Pedro Julián Eymard

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Pedro Julián Eymard
Información sobre la plantilla
San Pietro Giuliano Eymard.jpg
Nacimiento[[4 de Febrero ]] de 1811
La Mure d'Isère Bandera de Francia Francia
Fallecimiento1 de agosto de 1868
Grenoble Bandera de Francia Francia
Causa de la muerteHemorragia vascular cerebral
TítuloSanto de la Religión Católica

Pedro Julián Eymard , nació en La Mure d'Isère diócesis de Grenoble (Francia), el 4 de febrero de 1811 y fue bautizado al día siguiente. Pedro fue hijo de un labrador arruinado que cambió el oficio por el de afilador ambulante -de algo hay que vivir- y contrajo segundas nupcias con una buena mujer de pueblo que le dio a Pedro nacido entre hermanastros.

Biografía

La familia no le facilita realizar su vocación religiosa; piensan que ellos son suficientemente pobres y no están para muchos dispendios, que es imposible prescindir de la ayuda que el hijo debe reportar al peculio familiar y afirman que también se puede agradar a Dios sin necesidad de buscar situaciones extremas. Pero él es terco en su deseo. A escondidas va alternando el oficio de afilador con estudios ocultos. Eymard realizó también, hasta los 18 años, un duro trabajo con su padre en una prensa de aceite. Pero no olvidaba la piedad. Las horas libres las pasaba en el templo. Y de este modo surgió en él la vocación religiosa.

Vocación Religiosa

Su padre se oponía rotundamente. Pero Pedro Julián no cejaba en su empeño. Estudiaba latín a escondidas, en los ratos libres, y de este modo se preparaba lo mejor posible para cuando llegara el momento oportuno. Por fin intervino el sacerdote Guibert, futuro cardenal y arzobispo de París, y su padre cedió. Julián entró en el noviciado de los Oblatos de Marsella. Pero la dura disciplina le debilitó y hubo de dejarlo.

Ordenación sacerdotal

Recuperada la salud, entró por fin en el seminario de Grenoble y recibió la ordenación sacerdotal en el año 1834. Es Cura de pueblo, estuvo en las parroquias de Chatte como coadjutor y como párroco rural en Montereynard; pero se muestra inquieto, como en búsqueda continua de algo que aún no sabe. Entró en contacto con el Cura de Ars y arraigó entre ellos una fuerte amistad. Llegó a entrar en el noviciado de los maristas de Marsella haciéndose miembro de la Sociedad de María; lo hacen director del colegio de Belley, Superior Provincial, Director de la Tercera Orden de María en Marsella, ciudad tan revuelta por las desatadas pasiones de la primera mitad del siglo XIX. Ejerce un intenso y amplio apostolado en la ciudad preferentemente entre los presos, enfermos y obreros. Con la señorita Jaricot funda un instituto que luego asumiría la Santa Sede como la Obra Pontificia para la Propagación de la Fe. En un ambiente impregnado de utilitarismo, que se propone endiosar la razón y que rezuma anticlericalismo por todos los poros, llegando al desprecio de lo sobrenatural, Pedro se ha pronunciado por lo que el mundo juzga despreciable, nada práctico y cosa propia de otra época perteneciente al decrépito pasado.

Creación de una nueva Fundación

Consultando a sus superiores previamente y al papa Pío IX después, funda la Congregación del Santísimo Sacramento que tiene como fin la adoración continua y permanente el Señor presente en la Eucaristía; para ello hace falta contar con sacerdotes piadosos, llenos de fe y deseosos de adorar con hambre de reparación. Y a ello se dedica. No le es difícil sólo por el ambiente laico propiciado desde lo más alto del Imperio como una de las consecuencias de la Restauración; también le llegaron primero los cansancios y aburrimientos de los que pensaron que aquello era una cosa más, probablemente pasajera y sin mucha entidad; luego vinieron las incomprensiones de los buenos; después la terrible y frecuente plaga entre los clérigos de los celos que, como sucede casi siempre, terminaron en traiciones y calumnias.

Pero Pedro instruyó a la gente con verdadera doctrina porque la ignorancia es el principal de los males que está comprometiendo la fe, la piedad, la vida cristiana, la política y la vida social, permitiendo la manipulación de los ignorantes. Piensa que es preciso ocupar todos los púlpitos de las iglesias, sacar a Jesús Sacramentado del Sagrario, pero no como una momia, sino vivo, resucitado, presente y real. Hay que desempolvar la fe en Cristo Salvador presente en la Eucaristía; peregrino de ella, quemará sus energías por toda Francia, dejando tras sí asociaciones de sacerdotes, religiosas, hombres y mujeres seglares que tengan como finalidad exclusiva la adoración permanente a y agradecida al Señor Sacramentado., con esta finalidad dedicó toda su vida.

Sus últimos años

En sus últimos años de vida, el P. Eymard tuvo una gota reumática, padecía de insomnio y otras tantas enfermedades. A sus sufrimientos se añadían innumerables dificultades. Una vez dejó ver el desaliento que sufría, según escribe el P. Mayet en 1868: "Nos abrió su corazón y nos dijo: 'Estoy abrumado bajo el peso de la cruz, aniquilado, deshecho'. Necesitaba el consuelo de un amigo, ya que, según nos explicó: 'Tengo que llevar la cruz totalmente solo para no asustar o desalentar a mis hermanos' ". Presentía su muerte. Su hermana le pidió en febrero que fuera con mas frecuencia a Mure, el le dijo: "Volveré mas pronto de lo que imaginas". El P. Eymard fue a visitar a sus amigos y penitentes, hablándoles como si fuese la última vez que los veía. El 21 de febrero el Padre Eymard salió de Grénoble rumbo a la Mure. Por el intenso calor y cansancio, llega casi sin conocimiento y con un ataque de parálisis parcial.

Fallecimiento

Muere el 1 de agosto de 1868. Antes de finalizar ese año ocurren varios milagros en su tumba. En 1895 la Santa Sede confirmó la Congregación "in perpetuum". El Padre Eymard es beatificado en 1925 y es canonizado el 9 de diciembre de 1962 por S.S. Juan XXIII.

Fuentes