Violencia conyugal

El fenómeno de la violencia conyugal
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Los aspectos esenciales de la Violencia conyugal quedan al descubierto cuando se define a la violencia como una presión psíquica o el uso de la fuerza ejercida contra una persona con el propósito de obtener fines contra la voluntad de la víctima, produciendo daños que pueden ser físicos, psicológicos o sexuales.

Violencia

Como se define en la 4ta Conferencia Mundial sobre la mujer, celebrada en Beijing en septiembre de 1995:

”La violencia contra la mujer, es una violación contra los derechos humanos y las libertades fundamentales de esta, es uno de los obstáculos para poder lograr los objetivos de la plataforma…la violencia que ocurre en privado dentro de la familia incluye golpes, abuso sexual de niños en el hogar, abuso relacionado con la dote, por parte del marido, las mutilaciones genitales femeninas, la escisión(ablación del clítoris) y otras prácticas tradicionales que atentan contra la mujer, el abuso ejercido por otra persona ajenas al marido y el abuso relacionado con la explotación. " "En el ámbito público el abuso y maltrato incluyen violación, abuso sexual, hostigamiento e intimidación sexual en el trabajo, en las instituciones educativas y en otros lugares; trata de mujeres y prostitución forzada. También se incluye la violencia perpetrada por el estado donde sea que ocurra; la estabilización forzada, o el aborto forzado, la utilización forzada o coercitiva de anticonceptivos, el infanticidio de niños y la selección prenatal del sexo, así como el maltrato hacia la mujer en situaciones de conflictos armados, en particular el asesinato, la violencia sistemática la esclavitud sexual y los embarazos forzados.”

Este fenómeno esta presente desde las épocas más remotas de la cultura humana, es universal e histórico pues mujeres de todos los tiempos y del mundo entero con independencia del grado cultural, nivel económico, posición social o ideológica, lo han padecido y aun lo padecen.

Relación violencia - género

¿Qué ocurre con mayor frecuencia? Que los agresores son hombres y víctimas las mujeres, porque todavía en muchos hombres y mujeres sobreviven actitudes y conductas trasmitidas de generación en generación que reproducen en las relación de pareja, las injustas relaciones de desigualdad que desde hace cientos de años han predominado en muchas familias, en las que los primeros asumen posiciones de superioridad y las segundas, de subordinación.

La evaluación de la violencia contra la mujer en general y más específicamente la que ejerce contra ellas su compañero de pareja resulta sumamente compleja por las múltiples aristas que la conforman, pero sin duda la concepción misma del maltrato no puede desvincularse de la situación de la mujer, de la forma en que ellas asumen su subjetividad y del aprendizaje que mediante la socialización hacen de las normas y valores sociales.

Ejemplos de violencia doméstica y conyugal

  • Pegar, golpear, abofetear, quemar, apuñalear o disparar.
  • Insultar a alguien, tratarla sin respeto o avergonzarla, culparle sin razón, amenazar.
  • Forzar a una mujer a tener relaciones sexuales, mirar o participar en actividades sexuales en contra de su voluntad.
  • No permitirle a una mujer salir o visitar a su familia y amistades, enterarse a todos los lugares a donde va, no dejarla trabajar fuera de la casa.
  • Amenazarla con retirarle el apoyo emocional o financiero, malgastar el dinero cuando la familia lo necesita.
  • Forzar a alguien a trabajar y quitarle el salario.
  • Alimentar a la mujer con menos comida que al resto de la familia.


La violencia conyugal

Es una problemática tan extendida como oculta. Existen muchas razones por las cuales tanto la víctima como el victimario intentan disimular y ocultar la situación de maltrato. Es por eso que sólo cuando la Violencia provoca graves daños físicos o psíquicos, el fenómeno se vuelve visible para los demás. Para poder comprender la dinámica de esta violencia es necesario considerar dos factores: 1) su carácter cíclico y 2) su intensidad creciente. Con respecto al primero se ha descrito un ciclo de la violencia constituido por 3 fases:

  • Primera fase, denominada fase de la acumulación de tensión, en la cual se produce una sucesión de pequeños episodios que lleva a roces permanentes entre los miembros de la pareja, con un incremento constante de la ansiedad y la hostilidad.
  • Segunda fase, denominada episodio agudo, en la cual toda la tensión que se había venido acumulando da lugar a una explosión de violencia, que puede variar en gravedad, desde un empujón hasta el homicidio.
  • Tercera fase, denominada luna de miel, en la que se produce el arrepentimiento, a veces instantáneo, por parte del hombre, sobreviniendo un pedido de disculpas y la promesa de que nunca más volverá a ocurrir.

Con respecto al segundo factor de la dinámica de la violencia conyugal(la intensidad creciente), se puede describir una verdadera escalada de violencia: la primera etapa es sutil, toma la forma de agresión psicológica ya que consiste en atentados contra la autoestima de la mujer. Esta comienza a tener miedo de hablar o de hacer algo por temor a las críticas, a sentirse deprimida y débil. En un segundo momento, aparece la violencia verbal, que viene a reforzar la agresión psicológica. El agresor insulta y denigra a la víctima. La ofende, le pone sobrenombres descalificantes, va creando un clima de miedo constante; en muchos casos la mujer llega a un estado de debilitamiento, desequilibrio emocional y depresión que la lleva a consultar a un psiquiatra.

La violencia en contra de la mujer

Es un problema mundial oculto. La liberación de la amenaza del hostigamiento, el maltrato y el abuso sexual es un concepto difícil de imaginar ya que la violencia es una parte tan arraigada de nuestras vidas y culturas. En cualquier sociedad, donde el hombre domina a la mujer, la violencia en contra de la mujer ocurre con una frecuencia desconcertante y como la violación de los derechos humanos de la mayoría de la población mundial. Estadísticamente, las mujeres están más seguras en la calle de lo que están en su propio hogar. Esta violencia está tan entretejida en nuestras sociedades que muchas de las mujeres que son víctimas sienten que ellas son las culpables. En el sentido más amplio, esta violencia consiste en cualquier tipo de violación de la personalidad de ésta, de su integridad mental y física, o de su libertad de movimiento. Esto incluye todas las formas con las que la sociedad utiliza y oprime a las mujeres. En resumen, la violencia en contra de la mujer abarca todo acto de opresión, tanto individual como social desde el abuso de esterilización al abuso de recetar drogas (desde la pornografía hasta la violencia en las prisiones, desde el odio propio que se deriva de la opresión económica y de clases). De todas las formas de violencia que amenazan a la mujer con violación física o psicológica y que limitan su habilidad para hacer elecciones en su vida, la violencia sexual es particularmente insidiosa porque los actos sexuales ordinariamente son una fuente de placer y comunicación. Con frecuencia, no está claro si la violación sexual fue motivada por el deseo sexual o la violencia, o si es que estas motivaciones son poco distinguibles por el hecho de que, en nuestras culturas, la violencia en contra de la mujer en sí ha sido erotizada.

El ciclo de la violencia conyugal

En muchas relaciones que se vuelven violentas es frecuente que el primer ataque aparezca como un hecho aislado. Pero en muchos casos se desarrolla el ciclo de la violencia descrito por Leonore Walker psicóloga norteamericana la cual describió en tres fases:

  1. Acumulación de tensión: enojo, discusiones, maldecir, acusaciones.
  2. Explosión de la violencia: pegar, cachetear, patear, herir, abuso sexual, abuso verbal y puede hasta llegar al homicidio.
  3. Período de calma: que también se le dice luna de miel o de reconciliación, el hombre niega la violencia, pone pretextos, se disculpa o promete que no va ha volver a suceder.

Este ciclo se repite y trae consigo que se anule su autoestima distanciándola del contacto de la realidad objetiva e incapacitándola para poder encontrar por sí sola la salida al maltrato que padece. Por tales razones los especialistas explican que una mujer cuando está en situación de violencia sostenida, que no puede por ella misma romper este ciclo, necesita ayuda, un apoyo exterior de la familia, de los profesionales, del ecosistema que la rodea para aprender a auto cuidarse, a recuperar su autoestima para comprender que ella es capaz de enfrentar el maltrato de que es objeto y que ella si puede ponerle fin. Este repetido ciclo de violencia guarda estrecha relación con dos rasgos fundamentales descritos por la socióloga Judith Astelarra:

  1. Su invisibilidad, dada por el hecho de que existe, pero un silencio cómplice impide que sea enfrentada y resuelta. Esta invisibilidad se debe a la aceptación de tabúes o estereotipos sociales que condenan a la mujer a vivir expensas de ser agredida por su marido. Es decir, todos saben que maltratan a la vecina, pero nadie es capaz de denunciar el delito ante las autoridades policiales.
  2. La culpabilidad de la afectada: esto significa que la mujer es la única culpable de que el hombre la agreda. Podría sonar ilógico, descabellado pero es una realidad.

Encima de ser golpeada, maltratada, humillada, tiene que enfrentar su falta, que provoca este tipo de incidente. Por ejemplo si es víctima de una violación, es porque excitó a un hombre por sus ¨inadecuados gestos femeninos ¨, o su ropa “indecente y provocadora” .Todo esto explica como funcionan los mecanismos de la ideología patriarcal, lo cual posibilita que los hombres al hacer uso de estereotipos de virilidad como poder, subordina por la fuerza a las mujeres, vista como seres inferiores y frágiles. (Gorguet, 2006)

No a la violencia

Tratamiento en Cuba

En Cuba se propician las condiciones legales y sociales para que las mujeres sean sujetos protagónicos en la vida social. El conjunto de políticas y medidas adoptadas por el Gobierno revolucionario favoreció a la población y a la familia en general, que alcanzó seguridad social y satisfacción que hasta entonces no conocían y la mujer fue beneficiada en particular, obtuvo un nuevo estatus social y familiar que progresivamente le ha ido produciendo cambios en su desempeño tradicional.

La familia es la célula fundamental de la sociedad y como tal el estado cubano crea las condiciones para su mejor desarrollo, facilitando a toda la población medios decorosos de subsistencia, el acceso a la salud, educación y cultura, entre otros, lo que sienta las bases para una existencia más plena y feliz.

El código de Familia postula que: El matrimonio se instituye sobre la base de la igualdad de derecho y deberes de ambos cónyuges, quienes tendrán de vivir juntos, guardase la lealtad, la consideración y el respeto debido y ayudarse mutuamente; así como cuidar la familia que han creado y cooperar el uno con el otro en la educación, formación y guía de los hijos conforme a los principios de la moral socialista.

El trabajo de prevención y atención a la violencia intrafamiliar en Cuba se realiza desde el triunfo de la Revolución en 1959, teniendo en cuenta que es reflejo de la cultura patriarcal, en la que desiguales relaciones de poder imponen generalmente a la mujer, un rol de subordinación. Se trabaja por modificar este modelo autocrático de familia en que la mujer tiene desventajas específicas, por un modelo cada vez más democrático en el que todos participen y sean tenidos en cuenta.

Fuente

  • http://www.eumed.net/libros
  • Jiménez Fernández, M.:(2010) Violencia ejercida a la mujer en la relación de pareja. Policlínico Rolando Monterrey. Enero-junio 2009.
  • Corsi, Jorge. Violencia familiar. Una mirada interdisciplinaria sobre un grave problema social: Editorial PAIDOS, Buenos Aires, 2006.
  • Nuestros cuerpos, nuestras vidas. Editorial Siete Cuentos, Nueva York, 2000.