Discusión:Juan de Witte
PRIMEROS OBISPOS DE CUBA .Siglo XVI Inicio de la Evangelización en Cuba Una colaboración de José Miguel Espino Sotolongo
Nuestras raices cristianas se hunden en el inicio de nuestra historia cubana y sobre la misma han ejercido siempre notable influencia. Plugo a Dios que la semilla del cristianismo fuera sembrada en esta tierra y que fuera cultivada durante siglos por hombres santos que se entregaron en cuerpo y alma a la obra de la salvación, no sin vencer innumerables obstáculos que se le opusieron. Con esta modesta colaboración, muy sintetizada, queremos propiciar un acercamiento a la memoria histórica de la Iglesia cubana, indisolublemente ligada a la historia de nuestro país, a través de las figuras episcopales que la rigieron.
El comienzo En 1511 fue enviado Diego Velázquez desde Sto. Domingo a realizar la ocupación y conquista de Cuba, que en 19 años después de su descubrimiento, solo había sido visitada esporádicamente por algunas expediciones españolas. Junto con la conquista comienza la evangelización de los naturales y el batallar incansable del padre Bartolomé de las Casas a favor de la abolición de la brutal esclavitud a que eran sometidos. Debido a estas condiciones, esta primera evangelización resultó muy dificil y compleja. El papa Julio III fundamentado en la defensa del padre Las Casas, y a petición del obispo Fray Julián Garcés publicó una bula que proclamaba a los indios “como verdaderos hombres capaces de la fé de Cristo” y determinaba “que dichos indios no están privados ni deben serlo de su libertad y del dominio de sus bienes y que no deben ser reducidos a servidumbre.” Pese a la tenaz oposición de los encomenderos y autoridades, la Iglesia logró la Real Orden de 1542 , que decretaba la abolición de la esclavitud de los indios en Cuba. Los nativos sobrevivientes de los desmanes de la conquista aceptaron la fé y fueron parte del Pueblo de Dios que comenzaba a surgir y desarrollarse en estas tierras a partir de la fundación y desarrollo de las primeras villas. La misión inicial de la Iglesia tiene doble proyección: con los cristianos viejos, los colonizadores; y los nuevos cristianos, aborígenes y africanos esclavos.
La primera diócesis A escasos años de la fundación de las primeras villas (1514), Carlos V solicitó al Papa León X la creación de la diócesis de Cuba. Esta fue erigida el 11 de Febrero de 1517 por la bula Super Spécula con sede en la primera villa fundada por Velazquez, Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa. Esta primera diócesis de Cuba tenia jurisdicción sobre la Isla de Cuba y mas tarde sobre Florida y Jamaica. Poco le duró a Baracoa este privilegio, pues cinco años mas tarde, el 28 de abril de 1522, la sede era trasladada a Santiago de Cuba, que era ya la capital de Isla, por solicitud del Rey al nuevo Papa Adriano VI.
Los Primeros Obispos En virtud de un acuerdo entre el papa y la corona española los obispos del reino eran propuestos por el soberano y nombrados por el papa, lo que se conoció con el nombre de Patronato Regio. No fue hasta bien entrada la segunda mitad del S.XX que debido a las investigaciones realizadas por el sacerdote cubano, radicado en Venezuela, Reynerio Lebroc Martínez en los archivos de Indias y del Vaticano, se determinara con exactitud la identidad del primer obispo de Cuba, que por algunos escritos de la época algunos historiadores planteaban haber sido el dominico Bernardo de Mesa. Sin embargo, en el detallado estudio del P. Lebroc se demuestra que el mismo día de la creación de la diócesis de Cuba fue aceptada la proposición del rey y nombrado por el papa, como primer obispo de la misma, el dominico Fray Juan de Witte Hoos. Nacido en Brujas, Holanda, y radicado en Valladolid. De Witte nunca llegó a venir a Cuba y en 1522 solicitó a la corona el traslado de la sede episcopal de Baracoa a Santiago de Cuba. Por lo que durante los 5 años en que Baracoa fue la sede, nunca llegó a residir allí un obispo. De Witte tomó posesión y gobernó la diócesis desde España, ya que le fue impedido personarse en su sede debido a las obligaciones que tenía en la corte de Carlos V, como consejero y confesor de la hermana de este, que por las alianzas políticas fue Reina de Portugal y luego de Francia a donde hubo de seguirla. Por lo que se vió obligado a su pesar a renunciar a la mitra cubana en 1525. Sin embargo, el obispo de Witte siempre tuvo presente a Cuba hasta los últimos momentos de su vida. Y dato curioso murió un 15 de Agosto de 1540 dia de la festividad de la Asunción nombre de su primera sede cubana. En 1530 es elegido el también dominico Fray Miguel Ramírez de Salamanca, primer obispo electo en pisar tierra cubana. Tuvo que reconstruir varias veces la iglesia de la villa que construida de guano y tablas, fue victima de incendios en 1516 y de nuevo en 1523. Comenzó a levantar la nueva catedral con paredes de piedra, pero no llegaría a ver terminada su obra cuya construcción demoró 26 años, inaugurada en 1555 por el obispo Fernando de Uranga, que murió al siguiente año y fue el primer obispo enterrado en suelo cubano y en su propia catedral. En 1532 Fray Miguel Ramírez va a España para ser ordenado obispo y muere allí en 1534 sin regresar a Cuba. No es hasta 1536, 18 años después de erigida la diócesis de Cuba, que un obispo ordenado pisa suelo cubano por primera vez, en la persona del tercer obispo nombrado para Cuba, Fray Diego Sarmiento, (de 1535 a 1544) de la orden de los cartujos. Después de Sarmiento, los obispos que rigieron la diócesis de Cuba en el siglo XVI fueron: Fernando de Uranga de 1550 a 1556 Bernardino de Villalpando de 1561 a 1524 Juan del Castillo de 1564 a 1578 Juan A. Díaz de Salcedo de 1580 a 1594 Bartolomé de la Plaza de 1597 a 1602
Ingente labor de los primeros obispos de la diocesis Cuba en el siglo XVI Para apreciar la ingente labor y el sacrificio de aquellos primeros obispos, verdaderos misioneros, hay que remontarse con el pensamiento a las condiciones que existían en Cuba en los primeros años de la colonización. Encontraron en la isla una realidad muy lejana a la existente en Europa y a la que allí pudieron imaginarse. Villorrios semiabandonados, dispersos por la Isla a cientos de kilómetros unos de otros, sin caminos que los unieran, y debían viajar a través de espesos bosques o por mar, para realizar sus visitas pastorales, con peligro de la vida por asaltos de piratas o indios y negros esclavos alzados en los montes. Las capillas de bajareque y guano, la población indígena diezmada por los malos tratos y la viruela. La mayoría de los españoles en vísperas de abandonar o abandonando Cuba donde no encontraron las riquezas que querían y esperaban encontrarlas en las conquistas de Cortés en Mexico, o de Hernando de Soto en la Florida. La isla despoblada y enpobrecida. Lucha continua contra desastres naturales, terremotos, incendios, ataques de piratas que destruían poblados y templos que los obligaban a socorrer damnificados, construir y reconstruir mas de una vez los mismos con muy pocos recursos, pagar rescates a piratas que desolaban poblaciones, que se ensañaban profanando y destruyendo los templos por motivos confesionales. Tuvieron que defender a los indios de los abusos de los encomenderos y de las autoridades que solo pensaban en el enriquecimiento personal. Y todo esto con escasísimos recursos. Los recursos que de los impuestos correspondían a la Iglesia para la construción de templos y el sostenimiento de los mismos, de acuerdo a lo convenido por el Patronato Regio, les fueron rebajados a un 10%. Y muchos de los gobernadores de este péríodo se negaban a suministrarles estos fondos. Los gobernadores de la isla de este período fueron en su mayoría ladrones y de baja moral (Dávila, Carreño, Tejada, Maldonado) Y los obispos tuvieron que combatir y denunciar la corrupción del gobierno colonial a través de la acción moralizadora y educativa de la Iglesia. Parece imposible que en estas condiciones, la obra de la Iglesia pudiera alcanzar éxitos, pero la caridad cristiana de los obispos unida a la generosidad y a la ayuda de los fieles, que estimulaban con su ejemplo, hacía que se concluyeran empresas que parecían imposibles, porque en las ciondiciones de Cuba la obra mas sencilla devenía en tarea digna de titanes. Poco a poco, se iban erigiendo ermitas y parroquias a través de la isla, se extendía por la población indígena la semilla de la fé. Se establecía y se desarrollaba la espiritualidad cristiana y los valores y principios que tanto influyeron en la formación de la nacionalidad y de la cultura cubana, por la acción evangelizadora de la Iglesia. Fué una labor titánica, fundacional y trascendente para el ulterior desarrollo de la Iglesia cubana en los próximos siglos, en los que se verán los frutos de la semilla sembrada Ω