Portal:Panorama Mundial/RESUMEN SEMANAL/2022-05-29

Revisión del 14:00 29 may 2022 de Irma gt (discusión | contribuciones) (VENEZUELA LLEVA A WASHINGTON HACIA EL TERRENO DEL DIÁLOGO Y LA NEGOCIACIÓN (Misión Verdad))

Revista Latinoamericana y Caribeña No.21 / La Habana, sábado 28 de mayo del 2022/Año 64 de la Revolución/ RNP

La Cumbre de las Américas, ¿otro revés para Joe Biden? (Alai)

No se trata solo del fracaso de la Cumbre presidencial, ya que el gobierno de Washington tiene previstos tres foros simultáneos. El que representa sus intereses comerciales es la llamada Cuarta Cumbre de los CEOs de las Américas. Por Aram Aharonian* - La Cumbre de las Américas, prevista para el 6 de junio en la ciudad californiana de Los Ángeles, puede convertirse en un duro revés diplomático para Estados Unidos, un golpe a su hegemonía fisurada por la decisión de varios mandatarios de América Latina y el Caribe de no concurrir a la cita, de persistir la exclusión de países cuyos gobiernos no gustan a Washington. El motivo es el descontento que generó la exclusión de Cuba, Venezuela y Nicaragua, determinación que EE.UU. suponía que atravesaría sin demasiados sobresaltos, pero se transformó en un problema para el gobierno del demócrata Joe Biden.. La historia vuelve a repetirse 60 años después y Biden vuelve a tomar una determinación con la misma lógica que la adoptada por la Organización de Estados Americanos (OEA) cuando en 1962 expulsó a Cuba en la Conferencia de Punta del Este, en medio de la Guerra Fría con la Unión Soviética en pleno siglo XX. Un mes antes de esta programada novena Cumbre, el secretario de Defensa de Estados Unidos en tiempos de Donald Trump, Mark Esper, reveló cómo el expresidente planeó junto a Juan Guaidó, a quien ungiera como virtual presidente interino, invadir Venezuela y secuestrar al presidente Nicolás Maduro. Era 2019 y Trump había anunciado que “todas las opciones estaban sobre el mesa” para derrocar a Maduro. Fracasó en elecciones, y con intentos de golpe y magnicidio, invasiones de mercenarios, atentados, desestabilización fronteriza. Incluso el consejero presidencial Robert O’Brien propuso un ataque militar de comandos de la Armada estadounidense al Complejo Refinador de José, en el oriente de Venezuela, apoyados por dirigentes de la oposición venezolana. Todo en nombre de la democracia, claro. Y Biden no cambió el libreto. Estas gravísimas revelaciones debieron generar de inmediato una condena y una orden de investigación por parte del actual gobierno. Pero en lugar de esto, se ha guardado el silencio propio de quienes no son capaces de entender las nuevas circunstancias. Mientras, el gobierno del presidente de Chile, Gabriel Boric anunció que realiza gestiones para posibilitar la participación de Cuba, Nicaragua y Venezuela en la novena Cumbre, según la canciller Antonia Urrejola, luego que México, Bolivia, Honduras y 14 países de la Comunidad del Caribe anunciaran que sus mandatarios no asistirían a una cumbre con exclusiones. Hay que cambiar la receta: la región necesita dialogar más allá de sus diferencias, dijo, antes de recordar que el que invita es el dueño de casa. Urrejola agregó que el encuentro perdería fuerza si finalmente se margina a esos países y además, al citar a Boric, recalcó que “se han perdido los espacios de diálogo; la región está ‘superfragmentada’ y polarizada”, y señaló que “la exclusión no ha dado resultados en materia de derechos humanos”. El declamado carácter abierto y sin restricciones de su convocatoria señala que “Estados Unidos ha demostrado, y seguirá demostrando, su compromiso con un proceso inclusivo que incorpora las aportaciones de las personas que representan la inmensa diversidad de nuestro hemisferio e incluye las voces indígenas y otras históricamente marginadas”. Una cosa son los documentos y otra la realidad. Pero no se trata solo de la Cumbre presidencial, ya que el gobierno de Washington tiene previstos tres foros simultáneos. El que representa sus intereses comerciales es la llamada Cuarta Cumbre de los CEOs de las Américas. Habrá otros dos; uno de la “sociedad civil” (ONGs financiadas por la USAID) y otro de los Jóvenes de las Américas (que comulguen con el evangelio de Washington). Según el vicecanciller de Cuba, Carlos Fernández de Cossío, en entrevista con The Hill, el gobierno estadounidense, como anfitrión del foro, se siente con el privilegio de llamar solamente a quien quiere y aun así llamar al encuentro Cumbre de las Américas. En realidad, la Casa Blanca pretende hacer una reunión de amigos que sean capaces de escuchar lo que dice Estados Unidos, aceptar su agenda y repetirla, agregó. El ultraderechista presidente brasileño Jair Bolsonaro aseguró que aún valora su participación. “Depende de muchas cosas. Algunos dijeron que no sería recibido por Biden. Dios mío, me reciben jefes de Estado de todo el mundo. El mundo entero quiere hacer negocios con Brasil, ¿sabe por qué?, porque dependen de nuestros alimentos para su seguridad alimentaria”, respondió. Por su parte, el ex presidente boliviano Evo Morales cuestionó la legitimidad del espacio: Un poco de revisionismo En diciembre de 1994 acudieron a Miami los jefes de Estado y de gobierno de Latinoamérica y del Caribe a una reunión convocada por el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, a la que se bautizó como Cumbre de las Américas, que tenía como objetivo adaptar las relaciones a las nuevas condiciones políticas, económicas y sociales surgidas del fin de la Guerra Fría, ante el nacimiento de un predominio unipolar, la potencia dominante, sin contrapesos tras la caída de la Unión Soviética. I Cumbre de las Américas, Miami, EE.UU., 1994 El politólogo Leopoldo Puchi recuerda que el nombre de su capital, sede del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el Departamento del Tesoro de EEUU, serviría para acuñar el término Consenso de Washington, que más allá de sus fórmulas sobre reformas económicas, se basaba en la idea de un entendimiento general sobre la propiedad capitalista, el mercado y las formas políticas democráticas, en línea con la ideología del Fin de la Historia de Samuel Huntington. Fue sobre esas concepciones que se desarrolló un fundamentalismo de mercado, restricciones extremas al papel del Estado y acoplamiento al peso estadounidense y de la globalización sobre la soberanía de los países. La idea era que, a partir de estas doctrinas, sería posible una integración económica de gran alcance en toda América, haciendo realidad el sueño de Monroe de “América para los (norte)americanos”. La idea central de la primera Cumbre fue la de crear el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), que debía estar lista en 2005. Y todos sabemos qué pasó en la Cumbre de Mar del Plata de ese año. Desde 1994 para acá, el mundo cambió, ya no es unipolar, ya no es el mismo. Estamos en plena expansión productiva y comercial de China, cercana a convertirse en la primera potencia económica, mientras Rusia no está en la situación postrada 1989. Pero la élite dirigente en Washington no ha comprendido los cambios sustanciales, no solo en la región sino en todo el planeta, y que es necesario adaptarse a ellos. Ya los viejos libretos no sirven. El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador ofició de despertador, al anunciar que no concurriría a Los Ángeles si no eran invitados todos los países. Lo que sobrevuela Washington, con gobiernos republicanos o demócratas, es una idea de supremacía sin sentido, quizá porque la historia del país no entiende que se puede cooperar en términos de respeto. Para ello, sería necesario comprender que los intereses de cada país latinoamericano son diferentes a los de EE.UU., aún cuando haya valores comunes. Y la tozudez del discurso añejo ignora que cada nación tiene sus propias instituciones y que las de EE.UU. no rigen en el resto de América, un amplio territorio que Washington sigue creyendo que es su patio trasero, y al que no le interesa comprender. Porque comprender sería tratar a todos como iguales, sería adaptarse. Estados Unidos ha bombardeado y logrado la invisibilización de los organismos de integración, cooperación y coordinación latinoamericano-caribeños como la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac). Y sabiendo del hundimiento de su Ministerio de las Colonias, la decadente Organización de Estados Americanos, apela a la Cumbre con exclusiones para demostrar quién manda, quien es el hegemón. En cuanto a la OEA, también con sede en Washington, no ha sido solo el impresentable Luis Almagro el que la ha hundido, sino que la vieja idea panamericanista no responde a las realidades regionales de hoy sino a los añejos dictados de Washington, e inevitablemente deberá ser cerrada y sustituida por instituciones autónomas y representativas –también- de los pueblos del sur del Río Bravo. No hay un fin de la historia y sería bueno que los políticos estadounidenses supieran que la democracia, que significa gobierno del pueblo, la inventaron los atenienses en el siglo sexto antes de nuestra era. Y está permanentemente en construcción. Los pueblos se encargan de ello, sin el permiso de Washington.

  • Aram Aharonian, Mágister en Integración y comunicólogo uruguayo. Sus trabajos se centran en temas de comunicación y geopolítica. Es director del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE) y presidente de la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA).

De cara a la Cumbre, el «patio trasero» demanda al menos un poco de respeto (Rebelión)

Por Álvaro Verzi Rangel* Washington ha convocado a su “patio trasero” para darle instrucciones. A poco más de tres semanas de que inicie la novena Cumbre de las Américas, en Los Ángeles, California, se suman los países latinoamericanos y caribeños que anunciaron que no enviarán a sus presidentes a la convocatoria del mandatario estadounidense Joe Biden, de persistir las exclusiones de Venezuela, Cuba y Nicaragua y el desconocimiento de la soberanía de las naciones del continente. Ya los presidentes de México y Bolivia, Andrés Manuel López Obrador y Luis Arce, anunciaron sus ausencias, al igual que 14 países de la Comunidad del Caribe y Honduras, mientras Argentina, Chile, Guatemala e incluso Brasil, valúan sus asistencias. La Cumbre de las Américas es la única reunión que convoca a líderes de los países de América del Norte, del Sur, Central y del Caribe. De ahí la insistencia del presidente mexicano para “evitar la confrontación” y, mediante el diálogo, “exponer y resolver las diferencias”.

Hasta ahora, Washington descartó cambiar de postura: “Cuba, Nicaragua y el régimen de (Nicolás) Maduro no respetan la carta democrática de las Américas y por lo tanto no espero su presencia”, anunció el subsecretario para América Latina y el Caribe, Brian Nichols. 

Washington, que cree poseer la interpretación válida de democracia y derechos humanos y la vía verdadera y única para la construcción del bienestar general, no ha planteado un nuevo programa para el desarrollo de América, sino que lo ha convocado a su “patio trasero” para darle instrucciones. El dubitativo presidente argentino Alberto Fernández, pidió a EE.UU. invitar a la reunión a todos los países de América Latina.” Tengo pensado ir (a la cumbre), pero pido a los organizadores lo mismo que López Obrador”, en Berlín, donde está en gira europea. Asimismo, la presidenta de Honduras, Xiomara Castro, rechazó la exclusión de naciones en la novena Cumbre de las Américas: Si no estamos todas las naciones, no es Cumbre de las Américas, tuitéo la mandataria. Más allá del bloque de países del continente, el gobierno de China dijo que el encuentro no puede simplemente aplicar los estándares estadounidenses o servir a ellos mismos, y llamó al país anfitrión a respetar la soberanía y dignidad de los latinoamericanos. El temario y la realidad del anfitrión El temario de la convocatoria está centrado en la interpretación estadounidense de la defensa de la democracia y los derechos humanos en el hemisferio occidental, la migración irregular,el cambio climático y los esfuerzos para garantizar un crecimiento equitativo mientras la región emerge de la pandemia de la Covid-19. ¿Se va a hablar de narcotráfico y seguridad? Recordemos entonces que el año pasado más de 107 mil personas murieron en EE.UU. por sobredosis de una o varias drogas: cada cinco minutos un estadounidense falleció por esa causa. En 2020 las muertes por armas de fuego alcanzaron la cifra histórica más alta en EE.UU., con un incremento de 35 por ciento en los homicidios, que pasaron de 14 mil a 19 mil el siguiente año, fenómeno que observó amplias disparidades socioeconómicas y étnicas, con un mayor impacto en comunidades pobres y entre jóvenes afroestadounidenses. ¿Se va a hablar de economía? La inflación en EE.UU. registró una tasa interanual del 8,3 por ciento en abril, dos décimas menos que en marzo. Los rubros que más subieron fueron el alojamiento, los alimentos (9,4 por ciento en un año, récord desde abril de 1981), los pasajes de avión y los automóviles. El componente energético acumula un alza de 30,3 por ciento anual y se espera nuevos aumentos. Recapitulemos: los fallecimientos por el abuso de drogas y armas de fuego son síntomas de una alarmante crisis de salud mental en la sociedad estadounidense, originada y/o por el libertinaje en el comercio de armas y en el lavado del dinro proveniente del tráfico de estupefacientes, además de la falta de acceso a los servicios médicos, gracias a la privatización extrema. ¿Se va a hablar de narcotráfico? La venta indiscriminada de armas de corte militar pone en manos de la delincuencia organizada un poder de fuego que le permite desafiar a las autoridades en naciones como México, de donde proviene buena parte del fentanilo, opioide sintético causante de la mayor porción del aumento en las sobredosis. Es obvio que los cárteles de las drogas que se extienden por Latinoamérica y el Caribe no podrían operar si no contaran con mecanismos para lavar el dinero proveniente de sus actividades ilícitas. EE.UU. prové un sistema financiero que permite eludir cualquier supervisión en el manejo de capitales. De acuerdo Tax Justice Network, EE.UU. ocupa el segundo lugar mundial en opacidad financiera, sólo detrás de las islas Caimán. En estas falencias y en sus propias políticas de Estado, que los gobiernos sucesivos de Washington suelen olvidar, es donde radican los principales problemas de seguridad de Estados Unidos, no en las lejanas Rusia y China y mucho menos en Cuba, Nicaragua o Venezuela. ¿Miopía o hipocresía? O ambas cosas.

  • Sociólogo, Codirector del Observatorio en Comunicación y Democracia y analista senior del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)

Biden y la ridiculez de la engreída política del anfitrión de la Cumbre de las Américas (Rebelión)

Por Wilkie Delgado Correa * En ese absolutismo sin matices se cometen faltas de apreciación y hasta verdaderas estupideces, como siempre que funcionan el odio y la prepotencia del imperio Ante la cercanía de la celebración a inicios de junio de la Cumbre de las Américas, se debate mucho sobre las invitaciones y asistentes a dicho evento y, por lo tanto, cuáles serán los posibles resultados de una agenda en que se cabildea sobre los posibles gobiernos participantes y el enfoque de los asuntos que se debatirán y los compromisos de la declaración final. Hasta ahora, por declaraciones de funcionarios de cierto nivel de los Estados Unidos, se conoce la intención de vetar las invitaciones de Cuba, Venezuela y Nicaragua, mientras que ante la avalancha de declaraciones en contra de gobernantes de América Latina y del Caribe, la vocera oficial de la presidencia de Biden se abroquela en la justificación del secretismo sobre la decisión final de la invitaciones a los posibles asistentes. A ello se une una posible ridiculez adicional que sería la invitación a la Cumbre de Juan Guaidó, reconocido como presidente de Venezuela por los Estados Unidos y la OEA. Cualquiera que sea la solución del asunto de los participantes, el gobierno de Joe Biden se encuentra en un dilema del cual saldrá malparado como anfitrión. Y a estas alturas está claro que no supo prever las consecuencias de la aplicación de su cegata política internacional tanto en el hemisferio como en el resto del mundo. Mucho se puede comentar a partir del análisis pormenorizado de las aristas relacionadas con este evento. Su desenlace final permitirá reafirmar la certeza de cuantos juicios pudieran ser esclarecedores y avizores en los momentos presentes. Por el momento me permito recordar algunos presupuestos ideológicos sustentados por el escritor norteamericano Ray Bradbury. Como muchos otros escritores norteamericanos famosos, Bradbury se pronunció sobre la realidad de la política y el comportamiento de los norteamericanos, mejor sería decir de los yanquis, o sea la parte prepotente y engreída de los Estados Unidos, que incluye a las élites políticas y sociales de ese país, y que miran al resto de los países del mundo, ya como subordinados o como aliados de menor cuantía. El famoso y multipremiado escritor norteamericano Ray Bradbury declaró en 1968 a la prensa, lo siguiente: «Recientemente he releído el libro de Bernard Shaw y he comprendido por qué los norteamericanos no saben hacerse amar y consiguen frecuentemente hacerse detestar por el mundo entero. Shaw señala que nosotros simplificamos demasiado las cosas y las ideas, transformándolas en verdades absolutas, que pensamos y vivimos a través de juicios convencionales y esquemas preconcebidos. Es que no entendemos de matices. Para el norteamericano corriente, los comunistas tienen que ser necesariamente horribles y malvados, no puede haber buena gente en Vietnam o en China Roja. Nada bueno puede haber de positivo en el comunismo, piensa el hombre del montón. En ese absolutismo sin matices se cometen faltas de apreciación y hasta verdaderas estupideces, como siempre que funcionan el odio o la indiferencia humana.¨» Y continuaba Bradbury en el análisis mencionado: “A veces me pregunto si no es nuestra falta de virilidad en casa lo que nos hace tan dictatoriales y destructores en los demás países. Cobardes en el hogar, con nuestras mujeres, nos desquitamos fuera y pretendemos ser prepotentes con los demás…”. Como vemos, estas opiniones son una especie de bisturí que abre y pone al descubierto las entrañas viscerales, la psicología y el carácter de las ínfulas que muestran al mundo los políticos norteamericanos, y estos juicios son coincidentes con el de muchos otros ilustres hombres de ese país, digamos Hemingway, Henry Miller, Noam Chomsky, Edward Zinn, Mikel Moore, etcétera. ¡Pero qué magnífica instantánea para un retrato de la realidad política de Norteamérica! El retrato pudiera exhibir una interrogante como título: ¿Por qué ser tan dictatoriales y destructores en los demás países? Por ahora me permito adelantar esta conclusión sobre la celebración de la Cumbre de las Américas: Cualquiera que sea la solución del asunto de los participantes, el gobierno de Joe Biden se encuentra en un dilema del cual saldrá malparado como anfitrión.

  • Wilkie Delgado Correa. Doctor en Ciencias Médicas. Doctor Honoris Causa. Profesor Titular y Consultante. Profesor Emérito de la Universidad de Ciencias Médicas de Santiago de Cuba.

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Cumbre de Las Américas (Últimas Noticias)

Por Luis Brito García* 1 En Alicia en el País de las Maravillas, de Lewis Carroll, una benévola Morsa invita a un grupo de almejas a un banquete del cual serán el plato principal. Al convite de la Morsa se asemejan estas Cumbres en las cuales un país hegemónico convoca a otros para someterlos. Oficialmente las organiza la Organización de Estados Americanos, residenciada en Washington, en el antiguo edificio de la Unión Panamericana, cuyo presupuesto depende del aporte estadounidense, y a la cual el Ché definió como “Ministerio de Colonias de Estados Unidos”. En efecto, la OEA esgrime contra todos los países de Nuestra América una Convención Interamericana de los Derechos Humanos en virtud de la cual deben acudir anualmente a Washington a ser acusados por una Comisión Interamericana de los Derechos Humanos y juzgados por una Corte Interamericana de los Derechos Humanos. Estados Unidos astutamente evitó suscribir la mencionada Convención, pues ser sentenciado por un organismo internacional lesionaba su soberanía. Por idéntico motivo la República Bolivariana de Venezuela, por decisión unánime de todos sus Poderes, se retiró en 2017 de la OEA. 2 Si cupieran dudas de la orientación de estas Cumbres, basta revisar sus sedes y mandatarios huéspedes. La I sesiona en 1994 en Miami, “show window” del modo de vida estadounidense, convocada por Bill Clinton, descuartizador militar de Yugoslavia, Checoeslovaquia y Haití. La II se reúne en 1998 en Chile, presidida por Eduardo Frei Ruiz-Tagle, heredero del pinochetismo. La III opera en 2001 en Quebec, alojada por Jean Chretien, mandatario sumiso a las políticas de su poderoso vecino, y es sacudida por masivas protestas anti globalización. La IV sesiona en 2004 en Monterrey, frontera mexicana con la potencia norteña, bajo la presidencia de Vicente Fox, mandatario identificado con intereses y políticas de ésta. La V, para variar, sesiona en 2005 en Mar del Plata, Argentina, bajo la presidencia de Néstor Kirchner, y resulta el gran fiasco para Estados Unidos. Sus turiferarios llevaron para ser aprobado “fast-track”, sin examen ni discusión, el ALCA, monstruoso tratado hemisférico de Libre Comercio que pretendía la entrega masiva al capital estadounidense de los recursos naturales, estratégicos y turísticos de Nuestra América, permitía la incondicional exoneración de impuestos de los empresarios y la eliminación de los derechos laborales y sindicales de trabajadores latinoamericanos y caribeños. Las delegaciones lo rechazaron de plano. Participación protagónica tuvo la venezolana, siguiendo instrucciones del Presidente Hugo Rafael Chávez Frías. 3 Amoscados, los funcionarios de la OEA tardaron cuatro años en convocar otra Cumbre en 2009, en la ex colonia británica de Trinidad y Tobago bajo la presidencia del neocolonialísimo Patrick Manning. Para seguir pisando bajo seguro, en 2012 congregaban otra en Colombia, ocupada por nueve bases militares estadounidenses declaradas e infinidad de otras disimuladas en sus aeropuertos y enclaves estratégicos. Para mayor seguridad, la OEA reúne la VII Cumbre en 2015 en Panamá, país secesionado de Colombia por una intervención yanqui, de nuevo sembrado de bases militares estadounidenses en violación de los acuerdos Carter-Torrijos, dolarizado y presidido por el también dolarizado Juan Carlos Valera. La Cumbre del 2018 es reunida en la ciudad sede del tristemente célebre Grupo de Lima, y presidida por Martín Vizcarra, ex vicepresidente del todavía más tristemente célebre ex Presidente Pedro Pablo Kuczynski, depuesto por corrupción. 4 Así, se entiende que los preparadores de la IX Cumbre de las Américas en 2022 intenten pisar firme convocándola para Los Ángeles (ciudad que arrebataron a México junto con más de la mitad de su territorio en 1845), dirigida por su propio Presidente Joe Biden, y sólo con delegados de países que consideran suyos. En el magistral relato “Confesión de un Ególatra”, Otrova Gomás describe el banquete que un engreído se dedica, y cuyo único invitado, previsiblemente, es él mismo. Creyéndose todavía Primera Potencia del Mundo, Estados Unidos sólo admite debatir consigo mismo, o con reflejos suyos. Así como impone presidentes auto-elegidos,aspira a una Auto-Cumbre. 5 Como en la de Hamlet, en la locura de la Morsa y de la OEA hay un sistema. La IX Cumbre se convoca para comprometer a Nuestra América como instrumento en el Holocausto estadounidense contra Rusia. Nada de invitar almejas que no se dejen comer, ni países que no se definan como incondicionales. Por ello, a mucha honra, se excluye del Banquete del Ególatra a Cuba, Nicaragua y Venezuela. Pero no están solas. El Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, señala: “¿Cómo es que convocamos a una Cumbre de las Américas, pero no invitamos a todos? ¿Entonces de dónde son los que no están invitados? ¿De qué continente? ¿De qué galaxia? ¿De qué satélite? Si hay exclusión, si no todos son invitados, habrá una representación del gobierno de México, pero no iría yo”. Xiomara Castillo, Presidenta de Honduras, cuyo esposo Manuel Zelaya fuera depuesto por golpe del Comando Sur, afirma que una Cumbre no sería tal “si no estamos todas las naciones”. Funcionarios de Brasil informan que el Presidente Bolsonaro considera no asistir. El Presidente de Argentina manifestó que asistiría, pero que debían ser invitados todos los mandatarios de la región. El presidente temporal de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) manifestó: “Le pido a los organizadores lo que López Obrador ha pedido: que inviten a todos los países latinoamericanos”. Los países de la Comunidad del Caribe (Caricom) no asistirán a la Cumbre si se excluye de la cita a alguna nación de la región. Y Luis Arce, Presidente de Bolivia, víctima apenas repuesta de sangrienta intervención de Estados Unidos perpetrada mediante la OEA, afirmó que “Una Cumbre de las Américas que excluye a países americanos no será una Cumbre de las Américas plena, y de persistir la exclusión de pueblos hermanos, no participaré de la misma”, pues “si se desconoce el pluralismo, se ignora el principio de autodeterminación y se veta la participación de países hermanos”. Con la unipolaridad, va en vías de extinción la incondicionalidad. *Luis Brito García, periodista, investigador, politólogo y ensayista venezolano

VENEZUELA LLEVA A WASHINGTON HACIA EL TERRENO DEL DIÁLOGO Y LA NEGOCIACIÓN (Misión Verdad)

BREVE RESUMEN Este martes 17 de mayo, en una publicación de Associated Press (AP), trascendió que la administración de Joe Biden autorizó un alivio parcial de las "sanciones" ilegales que recaen sobre Venezuela y su sector petrolero. La información de AP fue confirmada posteriormente por Juan González, director sénior del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos para el Hemisferio Occidental, y también por la vicepresidenta ejecutiva de la República, Delcy Rodríguez, quien afirmó en horas de la tarde: Esta medida anunciada por Estados Unidos se traduce en permitir que la empresa petrolera Chevron negocie directamente con Caracas el reinicio de las operaciones de explotación petrolera en Venezuela, a través de una licencia destinada para tal fin, a cambio de que se reanude el proceso de negociación en México, paralizado tras el secuestro del diplomático venezolano Alex Saab, integrante de la mesa de diálogo, a mediados de octubre de 2021. EL CABILDEO DE CHEVRON Son varios los movimientos que han forzado a Washington a dar este paso, que implica la reconsideración de su política de agresiones contra Venezuela y el reconocimiento de una situación de desventaja marcada por el alza global de los precios del petróleo a causa de la escalada de coerción económica contra Rusia. Primero, los intereses de la propia Chevron. La empresa petrolera, aprovechando el espacio de negociación abierto por el viaje de una delegación estadounidense a Caracas el pasado mes de marzo, elevó su apuesta de presión a lo interno de la Casa Blanca para un levantamiento parcial de las medidas punitivas contra PDVSA que le permita operar en el país. The Wall Street Journal confirmó en su momento estas presiones. La empresa ofreció duplicar la producción petrolera venezolana en poco tiempo, lo que le permitiría a Estados Unidos sustituir, al menos, 700 mil barriles diarios de crudo de origen ruso que ya no entran al torrente energético norteamericano después de una prohibición impuesta por la Casa Blanca. La presión de Chevron parece estar teniendo resultado; sin embargo, un levantamiento de las medidas coercitivas de forma unilateral que le permita reiniciar sus operaciones en Venezuela traería consigo costos políticos insoportables para Biden, sobre todo en año electoral con las midterm en noviembre próximo. Para evitarlos, Washington ha encubierto su maniobra como un "acto de buena fe", cuyo objetivo aparente es reanudar el diálogo en México, una coartada con la cual busca, mediante una narrativa de apoyo a las negociaciones, diluir su imperiosa necesidad de acceder al petróleo venezolano. Lo que confirma este cálculo interesado es que el primer paso dado en marzo con el viaje a Caracas ocurrió en paralelo a la prohibición de importar crudo y gas ruso. De esta manera, presionado por las circunstancias, Washington utiliza la mesa de diálogo en México como un mecanismo de ahorro de costos políticos que le permita tramitar un levantamiento parcial de las "sanciones" con el telón de fondo de las negociaciones con la Plataforma Unitaria. El movimiento de Washington también describe la posición de ventaja táctica que tiene el Gobierno Bolivariano en medio del trastorno actual de la economía mundial, donde el petróleo venezolano, desconectado del circuito de las refinerías estadounidenses desde 2017 en adelante, ahora es demandado por la administración Biden en un intento de reequilibrar el mapa energético del imperio. REBELIÓN EN LA GRANJA: CONVERGENCIA ANTI-SANCIONES A principios de abril pasado, el denominado Foro Cívico, una plataforma que vincula a ONG, activistas y personas del mundo empresarial, se reunieron con el presidente Maduro en el Palacio de Miraflores. El encuentro fue interpretado como un desafío al protagonismo de la remasterizada Plataforma Unitaria que representa a las oposiciones en México. El enfurecimiento del G4 se agravó días después con el envío de una carta pública dirigida al presidente Biden, en la cual 25 opositores ligados a los medios y a la empresa privada exigieron el levantamiento de las "sanciones" debido a su impacto negativo en el bienestar de la población. Ambos hechos resonaron en la política nacional y descuadraron a la Plataforma Unitaria, que se vio sin iniciativa y con el monopolio de la agenda antichavista arrebatado por varios días. El motín, sin embargo, tuvo un impacto superior: se evidenció que la política de Estados Unidos ha perdido respaldo en el ecosistema de las oposiciones, lo que hace de su continuidad un hecho insostenible en el mediano plazo. Hay una convergencia política y social contra las medidas de coerción de Washington que obliga a Biden a una revisión inmediata mientras la insatisfacción y las distancias crecen. Muestra de esto es que la Plataforma Unitaria negó que pidió el “alivio” a las sanciones petroleras, como indicó AP. TUMULTO EN EL PARTIDO Hace pocos días, 18 congresistas del Partido Demócrata, ubicados en el ala más a la izquierda de la organización, enviaron una carta al presidente estadounidense en la que exigieron un levantamiento, sin condiciones, de las medidas coercitivas unilaterales contra Venezuela y continuar el diálogo con Caracas. La secuencia de eventos y posicionamientos contra las "sanciones" en cuestión de pocas semanas han supuesto un quebradero de cabeza para la Casa Blanca, ya que la rebelión en la granja del Foro Cívico y la "carta de los 25", ahora se suma el choque dentro del propio partido gobernante en Estados Unidos. El pantano actual en el que se encuentra Washington hace inviable que Estados Unidos pueda incrementar la presión sancionatoria, y ello implica el fracaso global de la estrategia de cambio de régimen mediante guerra económica, financiera y comercial. CONTEXTO: CUMBRE DE LAS AMÉRICAS Y EL FACTOR CHINA El reclamo generalizado en la región latinocaribeña y la apuesta de varios mandatarios de no asistir a la IX Cumbre de las Américas debido a la exclusión de Venezuela, Cuba y Nicaragua, también supone un desafío a la autoridad de la administración Biden, que se expone a una cumbre intrascendente si mantiene dicha postura, como ya se analizó en esta tribuna. El paso dado respecto a Venezuela coincide con una relajación de las restricciones a las remesas, turismo y visados impuestas por Trump contra Cuba, que fue aprobada recientemente. Estados Unidos busca zafarse de este escenario de vacío de hegemonía y autoridad recalibrando su política exterior en el continente, pivotando sobre el triángulo central de poder del ALBA, bajo el juego ya conocido del soft power, donde la narrativa pro-derechos humanos, la infiltración mediante ONG y las maniobras encubiertas de desestabilización amparadas en figuras "ciudadanas" y "civiles" sustituyen el ataque directo. La administración Biden entiende que la influencia estadounidense en la economía, el comercio y la inversión en la región latinoamericana está siendo minada por China, que gana terreno con asociaciones estratégicas asertivas y una modalidad de pactos bilaterales que no condiciona los beneficios de la integración económica a una relación de vasallaje y subordinación geopolítica al estilo estadounidense. Por ende, la apuesta ahora sigue estando en el atractivo de los valores estadounidenses de corte liberal, canibalizados en la actualidad por la deriva identitaria encabezada por el Partido Demócrata para contrarrestar a China, dividir a la región y realinear países en lo geopolítico, mediante métodos posmodernos de captación cultural que incluso puedan estar situados en el bloque progresista. El paso dado por Washington respecto a Venezuela, en sincronía con el movimiento hacia Cuba, debe evaluarse dentro esa idea de reacomodo de perfil continental, donde el eje de gravedad pasa por la asimilación blanda en consonancia con la agenda de disolución antropológica del Foro de Davos. LA CLAVE IRANÍ: CONCLUSIONES PROVISIONALES También, recientemente la empresa estatal iraní National Iran Oil Engineering and Construction Company suscribió un contrato de 110 millones de euros con PDVSA para repotenciar la refinería El Palito, en el estado Carabobo, en una señal de profundización de la alianza estratégica entre ambos países que tienen sus respectivos sectores petroleros atacados por Estados Unidos. El acuerdo es clave a la luz de la trama diplomática para reactivar el acuerdo nuclear en Viena, cuyo desarrollo se ha estancado por parte de Estados Unidos. Esto mantiene en vigencia las restricciones ilegales que impiden a Irán comercializar internacionalmente su petróleo con normalidad; sin embargo, a principios de abril reciente la República Islámica aseveró que su capacidad productiva volvió a los estándares previos a la estrategia de "máxima presión" del expresidente Trump en 2018: más de 3 millones de barriles diarios. Lo importante de esto es que la alianza entre ambos países le permite a Venezuela acceder a suministros, equipamientos tecnológicos y esquemas de triangulación para la comercialización de su petróleo evadiendo las acciones de guerra económica, financiera y comercial estadounidenses. La normalización de estos mecanismos en el tiempo ha socavado el impacto del bloqueo, y ahora adquieren un mayor vigor en un contexto de altos precios del petróleo que contribuye a que Venezuela siga consolidando su recuperación económica interna. Ambos países trabajan en una alianza de cooperación y resistencia prolongada adaptada a una extensión temporal del bloqueo y embargo imperial. Esto es de vital importancia, ya que la oferta hecha por Washington, el "gesto de buena fe" para algunos incautos, posiblemente pierda atractivo para extraer concesiones de importancia del Gobierno Bolivariano. Es ahí donde el acuerdo con Irán tiene una relevancia fundamental en los movimientos reportados este 17 de mayo. El Gobierno Bolivariano tácticamente está en una posición de ventaja en la negociación, y puede aprovecharla para ampliar sus exigencias llevando a Washington hacia su terreno. Con la máquina sancionatoria en proceso de desgaste y recalentamiento, la administración Biden tiene mucho que ceder en términos de poder real y solo aspectos simbólicos que ganar. Ir al inicio

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