financiero” y está unida por intereses económicos y lazos personales con la gran burguesía. Y para excepcionales desajustes, la tradición admite excepcionales correctivos: el magnicidio de Kennedy, la renuncia inducida de Nixon, el fraude que no hace tantos años impusiera a Bush hijo en la Casa Blanca...
Lo antedicho sugiere que en la gran democracia del Norte, incluso las sorpresas suelen ser bastante previsibles. Pero no es lo que ha ocurrido en esta ocasión. Las características y trascendencia que cobraron las disputas en cada una de las dos grandes maquinarias electorales resultaron, no solo imprevistas, sino un factor de grave crisis en las mismas.
En el bando de los Demócratas, Hillary Clinton, que era esta vez la precandidata favorita del aparato partidario, enfrentó al relativamente ignoto congresista Sanders. Promover a la Clinton, inequívocamente identificada con la derecha del partido, como posible reemplazante del mismo Obama que en las anteriores internas la había derrotado y ahora pretende dejar la Casa Blanca con cierta aura de “liberal” post festum, introducía un elemento de tensión…Tomando nota de esta circunstancia y buscando sacar provecho de ella, Sanders agitó los temas favoritos del “centro” Demócrata: disminución de la injusticia y desigualdad social, mejorar las relaciones con Latinoamérica y el resto del mundo, relanzar la economía tal y como lo hiciera Roosevelt… y condimentó además su discurso con reivindicaciones de izquierda, proclamando la necesidad de una “revolución política” y del “socialismo democrático”.
Más allá del giro retórico del precandidato “socialista”, lo notable fue que suscitó una ola de respaldo popular, especialmente en la juventud. Esto alteró todos los cálculos de la maquinaria electoral Demócrata: la prevista seguidilla de fáciles victorias que permitirían consagrar casi inmediatamente la candidatura de Hillary, terminó convirtiéndose en una interminable carrera de 14 meses, una disputa “cabeza a cabeza” con un Sanders que parece emergente del renacimiento de la izquierda en los EEUU. Claro que en definitiva y con la ayuda de algunas trampitas, el 7 de junio Hillary se anticipó a la Convención Demócrata proclamándose vencedora, pero lo cierto es que ha llegado políticamente desgastada a la pelea de fondo contra el candidato Republicano.
También entre los Republicanos hubo sorpresas. Ellos venían de anteriores victorias en las llamadas “elecciones de medio término”, que dejaron en sus manos el manejo del Congreso, dándoles la oportunidad de oponerse a las menos que modestas “políticas sociales” impulsadas desde el Ejecutivo, como un plan de salud, y de hostilizar con posiciones y expresiones groseramente derechistas, lindantes con el racismo y la xenofobia, el supuesto “liberalismo” (en la jerga del Norte, izquierdismo) del presidente Obama.
Para las internas, se habían anotado varios pre-candidatos, archiconocidos dirigentes políticos de la derecha y ultraderecha, veteranos en las intrincadas y negociadas disputas con que la maquinaria del partido Republicano seleccionaría la figura que debería liderar la arremetida final hacia la Casa Blanca. La competencia no suponía en principio ningún problema, pero tal y como ocurre a veces en las corridas de toros, saltó al ruedo un “espontaneo”: un estrafalario multimillonario empeñado en demostrar que era más derechista, xenófobo y misógino que cualquiera de los otros candidatos, capaz de autofinanciar su campaña y denunciar la componenda con el establishment de los “político profesionales” de ambos partidos, obedientes a los dictados de Wall Street.
Donald Trump atrajo la atención y respaldo de la clase media y los trabajadores blancos empobrecidos, golpeados por el desempleo y los bajos salarios, y supo dirigir la bronca, frustración y desesperación de estos sectores en contra del Presidente “nigger y liberal”, contra los “extranjeros” (indocumentados o no) presentados todos como vagos, dealers y criminales a los que expulsaría sin contemplaciones, anunciando que prohibirá el ingreso de musulmanes y terminará con la “invasión” de latinos levantando un muro infranqueable a lo largo de toda la frontera… construcción que hará pagar al gobierno de México… Su discurso populista de extrema derecha promete también más presupuesto para Defensa y Fuerzas Armadas, proteccionismo, “aislacionismo” para mejor “defender los intereses de América” y… la “reestructuración” de la monstruosa deuda estadounidense, que difícilmente pueda tocarse sin afectar el “desequilibrio” financiero global. Este tema del “aislacionismo” cada tanto reaparece en la política norteamericana: sirve para culpar por todos los males de la Nación al resto del mundo y negar de paso la muy real explotación del imperialismo yanqui urbi et orbe…
Las bravuconadas y provocaciones de Donald Trump parecieron inicialmente notas de color que hacían más llamativa la interna republicana, pero reveló ser un precandidato dispuesto a ganar, que fue “sacando de pista” a todos sus competidores y, cuando la sorna de estos se transformó en escándalo y alarma, ya era tarde. Trump enfrentó la abierta oposición de casi todo el aparato republicano y lo derrotó, se impuso como candidato y se propone ahora derrotar a Hillary Clinton, a pesar de las vacilaciones o abierto boicot del aparato de los republicanos.
Los ataques que Hillary ha dirigido contra Trump han sido de tipo más bien personal: que sufre el mal de “piel delgada” y es temperamentalmente inestable, que se deja arrastrar por odios personales, que una persona así no debería tener la “botonera nuclear” a su alcance…
La respuesta del aludido fue inmediata: tengo la piel muy gruesa, tengo firmeza y determinación, soy distinto a Hillary y los demás políticos profesionales, no dependo del establishment y “mi único compromiso es con el pueblo Americano”. Y fiel a su estilo, cuando le preguntan sobre el proceso iniciado por un Juez ante la denuncia de fraude en una de sus empresas, sale del paso con una de sus expresiones racistas: “No importa, el que me procesa es un mexicano”... Así están las cosas: los demócratas no han terminado de precisar cuál será el eje de su campaña, pero el mismísimo Obama se reúne con Sanders para convencerlo que debe retirarse para unir todos los esfuerzos contra Trump…
“No rías ni llores: comprende”. La máxima de Spinoza es oportuna, porque son muchos los que, sin comprender lo que está ocurriendo en los Estados Unidos, se apresuran a “elegir” (aunque la verdad es que no elijen absolutamente nada) lo que suponen sería “el mal menor”. Así, gran parte de la izquierda se ahorra cualquier concreto análisis de clase y reitera el viejo error de suponer que independientemente de las virtudes y falencias de Hillary, no queda más alternativa que respaldar a los demócratas para impedir el arribo del ultra reaccionario Trump a la Casa Blanca. Con lo cual, de paso y sin quererlo, hacen caso omiso al gesto de rebeldía y elemental radicalización política que se opuso a Hillary y la maquinaria del Partido Demócrata en nombre del socialismo.
Un error simétrico y opuesto es el de quienes, señalando la abrumadora lista de crímenes contra los pueblos cometidos por anteriores mandatarios demócratas desde la Casa Blanca y por Hillary en particular desde todos los cargos oficiales que ha desempeñado, concluyen que Trump merecería algo así como un apoyo crítico desde la izquierda, aunque más no fuese por el golpe que su eventual victoria asestaría al sistema político, con los consiguientes “rebotes” en la geopolítica y la economía global.
Ciertamente, Trump es crítico del “intervencionismo” pregonado por Hillary, y le opone un discurso proteccionista y aislacionista: pero es preciso recordar que intervencionismo y aislacionismo son variantes de una misma religión secular y ambas están basadas en la común adhesión al concepto del “objetivo trascendente” que Dios habría asignado a los Estados Unidos…
Quiero concluir señalando que esta accidentada carrera electoral viene a poner de manifiesto lo que muchos pretenden seguir ocultando y es importante destacar:
1) La crisis estructural del capital afecta también y muy especialmente a los Estados Unidos de América, generando tensiones y enfrentamientos políticos y sociales que la propaganda oficial consideraba superados para siempre.
2) Esta crisis ya está golpeando severamente la legitimidad y equilibrio del tradicional bipartidismo norteamericano. Derrotada la maquinaria republicana por un advenedizo multimillonario que recurre al más desembozado chauvinismo de ultraderecha para reclamar un mandato plebiscitario que le permita “limpiar el país”, desconcertados doblemente los demócratas (por el discurso de Trump y por el inesperado brote de radicalización política en un sector de sus potenciales seguidores), el camino hacia las elecciones de noviembre puede estar plagado por nuevas sorpresas.
3) La lucha de clases existe, incluso en los Estados Unidos, con toda la complejidad que introduce la envenenada herencia del enfrentamiento racial en el seno mismo del proletariado, la hegemonía ideológica del imperialismo que sobrevive a pesar incluso de sus reiterados fracasos y, por último pero no en importancia, el generalizado atraso político de la sociedad. De hecho, un análisis detenido de la crisis estructural y la descomposición del tradicional bipartidismo, revelaría desarrollos hasta ahora ocultos de esa lucha de clases. Tal y como se revela ahora que aquella movilización de indignados que llamaban a ocupar Wall Street porque era inadmisible que el 1% de multimillonarios gobernara contra los intereses del 99% de la población, lanzó un mensaje que no cayó en el olvido. Solo el pueblo trabajador salvará al pueblo trabajador, y esto requerirá experiencia, sacrificios, tiempo y perseverancia en la lucha.
No hay atajos. La ilusión de que puede avanzarse siguiendo la línea de menor resistencia u optando por el mal menor es engañosa. Peor aún: cualquier invitación “elegir” entre el fuego o la sartén debería ser considerada una provocación autodestructiva.
Selección en Internet: Inalvys Campo Lazo
- Antropólogo. Integra el Consejo de redacción de Herramienta, revista de debate y crítica marxista y aporta a los portales ContrahegemoníaWeb y Darío Vive. Miembro del Consejo Asesor Académico de la Escuela de formación política José Carlos Mariátegui (2012).
Veneno y antídoto
LA JORNADA 20 de junio del 2016 MÉXICO
David Brooks*
El legendario periodista Bill Moyers escribió recientemente: "Un virus infecta nuestra política y ahora está floreciendo con un color escarlata. Se alimenta de temor, paranoia e intolerancia. Todo lo que necesitaba para propagarse era una oportunidad momentánea y un oportunista sin escrúpulos"; este "virus" se expresa desde la ola antimigrante y la terrible vibra en los actos masivos de Donald Trump, hasta en un incremento en los crímenes de odio.
El veneno que está escurriendo por los laberintos políticos y sociales de Estados Unidos se manifiesta en la serpiente de Donald Trump, y aunque esa demagogia derechista, si no es que fascista, tiene raíces profundas en este país, nunca se había aproximado tanto a la puerta de la Casa Blanca.
Las tinieblas sobre el país se generan por diversas corrientes, no necesariamente coordinadas, pero con un impacto que se ha documentado en el giro derechista de gran parte de la cúpula política y empresarial durante más de 30 años. Trump es cosecha de algo que se ha ido cultivando por diversos intereses a nivel local, estatal y nacional: desde arriba con la imposición de políticas económicas neoliberales y una ofensiva política ultraconservadora coordinada a nivel nacional por una poderosa y extensa red de multimillonarios ultraconservadores, y desde abajo por una combinación de fuerzas fundamentalistas religiosas y la manipulación exquisita del desencanto e ira popular - por la anulación de sus vidas (60 por ciento de abajo viven sin expectativas de algo mejor y unos dos tercios opinan que el país va por un camino equivocado).
"Hay un virus que infecta nuestra política y ahora está floreciendo con un color escarlata. Se alimenta de temor, paranoia e intolerancia. Todo lo que necesitaba para propagarse era una oportunidad momentánea y un oportunista sin escrúpulos", escribe un veterano periodista, el legendario Bill Moyers.
Este virus se expresa desde la ola antimigrante y la terrible vibra en los actos masivos de Trump, hasta en un incremento en los denominados crímenes de odio, con la tragedia en Orlando sólo por citar el más reciente y brutal.
De hecho, según las estadísticas oficiales más recientes de la FBI, hubo 5 mil 462 crímenes de odio en 2014, y la comunidad gay fue la más atacada, seguida por agresiones contra afroestadunidenses, musulmanes, latinos y asiáticos (aunque se sabe que la gran mayoría de este tipo de crímenes jamás son reportados a las autoridades).
Hoy día existen 892 grupos de odio y más de 276 milicias antifederales que operan en Estados Unidos, reporta el Southern Poverty Law Center.
No es nuevo este populismo de derecha dentro del país, que ha incluido figuras abiertamente simpatizantes del fascismo. El más famoso de estos, el senador Joseph McCarthy, envenenó Estados Unidos con su demagogia peligrosa expresada a través de la destrucción de miles de vidas con su cruzada anticomunista en los años 50.
Por cierto, McCarthy y Trump tienen una persona en común: el abogado Roy Cohn, operador de la cacería de brujas de McCarthy, recordó recientemente el Washington Post. Cuando cayó el senador, Cohn regresó a Nueva York para volverse de nuevo un broker del poder. Trump lo conoció a principios de los 70 y se convirtió en uno de sus asesores más influyentes. De hecho, el presidente de la campaña de Trump fue presentado al magnate por Cohn.
Antídotos
"Donald Trump, la fiesta se ha acabado", grita Chuck D, el famoso rapero de Public Enemy, ahora integrante del nuevo grupo Prophets of Rage, junto con Tom Morello, de Rage Against the Machine y otros, para enfrentar con furia las nuevas expresiones derechistas de las cúpulas y cuyo primer concierto público se realizará contra la Convención Nacional Republicana en Cleveland.
Aunque el enfoque de los últimos meses –sobre todo en los medios internacionales– ha sido sobre Trump, algo tal vez más sorprendente ocurrió al mismo tiempo en este país. Es difícil enfatizar qué tan extraordinario es que Sanders, alguien que se identificó desde el principio como un socialista democrático haya ganado más de 12 millones de votos (Trump ganó unos 13 millones), 8 millones de donaciones individuales y triunfado en 22 estados con su mensaje de promover una revolución política, algo que promete que va a continuar.
Los días electorales llegan y se van. Pero las revoluciones políticas y sociales que intentan transformar nuestra sociedad nunca acaban, declaró el pasado jueves en un mensaje a sus seguidores.
Sanders no ha logrado una revolución todavía, pero sí una rebelión inesperada a nivel nacional, y es, por ahora, el líder de mayor perfil frente a un amplio movimiento heterogéneo que ha surgido en parte de esas luchas diarias de los últimos tiempos que el menciona: las movilizaciones antiguerra, las rebeliones altermundistas, la defensa de los derechos de los inmigrantes, las campañas para elevar el salario mínimo, Ocupa Wall Street, entre otras.
"La tarea inmediata es derrotar a Donald Trump", dijo Sanders, pero afirmó que ese no puede ser el único objetivo. "Hemos iniciado el largo y arduo proceso de transformar a Estados Unidos, una lucha que continuará mañana, la próxima semana, el próximo año y en el futuro."
La resistencia al veneno está –como siempre– por todas partes, mas allá de las campañas electorales, en el metro, en las cantinas, en las canchas de juego, hasta en la tele y en las películas.
Cómicos como Samantha Bee, John Oliver, actores como Mark Ruffalo, Rosario Dawson y hasta George Clooney, entre otros, han logrado romper, a veces destruir, las narrativas de la amenaza derechista más efectivamente que los políticos o los medios y con un público más amplio.
Ya no podemos mantenernos al margen de la historia. Tiempos peligrosos exigen canciones peligrosas. "Es hora de retomar el poder", afirman Prophets of Rage. La amenaza no es nueva; tampoco la respuesta, incluso en el ámbito artístico. La guitarra del legendario cantaor Woody Guthrie tenía grabado un lema: "esta máquina mata a fascistas". Y cantaba: "todos ustedes fascistas están por perder". Y existe otra versión más reciente, de Billy Bragg.
Las canciones expresan el antídoto, pero solo será efectivo si todos aprenden a cantar juntos primero un verso añejo pero de nuevo contemporáneo: "no pasarán".
Selección en Internet: Inalvys Campo Lazo
- Columnista de La Jornada; corresponsal de ese diario en Nueva York.
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Cuán corruptos son los Estados Unidos
STRATEGIC CULTURE FOUNDATION 8 de junio del 2016 RUSIA
Erik Zuesse*
Partiendo del análisis de la serie documental Los investigadores, al que califica como “el mejor reportaje en profundidad sobre la dictadura de Estados Unidos”, el escritor e investigador estadounidense Erik Zuesse nos muestra en qué medida las cosas no andan tan bien en esa poderosa nación.
El reportaje, realizado por el Canal de TV “11 Alive”, perteneciente a la WXIA, de Atlanta, Georgia, afiliada a la NBC y propiedad de la Compañía Garnet, con intereses en publicaciones periódicas, televisión e Internet, consiste en una serie de reportajes basados en “noticias sobre investigaciones locales”, que muestran cómo opera el sistema.
Expone Zuesse que, a pesar de reflejar hechos locales, el reportaje es una muestra de cómo coinciden las normas legales del gobierno federal de EEUU con las de “cualquier” estado de la unión; así, expone que lo que se muestra como real en esos reportajes locales coincide con lo establecido en las normas en Estados Unidos para la “democracia”, de lo contrario -señala- el gobierno federal no aplica sus leyes en contra de ello, lo que significaría que existe coincidencia entre las normas locales y las federales.
En Los investigadores se brindan enlaces a tres de esos reportajes noticiosos, los que son acompañados de sus respectivos sumarios. En un contexto más amplio, las imágenes, proporcionadas a un excelente nivel de detalles, vinculan la cuestión local con la nacional y su resultado internacional. De ese modo, lo que se observa será igual a ver los acontecimientos desde un ángulo mayor, tal como si se observaran con una lente de aumento.
Explica que el video central de esta serie será el segundo de los tres. El mismo trata sobre la repercusión de la organización nacional denominada ALEC (iniciales en inglés del Consejo de Intercambio Legislativo Americano), en la situación a nivel general en Estados Unidos, y enlaza la realidad del estado de Georgia con la realidad del gobierno federal estadounidense.
Aquí, el autor se refiere a tres de esos videos.
En uno de ellos se pone de manifiesto cómo a los ciudadanos de Georgia les está negado ver las leyes, a menos que cuenten con 300 dólares para adquirir un libro de Derecho. De esta forma, un ciudadano de ese estado puede ser arrestado, sometido a cargos, juzgado y, quizás, sometido a prisión de acuerdo con leyes, a las que ni siquiera tuvo acceso de antemano.
Explica que las leyes de Georgia son escritas por los Kochs(1) y otras instituciones “caritativas” multimillonarias, los mencionados ALEC, que son como ONG que operan solamente dentro de EEUU y no internacionalmente, y que pagan a los legisladores para aprobar las leyes que ellos mismos escriben, y que requieren de esos legisladores para que sean aprobadas, de lo contrario, estos pueden perder sus escaños como “representantes del pueblo”.
El autor aclara que, quizás debido a la “explosiva naturaleza” de noticias como las difundidas, dicha estación de TV prohíbe la utilización del archivo web (webarchive.org) donde conservan los reportes investigativos. Sin embargo, este reporte en particular fue posteado por alguien en You Tube.
En un momento, la transcripción de ese reporte también estuvo disponible en otra de las estaciones de la Garnet’s Georgia TV, y ésta no bloqueó ese archivo web. A pesar de no haber estado expuesto por mucho tiempo en línea, el reporte fue salvado, y de ese modo estará disponible permanentemente en la web.
Otro aspecto de este reportaje refleja cómo los ciudadanos de Georgia no tienen manera de conocer quién cargará y qué se les cargará en sus cuentas médicas. De tal modo, los pacientes que tengan una emergencia médica estarán “volando a ciegas” expuestos a un profundo endeudamiento y posible bancarrota, relacionados con algo que está fuera de su control.
En otro de los videos se refleja la conversación entre un ciudadano y el ayudante de un sheriff en un hotel, donde se expone el nivel de arbitrariedad existente:
El ciudadano le indica al diputado: - “Yo soy un huésped del hotel, señor”. - “No por mucho tiempo, no por mucho tiempo”, responde el diputado - “Estoy alojado aquí. Soy un huésped de este hotel, señor”. - “Nos ocuparemos de eso”, replica el oficial. “Permítame escoltarlo a su cuarto a recoger sus cosas”, añade. - “¿Nosotros hemos violado alguna ley o algo? Quiero decir, ¿Estamos violando una ley acá?”, pregunta asombrado el ciudadano”.
“Los reporteros de la WXIA -expresa el narrador- dicen que ellos han archivado media docena de demandas abiertas con los legisladores de Georgia, incluyendo al vocero del gobierno -preguntando por recibos y reembolsos de los eventos de ALEC-, pero sus demandas han sido denegadas porque la asamblea general los ha excluido de la ley de Expedientes Abiertos de Georgia”.
Esta es, entonces, la realidad que esta hegemónica nación trata de imponer en todo el mundo. El mismo tipo corporativo de gobierno que existe en Estados Unidos. De ahí que en Occidente, esta constituya la realidad de su democracia. Es –afirma Zuesse- “la ‘democracia’ de Newsweek, y no lo que usualmente se llamaba ‘democracia’”.
“Y, así –continúa-, fue que con notable honestidad, coraje y franqueza, el georgiano vivo más conocido, el expresidente de Estados Unidos, Jimmy Carter, dijo recientemente del gobierno estadounidense:
“Ahora es solo una oligarquía con ilimitado soborno político la esencia para obtener las nominaciones para presidente o ser electo presidente. Y lo mismo se aplica a los gobernadores y senadores estadounidenses y miembros del Congreso. De este modo hemos visto una subversión de nuestro sistema político como un soborno a los mayores contribuyentes, que quieren y esperan, y a veces obtienen, favores para ellos después que culmina la elección… En el presente, los beneficiados, demócratas y republicanos, miran a este ilimitado caudal como un gran beneficio para ellos. Alguien que ya está en el Congreso tiene una mayor transacción que ofrecer”.
Eso que nos muestra el video central -afirma el investigador- es lo que precisamente vemos que sucede en la práctica a nivel de estado.
“El expresidente Carter –afirma Zuesse- estaba describiendo de esa forma la ‘democracia’, que ahora se presenta a sí misma al público en general como un modelo que todo el mundo debe copiar –¡o si no…!”
Y continúa:
“De acuerdo con este gobierno, las naciones que resisten, lo hacen porque son ‘corruptas’ y ‘no democráticas’. Estados Unidos y la OTAN, y sus aliados (incluyendo Arabia Saudita, entre otros), demandan ser obedecidos sobre esas bases -como oponentes mundiales a la corrupción y las dictaduras. Por ello, sus naciones enemigas (por ejemplo: Irak, Libia, Siria, y –a través de un golpe de Estado en febrero de 2014- Ucrania) están siendo invadidas para colocar gobiernos obedientes: millones son asesinados, y decenas de millones son obligados a huir y convertirse en refugiados indeseables. Y para ello, Estados Unidos y sus aliados difaman entonces de otras naciones, especialmente Rusia (su “coco” favorito). Por contraste, ‘Occidente’ está supuesto a erigirse en un gobierno puro, ‘transparente’ y ‘democrático’”.
“Así que, ¿cuán corrupto son los Estados Unidos? Se han convertido en corruptos lo suficiente como para amenazar con controlar todo el mundo. Y, quizás pronto, después de la Cumbre de la OTAN del 8 al 9 de julio, sabremos si las aristocracias nacionales que se subordinan a la aristocracia estadounidense están realmente deseando unirse a esa aristocracia estadounidense, dispuesta a utilizar el arma nuclear para alcanzar su objetivo”, concluye Zuesse.
(1)Familia vinculada a los negocios y la filantropía, y al control de las industrias Koch. Es la segunda mayor compañía de propiedad privada en Estados Unidos (con ingresos de 115 billones de dólares en 2013)
- Escritor estadounidense e investigador histórico.
Selección en Internet y versión al español: Omar Segura Montero