Portal:Panorama Mundial/RESUMEN SEMANAL/2022-05-29
Revista Latinoamericana y Caribeña No.21 / La Habana, sábado 28 de mayo del 2022/Año 64 de la Revolución/ RNP
Sumario
- 1 La Cumbre de las Américas, ¿otro revés para Joe Biden? (Alai)
- 2 De cara a la Cumbre, el «patio trasero» demanda al menos un poco de respeto (Rebelión)
- 3 Biden y la ridiculez de la engreída política del anfitrión de la Cumbre de las Américas (Rebelión)
- 4 Cumbre de Las Américas (Últimas Noticias)
- 5 VENEZUELA LLEVA A WASHINGTON HACIA EL TERRENO DEL DIÁLOGO Y LA NEGOCIACIÓN (Misión Verdad)
- 6 Una Cumbre más, en nombre de la libertad y la democracia (Estrategia)
- 7 ¿SE EXTIENDE LA SOMBRA DE LA OTAN EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE? (Misión Verdad)
- 8 ¿Podrá salvarse Chile? (Pressenza)
- 9 Violencia y discriminación son las principales deudas de los estados de América Latina con la comunidad LGBT (Nodal)
- 10 Antineoliberalismo y posneoliberalismo (Página 12)
La Cumbre de las Américas, ¿otro revés para Joe Biden? (Alai)
No se trata solo del fracaso de la Cumbre presidencial, ya que el gobierno de Washington tiene previstos tres foros simultáneos. El que representa sus intereses comerciales es la llamada Cuarta Cumbre de los CEOs de las Américas. Por Aram Aharonian* - La Cumbre de las Américas, prevista para el 6 de junio en la ciudad californiana de Los Ángeles, puede convertirse en un duro revés diplomático para Estados Unidos, un golpe a su hegemonía fisurada por la decisión de varios mandatarios de América Latina y el Caribe de no concurrir a la cita, de persistir la exclusión de países cuyos gobiernos no gustan a Washington. El motivo es el descontento que generó la exclusión de Cuba, Venezuela y Nicaragua, determinación que EE.UU. suponía que atravesaría sin demasiados sobresaltos, pero se transformó en un problema para el gobierno del demócrata Joe Biden.. La historia vuelve a repetirse 60 años después y Biden vuelve a tomar una determinación con la misma lógica que la adoptada por la Organización de Estados Americanos (OEA) cuando en 1962 expulsó a Cuba en la Conferencia de Punta del Este, en medio de la Guerra Fría con la Unión Soviética en pleno siglo XX. Un mes antes de esta programada novena Cumbre, el secretario de Defensa de Estados Unidos en tiempos de Donald Trump, Mark Esper, reveló cómo el expresidente planeó junto a Juan Guaidó, a quien ungiera como virtual presidente interino, invadir Venezuela y secuestrar al presidente Nicolás Maduro. Era 2019 y Trump había anunciado que “todas las opciones estaban sobre el mesa” para derrocar a Maduro. Fracasó en elecciones, y con intentos de golpe y magnicidio, invasiones de mercenarios, atentados, desestabilización fronteriza. Incluso el consejero presidencial Robert O’Brien propuso un ataque militar de comandos de la Armada estadounidense al Complejo Refinador de José, en el oriente de Venezuela, apoyados por dirigentes de la oposición venezolana. Todo en nombre de la democracia, claro. Y Biden no cambió el libreto. Estas gravísimas revelaciones debieron generar de inmediato una condena y una orden de investigación por parte del actual gobierno. Pero en lugar de esto, se ha guardado el silencio propio de quienes no son capaces de entender las nuevas circunstancias. Mientras, el gobierno del presidente de Chile, Gabriel Boric anunció que realiza gestiones para posibilitar la participación de Cuba, Nicaragua y Venezuela en la novena Cumbre, según la canciller Antonia Urrejola, luego que México, Bolivia, Honduras y 14 países de la Comunidad del Caribe anunciaran que sus mandatarios no asistirían a una cumbre con exclusiones. Hay que cambiar la receta: la región necesita dialogar más allá de sus diferencias, dijo, antes de recordar que el que invita es el dueño de casa. Urrejola agregó que el encuentro perdería fuerza si finalmente se margina a esos países y además, al citar a Boric, recalcó que “se han perdido los espacios de diálogo; la región está ‘superfragmentada’ y polarizada”, y señaló que “la exclusión no ha dado resultados en materia de derechos humanos”. El declamado carácter abierto y sin restricciones de su convocatoria señala que “Estados Unidos ha demostrado, y seguirá demostrando, su compromiso con un proceso inclusivo que incorpora las aportaciones de las personas que representan la inmensa diversidad de nuestro hemisferio e incluye las voces indígenas y otras históricamente marginadas”. Una cosa son los documentos y otra la realidad. Pero no se trata solo de la Cumbre presidencial, ya que el gobierno de Washington tiene previstos tres foros simultáneos. El que representa sus intereses comerciales es la llamada Cuarta Cumbre de los CEOs de las Américas. Habrá otros dos; uno de la “sociedad civil” (ONGs financiadas por la USAID) y otro de los Jóvenes de las Américas (que comulguen con el evangelio de Washington). Según el vicecanciller de Cuba, Carlos Fernández de Cossío, en entrevista con The Hill, el gobierno estadounidense, como anfitrión del foro, se siente con el privilegio de llamar solamente a quien quiere y aun así llamar al encuentro Cumbre de las Américas. En realidad, la Casa Blanca pretende hacer una reunión de amigos que sean capaces de escuchar lo que dice Estados Unidos, aceptar su agenda y repetirla, agregó. El ultraderechista presidente brasileño Jair Bolsonaro aseguró que aún valora su participación. “Depende de muchas cosas. Algunos dijeron que no sería recibido por Biden. Dios mío, me reciben jefes de Estado de todo el mundo. El mundo entero quiere hacer negocios con Brasil, ¿sabe por qué?, porque dependen de nuestros alimentos para su seguridad alimentaria”, respondió. Por su parte, el ex presidente boliviano Evo Morales cuestionó la legitimidad del espacio: Un poco de revisionismo En diciembre de 1994 acudieron a Miami los jefes de Estado y de gobierno de Latinoamérica y del Caribe a una reunión convocada por el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, a la que se bautizó como Cumbre de las Américas, que tenía como objetivo adaptar las relaciones a las nuevas condiciones políticas, económicas y sociales surgidas del fin de la Guerra Fría, ante el nacimiento de un predominio unipolar, la potencia dominante, sin contrapesos tras la caída de la Unión Soviética. I Cumbre de las Américas, Miami, EE.UU., 1994 El politólogo Leopoldo Puchi recuerda que el nombre de su capital, sede del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el Departamento del Tesoro de EEUU, serviría para acuñar el término Consenso de Washington, que más allá de sus fórmulas sobre reformas económicas, se basaba en la idea de un entendimiento general sobre la propiedad capitalista, el mercado y las formas políticas democráticas, en línea con la ideología del Fin de la Historia de Samuel Huntington. Fue sobre esas concepciones que se desarrolló un fundamentalismo de mercado, restricciones extremas al papel del Estado y acoplamiento al peso estadounidense y de la globalización sobre la soberanía de los países. La idea era que, a partir de estas doctrinas, sería posible una integración económica de gran alcance en toda América, haciendo realidad el sueño de Monroe de “América para los (norte)americanos”. La idea central de la primera Cumbre fue la de crear el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), que debía estar lista en 2005. Y todos sabemos qué pasó en la Cumbre de Mar del Plata de ese año. Desde 1994 para acá, el mundo cambió, ya no es unipolar, ya no es el mismo. Estamos en plena expansión productiva y comercial de China, cercana a convertirse en la primera potencia económica, mientras Rusia no está en la situación postrada 1989. Pero la élite dirigente en Washington no ha comprendido los cambios sustanciales, no solo en la región sino en todo el planeta, y que es necesario adaptarse a ellos. Ya los viejos libretos no sirven. El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador ofició de despertador, al anunciar que no concurriría a Los Ángeles si no eran invitados todos los países. Lo que sobrevuela Washington, con gobiernos republicanos o demócratas, es una idea de supremacía sin sentido, quizá porque la historia del país no entiende que se puede cooperar en términos de respeto. Para ello, sería necesario comprender que los intereses de cada país latinoamericano son diferentes a los de EE.UU., aún cuando haya valores comunes. Y la tozudez del discurso añejo ignora que cada nación tiene sus propias instituciones y que las de EE.UU. no rigen en el resto de América, un amplio territorio que Washington sigue creyendo que es su patio trasero, y al que no le interesa comprender. Porque comprender sería tratar a todos como iguales, sería adaptarse. Estados Unidos ha bombardeado y logrado la invisibilización de los organismos de integración, cooperación y coordinación latinoamericano-caribeños como la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac). Y sabiendo del hundimiento de su Ministerio de las Colonias, la decadente Organización de Estados Americanos, apela a la Cumbre con exclusiones para demostrar quién manda, quien es el hegemón. En cuanto a la OEA, también con sede en Washington, no ha sido solo el impresentable Luis Almagro el que la ha hundido, sino que la vieja idea panamericanista no responde a las realidades regionales de hoy sino a los añejos dictados de Washington, e inevitablemente deberá ser cerrada y sustituida por instituciones autónomas y representativas –también- de los pueblos del sur del Río Bravo. No hay un fin de la historia y sería bueno que los políticos estadounidenses supieran que la democracia, que significa gobierno del pueblo, la inventaron los atenienses en el siglo sexto antes de nuestra era. Y está permanentemente en construcción. Los pueblos se encargan de ello, sin el permiso de Washington.
- Aram Aharonian, Mágister en Integración y comunicólogo uruguayo. Sus trabajos se centran en temas de comunicación y geopolítica. Es director del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE) y presidente de la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA).
De cara a la Cumbre, el «patio trasero» demanda al menos un poco de respeto (Rebelión)
Por Álvaro Verzi Rangel* Washington ha convocado a su “patio trasero” para darle instrucciones. A poco más de tres semanas de que inicie la novena Cumbre de las Américas, en Los Ángeles, California, se suman los países latinoamericanos y caribeños que anunciaron que no enviarán a sus presidentes a la convocatoria del mandatario estadounidense Joe Biden, de persistir las exclusiones de Venezuela, Cuba y Nicaragua y el desconocimiento de la soberanía de las naciones del continente. Ya los presidentes de México y Bolivia, Andrés Manuel López Obrador y Luis Arce, anunciaron sus ausencias, al igual que 14 países de la Comunidad del Caribe y Honduras, mientras Argentina, Chile, Guatemala e incluso Brasil, valúan sus asistencias. La Cumbre de las Américas es la única reunión que convoca a líderes de los países de América del Norte, del Sur, Central y del Caribe. De ahí la insistencia del presidente mexicano para “evitar la confrontación” y, mediante el diálogo, “exponer y resolver las diferencias”.
Hasta ahora, Washington descartó cambiar de postura: “Cuba, Nicaragua y el régimen de (Nicolás) Maduro no respetan la carta democrática de las Américas y por lo tanto no espero su presencia”, anunció el subsecretario para América Latina y el Caribe, Brian Nichols.
Washington, que cree poseer la interpretación válida de democracia y derechos humanos y la vía verdadera y única para la construcción del bienestar general, no ha planteado un nuevo programa para el desarrollo de América, sino que lo ha convocado a su “patio trasero” para darle instrucciones. El dubitativo presidente argentino Alberto Fernández, pidió a EE.UU. invitar a la reunión a todos los países de América Latina.” Tengo pensado ir (a la cumbre), pero pido a los organizadores lo mismo que López Obrador”, en Berlín, donde está en gira europea. Asimismo, la presidenta de Honduras, Xiomara Castro, rechazó la exclusión de naciones en la novena Cumbre de las Américas: Si no estamos todas las naciones, no es Cumbre de las Américas, tuitéo la mandataria. Más allá del bloque de países del continente, el gobierno de China dijo que el encuentro no puede simplemente aplicar los estándares estadounidenses o servir a ellos mismos, y llamó al país anfitrión a respetar la soberanía y dignidad de los latinoamericanos. El temario y la realidad del anfitrión El temario de la convocatoria está centrado en la interpretación estadounidense de la defensa de la democracia y los derechos humanos en el hemisferio occidental, la migración irregular,el cambio climático y los esfuerzos para garantizar un crecimiento equitativo mientras la región emerge de la pandemia de la Covid-19. ¿Se va a hablar de narcotráfico y seguridad? Recordemos entonces que el año pasado más de 107 mil personas murieron en EE.UU. por sobredosis de una o varias drogas: cada cinco minutos un estadounidense falleció por esa causa. En 2020 las muertes por armas de fuego alcanzaron la cifra histórica más alta en EE.UU., con un incremento de 35 por ciento en los homicidios, que pasaron de 14 mil a 19 mil el siguiente año, fenómeno que observó amplias disparidades socioeconómicas y étnicas, con un mayor impacto en comunidades pobres y entre jóvenes afroestadounidenses. ¿Se va a hablar de economía? La inflación en EE.UU. registró una tasa interanual del 8,3 por ciento en abril, dos décimas menos que en marzo. Los rubros que más subieron fueron el alojamiento, los alimentos (9,4 por ciento en un año, récord desde abril de 1981), los pasajes de avión y los automóviles. El componente energético acumula un alza de 30,3 por ciento anual y se espera nuevos aumentos. Recapitulemos: los fallecimientos por el abuso de drogas y armas de fuego son síntomas de una alarmante crisis de salud mental en la sociedad estadounidense, originada y/o por el libertinaje en el comercio de armas y en el lavado del dinro proveniente del tráfico de estupefacientes, además de la falta de acceso a los servicios médicos, gracias a la privatización extrema. ¿Se va a hablar de narcotráfico? La venta indiscriminada de armas de corte militar pone en manos de la delincuencia organizada un poder de fuego que le permite desafiar a las autoridades en naciones como México, de donde proviene buena parte del fentanilo, opioide sintético causante de la mayor porción del aumento en las sobredosis. Es obvio que los cárteles de las drogas que se extienden por Latinoamérica y el Caribe no podrían operar si no contaran con mecanismos para lavar el dinero proveniente de sus actividades ilícitas. EE.UU. prové un sistema financiero que permite eludir cualquier supervisión en el manejo de capitales. De acuerdo Tax Justice Network, EE.UU. ocupa el segundo lugar mundial en opacidad financiera, sólo detrás de las islas Caimán. En estas falencias y en sus propias políticas de Estado, que los gobiernos sucesivos de Washington suelen olvidar, es donde radican los principales problemas de seguridad de Estados Unidos, no en las lejanas Rusia y China y mucho menos en Cuba, Nicaragua o Venezuela. ¿Miopía o hipocresía? O ambas cosas.
- Sociólogo, Codirector del Observatorio en Comunicación y Democracia y analista senior del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)