Los recreos del pequeño Nicolás

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Los recreos del pequeño Nicolás.jpg
Autor(a)(es)(as)René Goscinny-SempéAlbert Uderzo
Género[Infantil-Juvenil]]
IlustracionesAlbert Uderzo
Primera edición1961

Los recreos del pequeño Nicolás. A Nicolás y a sus amigos el sonido de la campana a la hora del recreo les parece música celestial. Y es que por fin pueden poner en práctica todo lo que les ha pasado por la cabeza durante la clase. En el patio del colegio, se pelean, comen panqués, juegan futbol... ¡Todo sería perfecto si no fuera por “El Caldo”! ¡Sal al recreo y prepárate para vivir toda clase de aventuras!


Sinopsis

Han expulsado a Alcestes

Ha pasado una cosa terrible en la escuela: ¡expulsaron a Alcestes!

La cosa ocurrió durante el segundo recreo de la mañana.Estábamos todos allí, jugando al balón-tiro, ya sabéis cómo se juega: el que tiene la pelota trata de darle con ella a un chaval y después el chaval llora y a su vez tiene que tirar. Es fenómeno. Los únicos que no jugaban eran Godofredo, que faltaba a clase; Agnan, que repasa siempre sus lecciones durante el recreo, y Alcestes, que se comía su última tostada de mermelada de la mañana. Alcestes guarda siempre su rebanada más grande para el último recreo, que es un poco más largo que los demás. Le tocaba tirar a Eudes, y eso no ocurre a menudo; como es muy fuerte, siempre intentamos no darle con la pelota, porque cuando quien tira es él hace mucho daño. Y entonces Eudes apuntó a Clotario, que se tiró al suelo con las manos en la cabeza; la pelota pasó por encima de él y, ¡bang!fue a darle en la espalda a Alcestes, que soltó su rebanada, que cayó del lado de la mermelada. A Alcestes no le gustó la cosa; se puso todo rojo y empezó a dar gritos; entonces el Caldo —es nuestro vigilante— vino corriendo a ver lo que pasaba, pero no vio la rebanada, y entonces la pisó, resbaló y estuvo a punto de caer. Se quedó muy extrañado el Caldo, ¡su zapato estaba lleno de mermelada! Alcestes se puso hecho una fiera, agitó los brazos y gritó:

—¡Caracoles! ¡Cáscaras! ¡Podía mirar por dónde pisa!, ¿no? Es cierto, ¡no estoy de broma!

Estaba realmente furioso Alcestes; hay que decir que no admite bromas con su comida, sobre todo cuando es la rebanada del último recreo. El Caldo tampoco estaba muy contento.

—¡Míreme bien a los ojos! —le dijo a Alcestes—. ¿Qué ha dicho usted?

—He dicho que cáscaras, caracoles, ¡no tiene usted derecho a pisar mis rebanadas! —gritó Alcestes. Entonces el Caldo cogió a Alcestes del brazo y se lo llevó con él. Cuando andaba, el Caldo hacía ¡ chuic, chuic!,por culpa de la mermelada que tenía en el pie.

Y después el señor Mouchabière tocó el final del recreo. El señor Mouchabière es un nuevo vigilante y aún no hemos tenido tiempo de encontrarle un mote divertido.

Entramos en clase y Alcestes seguía sin aparecer. La maestra se extrañó.

—¿Dónde está Alcestes? —nos preguntó.

Íbamos a contestarle todos cuando se abrió la puerta de la clase y entró el director, con Alcestes y el Caldo.

—¡En pie! —dijo la maestra.

—¡Siéntense! —dijo el director.

No tenía pinta de contento el director, el Caldo tampoco; Alcestes tenía su gorda cara toda llena de lágrimas y sorbía por la nariz.

—Hijos míos, su camarada ha sido de una grosería incalificable con el Cald…, con el señor Dubon —dijo el director—. No puedo encontrar excusas para esa falta de respeto hacia un superior y una persona mayor. Por consiguiente, su camarada será expulsado. No ha pensado, ¡oh, claro!, en la inmensa pena que va a causarles a sus padres. Y si en el futuro no se enmienda, acabará en la cárcel, que es la suerte inevitable de todos los ignorantes: ¡Que esto les sirva de lección a ustedes!

Y después el director le dijo a Alcestes que cogiera sus cosas. Alcestes fue a recogerlas llorando, y después se marchó, con el director y el Caldo.

Nosotros nos quedamos todos muy tristes.

Y la maestra también.

—Trataré de arreglar eso —nos prometió.

¡Qué estupenda puede ser la maestra, de todas formas!

Cuando salimos de la escuela, vimos a Alcestes, que nos esperaba en la esquina de la calle comiendo un bollito de chocolate. Tenía un aspecto muy triste Alcestes cuando nos acercamos a él.

—¿Aún no has vuelto a tu casa? —le pregunté.

—Pues no —dijo Alcestes—, pero voy a tener que ir, es la hora del almuerzo. Cuando se lo cuente a papá y a mamá, apuesto a que me castigan sin postre. ¡Ah! Os juro que el día que…

Y Alcestes se marchó, arrastrando los pies y masticando suavemente. Casi teníamos la impresión de que se esforzaba por comer. ¡Pobre Alcestes! Estábamos muy fastidiados por él. Y luego, por la tarde, vimos llegar a la escuela a la madre de Alcestes, que no parecía muy contenta y que llevaba a Alcestes de la mano. Entraron a ver al director y el Caldo fue también.

Y un poco después estábamos en clase cuando el director entró con Alcestes, que lucía una enorme sonrisa.

—¡En pie! —dijo la maestra.

—¡Siéntense! —dijo el director.

Y después nos explicó que había decidido darle otra oportunidad a Alcestes. Dijo que lo hacía pensando en los padres de nuestro camarada, que estaban muy tristes ante la idea de que su hijo corría el riesgo de ser un ignorante y acabar en la cárcel.

—Su camarada ha presentado sus excusas al señor Dubon, que tuvo la bondad de aceptarlas —dijo el director—; espero que su camarada sea agradecido ante tanta indulgencia y que, tras los frutos y advertencias de esta lección, sepa hacerse perdonar en el futuro, con su conducta, la grave falta que cometió hoy. ¿No es así?

—Pues… sí —contestó Alcestes.

El director lo miró, abrió la boca, lanzó un suspiro y se marchó.

Nosotros estábamos realmente contentos; nos pusimos todos a hablar a la vez, pero la maestra golpeó su mesa con la regla y dijo:

—Sentados todos. Alcestes, vaya a su sitio y pórtese bien. Clotario, salga al encerado.

Cuando tocaron al recreo, bajamos todos, salvo Clotario, que está castigado, como siempre que le preguntan. En el patio, mientras Alcestes se comía su bocadillo de queso, le preguntamos cómo habían ido las cosas en el despacho del director, y entonces llegó el Caldo.

—Vamos, vamos —dijo—, dejad tranquilo a vuestro camarada. El incidente de esta mañana se ha terminado. ¡Id a jugar! ¡Vamos!

Y cogió a Majencio por el brazo y Majencio empujó a Alcestes y el bocadillo de queso cayó al suelo. Entonces Alcestes miró al Caldo, se puso muy ...



Datos del autor

René Goscinny-Sempé. Nació el 14 de agosto de 1926 en París (Francia), hijo de padre polaco y madre ucraniana. Cuando solamente tenía dos años de edad su familia dejó la capital francesa para trasladarse a vivir a Argentina. En Buenos Aires su padre impartió clases de matemáticas en una escuela francesa a la que acudía a estudiar su hijo. En las publicaciones escolares Goscinny publicó sus primeras creaciones. En 1942 su padre murió y René, que había estudiado arte, se ocupó durante un tiempo como contable. En 1945 Goscinny y su madre aceptaron la oferta de su tío materno para trasladarse a la ciudad de Nueva York. En los Estados Unidos fue requerido para acudir al ejército. Alegando su nacionalidad gala se le envió a Francia. Fallece en París el 5 de noviembre de 1977 cuando tenía 57 años de edad.

Albert Uderzo (1927-2020) nació en Fismes (Marne, Francia). Dibujó Asterix desde su creación en 1959. Tras el fallecimiento de René Goscinny en 1977, Albert Uderzo continuó solo las aventuras de Asterix y creó las Editions Albert René para publicar nuevos álbumes. En 1980 se publicó La gran zanja, el álbum número 25 de Asterix, el primero escrito y dibujado completamente por Albert Uderzo, quien continuó haciéndolo hasta 2009.


Otros libros del autor

  • El aniversario de Astérix y Obélix , 2009
  • Ojo con el pequeño Nicolás, 2006
  • El chiste, 2004
  • La vuelta al cole, 2004
  • ¡Diga!, 2004
  • Astérix y lo nunca visto, 2003
  • Los problemas del pequeño Nicolás, 2002
  • Joaquín tiene problemas, 2000
  • Astérix gladiador, 1999
  • Cómo Obélix cayó a la marmita, 1980
  • Obélix y Compañía, 1976
  • El regalo del César, 1974
  • Astérix en Córcega, 1973
  • Los laureles del César, 1972
  • La residencia de los dioses, 1971
  • Astérix en Helvecia, 1970
  • La cizaña, 1970
  • Astérix en Hispania, 1969
  • Astérix y el caldero, 1969
  • Astérix y los Juegos Olímpicos, 1968
  • Astérix legionario, 1967
  • Astérix y los normandos, 1967
  • Astérix en Bretaña, 1966
  • El combate de los jefes, 1966
  • Astérix y Cleopatra, 1965
  • La vuelta a la Galia, 1965
  • Astérix y los godos, 1963
  • Los amiguetes del pequeño Nicolás, 1963
  • La hoz de oro, 1962
  • Las vacaciones del pequeño Nicolás, 1962
  • Astérix el galo, 1961
  • Los recreos del pequeño Nicolás, 1961
  • El pequeño Nicolás, 1960



Fuentes