Diferencia entre revisiones de «Sociedad de la información»

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'''La sociedad de la información''' surge por la preeminencia de las [[nuevas tecnologías de la información]] en todas las esferas. Pero la aparición de esta Sociedad de la Información y el surgimiento del concepto que etiquetamos con esta expresión no ha emergido repentinamente sino que podemos encontrarlo, al menos embrionariamente, en la investigación social realizada durante los últimos años de la década de los sesenta y principios de la de los setenta.
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'''La sociedad de la información''' surge por la preeminencia de las [[Nuevas tecnologías de la información]] en todas las esferas. Pero la aparición de esta Sociedad de la Información y el surgimiento del concepto que etiquetamos con esta expresión no ha emergido repentinamente sino que podemos encontrarlo, al menos embrionariamente, en la investigación social realizada durante los últimos años de la década de los sesenta y principios de la de los setenta.
  
== Teorizaciones sobre el término ==
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Si buscamos una definición formal para determinar qué entendemos, pues, por sociedad de la información encontraremos una multiplicidad de proposiciones, pero confiando en la importancia de los precursores destacados anteriormente, podemos contar con el apoyo de algunas de las figuras relevantes que citábamos en el apartado precedente. Así, Masuda la define como la sociedad que crece y se desarrolla alrededor de la información y que aporta un florecimiento general de la creatividad intelectual humana en lugar de un aumento del consumo material.<br>Otra versión es la que nos proporciona Raúl Trejo (1996), que parte de la consideración de que la sociedad de la información, más que un proyecto definido, constituye una aspiración del nuevo entorno humano, en donde los conocimientos, su creación y propagación son el elemento definitorio de las relaciones entre los individuos y entre las naciones.<br>Siguiendo esta línea, Julio Linares (1995) menciona que las sociedades de la información se caracterizan por basarse en el conocimiento y en los esfuerzos por convertir la información (que se genera, transmite y procesa a gran velocidad) en conocimiento. Al respecto, cuanto mayor es la cantidad de información generada por una sociedad, mayor es la necesidad de convertirla en conocimiento.<br>Esta línea de pensamiento también se refleja en el “Libro Blanco sobre la educación y la formación” (COMISIÓN EUROPEA; 1995) donde se afirma que la sociedad del futuro será una sociedad del conocimiento y que, en dicha sociedad, la educación y la formación serán los principales vectores de identificación, pertenencia y promoción social. En este sentido han aparecido reflexiones que consideran plenamente a la Sociedad de la Información como una sociedad de aprendizaje y de aprendizaje a lo largo de toda la vida (SOETE, L. ; 1996). Así mismo, en el primer informe anual del Foro de la Sociedad de la Información a la comisión Europea (FORO DE LA SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN 1996) se afirma que el cambio hacia la Sociedad de la Información se produce a una velocidad tal que la persona sólo podrá adaptarse si la sociedad de la información se convierte en una sociedad de aprendizaje permanente.<br>Pero parece que la concepción sobre la sociedad de la información no queda completa si no citamos a uno de sus grandes estudiosos, Manuel Castells (1998). En su opinión, nos hallamos ante un nuevo sistema tecnológico, económico y social. Una economía en la que el incremento de productividad no depende del incremento cuantitativo de los factores de producción (los tradicionales capital, trabajo y recursos naturales), sino de la aplicación de conocimientos e información a la gestión, producción y distribución, tanto en los procesos como en los productos.<br>En esta misma línea, resulta interesante echar un vistazo a los planteamientos que los diversos planes estratégicos realizan en torno a la definición de la sociedad de la información. Así, en el “Plan para el desarrollo de la Sociedad de la Información” (período 2000-2003) del Gobierno Vasco, el fenómeno queda definido como la comunidad que utiliza extensivamente y de forma optimizada las oportunidades que ofrecen las tecnologías de la información y las comunicaciones como medio para el desarrollo personal y profesional de sus ciudadanos miembros.<br>Acogiéndose, básicamente, a la vertiente tecnológica, autores como E. Angulo nos definen el fenómeno como un nuevo modelo de sociedad avanzada, cuyo soporte lo conforman redes de telecomunicaciones actuales y futuras, cableadas e inalámbricas, junto con toda su infraestructura de hardware y software a través de las que circulará tráfico digital de toda clase a muy alta velocidad (ANGULO, E ; 1998). Siguiendo esta estela, algunas concepciones han considerado como elemento característico y definitorio de la Sociedad de la Información a la infraestructura de redes de telecomunicaciones, de manera que la nueva realidad que vivimos actualmente es posible gracias a la utilización conjunta de esta infraestructura junto al manejo de las computadoras (TIFFIN, J. &amp; RAJASIGHAM, L. ; 1995).<br>Fundamentalmente, pues, la sociedad de la información es definida a través de tres elementos clave: tecnología, información y conocimiento. Estas son las tres pautas básicas que determinan los cambios de todas y cada una de las facetas que configuran nuestra sociedad, una sociedad en pleno proceso de mutación que es etiquetada como “Sociedad de la Información y el Conocimiento” y que designa una nueva forma de organización tanto en la economía como en la sociedad. <br>Alrededor de estas nociones generales sobre la sociedad de la información, se han ido adheriendo algunos matices interesantes. Entre ellos cabe destacar los que provienen de algunas reflexiones que han llegado a afirmar que otro de los rasgos básicos de esta nueva sociedad es precisamente que nos encontramos ante una sociedad exenta de “lugar”, carente de la dependencia de condicionantes espaciales y temporales que habían caracterizado otras etapas anteriores en la historia de la humanidad. No sólo eso, sino que aquí tendrían lugar las consideraciones sobre la inmaterialización de los procesos económicos o la emergencia de una nueva concepción geopolítica. <br>En pocas palabras, con la llegada de la sociedad de la información, el mundo ha “empequeñecido” y todos nos hemos convertido en vecinos de todos y las clásicas categorías de tiempo y espacio ya no sirven para estructurar las relaciones de la nueva sociedad. <br>Pero ante afirmaciones tan atrevidas, otras posturas coinciden en el hecho de que el rasgo que caracteriza la sociedad de la información de las anteriores es, precisamente, el paso que supone introducirnos en una etapa caracterizada por las posibilidades de mejorar la cuantía y la calidad de nuestro conocimiento. Así, al margen de una sociedad de la información, vivimos en una sociedad del conocimiento. Pero esta información debe articularse en complejas estructuras cognitivas para constituirse en conocimiento.<br>
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== Teorizaciones sobre el término  ==
  
== Precursores de la investigación social sobre Sociedad de la Información ==
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Si buscamos una definición formal para determinar qué entendemos, pues, por sociedad de la información encontraremos una multiplicidad de proposiciones, pero confiando en la importancia de los precursores destacados anteriormente, podemos contar con el apoyo de algunas de las figuras relevantes que citábamos en el apartado precedente. Así, Masuda la define como la sociedad que crece y se desarrolla alrededor de la información y que aporta un florecimiento general de la creatividad intelectual humana en lugar de un aumento del consumo material.<br>Otra versión es la que nos proporciona Raúl Trejo (1996), que parte de la consideración de que la sociedad de la información, más que un proyecto definido, constituye una aspiración del nuevo entorno humano, en donde los conocimientos, su creación y propagación son el elemento definitorio de las relaciones entre los individuos y entre las naciones.<br>Siguiendo esta línea, Julio Linares (1995) menciona que las sociedades de la información se caracterizan por basarse en el conocimiento y en los esfuerzos por convertir la información (que se genera, transmite y procesa a gran velocidad) en conocimiento. Al respecto, cuanto mayor es la cantidad de información generada por una sociedad, mayor es la necesidad de convertirla en conocimiento.<br>Esta línea de pensamiento también se refleja en el “Libro Blanco sobre la educación y la formación” (COMISIÓN EUROPEA; 1995) donde se afirma que la sociedad del futuro será una sociedad del conocimiento y que, en dicha sociedad, la educación y la formación serán los principales vectores de identificación, pertenencia y promoción social. En este sentido han aparecido reflexiones que consideran plenamente a la Sociedad de la Información como una sociedad de aprendizaje y de aprendizaje a lo largo de toda la vida (SOETE, L.&nbsp;; 1996). Así mismo, en el primer informe anual del Foro de la Sociedad de la Información a la comisión Europea (FORO DE LA SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN 1996) se afirma que el cambio hacia la Sociedad de la Información se produce a una velocidad tal que la persona sólo podrá adaptarse si la sociedad de la información se convierte en una sociedad de aprendizaje permanente.<br>Pero parece que la concepción sobre la sociedad de la información no queda completa si no citamos a uno de sus grandes estudiosos, Manuel Castells (1998). En su opinión, nos hallamos ante un nuevo sistema tecnológico, económico y social. Una economía en la que el incremento de productividad no depende del incremento cuantitativo de los factores de producción (los tradicionales capital, trabajo y recursos naturales), sino de la aplicación de conocimientos e información a la gestión, producción y distribución, tanto en los procesos como en los productos.<br>En esta misma línea, resulta interesante echar un vistazo a los planteamientos que los diversos planes estratégicos realizan en torno a la definición de la sociedad de la información. Así, en el “Plan para el desarrollo de la Sociedad de la Información” (período 2000-2003) del Gobierno Vasco, el fenómeno queda definido como la comunidad que utiliza extensivamente y de forma optimizada las oportunidades que ofrecen las tecnologías de la información y las comunicaciones como medio para el desarrollo personal y profesional de sus ciudadanos miembros.<br>Acogiéndose, básicamente, a la vertiente tecnológica, autores como E. Angulo nos definen el fenómeno como un nuevo modelo de sociedad avanzada, cuyo soporte lo conforman redes de telecomunicaciones actuales y futuras, cableadas e inalámbricas, junto con toda su infraestructura de hardware y software a través de las que circulará tráfico digital de toda clase a muy alta velocidad (ANGULO, E&nbsp;; 1998). Siguiendo esta estela, algunas concepciones han considerado como elemento característico y definitorio de la Sociedad de la Información a la infraestructura de redes de telecomunicaciones, de manera que la nueva realidad que vivimos actualmente es posible gracias a la utilización conjunta de esta infraestructura junto al manejo de las computadoras (TIFFIN, J. &amp; RAJASIGHAM, L.&nbsp;; 1995).<br>Fundamentalmente, pues, la sociedad de la información es definida a través de tres elementos clave: tecnología, información y conocimiento. Estas son las tres pautas básicas que determinan los cambios de todas y cada una de las facetas que configuran nuestra sociedad, una sociedad en pleno proceso de mutación que es etiquetada como “Sociedad de la Información y el Conocimiento” y que designa una nueva forma de organización tanto en la economía como en la sociedad. <br>Alrededor de estas nociones generales sobre la sociedad de la información, se han ido adheriendo algunos matices interesantes. Entre ellos cabe destacar los que provienen de algunas reflexiones que han llegado a afirmar que otro de los rasgos básicos de esta nueva sociedad es precisamente que nos encontramos ante una sociedad exenta de “lugar”, carente de la dependencia de condicionantes espaciales y temporales que habían caracterizado otras etapas anteriores en la historia de la humanidad. No sólo eso, sino que aquí tendrían lugar las consideraciones sobre la inmaterialización de los procesos económicos o la emergencia de una nueva concepción geopolítica. <br>En pocas palabras, con la llegada de la sociedad de la información, el mundo ha “empequeñecido” y todos nos hemos convertido en vecinos de todos y las clásicas categorías de tiempo y espacio ya no sirven para estructurar las relaciones de la nueva sociedad. <br>Pero ante afirmaciones tan atrevidas, otras posturas coinciden en el hecho de que el rasgo que caracteriza la sociedad de la información de las anteriores es, precisamente, el paso que supone introducirnos en una etapa caracterizada por las posibilidades de mejorar la cuantía y la calidad de nuestro conocimiento. Así, al margen de una sociedad de la información, vivimos en una sociedad del conocimiento. Pero esta información debe articularse en complejas estructuras cognitivas para constituirse en conocimiento.<br>
  
&nbsp;El surgimiento de esta Sociedad de la Información y el surgimiento del concepto que etiquetamos con esta expresión no ha emergido repentinamente sino que podemos encontrarlo, al menos embrionariamente, en la investigación social realizada durante los últimos años de la década de los sesenta y principios de la de los setenta, básicamente de manos de investigadores de la talla de Alain Touraine (a partir de obras como “La societé post-industrielle” de 1969) o Daniel Bell (con “The coming of post-industrial society: a venture in social forecasting” de 1973). Ambos analizaron los cambios sociales y económicos en la sociedad de ese tiempo y utilizaron la categoría de “post-industrialismo” para indicar que una nueva era estaba ya aproximándose, una nueva etapa en que la centralidad de todo progreso sería acaparada por el conocimiento, un conocimiento fruto de la aparición de nuevas fuentes de información y de la posibilidad de acceso a ellas.<br>A pesar de la importancia de ambos pensadores, ciertas fuentes (como por ejemplo el Informe de Telefónica sobre la Sociedad de la Información en España) consideran precursor inicial de estas nuevas percepciones sociales al teórico Fritz Machlup de la Universidad de Princeton (Estados Unidos), que trató de describir el significado económico del desarrollo de las actividades de información y comunicación (con obras como “The Production and Distribution of Knowledge in the United States”, de 1962 ) proporcionando un ejemplo de cálculo del valor monetario de este tipo de producción que se denomina “producción del conocimiento”. <br>Marshall Mcluhan, teórico de la comunicación, académico e investigador de la Universidad de Toronto (Canadá) ha pasado a la posteridad como uno de los grandes visionarios de la presente y futura sociedad de la información. Durante el final de los años 60 y principios de los 70, Mcluhan acuñó el término “aldea global” para describir la interconectividad humana a escala global generada por los medios electrónicos de comunicación.<br>Yoneji en el año 1969 publica un informe titulado “Towards the Information Society”. Sobre las tesis de ese informe, ya en 1972, una organización no lucrativa japonesa, el Japan Computer Usage Development Institute (JACUDI), presentó al gobierno de su país el “Plan para la Sociedad de la Información” Un objetivo nacional para el año 2000”, conocido universalmente como el “Plan JACUDI” y que fue el primer apunte estratégico sobre las políticas públicas en la sociedad de la información. Masuda publicó su libro “The Information Society as Post-Industrial Society”. La obra, que tuvo una gran difusión, no solamente popularizó la expresión “Sociedad de la Información”, sino que su estudio prospectivo de la sociedad de la información ha contribuido a marcar las pautas de muchos planes estratégicos actualmente vigentes.<br>Alvin Toffler (para algunos, probablemente, el más relevante ensayista futurista de la década de los 80 ) con su popular “La tercera ola” (“The third wave”) de 1981, en la que destacaba que el uso de la tecnología para satisfacer necesidades de comunicación e información hacía del conocimiento un elemento alcanzable, digerible y socializable. Para él la información estaba consolidando un nuevo arquetipo de sociedad moderna : “los generadores de información” (tecnoesfera), quienes la utilizan (socioesfera) y los intermediadores que la vuelven accesible (infoesfera). <br>Nicholas Negroponte (Director del laboratorio de medios del Instituto de Tecnología de Massachusetts–MIT) que, con el “Mundo Digital” (“Being Digital”), de 1995, nos ofrece una visión optimista de cómo la tecnología digital puede transformar las vidas humanas. Anuncia que la etapa de transición entre la era industrial y la post-industrial, o era de la información, ha sido tan discutida que no nos hemos dado cuenta de que estamos pasando a la era de la post-información, en la que la fabricación de bits puede llegar a realizarse en cualquier lugar del mundo, en cualquier momento, anulando las limitaciones geográficas y permitiendo, al mismo tiempo, la personalización de los servicios. Y añade que la digitalización de las comunicaciones internacionales conlleva, automáticamente, el bienestar y el desarrollo social en un nuevo contexto en el que la democracia pasará a ser más participativa y vital.<br>Marc Porat de la Universidad de Stanford, publica, en 1974, un trabajo en el que sostiene que las actividades relacionadas directa o indirectamente con la información se singularizan progresivamente. Así, acaba definiendo un nuevo campo de la actividad productiva, el de la “economía de la información”, unido siempre al desarrollo de las nuevas tecnologías y que adquiere una personalidad diferenciada y autónoma dentro del sector terciario.<br>John Naisbitt, por su parte, publica, en 1978, “Megatrends”, ( aunque no podemos obviar obras como “La paradoja global” ), fruto de más de una década de investigación, obra que puso las bases para dar a conocer y expandir la expresión Sociedad de la Información y donde se describían los escenarios futuros a los que daría lugar la sociedad de la información. <br>Simon Nora y Alain Minc en la publicación de un informe titulado “L´informatisation de la societé”, en que se prestaba atención al desarrollo de la industria o del sector de los servicios informáticos y de telecomunicaciones. En esta obra, se presentaba, por primera vez, el neologismo telemática (vocablo que surge de la fusión entre la informática y las telecomunicaciones).<br>En 1984, William Gibson, escritor norteamericano de ciencia ficción, populariza, en su primera novela “Neuromancer” (que ha sido considerada una de las más influyentes de los últimos cincuenta años el término “ciberespacio”, para describir un mundo mediatizado por los computadores, con acceso directo a un mundo paralelo de información digitalizada. <br>Jean Jacques Servan Schneiber, escritor y político francés que, en 1967, publicó lo que se convertiría en un éxito de librería en varios países: “El Desafío Americano” (“Le Défi Americain”). En la obra adquiere importancia el papel desempeñado por el management y el conocimiento aplicado fruto del volumen y la capacidad de las empresas con tecnología punta en el ámbito económico y empresarial, uno de los pilares básicos de la actual sociedad de la información. Para él, el futuro de la actual sociedad “post-industrial”, se basaba en tres revoluciones culturales: el desarrollo acelerado de la concentración urbana, la explosión de la información y la automatización generalizada de la producción. De este modo, la mutación de una sociedad “post-industrial” a una sociedad de servicios basada en la información y el conocimiento pasa a depender de los adelantos técnicos en materia de telecomunicaciones.<br>Peter F. Drucker en su libro “La sociedad post-capitalista” ( “Post-capitalist society” ), de 1974, en la que destacaba la necesidad de generar una teoría económica que colocara al conocimiento en el centro de la producción de riqueza. Al mismo tiempo, señalaba que lo más importante no era la cantidad de conocimiento, sino su productividad. En este sentido, reclamaba para una futura sociedad, para una sociedad de la información en la que el recurso básico sería el saber, que la voluntad de aplicar conocimiento para generar más conocimiento debía basarse en un elevado esfuerzo de sistematización y organización. Para Drucker, en la sociedad de la información actual, el saber es el único recurso significativo, mientras que los tradicionales factores de producción ( recursos naturales, mano de obra y capital ) se han convertido en secundarios y pueden obtenerse, con facilidad, siempre que haya saber. Para él, pues, las nuevas tecnologías, que acompañan a la sociedad de la información, están transformando radicalmente las economías, los mercados y la estructura de la industria, los productos y servicios, los puestos de trabajo y los mercados laborales. El impacto es mayor, según él, en la sociedad y la política, y, en conjunto, en la manera en que vemos el mundo y a nosotros mismos.<br>Manuel Castells, quizá el “gurú” más actual en el campo de la sociedad de la información. En su libro “La ciudad informacional” (1995) califica a la actual revolución tecnológica como un punto o momento de inflexión en la historia. Tanto en esta obra como en la posterior “Las tecnópolis del mundo” (junto a Peter Hall) o en la trilogía “The Rise of the Network Society”, enfatiza el análisis de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación en relación con los procesos de toma de decisiones tecnológicas realizados por actores públicos y privados y las transformaciones en la producción y reproducción del territorio urbano regional. En particular, en el segundo libro de la trilogía, “The power of identity”, especifica la oportunidad que ofrecen las nuevas tecnologías para alentar y ampliar la participación política y las comunicaciones horizontales entre los ciudadanos. <br>Tras este momento de impacto inicial, con algunos de los teóricos citados, el fenómeno empezó a “materiarlizarse” con la aparición de diversos proyectos e iniciativas. Entre ellas, siendo una de las precursoras, encontramos la propuesta reflejada en el informe Clinton-Gore “Technology for America´s economic growth” de 1993. Su objetivo explícito era el de propiciar el desarrollo económico estadounidense y mantener su liderazgo mundial en el plano económico y en el ámbito de I+D, mediante una serie de iniciativas, entre las que destacaba el despliegue de una infraestructura nacional de información. <br>La publicación de la NII, más conocida como “autopistas de la información” (Information Superhighways ) generó rápidamente un conjunto de informes similares procedentes de los otros bloques económicos ( Unión Europea y Japón ) y de gran parte de los países avanzados ( Canadá, Suecia, Finlandia, Dinamarca, Francia, Alemania y Reino Unido ). Principalmente en Europa se acabará de consolidar el término “Sociedad de la Información” o “Sociedad Global de la Información”. <br>En la actualidad, pues, la expresión se ha popularizado a raíz de su uso habitual en las iniciativas públicas que tienen la finalidad de promoverla, como hemos dicho, fundamentalmente en Europa, si bien regiones como la latinoamericana empiezan a sumarse y a desarrollar esta tendencia. Así pues, la Comisión Europea ha hecho uso de la expresión en múltiples ocasiones y como título de diversas iniciativas, englobando en el concepto de “sociedad de la información” todos los servicios prestados con los concursos de las tecnologías de la información y las comunicaciones.<br>En esta misma línea, algunos sucesos o actuaciones han contribuido a que esta “etiqueta” se extendiera y adquiriese popularidad. Un buen ejemplo lo constituye la Conferencia Ministerial de 1995 de la OCDE que requirió al Comité de Políticas de Información, Informática y Comunicaciones para la formulación de recomendaciones en el campo de explotación de oportunidades en referencia a las Infraestructuras Globales de la Información y la Sociedad de la Información. <br>A pesar de estas aportaciones no existe aún una definición concreta y operacional que consensualice exactamente en qué consiste el fenómeno de la sociedad de la información. Esto provoca que sea difícil determinar con exactitud cuáles son las sociedades o países que ya han alcanzado un status determinado para hallarse en la sociedad de la información. Algunos autores como Jan Steyard o Nick Gould (2000) plantean una propuesta que si bien esencial y un tanto ambigua, podría determinar las bases que caracterizan los rasgos principales de lo que actualmente podemos entender por Sociedad de la Información: más información, más nivel tecnológico y un progresivo crecimiento del conjunto de actividades y servicios que se desarrollan en la economía del tercer sector.<br>Respecto al primer elemento de esta consideración, Price (en obras como “Hacia una ciencia de la ciencia”) vaticinaba, alrededor de 1963, un crecimiento exponencial de los productos de información científica. Y así ha ocurrido, al menos en algunas de las sociedades de Occidente, donde se ha podido apreciar un significativo aumento de la cantidad y los flujos de información en las últimas décadas gracias al crecimiento editorial, la difusión de fenómenos como el teléfono, la televisión y la radio, o bien, por la aparición de uno de los pilares fundamentales en los que se sostiene esta sociedad de la información a la que nos referimos: Internet.<br>Así, al ritmo que aumentaba la cantidad de información crecía, paralelamente, la capacidad de innovación tecnológica, de manera que casi podríamos hablar de fenómenos paralelos o interdependientes. Para Negroponte (1995), “las tecnologías de la información” caracterizan el final del siglo pasado y la “Era de la información” con la que abrimos este milenio.<br>Las mejoras en las comunicaciones se han convertido en un rasgo fundamental para comprender los parámetros de esta nueva sociedad de la información. Así, los ciudadanos pasan a emplear los avances tecnológicos y nuevos servicios a su alcance para mejorar los diversos aspectos de su vida cotidiana (LÓPEZ, M. ; 1998), una vida que se transforma ya no sólo en el ámbito laboral y cognitivo, sino también en el de la comunicación. En este sentido, las posibilidades de intercomunicación deben transformar y mejorar las relaciones humanas en todos los ámbitos, constituyendo, además de una sociedad bien informada, una bien comunicada. Así, para Williams (1981), los cambios trascendentales que estamos presenciando en los sistemas de comunicación no pueden pasarnos desapercibidos. <br>A pesar de lo claras y explícitas que pueden parecer algunas posturas a la hora de analizar el fenómeno de la sociedad de la información, lo cierto es que no puede preverse con seguridad el futuro de su evolución, estando recibiendo, apenas, los primeros efectos que se derivan del suceso.<br>Esta sensación es patente si atendemos a algunas formulaciones como la que aparece, en abril de 1997, en el informe “Building the European Information Society for us all” del grupo de expertos de la oficina para el proyecto para la Sociedad de la Información de la Comisión Europea: “La sociedad de la información es la sociedad, actualmente en construcción (concepto o idea que ya podríamos encontrarnos en la obra “Expecting the Unexpected: The Uncertain Future of Knowledge and Technology” de Kenneth E. Boulding, del año 1974 ), donde las tecnologías de bajo coste para el almacenamiento y transmisión de información son de uso generalizado. Esta generalización en el uso de datos e información va acompañada de innovaciones organizacionales comerciales, sociales y legales, que cambiarán profundamente la vida en el mundo del trabajo y en la sociedad en general”.<br>Partiendo de las puntualizaciones señaladas con anterioridad, en líneas generales, actualmente, podríamos hablar de la Sociedad de la Información como un modo de incidir sobre la importancia que tiene la presencia de la información en nuestra cultura, una información que se apoya en los recursos tecnológicos que hacen posible su comunicación y transmisión en aras de un intercambio global entre diferentes culturas. <br>
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== Precursores de la investigación social sobre Sociedad de la Información ==
  
== Las diversas posturas alrededor de la Sociedad de la Información ==
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&nbsp;El surgimiento de esta Sociedad de la Información y el surgimiento del concepto que etiquetamos con esta expresión no ha emergido repentinamente sino que podemos encontrarlo, al menos embrionariamente, en la investigación social realizada durante los últimos años de la década de los sesenta y principios de la de los setenta, básicamente de manos de investigadores de la talla de Alain Touraine (a partir de obras como “La societé post-industrielle” de 1969) o Daniel Bell (con “The coming of post-industrial society: a venture in social forecasting” de 1973). Ambos analizaron los cambios sociales y económicos en la sociedad de ese tiempo y utilizaron la categoría de “post-industrialismo” para indicar que una nueva era estaba ya aproximándose, una nueva etapa en que la centralidad de todo progreso sería acaparada por el conocimiento, un conocimiento fruto de la aparición de nuevas fuentes de información y de la posibilidad de acceso a ellas.<br>A pesar de la importancia de ambos pensadores, ciertas fuentes (como por ejemplo el Informe de Telefónica sobre la Sociedad de la Información en España) consideran precursor inicial de estas nuevas percepciones sociales al teórico Fritz Machlup de la Universidad de Princeton (Estados Unidos), que trató de describir el significado económico del desarrollo de las actividades de información y comunicación (con obras como “The Production and Distribution of Knowledge in the United States”, de 1962 ) proporcionando un ejemplo de cálculo del valor monetario de este tipo de producción que se denomina “producción del conocimiento”. <br>Marshall Mcluhan, teórico de la comunicación, académico e investigador de la Universidad de Toronto (Canadá) ha pasado a la posteridad como uno de los grandes visionarios de la presente y futura sociedad de la información. Durante el final de los años 60 y principios de los 70, Mcluhan acuñó el término “aldea global” para describir la interconectividad humana a escala global generada por los medios electrónicos de comunicación.<br>Yoneji en el año 1969 publica un informe titulado “Towards the Information Society”. Sobre las tesis de ese informe, ya en 1972, una organización no lucrativa japonesa, el Japan Computer Usage Development Institute (JACUDI), presentó al gobierno de su país el “Plan para la Sociedad de la Información” Un objetivo nacional para el año 2000”, conocido universalmente como el “Plan JACUDI” y que fue el primer apunte estratégico sobre las políticas públicas en la sociedad de la información. Masuda publicó su libro “The Information Society as Post-Industrial Society”. La obra, que tuvo una gran difusión, no solamente popularizó la expresión “Sociedad de la Información”, sino que su estudio prospectivo de la sociedad de la información ha contribuido a marcar las pautas de muchos planes estratégicos actualmente vigentes.<br>Alvin Toffler (para algunos, probablemente, el más relevante ensayista futurista de la década de los 80 ) con su popular “La tercera ola” (“The third wave”) de 1981, en la que destacaba que el uso de la tecnología para satisfacer necesidades de comunicación e información hacía del conocimiento un elemento alcanzable, digerible y socializable. Para él la información estaba consolidando un nuevo arquetipo de sociedad moderna&nbsp;: “los generadores de información” (tecnoesfera), quienes la utilizan (socioesfera) y los intermediadores que la vuelven accesible (infoesfera). <br>Nicholas Negroponte (Director del laboratorio de medios del Instituto de Tecnología de Massachusetts–MIT) que, con el “Mundo Digital” (“Being Digital”), de 1995, nos ofrece una visión optimista de cómo la tecnología digital puede transformar las vidas humanas. Anuncia que la etapa de transición entre la era industrial y la post-industrial, o era de la información, ha sido tan discutida que no nos hemos dado cuenta de que estamos pasando a la era de la post-información, en la que la fabricación de bits puede llegar a realizarse en cualquier lugar del mundo, en cualquier momento, anulando las limitaciones geográficas y permitiendo, al mismo tiempo, la personalización de los servicios. Y añade que la digitalización de las comunicaciones internacionales conlleva, automáticamente, el bienestar y el desarrollo social en un nuevo contexto en el que la democracia pasará a ser más participativa y vital.<br>Marc Porat de la Universidad de Stanford, publica, en 1974, un trabajo en el que sostiene que las actividades relacionadas directa o indirectamente con la información se singularizan progresivamente. Así, acaba definiendo un nuevo campo de la actividad productiva, el de la “economía de la información”, unido siempre al desarrollo de las nuevas tecnologías y que adquiere una personalidad diferenciada y autónoma dentro del sector terciario.<br>John Naisbitt, por su parte, publica, en 1978, “Megatrends”, ( aunque no podemos obviar obras como “La paradoja global” ), fruto de más de una década de investigación, obra que puso las bases para dar a conocer y expandir la expresión Sociedad de la Información y donde se describían los escenarios futuros a los que daría lugar la sociedad de la información. <br>Simon Nora y Alain Minc en la publicación de un informe titulado “L´informatisation de la societé”, en que se prestaba atención al desarrollo de la industria o del sector de los servicios informáticos y de telecomunicaciones. En esta obra, se presentaba, por primera vez, el neologismo telemática (vocablo que surge de la fusión entre la informática y las telecomunicaciones).<br>En 1984, William Gibson, escritor norteamericano de ciencia ficción, populariza, en su primera novela “Neuromancer” (que ha sido considerada una de las más influyentes de los últimos cincuenta años el término “ciberespacio”, para describir un mundo mediatizado por los computadores, con acceso directo a un mundo paralelo de información digitalizada. <br>Jean Jacques Servan Schneiber, escritor y político francés que, en 1967, publicó lo que se convertiría en un éxito de librería en varios países: “El Desafío Americano” (“Le Défi Americain”). En la obra adquiere importancia el papel desempeñado por el management y el conocimiento aplicado fruto del volumen y la capacidad de las empresas con tecnología punta en el ámbito económico y empresarial, uno de los pilares básicos de la actual sociedad de la información. Para él, el futuro de la actual sociedad “post-industrial”, se basaba en tres revoluciones culturales: el desarrollo acelerado de la concentración urbana, la explosión de la información y la automatización generalizada de la producción. De este modo, la mutación de una sociedad “post-industrial” a una sociedad de servicios basada en la información y el conocimiento pasa a depender de los adelantos técnicos en materia de telecomunicaciones.<br>Peter F. Drucker en su libro “La sociedad post-capitalista” ( “Post-capitalist society” ), de 1974, en la que destacaba la necesidad de generar una teoría económica que colocara al conocimiento en el centro de la producción de riqueza. Al mismo tiempo, señalaba que lo más importante no era la cantidad de conocimiento, sino su productividad. En este sentido, reclamaba para una futura sociedad, para una sociedad de la información en la que el recurso básico sería el saber, que la voluntad de aplicar conocimiento para generar más conocimiento debía basarse en un elevado esfuerzo de sistematización y organización. Para Drucker, en la sociedad de la información actual, el saber es el único recurso significativo, mientras que los tradicionales factores de producción ( recursos naturales, mano de obra y capital ) se han convertido en secundarios y pueden obtenerse, con facilidad, siempre que haya saber. Para él, pues, las nuevas tecnologías, que acompañan a la sociedad de la información, están transformando radicalmente las economías, los mercados y la estructura de la industria, los productos y servicios, los puestos de trabajo y los mercados laborales. El impacto es mayor, según él, en la sociedad y la política, y, en conjunto, en la manera en que vemos el mundo y a nosotros mismos.<br>Manuel Castells, quizá el “gurú” más actual en el campo de la sociedad de la información. En su libro “La ciudad informacional” (1995) califica a la actual revolución tecnológica como un punto o momento de inflexión en la historia. Tanto en esta obra como en la posterior “Las tecnópolis del mundo” (junto a Peter Hall) o en la trilogía “The Rise of the Network Society”, enfatiza el análisis de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación en relación con los procesos de toma de decisiones tecnológicas realizados por actores públicos y privados y las transformaciones en la producción y reproducción del territorio urbano regional. En particular, en el segundo libro de la trilogía, “The power of identity”, especifica la oportunidad que ofrecen las nuevas tecnologías para alentar y ampliar la participación política y las comunicaciones horizontales entre los ciudadanos. <br>Tras este momento de impacto inicial, con algunos de los teóricos citados, el fenómeno empezó a “materiarlizarse” con la aparición de diversos proyectos e iniciativas. Entre ellas, siendo una de las precursoras, encontramos la propuesta reflejada en el informe Clinton-Gore “Technology for America´s economic growth” de 1993. Su objetivo explícito era el de propiciar el desarrollo económico estadounidense y mantener su liderazgo mundial en el plano económico y en el ámbito de I+D, mediante una serie de iniciativas, entre las que destacaba el despliegue de una infraestructura nacional de información. <br>La publicación de la NII, más conocida como “autopistas de la información” (Information Superhighways ) generó rápidamente un conjunto de informes similares procedentes de los otros bloques económicos ( Unión Europea y Japón ) y de gran parte de los países avanzados ( Canadá, Suecia, Finlandia, Dinamarca, Francia, Alemania y Reino Unido ). Principalmente en Europa se acabará de consolidar el término “Sociedad de la Información” o “Sociedad Global de la Información”. <br>En la actualidad, pues, la expresión se ha popularizado a raíz de su uso habitual en las iniciativas públicas que tienen la finalidad de promoverla, como hemos dicho, fundamentalmente en Europa, si bien regiones como la latinoamericana empiezan a sumarse y a desarrollar esta tendencia. Así pues, la Comisión Europea ha hecho uso de la expresión en múltiples ocasiones y como título de diversas iniciativas, englobando en el concepto de “sociedad de la información” todos los servicios prestados con los concursos de las tecnologías de la información y las comunicaciones.<br>En esta misma línea, algunos sucesos o actuaciones han contribuido a que esta “etiqueta” se extendiera y adquiriese popularidad. Un buen ejemplo lo constituye la Conferencia Ministerial de 1995 de la OCDE que requirió al Comité de Políticas de Información, Informática y Comunicaciones para la formulación de recomendaciones en el campo de explotación de oportunidades en referencia a las Infraestructuras Globales de la Información y la Sociedad de la Información. <br>A pesar de estas aportaciones no existe aún una definición concreta y operacional que consensualice exactamente en qué consiste el fenómeno de la sociedad de la información. Esto provoca que sea difícil determinar con exactitud cuáles son las sociedades o países que ya han alcanzado un status determinado para hallarse en la sociedad de la información. Algunos autores como Jan Steyard o Nick Gould (2000) plantean una propuesta que si bien esencial y un tanto ambigua, podría determinar las bases que caracterizan los rasgos principales de lo que actualmente podemos entender por Sociedad de la Información: más información, más nivel tecnológico y un progresivo crecimiento del conjunto de actividades y servicios que se desarrollan en la economía del tercer sector.<br>Respecto al primer elemento de esta consideración, Price (en obras como “Hacia una ciencia de la ciencia”) vaticinaba, alrededor de 1963, un crecimiento exponencial de los productos de información científica. Y así ha ocurrido, al menos en algunas de las sociedades de Occidente, donde se ha podido apreciar un significativo aumento de la cantidad y los flujos de información en las últimas décadas gracias al crecimiento editorial, la difusión de fenómenos como el teléfono, la televisión y la radio, o bien, por la aparición de uno de los pilares fundamentales en los que se sostiene esta sociedad de la información a la que nos referimos: Internet.<br>Así, al ritmo que aumentaba la cantidad de información crecía, paralelamente, la capacidad de innovación tecnológica, de manera que casi podríamos hablar de fenómenos paralelos o interdependientes. Para Negroponte (1995), “las tecnologías de la información” caracterizan el final del siglo pasado y la “Era de la información” con la que abrimos este milenio.<br>Las mejoras en las comunicaciones se han convertido en un rasgo fundamental para comprender los parámetros de esta nueva sociedad de la información. Así, los ciudadanos pasan a emplear los avances tecnológicos y nuevos servicios a su alcance para mejorar los diversos aspectos de su vida cotidiana (LÓPEZ, M.&nbsp;; 1998), una vida que se transforma ya no sólo en el ámbito laboral y cognitivo, sino también en el de la comunicación. En este sentido, las posibilidades de intercomunicación deben transformar y mejorar las relaciones humanas en todos los ámbitos, constituyendo, además de una sociedad bien informada, una bien comunicada. Así, para Williams (1981), los cambios trascendentales que estamos presenciando en los sistemas de comunicación no pueden pasarnos desapercibidos. <br>A pesar de lo claras y explícitas que pueden parecer algunas posturas a la hora de analizar el fenómeno de la sociedad de la información, lo cierto es que no puede preverse con seguridad el futuro de su evolución, estando recibiendo, apenas, los primeros efectos que se derivan del suceso.<br>Esta sensación es patente si atendemos a algunas formulaciones como la que aparece, en abril de 1997, en el informe “Building the European Information Society for us all” del grupo de expertos de la oficina para el proyecto para la Sociedad de la Información de la Comisión Europea: “La sociedad de la información es la sociedad, actualmente en construcción (concepto o idea que ya podríamos encontrarnos en la obra “Expecting the Unexpected: The Uncertain Future of Knowledge and Technology” de Kenneth E. Boulding, del año 1974 ), donde las tecnologías de bajo coste para el almacenamiento y transmisión de información son de uso generalizado. Esta generalización en el uso de datos e información va acompañada de innovaciones organizacionales comerciales, sociales y legales, que cambiarán profundamente la vida en el mundo del trabajo y en la sociedad en general”.<br>Partiendo de las puntualizaciones señaladas con anterioridad, en líneas generales, actualmente, podríamos hablar de la Sociedad de la Información como un modo de incidir sobre la importancia que tiene la presencia de la información en nuestra cultura, una información que se apoya en los recursos tecnológicos que hacen posible su comunicación y transmisión en aras de un intercambio global entre diferentes culturas. <br>
  
&nbsp;Si retrocedemos un poco en el tiempo, el ya clásico Alvin Toffler se convierte en uno de los principales abanderados de los provechos de la Sociedad de la Información al afirmar que la producción de conocimiento que la caracteriza, así como su distribución, podía ser mucho más democrática que la producción o distribución de otro tipo de recursos o materiales de consumo. El uso del conocimiento no lo acaba consumiendo, sino al revés, lo aumenta, cosa que no ocurre con los recursos materiales que también caracterizan nuestra actualidad tecnológica.<br>Para él la producción y generación de conocimiento nos acaba conduciendo a entornos más igualitarios de libertad. Producir conocimiento y dinamizar la sociedad a través del conocimiento, podría erosionar las estructuras de poder jerárquicas ya que el lugar que cada cual ocupara en la sociedad vendría determinado por factores de competencia o niveles de instrucción, pero no por razones de jerarquía social como podría ser la pertenencia a una u otra clase social.<br>En la actualidad, las profecías optimistas formuladas por Toffler durante los ochenta han sido criticadas por ofrecer un paraíso de democracia y libertad que se aleja notablemente de la realidad de nuestros días. Ello ha conducido a que la mayoría de autores y teóricos partidarios de los avances de la Sociedad de la Información se manifieste con un notable grado de prudencia al respecto. <br>En este sentido Suman Naresh ha destacado que la disponibilidad de la información es ya un principio fundamental para que ésta pueda ser más accesible a todos y en todas partes. De este modo, se produciría un incremento en el nivel de educación y en el desarrollo socioeconómico de las personas. No obstante, para evitar caer en los criticables excesos de optimismo, reconoce que los que en este momento ya están gozando de los beneficios de la Sociedad de la Información, tienen la responsabilidad ética de fomentar este potencial. <br>Pero a pesar de la prudencia que autores como Naresh intentan mantener, siguen existiendo posturas que enfatizan excesivamente el conjunto de cambios que suceden en estos tiempos[viii]. Así, para Teresa Cabado ( 1999 ), la generalización de las tecnologías que caracterizan a la Sociedad de la Información ( fundamentalmente Internet ) han provocado una verdadera revolución de las comunicaciones y la información que se combina con un aumento colosal de los conocimientos. Para ella, la información y el conocimiento constituyen los recursos más importantes de la actual economía globalizada y se han convertido en los factores clave del desarrollo social y económico en nuestros días. Así mismo, para ella, tecnologías como Internet, además de poder ser empleadas para potenciar el desarrollo científico y tecnológico de los países del sur, se han convertido en un arma de lucha para contrarrestar el papel negativo que ejerce el proceso de globalización con su pretensión generalizante, mediante la revalorización de nuestras culturas y el fortalecimiento de las identidades nacionales. La información que nos llega con las nuevas tecnologías, pues, desde su postura, reafirma su valor como un bien social, imprescindible para el desarrollo al contribuir a la obtención, consolidación y generación del conocimiento científico. <br>En esta misma línea, Ithiel de Sola Pool, cifra para este nuevo milenio en las nuevas tecnologías toda posibilidad de democracia y educación universales. Así mismo, Nicholas Negroponte no ha escapado a las críticas al afirmar que la digitalización de las comunicaciones internacionales en la Sociedad de la Información trae consigo, automáticamente, el bienestar y el desarrollo sociales en un nuevo contexto en el que la democracia pasará a ser más participativa y vital. Para él, el desarrollo de las teleconferencias, de la enseñanza a distancia y las telecomunicaciones en general que simbolizan el nuevo futuro tecnológico en la sociedad de la información, han demostrado el cumplimiento de cuatro principios básicos: las telecomunicaciones benefician a la sociedad y la economía; las nuevas tecnologías mejoran la relación costes beneficios en el conjunto de la producción social; el desarrollo de los nuevos medios y la universalización del conocimiento permite una distribución y acceso igualitario de la información redistribuyendo de manera equilibrada los beneficios económicos; finalmente, la aplicación de las nuevas tecnologías es un factor determinante que facilita el cambio social y el desarrollo de mejores condiciones en la calidad de vida.<br>Siguiendo las pautas marcadas por este conjunto de autores, la mayoría de los Gobiernos se han puesto de acuerdo en afirmar que la Sociedad de la Información será una sociedad mucho más equilibrada, justa y rica que su predecesora. Por ejemplo, la propia Comisión Europea menciona : “...la Sociedad de la Información está haciendo posibles profundas transformaciones económicas, sociales e institucionales en todos los aspectos de la actividad humana...” y citando el informe del Grupo de Expertos, nos podemos encontrar con expresiones como : “...sin duda alguna, las nuevas Tecnologías de la Información ofrecen enormes posibilidades para...”. <br>Por otro lado, otros autores como Andrés Dueñas se decantan por la consideración del progreso que la Sociedad de la Información supone para el ámbito comunicativo. En este sentido, para él parece claro que nos dirigimos hacia un mundo en el que los ciudadanos podrán valerse de las nuevas tecnologías para comunicar cualquier cosa en cualquier momento y desde cualquier lugar. En esencia, las nuevas tecnologías de la información constituyen la semilla del futuro desarrollo del universo de las comunicaciones. Por ejemplo, entre sus muchas posibilidades, las nuevas tecnologías permitirán una comunicación más fácil y fluida entre padres e hijos con vidas cada vez más móviles, transformando las familias antiguas y cerradas, ligadas a un solo lugar, en entidades familiares más abiertas y cosmopolitas. Al mismo tiempo, dispondremos de información personalizada en tiempo real, adaptadas a nuestras necesidades de cada día y a nuestros gustos personales. Y al hablar de comunicación, las nuevas redes tienen el potencial de ser una importante herramienta de democratización al facilitar las posibilidades de participación y expresión ciudadana. En conjunto, estas opiniones son una muestra de la corriente que opina que, con las nuevas tecnologías, el proceso de comunicación se verá potenciado, desarrollado e impulsado por la utilización de las nuevas tecnologías de la información. En este sentido, la comunicación adquirirá características más globales, facilitándose la interactividad entre las personas y asumiendo que la inteligencia y los conocimientos lleguen a estar distribuidos en diferentes puntos de la red comunicativa, no importando la distancia a la que se encuentren los mismos, ni el momento temporal en el que lleguen a interaccionar los participantes.<br>Centrándose también en el campo de la comunicación, Miguel López menciona que la Sociedad de la Información puede ser definida como aquella sociedad en la que los ciudadanos son capaces de hacer uso de los diversos servicios de telecomunicación para mejorar los distintos aspectos de su vida cotidiana. Esta sociedad, según el autor, estaría ya materializándose entre nosotros, transformando nuestra forma de vida y transformando, para mejorar, nuestra forma de pensar, de trabajar y de relacionarnos. Para él, la Sociedad de la Información, en la medida que propicia la comunicación de todos con todos, cambiará y mejorará las relaciones humanas en la compañía, la empresa o la familia. En conjunto, estos cambios nos trasladarán de una sociedad muy informada a una muy bien comunicada. Esta postura es ampliamente respaldada por otros teóricos como Harasim (1994) que especifica también que las nuevas redes de comunicación permiten incrementar el rango de relaciones humanas y el número de caminos por los cuales podemos tomar contacto con otras personas, de manera que abran nuevos modos de comunicación y establezcan nuevas relaciones humanas y técnicas. <br>En síntesis, autores como Douglas Schuler ( 1988 ) plantean que las comunicaciones constituyen el corazón de casi todos los aspectos de la vida contemporánea actual.<br>Si bien estas opiniones sintetizan los principales repercusiones positivas que ha conllevado la aparición de la sociedad de la información, no podemos olvidar que una de sus principales áreas de influencia ha sido la centrada en la vertiente académica. Así, se ha llegado a considerar a la Sociedad de la Información como uno de los ingredientes enriquecedores de la vida estudiantil. Una vez que la razón de ser de la universidad puede describirse, bastante simplificadamente, como el descubrimiento de la información, a través de la investigación o de su transmisión, a través de la enseñanza, el impacto beneficioso de las nuevas tecnologías parece innegable. Pero si queremos tratar sobre educación, en la Sociedad de la Información, Bill Gates con su obra “Camino al Futuro” ( 1995 ) se convierte en uno de los principales abanderados en este aspecto al reconocer las amplias posibilidades educativas que ofrecen las nuevas tecnologías en la Sociedad de la Información, y esta misma predisposición ha sido seguida por diversos autores, como Cabero y Martínez (1995) que nos indican claramente las posibilidades de las nuevas tecnologías y los nuevos canales de comunicación e información para la sociedad en general y para el terreno educativo en particular.<br>Al margen de estas entusiastas actitudes, otros teóricos como Miguel Valiño (1999), optan por una actitud mucho más prudente al afirmar su incapacidad de pronosticar o precisar cómo la aparición de la sociedad de la información influye e influirá en la vida de todos. No obstante sí tienen claro que estamos ante un proceso irreversible que afectará a todas las personas y que es ahora, durante el proceso de “instauración”, el momento clave para actuar tratando de lograr que este fenómeno pueda servir para configurar una sociedad más libre e igualitaria, estando en la mano de todos el conseguirlo, tratando de evitar que los problemas relacionados a la cantidad de información lleguen a desbordarnos.<br>Esta misma postura es defendida por autores como José F. Silvio quien considera que el mundo avanza hacia una sociedad de la información y el conocimiento; no obstante, matiza su consideración añadiendo que este progreso supone, a la vez, un paso adelante hacia una economía simbólica en la cual quien posea la información y el conocimiento tecnológico, dispondrá de mayor capacidad de producción y control sobre la economía y la sociedad.<br>En este sentido, para Manuel Castells, el tránsito hacia la Sociedad de la Información es una realidad que tiene entre sus pilares la consideración de la información como un bien económico que sustituye a las actividades industriales y constituyendo un paradigma que se convertirá en la base de las relaciones socio-económicas.
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== Las diversas posturas alrededor de la Sociedad de la Información ==
  
== Los retos de debe afrontar de la Sociedad de la Información ==
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&nbsp;Si retrocedemos un poco en el tiempo, el ya clásico Alvin Toffler se convierte en uno de los principales abanderados de los provechos de la Sociedad de la Información al afirmar que la producción de conocimiento que la caracteriza, así como su distribución, podía ser mucho más democrática que la producción o distribución de otro tipo de recursos o materiales de consumo. El uso del conocimiento no lo acaba consumiendo, sino al revés, lo aumenta, cosa que no ocurre con los recursos materiales que también caracterizan nuestra actualidad tecnológica.<br>Para él la producción y generación de conocimiento nos acaba conduciendo a entornos más igualitarios de libertad. Producir conocimiento y dinamizar la sociedad a través del conocimiento, podría erosionar las estructuras de poder jerárquicas ya que el lugar que cada cual ocupara en la sociedad vendría determinado por factores de competencia o niveles de instrucción, pero no por razones de jerarquía social como podría ser la pertenencia a una u otra clase social.<br>En la actualidad, las profecías optimistas formuladas por Toffler durante los ochenta han sido criticadas por ofrecer un paraíso de democracia y libertad que se aleja notablemente de la realidad de nuestros días. Ello ha conducido a que la mayoría de autores y teóricos partidarios de los avances de la Sociedad de la Información se manifieste con un notable grado de prudencia al respecto. <br>En este sentido Suman Naresh ha destacado que la disponibilidad de la información es ya un principio fundamental para que ésta pueda ser más accesible a todos y en todas partes. De este modo, se produciría un incremento en el nivel de educación y en el desarrollo socioeconómico de las personas. No obstante, para evitar caer en los criticables excesos de optimismo, reconoce que los que en este momento ya están gozando de los beneficios de la Sociedad de la Información, tienen la responsabilidad ética de fomentar este potencial. <br>Pero a pesar de la prudencia que autores como Naresh intentan mantener, siguen existiendo posturas que enfatizan excesivamente el conjunto de cambios que suceden en estos tiempos[viii]. Así, para Teresa Cabado ( 1999 ), la generalización de las tecnologías que caracterizan a la Sociedad de la Información ( fundamentalmente Internet ) han provocado una verdadera revolución de las comunicaciones y la información que se combina con un aumento colosal de los conocimientos. Para ella, la información y el conocimiento constituyen los recursos más importantes de la actual economía globalizada y se han convertido en los factores clave del desarrollo social y económico en nuestros días. Así mismo, para ella, tecnologías como Internet, además de poder ser empleadas para potenciar el desarrollo científico y tecnológico de los países del sur, se han convertido en un arma de lucha para contrarrestar el papel negativo que ejerce el proceso de globalización con su pretensión generalizante, mediante la revalorización de nuestras culturas y el fortalecimiento de las identidades nacionales. La información que nos llega con las nuevas tecnologías, pues, desde su postura, reafirma su valor como un bien social, imprescindible para el desarrollo al contribuir a la obtención, consolidación y generación del conocimiento científico. <br>En esta misma línea, Ithiel de Sola Pool, cifra para este nuevo milenio en las nuevas tecnologías toda posibilidad de democracia y educación universales. Así mismo, Nicholas Negroponte no ha escapado a las críticas al afirmar que la digitalización de las comunicaciones internacionales en la Sociedad de la Información trae consigo, automáticamente, el bienestar y el desarrollo sociales en un nuevo contexto en el que la democracia pasará a ser más participativa y vital. Para él, el desarrollo de las teleconferencias, de la enseñanza a distancia y las telecomunicaciones en general que simbolizan el nuevo futuro tecnológico en la sociedad de la información, han demostrado el cumplimiento de cuatro principios básicos: las telecomunicaciones benefician a la sociedad y la economía; las nuevas tecnologías mejoran la relación costes beneficios en el conjunto de la producción social; el desarrollo de los nuevos medios y la universalización del conocimiento permite una distribución y acceso igualitario de la información redistribuyendo de manera equilibrada los beneficios económicos; finalmente, la aplicación de las nuevas tecnologías es un factor determinante que facilita el cambio social y el desarrollo de mejores condiciones en la calidad de vida.<br>Siguiendo las pautas marcadas por este conjunto de autores, la mayoría de los Gobiernos se han puesto de acuerdo en afirmar que la Sociedad de la Información será una sociedad mucho más equilibrada, justa y rica que su predecesora. Por ejemplo, la propia Comisión Europea menciona&nbsp;: “...la Sociedad de la Información está haciendo posibles profundas transformaciones económicas, sociales e institucionales en todos los aspectos de la actividad humana...” y citando el informe del Grupo de Expertos, nos podemos encontrar con expresiones como&nbsp;: “...sin duda alguna, las nuevas Tecnologías de la Información ofrecen enormes posibilidades para...”. <br>Por otro lado, otros autores como Andrés Dueñas se decantan por la consideración del progreso que la Sociedad de la Información supone para el ámbito comunicativo. En este sentido, para él parece claro que nos dirigimos hacia un mundo en el que los ciudadanos podrán valerse de las nuevas tecnologías para comunicar cualquier cosa en cualquier momento y desde cualquier lugar. En esencia, las nuevas tecnologías de la información constituyen la semilla del futuro desarrollo del universo de las comunicaciones. Por ejemplo, entre sus muchas posibilidades, las nuevas tecnologías permitirán una comunicación más fácil y fluida entre padres e hijos con vidas cada vez más móviles, transformando las familias antiguas y cerradas, ligadas a un solo lugar, en entidades familiares más abiertas y cosmopolitas. Al mismo tiempo, dispondremos de información personalizada en tiempo real, adaptadas a nuestras necesidades de cada día y a nuestros gustos personales. Y al hablar de comunicación, las nuevas redes tienen el potencial de ser una importante herramienta de democratización al facilitar las posibilidades de participación y expresión ciudadana. En conjunto, estas opiniones son una muestra de la corriente que opina que, con las nuevas tecnologías, el proceso de comunicación se verá potenciado, desarrollado e impulsado por la utilización de las nuevas tecnologías de la información. En este sentido, la comunicación adquirirá características más globales, facilitándose la interactividad entre las personas y asumiendo que la inteligencia y los conocimientos lleguen a estar distribuidos en diferentes puntos de la red comunicativa, no importando la distancia a la que se encuentren los mismos, ni el momento temporal en el que lleguen a interaccionar los participantes.<br>Centrándose también en el campo de la comunicación, Miguel López menciona que la Sociedad de la Información puede ser definida como aquella sociedad en la que los ciudadanos son capaces de hacer uso de los diversos servicios de telecomunicación para mejorar los distintos aspectos de su vida cotidiana. Esta sociedad, según el autor, estaría ya materializándose entre nosotros, transformando nuestra forma de vida y transformando, para mejorar, nuestra forma de pensar, de trabajar y de relacionarnos. Para él, la Sociedad de la Información, en la medida que propicia la comunicación de todos con todos, cambiará y mejorará las relaciones humanas en la compañía, la empresa o la familia. En conjunto, estos cambios nos trasladarán de una sociedad muy informada a una muy bien comunicada. Esta postura es ampliamente respaldada por otros teóricos como Harasim (1994) que especifica también que las nuevas redes de comunicación permiten incrementar el rango de relaciones humanas y el número de caminos por los cuales podemos tomar contacto con otras personas, de manera que abran nuevos modos de comunicación y establezcan nuevas relaciones humanas y técnicas. <br>En síntesis, autores como Douglas Schuler ( 1988 ) plantean que las comunicaciones constituyen el corazón de casi todos los aspectos de la vida contemporánea actual.<br>Si bien estas opiniones sintetizan los principales repercusiones positivas que ha conllevado la aparición de la sociedad de la información, no podemos olvidar que una de sus principales áreas de influencia ha sido la centrada en la vertiente académica. Así, se ha llegado a considerar a la Sociedad de la Información como uno de los ingredientes enriquecedores de la vida estudiantil. Una vez que la razón de ser de la universidad puede describirse, bastante simplificadamente, como el descubrimiento de la información, a través de la investigación o de su transmisión, a través de la enseñanza, el impacto beneficioso de las nuevas tecnologías parece innegable. Pero si queremos tratar sobre educación, en la Sociedad de la Información, Bill Gates con su obra “Camino al Futuro” ( 1995 ) se convierte en uno de los principales abanderados en este aspecto al reconocer las amplias posibilidades educativas que ofrecen las nuevas tecnologías en la Sociedad de la Información, y esta misma predisposición ha sido seguida por diversos autores, como Cabero y Martínez (1995) que nos indican claramente las posibilidades de las nuevas tecnologías y los nuevos canales de comunicación e información para la sociedad en general y para el terreno educativo en particular.<br>Al margen de estas entusiastas actitudes, otros teóricos como Miguel Valiño (1999), optan por una actitud mucho más prudente al afirmar su incapacidad de pronosticar o precisar cómo la aparición de la sociedad de la información influye e influirá en la vida de todos. No obstante sí tienen claro que estamos ante un proceso irreversible que afectará a todas las personas y que es ahora, durante el proceso de “instauración”, el momento clave para actuar tratando de lograr que este fenómeno pueda servir para configurar una sociedad más libre e igualitaria, estando en la mano de todos el conseguirlo, tratando de evitar que los problemas relacionados a la cantidad de información lleguen a desbordarnos.<br>Esta misma postura es defendida por autores como José F. Silvio quien considera que el mundo avanza hacia una sociedad de la información y el conocimiento; no obstante, matiza su consideración añadiendo que este progreso supone, a la vez, un paso adelante hacia una economía simbólica en la cual quien posea la información y el conocimiento tecnológico, dispondrá de mayor capacidad de producción y control sobre la economía y la sociedad.<br>En este sentido, para Manuel Castells, el tránsito hacia la Sociedad de la Información es una realidad que tiene entre sus pilares la consideración de la información como un bien económico que sustituye a las actividades industriales y constituyendo un paradigma que se convertirá en la base de las relaciones socio-económicas.
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== Los retos de debe afrontar de la Sociedad de la Información ==
  
 
&nbsp;Precisamente, si atendemos a nuestras reflexiones, el papel que deben jugar las nuevas tecnologías de la información es el de ayuda al progreso y a la solución de problemas, unos problemas que si bien pueden haber existido ya de antemano podrían verse agudizados con la aparición de la Sociedad de la Información. Así, si nos mantenemos al margen de las posturas en contra de la Sociedad de la Información, parece claro que el dominio actual de los flujos informativos y las tecnologías que los hacen posibles no ha beneficiado a todos por igual y, en este sentido, se debe trabajar para que estos sectores no resulten perjudicados y puedan beneficiarse de las ventajas que las alteraciones que experimentamos puedan aportar.<br>En este sentido, debe intensificarse el esfuerzo en:<br>Estrechar la “brecha digital”<br>Debe superarse esta sensación (y realidad también, obviamente de una sociedad dual, en la que las personas se diferencian entre sí por la cantidad de información que tienen. Una nueva frontera separa a los que tienen acceso a las nuevas tecnologías de la información y que se benefician de ella de aquellos a los que no les es posible gozar de este privilegio. Los gobiernos y los organismos internacionales deben trabajar por limitar esta discriminación económica, cultural e intelectual. <br>Hay quien ya se ha apresurado a delimitar claramente estas diferencias, y al margen de la ya conocida “brecha digital” que separaría a los países desarrollados de aquellos que están en proceso, dentro de cada nación podemos hallar a ciudadanos “cognitivamente ricos” y “cognitivamente pobres” o a ciudadanos “infóricos o infopobres”. <br>Mejorar la seguridad de la red<br>Desde el punto de vista de la seguridad y la protección de derechos de los ciudadanos, la sociedad de la información ha introducido nuevos obstáculos en referencia a la posibilidad de correr diversos riesgos en referencia a estos aspectos. Casos ejemplares son los diversos problemas que se derivan de actos de “piratería” cibernética, deformaciones en las comunicaciones como consecuencia de la actuación de “hackers” capaces de introducirse en las relaciones ajenas con capacidad de manipular, destruir o apropiarse de la información. Así pues, la Sociedad de la Información y las innovaciones que la acompañan provocan que, en ocasiones, nos encontremos al amparo de los “controladores” de las redes de comunicación y, por supuesto, de aquellos que decidan quiénes deben ser los propietarios de unos u otros contenidos.<br>En esta línea, no son extraños los casos en los que se producen flagrantes violaciones de la intimidad de los usuarios de las nuevas tecnologías o aquellos relacionados con los derechos de autor y la propiedad intelectual.<br>Garantizar el respeto entre culturas<br>Desde otra perspectiva, la sociedad de la información no se ha visto exenta del conjunto de dificultades que afectan a las esferas fundamentalmente culturales. Así, se considera que la sociedad de la información, a través de sus mecanismos básicos de manifestación, no ha dado suficientes muestras aún de sus capacidades para eliminar tendencias existentes en nuestra sociedad como el sexismo o el racismo. Estas consideraciones tienden a focalizarse en contra de Internet que, como gran estandarte de la Sociedad de la Información, parece no consolidarse como un espacio igualitario de interacción en el que todos los ciudadanos tendrían los mismos derechos y posibilidades.<br>
 
&nbsp;Precisamente, si atendemos a nuestras reflexiones, el papel que deben jugar las nuevas tecnologías de la información es el de ayuda al progreso y a la solución de problemas, unos problemas que si bien pueden haber existido ya de antemano podrían verse agudizados con la aparición de la Sociedad de la Información. Así, si nos mantenemos al margen de las posturas en contra de la Sociedad de la Información, parece claro que el dominio actual de los flujos informativos y las tecnologías que los hacen posibles no ha beneficiado a todos por igual y, en este sentido, se debe trabajar para que estos sectores no resulten perjudicados y puedan beneficiarse de las ventajas que las alteraciones que experimentamos puedan aportar.<br>En este sentido, debe intensificarse el esfuerzo en:<br>Estrechar la “brecha digital”<br>Debe superarse esta sensación (y realidad también, obviamente de una sociedad dual, en la que las personas se diferencian entre sí por la cantidad de información que tienen. Una nueva frontera separa a los que tienen acceso a las nuevas tecnologías de la información y que se benefician de ella de aquellos a los que no les es posible gozar de este privilegio. Los gobiernos y los organismos internacionales deben trabajar por limitar esta discriminación económica, cultural e intelectual. <br>Hay quien ya se ha apresurado a delimitar claramente estas diferencias, y al margen de la ya conocida “brecha digital” que separaría a los países desarrollados de aquellos que están en proceso, dentro de cada nación podemos hallar a ciudadanos “cognitivamente ricos” y “cognitivamente pobres” o a ciudadanos “infóricos o infopobres”. <br>Mejorar la seguridad de la red<br>Desde el punto de vista de la seguridad y la protección de derechos de los ciudadanos, la sociedad de la información ha introducido nuevos obstáculos en referencia a la posibilidad de correr diversos riesgos en referencia a estos aspectos. Casos ejemplares son los diversos problemas que se derivan de actos de “piratería” cibernética, deformaciones en las comunicaciones como consecuencia de la actuación de “hackers” capaces de introducirse en las relaciones ajenas con capacidad de manipular, destruir o apropiarse de la información. Así pues, la Sociedad de la Información y las innovaciones que la acompañan provocan que, en ocasiones, nos encontremos al amparo de los “controladores” de las redes de comunicación y, por supuesto, de aquellos que decidan quiénes deben ser los propietarios de unos u otros contenidos.<br>En esta línea, no son extraños los casos en los que se producen flagrantes violaciones de la intimidad de los usuarios de las nuevas tecnologías o aquellos relacionados con los derechos de autor y la propiedad intelectual.<br>Garantizar el respeto entre culturas<br>Desde otra perspectiva, la sociedad de la información no se ha visto exenta del conjunto de dificultades que afectan a las esferas fundamentalmente culturales. Así, se considera que la sociedad de la información, a través de sus mecanismos básicos de manifestación, no ha dado suficientes muestras aún de sus capacidades para eliminar tendencias existentes en nuestra sociedad como el sexismo o el racismo. Estas consideraciones tienden a focalizarse en contra de Internet que, como gran estandarte de la Sociedad de la Información, parece no consolidarse como un espacio igualitario de interacción en el que todos los ciudadanos tendrían los mismos derechos y posibilidades.<br>
  
== Fuente ==
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== Fuente ==
  
*ADELL, J. “Tendencias de investigación en la sociedad de las tecnologías de la información”. Edutec: revista electrónica de tecnología educativa, nº 7. 1997.
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*ADELL, J. “Tendencias de investigación en la sociedad de las tecnologías de la información”. Edutec: revista electrónica de tecnología educativa, nº 7. 1997.  
*[http://www.aprender.org.ar/aprnder/articulos/tecn-sociedad-informacion.htm http://www.aprender.org.ar/aprnder/articulos/tecn-sociedad-informacion.htm]
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*[http://www.aprender.org.ar/aprnder/articulos/tecn-sociedad-informacion.htm http://www.aprender.org.ar/aprnder/articulos/tecn-sociedad-informacion.htm]  
*AMORÓS, M. Algunas consideraciones sobre el tema de la técnica y las maneras de combatir su dominio. 2000.
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*AMORÓS, M. Algunas consideraciones sobre el tema de la técnica y las maneras de combatir su dominio. 2000.  
*ANGULO, E. C. “Superautopistas de la información, telecomunicaciones y nuevas tecnologías”.1998.
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*ANGULO, E. C. “Superautopistas de la información, telecomunicaciones y nuevas tecnologías”.1998.  
 
*ARRIGHI, G. “La Sociedad de la Información es una de las más ignorantes de la historia”, La insignia. 20 de diciembre, 2000.<br>
 
*ARRIGHI, G. “La Sociedad de la Información es una de las más ignorantes de la historia”, La insignia. 20 de diciembre, 2000.<br>
  
 
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Revisión del 10:35 9 ene 2011

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La sociedad de la información surge por la preeminencia de las Nuevas tecnologías de la información en todas las esferas. Pero la aparición de esta Sociedad de la Información y el surgimiento del concepto que etiquetamos con esta expresión no ha emergido repentinamente sino que podemos encontrarlo, al menos embrionariamente, en la investigación social realizada durante los últimos años de la década de los sesenta y principios de la de los setenta.

 

Teorizaciones sobre el término

Si buscamos una definición formal para determinar qué entendemos, pues, por sociedad de la información encontraremos una multiplicidad de proposiciones, pero confiando en la importancia de los precursores destacados anteriormente, podemos contar con el apoyo de algunas de las figuras relevantes que citábamos en el apartado precedente. Así, Masuda la define como la sociedad que crece y se desarrolla alrededor de la información y que aporta un florecimiento general de la creatividad intelectual humana en lugar de un aumento del consumo material.
Otra versión es la que nos proporciona Raúl Trejo (1996), que parte de la consideración de que la sociedad de la información, más que un proyecto definido, constituye una aspiración del nuevo entorno humano, en donde los conocimientos, su creación y propagación son el elemento definitorio de las relaciones entre los individuos y entre las naciones.
Siguiendo esta línea, Julio Linares (1995) menciona que las sociedades de la información se caracterizan por basarse en el conocimiento y en los esfuerzos por convertir la información (que se genera, transmite y procesa a gran velocidad) en conocimiento. Al respecto, cuanto mayor es la cantidad de información generada por una sociedad, mayor es la necesidad de convertirla en conocimiento.
Esta línea de pensamiento también se refleja en el “Libro Blanco sobre la educación y la formación” (COMISIÓN EUROPEA; 1995) donde se afirma que la sociedad del futuro será una sociedad del conocimiento y que, en dicha sociedad, la educación y la formación serán los principales vectores de identificación, pertenencia y promoción social. En este sentido han aparecido reflexiones que consideran plenamente a la Sociedad de la Información como una sociedad de aprendizaje y de aprendizaje a lo largo de toda la vida (SOETE, L. ; 1996). Así mismo, en el primer informe anual del Foro de la Sociedad de la Información a la comisión Europea (FORO DE LA SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN 1996) se afirma que el cambio hacia la Sociedad de la Información se produce a una velocidad tal que la persona sólo podrá adaptarse si la sociedad de la información se convierte en una sociedad de aprendizaje permanente.
Pero parece que la concepción sobre la sociedad de la información no queda completa si no citamos a uno de sus grandes estudiosos, Manuel Castells (1998). En su opinión, nos hallamos ante un nuevo sistema tecnológico, económico y social. Una economía en la que el incremento de productividad no depende del incremento cuantitativo de los factores de producción (los tradicionales capital, trabajo y recursos naturales), sino de la aplicación de conocimientos e información a la gestión, producción y distribución, tanto en los procesos como en los productos.
En esta misma línea, resulta interesante echar un vistazo a los planteamientos que los diversos planes estratégicos realizan en torno a la definición de la sociedad de la información. Así, en el “Plan para el desarrollo de la Sociedad de la Información” (período 2000-2003) del Gobierno Vasco, el fenómeno queda definido como la comunidad que utiliza extensivamente y de forma optimizada las oportunidades que ofrecen las tecnologías de la información y las comunicaciones como medio para el desarrollo personal y profesional de sus ciudadanos miembros.
Acogiéndose, básicamente, a la vertiente tecnológica, autores como E. Angulo nos definen el fenómeno como un nuevo modelo de sociedad avanzada, cuyo soporte lo conforman redes de telecomunicaciones actuales y futuras, cableadas e inalámbricas, junto con toda su infraestructura de hardware y software a través de las que circulará tráfico digital de toda clase a muy alta velocidad (ANGULO, E ; 1998). Siguiendo esta estela, algunas concepciones han considerado como elemento característico y definitorio de la Sociedad de la Información a la infraestructura de redes de telecomunicaciones, de manera que la nueva realidad que vivimos actualmente es posible gracias a la utilización conjunta de esta infraestructura junto al manejo de las computadoras (TIFFIN, J. & RAJASIGHAM, L. ; 1995).
Fundamentalmente, pues, la sociedad de la información es definida a través de tres elementos clave: tecnología, información y conocimiento. Estas son las tres pautas básicas que determinan los cambios de todas y cada una de las facetas que configuran nuestra sociedad, una sociedad en pleno proceso de mutación que es etiquetada como “Sociedad de la Información y el Conocimiento” y que designa una nueva forma de organización tanto en la economía como en la sociedad.
Alrededor de estas nociones generales sobre la sociedad de la información, se han ido adheriendo algunos matices interesantes. Entre ellos cabe destacar los que provienen de algunas reflexiones que han llegado a afirmar que otro de los rasgos básicos de esta nueva sociedad es precisamente que nos encontramos ante una sociedad exenta de “lugar”, carente de la dependencia de condicionantes espaciales y temporales que habían caracterizado otras etapas anteriores en la historia de la humanidad. No sólo eso, sino que aquí tendrían lugar las consideraciones sobre la inmaterialización de los procesos económicos o la emergencia de una nueva concepción geopolítica.
En pocas palabras, con la llegada de la sociedad de la información, el mundo ha “empequeñecido” y todos nos hemos convertido en vecinos de todos y las clásicas categorías de tiempo y espacio ya no sirven para estructurar las relaciones de la nueva sociedad.
Pero ante afirmaciones tan atrevidas, otras posturas coinciden en el hecho de que el rasgo que caracteriza la sociedad de la información de las anteriores es, precisamente, el paso que supone introducirnos en una etapa caracterizada por las posibilidades de mejorar la cuantía y la calidad de nuestro conocimiento. Así, al margen de una sociedad de la información, vivimos en una sociedad del conocimiento. Pero esta información debe articularse en complejas estructuras cognitivas para constituirse en conocimiento.

Precursores de la investigación social sobre Sociedad de la Información

 El surgimiento de esta Sociedad de la Información y el surgimiento del concepto que etiquetamos con esta expresión no ha emergido repentinamente sino que podemos encontrarlo, al menos embrionariamente, en la investigación social realizada durante los últimos años de la década de los sesenta y principios de la de los setenta, básicamente de manos de investigadores de la talla de Alain Touraine (a partir de obras como “La societé post-industrielle” de 1969) o Daniel Bell (con “The coming of post-industrial society: a venture in social forecasting” de 1973). Ambos analizaron los cambios sociales y económicos en la sociedad de ese tiempo y utilizaron la categoría de “post-industrialismo” para indicar que una nueva era estaba ya aproximándose, una nueva etapa en que la centralidad de todo progreso sería acaparada por el conocimiento, un conocimiento fruto de la aparición de nuevas fuentes de información y de la posibilidad de acceso a ellas.
A pesar de la importancia de ambos pensadores, ciertas fuentes (como por ejemplo el Informe de Telefónica sobre la Sociedad de la Información en España) consideran precursor inicial de estas nuevas percepciones sociales al teórico Fritz Machlup de la Universidad de Princeton (Estados Unidos), que trató de describir el significado económico del desarrollo de las actividades de información y comunicación (con obras como “The Production and Distribution of Knowledge in the United States”, de 1962 ) proporcionando un ejemplo de cálculo del valor monetario de este tipo de producción que se denomina “producción del conocimiento”.
Marshall Mcluhan, teórico de la comunicación, académico e investigador de la Universidad de Toronto (Canadá) ha pasado a la posteridad como uno de los grandes visionarios de la presente y futura sociedad de la información. Durante el final de los años 60 y principios de los 70, Mcluhan acuñó el término “aldea global” para describir la interconectividad humana a escala global generada por los medios electrónicos de comunicación.
Yoneji en el año 1969 publica un informe titulado “Towards the Information Society”. Sobre las tesis de ese informe, ya en 1972, una organización no lucrativa japonesa, el Japan Computer Usage Development Institute (JACUDI), presentó al gobierno de su país el “Plan para la Sociedad de la Información” Un objetivo nacional para el año 2000”, conocido universalmente como el “Plan JACUDI” y que fue el primer apunte estratégico sobre las políticas públicas en la sociedad de la información. Masuda publicó su libro “The Information Society as Post-Industrial Society”. La obra, que tuvo una gran difusión, no solamente popularizó la expresión “Sociedad de la Información”, sino que su estudio prospectivo de la sociedad de la información ha contribuido a marcar las pautas de muchos planes estratégicos actualmente vigentes.
Alvin Toffler (para algunos, probablemente, el más relevante ensayista futurista de la década de los 80 ) con su popular “La tercera ola” (“The third wave”) de 1981, en la que destacaba que el uso de la tecnología para satisfacer necesidades de comunicación e información hacía del conocimiento un elemento alcanzable, digerible y socializable. Para él la información estaba consolidando un nuevo arquetipo de sociedad moderna : “los generadores de información” (tecnoesfera), quienes la utilizan (socioesfera) y los intermediadores que la vuelven accesible (infoesfera).
Nicholas Negroponte (Director del laboratorio de medios del Instituto de Tecnología de Massachusetts–MIT) que, con el “Mundo Digital” (“Being Digital”), de 1995, nos ofrece una visión optimista de cómo la tecnología digital puede transformar las vidas humanas. Anuncia que la etapa de transición entre la era industrial y la post-industrial, o era de la información, ha sido tan discutida que no nos hemos dado cuenta de que estamos pasando a la era de la post-información, en la que la fabricación de bits puede llegar a realizarse en cualquier lugar del mundo, en cualquier momento, anulando las limitaciones geográficas y permitiendo, al mismo tiempo, la personalización de los servicios. Y añade que la digitalización de las comunicaciones internacionales conlleva, automáticamente, el bienestar y el desarrollo social en un nuevo contexto en el que la democracia pasará a ser más participativa y vital.
Marc Porat de la Universidad de Stanford, publica, en 1974, un trabajo en el que sostiene que las actividades relacionadas directa o indirectamente con la información se singularizan progresivamente. Así, acaba definiendo un nuevo campo de la actividad productiva, el de la “economía de la información”, unido siempre al desarrollo de las nuevas tecnologías y que adquiere una personalidad diferenciada y autónoma dentro del sector terciario.
John Naisbitt, por su parte, publica, en 1978, “Megatrends”, ( aunque no podemos obviar obras como “La paradoja global” ), fruto de más de una década de investigación, obra que puso las bases para dar a conocer y expandir la expresión Sociedad de la Información y donde se describían los escenarios futuros a los que daría lugar la sociedad de la información.
Simon Nora y Alain Minc en la publicación de un informe titulado “L´informatisation de la societé”, en que se prestaba atención al desarrollo de la industria o del sector de los servicios informáticos y de telecomunicaciones. En esta obra, se presentaba, por primera vez, el neologismo telemática (vocablo que surge de la fusión entre la informática y las telecomunicaciones).
En 1984, William Gibson, escritor norteamericano de ciencia ficción, populariza, en su primera novela “Neuromancer” (que ha sido considerada una de las más influyentes de los últimos cincuenta años el término “ciberespacio”, para describir un mundo mediatizado por los computadores, con acceso directo a un mundo paralelo de información digitalizada.
Jean Jacques Servan Schneiber, escritor y político francés que, en 1967, publicó lo que se convertiría en un éxito de librería en varios países: “El Desafío Americano” (“Le Défi Americain”). En la obra adquiere importancia el papel desempeñado por el management y el conocimiento aplicado fruto del volumen y la capacidad de las empresas con tecnología punta en el ámbito económico y empresarial, uno de los pilares básicos de la actual sociedad de la información. Para él, el futuro de la actual sociedad “post-industrial”, se basaba en tres revoluciones culturales: el desarrollo acelerado de la concentración urbana, la explosión de la información y la automatización generalizada de la producción. De este modo, la mutación de una sociedad “post-industrial” a una sociedad de servicios basada en la información y el conocimiento pasa a depender de los adelantos técnicos en materia de telecomunicaciones.
Peter F. Drucker en su libro “La sociedad post-capitalista” ( “Post-capitalist society” ), de 1974, en la que destacaba la necesidad de generar una teoría económica que colocara al conocimiento en el centro de la producción de riqueza. Al mismo tiempo, señalaba que lo más importante no era la cantidad de conocimiento, sino su productividad. En este sentido, reclamaba para una futura sociedad, para una sociedad de la información en la que el recurso básico sería el saber, que la voluntad de aplicar conocimiento para generar más conocimiento debía basarse en un elevado esfuerzo de sistematización y organización. Para Drucker, en la sociedad de la información actual, el saber es el único recurso significativo, mientras que los tradicionales factores de producción ( recursos naturales, mano de obra y capital ) se han convertido en secundarios y pueden obtenerse, con facilidad, siempre que haya saber. Para él, pues, las nuevas tecnologías, que acompañan a la sociedad de la información, están transformando radicalmente las economías, los mercados y la estructura de la industria, los productos y servicios, los puestos de trabajo y los mercados laborales. El impacto es mayor, según él, en la sociedad y la política, y, en conjunto, en la manera en que vemos el mundo y a nosotros mismos.
Manuel Castells, quizá el “gurú” más actual en el campo de la sociedad de la información. En su libro “La ciudad informacional” (1995) califica a la actual revolución tecnológica como un punto o momento de inflexión en la historia. Tanto en esta obra como en la posterior “Las tecnópolis del mundo” (junto a Peter Hall) o en la trilogía “The Rise of the Network Society”, enfatiza el análisis de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación en relación con los procesos de toma de decisiones tecnológicas realizados por actores públicos y privados y las transformaciones en la producción y reproducción del territorio urbano regional. En particular, en el segundo libro de la trilogía, “The power of identity”, especifica la oportunidad que ofrecen las nuevas tecnologías para alentar y ampliar la participación política y las comunicaciones horizontales entre los ciudadanos.
Tras este momento de impacto inicial, con algunos de los teóricos citados, el fenómeno empezó a “materiarlizarse” con la aparición de diversos proyectos e iniciativas. Entre ellas, siendo una de las precursoras, encontramos la propuesta reflejada en el informe Clinton-Gore “Technology for America´s economic growth” de 1993. Su objetivo explícito era el de propiciar el desarrollo económico estadounidense y mantener su liderazgo mundial en el plano económico y en el ámbito de I+D, mediante una serie de iniciativas, entre las que destacaba el despliegue de una infraestructura nacional de información.
La publicación de la NII, más conocida como “autopistas de la información” (Information Superhighways ) generó rápidamente un conjunto de informes similares procedentes de los otros bloques económicos ( Unión Europea y Japón ) y de gran parte de los países avanzados ( Canadá, Suecia, Finlandia, Dinamarca, Francia, Alemania y Reino Unido ). Principalmente en Europa se acabará de consolidar el término “Sociedad de la Información” o “Sociedad Global de la Información”.
En la actualidad, pues, la expresión se ha popularizado a raíz de su uso habitual en las iniciativas públicas que tienen la finalidad de promoverla, como hemos dicho, fundamentalmente en Europa, si bien regiones como la latinoamericana empiezan a sumarse y a desarrollar esta tendencia. Así pues, la Comisión Europea ha hecho uso de la expresión en múltiples ocasiones y como título de diversas iniciativas, englobando en el concepto de “sociedad de la información” todos los servicios prestados con los concursos de las tecnologías de la información y las comunicaciones.
En esta misma línea, algunos sucesos o actuaciones han contribuido a que esta “etiqueta” se extendiera y adquiriese popularidad. Un buen ejemplo lo constituye la Conferencia Ministerial de 1995 de la OCDE que requirió al Comité de Políticas de Información, Informática y Comunicaciones para la formulación de recomendaciones en el campo de explotación de oportunidades en referencia a las Infraestructuras Globales de la Información y la Sociedad de la Información.
A pesar de estas aportaciones no existe aún una definición concreta y operacional que consensualice exactamente en qué consiste el fenómeno de la sociedad de la información. Esto provoca que sea difícil determinar con exactitud cuáles son las sociedades o países que ya han alcanzado un status determinado para hallarse en la sociedad de la información. Algunos autores como Jan Steyard o Nick Gould (2000) plantean una propuesta que si bien esencial y un tanto ambigua, podría determinar las bases que caracterizan los rasgos principales de lo que actualmente podemos entender por Sociedad de la Información: más información, más nivel tecnológico y un progresivo crecimiento del conjunto de actividades y servicios que se desarrollan en la economía del tercer sector.
Respecto al primer elemento de esta consideración, Price (en obras como “Hacia una ciencia de la ciencia”) vaticinaba, alrededor de 1963, un crecimiento exponencial de los productos de información científica. Y así ha ocurrido, al menos en algunas de las sociedades de Occidente, donde se ha podido apreciar un significativo aumento de la cantidad y los flujos de información en las últimas décadas gracias al crecimiento editorial, la difusión de fenómenos como el teléfono, la televisión y la radio, o bien, por la aparición de uno de los pilares fundamentales en los que se sostiene esta sociedad de la información a la que nos referimos: Internet.
Así, al ritmo que aumentaba la cantidad de información crecía, paralelamente, la capacidad de innovación tecnológica, de manera que casi podríamos hablar de fenómenos paralelos o interdependientes. Para Negroponte (1995), “las tecnologías de la información” caracterizan el final del siglo pasado y la “Era de la información” con la que abrimos este milenio.
Las mejoras en las comunicaciones se han convertido en un rasgo fundamental para comprender los parámetros de esta nueva sociedad de la información. Así, los ciudadanos pasan a emplear los avances tecnológicos y nuevos servicios a su alcance para mejorar los diversos aspectos de su vida cotidiana (LÓPEZ, M. ; 1998), una vida que se transforma ya no sólo en el ámbito laboral y cognitivo, sino también en el de la comunicación. En este sentido, las posibilidades de intercomunicación deben transformar y mejorar las relaciones humanas en todos los ámbitos, constituyendo, además de una sociedad bien informada, una bien comunicada. Así, para Williams (1981), los cambios trascendentales que estamos presenciando en los sistemas de comunicación no pueden pasarnos desapercibidos.
A pesar de lo claras y explícitas que pueden parecer algunas posturas a la hora de analizar el fenómeno de la sociedad de la información, lo cierto es que no puede preverse con seguridad el futuro de su evolución, estando recibiendo, apenas, los primeros efectos que se derivan del suceso.
Esta sensación es patente si atendemos a algunas formulaciones como la que aparece, en abril de 1997, en el informe “Building the European Information Society for us all” del grupo de expertos de la oficina para el proyecto para la Sociedad de la Información de la Comisión Europea: “La sociedad de la información es la sociedad, actualmente en construcción (concepto o idea que ya podríamos encontrarnos en la obra “Expecting the Unexpected: The Uncertain Future of Knowledge and Technology” de Kenneth E. Boulding, del año 1974 ), donde las tecnologías de bajo coste para el almacenamiento y transmisión de información son de uso generalizado. Esta generalización en el uso de datos e información va acompañada de innovaciones organizacionales comerciales, sociales y legales, que cambiarán profundamente la vida en el mundo del trabajo y en la sociedad en general”.
Partiendo de las puntualizaciones señaladas con anterioridad, en líneas generales, actualmente, podríamos hablar de la Sociedad de la Información como un modo de incidir sobre la importancia que tiene la presencia de la información en nuestra cultura, una información que se apoya en los recursos tecnológicos que hacen posible su comunicación y transmisión en aras de un intercambio global entre diferentes culturas.

Las diversas posturas alrededor de la Sociedad de la Información

 Si retrocedemos un poco en el tiempo, el ya clásico Alvin Toffler se convierte en uno de los principales abanderados de los provechos de la Sociedad de la Información al afirmar que la producción de conocimiento que la caracteriza, así como su distribución, podía ser mucho más democrática que la producción o distribución de otro tipo de recursos o materiales de consumo. El uso del conocimiento no lo acaba consumiendo, sino al revés, lo aumenta, cosa que no ocurre con los recursos materiales que también caracterizan nuestra actualidad tecnológica.
Para él la producción y generación de conocimiento nos acaba conduciendo a entornos más igualitarios de libertad. Producir conocimiento y dinamizar la sociedad a través del conocimiento, podría erosionar las estructuras de poder jerárquicas ya que el lugar que cada cual ocupara en la sociedad vendría determinado por factores de competencia o niveles de instrucción, pero no por razones de jerarquía social como podría ser la pertenencia a una u otra clase social.
En la actualidad, las profecías optimistas formuladas por Toffler durante los ochenta han sido criticadas por ofrecer un paraíso de democracia y libertad que se aleja notablemente de la realidad de nuestros días. Ello ha conducido a que la mayoría de autores y teóricos partidarios de los avances de la Sociedad de la Información se manifieste con un notable grado de prudencia al respecto.
En este sentido Suman Naresh ha destacado que la disponibilidad de la información es ya un principio fundamental para que ésta pueda ser más accesible a todos y en todas partes. De este modo, se produciría un incremento en el nivel de educación y en el desarrollo socioeconómico de las personas. No obstante, para evitar caer en los criticables excesos de optimismo, reconoce que los que en este momento ya están gozando de los beneficios de la Sociedad de la Información, tienen la responsabilidad ética de fomentar este potencial.
Pero a pesar de la prudencia que autores como Naresh intentan mantener, siguen existiendo posturas que enfatizan excesivamente el conjunto de cambios que suceden en estos tiempos[viii]. Así, para Teresa Cabado ( 1999 ), la generalización de las tecnologías que caracterizan a la Sociedad de la Información ( fundamentalmente Internet ) han provocado una verdadera revolución de las comunicaciones y la información que se combina con un aumento colosal de los conocimientos. Para ella, la información y el conocimiento constituyen los recursos más importantes de la actual economía globalizada y se han convertido en los factores clave del desarrollo social y económico en nuestros días. Así mismo, para ella, tecnologías como Internet, además de poder ser empleadas para potenciar el desarrollo científico y tecnológico de los países del sur, se han convertido en un arma de lucha para contrarrestar el papel negativo que ejerce el proceso de globalización con su pretensión generalizante, mediante la revalorización de nuestras culturas y el fortalecimiento de las identidades nacionales. La información que nos llega con las nuevas tecnologías, pues, desde su postura, reafirma su valor como un bien social, imprescindible para el desarrollo al contribuir a la obtención, consolidación y generación del conocimiento científico.
En esta misma línea, Ithiel de Sola Pool, cifra para este nuevo milenio en las nuevas tecnologías toda posibilidad de democracia y educación universales. Así mismo, Nicholas Negroponte no ha escapado a las críticas al afirmar que la digitalización de las comunicaciones internacionales en la Sociedad de la Información trae consigo, automáticamente, el bienestar y el desarrollo sociales en un nuevo contexto en el que la democracia pasará a ser más participativa y vital. Para él, el desarrollo de las teleconferencias, de la enseñanza a distancia y las telecomunicaciones en general que simbolizan el nuevo futuro tecnológico en la sociedad de la información, han demostrado el cumplimiento de cuatro principios básicos: las telecomunicaciones benefician a la sociedad y la economía; las nuevas tecnologías mejoran la relación costes beneficios en el conjunto de la producción social; el desarrollo de los nuevos medios y la universalización del conocimiento permite una distribución y acceso igualitario de la información redistribuyendo de manera equilibrada los beneficios económicos; finalmente, la aplicación de las nuevas tecnologías es un factor determinante que facilita el cambio social y el desarrollo de mejores condiciones en la calidad de vida.
Siguiendo las pautas marcadas por este conjunto de autores, la mayoría de los Gobiernos se han puesto de acuerdo en afirmar que la Sociedad de la Información será una sociedad mucho más equilibrada, justa y rica que su predecesora. Por ejemplo, la propia Comisión Europea menciona : “...la Sociedad de la Información está haciendo posibles profundas transformaciones económicas, sociales e institucionales en todos los aspectos de la actividad humana...” y citando el informe del Grupo de Expertos, nos podemos encontrar con expresiones como : “...sin duda alguna, las nuevas Tecnologías de la Información ofrecen enormes posibilidades para...”.
Por otro lado, otros autores como Andrés Dueñas se decantan por la consideración del progreso que la Sociedad de la Información supone para el ámbito comunicativo. En este sentido, para él parece claro que nos dirigimos hacia un mundo en el que los ciudadanos podrán valerse de las nuevas tecnologías para comunicar cualquier cosa en cualquier momento y desde cualquier lugar. En esencia, las nuevas tecnologías de la información constituyen la semilla del futuro desarrollo del universo de las comunicaciones. Por ejemplo, entre sus muchas posibilidades, las nuevas tecnologías permitirán una comunicación más fácil y fluida entre padres e hijos con vidas cada vez más móviles, transformando las familias antiguas y cerradas, ligadas a un solo lugar, en entidades familiares más abiertas y cosmopolitas. Al mismo tiempo, dispondremos de información personalizada en tiempo real, adaptadas a nuestras necesidades de cada día y a nuestros gustos personales. Y al hablar de comunicación, las nuevas redes tienen el potencial de ser una importante herramienta de democratización al facilitar las posibilidades de participación y expresión ciudadana. En conjunto, estas opiniones son una muestra de la corriente que opina que, con las nuevas tecnologías, el proceso de comunicación se verá potenciado, desarrollado e impulsado por la utilización de las nuevas tecnologías de la información. En este sentido, la comunicación adquirirá características más globales, facilitándose la interactividad entre las personas y asumiendo que la inteligencia y los conocimientos lleguen a estar distribuidos en diferentes puntos de la red comunicativa, no importando la distancia a la que se encuentren los mismos, ni el momento temporal en el que lleguen a interaccionar los participantes.
Centrándose también en el campo de la comunicación, Miguel López menciona que la Sociedad de la Información puede ser definida como aquella sociedad en la que los ciudadanos son capaces de hacer uso de los diversos servicios de telecomunicación para mejorar los distintos aspectos de su vida cotidiana. Esta sociedad, según el autor, estaría ya materializándose entre nosotros, transformando nuestra forma de vida y transformando, para mejorar, nuestra forma de pensar, de trabajar y de relacionarnos. Para él, la Sociedad de la Información, en la medida que propicia la comunicación de todos con todos, cambiará y mejorará las relaciones humanas en la compañía, la empresa o la familia. En conjunto, estos cambios nos trasladarán de una sociedad muy informada a una muy bien comunicada. Esta postura es ampliamente respaldada por otros teóricos como Harasim (1994) que especifica también que las nuevas redes de comunicación permiten incrementar el rango de relaciones humanas y el número de caminos por los cuales podemos tomar contacto con otras personas, de manera que abran nuevos modos de comunicación y establezcan nuevas relaciones humanas y técnicas.
En síntesis, autores como Douglas Schuler ( 1988 ) plantean que las comunicaciones constituyen el corazón de casi todos los aspectos de la vida contemporánea actual.
Si bien estas opiniones sintetizan los principales repercusiones positivas que ha conllevado la aparición de la sociedad de la información, no podemos olvidar que una de sus principales áreas de influencia ha sido la centrada en la vertiente académica. Así, se ha llegado a considerar a la Sociedad de la Información como uno de los ingredientes enriquecedores de la vida estudiantil. Una vez que la razón de ser de la universidad puede describirse, bastante simplificadamente, como el descubrimiento de la información, a través de la investigación o de su transmisión, a través de la enseñanza, el impacto beneficioso de las nuevas tecnologías parece innegable. Pero si queremos tratar sobre educación, en la Sociedad de la Información, Bill Gates con su obra “Camino al Futuro” ( 1995 ) se convierte en uno de los principales abanderados en este aspecto al reconocer las amplias posibilidades educativas que ofrecen las nuevas tecnologías en la Sociedad de la Información, y esta misma predisposición ha sido seguida por diversos autores, como Cabero y Martínez (1995) que nos indican claramente las posibilidades de las nuevas tecnologías y los nuevos canales de comunicación e información para la sociedad en general y para el terreno educativo en particular.
Al margen de estas entusiastas actitudes, otros teóricos como Miguel Valiño (1999), optan por una actitud mucho más prudente al afirmar su incapacidad de pronosticar o precisar cómo la aparición de la sociedad de la información influye e influirá en la vida de todos. No obstante sí tienen claro que estamos ante un proceso irreversible que afectará a todas las personas y que es ahora, durante el proceso de “instauración”, el momento clave para actuar tratando de lograr que este fenómeno pueda servir para configurar una sociedad más libre e igualitaria, estando en la mano de todos el conseguirlo, tratando de evitar que los problemas relacionados a la cantidad de información lleguen a desbordarnos.
Esta misma postura es defendida por autores como José F. Silvio quien considera que el mundo avanza hacia una sociedad de la información y el conocimiento; no obstante, matiza su consideración añadiendo que este progreso supone, a la vez, un paso adelante hacia una economía simbólica en la cual quien posea la información y el conocimiento tecnológico, dispondrá de mayor capacidad de producción y control sobre la economía y la sociedad.
En este sentido, para Manuel Castells, el tránsito hacia la Sociedad de la Información es una realidad que tiene entre sus pilares la consideración de la información como un bien económico que sustituye a las actividades industriales y constituyendo un paradigma que se convertirá en la base de las relaciones socio-económicas.

Los retos de debe afrontar de la Sociedad de la Información

 Precisamente, si atendemos a nuestras reflexiones, el papel que deben jugar las nuevas tecnologías de la información es el de ayuda al progreso y a la solución de problemas, unos problemas que si bien pueden haber existido ya de antemano podrían verse agudizados con la aparición de la Sociedad de la Información. Así, si nos mantenemos al margen de las posturas en contra de la Sociedad de la Información, parece claro que el dominio actual de los flujos informativos y las tecnologías que los hacen posibles no ha beneficiado a todos por igual y, en este sentido, se debe trabajar para que estos sectores no resulten perjudicados y puedan beneficiarse de las ventajas que las alteraciones que experimentamos puedan aportar.
En este sentido, debe intensificarse el esfuerzo en:
Estrechar la “brecha digital”
Debe superarse esta sensación (y realidad también, obviamente de una sociedad dual, en la que las personas se diferencian entre sí por la cantidad de información que tienen. Una nueva frontera separa a los que tienen acceso a las nuevas tecnologías de la información y que se benefician de ella de aquellos a los que no les es posible gozar de este privilegio. Los gobiernos y los organismos internacionales deben trabajar por limitar esta discriminación económica, cultural e intelectual.
Hay quien ya se ha apresurado a delimitar claramente estas diferencias, y al margen de la ya conocida “brecha digital” que separaría a los países desarrollados de aquellos que están en proceso, dentro de cada nación podemos hallar a ciudadanos “cognitivamente ricos” y “cognitivamente pobres” o a ciudadanos “infóricos o infopobres”.
Mejorar la seguridad de la red
Desde el punto de vista de la seguridad y la protección de derechos de los ciudadanos, la sociedad de la información ha introducido nuevos obstáculos en referencia a la posibilidad de correr diversos riesgos en referencia a estos aspectos. Casos ejemplares son los diversos problemas que se derivan de actos de “piratería” cibernética, deformaciones en las comunicaciones como consecuencia de la actuación de “hackers” capaces de introducirse en las relaciones ajenas con capacidad de manipular, destruir o apropiarse de la información. Así pues, la Sociedad de la Información y las innovaciones que la acompañan provocan que, en ocasiones, nos encontremos al amparo de los “controladores” de las redes de comunicación y, por supuesto, de aquellos que decidan quiénes deben ser los propietarios de unos u otros contenidos.
En esta línea, no son extraños los casos en los que se producen flagrantes violaciones de la intimidad de los usuarios de las nuevas tecnologías o aquellos relacionados con los derechos de autor y la propiedad intelectual.
Garantizar el respeto entre culturas
Desde otra perspectiva, la sociedad de la información no se ha visto exenta del conjunto de dificultades que afectan a las esferas fundamentalmente culturales. Así, se considera que la sociedad de la información, a través de sus mecanismos básicos de manifestación, no ha dado suficientes muestras aún de sus capacidades para eliminar tendencias existentes en nuestra sociedad como el sexismo o el racismo. Estas consideraciones tienden a focalizarse en contra de Internet que, como gran estandarte de la Sociedad de la Información, parece no consolidarse como un espacio igualitario de interacción en el que todos los ciudadanos tendrían los mismos derechos y posibilidades.

Fuente

  • ADELL, J. “Tendencias de investigación en la sociedad de las tecnologías de la información”. Edutec: revista electrónica de tecnología educativa, nº 7. 1997.
  • http://www.aprender.org.ar/aprnder/articulos/tecn-sociedad-informacion.htm
  • AMORÓS, M. Algunas consideraciones sobre el tema de la técnica y las maneras de combatir su dominio. 2000.
  • ANGULO, E. C. “Superautopistas de la información, telecomunicaciones y nuevas tecnologías”.1998.
  • ARRIGHI, G. “La Sociedad de la Información es una de las más ignorantes de la historia”, La insignia. 20 de diciembre, 2000.