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(...) son las lidias de los Parlamentos con simulacros de batallas, y boxeo con guantes, en que, a la par que se hace vacilar y bambolear al adversario, se le da cortésmente, por miedo de que, montado en ira, desnude la mano, y dé con ella recio, y porque en esta mezcla de creencias que lleva a los hombres a comenzar en sus adversarios, o a parar en ellos, todo hombre sabe que golpea un tanto de sí (...), y da suavemente.
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