Mambises
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Mambises. Así se les llamó a los cubanos que lucharon por la libertad de Cuba y sí fue así como pelearon. Dicen que el enemigo temblaba cuando oía Al Ataque. Cuando Antonio Maceo optaba por medidas más drásticas y a su trompeta se le escuchaba tocar Al Degüello, las lágrimas brotaban.
Sumario
El campamento mambí
Los exploradores seleccionaban el lugar donde iba a ser levantado el campamento, a conveniencia de los planes de la Jefatura. El lugar ideal para acampar estaba cerca de alguna fuente de agua, en un área intrincada y fácil de defender en caso de ataque. El campamento se hacía los más desplegado posible, para dar la impresión al enemigo que observara las fogatas de que se trataba de una fuerza mayor de la que en realidad era.
La guardia del campamento
Los centinelas eran situados en lugares estratégicos, escondidos entre el follaje y entre los árboles. Las postas detenían a cualquiera que se acercase con el grito de ¡Alto, quién va? y, al contestársele pedían que se acercaran para reconocerlo. Entre los mambises la respuesta a la voz de alto era ¡Cuba! o ¡Cuba libre! Los guardias se relevaban cada una, dos o cuatro horas, según el orden interior de la tropa. Los centinelas relevados iban a descansar cerca de los oficiales y junto a los retenes, que estaban listos para reforzar las postas o para prestar servicios imprevistos. Después del toque de silencio, algunos oficiales y clases permanecían despiertos, turnándose durante toda la madrugada para asegurar que no se hiciera ruido y cuidar los pertrechos y el equipo de sus unidades. Esta guardia era la llamada -imaginaria-. El campamento mambí dormía con un ojo cerrado y otro abierto.
El oficial del día
Cada uno de los oficiales, pasado cierto tiempo, era designado, durante 24 horas, como oficial del día, o jefe del día. El oficial del día recibía la guardia al amanecer y era responsable de las postas y del orden interior del campamento hasta el día siguiente. Él aseguraba que se enterraran los desperdicios, se pasara la lista, se hiciera silencio después del toque de corneta, etc. También tenía a su cargo el orden y la disciplina en las marchas. En su trabajo era auxiliado por clases que recorrían las postas y lo informaban de todo lo que ocurría. Donde y como podía, anotaba con cuidado los sucesos del campamento y los informes de la guardia.
El clarín de órdenes
Para transmitir las órdenes a la tropa, los jefes contaban con un corneta de órdenes o clarín. El corneta estaba junto a ellos en todo momento, indicando con sus toques todos los movimientos a realizar. El corneta anunciaba: diana, retreta, las formaciones y llamadas en los campamentos, doblar a la izquierda o a la derecha en las marchas, fuego… Un buen corneta de órdenes se aprendía los toques del enemigo y podía facilitar a sus jefes una pequeña ventaja de tiempo en el combate, al avisarlos de los movimientos que la tropa enemiga se proponía realizar, etc. Al encontrarse muy cerca del enemigo, el corneta, si era necesario, tacaba su instrumento a la sordina, esto es, atenuando el sonido con una especie de tapón o simplemente un trozo de tela o su sombrero. De esta forma la orden era escuchada sólo por sus compañeros.
El uniforme
El Ejército Libertador no tenía trajes uniformes. Cada soldado u oficial vestía como le era posible. El mambí estaba complacido si tenía un fusil, un machete y un sombrero. La gran mayoría de los combatientes andaban con la ropa desbaratada por el uso diario. Los oficiales vestían mucho mejor, entendiéndose el –mejor-, por ejemplo, un muda de tela de Rusia, que era una especie de mezclilla, o dril. En una pequeña escuadra podían mezclarse camisetas de distintos colores, diferentes pantalones, camisas, filipinas, guayaberas, chalecos, mantas, capotes, jergones, capas de hule, yaguas, etc. Los mejor equipados podían llevar polainas de cuero o de lona. El calzado bajaba de calidad desde la bota hasta la alpargata y las llamadas cutaras de yagua.
Los talleres
No había descanso en los talleres. Hombres, mujeres y niños trabajaban en los cultivos y en la fabricación de equipos para el Ejército Libertador. Al frente de estas manufacturas estaban los maestros de taller, que tenían bajo su responsabilidad la entrega de los artículos y la búsqueda de los materiales que debían ser procesados. Los mambises organizaron talleres que producían sombreros, cartucheras, calzado, cabos para machetes, sogas… Las talabarterías procesaban el cuero de las reces para hacer vainas, bandoleras, fustas, monturas, sudaderos y serones; se trabaja en las herrerías, e incluso, se organizaron armerías que procuraron reparar rifles, revólveres y fusiles. Los talleres estaban siempre bajo la amenaza de los ataques de las contraguerrillas y de las fuerzas españolas, que muchas veces hacían verdaderas matanzas en estos intrincados lugares, donde los patriotas no disponían de armamento para defenderse.
El Servicio de Vigilancia de Costas (SVC)
Los hombres del SVC eran los encargados de recibir y escoltar a las expediciones que traían pertrechos procedentes del extranjero, con destino al Ejército Libertador. Para ello montaban guardias nocturnas en las costas encendiendo hogueras. Este servicio era anexo al Ejército Libertador y dependiente del General en Jefe. El SVC impedía la salida de individuos del territorio a su cargo, si estos no llevaban la autorización correspondiente, también facilitaban la salida de heridos o enfermos graves y oficiales con misiones al extranjero. Además, evitaba la explotación de artículos comerciales.
Las expediciones
Con el sacrificio de los cubanos desterrados, especialmente los tabacaleros de Cayo Hueso y Tampa, se recaudaron fondos que sirvieron para comprar armas, pertrechos, medicamentos y equipos para el Ejército Libertador. Los pertrechos se disfrazaban en cajas con letreros de firmas comerciales, como máquinas de coser, u otros artículos.
La disciplina
En muy corto tiempo, el Ejército Libertador estableció la más estricta disciplina entre sus combatientes, los cuales se comportaban con la corrección tal y como exige la vida militar. Los subordinados se dirigían a los superiores saludándolos militarmente y tratándoles de usted, aunque entre todos lograban un ambiente de amistas y camaradería. Estaba estrictamente prohibido emplear un lenguaje irrespetuoso y grosero, los juego de azar (dados, barajas, etc.) y el consumo de bebidas alcohólicas. Los delitos como robo, violación o insubordinación eran castigados con severidad. Para juzgar estos casos se realizaban Consejos de Guerra. Los castigos podían ser de un planazo de machete, en el mismo momento de cometer la indisciplina, el cepo de campaña o recargo de servicio y la degradación, hasta el trabajo forzado en el campamento para las faltas más leves. Eran consideradas faltas leves el descuido del caballo o el equipo, quitar municiones a los compañeros, faltar a los pases de lista, etc. El fusilamiento era para los delitos graves. Para los traidores, contraguerrilleros, plateados o los emisarios y parlamentarios que se presentaban con proposiciones de paz, no basadas en la independencia de Cuba, el castigo era la horca. Si los castigos eran duros para los números y las clases, para los oficiales eran tremendos, pues estos siempre debían ser el ejemplo para la tropa.
El cuerpo jurídico
Era el encargado de sancionar los delitos militares. Contaba con inspectores que examinaban los casos de las fuerzas en campaña. Los casos se ventilaban en el Consejo de Guerra, y se daban atención a las apelaciones.
Los grados militares
Los mambises utilizaron estrellas doradas y plateadas para señalar los grados de los jefes y oficiales, y pasadores, en forma de barras plateadas, para las clases. Los grados se colocaban sobre un pedazo de tela de color, según el cuerpo armado al que se perteneciese. Los soldados españoles que se pasaban al Ejército Libertador mantenían sus grados militares dentro de las filas mambisas, así como su armamento. De menor a mayor graduación, los grados fueron:
- Soldado o número.
- Cabo.
- Sargento segundo.
- Sargento primero.
- Subteniente o alférez.
- Teniente.
- Capitán.
- Comandante.
- Teniente coronel.
- Coronel.
- General de Brigada o Brigadier.
- General de División (sólo en la Guerra del 95).
- Mayor General.
Los cargos en el ejército fueron de:
- General en Jefe del Ejército Libertador.
- Lugarteniente General del Ejército Libertador.
- Mayores generales, como Máximo Gómez, por ejemplo, en la Guerra del 95, en lugar de tres estrellas llevaban dos, al parecer siguiendo una tradición de la Guerra del 68, cuando el grado de Mayor General llevaba dos estrellas, por no existir el General de División.
Fuentes
Padrón, Juan. El libro del mambí

