Hellbranders

Hellebranders
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Bruloteinfernal.jpg
Barcos que realmente eran minas flotantes con una capacidad explosiva extrema, especialmente construídos para destruir el gigantesco puente en el sitio de Amberes
TipoArtilugios explosivos
País de origenContramedida de Holanda ante el Sitio de España a la ciudad de Amberes
Otros nombresHellburners
Significado del nombreQuemadores infernales
Historia de servicio
En servicioÉpoca medieval
OperadoresHolandeses defensores de Amberes
Propietario(s)Holanda
GuerrasGuerra de los ochenta años
Historia de producción
DiseñadorFederigo Giambelli
FabricanteFederigo Giambelli

Hellebranders. Término holandés cuya traducción sería algo así como "Quemadores infernales" o "Incendiarios del infierno". Con este nombre se está haciendo alusión a un tipo de barcos (brulotes) que fueron usados por aquellos que estaban a cargo de la defensa de Amberes, durante la Guerra de los Ochenta Años, la cual finalizaría con el reconocimiento por parte de España de la independencia de las siete Provincias Unidas, lo que hoy se conoce como Países Bajos.

Estas naves eran bombas flotantes, también llamadas "fuego de Amberes", lograron hacer un daño inmenso a los sitiadores españoles. Los Hellebranders se han descrito como una forma temprana de armas de destrucción masiva

Historia

Aunque el asedio de Amberes culminó con victoria española el 17 de agosto de 1585, no fue fácil para los Tercios. Al contrario, durante casi un año de sitio debieron emplearse a fondo y aplicar el ingenio para ir conquistando territorio y baluartes, a costa de ingentes bajas en ambos bandos.

El principal escollo lo constituía el río Escalda, que además de proteger la ciudad le servía para recibir ayuda de Gante, Malinas o Bruselas, desde la cual un cauce artificial navegable desembocaba en el río.

El gigantesco puente

Para solventar ese problema al comandante de los Tercios, Alejandro Farnesio, se le ocurrió construir un puente de madera que conectaba sobre el río las provincias de Brabante y Flandes. Este puente, que constituyó todo un hito de ingeniería militar, tenía 800 metros de largo por 4 de ancho.

Su armazón se realizó colocando postes de madera verticales sobre el lecho del río, unidos después con vigas de madera, para crear una estructura sobre la que luego se colocaron tablones. Pero sólo en los 200 primeros metros. En los 600 metros restantes los tablones eran sostenidos por barcas atadas con cuerdas y maderos con clavos. Algo muy similar a lo que Jerjes había hecho cuando invadió Grecia.

Una vez terminado el puente después de siete meses de trabajo se procedió a instalar en él hasta 97 piezas de artillería para protegerlo, así como baluartes a ambos extremos. Todo estaba listo para que los Tercios pudieran cruzar y atacar la ciudad.

El ingeniero Federigo Giambelli

Pero entonces apareció en escena un ingeniero italiano llamado Federigo Giambelli, quien parece ser tenía cierto resentimiento con la corona española por no haber sido bien apreciado su servicio. En el invierno de 1585, gracias al patrocinio de Inglaterra, fue enviado a Amberes para buscar una solución al asedio de la ciudad por los españoles. Inmediatamente se percató de que era necesario destruir el puente de madera, y se puso manos a la obra.

Encargó a un relojero de la ciudad que construyese un mecanismo para retardar explosiones. Luego modificó dos pequeños barcos, el Fortuyn y el Hoop, construyendo en cada uno una cámara de combustión de unos 5 metros de anchura y 12 de longitud, con paredes de ladrillo de metro y medio de grosor. Estaban coronadas y selladas con lápidas apiladas verticalmente y selladas con plomo.

Cada cámara albergaba rocas, fragmentos de hierro y otros objetos metálicos, mezclados con 3 toneladas de pólvora. Finalmente una cubierta de madera ocultaba las mortíferas invenciones. Habían nacido los hellebranders, posiblemente el primer arma de destrucción masiva de la historia.

La estrategia

En la noche del 4 al 5 de abril de 1585 entraron en acción. Primero fueron enviados 32 brulotes, barcos cargados de explosivos y combustible, cuya misión era incendiar los buques enemigos, con el fin de engañar a los españoles. Los hellebranders iban detrás.

Mientras los Tercios se afanaban en apagar los fuegos producidos por los brulotes, y creyendo que el ataque era de barcos incendiarios convencionales, llegaron el Fortuyn y el Hoop. El primeró falló, con una pequeña explosión en la orilla del río que no causo grandes destrozos. Pero el Hoop consiguió llegar al puente, justo en la zona donde se unía la estructura con las barcas. No estalló inmediatamente, lo que hizo que algunos soldados de los tercios subiesen a bordo para inspeccionarlo. Entonces se activó el mecanismo de relojería, y todo saltó por los aires.

La descomunal explosión

800 soldados españoles e italianos perdieron sus vidas en el acto, producto de la descomunal explosión que arrojó sus cuerpos, junto con rocas y fragmentos metálicos, a varios kilómetros de distancia. La violencia del estallido fue de tal envergadura que provocó un tsunami en el río, la tierra tembló en varios kilómetros a la redonda, y una gran nube negra cubrió la zona.

La explosión llegó a sentirse hasta en Gante, a 35 kilómetros de distancia, donde las ventanas vibraron en todas las casas.

Contraproducente final

A pesar de las terribles pérdidas materiales y sobre todo de vidas humanas, los españoles consiguieron reparar el puente, construyeron un contradique para detener a los hellebranders antes de que pudieran volver a alcanzarlo, y funcionó. La ciudad se rindió finalmente el 17 de agosto de 1585.

La explosión del Hoop está hoy valorada como una de las primeras grandes explosiones artificiales por capacidad destructiva de la historia y es considerada precursora de las armas de destrucción en masa.

Bibliografía

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Fuentes