Curva de Philips
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La curva de Phillips muestra la relación entre la tasa de desempleo y la tasa de inflación. Este concepto económico tiene su origen en un artículo publicado por el economista neozelandes Alban William Housego "A. W." "Bill" Phillips en 1958 (The Relation between Unemployment and the Rate of Change of Money Wage Rates in the United Kingdom 1861-1957), quien encontró una relación negativa entre la tasa de desempleo y el aumento de los salarios en la economía británica. Posteriormente, Paul A. Samuelson y Robert M. Solow observaron la misma tendencia entre la tasa de desempleo y la tasa de inflación utilizando datos de EE.UU.[1]
Sumario
Origen
En 1958, William Phillips, ingeniero y economista neozelandés, observó una relación inversa entre la tasa de inflación y la tasa de paro. Dicha apreciación, contó con la aceptación y el respaldo de los economistas de la época. Así, esta importante teoría se convertiría en una de las bases fundamentales para determinar políticas económicas.
Descripción
Generalmente, la curva de Phillips es la teoría empleada en el marco teórico para analizar las dinámicas de la inflación.
Esta, parte del principio de que la masa monetaria (dinero en circulación) causa un efecto real sobre la economía a corto plazo. Según esto, el dinero circulante causaría un efecto positivo respecto a la demanda agregada. Es decir, si los ciudadanos ven incrementados sus salarios, siempre van a gastar más. A este efecto se le conoce como ilusión monetaria. De este modo, las perspectivas de unos precios al alza aumentan las expectativas sobre los beneficios que obtendrán las empresas. Y así, se desarrolla un marco favorable a la inversión en un país determinado.
Todo esto, se traduce en un elevado crecimiento económico que, paralelamente, generará nuevos puestos de empleo. La curva de Phillips, por lo tanto, queda expresada gráficamente como una curva descendente al reflejar esa relación inversa entre inflación y desempleo.
Lo que ocurre a corto plazo es que las empresas aumentan su producción, contratarán a más personas y disminuirá el empleo. Esto se debe al aumento de la demanda de bienes y servicios. Cuando la demanda es mayor que la oferta, el consumidor asume un precio mayor por esos bienes y servicios. De esta forma, se incrementa la inflación, como consecuencia de ese aumento de los precios.
Respecto a lo que ocurre a largo plazo la cosa es bien distinta. La oferta y la demanda sufren una tendencia a ajustarse en el largo plazo. Esto provoca que la tasa de desempleo se normalice y no acelere la inflación. Entonces, lo único que implica esto es una mayor tasa de inflación. Es decir, los precios de bienes y servicios fluctúan sin que se produzca un aumento o disminución en la tasa de paro. O lo que es lo mismo, independientemente de cómo se comporte la tasa de inflación, no afectará a la tasa de desempleo.
Relación inversa entre inflación y paro
W. Phillips publicaba a mediados del pasado siglo un estudio acerca de la evolución a largo plazo de los precios y el empleo británicos. En el mismo, establecía una correlación inversa entre ambas tasas. Según lo cual, a mayor inflación, menor desempleo. Esto reflejaba una curva decreciente que, sin establecer una lógica entre las dos variables, sí que en cambio constataba un hecho.
Phillips estaba influenciado por la teoría keynesiana, que exponía que la inflación únicamente tenía lugar cuando la demanda era alta y el pleno empleo. Los datos sobre inflación y desempleo que fue arrojando la década de los sesenta refrendó las teorías de Phillips, ya que se ajustaban bastante a su curva. Además, el gráfico de la curva sirvió para explicar a políticos y electorado la posibilidad de aplicar distintas políticas, según la situación económica. Esto es, aplicar políticas expansivas o estabilizadores en función del momento. Todo esto hizo que la curva de Phillips, no solo fuese adoptada como una reveladora teoría económica, sino que la popularizó rápidamente.
Declinación de la curva de Phillips
La década posterior a la popularización de la teoría, la de los setenta, comenzó a expresar tasas de inflación y paro muy bajas. Concretamente, ambas tasas decrecían de forma conjunta. Algo que no contemplaba Phillips ni las teorías keynesianas. Por lo que la curva de Phillips, como tal, no podía reflejar según que nuevos fenómenos económicos.
Milton Friedman, junto a los monetaristas, añadieron un “apellido” a la curva de Phillips para que esta expresase estos fenómenos. Propusieron un modelo al que llamaron curva de Phillips a largo plazo. Este nuevo modelo afirmaba que los intentos de un gobierno para aumentar el empleo únicamente podrían tener éxito en el corto plazo. Es decir, se asegura que existe una tasa natural de desempleo cuyos intentos de restringirla, fallarán en el largo plazo.
Por si esto fuera poco, la teoría de las expectativas racionales infundió más pesimismo sobre esta teoría. Si un gobierno es capaz de prever los efectos que pudiera tener su política económica y adoptar acciones en base a esa previsión, la inflación crecería inmediatamente. Esto supondría el fracaso de toda política expansiva incluso en el corto plazo.
Actualmente, la curva de Phillips se sigue aplicando internacionalmente, pero solo a tres, seis y doce meses. Ningún estudio de hoy en día establece relación entre la tasa de inflación y la tasa de desempleo, entendiendo que todo depende del ciclo económico.
Representación gráfica de la curva y NAIRU
Gráficamente, en la curva de Phillips se representa el desempleo en el eje de abscisas (eje horizontal) y la inflación en el eje de ordenadas (eje vertical). La pendiente de la curva de Phillips es decreciente, lo que indica que, cuanto más alto sea el desempleo, más bajos serán los incrementos salariales de los trabajadores. De la misma forma, cuando la tasa de desempleo es menor, el crecimiento de los salarios es mayor. Por otro lado, los cambios estructurales también pueden afectar a la pendiente de la curva de Phillips, que variará a lo largo del tiempo.
El NAIRU: Non-Accelerating Inflation Rate of Unemployment (Tasa de Desempleo No Aceleradora de la Inflación), se refiere a la tasa de desempleo en una economía en la cual la inflación no se acelera. En otras palabras, es el nivel de desempleo que no presiona ni al alza ni a la baja la tasa de inflación.
Dentro del contexto de la curva de Phillips, el NAIRU es importante porque sugiere que hay un punto en el que la relación entre desempleo e inflación cambia. Si la tasa de desempleo cae por debajo del NAIRU, la inflación comenzará a aumentar; si sube por encima del NAIRU, la inflación disminuirá.
Es un concepto clave en la política económica, ya que los responsables de políticas deben considerar el NAIRU para evitar presiones inflacionarias indeseadas.
Relación con la política monetaria
La curva de Phillips es la relación entre dos variables macroeconómicas muy importantes para la política monetaria: la inflación y la brecha de producción (output gap), definida esta última como la diferencia entre el nivel observado de producción y su nivel potencial (nivel estimado de producción cuando todos los recursos están empleados a su máxima capacidad). La utilidad de esta relación es que, en general, aumentos de la actividad económica por encima de su nivel potencial tienden a generar presiones inflacionistas, como se explica a continuación.
En situaciones de alta demanda agregada, las empresas venderán más, por lo que tendrán que aumentar su producción y, para ello, contratarán a más trabajadores (reducción del desempleo) y comprarán más bienes intermedios o suministros. Cuando la demanda es alta en relación con la capacidad productiva de la economía, ello tenderá a aumentar el coste de producción de las empresas, las cuales trasladarán parte de ese mayor coste al precio de sus productos, generando inflación. De esta forma, emerge la relación que conocemos como curva de Phillips. De hecho, originalmente Phillips formuló la curva en términos de la relación entre la tasa de desempleo (como medida de actividad económica) y la inflación salarial.
Mediante la política monetaria, el banco central puede modificar las decisiones de inversión, consumo y ahorro de consumidores y empresas a través de cambios en sus tipos de interés oficiales y del uso de otros instrumentos de política monetaria. Estas decisiones son las que determinarán los niveles de actividad económica, empleo e inflación.