Tamburas

Tamburas
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Historia de un hijo no reconocido de Pisistrato, tirano de Atenas, que desterrado de su patria ayuda a Cambises y su corte persa a la conquista de Egipto. Una novela en el estilo de Sinuhé el egipcio, con la que guarda numerosas semejanzas.
Autor(a)(es)(as)Karlheinz Grosser
ImprentaImpreso y encuadernado por Printer, industria gráfica SA Tuset, 19 Barcelona 1972


Tamburas. Es una historia de aventura que transporta un mundo maravilloso, es ese tipo de libro que te hace olvidar el presente para situarte en el siglo VI a. de C. y llevarte desde Grecia hasta Persia, Etiopía y Egipto. Con batallas de piratas y ejércitos, aunque también confronta la batalla del amor, la amistad, la lucha por el poder, el engaño y la avaricia. Narrada de una forma tan sencilla que logra atrapar al lector.

El protagonista, quien lleva el mismo nombre del libro, nos va mostrando sus reflexiones y con ello nos presenta a un personaje positivo, inteligente, fuerte y creyente de sus dioses.

"He regresado nuevamente donde comenzó mi marcha. Gemmanos, el hombre al que llamé padre, ya no existe. Poseidón lo alcanzó en la tormenta. La que me dio el nombre, Tambonea, murió poco después. Sólo vive Agneta. Pero es la mujer de otro, y cada vez que mi mente piensa en ello mi espíritu se confunde y mi boca sabe a sangre. Pero al mal sueño sigue siempre el despertar y la prudencia se impone de nuevo a la irreflexión". Así comienza la historia de Tamburas, joven de una influyente familia ateniense que debe convertirse en guerrero y alejarse de su amada Agneta para huir de las insidias que se vierten contra él. Con su fe en los dioses, creadores de lo eterno y lo pasajero, Tamburas saldrá al encuentro de pueblos y tribus, príncipes y reyes; conocerá la guerra y la paz, el hambre y la saciedad, las dignidades y las humillaciones, hallará amigos y enemigos, hasta recorrer la senda de la gloria y de la muerte.

Índice

  • El autor y su obra
  • Primera Parte
  • Segunda Parte
  • Tercera Parte
  • Cuarta Parte.

Datos del autor

Karlheinz Grosser nació en Berlín en el año 1922. Durante la segunda guerra mundial fue piloto de un caza. Luego, antes de que se le ocurriera dedicarse al oficio de escribir, realizó los más variados trabajos: desde mecánico de tanques hasta representante comercial, mecánico, soldador, investigador de mercados, corredor y oficinista. Pronto desembocó en el oficio que más tarde o más temprano desempeñan todos aquellos a quienes roe el gusano de la literatura, o sea redactor y asesor de una editorial. Al mismo tiempo afilaba sus armas, es decir su pluma, escribiendo guiones para la radio y para una empresa cinematográfica.

Sin embargo puede decirse que su carrera literaria no comenzó verdaderamente hasta que escribió los primeros cuentos, publicados en varios periódicos y revistas, de los que pronto fue uno de los colaboradores más cotizados. Publicó con diferentes seudónimos tres novelas y, se ha realizado una película sobre guión suyo, aunque también bajo seudónimo, y hace pocos años se entregó por completo al estudio de la historia antigua de Europa. De estos estudios saldría la mejor de sus novelas, celebrada sin reservas no sólo por los lectores alemanes y todo el mundo, sino por los estudiosos y eruditos de la época en que se desarrolla su acción.

En la actualidad K. Grosser reside en Berlín; está casado y tiene una hija. Una de sus aficiones favoritas son los viajes por todo el mundo, pero especialmente por los países mediterráneos que tan bien demuestra conocer en su novela, Tamburas es, sin duda, su mejor obra. Aparentemente es una simple novela de aventuras, pero por detrás de las peripecias argumentales de los personajes, el autor ha ido desarrollando un cuidadoso estudio de toda una época fundamental de nuestra cultura, el siglo VI a. de C., en el extremo oriental del Mediterráneo. Y también un canto a la Vida. Esta, como la Naturaleza que la cobija, no siempre es amable, bella y apacible. Una de las más excelsas falsificaciones históricas ha sido la idea que nos han transmitido todos los textos oficiales hasta hoy de una Grecia en la que reinaban la serenidad clásica, el sentido de la mesura y el gusto más refinado. Que estas características se dieron de manera singular es innegable y para comprobarlo basta mirar cualquier producto de su arte. Pero los artistas no son ni han sido nunca la medida de los pueblos. Y menos podían serlo del pueblo griego, quizás el más vivo, alegre, desmesurado, excedido y abierto a todas las sensaciones de la historia de la humanidad. Por eso no debe sorprender la crueldad, el sensualismo, el desorden, la sangre, las lágrimas, el odio, la amistad, la inteligencia y la belleza, todo en una barroca mezcla, que impregnan este libro. Porque los griegos vivieron realmente. Lo que quiere decir que experimentaron lo más bajo y lo más alto de la naturaleza humana, siempre en un grado extremo. Por ello serán para siempre la medida y el modelo de todos los hombres.

Fuentes