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Religión mexica
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Religión mexica. La religión de los antiguos mejicanos era una especie de politeísmo análogo al de los griegos en cuando al fondo de las creencias, pero que se acercaba a las religiones de Asia en cuanto al culto. Su creencia se basaba en un dios supremo creador y señor del universo llamado Ometecuhtli. Bajo este superior estaban colocados trece grandes divinidades y más de doscientas de menor importancia, cada una de las cuales tenia un día consagrado. Los aztecas honraban con preferencia al dios de la guerra, Huitzilopochtli o Mexitli, cuya imagen habían llevado consigo en su larga peregrinación, hasta que echaron los cimientos de la ciudad de Tenochtitlan que vino a ser la capital del imperio. Otra divinidad por que tenían una profunda veneración era Quetzalcoatl, dios del aire, de quien creían que había residido en la tierra para enseñar a los hombres el cultivo de los campos, el laboreo de los metales y la ciencia del gobierno. Suponían que este dios era completamente pacífico y que se tapaba los oídos cuando se hablaba de guerra. Los mexicanos decían que Quetzalcoatl era de alta estatura, que tenia cutis blanco, cabellos negros y barba larga, y que al alejarse de la tierra había prometido volver. Otra tradición mexicana explicaba la confusión de las lenguas por una leyenda semejante a la historia de la torre de Babel de las sagradas escrituras.

La religión de los aztecas tenia otros puntos de contacto con el dogma católico. Creían en la caída del primer hombre, en el pecado original y en la regeneración por medio de abluciones que recuerdan el bautismo. Consideraban que la especie humana había sido arrojada a la tierra por castigo, y en sus oraciones imploraban la misericordia divina. Entre los objetos de su culto figuraba la cruz, que encontraron los castellanos en Yucatán y en otras provincias. Los mexicas tenían, además, la confesión, que los purificaba de los crímenes cometidos anteriormente; y en una ceremonia semejante a la eucaristía, en que los sacerdotes distribuían a los fieles prosternados los fragmentos de una imagen del dios.

La moral que enseñaba la religión mexica era generalmente pura. Sus oraciones revelaban sentimientos de una caridad sincera, el perdón y el olvido de las injurias, y el propósito de inspirar la benevolencia hacia el prójimo. La poligamia no era admitida más que para los jefes. Las mujeres ocupaban una condición social muy superior a las civilizaciones asiáticas de su tiempo, estando presentes hasta en las funciones sacerdotales. Había sacerdotisas, pero no tenían intervención alguna en los sacrificios.

Cuando los misioneros españoles comenzaron a imponerle las creencias religiosas cristianas a los mexicas se sorprendieron por la similitud de la religión mexica con la cristiana. Supusieron entonces que el Evangelio había sido predicado en América por los apóstoles, y que aquellas prácticas nacias de las doctrinas de su predicación confundida con el paganismo. Algunos escritores han pensado que ella habían sido importadas del viejo mundo por los primitivos pobladores de América. A pesar de sus semejanzas al cristianismo, la religión mexica también tenía grandes diferencias las cuales eran reflejadas en la esencia del dogma y en los sacrificios humanos. En los templos se inmolaban solamente las víctimas humanas sobre los altares, y enseguida se devoraban sus cuerpos en los banquetes con grande aparato[1]. Este uso abominable estaba legitimado por las creencias del pueblo, que miraba la mansión del hombre en la tierra como una expiación y una prueba. Los mexicas estaban persuadidos que la divinidad se apaciguaba con la sangre. Sin embargo, no todas las tribus mexicas observaron la práctica de los sacrificios humanos; lejos de eso, los aztecas solo los usaron desde docientos años antes de la conquista española, y durante mucho tiempo encontraron mucha resistencia para introducirlos en las tribus vecinas. Algunos de los reyes de Tezcuco trataron de prohibirlos definitivamente en su estados.

Fuentes