Agilulfo

Agilulfo
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Rey de Lombardía
Agilufo.jpg
Reinado 590-616
Otros títulos Duque de Milán
Predecesor Autario
Cónyuge/s Teodolinda

Agilulfo. Rey de los lombardos (590-616). Se convirtió al catolicismo y fue reconocido por el emperador bizantino Focas. Los ávaros le derrotaron en el Friuli.

Biografía

Coronación

Poco se sabe con seguridad sobre la vida de Agilulfo anterior a su ascenso al trono. Se sabe que fue duque de Turín, sucediendo a Aimone, en una fecha imprecisa anterior al 589. En la Historia Langobardorum se dice que tenía parentesco por parte de madre con Autario, aunque el historiador Hartmann duda de esa relación. En la Historia Langobardorum de Pablo el Diácono se cuenta la leyenda de forma romántica de la inesperada muerte del rey Autario y de cómo la reina Teodelinda eligió al Duque de Turín como esposo y por lo tanto sucesor en el trono. El hecho, de que los sucesos relacionados debieron de tener lugar, en todo caso, dentro de los dos meses de la muerte de su primer marido, le quita mucho del encanto a esta saga y añade algo a su improbabilidad. Lo más probable es Agilulfo se apoderó de la corona y se casó con Teodelinda, la nieta del rey Vacone, para dar su título real alguna pretensión de legitimidad, aunque no se pueda afirmar en ningún caso que lo hiciera con violencia.

Agilulfo y Teodelinda se casaron en noviembre de 590, verosílmilmente la operación fue orquestada por el propio Agilulfo que en mayo de 591 obtiene la investidura oficial por parte del pueblo lombardo reunido en Mediolanum (Milán). De hecho Milán se convirtió (junto a la residencia real de Monza) en la nueva capital del reino, en el lugar de Ticinum (Pavía).

De todos modos, la influencia ejercitada por la esposa del nuevo soberano fue de primer orden, tanto que muchos historiadores atribuyen a ambos la decisiones principales de su largo reinado. Teodelinda es, por tanto, la verdadera iniciadora de la dinastía bávara, hija del duque de Baviera, Garibaldo I, y de su esposa Valderada, a su vez hija de Vacone, rey lombardo de la dinastía de los letigios, dio legitimidad de linaje real a sus dos maridos, Autario y Agilulfo, y la dinastía continuará con su hijo Adaloaldo durante cinco generaciones hasta el 712 con Ariperto II.

Reinado

El reinado de Agilulfo constituyó la segunda fase importante en la afirmación del reino lombardo, se consolidó y reafirmó el poder del rey sobre los intereses y pretensiones de los poderosos duques lombardos, auténticos guerreros medievales que debían su posición gracias al empleo de las armas y a la conquista de territorios sobre los que gobernar.

Influido por su esposa Teodolinda, de credo católico, Agilulfo llevó a cabo la conversión y romanización definitiva del pueblo lombardo, que practicaba el credo arriano, protegiendo de manera especial a la Iglesia y sus intereses. Agilulfo llevó a cabo una política amistosa y de colaboración con el papa Gregorio Magno, gracias a la cual se pudo convertir el bárbaro pueblo lombardo al catolicismo, así como introducir suavemente las costumbres romanas dentro del propio Estado lombardo, a nivel administrativo, jurídico y cultural. El reinado de Agilulfo coincidió con la etapa de mayor esplendor del reino lombardo.

La política exterior del reinado de Agilulfo se vio muy condicionada por la propia estructura social y política de su propio reino. La seguridad de la posición real dependía sobremanera de los propios seguidores y adhesiones con que pudiera contar el rey, con unos duques poderosos en exceso y propensos a pactar con los merovingios y bizantinos, e incluso con el propio Papa, si así aumentaban sus patrimonios territoriales, auténtica fuente de poder y prestigio en la época. Por todo ello, Agilulfo, para asegurarse el poder de estos señores de la guerra, tuvo que ofrecerles bastantes concesiones territoriales.

Como consecuencia de semejante política, el rey lombardo se vio inmerso en una serie de guerras de conquista. En el año 593, se sublevaron contra el rey algunos duques, apoyados por el exarca bizantino de Rávena, que gobernaba dicha zona en nombre del emperador Focas. Agilulfo, gracias a un pacto de alianza con los ávaros, que le facilitaron un contingente importante de tropas, pudo parar el golpe independentista de los duques y conquistar, a sangre y fuego, las ciudades de Padua, Mantua y Cremona, sin tomar Roma, como era su propósito, gracias a la mediación de su esposa Teodolinda, que le hizo ver el inconveniente político de romper el pacto de amistad con la Iglesia. Por otra parte, el lado negativo de dicha campaña fue la instalación de los peligrosos ávaros en ciertas zonas del reino lombardo, muy a pesar de los deseos del rey Agilulfo, que tuvo que pagar de esa forma la colaboración vital prestada por este pueblo.

Durante el reinado de Agilulfo, y por mediación directa de la reina Teodolinda, fue acogido en la corte el prestigioso monje irlandés San Columbano, quien, con el decidido apoyo regio, pudo fundar el importante monasterio de Bobbio, que posteriormente habría de tener un destacado papel en el contacto cultural de Irlanda con el Mediterráneo y en la conversión total del pueblo lombardo al catolicismo, ya que, a pesar de las conversiones al catolicismo por parte de las elites guerreras, el pueblo aún seguía manteniendo creencias paganas muy profundas.

Política religiosa

Aunque Agilulfo era arriano, bajo la influencia de Teodelinda, que era católica, el rey inició la conversión de los lombardos al catolicismo y trabajó para la recomposición de la Iglesia del Cisma de los Tres Capítulos, en el cual estaban implicadas las diócesis de Milán y Aquileia. Al comienzo del reinado de Agilulfo, la controversia Tricapitolina se consolida en el país, y la población, desde el punto de vista religioso, estaba dividida entre católicos, tricapitolinos, arrianos y paganos.

Los tricapitolinos son bien acogidos en territorio lombardo, pues podrían representar la base para una iglesia nacional lombarda, independiente de la influencia bizantina. Teodelinda, católica, apoyó a los tricapitolinos, especialmente la figura de Secondo de Non, monje que fue encargado de bautizar por el rito católico al heredero Adaloaldo, y que ejerció de consejero de la corte de Monza. Mientras los obispos católicos se encontraban en el exilio (Costanzo de Milán en Génova, Severo de Aquileia en Grado) el clero menor de sus diócesis era predominantemente tricapitolino, con la muerte de Costanzo en el 600, Agilulfo escribe al Papa con intención de influir en la elección del nuevo obispo.

Las relaciones entre el monarca lombardo y el Papa fueron diplomáticas y fluidas a través de la reina Teodelinda, y siempre intentaron llegar a algún acuerdo a pesar de los obstáculos y negativas de los exarcas y el emperador. La muerte de Gregorio en el 604 agravó la controversia, en el 606 la sede vacante del Patriarcado de Aquileia desencadenó el cisma entre católicos ortodoxos y tricapitolinos, el exarca forzó la elección de Candidiano en Grado, pero los tricapitolinos apoyados por los lombardos eligieron a Juan I y restablecieron la antigua sede en Aquileia, de este modo y hasta el 698 el patriarcado tuvo dos sedes, una ortodoxa (Grado) y otra tricapitolina (Aquilieia).


La corrección en las relaciones entre Agilulfo y el Papa llevó a la restitución por parte del rey de los bienes eclesiásticos expropiados y significó el inicio de la integración religiosa y política del reino. Estas buenas relaciones no son ajenas a los propios intereses políticos del papado, coincidentes con los de la monarquía lombarda. Mientras Agilulfo buscaba la legitimidad del dominio lombardo sobre Italia frente al Imperio Bizantino, el papa buscaba la primacía de la sede romana frente a los demás patriarcados cristianos bajo el control de Bizancio, y por tanto la independencia de acción política frente al Exarcado, basándose principalmente en el apoyo franco, pero también en el lombardo y visigodo.


También destaca durante el reinado de Agilulfo la llegada a Italia el monje irlandés Columbano de Luxeuil, llamado por el propio rey, entre otras cosas para mediar en el enfrentamiento entre católicos ortodoxos y tricapitolinos. Además fundó con el permiso real un monasterio en una posición sumamente estratégica que articulaba las comunicaciones entre Liguria y Lombardía en el corazón de los Apeninos. La abadía de Bobbio, en el valle del Trebbia, era un pequeño monasterio, que adoptó la regla de San Columbano, basada en las prácticas monásticas del cristianismo irlandés.

Muerte

Agilulfo murió en el 616 tras 25 años de gobierno, siendo el primer rey lombardo que murió por causas naturales. Su sucesor, Adaloaldo, aún menor, fue tutelado por su madre Teodelinda que ejerció la regencia.

Bibliografía

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  • DHONDT, J: La Alta Edad Media. Madrid, 1971.

Fuentes