La Libertad
Valiente
1
Libertad, palabra de oro
con sabor a sangre pura,
y en la conciencia madura
de los pueblos, un tesoro.
en los hombres sin decoro
prospera la indignidad
porque sin la voluntad
de los corazones bravos,
de un semillero de esclavos
no brota la libertad.
3
Dijo el Apóstol ayer
con su palabra uniforme:
"La libertad es la enorme
tiranía del deber."
Para ser libre hay que ser
hombre de inmensas virtudes,
porque las ineptitudes
son fábricas de cadenas,
extorsionando las venas
de las grandes multitudes.
5
Libertad, prerrogativa
del espíritu elevado,
que lleva en lo más sagrado
su parte interpretativa.
En la acción suplicativa
no está su realización;
y hay en toda mediación
un propósito pigmeo,
como señaló Maceo
en el Pacto del Zanjón.
7
A mí no me gusta ver
ni a un pájaro en jaula de oro,
donde el canto más sonoro
un sollozo puede ser.
la obsesión mía es romper
la jaula, y decirle: “¡Al monte!
Date a volar, y disponte
a ser libre, sin más cruz
en las alas que la luz
para ver el horizonte.”
9
Cuando el pueblo americano
bajo el predominio inglés,
tenía grillos en los pies
y una traba en cada mano,
junto a Washington –su hermano
de luchas–, Lincoln se alzó:
a los suyos liberó,
hasta que por manos fuertes
la más triste de las muertes
en el camino encontró.
11
Del mundo que anda y progresa
para un rumbo más feliz,
es una enorme raíz
la Revolución Francesa.
Danton, con palabra gruesa,
fustigó la iniquidad,
y en su inmedible ansiedad,
aquel cíclope del verbo,
cogió al siervo y vistió al siervo
con alas de libertad.
13
Dessalines –según dijera
en sus versos Naborí–
fue del corazón de Haití
base, mástil y bandera.
Como si tenido hubiera
águilas en cada mano,
puso un vuelo en cada hermano
y un resorte en cada cosa,
para conquistar la hermosa
libertad del pueblo haitiano.
15
Palacios, el orador
de la Argentina que ardía,
en la palabra tenía
un puño libertador:
El recuerdo de su amor
por su patria, predomina
y a la Historia le camina
a pasos de paladín,
como lo hace San Martín
entre Chile y Argentina.
17
Donde hay esclavos, no hay gloria:
los esclavos en cuestión
no son una patria: son
la vergüenza de la Historia.
Eso prendió en la memoria
del Titán –sol y jinete–
hasta que en San Pedro, al fuete
de la batalla cayó
y Cuba se le encendió
en el filo del machete.
19
El primer sacrificado
por la humana redención
debía tener un panteón
en cada espíritu honrado.
Él cayó crucificado
para que le mundo avanzara,
y aquellos que él libertara
yendo al Calvario y la Cruz,
ciegos para tanta luz
le han escupido la cara.
|
Naborí
2
¿Libertad? La libertad
no tolera la estrechez:
anchura quieren el pez,
el ave y la humanidad.
quiere el ave inmensidad
azul para desplegarse;
puede el pez, al limitarse
fuera del mar, perecer,
y los hombres quieren ser
libres para no asfixiarse.
4
La libertad defendida
hasta el esfuerzo imposible,
no es más que el imprescindible
oxígeno de la vida.
Cuando en tierra sometida
nos asfixia la opresión,
para la respiración
necesaria del vivir,
un mártir déjase abrir
un hueco en el corazón.
6
Libertad, el indio Hatuey
–rosa de llamas rojizas–
te consagró sus cenizas
en el altar siboney.
Crueles soldados del Rey
incendian al indio bravo,
y el héroe con taparrabo
sonríe, muere contento…
El humo libre en el viento
siempre es más que un hombre esclavo.
8
El ejemplo es el quetzal
herido de Guatemala:
enjaulado, pliega el ala
en silencio funeral.
rechaza, en huelga mortal,
los alimentos vitales
que le dan las criminales
manos que lo han encerrado…
Pueblo digno, encadenado,
muere como los quetzales.
10
Jorge Washington, tu espada
digna de la loa homérica,
fue en las tinieblas de América
primer rayo de alborada.
Inglaterra desangrada
se va por el oceano,
y cuando es punto lejano
de lejana embarcación,
brilla otra constelación
bajo el cielo americano.
12
Francia, tu Revolución
te enderezó las rodillas
y lavó viejas mancillas
como un sangriento jabón.
Tu faro de redención
alumbró a la humanidad,
desde aquella tempestad
de liberador arrojo…
¡Jamás un traje tan rojo
se puso la Libertad!
14
Toussaint de betún y acero
con alma de claro día,
en la espalda te dolía
el látigo del negrero;
y el dolor te hizo guerrero
–vórtice de la inquietud–,
para que una multitud
de hombres en silencio largo,
despertara del letargo
zombie de la esclavitud.
16
Bolívar de acero y miel,
yo tiemblo cuando te evoco:
Capitán del Orinoco
con los Andes por cuartel.
Los cascos de tu corcel
iban soltando centellas,
y no dejando ni huellas
de siervos y de tiranos,
te salían de las manos
pueblos libres como estrellas.
18
Libertad, tú haces leones
de la paloma y el galgo:
así volvió el cura Hidalgo
arengas sus oraciones…
Por sucumbir en gestiones
de liberación humana,
linda enseña mejicana,
dulce bandera de gloria,
en el mástil de la Historia
flotando está su sotana.
20
¡Oh, Martí, la dignidad
tuvo tal grandeza en ti,
que basta decir Martí
para entender Libertad!
No has visto tu voluntad
realizada todavía;
pero confía, confía,
que, tras las sombras corsarias,
limpias manos proletarias
están haciendo tu día.
|
El Campesino
Naborí
1
Oh, campesino!, mirada
escrutante que se pierde
por toda una noche verde
que no sabe de alborada!
Persisten en tu morada
miserias precoloniales,
pues cual hojas otoñales
sobre tus melancolías
van descendiendo los días
lentos, pesados, iguales.
3
El tiempo se ha detenido
en ti, guajiro de acero,
por lo que hasta tu sombrero
tiene el color del olvido.
El progreso ha convertido
en ciudad más de un batey,
y ha mecanizado al buey,
a la carreta, al arado,
pero tú sigues parado
en la hora siboney.
5
Hay un monstruo feudalista
que sólo caña procura
y lleva en su sangre impura
diabetes capitalista.
Sordo, voraz, egoísta,
no tolera otro sembrado,
y por él, por su pecado,
el tiempo muerto es tan frío
como un caldero vacío
sobre un fogón apagado.
7
Hay otro monstruo sombrío
que en sus apetencias de amo
no quiere dejar un tramo
de tierra para un bohío.
Toma la loma, el bajío,
el río, los callejones,
derriba nobles horcones
y echa familias hambrientas
a las rutas polvorientas
que van a las poblaciones.
9
Cuando la zafra termina
cesan el “tiro” y el “corte”.
¡Cuánto champaña en el Norte!
En mis campos, ¡cuánta ruina!
Aquí la gota de harina,
el parásito, el dolor;
allá, ríos de licor
en pipas de grifo abierto…
¡Ay, sombra del tiempo muerto,
tiempo muerto y matador!
11
¡Oh, machetero –ciclón
que tumba y se tumba él!
Tumbas la caña de miel
y ella te tumba el pulmón.
Te viertes en profusión
de sudor por cada poro…
Caña, caña es tu tesoro,
pero hay una mano extraña
que te roba sangre y caña
para transfusiones de oro.
13
Jamás es tuyo, veguero,
el tabaco que es tan tuyo.
Tú le enciendes un cocuyo
en el labio al mundo entero.
Embriagas al extranjero
con la hoja más escogida;
pero una boca homicida
en el festín de un atraco,
como se fuma el tabaco
también te fuma la vida.
15
Hombre laborioso que
sobre el lomo de la sierra
le descubres a la tierra
el milagro del café:
trabajas con honda fe
y tu premio siempre ha sido
penas que han ennegrecido
el espejo de tu vida,
como cuando en agua hervida
echan tu pulmón molido.
17
Los afanes invasores
de la caña y el ganado
tierra casi no han dejado
para los frutos menores.
Pequeños agricultores
sin depósito de frío,
transporte ni regadío,
van a los intermediarios
como arroyos tributarios
que van a morir al río.
19
Eres, oh, tierra profunda
de quien te hace florecer,
del modo que es la mujer
del hombre que la fecunda.
El que de sudor te inunda,
el que te labra y te cuida,
debe vivir de tu vida
y ser tu dueño y señor…
No hay escritura mejor
que una mano encallecida.
|
Valiente
2
Campesino, tierra en pie
con surco de arriba abajo,
el oro de tu trabajo
lo amasa quien mal te ve.
El que no sabe el porqué
de tu mano encallecida,
y derrocha y dilapida
el fruto de tu dolor;
con burlas para el sudor
de tu ropa percudida.
4
Ninguna voz llega al alma
de Cuba como tu voz,
cortante como la hoz,
guajira como la palma.
En esas noches de calma
afiebradas por Vulcano,
tu voz sale por el guano
huyendo, como si fuera
un pájaro que le huyera
a la jaula del verano.
6
Cuba eres tú, campesino,
con tus manos laboriosas;
tú estás en todas las cosas
hondas del patrio destino.
En el dolor del camino
triste del desalojado,
en la reja del arado,
en la polaina, el machete
y el herido caballete
de un bohío abandonado.
8
Tu voz de engaños dolida
se queda en la guardarraya:
alguien le impide que vaya
al Palacio, y ser oída.
El que te exprime la vida
te amarra la voz también,
porque su holganza y su bien
tienen puntos elevados,
mientras más encarcelados
tus sentimientos estén.
10
La escuela rural no llega
más allá de cinco millas
de donde hiriendo rodillas
el político la entrega.
Allá en el monte, en la vega,
a respetable distancia,
llora de olvido una infancia,
y el eco de sus sollozos
se pierde en los calabozos
sombríos de la ignorancia.
12
En la vivienda con techo
de guano y piso de tierra,
manos de sombras te cierra
la portada del Derecho.
Tus hijos bajo el acecho
del parásito maldito,
claman justicia, y su grito
no más que mofas recibe
del indolente que vive
en Palacio de granito.
14
Cuando la maternidad
dice a la mujer que hay entre
el espacio de su vientre
viva una felicidad…
Allá en triste soledad,
tierra adentro, la mujer
campesina ve nacer
a su niño en triste cuna,
al aire, al sol, a la luna
queriendo otra estrella ser.
16
Los caminos vecinales
han sido una frustración;
el estrecho callejón
y tus penas son iguales.
Y cuando aguas torrenciales
inundan siembra y camino,
¿quién eres tú, campesino?
Un preso incomunicado…
¿Será porque el hombre honrado
no merece otro destino?
18
El político, funesto
mercader de tu conciencia,
para su concupiscencia
siempre es ánimo dispuesto.
Si te enfermas, está presto
a llevarte al hospital;
te lleva… cura tu mal
los médicos que has pagado;
y él, con eso te ha comprado
lo más puro: el ideal.
20
Tu día no es este día
de luz y música y fiesta:
el día de tu protesta
no ha llegado todavía.
Tu grito de rebeldía
será la mejor tonada;
y Cuba estará empinada
en el marco de tu base,
porque el triunfo de tu clase
es la patria liberada.
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