Usuario:Iris González Fuentes

{{Ficha Persona

|nombre       = Cirila

|nombre completo = Cirila Santa María

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|lugar de nacimiento = [[Madruga]]

|fecha de fallecimiento = [[1910]]

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''' Cirila Santa María '''.  

==Biografía==

Tuvo 9 hijos, 7 varones y 2 hembras y a todos entregó a la insurrección. Los varones mayores Víctor, Emiliano, Adolfo y Rafael se fueron a la manigua a pelear a las órdenes el coronel Eliseo Figueroa Mirabal. Más tarde se le sumó Amado. Víctor alcanzó el grado de capitán y Emiliano el de teniente. Los dos menores, Luciano y Joaquín, pertenecieron a un grupo auxiliar civil como Cirila y sus dos hijas Valeriana y Marta.

Cirila casi a diario hacía el recorrido fuera del pueblo en compañía de su hijo Luciano de 14 años.

Cuando se dictó la orden que decía que a quien sorprendieran a un kilómetro del pueblo sería fusilado, Cirila llevaba un saquito con medicinas, vendas, cigarros, petaca para tabacos, aceite, sal, balas y un revólver que les llevaba a los insurrectos atravesando el río por detrás de los manantiales “El Copey”, burlando así a las dos únicas entradas y salidas de [[Madruga]].

Cirila, acompañada de su hijo Luciano, se dirigía al caserío de Camarones donde se hallaba la infantería del general insurrecto Pedro Betancourt. El capitán ayudante del general Betancourt, nombrado Martín D. Santa María era hermano de Cirila pertenecía al Cuarto Cuerpo ([[Matanzas]]). En una ocasión estaban Cirila y Luciano a unos 6 kilómetros de [[Madruga]] cuando fueron sorprendidos por la infantería española del coronel Aguilera, hombre de baja estatura y barba negra, quien frunciendo el ceño le dijo:

-¿Vienen de la loma de ver a los forajidos?

Y Cirila muy dueña de sí misma le respondió:

-El práctico de aquí nos conoce. Sabe que somos gente pacífica.

Llamaron al práctico quien negó conocer a Cirila y al niño Luciano. Cirila sorprendida se irguió e increpó al práctico:

-¿Cómo dice usted que no me conoce? Usted que amarra el caballo a la puerta de mi casa y se sienta y toma café muy a menudo, dice ahora que no me conoce. Usted es un degenerado, un canalla. ¡Usted merece ser arrastrado!

Los improperios de Cirila no tenían fin. Al ver aquella actitud tan decidida y que el práctico había enmudecido y cambiado de color, el coronel Aguilera reunió a los oficiales y después de conferenciar con ellos les dijo a Cirila y al niño que podían seguir.

Ese día madre e hijo sufrirían más sustos. Ambos se encaminaron al cañaveral donde antes habían dejado las cosas que transportaban mientras la infantería española se marchaba. Se inclinaron a recoger la carga y Luciano, temeroso, le decía a la madre que dejara eso, que si les agarraba la noche, los mataban en pleno campo. En esos momentos vieron que se acercaban dos guardias civiles que al verles se dirigieron hacia ellos. Ambos de echaron a correr y se perdieron en el cañaveral para después salir del lado contrario donde había una cerca de piedras y se tiraron al suelo; pero el viento llevó el humo del cañaveral, que se había incendiado, hacia los civiles que huyeron. A la luz del fuego, uno de sus hijos desde El Grillo distinguió a Cirila y a su hermano menor corriendo hacia ellos y tomó el paquete y los recados que la madre le traía. Luciano y Cirila siguieron rumbo a Camarones y esa noche se quedaron allí. El niño, otra vez aprensivo, le decía que si se enteraban que no habían dormido en casa los fusilaban.

Cirila en su tarea de enlace entre la población y los insurrectos se entendía hasta con el jefe de los voluntarios de [[Madruga]] llamado Lorenzo Zapatero. Este era un español con hijos cubanos y simpatizaba con los mambises y hasta les prestaba valiosos servicios mediante Cirila.

El mencionado Lorenzo vaciaba el carretón de basura en un lugar situado detrás de “El Copey” al que le decían “El cementerio”; pues allí era donde mataban a los patriotas del pueblo por cualquier sospecha. En ese carretón iban a veces sacos de harina, de arroz y de sal. En el momento de vaciarlos Cirila y Luciano estaban presentes y el niño iba al campamento mambí a avisar de la llegada de víveres para que fueran por la noche a buscarlos.

Entre otros arriesgados servicios Cirila fue comisionada para hacer llegar al grupo insurrecto los rifles y municiones, así como ropas, medicinas y vituallas, traídas por Paco Cárdenas. Con astucia y habilidad sorteó todas las dificultades y cumplió satisfactoriamente las difíciles misiones.

Cirila Santa María murió en 1910.

==Fuentes==

# Tomado de un artículo publicado en la revista Bohemia en la sección “Esta es la historia”, de la periodista Aida Mesa Martínez, titulado “Cirila Santa María una modesta emula de Mariana Grajales”, 12 de julio de 1974. Archivado en el museo de Madruga, No de inventario 7-109.

#Tomado del artículo de Pablo Oliva Reyes, “Aporte de la mujer madruguera a la causa libertaria”, revista escolar “Antorcha”, pág. 8 y 9, año III # 36 del 15 de mayo de 1947, Archivado en el museo de Madruga.

[[Categoría:Personalidades de la historia de Cuba]]