Retraso simple del lenguaje

Retraso simple del lenguaje
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Campo al que perteneceMotivación profesional
Principales exponentesLic Odelmis González Tassé


Retraso simple del lenguaje. Desfase cronológico, que sigue las pautas habituales del desarrollo lingüístico y se caracteriza por dificultadse más o menos graves del lenguaje y de sus funciones.

Definición

El lenguaje es de vital importancia, es un puente de acceso a numerosas situaciones de aprendizaje, pero si no se estimula adecuadamente suelen aparecer en el niño durante su desarrollo algunas desviaciones o alteraciones como es el caso del retraso simple del lenguaje.

El retraso simple del lenguaje es una disfunción de tipo evolutivo con desfase cronológico, que suele afectar a más de uno de los niveles del lenguaje (fonológico, morfosintáctico, semántico y pragmático), siendo la fonología y la sintaxis los más afectados; puede aparecer durante la etapa de crecimiento del niño; afecta sobre todo la expresión y en algunos casos la comprensión sin que la causa se deba a una deficiencia auditiva o trastorno neurológico. Esto se evidencia en desarrollo lento del lenguaje.

Síntomas del retraso simple del lenguaje

El retraso simple del lenguaje afecta, aunque no de igual manera, tanto a la expresión del lenguaje como a la comprensión del mismo. De ahí que existan diferencias en los síntomas en cada uno de estos campos de la lengua.

En la expresión del lenguaje existe una diferencia cronológica en la aparición de las primeras palabras. Normalmente, los niños comienzan a pronunciarlas entre los 12 y los 18 meses, pero cuando presentan un retraso simple del lenguaje, las primeras palabras no aparecerán hasta los 2 años de edad.

A los 3 años de edad los niños con retraso simple del lenguaje empiezan a expresarse con holofrases cuando deberían haberlas utilizado ya desde los 12 ó 15 meses. La holofrase hace referencia a cuando un niño utiliza para comunicarse una sola palabra que encierra en sí misma un mayor significado, por ejemplo: si el niño dice papá señalando el coche del padre, nos está diciendo que es el coche de su padre.

El pronombre YO no lo adquiere hasta la edad de 4 años, cuando la edad normal es a los 3 años de edad del niño. Utiliza un vocabulario reducido y con habla truncada. Generalmente omite sílabas iniciales y suele tener un habla infantilizada.

El lenguaje telegráfico, más común entre los 15 y 18 meses, le durará hasta más de los cuatro años de edad. Entre los 4 y 5 años aún no hará frases complejas, ni usará plurales, ni conjugará correctamente los verbos. Su expresión carece normalmente de artículos y de pronombres posesivos.

Nivel Fonológico: Se observa que el niño habla como bebé, cambia algunas letras COCO (Toto). O las omite PATO (ato).

Nivel Semántico: Posee pocas palabras para comunicarse, solamente las cosas cotidianas, esto le impide avanzar en sus conocimientos.

Nivel Morfosintáctico: Las oraciones con las que se expresa son cortas, ejemplo agua vaso (yo quiero agua en el vaso), se observa en este ejemplo que omite el pronombre YO,el verbo QUIERO etc. Nivel Pragmático: Al poseer poco vocabulario no le permite expresarse libremente, generalmente esperan que le pregunten y contesta en forma corta; esto influye en la descripción de objetos y en el desarrollo del pensamiento.

En la comprensión pueden aparecer lagunas en las nociones espacio-temporales y en la distinción de los colores. Solamente comprenden situaciones concretas en su mayoría y relacionadas con su entorno familiar.

Causas que provocan el retraso simple del lenguaje

Las causas de que un niño presente esta disfunción del lenguaje pueden tener varios orígenes: ü Hereditarios ü Socioculturales se puede presentar en el modelo de la familia que tenga el niño. ü Factores afectivos. La sobreprotección de algunas madres es negativa para el desarrollo del lenguaje del niño. Adivinan lo que su hijo piensa y quiere y hablan por él, no disciernen que esta protección exagerada, tan absurda, es en realidad negativa e invalidante. En contraste a la sobreprotección, los padres que tienen actitudes indiferentes y rechazantes frente a las solicitudes y necesidades del niño, le crean sentimientos de minusvalía y desajustes emocionales que interfieren en el desarrollo de su lenguaje. Además, esta clase de niños suelen tener escasas oportunidades para aprender a hablar, debido precisamente a la indiferencia o rechazo de los padres. ü También en el caso contrario, el abandono o indiferencia ante las necesidades del niño, la deficiente estimulación de su lenguaje es otra de las causas que retrasa el desarrollo del mismo. Lo cierto es, que la atención de la madre es normalmente mucho mejor que la de cualquier institutriz, ama o asistenta social que cuida a muchos niños a la vez, dedicando poco tiempo a cada uno. Sin embargo, si en la familia nadie tiene tiempo para ocuparse del niño, también se producirá una estimulación deficiente del lenguaje. Al niño se le cuida y alimenta únicamente, pero carece del importante contacto verbal con la madre, que le atiende, dando lugar a retrasos en la adquisición y evolución del habla, incluso con consecuencias negativas en la comunicación del niño con los demás. Esta falta de estimulación también se encuentra a menudo, en los niños del campo. Éstos crecen en familias que hablan poco y, además, viven en lugares alejados y solitarios por lo que reciben una estimulación lingüística pobre y deficiente, lo cual hace que se retarden en el desarrollo de su lenguaje verbal. ü Los conflictos en la familia también provocan retrasos en el lenguaje del niño. La situación familiar juega un papel importante en el desarrollo del lenguaje del niño si éste se siente seguro en ella, se desarrollará normalmente; pero si la familia es conflictiva, obstaculizará tal evolución, o sea, una familia desorganizada y conflictiva suele generar una serie de desajustes emocionales en el niño, careciendo además de la ayuda y estimulación de sus padres en la adquisición del lenguaje, lo cual, por lo general, constituye un factor causal del retraso en el habla. Cuando se determinan tempranamente estas causas se puede iniciar en forma oportuna el tratamiento apropiado para fomentar la corrección y desarrollo adecuado del habla en el niño, evitando las consecuencias negativas, por lo que es necesario que los padres sepan actuar adecuadamente bajo la orientación del especialista.

Clasificación del retraso simple del lenguaje

Leve: cuando es menor a tres meses de lo esperado para su edad. Ø Moderado: si es de tres a seis meses. Ø Severo: si es mayor de nueve meses. Ø En el retraso leve del lenguaje, lo que más llama la atención son distintas formas de facilitación fonológica. Desde el punto de vista semántico, la actualización lingüística de contenidos cognitivos es ligeramente más escasa que en los niños sin retraso simple (RL). No obstante, su comprensión parece normal. Su desarrollo morfosintáctico se encuentra en un nivel normal y desde el punto de vista pragmático no se advierten distorsiones ni dificultades especiales. Ø En el retraso moderado del lenguaje, la reducción de patrones fonológicos es más evidente. Semánticamente, la pobreza de vocabulario expresivo es ya notoria, nombran los objetos familiares pero desconocen el nombre de muchos otros objetos y conceptos conocidos por los niños de su edad. Desde el punto de vista morfosintáctico, están presentes los signos que determinan funciones semánticas primarias: interrogación, negación, etc. Es en los signos que determinan funciones semánticas secundarias de categoría nominal (género y número) y verbal donde se manifiestan claros déficit. Las funciones del lenguaje se actualizan lingüísticamente de manera pobre, con abundantes imperativos y gestos verbales de llamada de atención. En el retraso grave del lenguaje, los niños tienen reducidos sus patrones fonológicos casi al mínimo y se da la dislalia múltiple. El área del significado es pequeña en cantidad y calidad. Su sintaxis se parece a la de etapas muy primitivas (holofrase, habla telegráfica). En la pragmática se percibe una conversación centrada en sí mismo. En estos niños es necesario realizar un diagnóstico diferencial respecto al retraso intelectual ligero, síndrome de inatención. Los niños con retraso simple las primeras expresiones verbales distinguibles aparecen después de los tres años y lo superan mayormente antes de ingresar a la escuela. En cambio en los niños con retrasos severos, el lenguaje inteligible aparece después de los cinco años y siendo persistente cuando ingresa a la escuela.

El papel de la familia para el tratamiento del retraso simple del lenguaje en el niño de 3-4 años de edad

Resulta importante resaltar, el protagonismo fundamental que juega la familia como el medio principal donde el niño recibe sus primeras influencias educativas, es en ella donde inicia su marcha, emite sus primeras palabras, aprende a comunicarse y relacionarse con los demás, incorpora las principales pautas de comportamiento y le da un sentido a su vida. La familia junto a la escuela son las instituciones que inician la socialización del ser humano. Los padres son modelos a imitar por sus hijos, la no asignación de responsabilidades en el hogar, la no entrega de encomiendas sociales, la asistencia o falta de entrenamiento en la solución de problemas domésticos de servicio, constituyen actitudes que no contribuyen al desarrollo del lenguaje. Las orientaciones, consejos, apoyos y ayudas que se intercambian con las familias consiguen inevitablemente un ajuste sociofamiliar y mejoran las relaciones entre el niño/a y los padres, a partir de la asimilación paulatina de destrezas necesarias de quienes se encargan de la educación infantil en el hogar y en la comunidad. Toda actividad de la vida cotidiana en la familia debe estar organizada con la intención de corregir el retraso simple del lenguaje en el niño, no tiene que estar obligatoriamente registrada en un plan, lo importante es que cada momento de la vida del niño tenga un sentido útil y favorecedor para su evolución progresiva en el desarrollo de su lenguaje, y eso no lo puede lograr en soledad, tiene que hacerlo en la participación activa con su familia, compartiendo su rutina, sus intercambios, tareas, exigencias, sus contactos emocionales. El niño con retraso simple del lenguaje como los otros niños, requiere de oportunidades para garantizar su socialización, por lo que la estimulación hay que realizarla en el ambiente armónico y natural de su medio familiar. Ante esta disfunción, lo más aconsejable es estimular al niño desde que nace para que su aprendizaje verbal sea normal. En el niño con retraso simple del lenguaje, es necesario reforzar su comunicación, no dejar de comunicarse con él de forma sistemática aunque no haya una respuesta inmediata, es por ello que el estimulo familiar adecuado posibilita una mejor emisión del lenguaje, y facilita su corrección en estos casos, cuando el niño brinde una respuesta, por muy primitiva que parezca es importante que la familia en este momento refuerce su repetición para ir incorporándole nuevas palabras hasta llegar a su consolidación. Es importante que la familia utilice un lenguaje claro, preciso, con un tono de voz regulado pero que exprese los matices afectivos de lo que se quiere comunicar, deben evitarse las expresiones negativas verbales o gestuales cuando no recibe la respuesta deseada o no existe el logro esperado. Esa conducta desestimula y hace que se inhiban otras respuestas y otros logros. Si los padres sienten que se desesperan y no pueden controlarse, es preferible que interrumpan la actividad y la sustituyan por otra más placentera y exitosa para los niños y el padre.

Fuentes

Amon, Alpiner & Sheehy, Aibson: Háblame. Motricidad- Coordinación- Visomanual- Conducta social y Comunicación oral. Editorial Ciencias médicas, Ciudad de la Habana, 2006. Arés Muzio, Patricia. Mi familia es así. La Habana. Editorial Pueblo y Educación, 1990. _______________________. Mi familia es así. La Habana. Editorial Ciencias Sociales.1996. _______________________. Psicología de la Familia. Una aproximación a su estudio. Editorial Ciencias Médicas, Ciudad de la Habana, 2007. Azcoaga, Juan. E y otros: Los retrasos del lenguaje en el niño. Editorial Pueblo y Educación, Ciudad de la Habana, 2005.