Usuario:Edeliochajc/Zona 2

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La animación muestra la constelación de satélites Galileo, cómo orbitan alrededor de la Tierra y cuántos satélites se ven desde un punto de la superficie del planeta.



Transcipción de la controversia

Gracias a la taquigrafía las décimas cantadas en ambos encuentros se pudieron recoger y publicar en Panorama, una revista de entonces, acompañadas de algunas fotos.

El amor
Naborí

1

Amor –bálsamo en la herida
y sol risueño en la frente–
es el Génesis, la fuente
universal de la vida.
Por su gracia indefinida,
yo explicaría el amor,
no con mi voz de cantor
sino con veinte violines
en un bosque de jazmines,
a los pies de un surtidor.
3

Érase la iniciación
del milagro de lo vivo:
salió Amor del primitivo
huevo de la Creación…
Todo sintió la pasión
de abrazarse y de fundirse;
acaso porque al abrirse
sus pupilas luminosas,
tuvieron seres y cosas
la necesidad de unirse.
5

Amor es el Todo: es
el cuerpo eterno de un dios
que quiso partirse en dos
para juntarse después.
Donde una pareja ves
fundiendo sus voluntades,
no veas dos unidades
juntas por afinidad,
sino una sola unidad
uniendo sus dos mitades.
7

Amor… ¿Qué cosa es amor?
Tal vez la ley misteriosa
que enseñó a la mariposa
el secreto de la flor.
Hoguera cuyo calor
salva de muerte al viajero
que transita por sendero
helado de invierno triste…
fuerza de atracción que existe
entre el imán y el acero.
9

Amor no es pedir: es dar
la casa, el lecho, la mesa…
Es –según Santa Teresa–
la alegría de alegrar…
Ser feliz al escuchar
la risa de los felices,
ver los humanos deslices
con el perdón más profundo,
y sentir que el tronco del mundo
tiene en nosotros raíces!
11

Hay el amor de cristal
de la novia soñadora,
embrujada por la hora
del beso y del madrigal…
La espera inquieta, puntual
como los rayos solares,
el Cantar de los Cantares
en voz de aire sedeño,
y la embriaguez de un ensueño
constelado de azahares.
13

Hay el amor a la esposa,
la sed joven que disfruta
la realidad de la fruta
y la ilusión de la rosa.
Mas, cuando madre amorosa
la mujer se nos ha dado
en el hijo bien amado
que hablará con nuestro dejo
el Amor es un espejo
vivo que nos ha copiado.
15

Madre –tierra que se inunda
de savia, vibra y florece–:
tu hijo es un árbol que crece
desde tu entraña fecunda…
Pero su raíz profunda
se ha quedado en tu matriz:
por eso no eres feliz
si tu hijo llanto derrama:
golpe asestado a la rama
siempre duele a la raíz.
17

Amar a un hijo es amar
nuestra carne, nuestros huesos;
es como ver nuestros besos
con el milagro de andar.
Y el padre que ve enterrar
a un hijo inmóvil y frío,
es un pájaro sombrío
que en un dolor de ala mustia
se pone a volar su angustia
al pie del nido vacío.
19

Para que con nuestra huella
se torne cristal el lodo,
hay que amar: amarlo todo,
desde el gusano a la estrella.
La fulminante centella
se hará un suave resplandor;
la espina se hará una flor,
el erial se hará una huerta,
cuando no quede una puerta
cerrada para el Amor.


Valiente

2

Amor es desprendimiento
del humano corazón;
una manifestación
íntegra del sentimiento.
Sublime florecimiento
de íntimas evocaciones;
pulmón de nuestros pulmones,
que más fuerza le pedimos
cuando en el alma sentimos
todas sus palpitaciones.
4
Amor es lágrima ardiente
y carcajada sonora:
está en el pecho que llora
y en el niño sonriente.
Nada le es indiferente,
en todas partes está;
y sólo el amor nos da
un aire de primavera,
cuando la ilusión primera
de la vida se nos va.
6
Por el amor a la vida
hay lucha de enero a enero,
y el hombre derrite acero
sudando sangre molida.
Con la influencia crecida
de su fuerza espiritual,
el trabajo corporal
tiene sus evoluciones
para las realizaciones
del progreso universal.
8
¡Qué sublime es el amor
de ese padre espiritual
que es el maestro rural
en su cívica labor!
Llegar al campo, al dolor
de tanto niño olvidado,
arrancarlo del arado
donde mata su destino
para enseñarle el camino
que el geófago le ha negado.
10
Y por el amor también
el hombre se ofusca y mata
cuando la mujer ingrata
no le corresponde bien.
Cuando traición y desdén
marchitan su amor profundo,
cuando un loco furibundo
se arrebata y busca el pecho
que le ha robado el derecho
de ser feliz en el mundo.
12
Amor de novia, embeleso
de ternura apasionada,
calabozo en la mirada
para la prisión de un beso.
Vemos el instinto preso
de unas inquietudes locas,
un afán rompiendo rocas
de vigilancia y cuidado,
cuando no se ha realizado
el impacto de dos bocas.
14
La esposa se da en amor
como en caminos la vida,
cuando es bien correspondida
por su firme adorador.
Pierde todo su esplendor
cuando la traición la hiere;
es un amor que requiere
justa reciprocidad,
porque sin felicidad
se enferma, se agrava y muere.
16
La madre siente un amor
hondo y desinteresado:
diríase un cuerpo alado
para un vuelo superior:
se crece junto al dolor,
ante el pecado medita;
es esa fuerza infinita
que el tiempo no la consume;
rosa que se da en perfume
hasta después de marchita.
18
Amar a un hijo es saber
que todo no se ha perdido,
que el árbol viejo y rendido
en otro empieza a crecer.
Verlo jugar y correr
es empezar a vivir…
¡qué dicha verlo reír,
porque en su risa inocente
se está abriendo una simiente
de luz para el porvenir.
20
Amor grande el que yo siento
por aquella madre anciana,
desde allá con una cana
me iluminó el pensamiento.
Levántate, monumento
de luz, de esperanza y fe;
mirarte es saber por qué
nadie tanta luz expande…
Allá está el amor más grande
del mundo, puesto de pie.

La muerte Valiente

1

Ojalá tenga la suerte
pocas veces conseguida
de que florezca mi vida
para cantarle a la muerte.
Ella es la mirada fuerte
en incontenible acecho;
y como en un marco estrecho
la mentira de vivir
y la verdad de morir
se me juntan en el pecho.
3
Para hablar de las mañanas
y las tardes que se van,
la vida y la muerte están
juntas como dos hermanas.
Las inquietudes humanas
no tienen razón de ser,
si aceptamos que nacer
es la acción que nos convierte
en mas hijos de la muerte
que de la propia mujer.
5
Los que aceptan que morir
es pasar a mejor vida,
que sólo hay carne vencida
y no el derecho a vivir,
ésos, con un sonreír
de niños, la muerte esperan;
y nunca se consideran
íntegramente vencidos,
como si extraños fluidos
de otras vidas recibieran.
7
Los que niegan la existencia
del eterno “Más Allá”,
y entienden que todo está
del mismo cuerpo en la esencia,
ésos, con una impaciencia
triste que los desanima,
quieren que el tiempo se exprima,
que dé más de lo que puede;
y el tiempo no retrocede
y les pasa por encima.
9
La muerte, enorme gigante,
invisible, puesto en pie,
no se siente, no se ve
y en todo está vigilante.
nadie adivina el instante
de su exacta aparición;
brota de la confusión,
porque se proyecta igual
en la punta de un puñal
que en brazos de una pasión.
11
Muere un niño de igual modo
que morir puede un anciano:
en la amplitud de la mano
de la muerte, cabe todo.
hecha sombra, en el recodo
de cualquier camino, está;
y cuando a buscar se da
uno para su rebaño,
no le interesa el tamaño
ni hacia qué lugares va.
13
Por cuanto de radical
tiene la muerte, la quiero: lo mismo quiebra el acero como el más simple metal. El orgullo personal en sus garras se hace añicos; y suelta como abanicos sus tentáculos salobres, sorda al clamor de los pobres, sorda a la voz de los ricos.

15 Una muerte producida por la vía del suicidio, nos dice cómo el presidio deja escapar una vida. La muerte para el suicida es vía de flor y estrella, pues cuando bajo la huella del dolor no puede estar, lo hace, pensando encontrar su liberación en ella.

17 No siempre la muerte deja el dolor de lo perdido, pues cuando muere el olvido la alegría se refleja. Y cuando muere una queja hay alegría también; y cuando yace el desdén hay un entusiasmo igual, porque el sepulcro del mal es la cuna para el bien.

19 La muerte de algo está aquí presidiendo la velada, y puesta está su mirada en Valiente o Naborí. Si cae la derrota en mí como en un duelo sombrío, esta misma noche al río desilusionado iré y en su entraña dejaré enterrado un sueño mío.

Naborí

2

La Muerte es desconocida maga de tierra o de cielo, que con tijeras de hielo corta el hilo de la vida. Ni la más enternecida voz humana la conmueve; trepa por la vida breve como una invisible hiedra, con sus oídos de piedra y sus entrañas de nieve.

4 Como un alfiler de frío la muerte, callada, viene desde un palacio que tiene forma de cráneo vacío. Viene por un ancho río de aguas negras y plomizas; y después que ha vuelto trizas la vida que le molesta, vuelve a su casa, y se acuesta en su cama de cenizas.

6 Acaso tal diosa helada, más sorda que la sordera, es pérfida mensajera al servicio de la Nada. Acaso empuña su espada en donde nadie la ve y deja bajo su pie suicidio, enfermedad, guerra… por devolverle a la Tierra lo que de la Tierra fue.

8 La muerte es Emperadora que nos impone su estigma, y en la noche de su enigma no se vislumbra la aurora. no le responde a quien llora el dolor de un hijo muerto, ni supieron nada cierto en torno suyo los sabios.. Es como el dedo en los labios de la Esfinge del desierto.

10 Es para el místico anhelo camino de salvación, una breve transición entre la tierra y el cielo; la necesidad de un vuelo hacia un lejano paraje; algo como dar un viaje de una orilla a la otra orilla; una cosa tan sencilla como cambiarse de traje.

12 Para los que no han querido más detalle que la Ciencia, la muerte es “la consecuencia lógica de haber nacido”. Ante su afán concluido mito es la celeste Gloria; mas, si hay alta ejecutoria, hay un modo de quedarnos vivos, y es el de sembrarnos en el surto de la Historia.

14 El hombre que plenamente se ha dado a la Humanidad, forjando una sociedad de conciencia diferente, muerto, como una simiente espiga en un monumento; y de pie, en el sentimiento del pueblo que nunca olvida, sigue viviendo la vida abstracta del pensamiento.

16 ¡Paz! Corazones humanos, hoy que el hombre furibundo tiene la muerte del mundo como un juguete en las manos. se envenenan oceanos con una bomba homicida que puede con su embestida no dejar en el planeta ni siquiera una silueta vaga de lo que es la vida.

18 La muerte es casi cariño, dulce descanso y consuelo, cuando se posa en un pelo que el dolor pintó de armiño. pero la muerte de un niño –flor de sonrisa y pureza, albo soldado que empieza los fragores del combate–, tal parece un disparate cruel de la Naturaleza.

20 Sin embargo, no es tan mala la muerte de manos frías, porque las categorías más disímiles iguala… Ella no establece escala de edad, talento ni suerte… Tal vez sería más fuerte nuestra vida miserable, si tuviera el invariable socialismo de la muerte.

La Libertad

Valiente

1 Libertad, palabra de oro con sabor a sangre pura, y en la conciencia madura de los pueblos, un tesoro. en los hombres sin decoro prospera la indignidad porque sin la voluntad de los corazones bravos, de un semillero de esclavos no brota la libertad.

3 Dijo el Apóstol ayer con su palabra uniforme: "La libertad es la enorme tiranía del deber." Para ser libre hay que ser hombre de inmensas virtudes, porque las ineptitudes son fábricas de cadenas, extorsionando las venas de las grandes multitudes.

5 Libertad, prerrogativa del espíritu elevado, que lleva en lo más sagrado su parte interpretativa. En la acción suplicativa no está su realización; y hay en toda mediación un propósito pigmeo, como señaló Maceo en el Pacto del Zanjón.

7 A mí no me gusta ver ni a un pájaro en jaula de oro, donde el canto más sonoro un sollozo puede ser. la obsesión mía es romper la jaula, y decirle: “¡Al monte! Date a volar, y disponte a ser libre, sin más cruz en las alas que la luz para ver el horizonte.”

9 Cuando el pueblo americano bajo el predominio inglés, tenía grillos en los pies y una traba en cada mano, junto a Washington –su hermano de luchas–, Lincoln se alzó: a los suyos liberó, hasta que por manos fuertes la más triste de las muertes en el camino encontró.

11 Del mundo que anda y progresa para un rumbo más feliz, es una enorme raíz la Revolución Francesa. Danton, con palabra gruesa, fustigó la iniquidad, y en su inmedible ansiedad, aquel cíclope del verbo, cogió al siervo y vistió al siervo con alas de libertad.

13 Dessalines –según dijera en sus versos Naborí– fue del corazón de Haití base, mástil y bandera. Como si tenido hubiera águilas en cada mano, puso un vuelo en cada hermano y un resorte en cada cosa, para conquistar la hermosa libertad del pueblo haitiano.

15 Palacios, el orador de la Argentina que ardía, en la palabra tenía un puño libertador: El recuerdo de su amor por su patria, predomina y a la Historia le camina a pasos de paladín, como lo hace San Martín entre Chile y Argentina.

17 Donde hay esclavos, no hay gloria: los esclavos en cuestión no son una patria: son la vergüenza de la Historia. Eso prendió en la memoria del Titán –sol y jinete– hasta que en San Pedro, al fuete de la batalla cayó y Cuba se le encendió en el filo del machete.


19 El primer sacrificado por la humana redención debía tener un panteón en cada espíritu honrado. Él cayó crucificado para que le mundo avanzara, y aquellos que él libertara yendo al Calvario y la Cruz, ciegos para tanta luz le han escupido la cara.

Naborí

2

¿Libertad? La libertad no tolera la estrechez: anchura quieren el pez, el ave y la humanidad. quiere el ave inmensidad azul para desplegarse; puede el pez, al limitarse fuera del mar, perecer, y los hombres quieren ser libres para no asfixiarse.

4 La libertad defendida hasta el esfuerzo imposible, no es más que el imprescindible oxígeno de la vida. Cuando en tierra sometida nos asfixia la opresión, para la respiración necesaria del vivir, un mártir déjase abrir un hueco en el corazón.

6 Libertad, el indio Hatuey –rosa de llamas rojizas– te consagró sus cenizas en el altar siboney. Crueles soldados del Rey incendian al indio bravo, y el héroe con taparrabo sonríe, muere contento… El humo libre en el viento siempre es más que un hombre esclavo.

8 El ejemplo es el quetzal herido de Guatemala: enjaulado, pliega el ala en silencio funeral. rechaza, en huelga mortal, los alimentos vitales que le dan las criminales manos que lo han encerrado… Pueblo digno, encadenado, muere como los quetzales.

10 Jorge Washington, tu espada digna de la loa homérica, fue en las tinieblas de América primer rayo de alborada. Inglaterra desangrada se va por el oceano, y cuando es punto lejano de lejana embarcación, brilla otra constelación bajo el cielo americano.

12 Francia, tu Revolución te enderezó las rodillas y lavó viejas mancillas como un sangriento jabón. Tu faro de redención alumbró a la humanidad, desde aquella tempestad de liberador arrojo… ¡Jamás un traje tan rojo se puso la Libertad!

14 Toussaint de betún y acero con alma de claro día, en la espalda te dolía el látigo del negrero; y el dolor te hizo guerrero –vórtice de la inquietud–, para que una multitud de hombres en silencio largo, despertara del letargo zombie de la esclavitud.

16 Bolívar de acero y miel, yo tiemblo cuando te evoco: Capitán del Orinoco con los Andes por cuartel. Los cascos de tu corcel iban soltando centellas, y no dejando ni huellas de siervos y de tiranos, te salían de las manos pueblos libres como estrellas.

18 Libertad, tú haces leones de la paloma y el galgo: así volvió el cura Hidalgo arengas sus oraciones… Por sucumbir en gestiones de liberación humana, linda enseña mejicana, dulce bandera de gloria, en el mástil de la Historia flotando está su sotana.

20 ¡Oh, Martí, la dignidad tuvo tal grandeza en ti, que basta decir Martí para entender Libertad! No has visto tu voluntad realizada todavía; pero confía, confía, que, tras las sombras corsarias, limpias manos proletarias están haciendo tu día.

El Campesino Naborí

1

Oh, campesino!, mirada escrutante que se pierde por toda una noche verde que no sabe de alborada! Persisten en tu morada miserias precoloniales, pues cual hojas otoñales sobre tus melancolías van descendiendo los días lentos, pesados, iguales.

3 El tiempo se ha detenido en ti, guajiro de acero, por lo que hasta tu sombrero tiene el color del olvido. El progreso ha convertido en ciudad más de un batey, y ha mecanizado al buey, a la carreta, al arado, pero tú sigues parado en la hora siboney.

5 Hay un monstruo feudalista que sólo caña procura y lleva en su sangre impura diabetes capitalista. Sordo, voraz, egoísta, no tolera otro sembrado, y por él, por su pecado, el tiempo muerto es tan frío como un caldero vacío sobre un fogón apagado.

7 Hay otro monstruo sombrío que en sus apetencias de amo no quiere dejar un tramo de tierra para un bohío. Toma la loma, el bajío, el río, los callejones, derriba nobles horcones y echa familias hambrientas a las rutas polvorientas que van a las poblaciones.

9 Cuando la zafra termina cesan el “tiro” y el “corte”. ¡Cuánto champaña en el Norte! En mis campos, ¡cuánta ruina! Aquí la gota de harina, el parásito, el dolor; allá, ríos de licor en pipas de grifo abierto… ¡Ay, sombra del tiempo muerto, tiempo muerto y matador!

11 ¡Oh, machetero –ciclón que tumba y se tumba él! Tumbas la caña de miel y ella te tumba el pulmón. Te viertes en profusión de sudor por cada poro… Caña, caña es tu tesoro, pero hay una mano extraña que te roba sangre y caña para transfusiones de oro.

13 Jamás es tuyo, veguero, el tabaco que es tan tuyo. Tú le enciendes un cocuyo en el labio al mundo entero. Embriagas al extranjero con la hoja más escogida; pero una boca homicida en el festín de un atraco, como se fuma el tabaco también te fuma la vida.

15 Hombre laborioso que sobre el lomo de la sierra le descubres a la tierra el milagro del café: trabajas con honda fe y tu premio siempre ha sido penas que han ennegrecido el espejo de tu vida, como cuando en agua hervida echan tu pulmón molido.

17 Los afanes invasores de la caña y el ganado tierra casi no han dejado para los frutos menores. Pequeños agricultores sin depósito de frío, transporte ni regadío, van a los intermediarios como arroyos tributarios que van a morir al río.

19 Eres, oh, tierra profunda de quien te hace florecer, del modo que es la mujer del hombre que la fecunda. El que de sudor te inunda, el que te labra y te cuida, debe vivir de tu vida y ser tu dueño y señor… No hay escritura mejor que una mano encallecida.

Valiente

2 Campesino, tierra en pie con surco de arriba abajo, el oro de tu trabajo lo amasa quien mal te ve. El que no sabe el porqué de tu mano encallecida, y derrocha y dilapida el fruto de tu dolor; con burlas para el sudor de tu ropa percudida.

4 Ninguna voz llega al alma de Cuba como tu voz, cortante como la hoz, guajira como la palma. En esas noches de calma afiebradas por Vulcano, tu voz sale por el guano huyendo, como si fuera un pájaro que le huyera a la jaula del verano.

6 Cuba eres tú, campesino, con tus manos laboriosas; tú estás en todas las cosas hondas del patrio destino. En el dolor del camino triste del desalojado, en la reja del arado, en la polaina, el machete y el herido caballete de un bohío abandonado.

8 Tu voz de engaños dolida se queda en la guardarraya: alguien le impide que vaya al Palacio, y ser oída. El que te exprime la vida te amarra la voz también, porque su holganza y su bien tienen puntos elevados, mientras más encarcelados tus sentimientos estén.

10 La escuela rural no llega más allá de cinco millas de donde hiriendo rodillas el político la entrega. Allá en el monte, en la vega, a respetable distancia, llora de olvido una infancia, y el eco de sus sollozos se pierde en los calabozos sombríos de la ignorancia.

12 En la vivienda con techo de guano y piso de tierra, manos de sombras te cierra la portada del Derecho. Tus hijos bajo el acecho del parásito maldito, claman justicia, y su grito no más que mofas recibe del indolente que vive en Palacio de granito.

14 Cuando la maternidad dice a la mujer que hay entre el espacio de su vientre viva una felicidad… Allá en triste soledad, tierra adentro, la mujer campesina ve nacer a su niño en triste cuna, al aire, al sol, a la luna queriendo otra estrella ser.

16 Los caminos vecinales han sido una frustración; el estrecho callejón y tus penas son iguales. Y cuando aguas torrenciales inundan siembra y camino, ¿quién eres tú, campesino? Un preso incomunicado… ¿Será porque el hombre honrado no merece otro destino?

18 El político, funesto mercader de tu conciencia, para su concupiscencia siempre es ánimo dispuesto. Si te enfermas, está presto a llevarte al hospital; te lleva… cura tu mal los médicos que has pagado; y él, con eso te ha comprado lo más puro: el ideal.

20 Tu día no es este día de luz y música y fiesta: el día de tu protesta no ha llegado todavía. Tu grito de rebeldía será la mejor tonada; y Cuba estará empinada en el marco de tu base, porque el triunfo de tu clase es la patria liberada.

La esperanza

Valiente


1 Esperanza, teologal virtud crecida en mi pecho, y confianza hasta en el lecho de la tragedia final. Fortaleza espiritual con las dudas en porfía, pues sin ello no sería el hombre vivo exponente de lucha; y por consiguiente el mundo se estancaría.

3 Cuando sorda y despiadada la suerte nos abandona; cuando todo nos traiciona y en firme no queda nada; cuando con fría mirada la crueldad nos intimida, la esperanza florecida de virtudes milagrosas, nos llena el alma de rosas y sueños para la vida.

5 En todo lo que se mueve hay una esperanza en pie, y tiene junto a su fe sueños de vapor la nieve. Cuando trágico y aleve el dolor, abriendo heridas, destroza y silencia vidas, ella, desde sus arcanos, es un cuerpo con cien manos moviendo cosas dormidas.

7 Novia cernida de estrellas con una tiara de luz para el hombre que en la cruz dejara indelebles huellas. Mano abstracta que las bellas rutas del triunfo señala; rosa que perfume exhala hasta en la entraña del lodo, eso es la esperanza en todo, resumen de sueño y ala.

9 Casi que un adolescente, Martí sufre en la cantera el rigor que nadie hubiera soportado heroicamente. La negrura del presente se siembra un feliz mañana, porque como una campana bronceada, en su pecho ardía la esperanza que sería libre la tierra cubana.

11 Cuando la callosa mano del labriego tierras labra y no dice su palabra su intenso dolor humano, abre el surco, deja el grano en sus entrañas caer, con la esperanza de ver florecida su labranza: ahí fue sudor la esperanza, fue trabajo y fue deber.

13 Y cuando un niño ha nacido, al que Dios su luz prodiga, junto con él, una espiga, de esperanza ha florecido. Para los padres ha sido un feliz alumbramiento; y a partir de ese momento, cuanto se agita en la cuna –llanto o risa–, todo es una esperanza en movimiento.

15 Cuando el látigo implacable de las dudas nos fustiga, la esperanza más que amiga es la hermana inseparable. Su influencia respetable tiene la virtud del vuelo; confianza frente al recelo que nos sorprende y nos crispa como una razón de chispa rompiendo la acción del hielo.

17 Novia de la primavera dándose en savia y retoño, cuando en la angustia de otoño se entristece la pradera. Tu verde en el campo impera igual que el agua en el río; no te detiene el estío y más en llegar persistes cuando un dolor de hojas tristes le da vueltas al bohío.

19 Aquí no hay un corazón donde no esté la esperanza creciendo en fuerza y confianza como en sueños de ilusión. Lo mismo está en la pasión como en el juicio sereno, porque paz y desenfreno son fuerzas en desafío, cuando ha tenido un vacío la esperanza de estar lleno.

Naborí


2

La esperanza, siempre buena, es una mujer encinta, risueña, con una cinta verde sobre la melena. En sus manos de azucena lleva capullos y granos; y sonríe a los humanos como luz entre lo oscuro, sabiendo que está el futuro en su vientre y en sus manos.

4 ¿La esperanza? La esperanza no retrocede jamás… Dice el pesimismo: “¡Atrás!” Y ella: “Caminante, avanza, no cejes, que en lontananza el sol que buscas descuella.” Y el hombre sigue su huella hasta que encuentra la suerte, o lo sorprende la muerte con la mirada en su estrella.

6 Abrió su caja secreta Pandora, y se le fugaron los Males que se adueñaron de los hombres y el planeta… Desde entonces, triste, inquieta, la humanidad sufre y llora; pero sueña con la aurora de perpetua bienandanza, porque aún está la Esperanza en la caja de Pandora.

8 Es la Esperanza inmortal el día recién nacido; es la postura en el nido y el botón en el rosal; es el maná celestial que cayó sobre el Desierto; es la vida de lo muerto y el dulzor de los abrojos; es un niño con los ojos fijos en un libro abierto.

10 La esperanza es una oruga –fino estuche sin abrir– donde late un porvenir de alas en risueña fuga. ¡Cómo la frente se arruga por una interrogación cuando –minúsculo avión, flor con alas, mariposa– pasea de rosa en rosa la dulce realización!

12 La esperanza es un pichón –sangre de tecla y campana– donde palpita un mañana de plumas y de canción. Un día, desde el jergón del nido, algo se levanta, y de una dulce garganta surge un trino enamorado: es un sueño que ha emplumado vela, se detiene y canta.

14 Cuando vientos otoñales verifican el presagio campesino, en un naufragio de cosechas y animales, llora el guajiro sus males sobre una caída palma; pero una vez en la calma, Ella –promesa de flores– dice con siete colores la paz de cielo y del alma.

16 ¿Quién dio a Colón el anhelo insomne de navegar hacia donde forma el mar un vértice con el cielo? ¿Quién endulzó su desvelo salado de mar profundo? ¡Ella!, que ante un rubicundo sol, ante un verde exquisito, gritó ¡Tierra! y fue su grito heraldo de un nuevo mundo.

18 Ella nace el mismo día que el hombre; crece con él; le dice: “La vida es miel y el panal está en tu vía.” El hombre no desconfía de su promesa eternal; y si no halla su ideal por todo el camino largo, muere con el labio amargo y el sueño junto al panal.

20 Campesino y proletario ansiosos de libro y pan, junto a la esperanza, van por el nuevo itinerario. Ahora es la cruz, el calvario, la búsqueda cotidiana, pero mañana, mañana lirios parirá el espino, tocado por el destino nuevo de la especie humana.

La muerte

Valiente

1 Ojalá tenga la suerte pocas veces conseguida de que florezca mi vida para cantarle a la muerte. Ella es la mirada fuerte en incontenible acecho; y como en un marco estrecho la mentira de vivir y la verdad de morir se me juntan en el pecho.

3 Para hablar de las mañanas y las tardes que se van, la vida y la muerte están juntas como dos hermanas. Las inquietudes humanas no tienen razón de ser, si aceptamos que nacer es la acción que nos convierte en mas hijos de la muerte que de la propia mujer.


5 Los que aceptan que morir es pasar a mejor vida, que sólo hay carne vencida y no el derecho a vivir, ésos, con un sonreír de niños, la muerte esperan; y nunca se consideran íntegramente vencidos, como si extraños fluidos de otras vidas recibieran.

7 Los que niegan la existencia del eterno “Más Allá”, y entienden que todo está del mismo cuerpo en la esencia, ésos, con una impaciencia triste que los desanima, quieren que el tiempo se exprima, que dé más de lo que puede; y el tiempo no retrocede y les pasa por encima.

9 La muerte, enorme gigante, invisible, puesto en pie, no se siente, no se ve y en todo está vigilante. nadie adivina el instante de su exacta aparición; brota de la confusión, porque se proyecta igual en la punta de un puñal que en brazos de una pasión.

11 Muere un niño de igual modo que morir puede un anciano: en la amplitud de la mano de la muerte, cabe todo. hecha sombra, en el recodo de cualquier camino, está; y cuando a buscar se da uno para su rebaño, no le interesa el tamaño ni hacia qué lugares va.

13 Por cuanto de radical tiene la muerte, la quiero: lo mismo quiebra el acero como el más simple metal. El orgullo personal en sus garras se hace añicos; y suelta como abanicos sus tentáculos salobres, sorda al clamor de los pobres, sorda a la voz de los ricos.

15 Una muerte producida por la vía del suicidio, nos dice cómo el presidio deja escapar una vida. La muerte para el suicida es vía de flor y estrella, pues cuando bajo la huella del dolor no puede estar, lo hace, pensando encontrar su liberación en ella.

17 No siempre la muerte deja el dolor de lo perdido, pues cuando muere el olvido la alegría se refleja. Y cuando muere una queja hay alegría también; y cuando yace el desdén hay un entusiasmo igual, porque el sepulcro del mal es la cuna para el bien.

19 La muerte de algo está aquí presidiendo la velada, y puesta está su mirada en Valiente o Naborí. Si cae la derrota en mí como en un duelo sombrío, esta misma noche al río desilusionado iré y en su entraña dejaré enterrado un sueño mío.

El Campesino

Naborí

1

Oh, campesino!, mirada escrutante que se pierde por toda una noche verde que no sabe de alborada! Persisten en tu morada miserias precoloniales, pues cual hojas otoñales sobre tus melancolías van descendiendo los días lentos, pesados, iguales.

3 El tiempo se ha detenido en ti, guajiro de acero, por lo que hasta tu sombrero tiene el color del olvido. El progreso ha convertido en ciudad más de un batey, y ha mecanizado al buey, a la carreta, al arado, pero tú sigues parado en la hora siboney.

5 Hay un monstruo feudalista que sólo caña procura y lleva en su sangre impura diabetes capitalista. Sordo, voraz, egoísta, no tolera otro sembrado, y por él, por su pecado, el tiempo muerto es tan frío como un caldero vacío sobre un fogón apagado.

7 Hay otro monstruo sombrío que en sus apetencias de amo no quiere dejar un tramo de tierra para un bohío. Toma la loma, el bajío, el río, los callejones, derriba nobles horcones y echa familias hambrientas a las rutas polvorientas que van a las poblaciones.

9 Cuando la zafra termina cesan el “tiro” y el “corte”. ¡Cuánto champaña en el Norte! En mis campos, ¡cuánta ruina! Aquí la gota de harina, el parásito, el dolor; allá, ríos de licor en pipas de grifo abierto… ¡Ay, sombra del tiempo muerto, tiempo muerto y matador!

11 ¡Oh, machetero –ciclón que tumba y se tumba él! Tumbas la caña de miel y ella te tumba el pulmón. Te viertes en profusión de sudor por cada poro… Caña, caña es tu tesoro, pero hay una mano extraña que te roba sangre y caña para transfusiones de oro.

13 Jamás es tuyo, veguero, el tabaco que es tan tuyo. Tú le enciendes un cocuyo en el labio al mundo entero. Embriagas al extranjero con la hoja más escogida; pero una boca homicida en el festín de un atraco, como se fuma el tabaco también te fuma la vida.

15 Hombre laborioso que sobre el lomo de la sierra le descubres a la tierra el milagro del café: trabajas con honda fe y tu premio siempre ha sido penas que han ennegrecido el espejo de tu vida, como cuando en agua hervida echan tu pulmón molido.

17 Los afanes invasores de la caña y el ganado tierra casi no han dejado para los frutos menores. Pequeños agricultores sin depósito de frío, transporte ni regadío, van a los intermediarios como arroyos tributarios que van a morir al río.

19 Eres, oh, tierra profunda de quien te hace florecer, del modo que es la mujer del hombre que la fecunda. El que de sudor te inunda, el que te labra y te cuida, debe vivir de tu vida y ser tu dueño y señor… No hay escritura mejor que una mano encallecida.