Portal:Panorama Mundial/RESUMEN SEMANAL/2020-03-30



Sumario

POLÍTICA

Cuando el presidente Bill Clinton entregó el poder a la mafia terrorista anticubana (El Heraldo Cubano)

EL HERALDO CUBANO 12 de marzo del 2020 ESPAÑA

Arthur González*


Se iniciaba el año 1996 y la mafia terrorista anticubana radicada en Estados Unidos veía con odio cómo el Gobierno del presidente William Bill Clinton daba señales de un posible mejoramiento de las maltrechas relaciones con su vecino cubano, al desarrollar su política de Pueblo a Pueblo, permitiendo un tibio acercamiento con delegaciones de estudiantes estadounidenses a Cuba y de otros sectores de esa sociedad.


Varios senadores y representantes llegaban a La Habana y eran recibidos por el propio Fidel Castro, algo que la mafia observaba con disgusto y, por tanto, tenían que diseñar alguna provocación que impidiera esa peligrosa aproximación, según la consideraban ellos.


Ante ese escenario, la representante Ileana Ros-Lehtinen intervino, como facilitadora, en la compra de varias avionetas por la organización contrarrevolucionaria Hermanos Al Rescate con el fin de iniciar varios vuelos ilegales a Cuba.


Tales vuelos eran para violar, de forma reiterada, el espacio aéreo cubano y lanzar a baja altura propaganda contra el Gobierno cubano donde se llamaba a la sublevación, acción riesgosa por hacerlo sobre el populoso barrio del Vedado, donde se ubican los principales hoteles, ministerios, la Universidad de La Habana, cinco hospitales, y los edificios de mayor altura del país.


Cuba denunció públicamente esas provocaciones e incluso envió mensajes al propio presidente Clinton a través de una delegación de militares retirados que visitó la Isla.


Ninguna de esas denuncias fue escuchada, a pesar de la alerta de que no se permitirían otras provocaciones similares.


El Gobierno cubano había sufrido reiteradas violaciones del espacio aéreo, cuando el 11 de octubre del 1959, a solo 10 meses del triunfo revolucionario, aviones procedentes de Estados Unidos incursionaron en tres ocasiones sobre zonas de las provincias de Pinar del Río y Camagüey, donde bombardearon centrales azucareros.


El 21 del mismo mes y año, otro avión voló sobre la capital cubana y lanzó bombas que dejaron un saldo de dos muertos y 45 heridos. El piloto de dicho avión era el desertor de la Fuerza Aérea de Cuba Pedro Luis Díaz Lanz, quien días después lo admitió en declaraciones ante el FBI sin que fuera detenido ni sancionado.


Un día después, el 22 de octubre, otra aeronave procedente de Estados Unidos bombardeó un tren de pasajeros cuando recorría la provincia de Las Villas.


Al año siguiente, el 12 de enero del 1960, bombas incendiarias caían sobre campos de caña en La Habana y el 21 de enero un avión, también procedente de Estados Unidos, lanzaba cuatro bombas de cien libras sobre La Habana causando cuantiosos daños materiales.


Acciones similares se produjeron el 28 y 29 de enero, cuando cinco aviones bombardearon campos de caña en la provincia de Camagüey y otros tres en Oriente. Actos idénticos suceden el 7 de febrero del 1960 en Camagüey y el 23 sobre Las Villas y Matanzas.


En esta última provincia, el día 18, fue abatido un avión que atacó un central azucarero, donde resultó muerto el piloto yanqui Roberts Ellis Frost. En los documentos rescatados consta que en tres oportunidades anteriores había violado el espacio aéreo cubano, hechos reconocidos por el Departamento de Estado ante las evidencias presentadas.


La lista de actos semejantes es larga, por lo que Cuba, ante las constantes provocaciones de la organización Hermanos Al Rescate y su negativa de suspenderlas, decidió derribar dos de las tres aeronaves en su nueva violación del territorio nacional.


Al tratarse de un plan concebido para lograr ese objetivo, la mafia terrorista, con representación en el Congreso yanqui, conformó un show mediático haciéndole creer a la opinión pública que los pilotos de Miami eran inocentes y que Cuba, la agredida, era la responsable del hecho, lo que condujo a fuertes presiones contra el presidente Clinton, conminándolo a que el 12 de marzo del 1996 aprobara la execrable Ley para la libertad y la solidaridad democrática cubanas, conocida como Ley Helms-Burton.


Con su firma, Clinton le regaló al Congreso el derecho, que tenían hasta entonces los presidentes de Estados Unidos, de derogar el mal llamado embargo contra Cuba, imponiéndole sanciones más fuertes con el propósito de matar por hambre y enfermedades a su pueblo.


La citada Ley “Libertad” incrementa las medidas de guerra económica, comercial y financiera establecidas en el 1962 por el presidente John F. Kennedy, sancionando, además, a los bancos extranjeros que otorguen financiamientos a Cuba y otras medidas como la persecución de los extranjeros que inviertan en la Isla.


Triste día para la historia, donde se puso de manifiesto cómo un grupo de terroristas secuestraron las facultades del Presidente de Estados Unidos por intereses espurios contra un pueblo cuyo único delito fue decidir caminar soberanamente sin cadenas imperiales.


Mucha razón tenía José Martí cuando afirmó:


“Nada más justo que dejar en punto de verdad las cosas de la historia.”


  • Cubano, especialista en relaciones Cuba-EEUU, editor del blog El Heraldo Cubano

Coronavirus: en solidaridad y desprendimiento, Cuba es única (Tercera Información)

TERCERA INFORMACIÓN 17 de marzo del 2020 ESPAÑA

Carlos Aznárez*


Cuba es única por miles de razones, pero sobre todo porque ese pueblo y esa Revolución, que ya tiene 61 años de digna existencia, han hecho de la solidaridad una forma de vida. Y eso es precisamente lo que están demostrando por estos días en que el famoso coronavirus ha puesto al mundo patas para arriba y en algunas circunstancias salga a relucir lo peor de los seres humanos acunados por el capitalismo.


Para aquellos que ponderan el individualismo y el “sálvese quien pueda”, Cuba emerge como un bastión de la construcción solidaria colectiva, que no solo cuida a su pueblo sino que tiene para acudir en apoyo de quienes se lo reclamen.


Cuba, la de Fidel y Vilma, la del Che y Haydée, la de Raúl y Díaz-Canel, vuelve a demostrarnos hasta qué punto un Estado revolucionario se cimenta con un pueblo que está dispuesto siempre a dar lo que no le sobra para ayudar al que no tiene o se encuentra en circunstancias difíciles.


Ya se había visto con lujo de detalles cuando los terremotos y catástrofes climatológicas (también producto de la destrucción capitalista del ecosistema) generaban desastres en distintos países. Sin dudarlo, Fidel decidía enviar médicos y equipos de rescatistas para paliar el sufrimiento de los afectados. México, Perú, Pakistán, Haití son algunos de los ejemplos de esa actitud.


Qué se puede decir de la actitud cubana frente a la catástrofe de Chernóbil, no solo enviando ayuda sino, en el pico más alto de una actitud solidaria, recibiendo a numerosas víctimas de ese siniestro, a fin de curarlas y recuperarlas para una nueva vida. Muchas de esas personas aún permanecen en la Isla cumpliendo tratamientos sanitarios y psicológicos.


Luego vino la fiebre del Ébola y los miles de africanos afectados que derivaron en un alto grado de mortalidad. Ningún médico occidental quería sumarse a la misión de socorrer a esos pueblos tan castigados, pero allí estuvieron, otra vez sin dudarlo, los facultativos cubanos, arriesgando sus vidas pero generando lazos de amor con cada paciente, hasta vencer a la enfermedad.


Ahora son tiempos de coronavirus. Desesperados por no poder contener la nueva peste, pero además exponiendo a la vista de todos una sanidad pública sumamente deficiente y abandonada de la mano estatal, la gran mayoría de los países que se dicen desarrollados o del Primer Mundo deben acudir a Cuba buscando dosis de Interferón y obtener la ayuda necesaria para frenar el avance del contagio masivo.


Si faltaba algo para demostrar de qué valores está munido el pueblo y el Gobierno revolucionario cubanos, allí están los médicos de la Isla que ayudaron a sus colegas chinos a paliar la crisis. O el reciente ejemplo de recibir en la costa cubana a un crucero inglés con pasajeros enfermos, al que la mayoría de los países rechazaron enfáticamente, demostrando el calibre de lo que significa la insolidaridad en cualquier parte del mundo menos en Cuba.


En tiempos de coronavirus la realidad muestra dos perfiles.


Por un lado, el de los países capitalistas, imperialistas y culpables del nacimiento de este y otros virus, muchos de los cuales fueron arrojados, en su momento, en una acción claramente terrorista sobre Cuba y China, generando una inmensa mortalidad en la población porcina.


Por el otro, la actitud humanitaria e incondicional de una pequeña isla del Caribe que no duda en demostrar que, por los menos allí, hay otro mundo posible. Generoso, fraterno, despojado de individualismo, internacionalista con mayúscula, hermano de quienes más sufren, que no mira a un costado cuando otros, incluidos sus enemigos más feroces, le piden ayuda.


Mientras que Trump, asustado porque el mal que creara se vuelve contra él mismo, trata de presionar a laboratorios alemanes para apoderarse de una presunta vacuna contra el virus y tenerla en “exclusividad”, el pueblo de Cuba no duda en extender la mano a quien se la pida.


La pregunta obligada frente a este panorama es si cada uno de los países occidentales que hoy están recurriendo a Cuba en busca de un salvataje para el drama que viven sus poblaciones, no piensan que ha llegado el momento de desobedecer las órdenes de Estados Unidos y terminar de una buena vez con el bloqueo criminal que Trump y ellos mismos, como sumisos cómplices, generan año tras año contra el pueblo cubano.


Ojalá que no pase mucho tiempo para que esto suceda y el mundo entero agradezca a Cuba tanto desprendimiento y amor desinteresado, nacido de una ética que solo una Revolución socialista genera.


  • Director desde hace 22 años de la plataforma comunicacional Resumen Latinoamericano (Argentina), que tiene impreso, radio y televisión y que tiene publicación mundial

El mundo después de la pandemia (Red Voltaire)

RED VOLTAIRE 17 de marzo del 2020 FRANCIA

Fragmentos)


Las reacciones políticas ante la pandemia de coronavirus se han caracterizado por una ‎serie de sorprendentes carencias de las democracias occidentales, desde la existencia de ‎graves prejuicios hasta la más flagrante ignorancia. Mientras tanto, China y Cuba ‎se han visto mucho mejor preparadas y capaces para enfrentar el futuro.

Thierry Meyssan*


El brusco cierre de las fronteras y, en muchos países, el cierre también de las escuelas, ‎universidades, empresas y servicios públicos, así como la prohibición de festividades, ‎conmemoraciones y otras actividades colectivas, modifican profundamente las sociedades, que, ‎en unos meses, ya no serán lo que fueron antes de la pandemia.‎


Esta realidad modifica, en primer lugar, nuestra concepción de la Libertad, concepto alrededor del ‎cual se centró la fundación de Estados Unidos.


Según la visión estadounidense –visión defendida ‎solo por Estados Unidos–, la Libertad no puede tolerar límites. Todos los demás estados admiten –‎por el contrario– que no hay Libertad sin Responsabilidad, y estiman, por ende, que ‎no es posible ejercer las libertades sin definir sus límites.


Hoy en día, la cultura estadounidense ‎ejerce una influencia determinante a través de casi todo el mundo. Pero la pandemia acaba de ‎contradecir su visión de la libertad.‎


El fin de la sociedad totalmente abierta

Para el filósofo Karl Popper (1902-1994), en una sociedad la libertad se mide en términos de ‎apertura. Supuestamente, la libre circulación de personas, mercancías y capitales es característica ‎de la modernidad. Esta manera de ver las cosas prevaleció durante la crisis de los migrantes ‎registrada en el 2015.


Por supuesto, algunos han subrayado desde hace tiempo que ese discurso ‎permite a especuladores como George Soros explotar a los trabajadores de los países ‎más pobres. Soros predica la desaparición de las fronteras y, por ende, de los estados, ‎desde ahora y para favorecer la instauración futura de un gobierno supranacional.‎


La lucha contra la pandemia de coronavirus vino a recordarnos abruptamente que los estados ‎están ahí para proteger a sus ciudadanos.


En el mundo postcoronavirus, las “ONG sin fronteras” ‎tendrían, por ende, que ir desapareciendo y los partidarios del liberalismo político tendrían que recordar que ‎sin Estado “el hombre es el lobo del hombre”, según la fórmula del filósofo británico Thomas ‎Hobbes (1588-1679). Por ejemplo, la Corte Penal Internacional (CPI) acabaría siendo algo absurdo ‎a la luz del Derecho Internacional.‎


El interés general

La noción de “interés general”, cuestionada por la cultura anglosajona desde la traumatizante ‎experiencia de Oliver Cromwell, se hace indispensable cuando se trata de protegerse de una ‎pandemia.‎


En el Reino Unido, el primer ministro, Boris Johnson, está teniendo dificultades para imponer las ‎medidas que se hacen necesarias ante la situación sanitaria, medidas de carácter “autoritario” ‎que los británicos solo admiten en caso de guerra.


En Estados Unidos, el presidente Donald ‎Trump no puede decretar el confinamiento de la población para todo el territorio nacional ‎por ser esta una prerrogativa exclusiva de los diferentes estados que conforman la Unión. ‎Así que el Presidente de Estados Unidos de América se ve obligado a “torcer” los textos de ‎leyes anteriores, como la famosa Stafford Disaster Relief and Emergency Assistance Act.‎


El fin de la libertad sin límites para el sector empresarial

En el plano económico, después de haber decretado el cierre de todo tipo de negocios, desde los ‎restaurantes hasta los estadios de fútbol, ya no será posible seguir imponiendo la teoría de Adam ‎Smith sobre la necesidad supuestamente imperiosa de dejar que el mercado sea el rector de la ‎actividad económica. Habrá que reconocer por fin límites a la sacrosanta libre empresa.‎


La lucha contra la pandemia ha venido a recordarnos que el interés general puede justificar la ‎imposición de límites a cualquier actividad humana.‎


Las carencias

La crisis del coronavirus también ha puesto de relieve las carencias y fallos de nuestras ‎sociedades.


Por ejemplo, el mundo entero sabe que China fue la primera nación en ‎sufrir los efectos de la pandemia… y sabe también que acabó controlándola y levantando las ‎medidas autoritarias que había tenido que adoptar para lograrlo. Pero pocos saben cómo ‎lograron los chinos derrotar el coronavirus.‎


La prensa internacional ha optado por ignorar los agradecimientos que el presidente chino Xi ‎Jinping expresó, el 28 de febrero, al presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel. La prensa ‎internacional también ha preferido no hablar de la importancia que tuvo para China el uso del ‎medicamento cubano denominado Interferón Alfa 2b recombinante.


Por supuesto, esa prensa sí ‎ha hablado del uso de la cloroquina, que ya se utilizaba contra el paludismo. Pero ‎ha guardado silencio sobre las investigaciones destinadas a encontrar una vacuna contra el ‎coronavirus: China ya está en condiciones de realizar los primeros ensayos en humanos a finales ‎de abril y el laboratorio del Instituto de Investigación sobre Vacunas y Sueros de San Petersburgo ‎ya tiene preparados 5 prototipos de vacunas contra el coronavirus.‎


Esos “olvidos” denotan la “selectividad informativa” que practican las grandes agencias ‎de prensa. Nos repiten constantemente que vivimos en una “aldea planetaria” (Marshall ‎McLuhan), pero solo nos informan sobre el microcosmo occidental.‎


Esa ignorancia resulta muy útil a los grandes laboratorios occidentales, entregados a una ‎competencia desenfrenada en el sector de las vacunas y las ventas de medicamentos. Sucede ‎exactamente lo mismo que en los años 1980.


En aquella época, una epidemia de “neumonía de ‎los gays”, identificada como Sida en el 1983, provocaba una hecatombe entre los homosexuales ‎de San Francisco y Nueva York.


Cuando la enfermedad llegó a Europa, el entonces ‎primer ministro de Francia, Laurent Fabius, retrasó el uso del test de diagnóstico elaborado en ‎Estados Unidos para que el Instituto Pasteur tuviera tiempo de elaborar y patentar un test ‎francés. Estaban en juego ganancias ascendentes a miles de millones de dólares… que costaron ‎miles de fallecimientos innecesarios.‎


La geopolítica después de la pandemia

La epidemia de histeria que acompaña la expansión del coronavirus está desviando la atención de ‎la actualidad política. Cuando esta se termine y los pueblos recuperen el sosiego, el mundo será ‎quizá muy diferente.


La semana pasada dedicábamos este espacio a la amenaza que ‎el Pentágono hace pesar actualmente sobre la existencia de Arabia Saudita y Turquía, ‎dos países que se hallan en la mira de Estados Unidos.


‎Las respuestas, por separado, de Arabia Saudita y Turquía fueron dos apuestas ‎muy peligrosas: Arabia Saudita inició un ataque contra la industria estadounidense del petróleo de ‎esquistos, mientras que Turquía amenazó con implicar a Estados Unidos en una guerra ‎contra Rusia. Son dos amenazas tan graves que habrán de tener respuestas muy rápidamente, ‎el mundo no podrá darse el lujo de esperar tres meses para enfrentarlas.‎


  • Periodista y activista político francés, autor de investigaciones sobre la extrema derecha, presidente-fundador de la Red Voltaire y de la conferencia Axis for Peace

Un Trump errático afronta una crisis sin precedentes en año electoral (El País)

EL PAÍS 16 de marzo del 2020 ESPAÑA

Con el brote del coronavirus, el Presidente de EEUU echa mano de su manual de siempre


Amanda Mars*


Exageraciones, imprecisiones y, a veces, sencillamente datos falsos. La actitud de Donald Trump frente a una pandemia agresiva y global como la del coronavirus no se ha desviado del manual político del presidente de Estados Unidos, el manual de un showman.


Desde que comenzó esta crisis, su discurso ha pasado del escepticismo a la gravedad, pero, tanto en uno como en otro tono, Trump ha proporcionado información errónea y creado situaciones cómicas, como cuando, en plena comparecencia pública el viernes para comunicar la emergencia nacional, se puso a estrechar manos, saltándose una de las normas más básicas de prevención.


En pleno año de reelección, el magnate neoyorquino se enfrenta a una crisis sin precedentes en la memoria reciente, navegando en un escenario inexplorado.


Max Boot, un articulista de The Washington Post, escribiría la semana pasada que Trump se estaba demostrando incapaz de gestionar una crisis que no había fabricado él mismo, como una guerra comercial con China o un pulso migratorio con México.


Habría que añadir que el coronavirus, tal vez la crisis más grave a la que se puede estar enfrentando su presidencia, tampoco es un enemigo con cara y ojos al que desafiar a golpe de tuits. Es un problema que ha puesto en jaque a varios gobiernos europeos, que ha provocado errores de bulto en varios de ellos y que está poniendo en cuestión el liderazgo personal del republicano.


El mensaje incrédulo del Presidente cambió esta semana, conforme las cifras de muertos y contagiados se desbocaba en Europa y resultó evidente que, a tenor del ritmo en Estados Unidos y las escasas pruebas realizadas, el desastre había saltado a este lado del Atlántico y estaba a punto de estallar.


El miércoles por la noche se dirigió a la nación en horario de máxima audiencia desde el escritorio del Despacho Oval. Debía anunciar el veto a la llegada de extranjeros que hubiesen pasado por países del espacio Schengen en los últimos 14 días, entre otras medidas.


Pero en el discurso televisivo no fue eso lo que dijo. Con toda solemnidad, afirmó que la suspensión de viajes era de carácter absoluto y también afectaba al transporte de mercancías, lo que supondría un choque fenomenal para la economía del mundo y que automáticamente se tradujo en caídas de los futuros del índice bursátil Dow Jones, cerrado a cotización a esas horas.


En cuanto acabó la comparecencia, un tuit del Presidente corregía el error: “la restricción para personas, no productos”. También dijo ante las cámaras que las compañías aseguradoras eximirán del copago en los tratamientos por el Covid-19, cuando solo sería para realizar las pruebas.


La declaración escrita enviada a la prensa también recogía la información correcta. No fue un cambio de decisión, el Presidente, sencillamente, se había saltado el guión.


La administración activó medidas con rapidez al principio de la crisis, como las restricciones a los viajes de China, Corea del Sur y partes de Italia, y ha actuado, en general, con más anticipación que al otro lado del Atlántico, pero el discurso del Presidente ha resultado errático, con espacio también para la bufonada. Puro Trump. A primeros de marzo, cuando aún le quitaba hierro a la crisis, comentó entre bromas: “llevo semanas sin tocarme la cara, lo echo de menos”.


Jared Kushner, yerno y asesor de Trump, sin ninguna experiencia en este ámbito, se ha convertido en una de las voces más influyentes para el Presidente en la gestión de esta crisis, según la versión de fuentes de la Casa Blanca citadas en el Post, crisis que puede convertirse en un misil inesperado para su campaña de reelección en las presidenciales de noviembre.


Las medidas de prevención tomadas en Estados Unidos para frenar los contagios ―miles de colegios y negocios cerrados por todo el país, centenares de torneos deportivos suspendidos y actividades culturales cerradas, entre otros― suponen una arponada en la bonanza del país.


En Europa, la recesión ya se ha convertido en el escenario base con el que trabajan los analistas y el daño económico para la primera potencia mundial está por calibrar. De momento, el Congreso ha dado luz verde a un paquete de medidas para ayudar a familias y negocios. Para Trump, supondría perder una de sus grandes bazas electorales, la buena marcha de la economía.


Ese temor se percibió en su comparecencia de este sábado ante la prensa, cuando atacó la política monetaria de la Reserva Federal por timorata ―Trump reclama más estímulos económicos― y reivindicó su derecho a despedir a su presidente, Jerome Powell, una declaración que puede sacudir aún más los trémulos mercados financieros. Podría, dijo, “poner a otra persona al mando”, si bien “no he tomado una decisión al respecto”.


Esa rueda de prensa aportó una imagen muy descriptiva de la gestión de esta crisis. Primero comparece Trump, ataviado con gorra, responde vaguedades. Luego toma la palabra el vicepresidente Mike Pence, nombrado por Trump como coordinador de la respuesta gubernamental, en tono serio y dando los datos más concretos junto a los expertos.


Las declaraciones previas, desdeñando la gravedad de la epidemia y ufanas sobre su gestión, pesarán como una losa en la hemeroteca del Presidente.


“El año pasado 37 mil estadounidenses murieron por la gripe común. Es una media de entre 27 mil y 70 mil muertes por año. Nada se ha cerrado, la vida y la economía siguen adelante. En este momento hay 546 casos de coronavirus confirmados, con 22 muertes. ¡Piensen en ello!”, escribió en su cuenta de Twitter el pasado lunes.


“La prensa mentirosa y su socio, el Partido Demócrata, están haciendo todo en su semiconsiderable poder (solía ser mayor)” para inflamar esta situación, tuiteó también.


Al día siguiente, tras una reunión con los republicanos en el Capitolio, se mostró entusiasta: “las últimas novedades sobre la [lucha contra] el virus son muy buenas. Está yendo muy bien. Tenemos gente tremenda. Un gran grupo de trabajo que está haciendo un gran trabajo”.


En los días anteriores se había pronunciado con más ligereza: “parece que para abril, ya sabe, cuando hace un poco más de calor, milagrosamente se va”, dijo en un mitin del 10 de febrero. “Estamos muy cerca de lograr la vacuna”, se despachó dos semanas después. La Casa Blanca tuvo que matizar luego que el Presidente se refería al Ébola, no al Covid-19.


Este viernes, un reportero preguntó a Trump sobre la disolución de la Unidad de Enfermedades Pandémicas del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca. El Presidente replicó que la pregunta era “asquerosa”, teniendo en cuenta los esfuerzos de la administración por salvar vidas.


Este domingo, en otras comparecencias, se mostró optimista: “relax, nos está yendo bien, esto pasará”. Acto seguido, el experto epidemiólogo de la Casa Blanca se expresó en otro sentido: “lo peor está por llegar”.


  • Corresponsal en Washington de El País

China acusa a EEUU de haber plantado el Covid-19 en Wuhan//EEUU cita al embajador (La Jornada)

LA JORNADA 15 de marzo del 2020 MÉXICOAlfre

do Jalife-Rahme*


Con las pandemias, como en las guerras, la primera víctima es la verdad: se entra a un diagrama dual de verdades y mentiras inverosímiles y de verdades y mentiras verosímiles, donde la percepción de la población es más importante que la realidad.


Aquí cuenta mucho la velocidad y la calidad de la comunicación, como aprendió el Centro para el Control de las Enfermedades de EEUU (CDC, por sus siglas en inglés) tras haber sufrido el desastre de su desinformación y su pésima comunicación con el H1N1.


En EEUU fue notorio el choque entre Trump y el connotado infectólogo Tony Fauci. Debido a su origen y peculiar propagación del Covid-19, la expertise debe recaer en la tríada de infectólogos/inmunólogos/neumólogos, quienes son los que tratan a los pacientes, y no los epidemiólogos que, por su limitada formación teórica, sin práctica clínica, ignoran el cuidado de los enfermos.


China acusó que el “Ejército de EEUU podría haber llevado el virus (…) a la ciudad china de Wuhan”, lo cual no ocurrió en la previa pandemia del H1N1, cuando tampoco se desataron los demonios geopolíticos/geoeconómicos de ahora que concurrieron para conformar una tormenta perfecta.


Zhao Lijian, portavoz de la Cancillería china, publicó un vídeo de Robert Redfield, jefe del CDC de EEUU, donde señala que se encontró coronavirus postmortem en varios estadounidenses que fueron diagnosticados con gripe.


Zhao reaccionó en forma virulenta al vídeo de Redfield: “¿cuándo apareció el paciente ‘cero’ en EEUU? ¿Cuántas personas están infectadas? ¿A qué hospitales las llevaron? Probablemente fueron militares estadounidenses quienes llevaron la epidemia a Wuhan. ¡Sean honestos! ¡Revelen los datos [sobre la infección con Sars-CoV-2 en EEUU]! ¡EEUU debe explicarnos todo!”.


Una fuente del Departamento de Estado filtró a Reuters que EEUU había citado al Embajador de China para aclarar los comentarios de su portavoz. Se desató una guerra de propaganda entre China y EEUU, que se acusan mutuamente del origen del nuevo virus.


Mike Pompeo, secretario de Estado y exdirector de la CIA, calificó al Covid-19 como coronavirus Wuhan, en referencia al primer brote en la importante ciudad central de China. Ya enfilado, Pompeo fulminó contra la desinformación china que ocultaba los verdaderos datos y el número real de infectados.


Hace 15 días comenté: “las teorías sobre el accidente del coronavirus experimentado y/o sembrado como arma bacteriológica y de lo que se han acusado las tres superpotencias: EEUU, Rusia –con una aterradora excavación– y China, cuyo máximo especialista afirma que el Covid-19 “pudo no haberse originado en China”; agregué que “antes de fallecer, el genial astrofísico Stephen Hawking advirtió sobre las agresiones de las armas biológicas al género humano”, ya que el Covid-19 tiene todas las características de arma biológica.


En la era de la posverdad, ¿sabremos algún día la verdad?

  • Analista mexicano, de origen libanés, especializado en relaciones internacionales, economía, geopolítica y globalización

Brasil 'for sale': Bolsonaro y EEUU (La Haine)

LA HAINE 13 de marzo del 2020 ESPAÑA

Los resultados del encuentro entre Bolsonaro y Trump son un paso más hacia el objetivo de EEUU de anular a Brasil como competidor en la geopolítica regional y global


Silvina Romano* y Tamara Lajtman**


El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, visitó Florida del 7 al 10 de marzo y fue recibido por Donald Trump en su residencia de Mar-a-Lago. Es la cuarta visita del Presidente brasileño a EEUU en quince meses.


Según comunicado oficial, los mandatarios se comprometieron a una "alianza estratégica" destinada a aumentar la prosperidad económica, fortalecer la democracia y promover la paz y la seguridad.


El estrechamiento de relaciones de Brasil con EEUU no se reduce ni se explica únicamente por la afinidad que parece existir entre Bolsonaro y Trump (y su estética política). Brasil es, desde hace varios años, el objetivo número uno de la política hemisférica del Gobierno estadounidense y del sector privado articulado a estos intereses.


La guerra contra la corrupción, materializada en el Lava Jato, tiene como objetivo restaurar, por la vía judicial, el orden neoliberal desafiado por los gobiernos de Lula da Silva y Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT).


Al menos desde el 2005 en adelante (al momento en que se descubren las reservas de hidrocarburos del Presal) hay documentos que muestran la vitalidad del territorio brasileño en términos geopolíticos y del mercado brasileño para la economía de EEUU.


Durante las gestiones del PT, las relaciones con EEUU siguieron su curso, pero se implementaron restricciones y un alejamiento en política internacional con respecto a la tradicional alineación de Brasil con el país del Norte.


En esos años se apostó por las empresas estatales, como Petrobras (hidrocarburos) y Embraer (desarrollo de tecnología de aviación civil y militar), ambas con un rol primordial en la estrategia de defensa articulada en torno al desarrollo de la industria de defensa nacional (liderada por civiles) en el marco de una economía con capacidad redistributiva. A su vez, eran la base para impulsar el liderazgo del país, tanto a nivel regional como internacional: desde el Mercosur a los Brics, estas empresas respaldaban el posicionamiento geopolítico de Brasil.


En este contexto, el Gobierno de Lula da Silva negó el acceso de militares de EEUU a la base de Alcántara (que vuelve a estar disponible durante la gestión de Bolsonaro) e impulsó el proyecto de submarinos nucleares para vigilar la plataforma submarina de hidrocarburos del Presal.


Esta política de soberanía sobre los recursos generó vínculos con el Gobierno argentino de Cristina Kirchner, en disputa con Gran Bretaña por territorios en el Atlántico Sur; incluso constituyó la base de una diplomacia brasileña con proyección a nivel regional y global, ejemplificada en el posicionamiento con respecto al desarrollo nuclear en Irán, cuando Brasil -junto con Turquía- negoció para evitar las sanciones económicas propuestas por EEUU contra ese país.


¿Prosperidad económica? Desarticulación de empresas estratégicas


En el marco de la visita de Bolsonaro a Florida, Trump reiteró el apoyo (formalizado en marzo del 2019) a la adhesión de Brasil a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde) y acordaron agilizar las medidas para la incorporación de Brasil en el programa Trusted Trader en el 2021, que supondrá un aumento del intercambio comercial bilateral.


El 5 de marzo, pocos días antes de una reunión entre Trump y Bolsonaro, el Atlantic Council realizó un evento para la presentación del informe titulado Comercio e IED entre EEUU y Brasil: mejora de la relación económica bilateral. Los oradores incluyeron al congresista y copresidente del caucus de Brasil, Darin Lahood, el presidente de Apex-Brasil, Sergio Segovia, el subsecretario interino de Comercio para el Comercio Internacional, Joe Semsar, el embajador designado de Brasil, Nestor Forster, y representantes de Dow, S&P Global, Advamed, entre otros.


En la gira de Bolsonaro está prevista una visita a la fábrica de Embraer en la ciudad de Jacksonville, en el Norte de Florida.


En el mes de enero se concretó la compra de Embraer por parte de la estadounidense Boeing (proceso iniciado en el 2018), una de las empresas más importantes del Complejo Militar-Industrial a nivel mundial.


Esta compra se lleva a cabo en dos etapas: primero Boeing comprará el 80% del capital de la división comercial de Embraer; después se creará una joint venture para producir el carguero militar KC-390, el mayor avión militar fabricado en Brasil. Así se desarticula una de las principales empresas estatales de aviación a nivel latinoamericano.


Con respecto al rol de Petrobras, las empresas de hidrocarburos estadounidenses estuvieron interesadas desde un inicio en las reservas del Presal, que hasta el Gobierno de Rousseff permanecieron bajo monopolio de la estatal de petróleos. Después del golpe se abrió a licitación, de la que participó, entre otros, la estadounidense Chevron.


En un informe oficial sobre la producción de hidrocarburos en Brasil del 2019 se afirma que hubo un aumento de la producción de gas y petróleo del 8,1% respecto al 2018.


Destaca que el 61,3% de la producción nacional proviene del Presal, en un esquema en el que se redujeron las inversiones realizadas por las estatales brasileñas, incluida Petrobras, que en el 2019 invirtió un 36,1% menos que en el

2018.


La tendencia a reducir el rol del Estado en estas empresas y a achicar el gasto público (al estilo de la nueva ley de pensiones), articulada con la mejoría de las condiciones de inversión para el sector privado, sería el camino correcto para lograr el crecimiento económico, según think tanks estadounidenses.


Desde otra perspectiva, es claro que se trata de la descapitalización y despatrimonialización del Estado al mejor estilo neoliberal. No se habla, sin embargo, del reposicionamiento de Brasil en términos geopolíticos: ¿qué pasó con el liderazgo brasileño en este ámbito?


El otro rubro donde EEUU busca mayor presencia es el de infraestructura -ante los vacíos dejados por Odebrecht y en vistas de la competencia china-, acelerando las posibilidades de negocios e inversiones.


Durante la visita a Brasil del secretario del Tesoro estadounidense, Wilbur Ross (agosto del 2019), se firmó un Memorándum de Entendimiento para ampliar la cooperación en el desarrollo de infraestructura.


Un ejemplo es el puerto de transporte de petróleo en Rio de Janeiro, donde la Overseas Private Iinvestment Corporation (Opic) invirtió 350 millones de dólares. Para fines del 2020, el Gobierno brasileño espera haber completado al menos 18 proyectos de venta de infraestructuras públicas. Las inversiones estimadas totalizan más de 6,4 mil millones de dólares.


También hay que destacar la supervisión por parte de EEUU del desarrollo de tecnología en general mediante nuevos acuerdos sobre patentes.


La Oficina estadounidense de Patentes y Marcas Comerciales y el Instituto Nacional de Propiedad Industrial de Brasil anunciaron una Vía "neutral" de Procesamiento de Patentes que permite a EEUU unirse al programa de patentes de Brasil (desde diciembre del 2019) para llevar a cabo el examen de patentes, tanto en Brasil como en EEUU.


¿Fortalecer la democracia o desestabilizar a Venezuela?


Pocos días antes del viaje de Bolsonaro a EEUU, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil anunció que retiraría a los diplomáticos brasileños de Venezuela.


En Florida, Trump y Bolsonaro reiteraron su apoyo al autoproclamado presidente encargado de Venezuela, Juan Guaidó, a la Asamblea Nacional venezolana y a los "esfuerzos de Bolivia para llevar a cabo elecciones libres y justas".


El comunicado del Departamento de Estado, previo a la visita, afirma que "EEUU aplaude a Brasil por su liderazgo en el apoyo a la restauración de la democracia y el fin de la crisis humanitaria en Venezuela, así como por el firme apoyo de Brasil a la democracia en Bolivia y Nicaragua".


La agenda del Presidente brasileño incluyó un encuentro con los senadores Marco Rubio y Rick Scott, dos de los mayores activistas contra el "régimen" de Nicolás Maduro dentro del Partido Republicano.


La alianza de Brasil con EEUU a nivel hemisférico tiene importantes repercusiones en la política regional. Brasil ha asumido, junto con Colombia, el liderazgo en la guerra contra Venezuela.


En el mes de enero, la Agencia Internacional para el Desarrollo (Usaid) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) lanzaron la "Integración Económica de Naciones Vulnerables a Venezuela", en el marco del programa brasileño destinado a la asistencia de venezolanos. Este programa incluye 4 millones de dólares, que se suman al total de 15 millones asignados por la Usaid para la asistencia humanitaria a venezolanos en Brasil. Desde el año fiscal 2017, EEUU ha proporcionado 46 millones de dólares a Brasil destinados a atender a venezolanos en dicho país.


Promover la paz y la seguridad (estadounidense)


Bolsonaro es el primer presidente brasileño en visitar la sede del Comando Sur de EEUU. Durante la reunión con su jefe, Craig Faller, se firmó un nuevo acuerdo sobre investigación, desarrollo, prueba y evaluación de productos de defensa (RDT&E, por sus siglas en inglés) que permitirá a las empresas brasileñas del sector de defensa desarrollar proyectos conjuntos con empresas estadounidenses, adaptándose a sus certificaciones y estándares de calidad.


El compromiso empezó a discutirse en el 2017, bajo el Gobierno de Michel Temer, y fue facilitado a partir de la designación de Brasil como un aliado extra-Otan realizada por Trump en junio del 2019 y la evolución de las negociaciones del Diálogo de Industrias de Defensa Brasil-EEUU.


En definitiva, se trata de un paso más en la profundización de la cooperación en defensa y relaciones militares que, según apreciación del Departamento de Estado, son las más fluidas en los últimos años.


El pasado 3 de febrero se llevó a cabo una conferencia para reforzar la cooperación y colaboración en regulaciones técnicas y políticas de interés mutuo sobre inversión y comercio en el sector energético.


Ese mismo día se firmó un Memorándum de Entendimiento para incentivar la cooperación entre el Instituto de Energía Nuclear y la Asociación Brasileña para el Desarrollo de Actividades Nucleares. En el marco de estos eventos estuvieron presentes representantes de la industria civil nuclear de EEUU, así como empresarios brasileños y estadounidenses.


El acuerdo se orienta a fortalecer las relaciones para garantizar la renovación de licencias y la operación a largo plazo de la central nuclear brasileña Angra 1 (con vida útil de 40 a 60 años).


Este tipo de acuerdos coloca a Brasil como país totalmente alineado al binomio EEUU-Israel (en plena escalada de tensiones luego del asesinato del líder iraní Qasem Soleimani) en la geopolítica internacional, anulando el acercamiento a Irán y la posibilidad de avanzar en el desarrollo de tecnología nuclear con tecnología de otros países (como Francia, en la construcción de la plataforma de submarinos nucleares durante el Gobierno de Lula da Silva).


Algunos informes y análisis sobre el efecto del Lava Jato en la geopolítica brasileña advertían que esta guerra contra la corrupción era, más bien, una de las herramientas de una guerra híbrida librada por EEUU para anular a Brasil como competidor en la geopolítica regional y global. Por apropiarse de "la perla del Sur".


La reciente visita de Bolsonaro a EEUU y los datos expuestos parecen corroborar de alguna manera esta hipótesis. Con cada acuerdo se resigna parte de la soberanía sobre el territorio y los recursos de Brasil, el país más importante del Cono Sur y que no hace tantos años era uno de los líderes en organismos internacionales económicos y políticos a nivel global.


  • Doctora en Ciencia Política por la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), Argentina. Licenciada en Historia y en Comunicación


    • Miembro del Departamento de Programa de Posgrado en Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nacional Autónoma de México

Carabineros, el brazo armado del terrorismo de Estado en las calles de Chile (La Haine)

LA HAINE 12 de marzo del 2020 ESPAÑA



Los uniformados no solo deciden sobre la vida y la muerte de millones de chilenos, eligen el lugar, el momento y las víctimas a quienes les caerán encima


Gustavo Veiga*


Los Carabineros, como significante más elocuente del aparato represivo, han superado la teoría de Hobbes en el Leviatán, no solo deciden sobre la vida y la muerte de millones de chilenos, eligen el lugar, el momento y las víctimas a quienes les caerán encima.


Patricio Bao tiene 69 años. Fue apaleado el 8M cuando había acompañado a la marcha a su esposa e hijas. Indefenso, terminó con diez puntos en la cabeza y cuatro en el párpado derecho. Su historia se mediatizó porque un vídeo del brutal ataque que sufrió se volvió viral.


Por muy poco no ingresó al listado de personas con trauma ocular o pérdida de la visión. Según el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) son 445 hasta el 18 de febrero.


En esta ciudad se sale de la casa, el trabajo, un bar o el hotel donde se está alojado pero nunca se sabe en qué condiciones se regresa, si sano, herido o envuelto en una mortaja.


Lo pudimos comprobar el lunes bien entrada la tarde, sobre la Avenida Alameda, en las cercanías del Palacio de la Moneda. Una caminata de pocas cuadras se transformó en la retirada inmediata del lugar.


Los sufrientes a diario, santiaguinos de a pie, hombres y mujeres que buscaban el Metro para salir de la zona o esperaban el bus en la parada, fueron atacados con chorros de agua, gas lacrimógeno y gas pimienta. ¿Qué hacían? Simplemente miraban a su alrededor, filmaban a los Carabineros con sus celulares y unos pocos les gritaban “Pacos culiados”.


Los uniformados, formateados en los usos y costumbres de la dictadura de Pinochet, están cebados. De nada sirvieron los cursos sobre Derechos Humanos que les dio el gobierno. Reciben un doble mensaje porque el principal es despejar la calle y gastar la munición disponible si fuera necesario.


Una joven quedó paralizada por el gas pimienta junto a las vallas que protegen los jardines que rodean La Moneda. La gente solidaria discutía con qué antídoto ayudarla. Agua tibia, leche fría, agua con bicarbonato, lo que hubiera a mano.


Un muchacho gaseado caminaba sin ver mientras a sus espaldas los Carabineros se enseñoreaban en la calle. Los dos o tres activistas que arrojaban piedras a cien metros no eran el blanco elegido por la represión. Al menos esta vez. Había que alejar de la Alameda las presencias molestas.


El doctor en Ciencias Políticas y Sociología Rodolfo Fortunatti profundizó en lo que pasa desde su columna El Estado contra las personas, allá por noviembre: “si para quienes detentan las altas posiciones de poder y de riqueza la verdadera sorpresa de esta coyuntura fue la revuelta social, para el pueblo llano protagonista de la protesta, en cambio, la causa de todos los asombros fue el comportamiento del poder, ese modo desnudo y lacerante que vino a sacudir la conciencia política. Vio en los soldados que ocuparon las calles a las mismas fuerzas prepotentes, abusadoras y violentistas de la dictadura, como si la cultura cívica en democracia y derechos humanos de las últimas tres décadas no los hubiera permeado, porque no lo ha hecho”.


Fortunatti es demócrata cristiano. No habla desde una barricada, ni desde las calles insurrectas, pero su opinión es un buen termómetro para tomarle la temperatura al hartazgo y la ruptura que vive la mayoría de la sociedad chilena con el Gobierno derechista de Sebastián Piñera.


En la esquina de Teatinos y Alameda, a pasos de La Moneda, o más allá en la peatonal Ahumada, los Carabineros rociaron con un cóctel de agua y gas a todo aquel que pudiera ser un testigo incómodo.


Pero la gente ya no les teme, tiene más rabia que miedo, como Carlos Vivanco, un estudiante secundario de 18 años que quedó ciego de su ojo izquierdo: “me quisieron meter dolor, pena, miedo, pero siento que me hizo el efecto contrario: tengo más rabia que miedo”, decía allá por diciembre.


Es una de las 34 personas que sufrieron pérdida de la visión o estallido, según el INDH, porque les dispararon con balines o perdigones. Ellas se reúnen en un espacio colectivo cuya sigla es VTO: Víctimas de Trauma Ocular.


Hay que transitar por las mismas calles donde los condenaron a vivir con algún tipo de discapacidad visual y comprender la perversión del método empleado para reprimirlos.


Al estruendo de un disparo o una rociada de gas pimienta puede sobrevenir la ceguera. Si esta será momentánea o para siempre lo determinarán los Pacos, mote que proviene de la manera en que se llamaba antiguamente a los Carabineros (Personal A Contrata de Orden y Seguridad).


El brazo armado del Estado en las calles de Santiago tiene sus mentores en el Congreso, la Justicia y los medios oficiales.


A la rebelión popular de octubre se le respondió con una ley que incorporó el “desorden público” como delito en el Código Penal. El proyecto de senadores y diputados oficialistas tuvo entre sus pregoneros a Gonzalo Fuenzalida Figueroa, integrante de la Comisión de Seguridad Ciudadana y político de Renovación Nacional, el partido de Piñera.


En marzo del año pasado publicó en su cuenta de Twitter un afiche con la frase “No todos los menores de edad son blancas palomas”, acompañado por el dibujo de un niño que apuntaba con un cuchillo en la mano y se cubría con un antifaz. De esa forma buscaba acompañar la iniciativa presidencial para ampliar los controles de identidad a los menores de 14 años.


Es este fascismo social del que habla el portugués Boaventura de Sousa Santos, o el fascismo penal que menciona en un artículo la doctora en Teoría Política chilena Camila Vergara el que mueve el músculo represivo del Estado.


Los Carabineros son la cara más expuesta de un Gobierno que desde octubre del 2019 acumula 32 muertos, 3 mil 765 heridos, mil 835 víctimas de torturas y violaciones, además de unas 10 mil detenciones.


  • Periodista y escritor argentino

Al pueblo palestino le robaron su tierra patria y su historia milenaria (Rebelión)

REBELIÓN 16 de marzo del 2020 ESPAÑA


Es normal este ultraje porque proviene de un colonialismo que no es de un pueblo étnico, que no tiene historia y le arrebata la historia al pueblo nativo, pero también es normal que el pueblo palestino pueda desaparecer


Susana Khalil*


Estamos en el siglo XXI y pensamos e incluso sentimos que el colonialismo es un salvajismo que ya ha sido superado en la historia de la humanidad. No, y un ejemplo de ello es el anacronismo colonial denominado (Israel), que se impuso desde Europa y por europeos oficialmente el 14 de mayo del 1948 en la Palestina histórica.


Este (Israel) es un clásico colonialismo, aún incrustado en nuestro histórico ser contemporáneo. No estoy hablando de su carácter como régimen de Apartheid, racista y genocida, que lo es y es natural que lo sea, ya que su esencia es colonial.


Hay una diferencia que busco plasmar en este escrito y es la de diferenciar entre el clásico colonialismo y el actual colonialismo euro-sionista. La diferencia es que el colonialismo sionista no proviene de un pueblo, sino de un movimiento europeo que busca devenir en pueblo, en Estado/Nación.


Esta particularidad hace del colonialismo sionista el peor y más brutal colonialismo de la historia universal, ya que el hecho de ser un colonialismo que no proviene de un pueblo, pero resuelve apropiarse de la historia del pueblo nativo conlleva a la necesidad del exterminio del pueblo originario árabe-semita de la Palestina histórica. La existencia del pueblo palestino puede desaparecer.


Los ideólogos sionistas conocían los ciclos coloniales en grandes líneas, un pueblo con su territorio patrio, con un punto de partida para colonizar a otro pueblo, expoliar. El pueblo nativo posteriormente llega a su independencia y el colonizador abandona. El pueblo colonizador tiene un punto de retorno, que es su tierra patria.


Los ideólogos sionistas se formulaban la pregunta: ¿el día que estos nativos palestinos obtengan su independencia cuál es nuestro punto de retorno? No hay punto de retorno, o en realidad cada quien retornaría a su respectiva patria: Rusia, Francia, Polonia, Ucrania, Alemania, Inglaterra, Marruecos, etcétera. Y para que esto no suceda se hace necesario el exterminio, el fin del pueblo Palestino.


Ese exterminio no es necesariamente a través de cámaras de gas, sino que se ejerce de distintas modalidades como el Apartheid, el racismo, Checkpionts, bombardeos, la construcción del Muro, destrucción de cultivos, bloqueo al agua, violación de la Resolución 194 de la ONU al Derecho de Retorno de los Refugiados Palestinos, Acuerdos de Oslo, la propaganda mediática, etcétera.


El genocidio ha existido a lo largo del clásico colonialismo, pero en grandes líneas no era el objetivo final, sino frente a las rebeliones nativas, es más, el exterminio no era ganancia para el colonizador ya que el nativo era la mano de obra barata, el esclavo era el motor de la producción, el motor de la economía.


El colonialismo del movimiento euro-sionista al pueblo palestino no solo lo expulsa de su tierra natal, sino que también lo expulsa de la historia, y aunque no es el único pueblo que expulsan de la historia, estamos ante el único caso donde el colonizador se apropia de la historia del pueblo nativo.


En el clásico colonialismo el pueblo colonizador destruye la historia y cultura del pueblo nativo, la bestia, el impuro, el salvaje. El colonialismo sionista ha destruido el patrimonio contemporáneo palestino, a fin de borrar cualquier vestigio de tal cosa llamada Palestina, y ver que se trataba o de lo que los sionistas denominaron: una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra. Destrucción de documentos, libros, archivos, obras de arte, reliquias, etcétera.


En el clásico colonialismo el pueblo colonizador no expulsa al nativo sino que lo somete, al pueblo palestino también se le somete pero la particularidad es su expulsión, Al Nakba 1948, Al Naksa 1967, la violación de la Resolución 194 del Derecho de Retorno, el Apartheid, la legislación racista, genocidios, entre otros.


El colonialismo del movimiento sionista europeo implanta su propia población como identidad nacional, robando un pasaje milenario de la historia del pueblo nativo. Falsificando la historia para la justificación de la colonización: Israel, la Tierra que Dios prometió a los judíos. El pueblo que retorna a la tierra ancestral después de 2000 años.


Se toma la identidad religiosa judía como pretexto de identidad nacional. También vemos en este caso cómo una comunidad religiosa blanca europea de raíces indo-europeas reclama derechos históricos en un núcleo semita.


El israelí no es israelita. El pueblo Hebreo proviene de Irak, que en su periplo hacia Palestina en esa caravana, como era costumbre, se incorporaban otras tribus, todas semitas.


Por otra parte, el occidente no guarda la noción que el monoteísmo judío-cristiano-musulmán es una herencia de la historia árabe, y el archivo judío-cristiano es un registro omnipresente en el sentimiento occidental que ha permitido el exitoso fraude del sionismo al utilizar la fascinante narrativa religiosa para el robo de la historia del pueblo nativo palestino.


…Europa no tiene su propio monoteísmo o mejor dicho, su monoteísmo es árabe…


El pueblo palestino porta en su haber 18 mil años de historia, 11 mil años de historia escrita, partiendo de Jericó. Ahora existe una disputa entre los sionistas religiosos y los sionistas seculares.


Algunos sionistas religiosos manifiestan que no es toda la historia de dicho pueblo la que les pertenece y que es a partir del monoteísmo judío, muchos, incluso, son anti-cananeos.


Los sionistas seculares, que son los más operativos, hábiles y pragmáticos, manifiestan que toda la antigua historia pertenece al pueblo judío, que es su pasado ancestral.


Ante este anacronismo colonial en nuestro siglo XXI, donde roban la historia del pueblo aborigen, pero también roban la expresión artesanal más popular del pueblo palestino, como lo es el bordado, tratriz, y demás manifestaciones culturales como la expresión culinaria del mundo árabe del Levante, el falafel, el hummus…


Es normal este ultraje porque proviene de un colonialismo que no es de un pueblo étnico, que no tiene historia y le arrebata la historia al pueblo nativo, pero también es normal que el pueblo palestino pueda desaparecer.


  • Politóloga e investigadora. Fundadora de la Asociación Canaán

ASUNTOS MILITARES

Coronavirus: ¿guerra biológica o enfermedad “natural”? (Hispan TV)

HISPAN TV 16 de marzo del 2020 IRÁN

EEUU recurre a cualquier mecanismo, incluidas las armas biológicas, para hundir a sus rivales como China y salir así indemne de los conflictos en que está inmerso


“No se puede confiar en que ni un hombre, ni una multitud, ni una nación actúen humanamente o piensen con sensatez bajo la influencia de un gran miedo.”


Bertrand Russell


Carlos Santa María*


Este es uno de los documentos más completos en América sobre el fenómeno mencionado al cohesionar categorías políticas, médicas, sociales, económicas, humanas, militares, con información reservada, ya que la inmensa mayoría de los medios se han centrado de modo importante en la salud (datos, amenazas y prevención), aunque sin indagar en su probable origen artificial, en quién se beneficia efectivamente, los daños en la salud mental o económica, la histeria colectiva y el futuro presente de esta pandemia.


Así, es preciso describir sucintamente dichos aspectos que permiten comprender de modo más integral este fenómeno.


1. La guerra biológica


Actualmente, uno de los campos en donde se intenta obtener la supremacía hegemónica en el orbe escapa a todas las doctrinas éticas y corresponde a la guerra biológica.


En este sentido, la potencia mundial que invierte la más alta suma de su presupuesto anual para financiar programas científicos que investigan sobre agentes patógenos que puedan ser usados como armas biológicas es Estados Unidos, experimentando constantemente en naciones entre las que destaca Cuba, al ser objeto de múltiples epidemias artificialmente provocadas.


Cabe destacar, en este caso concreto, que en Wuhan funciona uno de los más sofisticados laboratorios biológicos del máximo nivel de bioseguridad 4, Wuhan BSL-4, perteneciente al Instituto de Virología de Wuhan, que experimenta con agentes biológicos que representan un alto riesgo individual de contagio.


Este laboratorio trabaja con los patógenos más peligrosos del mundo, incluyendo varios coronavirus, como el Sars-CoV (Síndrome Respiratorio Agudo y Grave), el Mers-CoV (Síndrome Respiratorio del Oriente Medio) y muchos otros tipos de virus bajo la supervisión no solo del Gobierno chino sino de la misma OMS, participando virólogos de EEUU, Canadá y Reino Unido.


La transferencia de la patente del 2019-nCoV 2015 del Departamento de Justicia de EEUU al laboratorio de Wuhan BSL-4, ratificando que el coronavirus 2019-nCoV fue conocido por primera vez en el 1965, autorizó no solamente a los científicos chinos a investigar este patógeno, que podía mutar durante los experimentos.


En el 2018, en el Sur de China, los virólogos descubrieron 89 nuevos coronavirus procedentes de murciélago, según la revista norteamericana Journal of Virology (13 de junio del 2018), que tenían el mismo receptor que el CoV-Mers, investigación financiada tanto por el Ministerio de Ciencia y Tecnología de China como por la Usaid (CIA) y el Instituto Nacional de Salud de EEUU, que siempre compartió información sobre los avances en la investigación de enfermedades infecciosas y armas biológicas con el Pentágono, agravado por la cooperación en el desarrollo de insectos asesinos para transportar virus modificados genéticamente e insertarlos en tres tipos de insectos: pulgas, chicharras y aleuródidos (1).


Lo anterior abre la posibilidad de filtración deliberada del 2019-nCoV o por descuido de los virólogos chinos u occidentales.


2. El efecto económico


Debe obligar a un análisis urgente la coincidencia entre la campaña mediática alertando de una enfermedad mortal en China y la disminución extraordinaria en la demanda de productos orientales.


Como se sabe, la rivalidad entre USA y China por el mercado mundial, la inmensa deuda del primero con el segundo, la gran acogida de los productos chinos en América Latina pese a una propaganda extraordinaria contra estos han reubicado a las potencias, lo cual ha perjudicado el comercio de la nación norteamericana.


Ahora que el dólar se ha disparado de modo extremo y artificial, no es descabellado pensar en este virus como espada filosa, tendencia que se ratifica cuando el secretario de Comercio de EEUU, de modo desafiante, afirmó en Fox News que la enfermedad podría ayudar a la agenda América Primero al afectar a China económicamente retornando el empleo a su país.


Cabe destacar la “generosidad” de la Unión Europea, quien movilizará 25 mil millones de euros para afrontar la crisis del Covid-19, aunque para salvar a los Bancos (2008) emitió 2 billones de euros.


3. La intención política y militar


Actualmente, los innumerables conflictos que enfrenta EEUU en Corea del Norte, Siria, Irak, Afganistán, Rusia, China, Venezuela, Irán, Yemen, Libia, Ucrania, Palestina, entre otros, lo obliga a crear nuevas formas de salir de dichos pantanos, como nuevos mecanismos bélicos en el espacio, armas de destrucción masiva, espionaje, chantajes y guerra biológica.


Por dicha razón, de peso, no extrañaría sembrar un virus de tal envergadura a través de sus asociados en pleno centro de la actividad comercial y bélica de su oponente (2).


4. El efecto mediático


Respecto al origen del coronavirus, la inmensa difusión sobre la creencia de que fue contagiado en un mercado de productos exóticos del mar o animales fue rechazada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y ahora muchos científicos de prestigio internacional han lanzado la idea de que el virus fue el resultado de la bioingeniería.


Francis Boyle, de la Universidad de Illinois, ha determinado que “2019 Wuhan Coronavirus es un arma ofensiva de guerra biológica (y) la Organización Mundial de la Salud sabe perfectamente qué es lo que está pasando en Wuhan”, ratificado porque los medios de comunicación globalizados ignoraron esta información y la de una empresa de biotecnología de EEUU, Moderna Inc. (Norwood, Massachusetts), enviando el primer lote de su vacuna de coronavirus, denominada mRNA-1273, al Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (Niaid) para que los investigadores efectúen las primeras pruebas en humanos.


Global Research ha sostenido que este virus mantiene características únicas y muy similares a las epidemias del Sars y el Mers, y “tiene material genético nunca antes identificado y que no está vinculado a ningún virus animal o humano conocido”.


En síntesis, la insistente campaña organizada a través de una mediática sostenida por parte de las agencias de Inteligencia que manipulan a las tres grandes empresas que controlan el mercado mundial de la información (AP, Reuters, France Press), ha logrado asimismo un triple efecto: creer que China es el causante de la enfermedad para que, además de culparlo, su economía colapse; hacer creer que toda la Humanidad está en peligro de desaparecer, y ocultar el análisis científico social del fenómeno.


5. La ciencia médica


El coronavirus pertenece a una extensa familia de virus que afectan al ser humano y a varias especies de animales. Hasta ahora había seis conocidos que podían enfermar a una persona, de los cuales cuatro causan el resfriado común, entre ellos, el Síndrome Respiratorio Agudo Grave (Sars), impactando China en el 2002 y el Síndrome Respiratorio del Oriente Medio (Mers), aparecido en el 2012 en Arabia Saudita.


Las investigaciones realizadas en su momento apuntaron que el origen de ambos síndromes respiratorios está en los murciélagos y este ha sido un importante elemento que se baraja también para el nuevo coronavirus denominado Covid-19.


Al respecto, el trabajo del científico nariñense Fabio Arévalo entrega una sinopsis clara y sustentada frente al fenómeno en mención y la prevención necesaria ante este flagelo (3).


6. La bondad y maldad humanas


Desde la Humanología como disciplina científica se han establecido parámetros muy precisos respecto al comportamiento destructivo o pro-activo.


Las elites mundiales plutocráticas actúan de forma diferente a las personas comunes ya que su mentalidad de ganancia oscurece los principios morales y, por tanto, no trepidan en matar, engañar, silenciar, destruir, enfermar a quienes se oponen a sus designios.


Lo anterior convalida la tesis de que es posible urdir cualquier mecanismo para hundir al competidor sin importar el número de víctimas o familias destruidas, tal como ocurrió con la guerra de Irak, con más de un millón y medio de muertos, sin razón alguna más que la ambición. Por tanto, el espíritu maligno existe y es fuente de situaciones como la guerra biológica.


Conclusiones


De la unidad coherente de los acápites empleados, todos con información comprobada, surgen dos hipótesis básicas sobre el origen del coronavirus y por tanto su resolución:


Una, desde la ciencia médica, como una enfermedad que nace de murciélagos o mutaciones, la cual no tendría cura en este momento, excepto prevención y tratamientos.


La segunda, su nacimiento es a partir de la red que se teje en los más oscuros laboratorios de guerra biológica, provocando experimentación y muertes por doquier, especialmente en países contradictores del modelo consumista capitalista, pues el control total de estas armas es imposible afectando a ellos mismos.


Lo súbito (y puede darse como predicción) sería que la pandemia pronto se aplacara y quedase como una alerta que produjo resultados desligados de la salud básicamente.


Tal vez sea la nueva oportunidad para que las clases dirigentes de las potencias y otros países involucrados en la guerra biológica comprendan el daño que pueden causar a la Humanidad y que su aplicación puede extinguir la vida definitivamente. Hoy, prevenir, fundado en la generosidad y bondad, es la obligación humana presente a esta tarea de investigación urgente.


Notas y Referencias:


(1) https://mundo.sputniknews.com/firmas/202002131090460452-cientificos-el-coronavirus-seria-un-arma-de-guerra-biologica/


(2) (Global Research, 25 de enero, 2020); https://www.hispantv.com/noticias/ee-uu-/450017/iranofobia-sinofobia-corona-virus-difamar


(3) https://www.las2orillas.co/quienes-tienen-mayor-riesgo-de-morir-por-el-coronavirus/


  • Doctor en Educación, profesor universitario, analista internacional

Los países del Mediterráneo Sur se arman y se militarizan para frenar los flujos migratorios (Rebelión)

REBELIÓN 17 de marzo del 2020 ESPAÑA

El Mediterráneo es escenario del 16,8% de las exportaciones de armas mundiales, y se sitúan como los cinco mayores exportadores de la región, en los últimos 10 años y en orden de importancia, Francia, España, Italia, Israel y Turquía, siendo este último el país que, con creces, ha aumentado más sus exportaciones (un 478%). Las exportaciones de estos cinco países representan cerca del total de las exportaciones de la región, acaparando en el 2019 el 99,5%.


En cuanto a las importaciones de armas en el Mediterráneo, se identifica un aumento del 37% en los últimos 10 años. Los países que han importado más armamento en la región son, en orden de importancia, Argelia, Egipto, Turquía, Marruecos e Israel, y conjuntamente acumulan el 74% del total de las importaciones.


Un estudio de nueva publicación elaborado por el Centre Delàs d’Estudis per la Pau, en colaboración con Novact y Suds -en el marco del trabajo que realiza el Odhe (Observatorio de Derechos Humanos y Empresas en el Mediterráneo)-, muestra el papel de los países europeos en el comercio de armas y la militarización del Mediterráneo Sur (la cuenca Sur y Este de la región mediterránea), una de las regiones del mundo con los indicadores más alarmantes en relación con la existencia de conflictos armados, violencia y vulneraciones de derechos humanos.


A partir del análisis de diferentes indicadores sobre seguridad y defensa (gasto militar, efectivos militares, comercio de armas y renovación de arsenales militares) en la última década, las conclusiones de la investigación constatan que los países del Mediterráneo han seguido un proceso de militarización enfocada a frenar los flujos migratorios consecuencia de los conflictos de la región, África y Oriente Medio, y de la situación de inestabilidad y desigualdades.


El Working Paper “El Mediterráneo, una década de políticas militaristas. Armas y militarización del Mediterráneo Sur” destaca la tendencia creciente del gasto militar de los países de la zona, que alcanza en conjunto los 170 millones de dólares, el 10% del gasto militar mundial.


Argelia, Turquía, Túnez y el Líbano son los países que presentan un mayor aumento de sus gastos militares (Argelia un 85% y Turquía un 65%), mientras que se identifica una ligera disminución de los países europeos de la región debido a la crisis económica del 2008.


Por otra parte, se identifica una reducción del número de militares en activo en el Mediterráneo, que han disminuido un 25% desde el 2009; una reducción que se ha compensado en algunos países con el mantenimiento o incluso el aumento de las fuerzas paramilitares, especialmente en Turquía, Egipto, Argelia y Marruecos.


Jordi Calvo, coordinador del Centre Delàs y autor del informe, apunta que “el Mediterráneo sigue una lógica global que nos lleva hacia unos ejércitos menos numerosos pero más modernizados, con mayores capacidades técnicas y acceso a sistemas de armas más complejos, y con funcionalidades que se alejan de los parámetros de los ejércitos tradicionales, como la vigilancia y control de personas migrantes y desplazadas por la fuerza”.


La investigación pone también el foco en las tipologías de armamentos que se han adquirido por parte de los países de la región mediterránea durante el período estudiado (basándose en los datos publicados por Military Balance), y muestra una tendencia a la modernización de las flotas de vehículos, con la compra de blindados, buques de guerra, buques patrulleros y guardacostas, helicópteros y aviones.


También destaca la adquisición de dispositivos de control y vigilancia, como radares, sensores y satélites, mostrando esta tendencia a la militarización con el fin de interceptar e impedir la llegada de las personas migradas y refugiadas que huyen de la violencia en sus hogares y encuentran más violencia en las fronteras en su trayecto migratorio.


En este contexto, las grandes empresas militares y de seguridad también encuentran un lugar destacado en la región. En el Top 100 de empresas militares mundiales con mayor facturación, elaborado anualmente por el Sipri (Stockholm International Peace Research Institute), se encuentran 14 empresas de la región en el 2018.


Destacan algunas de las principales empresas de aeronáutica y construcción naval militares de Francia (Thales, DCNS, CEA y Nexter), Italia (Leonardo Finmecanica, Selex y Fincanteriri), España (Indra y Navantia) y las transeuropeas MBDA y Airbus Defence and Space, pero entre las que se sitúan de forma destacada las israelitas Elbit Systems, Israel Aerospace Industries y Rafael, o las turcas Aselsan y Turkish Aerospace Industries.


En cuanto al arsenal militar de los países del Mediterráneo Sur, el análisis identifica un descenso en la década 2009-2019, que se atribuye a varios factores, entre ellos el incremento de la tecnificación del armamento y su versatilidad y capacidad de adaptación que hace que con menos cantidad logre el mismo objetivo.


Gemma Amorós, miembro del Centre Delàs y también autora de la publicación, apunta que “la catalogación de los armamentos es variable y esto produce cierta ambigüedad a la hora de saber el uso final: un mismo modelo de helicóptero, por ejemplo, se puede utilizar para transporte o para control fronterizo”.

ECONOMÍA

Coronavirus: un detonador de la crisis potenciado por el lucro (Rebelión)

REBELIÓN 17 de marzo del 2020 ESPAÑA


Claudio Katz*


Muchos sugieren que el desempeño aceptable de la economía fue abruptamente alterado por el coronavirus. También estiman que la pandemia puede provocar el reinicio de un colapso semejante al del 2008. Pero en esa oportunidad fue inmediatamente visible la culpabilidad de los banqueros, la codicia de los especuladores y los efectos de la desregulación neoliberal. Ahora solo se discuten el origen y las consecuencias de un virus, como si la economía fuera otro paciente afectado por el terremoto sanitario.


En realidad, el coronavirus detonó las fuertes tensiones previas de los mercados y los enormes desequilibrios que acumula el capitalismo contemporáneo. Acentuó una desaceleración de la economía que ya había debilitado a Europa y jaqueaba a Estados Unidos.


El divorcio entre esa retracción y la continuada euforia de las bolsas anticipaba el estallido de la típica burbuja, que periódicamente infla y pincha Wall Street. El coronavirus ha precipitado ese desplome, que no obedece a ninguna convalecencia imprevista solo repite la conocida patología de la financiarización.


A diferencia del 2008, la nueva burbuja no se localiza en el endeudamiento de las familias o en la fragilidad de los bancos, se concentra en los pasivos de las grandes empresas (deuda corporativa) y en las obligaciones de muchos estados (deuda soberana). Además, hay serias sospechas sobre la salud de los fondos de inversión, que aumentaron su preponderancia en la compra-venta de bonos.


La economía capitalista genera esos temblores y ninguna vacuna puede atemperar las convulsiones que desata la ambición por el lucro. Pero la miseria, el desempleo y los sufrimientos populares que provocan esos terremotos han quedado ahora diluidos por el terror que suscita la pandemia.


También la caída del precio del petróleo antecedió al tsunami sanitario. Dos grandes productores (Rusia y Arabia Saudita) y un jugador de peso (Estados Unidos) se disputan la fijación del precio de referencia del combustible. Esa rivalidad quebrantó al organismo que contenía la desvalorización del crudo (Opep más 10).


La sobreproducción que precipita ese abaratamiento del petróleo es otro desequilibrio subyacente. El excedente de mercancías -que se extiende a los insumos y las materias primas- es la causa de la gran batalla que enfrenta a Estados Unidos con China.


Los dos principales determinantes de la crisis actual -financiarización y sobreproducción- afectan a todas las firmas, que empapelaron con títulos los mercados o se endeudaron para gestionar los excedentes invendibles. El coronavirus es totalmente ajeno a esos desequilibrios, pero su aparición encendió la mecha de un arsenal saturado de mercancías y dinero.


Varios especialistas han destacado también cómo las transformaciones capitalistas de las últimas cuatro décadas inciden sobre la magnitud de la pandemia.


Observan que las contaminaciones anteriores -separadas por lapsos prolongados- irrumpen ahora con mayor frecuencia. Ocurrió con el Sars (2002-03), la gripe porcina H1N1 (2009), el Mers (2012), el Ébola (2014-16), el zika (2015) y el dengue (2016).


Es muy visible la conexión de esos brotes con la urbanización. El hacinamiento de la población y su forzada proximidad multiplica la diseminación de los gérmenes.


También resulta evidente el efecto de la globalización, que incrementó en forma exponencial el número de viajeros y la consiguiente expansión de los contagios a todos los rincones del planeta. La forma en que el coronavirus ha provocado en pocas semanas el colapso de la aviación, el turismo y los cruceros es un contundente retrato de ese impacto.

El capitalismo ha globalizado en forma vertiginosa muchas actividades lucrativas, sin extender esa remodelación de las fronteras al sistema sanitario. Al contrario, con las privatizaciones y los ajustes fiscales se afianzó la desprotección en todos los países frente a enfermedades que se mundializan con inusitada velocidad.


Algunos estudiosos también recuerdan que luego del Sars fueron desechados varios programas de investigación para conocer y prevenir los nuevos virus. Prevalecieron los intereses de los conglomerados farmacéuticos, que priorizan la venta de medicamentos a los enfermos solventes.


Un ejemplo patético de esta primacía del lucro se observó en Estados Unidos, al comienzo de la pandemia, con el cobro del test de detección del coronavirus. Esa ausencia de gratuidad redujo el conocimiento de los casos en un momento clave para el diagnóstico.


Otros expertos destacan cómo se ha destruido el hábitat de muchas especies silvestres para forzar la industrialización de actividades agropecuarias. Esa devastación del medio ambiente ha creado las condiciones para la mutación acelerada o la fabricación de nuevos virus.


China ha sido un epicentro de esos cambios. En ningún otro país convergió en forma tan vertiginosa la urbanización con la integración a las cadenas globales de valor y la adopción de nuevas normas de alimentación.


En la crema del establishment el coronavirus ya recreó el mismo temor que invadió a todos los gobiernos durante el colapso financiero del 2008. Por eso se repiten las conductas y se prioriza el socorro de las grandes empresas. Pero existen muchas dudas sobre la eficacia actual de ese libreto.


Con menores tasas de interés se intenta contrarrestar el desplome del nivel de actividad. Pero el costo del dinero ya se ubica en un piso que torna incierto el efecto reactivador del nuevo abaratamiento. Las mismas incógnitas generan la inyección masiva de dinero y la reducción de impuestos.


El dólar y los bonos del Tesoro de Estados Unidos se han convertido nuevamente en el principal refugio de los capitales, que buscan protección frente a la crisis. Pero la primera potencia está comandada en la actualidad por un mandatario brutal, que utilizará esos recursos para el proyecto imperial de restaurar la hegemonía norteamericana.


Por esa razón, a diferencia del 2008, prevalece una total ausencia de coordinación frente al colapso que sobrevuela a la economía. La sintonía que exhibía el G-20 ha sido reemplazada por las decisiones unilaterales que adoptan las potencias. Se ha impuesto un principio defensivo de salvación a costa del vecino.


No solo Estados Unidos define medidas sin consultar a Europa (suspensión de vuelos), sino que los propios países del Viejo Continente actúan por su propia cuenta, olvidando la pertenencia a una asociación común.


Todas las consecuencias de una globalización de la economía -en el viejo marco de los estados nacionales- afloran en el temblor actual. Nadie sabe cómo lidiará el capitalismo con este escenario.


Las terribles consecuencias de la crisis para la economía latinoamericana están a la vista. El desplome de los precios de las materias primas es complementado por masivas salidas de capital y grandes devaluaciones de la moneda en Brasil, Chile o México. El colapso que padece Argentina comienza a transformarse en un espejo de padecimientos para toda la región.


Es evidente que el coronavirus golpeará a los más empobrecidos y producirá tragedias inimaginables si llega a los países con sistemas de salud inexistentes, deteriorados o demolidos. Por la elevada contagiosidad de la pandemia y su fuerte impacto sobre las personas mayores, la estructura hospitalaria ya trastabilla en las economías avanzadas.


En el debut del coronavirus se multiplicaron los cuestionamientos al comportamiento de los distintos gobiernos.


Hubo fuertes indicios de irresponsabilidad, ocultamiento de datos o demoras en la prevención para no afectar los negocios. Pero la drástica reacción posterior comienza a aproximarse a un manejo de economía de guerra. En ese viraje ha incidido el contagio sufrido por varios miembros de la elite de ministros, gerentes y figuras del espectáculo.


También los medios de comunicación oscilan entre el ocultamiento de los problemas y el estímulo del terror colectivo. Algunos extreman ese miedo para propagar alegatos racistas, hostilizar a China o denigrar a los inmigrantes. Pero todos achacan al coronavirus la responsabilidad de la crisis, como si el capitalismo fuera ajeno a la convulsión en curso.


Los poderosos buscan chivos expiatorios para exculparse de los dramas que originan, potencian o enmascaran. El coronavirus es el gran peligro del momento, pero el capitalismo es la enfermedad perdurable de la sociedad actual.


  • Economista, investigador del Conicet, profesor de la UBA, miembro del EDI

SOCIEDAD

Covid-19: el monstruo llama a la puerta (Viento Sur)

VIENTO SUR 13 de marzo del 2020 ESPAÑA


Mike Davis*


I


Covid-19 es, finalmente, el monstruo que llama a la puerta. En los centros de investigación están trabajando día y noche para caracterizar el brote, pero se enfrentan a tres enormes retos.


En primer lugar, la sempiterna escasez o falta de disponibilidad de kits de prueba ha frustrado toda esperanza de poder contener la pandemia. Además, impide calibrar con precisión parámetros cruciales como la tasa de reproducción, el tamaño de la población infectada y el número de infecciones benignas. El resultado es un caos de números.


Sin embargo, disponemos de datos más fiables sobre el impacto del virus en determinados grupos en unos pocos países. Es muy alarmante.


Italia, por ejemplo, eleva a nada menos que un 23% la tasa de mortalidad entre las personas mayores de 65 años; en Reino Unido la cifra es actualmente del 18%. La coronagripe que Trump menosprecia constituye un peligro sin precedentes para las poblaciones geriátricas, con un número de muertes que se dispara a los millones.


En segundo lugar, al igual que las gripes anuales, este virus muta mientras infecta a poblaciones de distintas edades y diferentes inmunidades adquiridas.


La variedad que probablemente afecte a EEUU ya es un poco diferente de la del brote original en Wuhan. Las mutaciones posteriores pueden ser triviales o alterar la corriente de distribución de la virulencia, que asciende con la edad; el riesgo de infección grave en bebés y niños pequeños es reducido, mientras que las personas octogenarias se enfrentan a un peligro mortal por neumonía vírica.


En tercer lugar, incluso si el virus se mantiene estable y apenas muta, su impacto en cohortes de menos de 65 años puede diferir radicalmente en países pobres y entre grupos de pobreza aguda. Recordemos la experiencia global de la gripe española del 1918-1919, que se calcula mató a un total del 1% al 2% de la humanidad.


A diferencia del coronavirus, aquella gripe fue mortal sobre todo entre personas jóvenes adultas, cosa que se ha explicado a menudo como resultado de su sistema inmunitario relativamente más potente, que sobrerreaccionó ante la infección desatando tormentas de citocinas contra las células pulmonares.


El H1N1 original halló, como es sabido, un nicho favorable en campamentos militares y trincheras de los campos de batalla, donde segó la vida de decenas de miles de jóvenes soldados.


El colapso de la gran ofensiva alemana de la primavera del 1918, y por tanto el resultado de la guerra, se ha atribuido al hecho de que los aliados, a diferencia de su enemigo, pudieron reemplazar sus ejércitos enfermos con nuevas tropas venidas de EEUU.


Sin embargo, rara vez se recuerda que nada menos que el 60% de la mortalidad mundial se produjo en la parte occidental de India, donde las exportaciones de grano a Gran Bretaña y las brutales prácticas de confiscación coincidieron con una grave sequía. La consiguiente escasez de alimentos llevó a millones de personas pobres al borde de la muerte por inanición. Fueron víctimas de una siniestra sinergia de malnutrición, que eliminó su respuesta inmune a la infección, y una neumonía bacteriana y vírica rampante.


En otro caso, en el Irán ocupado por los británicos, varios años de sequía, cólera y carestía de alimentos, seguidos de un extenso brote de malaria, causaron la muerte de una quinta parte de la población.


Esta historia –especialmente las consecuencias desconocidas de las interacciones con la malnutrición y las infecciones existentes– debería advertirnos que el Covid-19 puede emprender una trayectoria diferente y más mortal en los suburbios de África y del sudeste asiático.


La prensa y los gobiernos occidentales han dejado de lado casi totalmente el peligro para las poblaciones pobres del mundo. La única pieza publicada que he visto afirma que dado que la población urbana de África Occidental es la más joven del mundo, la pandemia solo tendría allí un efecto moderado.


A la luz de la experiencia del 1918, esta es una extrapolación ridícula. Nadie sabe qué ocurrirá en las próximas semanas en Lagos, Nairobi, Karachi o Calcuta. La única certeza es que los países ricos y las clases pudientes se centrarán en salvarse a sí mismos en detrimento de la solidaridad internacional y la ayuda médica. Muros y no vacunas: ¿puede haber una pauta peor para el futuro?


II


Dentro de un año puede que admiremos retrospectivamente el éxito de China en la contención de la pandemia, pero que nos horroricemos ante el fracaso de EEUU. (Doy por hecho que la declaración de China sobre la rápida disminución de la transmisión es más o menos exacta).


La incapacidad de nuestras instituciones para mantener cerrada la caja de Pandora, por supuesto, no sorprende. Desde el año 2000 hemos visto repetidamente colapsos de la atención sanitaria de primera línea.


La temporada de gripe del 2018, por ejemplo, superó a los hospitales de todo el país, mostrando la escandalosa escasez de camas hospitalarias después de 20 años de recortes de la capacidad de hospitalización en aras del beneficio (la versión del sector de la gestión just-in-time de las existencias).


Los cierres de clínicas privadas y de organizaciones benéficas y la escasez de personal, impuestos igualmente por la lógica del mercado, han devastado los servicios sanitarios en las comunidades más pobres y zonas rurales, trasladando la carga a hospitales públicos infradotados y clínicas para veteranos. Los servicios de urgencias de estos centros ya son incapaces de afrontar las infecciones estacionales, de modo que ¿cómo podrán hacer frente a una sobrecarga inminente de casos críticos?


Nos hallamos en las primeras fases de un Katrina sanitario. Pese a las advertencias durante años con respecto a la gripe aviar y otras pandemias, las existencias de equipos de emergencia básicos, como respiradores, son insuficientes para atender la esperada afluencia de casos críticos.


Los sindicatos combativos del personal sanitario en California y otros estados se ocupan de que todo el mundo comprenda los graves peligros creados por el acopio insuficiente de dispositivos protectores esenciales como las mascarillas N95.


Todavía más vulnerables, por ser invisibles, son los cientos de miles de trabajadores de cuidados domésticos y de residencias de ancianos, mal pagados y con sobrecarga de trabajo.


Las residencias de ancianos y el sector de cuidados, que atienden a dos millones y medio de estadounidenses de edad avanzada, en su mayoría acogidos a Medicare, son desde hace tiempo un escándalo nacional.


Según The New York Times, nada menos que 380 mil pacientes de residencias de ancianos mueren cada año debido al incumplimiento por parte de estas entidades de los procedimientos básicos de control de infecciones.


A muchos centros –especialmente en los estados sureños– les resulta más barato pagar multas por negligencia sanitaria que contratar a personal adicional e impartir la debida formación.


Ahora, como advierte el ejemplo de Seattle, docenas y tal vez centenares de residencias de ancianos se convertirán en focos de coronavirus y sus empleados, que cobran el salario mínimo, optarán lógicamente por proteger a sus propias familias permaneciendo en sus casas. En este caso, el sistema podría colapsar y no podemos esperar que la Guardia Nacional se dedique a vaciar cuñas orinales.


El brote ha sacado a la luz de inmediato la profunda divisoria de clase en la atención sanitaria: quienes gozan de buenos seguros médicos y también pueden trabajar o enseñar desde su casa están cómodamente aislados por poco que cumplan determinadas medidas de seguridad prudentes.


El personal de la función pública y otros grupos de trabajadores sindicados con cobertura médica digna tendrán que tomar difíciles decisiones entre ingreso y protección.


Mientras, millones de trabajadores mal pagados del sector servicios, jornaleros, temporeros sin cobertura sanitaria, parados y personas sin techo estarán totalmente desamparados.


Por mucho que Washington resuelva finalmente la falta de equipos de prueba y consiga suministrar un número suficiente de kits, las personas no aseguradas seguirán teniendo que pagar a médicos y hospitales para que les hagan la prueba.


La factura sanitaria de las familias se disparará al mismo tiempo que millones de trabajadores perderán su empleo y el seguro médico asociado al mismo. ¿Puede haber un argumento más sólido y urgente a favor de Medicare universal?


III


Pero la sanidad universal no es más que un primer paso. Es decepcionante, por decirlo suavemente, que en los debates de las primarias ni Sanders ni Warren hayan denunciado la abdicación de las grandes empresas farmacéuticas de toda actividad de investigación y desarrollo de nuevos antibióticos y antivirales.


De las 18 empresas más grandes, 15 han abandonado totalmente esta actividad. Los medicamentos para el corazón, los calmantes adictivos y los tratamientos de la impotencia masculina encabezan la lista de los más rentables, pero no los destinados a combatir las infecciones hospitalarias, las nuevas enfermedades y las tradicionales patologías tropicales.


Una vacuna universal contra la gripe –es decir, una vacuna que actúa sobre las partes inmutables de las proteínas superficiales de los virus– ha sido durante décadas una posibilidad, pero nunca una prioridad rentable.


A medida que retrocede la revolución de los antibióticos reaparecerán viejas enfermedades junto con nuevas infecciones, y los hospitales se convertirán en osarios.


Hasta Trump puede despotricar con oportunismo contra los absurdos costes de prescripción, pero necesitamos una visión más valiente que busque romper los monopolios farmacéuticos y asegurar la producción pública de medicamentos esenciales. (Esto solía ser habitual: durante la Segunda Guerra Mundial, el Ejército enroló a Jonas Salk y otros investigadores para desarrollar la primera vacuna contra la gripe).


Tal como escribí hace quince años en mi libro The Monster at Our Door–The Global Threat of Avian Flu:


El acceso a medicamentos esenciales, incluidas las vacunas, los antibióticos y los antivirales, debería ser un derecho humano, disponible universalmente a título gratuito. Si los mercados son incapaces de ofrecer incentivos para producir tales medicamentos a bajo coste, entonces los gobiernos y las organizaciones sin ánimo de lucro deberían asumir la responsabilidad de su fabricación y distribución. La supervivencia de la gente pobre debe constituir siempre una prioridad más importante que las ganancias de las grandes compañías farmacéuticas.


La pandemia actual amplía el argumento: la globalización capitalista demuestra ahora ser biológicamente insostenible en ausencia de una verdadera infraestructura sanitaria pública internacional.


Esta infraestructura no existirá jamás hasta que los movimientos sociales acaben con el poder de las grandes compañías farmacéuticas y con el negocio de la sanidad.


12/03/2020


https://www.haymarketbooks.org/blogs/110-mike-davis-on-covid-19-the-monster-is-at-the-door


Traducción: Viento Sur


  • Sociólogo, historiador, teórico urbano y activista político estadounidense

No puede lavarse las manos 40% de la población mundial: Unicef (Europa Press)

EUROPA PRESS 16 de marzo del 2020 ESPAÑA

Unicef (Fondo de Naciones Unidas para la Infancia) informó ayer que 3 mil millones de personas, equivalente a 40% de la población mundial, no tiene cómo lavarse las manos, una medida de prevención clave contra la pandemia de coronavirus, que ya ha dejado casi 5 mil 400 fallecidos y más de 144 mil afectados en todo el mundo.


Lavarse las manos con jabón es una de las cosas más baratas y efectivas que se puede hacer para protegerse y proteger a otros contra el coronavirus, así como de muchas otras enfermedades infecciosas, indicó el director de programas de Unicef, Sanjay Wijesekera. Sin embargo, incluso este paso básico está simplemente fuera del alcance de cientos de millones de personas.


A medida que la respuesta al coronavirus afecta los servicios de salud en los países afectados, la práctica de lavarse las manos con jabón es aún más importante para prevenir enfermedades respiratorias y diarreicas comunes, especificó la agencia dependiente de la ONU.


Asimismo, 16% de las instalaciones de atención médica o alrededor de una de cada seis no tienen baños funcionales ni instalaciones para lavarse las manos en ninguno de los puntos de atención donde se trata a los pacientes, según los datos recopilados por el organismo.


En África subsahariana, 63% de las personas en áreas urbanas, 258 millones de personas, no tienen acceso al lavado de manos.


Sin instalaciones básicas la mitad de los sudafricanos


Alrededor de 47% de los sudafricanos que viven en las ciudades, 18 millones de personas, carecen de instalaciones básicas de lavado de manos en el hogar.


En Asia central y meridional, 22% de las personas en las zonas urbanas, 153 millones de personas, carecen de acceso al lavado de manos. Por ejemplo, casi 20% de la población india, 91 millones de personas, no tienen agua en sus hogares.


Además, en Asia oriental, 28% de los indonesios urbanos, 41 millones de personas, y 15% de los filipinos urbanos, 7 millones de personas, tampoco tienen acceso a estas instalaciones.

LA REVISTA DEL LUNES

No. 75/La Habana, lunes 30 de marzo del 2020 / Año 62 de la Revolución / RNPS 2442

"Aunque cada persona y cada pueblo tiene derecho a una vida sana y a disfrutar el privilegio de una existencia prolongada y útil, las sociedades más ricas y desarrolladas, dominadas por el afán de lucro y el consumismo, han convertido los servicios médicos en vulgar mercancía, inaccesibles para los sectores más pobres de la población. En muchos países del Tercer Mundo tales servicios apenas existen. Y, entre los desarrollados y los eufemísticamente calificados como “países en desarrollo”, las diferencias son abismales"

Fidel Castro Ruz, 19 de septiembre del 2005

El coronavirus y el fin del neoliberalismo posmoderno

Juan Antonio Molina*


Es la hora de la reducción al absurdo del capitalismo en su versión neoliberal y la posmodernidad como su soporte metafísico. Esta crisis del coronavirus pone en tela de juicio a todo el mundo. Afecta gravemente a la salud de los ciudadanos, la vida de las empresas, el destino de los empresarios, los trabajadores, los trabajadores precarios y pobres.


Todo en el mismo remolino porque hay, en las sociedades modernas, una "comunidad de destino" que nos une inextricablemente el uno al otro. Haber quebrado este vínculo, incluso emocionalmente, al difundir el miedo al otro, el individualismo radical, la insolidaridad social, el “sálvese quien pueda” que nos impone el neoliberalismo nos hace más frágiles hoy, fruto de la perversa hegemonía cultural que resulta antagónica cuando debemos unirnos para enfrentarnos a un enemigo común, del cual nadie puede escapar solo.


¿Qué sería de la lucha contra el coronavirus con una sanidad absolutamente privatizada y volcada al único objetivo del beneficio empresarial?


El poscoronavirus será como un período de posguerra. Encontraremos sólo escombros. Entonces, ¿qué sentido tendrán todas las excrecencias neoliberales que se ha demostrado en esta crisis y en la del 2008 ser falacias sumarias para imponer el implacable derecho de una minoría a explotar, marginar y depauperar a las mayorías sociales? Sobre todo cuando el coronavirus nos impulsa a repensar el significado de nuestra vida, nuestra forma de estar juntos, los peligros de la globalización, ya que es posible que nos devuelva una normalidad diferente, un renacer distinto, incluidas las reglas financieras internacionales. El problema es que hemos perdido el sentido del equilibrio entre los diversos componentes de nuestra sociedad.


Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía en el año 2001, escribió un artículo publicado en la revista Social Europe, The end of neoliberalism and the rebirth of history, en el que señalaba las consecuencias negativas de la aplicación de las políticas neoliberales, que incluían reformas laborales encaminadas a debilitar a los sindicatos y facilitar el despido de los trabajadores, así como políticas de austeridad con el intento de disminuir la protección social mediante recortes del gasto público social, en la calidad democrática de los países a los dos lados del Atlántico Norte (incluyendo España), así como en el bienestar de las clases populares. Una de las consecuencias de esta realidad ha sido el enorme crecimiento de las desigualdades en la mayoría de estos países en los que tales políticas se han aplicado.


El neoliberalismo ataca todas las subjetividades e interpretaciones ideológicas de la realidad compadecidas con la convivencia ya que no cree en la sociedad sino en individuos compitiendo entre sí en término desiguales. Predica la amplia liberalización de la economía, el libre comercio en general y una drástica reducción del gasto público y de la intervención del Estado en la economía en favor del sector privado, que pasaría a desempeñar las competencias tradicionalmente asumidas por el Estado.


Empero, esa suplantación del Estado, por la supuesta incompetencia de lo público ante lo privado, se disuelve cuando la ineficacia de los banqueros arruinan a las entidades financieras y se solicita la intervención del Estado reconociendo implícitamente la gestión pública, pero articulando la perversa ecuación de privatizar los beneficios y colectivizar las pérdidas, ¿Qué sería de la lucha contra el coronavirus con una sanidad absolutamente privatizada y volcada al único objetivo del beneficio empresarial?


Esta economía posmoderna se sustancia en una visión apocalíptica del discurso político de los hacedores del capital. El Estado es considerado culpable, ineficiente, corrupto y un lastre para la competitividad del mercado y sus leyes de la oferta y demanda. Cambian los referentes, los imaginarios y las palabras con respecto al Estado de bienestar.


El capitalismo se reinventa. Todo se modifica para dar cabida a un ser despolitizado, social-conformista. Un perfecto estulto social. Las viejas estructuras ceden paso a un orden social cuyas reformas exacerban los valores individualistas, el yo por encima del nosotros y el otro es considerado un obstáculo, un competidor al cual destruir… Y en esto llegó el coronavirus.


  • Periodista y escritor español


Tomado de NUEVA TRIBUNA/14 de marzo del 2020

Coronavirus: la pandemia sí entiende de clases sociales

Carmen San José*


No, no vamos a salir unidas y unidos de esta pandemia como dicen todos los gobiernos.


En primer lugar, porque no lo estamos ni en esto ni en ninguna otra situación.


Una crisis social


En España están en riesgo de pobreza 12,3 millones de personas, el 26,1% de la población, y 2,5 millones de personas en pobreza severa, el 5,4%. Y más de 3 millones de niños y niñas, el 29,5% de la población infantil, se halla en situación de pobreza.


La reciente visita a España del relator especial de derechos humanos de la ONU sobre pobreza extrema decía: "He visitado lugares que sospecho que muchos españoles no reconocerían como parte de su país (...) barrios pobres con condiciones mucho peores que un campamento de refugiados", y continuaba: "Es el cuarto país más rico de la UE. Se puede permitir hacer mucho y hacerlo mejor, si quiere, pero ha decidido no hacerlo". Añadiendo que "la recuperación después de la recesión ha dejado a muchos atrás, con políticas económicas que benefician a las empresas y a los ricos, mientras que los grupos menos privilegiados han de lidiar con servicios públicos fragmentados que sufrieron serios recortes después de 2008 y nunca se restauraron".


España ocupa el tercer país de la UE con mayor grado de desigualdad, detrás de Bulgaria y Lituania, si consideramos la distribución de la riqueza, ingresos y la desigualdad de oportunidades al nacer, según la clasificación de la Comisión Europea.


La tasa de desempleo es del 13,78% (12,1%, hombres y 15,5%, mujeres) y esto después de los últimos años de bonanza, lo que supone más del doble de la media en la UE. Entre los menores de 25 años el paro alcanza el 30,6%. La tasa de actividad total es del 58,74%, la de los hombres se sitúa en el 64,24% y la de las mujeres en el 53,53 por ciento.


A esto tenemos que añadir las elevadas cifras de precariedad, la brecha salarial que soportan las mujeres y el elevado porcentaje de trabajador@s pobres. En los últimos años las empresas han aprovechado las reducciones de jornada, los contratos temporales y los falsos autónomos entre otras modalidades para incrementar el empleo de baja calidad.


El VIII Dossier elaborado por FOESSA sobre La vulneración del derecho al trabajo decente: empleo y exclusión social, refleja que el 52% de los hogares en los que hay una persona trabajando al menos no está libre de tener alguna eventualidad y terminar en exclusión social. Esta situación afecta al 12,3% de la población trabajadora. Y en los hogares monomarentales la situación se agrava.


Una situación similar refleja la VI Encuesta Financiera de las Familias que publica el Banco de España y que "confirma un reforzamiento de la desigualdad en el reparto de la riqueza: los hogares ricos acumulan cada vez más patrimonio financiero e inmobiliario a costa de los hogares pobres, que cada vez tienen menos casas en propiedad y pagan alquileres más altos", tal y como también se analiza en La polarización de la riqueza sigue aumentando. Trasvase de rentas a través de los alquileres, del Barómetro Social de España.


Según este estudio "En los últimos quince años la polarización en el reparto de la riqueza se ha extremado entre el 10% de hogares muy ricos, que se han vuelto mucho más ricos, y el 25% de hogares muy pobres, que ahora son mucho más pobres".


Pues bien, con este panorama social de grandes desigualdades es con el que nos enfrentamos a la crisis sanitaria del Covid-19, que inevitablemente se agravará conforme pasen los días y semanas. Y lo estamos viendo ya con el confinamiento en las casas de los colectivos más vulnerables.


¿Se ha pensado dónde se pueden confinar las personas sin hogar? ¿Se ha previsto cómo alimentar adecuadamente a niñas y niños que lo hacían en los colegios hoy cerrados? ¿Qué va a suceder con el día a día de las personas mayores que antes se relacionaban en los Centros de Día, hoy cerrados también? ¿Las personas despedidas, cobrarán una renta básica?


Y es que a pesar de apoyar las medidas de confinamiento para detener en la medida de lo posible la extensión del coronavirus, las acciones puestas en marcha por el gobierno tienen que abordar también todas estas situaciones. Sobre todo, porque es la población más vulnerable, la que se va a ver, una vez más, más afectada.


A la vuelta de la esquina nos encontramos ya con los problemas derivados de la xenofobia, racismo y desprecio a los más vulnerables que aparecen ante una crisis caracterizada por la incertidumbre, la angustia y el pánico. Ante esto, la respuesta decretando el estado de alarma no puede significar soluciones que recorten libertades y derechos fundamentales. El peso de las decisiones no se puede apoyar solo en el aislamiento que, si bien es necesario, no puede ignorar que no nos afecta a tod@s por igual y que exige a la vez otras propuestas.


Una crisis económica


En cuanto la epidemia se extendió a los países occidentales las bolsas temblaron y comenzaron a caer estrepitosamente. La causa de esta crisis financiera, dijeron los medios de comunicación, es el coronavirus, a pesar que desde mediados y finales del 2017 se hablaba de la misma, dado que el crecimiento era muy débil y que para algunos países se preveía una posible recesión.


Luego lo único que parece que ha provocado la pandemia, con toda la incertidumbre que conlleva la extensión de un virus desconocido, para el que no se tiene tratamiento ni vacuna por ahora, es poner de manifiesto la previsible y largamente anunciada crisis financiera y económica. Crisis por otra parte que se repiten con la financiarización de la economía capitalista.


Y en este momento (casualmente) no escuchamos a ninguno de los gurús del neoliberalismo alzar la voz elogiando las virtudes del libre mercado como organizador de nuestra economía. Ahora con hipocresía y cinismo los defensores del neoliberalismo vuelven su mirada al Estado.


Ahora sí piensan que son los gobiernos los que tienen que ponerse al frente para resolver los problemas con los impuestos de todas las personas tratando así de resolver la crisis social y económica una vez más a favor de los de siempre. Tampoco dirán nada de que se haga frente a la crisis sanitaria con unos servicios sociosanitarios públicos debilitados. Debilitados por los recortes y privatizaciones que dictó el propio neoliberalismo y que las políticas austeritaritarias de la Comisión Europea pusieron en marcha.


No fue suficiente la pérdida de 65 mil millones de euros entregados a la banca en la anterior crisis, ahora tenemos que volver a poner dinero de todo el mundo para subvencionar a los empresarios por las pérdidas que les puede ocasionar la caída de la demanda, el que sus trabajadoras y trabajadores enfermen o tengan que ausentarse para cuidar a menores y mayores, etc. Los mismos empresarios que ya han puesto en marcha una cascada de despidos que según dicen se ven "obligados" a realizar.


Son los mismos portavoces del poder económico que en épocas de crecimiento abogan por adelgazar las competencias del Estado, los servicios públicos, recortar el gasto social y privatizar todo lo que pueda tener alguna rentabilidad, siempre en aras del libre mercado y la libertad que hoy prefieren olvidar.


En definitiva, un sistema capitalista que ha hecho de la globalización su bandera, internacionalizando la cadena de valor y que ha buscado mercados donde las condiciones laborales fueran más favorables para sus beneficios, lo que se ha traducido en la práctica en menos derechos laborales en todo el mundo y menos respeto a los derechos humanos, debido a las deslocalizaciones de numerosas empresas.


Ahora, ante una pandemia y la necesidad de reforzar los recursos sanitarios, se hace patente la imposibilidad de obtenerlos en cada país, junto a la negativa de exportarlos desde algunos de los países productores.


Una crisis sanitaria y ecológica


No podemos ignorar que la salud colectiva e individual de una sociedad está determinada por el sistema socioeconómico, que incorpora las desigualdades de género y etnia. Por tanto, en una sociedad con grandes desigualdades, la salud individual también tendrá grandes desigualdades. La parte más vulnerable de nuestra sociedad tiene menor esperanza de vida, más morbimortalidad y mayor mortalidad prematura. Nuestra salud colectiva está en riesgo, pero no para todas las personas por igual.


Esta pandemia como las de VIH, Ébola, gripe aviar, gripe porcina o el SARS-CoV están causadas por virus. El origen de estos virus es en su mayoría de origen animal y proviene tanto de las explotaciones intensivas como de las macro-granjas y del comercio de animales salvajes. Estos virus viven en los animales sin causar enfermedad, pero cuando pasan al ser humano se comportan como patógenos y pueden causar las epidemias que estamos sufriendo.


La crisis climática y ecológica, con la destrucción de grandes extensiones para albergar agricultura, urbanizar o extraer materias primas, ha hecho desaparecer los hábitats naturales de numerosas especies. Y ha permitido que entren con mayor frecuencia en contacto animales salvajes y personas, a través del comercio y el consumo.


En España contábamos con un buen Sistema Nacional de Salud que sin embargo ha sufrido recortes y privatizaciones con diferente intensidad según las CCAA. Se ha calculado que de 10 mil a 20 mil millones de euros se recortaron en los peores años de la crisis desde el 2008. Todavía en el 2017 con el 6,4% del PIB no se había alcanzado el gasto público del 2009, año en el que alcanzó el 6,7%. Y esto después de tres años de crecimiento de la economía.


En el 2012 se perdió la universalidad de la asistencia sanitaria y se aumentaron los copagos, incluyendo el cobro a pensionistas.


Todo ello dibuja una situación muy preocupante en la actualidad para afrontar la pandemia del Covid 19. Un ejemplo de ello es la Comunidad de Madrid, donde después de dos décadas de gobiernos del PP (con el reciente apoyo de C's y Vox), el desmantelamiento del sector público sanitario es más patente. Solo los 5 hospitales públicos más grandes (nivel 3) han perdido mil 172 camas, mientras se abrieron 7 hospitales de Concesión de Obra (gestión mixta) y 5 hospitales como Concesión Administrativa (gestión privada). Esto ha desembocado en que más de un 24% de todo el presupuesto en sanidad lo gestionen empresas privadas, que hoy están en su mayoría en manos de los llamados fondos buitre.


Los 4 hospitales propiedad de Quirónsalud los ha comprado la multinacional Fresenius. A lo que hay que sumar el 21% que se destina a la industria farmacéutica por el pago de recetas y gasto farmacéutico hospitalario.


De forma paralela a la construcción de hospitales privados, se ha ido deteriorando la Atención Primaria (AP). Hoy lo que debería ser el eje del Servicio Madrileño de Salud se encuentra carente de plantillas, con muchos Centros de Salud sin el debido mantenimiento y sin espacios adecuados para atender a las personas pacientes. En consecuencia, este Servicio de Salud mantiene unas listas de esperas quirúrgicas, diagnósticas y para consultas de especialistas inasumibles, y ante las cuales las personas de rentas medias y altas han optado por los seguros privados.


Por todo ello no vamos a salir de esta crisis sistémica ni al mismo tiempo, ni de la mano, ni a la vez, porque las epidemias también reflejan las diferencias de clase. Y la enfermedad, como la salud, es una construcción social e histórica, determinada principalmente por el sistema socioeconómico, el capitalismo, el cual ha incrementado las desigualdades en los últimos años.


Por consiguiente, las medidas que debería tomar el gobierno para intentar paliar la crisis, y que no la paguen las clases populares han de ser sanitarias, por supuesto, pero sobre todo y más importante han de ser sociales y económicas, poniendo en el centro de las decisiones las necesidades de la mayoría de las personas, si se quiere mejorar la salud de la población.


  • Dra. Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria. Parlamentaria de la Comunidad de Madrid. Ha participado en diversas organizaciones políticas y sindicales


Tomado de VIENTO SUR/17 de marzo del 2020

Notas para una geopolítica del coronavirus

La pandemia del COVID 19 nos avisa que la globalización –con todo su extraordinario desarrollo de las fuerzas productivas– ha ingresado en una fase en la cual las relaciones de producción vigentes impiden producir las transformaciones ambientales y sociales necesarias para hacer de la Humanidad la patria de todos los humanos


Guillermo Castro H.*


Desde Ciudad Panamá

“En la naturaleza nada ocurre en forma aislada. Cada fenómeno afecta a otro y es, a su vez, influenciado por éste; y es generalmente el olvido de este movimiento y de ésta interacción universal lo que impide a nuestros naturalistas percibir con claridad las cosas más simples.”

Federico Engels, 1876


La pandemia del coronavirus nos ofrece una oportunidad para recordar que la enfermedad y la muerte son hechos naturales, mientras que la salud es un producto del desarrollo social. Esto permite entender que el estado de salud de nuestra especie, en lo grande como en lo pequeño, expresa la calidad de las relaciones de los seres humanos entre sí y con su entorno natural a lo largo del tiempo.


En efecto, las alteraciones en las modalidades de relación de los seres humanos entre sí y con su entorno natural conducen a cambios en sus condiciones de salud. Esto es especialmente relevante cuando esas alteraciones alcanzan la complejidad de una transición entre distintas formaciones económico – sociales. Tres casos han sido objeto de interés a este respecto.


El primero fue el del desplome demográfico que acompañó el proceso de desintegración de la romanidad en la cuenca del Mediterráneo. Aquí, la expresión más conocida de ese proceso fue la llamada Plaga de Justiniano -probablemente, peste bubónica- de la que se calcula que, entre 541 y 750, causó la muerte de entre 25 y 50 millones de personas, equivalentes a entre el 13 y el 26% de la población estimada en el siglo VI.


El segundo caso es el de la llamada Peste Negra, -bubónica, también- que se propagó desde Mongolia a Europa en el siglo XIV a lo largo de las rutas de comercio que anunciaban la formación del mercado mundial. En Europa, la epidemia ocasionó la muerte de al menos 25 millones de personas -cerca del 30% de la población- entre el 1347 y el 1353, y contribuyó a acelerar la descomposición de las condiciones sociales, económicas e ideológicas de una feudalidad que ya ingresaba en la que sería su crisis terminal a partir del siglo XVI.


El tercer caso es el de las consecuencias demográficas de la conquista europea de nuestra América. Aquí, la destrucción de las formaciones económico-sociales originarias provocó una catástrofe sanitaria que se extendió a lo largo de los siglos XVI y XVIII. En lo general, se estiman extinciones de entre el 70 y el 90% de la población originaria -estimada a su vez entre 30 y 120 millones de personas-, asociadas a un complejo de enfermedades que incluía, entre otras, la viruela y el tifus. La tasa de extinción fue mucho mayor entre las sociedades menos complejas que en aquellas que habían llegado a la organización de formaciones estatales de base tributaria a las cuales los conquistadores llamaron “imperios”, que se vieron arrojadas a una transición desde formaciones socio-económicas no feudales a otras de carácter feudal– mercantil tardío.


Hoy, la pandemia de COVID 19 hace parte de una compleja transición en el desarrollo del mercado mundial. La primera, como sabemos, dio lugar a la formación de un mercado colonial hegemonizado por la Gran Bretaña. Tras la crisis provocada por la disputa por la hegemonía sobre ese mercado entre el 1914 y el 1945, ocurrió la transición a un mercado internacional, organizado en torno al intercambio entre mercados nacionales tutelados por sus respectivos Estados.


De fines del siglo XX acá hemos ingresado en un tercer periodo de transición entre ese mercado internacional y otro -tutelado por el capital financiero a través de grandes corporaciones transnacionales-, al que llamamos proceso de globalización. Ese proceso ha visto un incremento sostenido en la circulación de capitales, mercancías y personas a un punto que pone en crisis los mecanismos de tutela del mercado internacional creados en la segunda mitad del siglo XXI.


La globalización, en este sentido, define un proceso, pero aún no un estado. La conducción inicial de ese proceso por parte de Estado neoliberales ha conducido a la Humanidad a una situación de crecimiento económico incierto, inequidad social persistente, degradación ambiental constante y deterioro institucional creciente. Así, la crisis social, económica y política asociada a la pandemia del coronavirus expresa el agotamiento de la fase neoliberal del proceso de globalización.


La hegemonía del capital financiero, principal protagonista y beneficiario de esta fase, ha creado problemas que ese capital no está en capacidad de resolver. Así, por ejemplo, el conflicto entre la vieja política de construcción de áreas de influencia de las grandes y medianas potencias –como fue el caso del llamado “sub-imperialismo brasilero” de la década de 1970-, y la que apunta al fortalecimiento de las relaciones entre las nuevas regiones económicas interdependientes, se expresa en la política de constantes provocaciones de la Administración Trump hacia la República Popular China, expresada en el empeño en llamar “virus de Wuhan” al microorganismo que provoca el COVID19.


Se ha acentuado, también, el conflicto entra la vieja democracia liberal y las nuevas doctrinas de seguridad nacional, justificadas mediante la invocación a la lucha contra el narcotráfico, el terrorismo, la corrupción, la criminalidad informática y los desórdenes migratorios, por señalar algunos casos relevantes. Así, hemos ingresado de lleno en la paradoja de una realidad en la que una decreciente minoría social puede actuar en los hechos como una mayoría política al servicio de sus propios fines y privilegios, negando aquel predominio de la razón de todos en las cosas de todos, que para Martí(1) constituye un rasgo fundamental del buen gobierno.


La pandemia del COVID 19 nos avisa que la globalización -con todo su extraordinario desarrollo de las fuerzas productivas- ha ingresado en una fase en la cual las relaciones de producción vigentes impiden producir las transformaciones ambientales y sociales necesarias para hacer de la Humanidad la patria de todos los humanos. La crisis civilizatoria debe ser aprovechada como una oportunidad para que prevalezca lo mejor de nuestra especie: de otro modo, por el camino en que vamos, prevalecerá lo peor de ella.


Panamá, 17 de marzo del 2020


(1) “Nuestra América”. El Partido Liberal, México, 30 de enero de 1891. Obras Completas. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975. VI: 19


  • Ensayista, investigador y ambientalista panameño


Tomado de CON NUESTRA AMÉRICA/21 de marzo del 2020

El sistema Patria como modelo para luchar contra el coronavirus

La crisis global generada por el Covid-19 se ha transformado en un escenario de lucha entre modelos políticos y sociales.


Cumpliendo ya un trimestre desde la aparición de los primeros casos, la pandemia del siglo XXI ha ido desnudando la fragilidad de los países que abrazaron la tesis neoliberal y la fortaleza de aquellos que priorizaron la posición del Estado y el uso de la tecnología para organizar a la sociedad frente a una contingencia inesperada y peligrosa.


Desde los primeros dos casos clínicamente diagnosticados, Venezuela ha aplicado medidas drásticas de protección que se apegan a los modelos exitosos conocidos y aplicados en China y otros países de Asia, también avalados por la Organización Mundial de la Salud. Pero más allá de la importación de medidas y de recurrir a expertos de otros países, Venezuela se está apoyando en su propio sistema de protección popular y colectiva, fundado en los años de gobierno de Hugo Chávez y profundizado en los años de liderazgo de Nicolás Maduro.


Test, pruebas y llamados de emergencia


El último reporte público ubica a Corea del Sur cerca de los 9 mil contagiados por el Covid-19, siendo el noveno país del mundo con mayor cantidad de casos detectados, detrás de Francia, España, Italia o Estados Unidos, donde se concentran los principales focos de la pandemia en el frente occidental.


Aunque la cifra en sí misma pudiera parecer aterradora en el caso de Corea del Sur, la cantidad de víctimas fatales que ha dejado el Covid-19 en ese país cambia esta apariencia inmediata. A diferencia de Italia, donde han fallecido ya más de 5 mil personas, en el país asiático los decesos suman apenas 104.


La relación entre casos detectados, el incremento de la curva del contagio y las víctimas fatales (además de la tasa de recuperación de los enfermos), es una de las claves principales para analizar la evolución de la pandemia, precisar su letalidad y tomar medidas acertadas para frenar su expansión.


Por tal motivo, los expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) han elogiado la estricta cuarentena aplicada por China en la región de Wuhan a mediados del mes de enero para frenar la propagación del virus.


Los portavoces del organismo internacional han escalado en sus llamados de alarma a medida que la pandemia se desarrolla: “No asuma que su comunidad no se verá afectada (…) Hay muchas cosas que todos los países pueden hacer. Las medidas de distanciamiento físico, como la cancelación de eventos deportivos, conciertos y otras grandes reuniones, pueden ayudar a retrasar la transmisión del virus. Pueden reducir la carga sobre el sistema de salud”.


Y pueden ayudar a hacer que las epidemias sean manejables, permitiendo medidas específicas y focalizadas. Pero para suprimir y controlar las epidemias, los países deben aislar, probar, tratar y rastrear. Si no lo hacen, las cadenas de transmisión pueden continuar a un nivel bajo, afirmó hace algunos días el director general de la OMS, Tedros Adhanom.


La OMS recomienda la realización de la mayor cantidad de test para determinar, con la mayor precisión posible, la cantidad de contagiados existentes.


A la par del establecimiento de cuarentenas, la OMS recomienda la realización de la mayor cantidad de test para determinar, con la mayor precisión posible, la cantidad de contagiados existentes. Con esta información, los sistemas de salud se pueden preparar de mejor manera y las medidas de distanciamiento físico logran ser más efectivas para frenar los contagios.


Occidente voltea la mirada


Se pueden contar con los dedos de una mano los países que han oído estas recomendaciones y que han implementado alternativas para precisar de manera más realista la curva de contagios.


En los países centrales de Occidente, el establecimiento de cuarentenas estrictas ha llegado tarde y los sistemas de salud se han visto colapsados e inundados.


Esta subestimación inicial de los efectos del Covid-19 por parte de las élites dirigentes (e irresponsables) de estos países, ha contribuido al caos y a la propagación del virus en una escala catastrófica.


No obstante, la aplicación de la austeridad como programa político-económico a gran escala agrega una complicación más a un cuadro ya de por sí agobiante: los test escasean debido a la falta de inversiones para desarrollarlos con la rapidez requerida, o por el desmantelamiento de la industria manufacturera y sanitaria, mientras las restricciones de movilidad obstaculizan la aplicación de las pruebas en los hospitales.


Concretamente, los gobiernos occidentales intentan controlar una pandemia con los ojos vendados y con las manos atadas en la espalda al no contar con información sobre cómo actuar eficazmente en medio de la expansión descontrolada de los contagios.


Según el medio Expansión, citando al Financial Times de Londres: “Los expertos médicos consultados por el rotativo británico alertan de que en muchos países se están experimentando cuellos de botella entre la oferta y la demanda de test porque todos quieren la prueba para detectar el Covid-19, pero no hay suficientes. Los expertos apuntan que la ralentización de los sistemas sanitarios para detectar a pacientes infectados paralizó la visibilidad de la propagación del coronavirus y redujo probablemente las oportunidades para contenerlo”.


Hace pocos días, la OMS reforzó su llamado en este sentido. Específicamente el director Tedros Adhanom indicó: “Debemos realizar tests a cada persona que note síntomas de Covid-19 para que, si da positivo, podamos aislarlas de inmediato (…) Incluso los casos más leves deben ser puestos en aislamiento. El portavoz agregó: “Tenemos un mensaje simple para todos los países: prueba, prueba, prueba, (sin pruebas) los casos no podrían aislarse y la cadena de infección no se rompería”.


La mayoría de los gobiernos occidentales intentan controlar una pandemia con los ojos vendados y con las manos atadas en la espalda al no contar con información sobre cómo actuar.


Estas recomendaciones contrastan con la fatal actuación del gobierno de Estados Unidos, que ha realizado 32 mil pruebas en una población que supera los 300 millones. Ocurre lo mismo en Reino Unido o España, donde los tests ascienden a unos cuantas miles de personas, a la espera de que los suministros sean comprados en un mercado internacional estresado por la creciente demanda, o que la industria manufacturera pueda producir el kit y otros insumos básicos para tratar al Covid-19.


Mientras esto ocurre, la curva de contagio crece al igual que los fallecimientos en medio de la ceguera sobre el alcance de la pandemia y la desorientación sobre las medidas a tomar.


El caso Corea del Sur


Así como ha sorprendido las altas cifras de mortalidad en Italia, el caso de Corea del Sur también lo ha hecho pero por razones diametralmente opuestas: en el país asiático la mortalidad por el Covid-19 es del 1% aproximadamente.


Bajo la consigna “Bali, bali” (que traducida al español significa “Rápido, rápido”) el sistema sanitario surcoreano combinó una estrategia de confinamiento estricto y diagnóstico en paralelo, tras conocerse el primer caso de Covid-19 en la ciudad de Daegu el 20 de enero.


A mediados de febrero, se comenzaron a emplear tests a 10 mil personas diariamente, para un total de 240 mil diagnosticados en mes y medio, una cifra importante en contraste con la población total del país: 50 millones de personas. La aplicación de estas pruebas le permitió demarcar al gobierno las zonas donde yacen el 86% de los infectados (Daegu y Gyeongsang del Norte) y, en consecuencia, tomar las medidas idóneas para evitar el contagio.


Para Hwang Seung-sik, epidemiólogo y profesor de la Universidad Nacional de Seúl, afirma que con estas pruebas masivas “logramos reducir la tasa de nuevos casos confirmados a menos de 100 por día. Es un gran logro”.


El sistema aplicado por Corea del Sur consiste en desplegar a personal médico en vías y carreteras, junto a un sistema en red de clínicas móviles o de autoservicio, para realizar las pruebas a las personas sin que estas se trasladen a centros hospitalarios y puedan transformar las salas de espera en hervideros de contagio.


El test consiste en un breve cuestionario y medición de temperatura, el proceso completo tarda unos 10 minutos y los resultados cuestión de un día.


El medio Los Angeles Times afirma que “A pesar de que las filas de los infectados aumentaron en varios miles, las pruebas agresivas le han dado a los funcionarios de salud la capacidad de detectar brotes a medida que surgen, concentrar recursos en esas áreas y aislar a aquellos con el potencial de propagar el virus”.


Agrega, a modo de comparación, que “En los Estados Unidos, con seis veces la población de Corea del Sur, se han reportado alrededor de 2 mil infecciones y 43 han muerto hasta el viernes (13 de marzo). Pero aún más preocupante es lo que se desconoce. Con la disponibilidad limitada de pruebas, los médicos y los funcionarios de salud pública tienen que elegir a quién evaluar, lo que genera preocupación por el hecho de que otros sin saberlo están propagando el virus mortal”.


El viceministro de Salud y Bienestar del país, Kim Ganglip, considera que “La enorme capacidad de prueba nos permite identificar a los pacientes temprano y minimizar los efectos nocivos (…) Este es el medio más importante para


La aplicación de estos test masivos redujo la tasa de afectados de 813 el 29 de febrero a 114 el 12 de marzo, tendencia que continúa en esta dirección hasta el día de hoy, indica eldiario.es.


Un medio español explica en qué consiste el sistema de test clínicos aplicado por Corea del Sur, el cual ya ha sido copiado por Estados Unidos y otros países, y además, deja caer una comparación: con las clínicas móviles,


“se podían hacer muchos más análisis por día (cerca de 400), porque el proceso es muy rápido: el personal sanitario no necesita cambiarse después de cada análisis, con lo cual se reduce ostensiblemente el riesgo de contagio, al minimizarse el contacto cara a cara tanto con médicos como entre pacientes. Las muestras se envían en contenedores herméticos a alguno de los 118 laboratorios habilitados a tal efecto, donde 1 mil 200 profesionales médicos las analizan. El país asiático ha establecido 633 puntos de control, algunos de ellos improvisados frente a lugares en los que han aparecido focos de infección, y puede hacer alrededor de 20 mil tests al día. Ha habido 75 víctimas tras 8 mil 320 contagios contabilizados, lo que contrasta con las cifras de España, de 11 mil 883 contagios y 529 muertos: siete veces más”.


Este novedoso sistema está respaldado, en parte, por una aplicación para teléfonos inteligentes llamada ‘self-quarantine safety protection’, desarrollada por el Ministerio de Interior de Corea del Sur.


Con esta aplicación, la población ingresa sus datos y respuestas en un cuestionario y el sistema evalúa si requiere la aplicación de una prueba, y es ahí donde entran en juego el sistema de clínicas móviles o, si se requiere, las visitas a domicilio. Además, la aplicación permite monitorear a la persona en caso de resultar contagiada para evitar que vulnere la cuarentena y ponga en riesgo a otras personas.


La plataforma Patria ha ido evolucionando según las condiciones materiales del país, exhibiendo su flexibilidad y capacidad de adaptación para responder a las necesidades de la población.


Este sistema ha dado en la clave para revertir la curva de contagio: detección temprana, geolocalización de los principales focos de infección, reducción la movilidad de personas que buscan hacerse la prueba y adopción precisa de medidas de cuarentena para cortar la cadena de contagios, partiendo de datos fiables que da la realización de pruebas rápidas, sin costes excesivos y masivas.


La novedad del sistema Patria se pone a prueba con el Covid-19


Lanzado en 2017, la plataforma Patria comenzó como un esfuerzo por centralizar en una única base de datos a los millones de beneficiarios del conjunto de las políticas sociales desplegadas por el Gobierno venezolano, vinculadas al Carnet de la Patria, donde ya son 20 millones de personas las incorporadas.


Con este mecanismo, el gobierno de Nicolás Maduro le ha tomado el pulso a la vida social y económica del país, ha mejorado la administración de los recursos y los ha redirigido de forma precisa a los sectores más vulnerados por la guerra, desligándose de la gestión burocrática tradicional y de los escollos que impone un formación estatal signada por el burocratismo y las trampas del rentismo.


Este sistema, nacido como una necesidad en tiempos de guerra, configuró una nueva instancia de coordinación y comunicación entre el pueblo y el Estado, otorgando condiciones de transparencia y eficacia a la asignación directa de bonos y cajas de alimentos (CLAP) que han permitido sortear la crisis económica aguda propiciada por el bloqueo estadounidense.


En el tiempo, la plataforma Patria ha ido evolucionando según las condiciones materiales del país, exhibiendo su flexibilidad y capacidad de adaptación para responder a las necesidades de la población.


Así, la plataforma ha ido tomando forma de nueva arquitectura financiera independiente de la banca comercial tradicional, con la que se pueden hacer transacciones relacionadas con el Petro, pagar servicios públicos, transferir a otras cuentas bancarias, recibir remesas, entre otras aplicaciones para la vida cotidiana.


Pero este sistema no funciona de forma unidireccional. La población, a su vez, moldea las políticas del Estado transmitiendo información vital sobre los planes de contención, indicando los factores que deben ser consolidados y alertando sobre las fallas que se presentan. Se trata de un mecanismo novedoso de contrapoder, de gestión inteligente de recursos escasos en el marco del bloqueo y de coordinación política directa con la organización popular y social del pueblo.


Aunque surgió en un contexto determinado por la ruptura de las cadenas de suministro alimentario y para fortalecer a los CLAP, el sistema Patria ha fortalecido las líneas de defensa nacional y ha dotado al país de un instrumento para coordinar acciones sociales y políticas a gran escala en situaciones de estrés y conflicto.


Esta noción de anticipación y prevención, ha posibilitado que en medio de la pandemia, el Sistema Patria se transforme en un instrumento de detección temprana, geolocalización de contagios y definición de planes de contingencia para frenar la curva expansiva del virus.


En tal sentido, desde la plataforma se ha lanzado una encuesta para evaluar síntomas del Covid-19 y además abrir el acceso a ayudas económicas en medio de la cuarentena. Así, el Estado obtiene información vital para conocer el alcance geográfico de posibles casos de contagio, la severidad de los mismos y, así, tomar medidas efectivas.


La encuesta ha dado sus primeros resultados, demostrando su eficacia como método de detección temprana. El presidente Nicolás Maduro, durante su alocución del 22 de marzo, anunció que han respondido 10 millones 965 mil 519 venezolanos, más de la mitad de quienes están inscritos en el sistema Patria. Con esta información, 17 mil 570 personas han sido visitadas de las 21 mil en total que serán examinadas bajo el programa de aplicación de tests de prevención. Un total de 135 personas han sido trasladadas a los Centros de Diagnóstico Integral para realizarle pruebas de despistaje del Covid-19.


El uso de esta herramienta evita que las personas salgan de sus casas para diagnosticarse (colocando en riesgo de contagio a otros), al mismo tiempo que le indica al sistema de salud dónde y con qué intensidad zonificar la atención primaria de casos leves o severos.


De esta forma, se corta la cadena de transmisión del virus, se focaliza la atención médica, se ahorran recursos sanitarios (como kits de pruebas y otros insumos) y se establece una jerarquía de prioridades de acuerdo a la información suministrada, la cual indicará qué zonas atender, cuáles hospitales fortalecer y donde reforzar las medidas de aislamiento.


Contrario a la mayoría de gobiernos occidentales, el Gobierno venezolano y el pueblo cuenta con un mecanismo que ofrece una visibilidad integral de la crisis y de sus nudos críticos, orientando las acciones a tomar para controlar la epidemia. Ni Estados Unidos ni Reino Unido, y mucho menos España, Italia o Francia, cuentan con un sistema de infogobierno como el sistema Patria, ya probado en situaciones de contingencia anteriores.


Desde 2017, Venezuela se viene preparando para una situación de este tipo con un sistema ideado para transgredir las dinámicas burocráticas del Estado y fortalecer la coordinación entre el Gobierno y el pueblo organizado.


Puede afirmarse con seguridad que, a la par de Corea del Sur, país que no tiene encima las restricciones económicas y la guerra política de Venezuela, el sistema Patria constituye un antecedente universal y un modelo a aplicar para sortear crisis sistémicas empleando la tecnología y la organización de la gente.


Nuevamente, Venezuela confirma su modelo político al poner en primer plano el bienestar social de toda la población por encima del pensamiento neoliberal que ahora mismo se derrumba.


Tomado de MISION VERDAD/23 de marzo del 2020

El Imperio y el Capital no cierran en domingo

Rafael Poch de Feliu*


Ante una crisis de gran alcance histórico en la que hay millones de vidas humanas potencialmente en juego como la que estamos entrando, el sentido común le sugiere a la lógica imperante una pausa, un receso, una jornada de descanso como la que el propio creador se concedió. Nada de eso: el Imperio no cierra en domingo.


Felices eran los días en los que nos preocupaba el riesgo de que Trump desencadenase una guerra contra Irán, la virulencia de las artificiales tensiones con Rusia, la intensa guerra comercial y propagandística contra China, o los incendios de California o Australia. Se evitó el bombardeo americano de Irán, pero las sanciones de Washington -el Secretario de Estado, Mike Pompeo, acaba de anunciar su refuerzo- están incrementando allá los efectos de la pandemia.


Es imposible comprar medicinas y suministros esenciales cuando, según la reputada Universidad Sharif de Tecnología de Teherán, ya se están produciendo una muerte cada diez minutos, 50 nuevos afectados por hora (viernes 20 de marzo), y se barajan escenarios de 3,5 millones de muertos. Eso sería más del triple de la mortandad causada por la guerra con Irak de los ochenta. En la actual coyuntura -y eso vale igual para Cuba, Venezuela, Corea del Norte, Siria y otros- las sanciones son puro terrorismo.


Mientras en California se están abriendo las cárceles en previsión de un contagio generalizado, en Gaza hay dos millones de palestinos -con 60 UCIs para todos y 1,2 camas por mil habitantes- encerrados y privados por Israel de suministros fundamentales. La inercia es la de siempre.


UE: Había una vez un circo


En Europa el espectáculo es sobresaliente. El 4 de marzo Alemania decretó una prohibición de exportación de artículos de protección médica al resto de la UE. El ministro de sanidad alemán, Jens Spahn, respondió dos días después a las críticas de Bruselas, diciendo que la UE debía prohibir tal exportación al exterior de su espacio en lugar de criticar. Ante el escándalo, Alemania introdujo el día 12 algunas excepciones en su prohibición, entre indicios de que su principal agencia de control y prevención de enfermedades, el Robert Koch Institut está embelleciendo a la baja las cifras de muertos y afectados en el país.


En esas circunstancias, Italia dirigió su petición de ayuda a China, Cuba y Venezuela -países objeto de sanciones europeas- después de que “ni un solo país de la UE” respondiera a sus peticiones, según el embajador italiano ante la UE, Maurizio Massari. Instalada en una “lógica nacional” hacia sus socios, Alemania, “se ha cargado las últimas ilusiones” sobre la UE, se lee en un diario tan europeísta como La Repubblica.


Las prohibiciones exportadoras de la UE eran citadas por el Presidente serbio Aleksandr Vucic en una carta a Xi Jingping en estos términos: “la prohibición nos ha llegado de la misma gente que nos aleccionaba diciendo que no debíamos comprar productos chinos”. En la crónica europea se echan a faltar informes sobre Grecia, cuyo sistema de salud fue particularmente devastado por la inflexibilidad europea.


El 12 de marzo Trump anunciaba su prohibición de viajar a Estados Unidos para los ciudadanos de la zona Schengen. Bruselas denunció la medida como una estupidez populista. Cuatro días después, el 17 de marzo, Bruselas prohibía todos los viajes entre países no europeos y la UE durante 30 días.


La pandemia retrata a cada uno. A Trump, por ejemplo, ofreciendo mil millones a la empresa alemana CureVac para hacerse con la exclusiva de un supuesto tratamiento contra el virus. En esa foto de grupo, China es la que sale más favorecida, pese a la masiva reeducación de los uigures, a la falta total de complejos a la hora de instalar su sistema de vigilancia ciudadana por puntos y al resto de la lista que la realidad -y también la propaganda- acumula contra ella. Como lamenta un comentarista del Wall Street Journal: “hay indicios de que China espera usar la crisis para fortalecer su posición global”.


Otro observador de mayor calidad, Patrick Cockburn, resume así la situación: “Al fracasar en una respuesta coherente ante la amenaza y acusar a los extranjeros por su difusión, Trump ha arrinconado a Estados Unidos y socavado el papel hegemónico que ha desempeñado desde la Segunda Guerra Mundial. Incluso si Biden es el próximo presidente, en el mundo post pandemia Estados Unidos habrá perdido su indiscutible primacía”.


Dilemas y estrategias de los gobiernos


Con su estricta política de contención en el foco inicial e intenso intercambio de información con el resto del mundo, China ayudó a Occidente a prepararse. Brindó tiempo. El hecho de que esa política exitosa fuera también practicada en lugares como Taiwán o Corea del Sur, invalida el tontorrón argumento de la “ventaja de la dictadura”.


La diferencia que habrá que explorar apunta más bien a mentalidades colectivas, prácticas de buen gobierno y prioridades gubernamentales. No se trata de China, sino de lo que podríamos llamar “estrategia de Asia Oriental”.


Sea como fuere, Occidente ha perdido un tiempo precioso al vacilar a la hora de aplicar una política que al final no ha sido de estricto confinamiento a la china, ni de control generalizado a base de test, sino de relativa restricción de movimientos. Ahora ya, uno tras otro, los gobiernos europeos, en Italia, España, Francia, Austria, se pronuncian por la ampliación temporal de sus medidas restrictivas que los científicos califican de insuficientes y claman desesperadamente como causa de futuros males mayores.


La vacilación de los gobiernos occidentales también tiene que ver con el enorme dilema que esta crisis plantea: para contener la pandemia hay que matar la economía. Si se trata de dos o cuatro semanas de quietud, como pensaban inicialmente en la UE, el asunto era serio, pero si se trata de seis semanas, o de algunos meses, entonces a lo que se enfrentan los gobiernos es a un colapso económico con hundimiento del sector servicios, depreciación bursátil, contracción del consumo y las exportaciones, y, finalmente, millones de despidos laborales.


Tal es el dilema al que se enfrentan hoy los que mandan en Occidente: o se opta por una larga hibernación, con lo que la pandemia se contendrá pero la “economía” se hundirá, o se opta por la actual restricción soft con la economía en apuros y una gran mortandad. Al día de hoy seguramente nadie sabe cuál de las dos opciones es más dañina, pero lo que está claro es que lo primero no es computable para quienes representan políticamente los intereses de los más ricos, porque el Capital tampoco cierra los domingos.


Mientras en Francia, Italia y España, los gobernantes, aprueban dineros y subsidios especiales, discursos y actitudes como las de Boris Johnson, Angela Merkel, Donald Trump, Jair Bolsonaro y otros, evidencian, la opción por el “abierto las 24 horas”: cualquier cosa menos el colapso económico. Johnson, y al parecer también los holandeses y suecos, ha dibujado un cierto “laissez faire” a la pandemia.


Merkel ha añadido un cierto fatalismo. Todo ello cosido por la sugerencia del darwinismo social: que sobrevivan los más fuertes, confiémonos en la “inmunidad colectiva”, etc. En su discurso del miércoles, la canciller alemana no propuso nada, ninguna medida. Cero. “Estoy completamente segura de que superaremos esta crisis, pero ¿cuántas víctimas habrá ? ¿cuántos seres queridos perderemos?” dijo, antes de apelar a la “disciplina de cada cual”. Y ahí lo dejó.


Opciones como suprimir los planes de rearme de la OTAN (400 mil millones para los 29 estados miembros en los próximos cuatro años), o subir un 20% los sueldos de los más expuestos, profesionales de la sanidad, repartidores, dependientes de comercio, conductores, son medidas de sentido común que deberían estar en los discursos de todos.


La crisis económica y social que se dibuja abrirá ciertamente algunas oportunidades, hemos dicho, desde nuestra ligera ignorancia, que la pandemia contiene ciertas oportunidades de cambio, pero lo que va a abrir a corto plazo, y con toda certeza, es un sufrimiento humano enorme, y muy especialmente entre los más débiles, pobres y vulnerables.


De la misma forma en que no es lo mismo el confinamiento en un piso-colmena del extrarradio que en una amplia villa con jardín, tampoco es lo mismo vivir con la mitad para los que tienen mucho, o suficiente, que para quienes no llegan a fin de mes o están en precario. Somos una sociedad dividida en clases.


  • Nacido en Barcelona, España. Ha sido durante más de veinte años corresponsal de La Vanguardia en Moscú, Pekín y París. Antes estudió historia contemporánea en Barcelona y Berlín Oeste, fue corresponsal en España de Die Tageszeitung, redactor de la agencia alemana de prensa DPA en Hamburgo y corresponsal itinerante en Europa del Este (1983 al 1987)


Tomado de REBELION/24 de marzo del 2020

Detener al sistema financiero y a las grandes corporaciones de inmediato

Asamblea Internacional de los Pueblos*/ Instituto Tricontinental de Investigación Social**


El SARS-CoV-2 o COVID19, ahora declarado pandemia mundial por la Organización Mundial de la Salud, ha comenzado a causar estragos en muchas partes del mundo, mientras otras anticipan su llegada. Estamos en una verdadera guerra que exige la movilización de todos los esfuerzos, y sobre todo, poner en primer lugar la vida y no las ganancias. Solo ganaremos esta guerra -como ya lo han hecho China, Corea del Sur y Japón- si tenemos unidad popular y disciplina, si los gobiernos se ganan nuestro respeto con sus acciones y si actuamos solidariamente en todo el mundo.


La deuda global es de 250 billones de dólares, parte de ella es una enorme deuda corporativa. Por otro lado, hay billones de dólares utilizados especulativamente en mercados de valores y paraísos fiscales. A medida que la actividad económica se contraiga, las empresas harán fila para ser rescatadas. Este no es el mejor uso de los preciosos recursos con los que cuenta la humanidad en este momento.


En medio de esta situación, que los mercados financieros permanezcan abiertos es un fracaso de la imaginación. La caída de los mercados bursátiles, desde Hang Seng hasta Wall Street, es simplemente una forma para intensificar la ansiedad de la sociedad global, ya que la salud del mercado bursátil se expone, erróneamente, como un indicador de la salud económica en general.


Están en marcha cuarentenas y suspensiones de actividades a largo plazo en buena parte del mundo, ciertamente en Europa y América del Norte, pero también cada vez en mayor medida en África, Asia y América Latina. La actividad económica ya ha comenzado a detenerse. No es posible hacer estimaciones de las pérdidas netas, e incluso las principales instituciones internacionales están ajustando sus estimaciones sobre ello todos los días.


Un estudio de la UNCTAD del 4 de marzo, por ejemplo, anticipaba que la desaceleración de la industria en China interrumpiría por sí misma la cadena de suministro global y disminuiría las exportaciones en 50 mil millones de dólares. Esta es solo una parte de las pérdidas de un total que, por el momento, es incalculable.


El FMI se ha comprometido a usar un billón de dólares para ayudar a los países a evitar el desastre económico. Unos veinte países ya han acudido a él para solicitar asistencia. Irán, que se había mantenido alejado del FMI durante las últimas tres décadas, ahora ha solicitado su ayuda.


Sería un cambio auspicioso en la política del organismo, sin precedentes en la historia, sino fuera por la vergonzosa negación de ayudar al pueblo de Venezuela con el pretexto de no reconocer al gobierno. El FMI no debe exigir ajustes o condiciones para entregar estos préstamos puente. El rechazo de un préstamo a Venezuela es señal de un gran fracaso político del FMI.


La solidaridad internacional de China y Cuba es ejemplar. Las y los médicos chinos y cubanos han estado en Irán, Italia y Venezuela, y han ofrecido sus servicios y experiencia en todo el mundo. Han desarrollado medicinas y tratamientos médicos que reducen la tasa de mortalidad de las personas afectadas por COVID19, y quieren distribuirlos a los pueblos del mundo sin ninguna patente o beneficio. El ejemplo de los chinos y los cubanos en este período debe tomarse en serio; gracias a este ejemplo, en medio de esta pandemia de coronavirus es más fácil imaginar el socialismo que vivir bajo el cruel régimen del capitalismo.


Los países europeos, actual foco de la pandemia, ven colapsar sus debilitados sistemas de salud tras décadas de desfinanciamiento y austeridad neoliberal. Los gobiernos europeos, así como el Banco Central Europeo y la UE, concentran el grueso de sus recursos en intentar salvaguardar al sector financiero y empresarial de una debacle económica segura.


La adopción de tímidas acciones para intentar fortalecer las capacidades de los Estados ante la crisis -renacionalizaciones focalizadas, control público temporal de proveedores de servicios de salud- o de medidas paliativas -exenciones limitadas del pago de alquileres e hipotecas de vivienda-, no suponen una apuesta decidida por las garantías básicas del trabajo ni de la salud de la clase trabajadora que está más expuesta a los efectos devastadores de la pandemia: trabajadores de la salud, mujeres a cargo de los cuidados, personal de empresas de distribución de alimentos, servicios esenciales, etc.


Esto es una demostración del fracaso de las recetas neoliberales que se han aplicado en muchos países y dominado el mundo durante los últimos 50 años. El FMI debe tener esto en cuenta, ya que ha participado activamente en la depredación de los recursos en África, Asia y América Latina y en la creación de desiertos institucionales desde un país a otro. El fortalecimiento de Estados presentes que redistribuyen la riqueza a favor de las grandes mayorías es una orientación que se debe construir globalmente.


Los científicos dicen que la batalla decisiva contra el virus podría durar los próximos 30 o 40 días. Por eso es esencial que cada país y cada gobierno tome medidas para impedir la muerte de miles de personas.


Los movimientos populares, sindicatos y partidos que conforman la Asamblea Internacional de los Pueblos proponen formular y debatir un programa de cambio estructural que nos permita ganar esta lucha y reconfigurar el mundo.


1. Suspensión inmediata de todo tipo de trabajo con la excepción del personal médico y logístico esencial y aquel requerido para producir y distribuir alimentos y artículos de primera necesidad, sin ninguna pérdida de salarios. El Estado debe asumir el costo de los salarios durante el período de cuarentena.


2. Los servicios de salud, abastecimiento de alimentación y la seguridad pública deben seguir funcionando de forma organizada.


3. Todas las escuelas y universidades deben suspender clases.


4. Socialización inmediata de hospitales y centros médicos para que no tengan que preocuparse por sus ganancias a medida que se desarrolla la crisis. Estos centros médicos deben estar bajo control de la coordinación centralizada de la campaña sanitaria del gobierno.


5. Nacionalización inmediata de las compañías farmacéuticas, y cooperación internacional inmediata entre ellas para encontrar una vacuna y dispositivos para pruebas más sencillas. Supresión de la propiedad intelectual en el campo de la medicina.


6. Hacer el examen de coronavirus inmediatamente a todas las personas. Movilización inmediata de kits de prueba, recursos y apoyo para el personal médico que está al frente de esta pandemia.


7. Aceleración inmediata de la producción de materiales necesarios para hacer frente a la crisis (kits de prueba, máscaras, respiradores).


8. Cierre inmediato de los mercados financieros mundiales.


9. Recaudación inmediata de recursos para evitar la quiebra de los gobiernos.


10. Suspensión inmediata de todas las deudas.


11. Fin inmediato de todos los pagos de alquileres e hipotecas, así como el fin de los desalojos. La vivienda digna debe ser un derecho para toda la ciudadanía garantizado por los estados nacionales.


12. Acceso de toda la población a servicios básicos como agua, electricidad y comunicaciones ya que son derechos básicos. Absorción inmediata de todos los pagos de servicios públicos por parte del Estado: agua, gas, electricidad e internet asumidos como derechos humanos.


13. Fin inmediato de los criminales regímenes de sanciones unilaterales que afectan a países como Cuba, Irán y Venezuela que les impiden importar los suministros médicos necesarios.


14. Apoyo urgente al campesinado para aumentar la producción de alimentos sanos y suministrarlos al gobierno para su distribución dirigida.


15. Suspensión del dólar como moneda internacional y petición de que Naciones Unidas convoque urgentemente una nueva conferencia internacional para proponer una moneda común internacional.


16. Garantizar una renta básica universal en todos los países. Esto permite garantizar un apoyo desde el Estado para millones de familias que están sin trabajo, trabajando en condiciones de suma precariedad o por cuenta propia. El sistema capitalista actual excluye de trabajos formales a millones de personas que deben ser absorbidas por los estados nacionales, generando trabajo y condiciones dignas de vida para ellas.


Los recursos para esta renta básica universal pueden ser obtenidos de los presupuestos de defensa, en particular los gastos destinados a armamento, municiones y demás compra de equipo bélico.


  • Plataforma de coordinación y articulación de las luchas de los pueblos en el mundo


    • Institución internacional, promovida por los movimientos, dedicada a estimular el debate intelectual al servicio de las aspiraciones populares


Tomado de ALAI/23 de marzo del 2020

60 años de la declaración de guerra de los Estados Unidos contra Cuba

Arthur González*


El 17 de marzo de 1960, coincidiendo con el santoral de San Patricio, el presidente republicano Dwight Eisenhower, le daba su aprobación a la CIA para ejecutar el primer Programa de Acciones Encubiertas contra la Revolución cubana, con el objetivo de destruir el proceso que despedazó la subordinación de Cuba a los Estados Unidos.


Fidel Castro no era aceptado por Eisenhower desde antes del 1ro de enero del 1959, sentimiento recogido en el acta de la reunión del Consejo de Seguridad Nacional, celebrada el 23 de diciembre del 1958, donde el director de la CIA, Allen Dulles y el mismo presidente de los Estados Unidos, afirmaron: “hay que evitar la victoria de Castro”.


A la vez, Eisenhower orientó buscar una tercera persona, ni Fulgencio Batista ni Fidel Castro, sino un hombre capaz que pudiera crecer en fortaleza e influencia, al que le darían suficiente dinero y armamentos, para lograr la dirección política de Cuba.


Ante la derrota del ejercito batistiano y la huida del dictador, Fidel Castro entraba triunfante en el escenario político cubano, a pesar de los esfuerzos yanquis por impedirlo. Por ese motivo Estados Unidos tomó la decisión de minarlo desde adentro y para eso la CIA tenía que repetir el plan ejecutado años antes en Guatemala, contra el presidente Jacobo Arbenz.


El objetivo del Programa de Acciones Encubiertas contra Cuba expone explícitamente:


“Provocar la sustitución del régimen de Castro por uno que responda mejor a los verdaderos intereses del pueblo cubano y sea más aceptable para Estados Unidos, de manera tal que se evite cualquier asomo de intervención estadounidense”.


Esa negación ante la opinión pública, fue el requisito impuesto por Eisenhower, por si ocurría algún descalabro, poder decir que “no sabía nada de lo que la CIA había ejecutado”.


Para alcanzar dicho objetivo se establecieron varios procedimientos o metas, las que recogen:


“Fabricar una oposición cubana responsable, atractiva y unificada al régimen de Castro, que se declare públicamente como tal, por lo que debe estar necesariamente ubicada fuera de Cuba”.


Esa “oposición” se construiría con elementos de la tiranía batistiana y testaferros de su política, con los cuales la CIA ya tenía contactos, preparándolos con el fin de “conformar una entidad política en forma de Consejo o Junta, integrada por tres grupos de aceptables”.


El lema que la CIA decidió utilizar era el de “Restaurar la Revolución”, acusando a Fidel Castro de haber traicionado los principios de la misma.


“Iniciar una poderosa ofensiva propagandística en nombre de la oposición declarada”.


El fin era emplear una emisora radial clandestina, que transmitirá por onda larga y corta desde la isla Swan, en Honduras, para debilitar la base del apoyo popular a Castro. Así nacía la conocida Radio Swan que trasmitía noticias falsas, como parte de la guerra psicológica.


Desde esa emisora se emitieron las campañas de la inventada Ley de pérdida de la patria potestad, dando a luz a la Operación Peter Pan, que, bajo el terror infundido fueron enviados por sus padres hacia Estados Unidos, 14 mil 48 niños sin acompañantes, criminal acción diseñada por los jefes de la CIA, en contubernio con la Iglesia Católica.


“Creación de una organización secreta de inteligencia y acción dentro de Cuba, que responderá a las órdenes e instrucciones de la oposición en el “exilio”.


Con esa organización, la CIA buscaba obtener informaciones importantes de inteligencia, gestionar la infiltración y exfiltración de individuos de su interés, ayudar en la distribución en Cuba de propaganda, planear la disidencia de individuos claves y organizar grupos de apoyo a sus planes subversivos.


En esa época la CIA organizó y dirigió una veintena de redes con cerca de 500 agentes para la recolección de información militar, económica y política de Cuba, para trazar sus planes de terrorismo, reclutamiento de personas y la traición de funcionarios gubernamentales.


Paralelamente en territorio yanqui organizaron una fuerza paramilitar, con los mecanismos para el apoyo logístico a operaciones militares encubiertas en la Isla, con la intensión de crear focos contrarrevolucionarios en las zonas campesinas, que posibilitaran conformar una oposición armada a la Revolución.


“Evitar la rivalidad que perturbe y divida a los principales líderes cubanos de la oposición, en su papel de dirección dentro de la organización. Seleccionar a un presidente que sea un político juicioso, no ambicioso y eminente. Para derrocar a Castro se debe seleccionar a un líder, con apoyo norteamericano concentrado sobre él y fortalecido con la tarea a realizar”.


“La CIA tendrá que tener contactos directos con cierto número de cubanos y, para protegerlos, utilizará cuidadosamente como cobertura a un grupo de hombres de negocio norteamericanos, los cuales tienen interés marcado en los asuntos cubanos y desean apoyar a la oposición. Esos hombres de negocio actuarán como un mecanismo de financiamiento y a la vez como una vía para la dirección y apoyo al directorio de la oposición, bajo condiciones controladas por oficiales de la CIA.”


Estas acciones fueron desmanteladas por la Revolución cubana con el apoyo del pueblo, algo que no tuvieron en cuenta los dirigentes yanquis, al menospreciar la conciencia revolucionaria fortalecida a diario en torno a su máximo líder.


60 años después, la CIA repite sus mismos errores, tanto en Cuba como en Venezuela, país al que le aplican similares planes, a pesar de sus permanentes fracasos.


Ni ese ni los subsiguientes Programas de Acciones Encubiertas pudieron derrocar a la Revolución cubana, ni tampoco asesinar a Fidel Castro, a pesar de los centenares de planes.


Hoy la política yanqui no es secreta ni encubierta, es abierta y pública, lo que demuestra su verdadera faceta de emperadores del mundo, y aun así lo que recogen son más fracasos, porque como dijo José Martí:


“Una idea enérgica, flameada a tiempo ante el mundo, detiene a un escuadrón de acorazados”.


  • Cubano, especialista en relaciones Cuba-EEUU, editor del Blog El Heraldo Cubano

Alejandro Nadal, gigante de la conservación global

Luis Hernández Navarro*


El 13 de abril del 2012, el rey de España Juan Carlos de Borbón, tropezó en Botsuana, se rompió la cadera y se abolló la corona. El traspié inició el declive político que culminaría con su abdicación al trono. El monarca se encontraba en ese país africano acompañado de su amante en un safari para cazar elefantes.


Matar elefantes no es un delito en varios países africanos. Cada año son ultimados en el continente 35 mil paquidermos, en promedio uno cada 15 minutos. Esta cifra, a la que hay que agregar la mortalidad natural, rebasa ya la tasa de natalidad de los elefantes, que se encuentran en peligro de ­extinción.


Esos paquidermos -explicaba Alejandro Nadal Egea, fallecido el pasado 16 de marzo- no son cazados, en realidad son asesinados. Son animales que viven en sociedad, muy inteligentes, con una forma de vida ejemplar, excepcional en el reino animal, de los que debemos aprender. Sufren por sus muertos, tienen una historia. Una matriarca -por ejemplo- puede recordar el ojo de agua al que condujo a su familia hace 30 años.


La opinión de Alejandro no era ni improvisada ni romántica. Él era un gran conocedor de la vida de los paquidermos, del comercio de marfil y de la biodiversidad. Sus aportaciones junto a Francisco Aguayo fueron centrales en desenmascarar el mito de que la legalización del comercio de la vida silvestre es una solución para proteger a especies en peligro de extinción. Denunció la falsedad, sostenida en algunos ámbitos ambientalistas, de que legalizar este negocio sirve de freno a las transacciones ilegales porque bajan los precios. Mostró cómo el comercio legal aumenta el ilegal y la caza furtiva, ya que la demanda real de estos bienes es superior al suministro lícito. Peor aún, le sirve de cobertura.


Según Nadal, el millonario comercio de marfil que se encuentra detrás del asesinato de miles de elefantes es una metáfora del carácter depredador del capitalismo, que busca transformar en espacio de rentabilidad cualquier cosa que se le atraviese. En los hechos, la única utilidad del marfil es como símbolo de estatus. Con él no se elabora algún sofisticado dispositivo tecnológico ni una medicina sanadora.


Es, además, un negocio íntimamente vinculado al comercio de esclavos. Ahora se habla de China –decía-, pero en el siglo XIX Europa fue el gran mercado de marfil. ¿De dónde venía? Los elefantes estaban en la sabana, tierra adentro, no en los puertos de África. Los negociantes debían ir hasta allá a matar al animal, quitarle los colmillos y transportarlos. Lo hicieron a través del comercio de esclavos. El traslado de marfil se hizo a lomo de esclavo, de su sangre y ­explotación.


Alejandro llevaba esta metáfora aún más lejos y sostenía que simbolizaba los problemas de rentabilidad que padece el capitalismo mundial actual. Tenemos –explicaba- un problema de estancamiento en la rentabilidad de capital desde el 2000.


Antes de eso hubo cierta recuperación, pero entre 66, 80 y 85 hubo una tendencia a caídas muy fuertes en las actividades industriales y servicios. Llevamos 40 años de ver una tendencia al estancamiento de la economía global, una caída en la tasa de rentabilidad, que propició el auge del capital financiero.


Según él, el capital financiero busca todo tipo de oportunidades de rentabilidad en la especulación, y cuando ésta se agota, incursiona en lo que se ha llamado la financiarización de la naturaleza.


Alejandro Nadal descubrió la economía al terminar la carrera de derecho. Estudió entonces un doctorado en economía en la Universidad de París X Nanterre. Enseñó teoría económica comparada en El Colegio de México. Trabajó en microeconomía, que es la teoría del mercado, de cómo funcionan los precios, de cómo se desempeña la famosa mano invisible. Luego incursionó en macroeconomía, es decir, en el análisis de economías capitalistas enteras. Simultáneamente, efectuó varios estudios a profundidad sobre diferentes industrias.


Preocupado con lo que hacemos con el planeta, investigó y se dedicó a la defensa del ambiente. Documentó a fondo (como en el caso de los elefantes), las fuerzas económicas que impulsan la destrucción del entorno, desde el cambio climático hasta los recursos genéticos. Fue integrante del Board of Directors de The Bulletin of the Atomic Scientists.


Durante más de 20 años publicó religiosamente un artículo semanal en La Jornada, en el que explicaba con rigurosidad y relativa sencillez, asuntos complejos de la economía nacional e internacional. “Creo -dijo a In Motion Magazine- que es muy importante salir y tratar de enviar al público en general las cosas alarmantes que descubrí en mis investigaciones. Esas columnas eran su pasión. Escribió la última gravemente enfermo, apenas una semana antes de morir.


En el obituario de Alejandro Nadal, que escribió el doctor Adam Cruice en el Journal of African Elephants, lo describe como un gigante de la conservación global de la vida silvestre, con un legado colosal. Según él, sus inmensos conocimientos iluminaron desde el interior la economía del comercio legal y el tráfico ilícito de las especies silvestres. Sin embargo, siendo esto cierto, sus aportaciones a la crítica del capitalismo contemporáneo fueron más allá de este terreno. Por lo pronto, lo vamos a echar en falta.


  • Periodista mexicano. Coordinador de Opinión y articulista semanal del periódico diario La Jornada


Tomado de LA JORNADA/24 de marzo del 2020