Clavecín

Clavecín
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Clavecín (también llamado clavicémbalo, cémbalo, gravicémbalo o clavicímbalo
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arpa

Clavecín. Instrumento de tecla (antecesor directo del piano) cuyo sonido se genera cuando la cuerda es pulsada por un plectro, generando así un sonido más parecido al de un arpa, un laúd o incluso como el staccato de un violín.

Origen y evolución

Se cree que derivó del salterio griego (psalterion), aunque su invención se da durante el Renacimiento, a mediados del siglo XV y XVI.

Su estructura básica es uno o dos teclados o manuales, en los cuales, al presionar cada tecla, una púa de pluma de ganso, de cuervo o cóndor (llamada plectro), que se encuentra en una pequeña estructura de madera llamada martinete o saltador, eleva la cuerda correspondiente, punzándola. Esto produce un sonido determinado (nota). El volumen del instrumento no varía, al menos perceptiblemente, según sus teclas se opriman suave o fuertemente, sólo se consigue un cambio de volumen agregando registros o acoplándolos. El arte de ornamentar una línea melódica permite también sugerir efectos dinámicos.

A fines del siglo XIX y principios del siglo XX, el instrumento fue revivido, en parte, gracias a la pianista Wanda Landowska, quien fue la primera profesora interesada en el clave en tiempos modernos (en la ciudad de Berlín), y no sólo interpretó antiguas obras escritas para el instrumento, sino que también encargó obras nuevas a diferentes autores, entre ellos el compositor español Manuel de Falla.

Landowska no se interesó en el sonido de los claves antiguos, sino que propició la construcción de claves modernos, con estructuras derivadas de la construcción del piano (como los clavecines Pleyel).

Con los excelentes progresos de restauración y fabricación de copias de los instrumentos antiguos, desde hace más de cuarenta años ha resurgido el interés por el clave histórico. La claridad de su timbre y exquisita riqueza en armónicos lo hacen irremplazable para la ejecución de música polifónica.

El clave tiene variantes más pequeñas, como la espineta y el virginal, que no deben confundirse con el clavicordio.

En el siglo XVIII se produjo el mejor momento del clavecín. Su extensión se había ampliado a cinco octavas, y algunos autores comenzaron a señalarlo como el instrumento de tecla más apreciado. Fue la época en que los grandes constructores Has, Gubert, Silbermann y Hoffmann los fabricaron muy finos y a veces decorados, muchos de los cuales se conservan actualmente en colecciones particulares y públicas.

Descripción del mecanismo y forma en que se toca

El clave (también llamado clavecín, clavicémbalo y Harpsichord, en inglés) puede tener varios grupos de cuerdas, denominados juegos. A través de pedales o tiradores, el intérprete puede hacer que suene alguno de ellos de manera independiente, o bien varios de ellos a la vez. Puede tener uno o dos teclados, superpuestos, como ocurre en el órgano.

Su defecto se debe a que produce siempre la misma intensidad de sonido, es decir, el clavecinista no puede modificar el volumen sonoro según la intensidad de pulsación de la tecla. Esto se debe a que las cuerdas son pinzadas por puntas de pluma de cuervo situadas en lengüetas accionadas por las teclas. El clavecín es como una guitarra gigante donde hay un dedo para cada cuerda listo a tocar en el instante de pulsar la tecla.

En general, tiene un tamaño menor que el piano, con una estructura triangular que recuerda el arpa que contiene en su interior.

Pueden construirse claves con 49 teclas y un solo sonido según modelos de otras épocas, pero al mismo tiempo, existen claves de 61 teclas por teclado, con dos teclados y varios sonidos.

La pulsación en el clavecín está en el fraseo y la articulación, conseguidos variando la duración de cada nota. La pulsación en el clavecín está relacionada únicamente con la acción de los dedos, cómo bajan y cuándo dejan la tecla, mientras que en el piano está más relacionada con el peso del brazo y de la mano. Los acordes de varias notas pueden sonar pesados; pueden arpegiarse uniformemente para suavizar éste efecto.

Orquestas, repertorio e intérpretes

Grandes compositores como Andel, Domenico Scarlatti y Juan Sebastián Bach le dedicaron sus mejores esfuerzos. Esta popularidad se debe a que el clavecín tiene una brillantez y amplitud sonora.

Muchos compositores del siglo XX tocaron el clavecín, entre ellos Manuel de Falla, con su "Concierto para Clave". En el siglo XVIII eran habituales los grandilocuentes elogios al clavicordio, como el de este pasaje del poeta y músico alemán C. F. Daniel Schubart. El clavicordio alcanzó su mayor esplendor en cuanto a repertorio y popularidad en la Alemania de la segunda mitad del siglo XVIII, con compositores como Bach y sus sucesores.

El clavicordio fue ideal para los estilos del Sturm und Drang y la Empfindsamkeit e inspiró a compositores como Bach, Müthel, Mozart y Haydn, que concibieron para él algunas de sus grandes obras para teclado. Bach, llevó el clavicordio a la "cima artística de su existencia"

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