Rebelión del Whisky

Rebelión del Wiski
Información  sobre la plantilla
Rebelion del Whiskey.jpg
Fecha:1791-1794
Sitio:Western Pennsylvania, Bandera de los Estados Unidos de América Estados Unidos

Rebelión del Whisky. Fue un levantamiento popular que tuvo sus inicios en 1791 y culminó con una sublevación en 1794 en la localidad de Washington, Pensilvania, en el valle del río Monongahela.

Antecedentes

Hacia 1790, tras conseguir la independencia unos años antes, Estados Unidos daba sus primeros pasos bajo la presidencia de George Washington. Pero el país estaba todavía a medio hacer: la mayor parte del territorio aún era salvaje, el ejército se basaba en milicias y los colonos se las veían y se las deseaban para salir adelante, no sólo por la amenaza de los indios sino también por estar aún bajo los negativos efectos económicos de la guerra. Por esta última razón, muchos de los que vivían en regiones alejadas completaban sus finanzas destilando whisky con el maíz sobrante; era barato de hacer, fácil de transportar y les servía para consumir, pero también como moneda de cambio.

Ésa era la situación general en la parte occidental de Pensilvania cuando en marzo de 1791 el secretario del Tesoro, Alexander Hamilton, decretó la imposición de un tributo sobre las bebidas alcohólicas con la finalidad de que lo recaudado sirviera para reducir la considerable deuda nacional que se arrastraba desde la revolución. El principal licor afectado era el whisky, por ser el más extendido, y media Pensilvania se indignó; era gente levantisca que ya antes había presionado para conseguir que la capital se ubicase en Filadelfia.

Las tensiones

Los agricultores decidieron desobedecer lo que consideraban un atentado contra su forma de vida. Así, organizaron una milicia bautizada como Mingo Creek Association que, bajo el nombre de Tom Tinker (un separatista holandés que llegó a América en el Mayflower), dio a los incautos recaudadores que se presentaron a cobrar el trato típico para manifestar el descontento en aquellas latitudes: cubrirlos de brea y emplumarlos, echándolos a continuación. Asimismo plantearon el problema en el parlamento, donde recibieron el apoyo del secretario de Estado, Thomas Jefferson. Éste acusó a Hamilton de montar aquella situación para tener una excusa con la que justificar su verdadero objetivo: crear un ejército permanente y, acaso, impulsar una monarquía. La respuesta del secretario fue la Militia Act de 1792, que autorizaba al presidente a usar las milicias estatales para afrontar las insurrecciones. Por tanto, lejos de solucionarse, el conflicto fue creciendo crescendo y eclosionó definitivamente en el verano de 1794.

El conflicto

El inspector fiscal de Pensilvania, John Neville, harto de las agresiones que recibían sus recaudadores, reclamaba la intervención militar; pero Washington era reticente por su buena relación con aquella región, donde además tenía propiedades. Ahora bien, cuando Tom Tinker asaltó e incendió la hacienda de Neville, y con la reciente noticia del estallido de la Revolución Francesa, el gobierno se puso en alerta y envió una poderosa fuerza de trece mil milicianos de cuatro estados para poner orden y hacer cumplir la ley. Un intento de mediación del abogado Hugh Brackenridge fracasó porque, paralelelamente, otro letrado llamado David Bradford se autoproclamó general de los sublevados y les incitó a mantenerse firmes, amenazando con marchar sobre Pittsburgh con sus siete mil hombres. De hecho, los rebeldes entraron en la ciudad, aunque de forma pacífica.

La milicias enviadas por Hamilton plantearon a sus adversarios un últimatum: sumisión a la ley o represión. Él en persona, después de inflamar a la opinión pública a través de la publicación en prensa de varios artículos bajo el pseudónimo Tully, se puso al frente de la tropa y se hizo acompañar del mismísimo Washington, si bien éste se fue en cuanto pudo. A pesar de que entre los mandos figuraba algún héroe de la revolución como Harry Lee, gobernador de Virginia y padre de Robert E. Lee (el futuro general de la Confederación; paradójicamente Harry era un convencido federalista), en realidad aquel ejército dejaba mucho que desear: indisciplinado y deficientemente aprovisionado, los soldados tuvieron que recurrir al saqueo a menudo. Pero era muy numeroso y resultaba impresionante a ojos de los colonos, así que, cuando llegó el momento decisivo, éstos optaron por escurrir el bulto. Sencillamente desaparecieron y los pocos detenidos -apenas una veintena- terminaron libres poco más tarde, no sin antes recibir un duro trato.

Resultado

La rebelión del whisky en realidad estuvo muy extendida y tuvo éxito, pues acabó obligando al gobierno federal a derogar el impuesto especial. Salvo durante la Guerra de 1812, el gobierno federal nunca volvió atreverse a imponer un impuesto especial interno hasta que el Norte transformó la constitución estadounidense, centralizando la nación, durante la Guerra de Secesión. Uno de los malos frutos de esta guerra fue el «pecado» permanente federal del impuesto sobre el alcohol y el tabaco, por no decir nada del impuesto federal de la renta, una abominación y una tiranía todavía más opresiva que un impuesto especial. Washington, Hamilton y el Gabinete ocultaron la extensión de la revolución porque no querían que se conociera el grado de su fracaso. Sabía muy bien que, si hubieran tratado de aplicar el impuesto o hubieran enviado un ejército al resto del campo, habrían fracasado. Kentucky y tal vez las demás áreas se habrían independizado de la Unión aquí y allí. Ambos bandos contemporáneos estuvieron conformes en ocultar la verdad y los historiadores cayeron en el engaño.

Legado

La rebelión del whisky, considerada adecuadamente, fue una victoria para la libertad y la propiedad en lugar de para los impuestos federales. Tal vez esta lección inspire a una generación posterior de contribuyentes estadounidenses que están tan agobiados y oprimidos como para hacer que los viejos impuestos al whisky o del sello parezcan el paraíso.

Actualidad

Este curioso episodio de la historia de Estados Unidos se conmemora actualmente mediante el Whiskey Rebellion Festival de Pensilvania.

Fuentes