Úrsula Céspedes
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Ursula Céspedes Orellano de Escanaverino. Poetisa Bayamesa, maestra por excelencia y fundadora de la Academia Santa Ursula.
Sumario
Antecedentes
Nace el 21 de octubre de 1832, en la Hacienda La Soledad, muy cercana a Bayamo. Recibió la primera enseñanza en su propio hogar donde aprendió música y francés.
Hija de Don Manuel Céspedes y Barrero y de Doña Bárbara Orellano. Su padre hombre de excelente posición económica y dueño de grandes extensiones de terreno, aparentemente para la cría de ganado, era el propietario de la “Hacienda de La Soledad”, aunque se debe de mencionar que en la escritura de División de Bienes de Don Manuel, que se firmó en 1883, no se hace mención a dicho nombre y por el contrario a su esposa Doña Bárbara se le adjudica la “Hacienda Potrero Guajacabito” con todas sus estancias, la casa en Bayamo ubicada en la Calle de la Mendoza No. 1, la estancia de “La Cañada en El Dátil”, la “Estancia de Yamagual” y la “Hacienda de Gutiérrez”. El resto de los hijos y los herederos reciben otras propiedades y ganado, pero en ningún caso aparece el nombre de “La Soledad”.
Don Manuel y Doña Bárbara tuvieron muchos hijos, en total nueve, de los cuales el mayor fue José María Céspedes Orellano, destacado Jurisconsulto que escribió varios libros y que nació en el año de 1829. Por esta razón y de acuerdo a las costumbres de la época, significaría que sus padres se habrían casado alrededor de 1827 ó 1828.
Los demás hermanos, sin conocer sus fechas de nacimiento, fueron otros 3 varones, Manuel, Leonardo y Miguel aparentemente todos ellos fallecidos en la Guerra de Independencia y tres mujeres Digna Teresa, Gertrudis y Francisca Dolores, esta última falleció también a temprana edad en la casa que la tatarabuela Bárbara tuvo en Camagüey.
Don Manuel Céspedes y Barrero murió en el mismo año de 1868 en que Carlos Manuel de Céspedes se levantó en armas en el Ingenio “La Demajagua” en Manzanillo, visiblemente afectado por la pérdida de todas sus propiedades que fueron incendiadas y confiscados sus bienes por el gobierno español.
Vida personal
En 1854 Ursula visita Villa Clara, donde conoció a Ginés Escanaverino con quien, tres años después contrajo matrimonio. En 1858 obtiene el título de maestra y junto a su esposo, pensionado por el municipio, funda en Bayamo, La Academia ¨ Santa Ursula ¨ para la enseñanza femenina.
Se trasladaron a La Habana, donde permanecieron los años 1863 a 1865. Posteriormente su esposo obtiene por oposición el cargo de director de la escuela superior para varones de San Cristóbal, Pinar del Río, donde Ursula imparte clases para niñas en el mismo lugar.
Sus primeros poemas los había publicado en 1855 en ¨ Semanario Cubano ¨ y ¨ El Redactor ¨ de Santiago de Cuba, de la capital Oriental. También utilizando a veces los seudónimos de ¨ La Serrana ¨ y Carlos Enrique Alba colaboró en ¨ La Regeneración ¨ de Bayamo, ¨ La Antorcha ¨, de Manzanillo,¨ La Alborada ¨ y ¨Eco de Villa Clara ¨, de Santa Clara, ¨ El Fomento ¨ y ¨ Hoja Económica ¨, de Cienfuegos, ¨ Corre de Trinidad ¨ y ¨ La Abeja ¨, de Trinidad, ¨ La Prensa ¨ y ¨ El Kaleidoscopio ¨, ¨ La Idea ¨ y ¨ Cuba Literaria ¨ de La Habana y ¨ La Moda Elegante ¨, de Cádiz, España.
En 1861 publicó su libro Ecos de la Selva con prólogos de Carlos Manuel de Céspedes y póstumamente su esposo publicó Cantos Postreros en reducida edición privada.
Muertos sus hermanos y su padre, la persecución desatada contra su familia los hace trasladarse a Santa Isabel de las Lajas donde fallecería el 2 de noviembre de 1874.
En 1948 la Dirección de Cultura del Ministerio de Educación publicó una selección de sus poesías.
Relación entre la familia Céspedes y del Castillo
La más cercana relación, que pudo darse, entre la familia Céspedes y del Castillo y la familia Céspedes y Barrero, debió ser en esta época, que coincide con la etapa en que la poetisa Úrsula Céspedes Orellano compone sus primeros versos y recibe el apoyo de su “tío” Carlos Manuel de Céspedes, lejano pariente, quién incluso le escoge su primer seudónimo que fue de La Calandria. Por esta época Carlos Manuel todavía vivía en Bayamo.
A continuación se plasma un comentario que hace Don Juan J. Remos en el libro Poesías, publicado por el Ministerio de Cultura Cubano en 1948, en relación a la sensibilidad poética de Úrsula y el relieve e importancia que tenía Carlos Manuel de Céspedes como intelectual de la época, cuando aceptó escribir el prólogo del libro Ecos de la Selva, publicado por Úrsula en 1860.
Dice Céspedes en el prologo:
Composiciones literarias
“LAS MARIPOSAS DEL ALBA” De púrpura, azul y nieve, Como las flores, galanas, Recién nacidas despiertan Las mariposas del alba. Todos los céfiros suenan, Todos los pájaros cantan, Todas las aguas murmuran, Se mecen todas las ramas, Y al universal contento, Aturdidas, se levantan, Corren, vuelan, se atropellan; Van y vienen, se desbandan; Emprecipitados giros Y en descriptible danza, Suben, bajan, se apresuran, Se enlazan y se desenlazan; Luego corren tumultuosas Por la tendida sabana, Para ver todas las flores Y besarlas de pasadas. Y van del clavel al nardo, Del tulipán a la malva, Del blanco lirio del valle A la amapola rosada. Y en ninguna se detiene, Como si en ninguna hallaran Toda la miel y el aroma Que codiciosas buscaran Más, ya en el zenit ardiente La atmósfera del sol inflama; Ningún céfiro murmura, Y ningún pájaro canta, Todas las flores del huerto Las pálidas frentes bajan; Y entonces las mariposas, Trémulas, plegan las alas. Así amaneció en mi vida, Fresca y pura, una mañana, Realización venturosa De los sueños de la infancia. Llegaban a todas las fuentes Para desdeñar sus aguas; Porque la sed que sentía Ninguna fuente apagaba. Pero llega el mediodía, El sol mis campos abraza Y mueren todas mis flores, Todos mis céfiros caen… Vuelvo los ojos al cielo, Y plego tristes las alas; Para morir como mueren Las mariposas del alba.
“CONSEJO DE UN GUAJIRO” (Romance escrito en Lajas en sep. de 1870)
Bajo una espesa yagruma Que estaba a orillas de un río Consejos a su hijo daba. Un venerable guajiro.
Tú que empiezas, le decía Andando el terreno a Bueno es que la voz de un viejo. Modere un poco sus bríos.
Ponerle jáquima y freno. Al potro nuevo es preciso Porque deja el buen sendero. Por las veredas y trillos.
El hombre justo y honrado Trabajador y sin vicios Tiene paz en la conciencia Y dinero en el bolsillo.
Por la hamaca cuando suben Las gallinas y el caimito Y saluda antes que todo. Al bueno matutino.
Que suene el golpe de tu hacha. Incesante y repetido. Mientras tenga el monte acujes. Jabas, guayabas y espinas.
Abastece bien tu casa. En altura están tus hijos Más no lo guardes lo que sobra Si te lo pide un mendigo.
No cargues mucho tu potro Por ambición y capricho Pues contigo y con la carga Se quedará en el camino.
Llamando vaya a acostarme Bajo el madero bendito. Te daré un beso en la mano.
Y dormiré tranquilo.

