Raúl Suárez Martínez
Infancia
El niño tenía el pelo negro y encrespado, los ojos muy negros y muy vivos. Siempre fue muy tranquilo.
Gabriel Revilla es enfermero retirado y recuerda que el patio de su casa se comunicaba con el de los Suárez. En una ocasión Adela tía de Panchito, el papá de Raúl, llamo a Rosa, su madre y le dijo: “Mira para que conozcas a Raulito, el hijo de Pancho”. No olvido la vivacidad de sus ojos y la maraña de su pelo negro. Le gustaba montar mucho a caballo, desde chiquitico andaba por las calles en su caballo, a veces a pelo limpio; era muy dinámico e inquieto.
Le encantaba practicar todos los deportes, hacer amistades y jugar, hacer todo géneros de broma y era muy cariñoso. Tenía una clara inteligencia y a pesar de su temperamento bullicioso daba con frecuencia muestra de madures. Los paseos por el río, nadar, correr, jugar y hacer bromas era una constante para él. Raúl era un muchacho muy alegre, de carácter fuerte y un poco rebelde, era guapo pero no provocaba las peleas, su temperamento, era de esos que llaman sanguíneos; era muy dinámico, incansable, le gustaba el juego y el deporte, y en estos era muy versátil: lo mismo boxeaba que corría, que jugaba a la pelota o al voleibol, este último deporte era su fuerte. Nunca fue rencoroso, tenía muchos amigos y le gustaba compartir con ellos lo que tenía. Nunca tuvo un acto de egoísmo con nadie y poseía un gran sentido del respeto y de la justicia. Ya adolescente, formó parte del equipo de voleibol de Rodas que estaba dirigido por Pepe Castillo he integrado por: Héctor Ariz, Blas Regojo, Andrés Alemanis, Osmel Martínez, entre otros. En una ocasión estaban celebrando un tope en Santo Domingo y Raúl, tratando de salvar una pelota, se lanzo con tal violencia contra una pared que se descompuso el brazo, pero no hubo forma de que se retirara del juego hasta el final, el era así, ponía alma, corazón y vida en lo que estaba haciendo.
Pero a pesar de su carácter jodedor era muy serio cuando las circunstancias lo exigía, tenía razonamiento muy claro y era muy apasionado, cuando tomaba una decisión era imposible hacerlo cambiar. La firmeza fue la regla de oro de su vida.
Era muy disciplinado en los entrenamientos y muy combativo en el juego, remataba, a veces era pasador, integralmente era un buen jugador. Mantenía buenas relaciones con el resto de los compañeros y era de fuerte constitución física, nunca le tuvo miedo a nada, era muy intrépido. Además practicaba otros deportes, a pesar de ser muy pequeño de estatura, cuando se ponía los guantes era de temer por su combatividad. En el patio de la casa de socorro él y algunos compañeros improvisaron un ring rústico, y allí estaba Raúl para cambiar guantes con el primero que llegara.