Tello de Trastámara
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Tello de Trastámara. Aristócrata castellano.
Biografía
Nacido hacia el año 1337 y Tello fue uno de los numerosos hijos ilegítimos que el rey Alfonso XI, tuvo con su amante, Leonor de Guzmán, lo que convirtió a Tello en miembro de la casa de Trastámara, protagonista de encarnizados enfrentamientos al gobierno de su hermanastro Pedro I. Por lo que respecta a Tello de Trastámara, los conflictos contra su hermano Pedro I salpicaron de lleno el tradicional intento de los reyes de Castilla de controlar el señorío de Vizcaya, al cual Tello había accedido por matrimonio y territorio que se convirtió en pieza clave de las luchas fratricidas.
La tensión con Pedro I
Tras su muerte, Alfonso XI eligió a su hijo legítimo, Pedro, para heredar la corona, pero, a la vez, destinó jugosas rentas y patrimonios señoriales a sus hijos ilegítimos, que configuraron así una tupida red de intereses nobiliarios contrarios al gobierno omnímodo y autoritario del monarca. En el caso de Tello, fue investido con los señoríos de Lara, Aguilar, Castañeda, Berlanga y Monteagudo, además de ser el designado por el testamento paterno para acabar de concretar una vieja aspiración de la monarquía castellana desde la época de Sancho IV: incorporar el señorío de Vizcaya a la corona.
En 1342, Alfonso XI ya había intentado apalabrar la boda de María Díaz de Haro II, hija de Juan de Haro el Tuerto señor de Vizcaya, con su hijo Tello, pero finalmente los hidalgos vizcaínos eligieron a Juan Núñez de Lara IV para casar con la heredera del señorío. Así pues, la relación con el señorío de Vizcaya marcó desde el mismo inicio el devenir biográfico de Tello de Trastámara. El personaje más contrario a los Trastámara en los primeros años del reinado de Pedro I era Juan Alfonso de Alburquerque, antiguo servidor de Alfonso XI y hayo que había sido del ahora monarca. Intrigante por naturaleza, los hijos de Leonor de Guzmán fue su objetivo desde el inicio, especialmente Tello, ya que en los planes de Juan Alfonso entraba ser nombrado señor de Vizcaya por Pedro I, contraviniendo el testamento de Alfonso XI que designaba a Tello para tal causa.
Así, en junio de 1353, durante la celebración en Valladolid de las bodas entre el rey de Castilla y la princesa Blanca de Borbón, Enrique y Tello de Trastámara, temerosos de una emboscada por parte de Juan Alfonso de Alburquerque, acudieron a la cita al frente de un numeroso grupo de hombres armados. Establecidos en la cercana villa de Cigales, Tello envió a un mensajero, Álvaro de Carreño, para advertir al rey que la presencia de huestes tenía que ver con las oscuras maniobras de Juan Alfonso contra ellos; a su vez, Juan Alfonso intentó presentar este desacato como una prueba fehaciente de que los Trastámara atentaban contra el monarca. Los tres hermanos se entrevistaron cordialmente en Cigales y los esponsales se celebraron de forma pacífica, lo que significó el principio del fin de la privanza de Juan Alfonso de Alburquerque en la corte castellana a pesar de que, paradójicamente, los acontecimientos posteriores le diesen la razón sobre sus sospechas.
Últimos años
De entre las famosas mercedes enriqueñas, es decir, las contraprestaciones territoriales y económicas que el rey vencedor realizó a los nobles que le habían apoyado en la guerra, una de las primeras fue la de confirmar a Tello de Trastámara los señoríos de Berlanga, Aguilar, Castañeda y Vizcaya, pero, a cambio, envió a su hermano a vigilar la frontera con Portugal. No tuvo don Tello demasiado tiempo de disfrutar de estas nuevas prerrogativas, ya que el 15 de octubre de 1370, apenas un año más tarde de la entronización de su linaje, el señor de Vizcaya falleció... no sin polémica, como deja entrever el canciller Ayala en su crónica: E algunos decían que le fueran dadas hiervas, e que se las diera un físico, que decían maestre Romano, que era físico del rey don Enrique, e que se las diera por mandado del dicho rey, por razón que don Tello andaba siempre tratando con todos aquellos que él sabía que non querían bien al rey don Enrique; pero esto no es cierto, salvo la fama que fue así.
Cabe la duda de si el cronista oscureció los hechos en su benévola defensa de Enrique II, ya que el perfil intrigante que tuvo Tello de Trastámara durante toda su vida le convertían, en efecto, en un personaje incómodo para el nuevo monarca. El señor de Vizcaya fue enterrado, con todos los honores inherentes, en el panteón del monasterio de San Francisco (Palencia). A su muerte, Tello de Trastámara no dejó sucesión legítima, por lo que la cuestión vizcaína se litigó mediante una solución conforme a los intereses de la monarquía castellana: el señorío pasaría a su cuñada Juana Manuel, reina de Castilla y esposa de Enrique II, que lo administraría hasta la mayoría de edad del infante heredero, Juan de Trastámara. Cuando éste heredó el trono castellano tras la muerte de su padre 1370, incorporó el señorío de Vizcaya a los títulos de la realeza castellana, acabando con el gobierno señorial de este territorio. Tello de Trastámara dejó dos hijos ilegítimos: Alfonso Téllez, señor de la Tierra de la Reina, y Juan Téllez de Trastámara, señor de Aguilar y Castañeda. El segundo, Juan Téllez, se casó en primeras nupcias con Leonor de la Vega, apodada la Ricahembra, que, viuda de Juan Téllez, fue posterior esposa del almirante Diego Hurtado de Mendoza y, por ende, madre del famoso literato castellano del siglo XV, Íñigo López de Mendoza, marqués de Santillana. La hija de Juan Téllez y Leonor de la Vega, Aldonza de Castilla, nieta de Tello de Trastámara, heredaría el carácter belicoso e intrigante de su abuelo, y protagonizaría algunos pleitos con su hermanastro el marqués de Santillana por la herencia materna. Con ella se extinguió la rama Trastámara procedente de Tello, señor de Vizcaya.
Muerte
fallecido el 15 de octubre de 1370

