Asesinato de la familia Romero

Revisión del 09:28 24 may 2010 de Carlosecadalso vcl.jc (discusión | contribuciones) (La familia en la etapa de la lucha insurreccional:)

Plantilla:HechosAsesinato de la familia Romero.

Durante los años 1959 a 1965 el enfrentamiento clasista en Cuba tuvo su manifestación más violenta en la Lucha Contra Bandidos que se desarrolló en todas las provincias del país; pero con mayor agudeza en la antigua provincia de Las Villas principalmente en la región del Escambray, donde se unieron batistianos, seudo revolucionarios, lumpens, elementos comprendidos y otro que se sintieron de alguna forma afectados por las leyes dictadas por la Revolución.

Con este artículo se pretende dar una imagen, lo más real posible, de un hecho que ocurrió a una familia campesina que fue víctima de uno de los más crueles asesinatos ocurridos en esta etapa. Para esto utilizaremos testimonios de integrantes de la misma, de algunos vecinos y de personas que se relacionaron con ellos en el transcurso de la vida.


Situación en el Escambray

Si bien al Escambray llegaron contrarrevolucionarios procedentes de las distintas zonas de Cuba, los vecinos del lugar se vieron implicados en la difícil situación de habitar en el escenario donde actuaban con fuerza contendiente, cada una de las cuales exigía un compromiso: muchos se sumaron a las filas revolucionarias, otros tomaron el camino del bandidismo y no pocos asumieron la doble posición de cooperar con ambas fuerzas. Dándose el caso de que en una misma familia se adoptaron posiciones contrarias entre sí.

Los Romero colaboraron con las guerrillas que en 1958 combatieron en el Escambray a la dictadura de Batista, luego al desarrollarse el movimiento contrarrevolucionario en la región, se mantuvieron firmes en su principio participando activamente en la lucha contra bandidos por lo que el 2 de julio de 1962 resultaron víctimas de la furia salvaje de sus enemigos de clase.

En lo general esta es brevemente la historia de los Romero, como también lo puede ser de los Ramos, de los Soto y de tantas otras familias que en las montañas del Escambray aportaron calladamente a la identidad del montuno cubano los elementos de carácter que hoy lo tipifican.

¿Quiénes eran los Romero?

José Pío Romero Rojas.
Ana Romero Rojas.

Belarmino Aladro Cornelio:
Los bandidos en el Escambray cometieron muchos crímenes, pero yo creo que uno de los más horribles fue el asesinato de la familia Romero, allí mataron a Pío, a Ana y a Eustaquio, también se enseñaron con Pastora, la mujer de Pío y con sus dos hijas que eran unas niñas. A ellos los matan por revolucionarios, porque cómo fueron pobres toda la vida, vieron en la Revolución una esperanza, una luz capaz de cambiar su hasta ese momento, desgraciada existencia.

¡Había que conocer a esa familia! ¡Qué gente más noble y servicial! Allí el que llegara era bienvenido y bien atendido siempre y cuando tuviera buenas intenciones. Con los maleantes ellos no ligaban; pero con la gente honrada era otra cosa, pues tuvieron que luchar mucho con la vida desde pequeños. Eran la verdadera representación de los campesinos cubanos en aquellos tiempos.

Regino Romero Rojas:
Yo soy hermano de Pío y de Ana. Nuestros padres se llamaban Mariano Romero Turiño y María del Carmen Rojas Rodríguez, los dos eran de Condado.

El viejo mío desde muy joven tuvo que trabajar duro. Por esta son harapos estaba fea y un día se echó. Al hombre salió buscar trabajo, hacían dando igual central Soledad donde se estableció. Por esa época conoció en Arimao a Leonor Herrera de la unión nacieron tres hijos: María, Walfredo, y Waldina. Al morir Leonor el regreso a Condado. Entonces se casó con mi madre quién le parió 12 hijos, lo cual he dicho reborde de mayor a menor fuimos los siguientes: Juan y Liborio, que eran jimaguas, Mariano, Felicia, Rosario, Ana, Pío, Isabel, Felipa, Irene, yo y Mercedes.

Aquí en la zona de Condado mi papá fue montero, sitiero, criador de puercos y colonos de caña. En 1926 por unas deudas que no pudo pagar se suicidó y los hermanos mayores tuvieron que hacerse cargo de la familia, cuando eso vivíamos en Meyer.

Pastora Rojas Fonseca:
Pío y yo éramos primos, mi papá hermano de su mamá, pero en aquella época era muy común en el campo los matrimonios entre familias porque casi todos los vecinos teníamos algún parentesco, así como desde muy jovencitos nos enamoramos y cuando lo creímos conveniente nos casamos. Vivimos un poco a la finca de Mariano Ibargollín hasta que no fuimos a Lagunitas donde nació una niña que se nos murió y Bartolo, el único varón que tuvimos. Después nos mundanos para Purial y de ahí a Cupeye, donde nacieron Paula y Teodora.

Pío se dedicaba el cultivo del café, frutos menores, criaba algunos puercos, algunas vaquitas y dos o tres bestias para montar. Los puercos eran escondidos porque el mayoral no dejaba que se ligara el prieto con el colorado, decía que se echaba a perder la cría. Para cocinar hacíamos carbón y al dueño había que pagarle el pie de monte, también se le daba una parte de los demás cultivos que cosechábamos.

Juan Rojas Fonseca:
Pío yo éramos parientes, siempre andábamos juntos, después cuando se casó con mi hermana Pastora, nuestra amistad se consolidó pasando mi juventud a su lado.

El sentía pasión por la música campesina, sabía tocar todos los instrumentos, aunque prefería el tres. Allá en Meyer formó un grupito musical en el que yo tocaba los timbales. Ese grupo duro unos cuantos años y parece que no éramos muy malos por que tocábamos en los salones y cobrábamos 7 pesos por actuación. Nos contrataban en Limones Cantero, Condado, Meyer, Manacal, El Algarrobo y en toda esta comarca.

Había fechas en que siempre hacíamos presentaciones, por ejemplo la Candelaria, el San Juan, las Pascuas y fin de año. Ya era habitual que actuáramos donde se celebraban estas fiestas tradicionales; pero para nosotros internamente hacer una fiesta no tenía que ser un día específico. Pío, cogía el tres y salía, después nos incorporamos de resto y en la casa en que nos posesionábamos, ahí mismo estaba la fiesta.

Bartolo Romero Rojas:
En la vida de mi padre había varias cosas principales: la familia, el trabajo, la justicia, la amistad. Digo primero la familia porque para el siempre fue muy importante la presencia de sus seres queridos, era como un punto de unión de todos. Además de nosotros sus hijos y mi madre siempre estaban su mamá, sus hermanos, sus sobrinos y otros familiares. La prueba más clara de lo que digo es su propia muerte ya que lo mataron junto a mi tía Ana y a mi primo Eustaquio, por eso cuando se habla del hecho se habla de la familia Romero.

Mi tía Ana toda la vida estuvo al lado de mi padre, nunca se casó y a los sobrinos los atendía constantemente como si fuera una madre. Yo no se enfermaba ahí estaba su lado hasta que se pusiera bien, lo cuidaba como me perder ahí estaba al tanto de los remedios que había que darle. Si tenía una cosa: era resabiosa y geniosa, cuando nos decía que había que hacer algo, había que hacerlo porque si no se ponía brava, sus ojos nos decían el estado en que se encontraba, cuando los ponía serios era que estaba molesta. Aparte de su genio era una mujer muy dulce y muy alegre, le gustaba cantar, bailaba bien, era bonita, de un cuerpo hermoso y aunque casi no pudo estudiar hablaba bien, tenía esa gracia de que cuando hablaba todos teníamos que oírla y no era que se imponía sino que sabía conversar.

Además, era una persona muy educada, jamás le faltaba el respeto a nadie, ni a los muchachos, según le gustaba que la trataran así ella trataba a los demás.

Cirilo Polo Romero:
Ana recogía café, chapeaba una guardarraya, ordeñaba una vaca, se montaba en un caballo, curaba un empacho, le tiraba un santigüao a uno, cargaba un mulo de viandas y lo llevaba para la casa, ella sabía hacer de todo.

Angel Reinaldo Rojas Romero:
Era buena con los muchachos. Siempre vivió con Pio. Es la alta, de carácter gobernativo y exigente. Sabía coser, tejía guano, hacía sombreros, bordaba. Le gustaban mucho las fiestas, sabía tocar la clave y en las fiestas familiares cantaba y bailaba.

Regino Romero Rojas:
Eustaquio era hijo de Felicia, una hermana mía y de Rigoberto Polo, era muy reservado, no tenía vicios ni le gustaban los problemas. Lo que a él sí le gustaba era la ganadería, ¡Ese muchacho tenía delirio de montear!

Angel Reinaldo Rojas Romero:
Poseía mucha facilidad para trabajar con ganado las lomas. Él era alto, delgado, muy ágil para todo. Aunque casi analfabeto era muy conversador. Le agradaba la música mexicana.

Cirilo Polo Romero:
Mi hermano Eustaquio era un hombre dedicado por entero al trabajo, no era muy pie pero mi bebedor. Siempre fue muy responsable de ese muchacho los 31 de diciembre su mayor placer era que nuestros padres tuvieran algo ese día en la casa, aunque él se acostara a dormir temprano. Era una gente muy metódica, cuando niño casi siempre jugaba solo, no obstante, tuvo muy buenos amigos. En Meyer le pusieron el peliblanco.

Edelto Polo Romero:
Nosotros nos criamos en la finca "Sal si Puedes" en Limones Cantero. La escuelita nos quedaba muy lejos y como teníamos un solo caballo no pudimos asistir a la misma. Además lo que se iban haciendo mayorcitos tenían que ayudar a mi papá en el trabajo. Después cada cual se buscó su propia vida. Cirilo estaba con Pío. Ulampio y Eustaquio se fueron para Meyer. El único que se quedó con los viejos fui yo porque era el menor de todos.

La familia en la etapa de la lucha insurreccional:

Pastora Rojas Fonseca:
Desde que llegó la Revolución a la zona donde vivíamos trabajamos por ella. Todas las tropas que pasaban por la Ceiba almorzaban y comían en mi casa, desde los primeros rebeldes hasta el Che Guevara. Había mucha confianza en nosotros y nos metimos de lleno mi cumplimiento de diferentes tareas revolucionarias.

Regino Romero Rojas:
En Cupeye había dos casa, la de Pío y la mía. Todos ayudamos a la Revolución. Un hombre llamado Andrés Martínez nos traía bonos para que se los compráramos. Nosotros estábamos dispuestos a todo y como no habíamos votado en la farsa electoral del cincuenta y cinco establecimos con relativa facilidad contactos con elementos revolucionarios del lugar, con vistas a organizar un sistema de cooperación.
Eloy Gutiérrez Menoyo vino desde la zona de Sancti Spíritus hasta la casa de Julio Reyes y de ahí a casa de Francisco Catalán en la finca Helechal, este último habló con mi hermano Pío y lo trasladaron hasta la finca de Federico Gómez, cerca de Manacal, quien los guió hacia Dos Arroyos.
Luego Julio Reyes nos envió a Casito Jimerana que venía al frente de treinta hombres lo que acamparon en casa de Pío y en la mía. Estuvieron 13 días y de ahí Pío los sacó a casa de Julio Lara donde trabajaba Zenén Bárzaga él cuál lo llevó para Dos Arroyos.

Cirilo Polo Romero:
Catalán fue el que trajo a la casa a Casito Jimerana. Luego llegaron Bombino y Cadenas con una tropa de cuarenta y pico de gente. Ese día y estaba en el cuarto con mi tía Ana, tirado boca arriba en la cama y cuando los sentí digo "arriba que la gente está ahí", entonces cuando Pío ubicó regreso y me llamó para la cocina criticando que por haber utilizado esa forma, porque podían haber tomado normal opinión del expresión que utilicé.
Cuando aquello los guardias de Batista estaban por el Algarrobo y Bombino estuvo cerca de 20 días acamparon en un lugar que le dicen "El Saltador", como a dos km de la casa. Le llevábamos comida, unas veces iba Pío, otras Tito, un muchacho que se crió en la casa. También íbamos Regino, Aquielo o yo. Luego cuando fue posible, se llevó esa tropa hasta dónde estaba Zenén Bárzaga para que éste los guiara a su destino. Después llegó Rubén Gil Cañizares.

Bartolo Romero Rojas:
La gente de Rubén Gil también fue atendida adecuadamente mi casa ello, dentro de sus planes, tenía la idea de realizar una acción de Manacal. Mi papá, mi tío Regino y mi primo Cirilo los acompañaron. Quemaron la estación de Manacal, varios sacos de carbón y tumbaron las líneas telefónicas.

Regino Romero Rojas:
Pío subió en varias ocasiones a la comandancia del Segundo Frente, en una de ellas le plantean la necesidad de hacer una zona libre entre Manacal y Meyer, le presentaron a Jesús Carreras que era el Comandante Auditor y al Capitán Manuel Zabalo, diciéndole que ello verán lo designados para establecerse en Cupeye. Mi hermano cuando regresó nos dio la tarea a Juanguito y a mí de preparar las condiciones para construir el campamento.

Juan Rojas Fonseca:
Pío nos indicó el lugar, quedaba como a un km de su casa, asimismo él y Cirilo nos ayudaron a cortar la madera necesaria. Hicimos un rancho vara en tierra, forrándoseles las dos culatas con guano, le pusimos dos hileras de palos para amarrar las hamacas y le hicimos el fogón a un lado; pero después cogieron miedo de ser descubiertos por una avioneta a la que le decíamos "La Chismosa" que sobrevolaba todos los días la zona en misión de exploración, por ello se hacía la comida en la casa y se les llevaba ya cocinada.

Regino Romero Rojas:
Manuel Zabalo entró el 4 de agosto y estuvo hasta el mes de octubre en el campamento.

Paula Romero Rojas:
Cuando ellos llegaron a la casa se mataron unos puercos. A los muchacho nos hicieron trepar en un árbol para que si venía alguien diéramos el aviso diciendo "yagua verde". En eso llegó el mayoral y mi hermano Bartolo gritó lo acordado. En todo se los demás lo repetíamos a coro como si estuviéramos cuando, sin que dicho individuo se percatara de la estratagema.

Bartolo Romero Rojas:
Mi papá le planteó Manuel Zabalo que desconfiaba del mayoral y Zabalo dijo: "Usted va a ver que eso se arregla". Un día se escondió cerca del camino y lo esperó, cuando el hombre llegó a dónde él estaba le salió con aquella barbona que tenía. El mayoral que venía entretenido en su mula se asustó cuando vio aquel hombre armado salir del monte, Zabalo se le paró delante y le dijo "¿Usted el mayoral de esta finca?", sin esperar respuesta de aquel sujeto continuo diciéndole: "Yo soy el jefe de los rebeldes de esta zona y me hace falta gente que colabore con nosotros y para empezar traíga medio saco de arroz y una cochinata que aquí mismo lo vamos estar esperando".

Pastora Rojas Fonseca:
Cuando llegó el mayoral allá conmigo y con María, venía más blanco que un papel y yo le digo: “ ¿Qué te pasa Felo?”, el hombre se me acercó y me digo bajito: "Los rebeldes me agarraron y yo les traje un puerco, pero no tengo dónde cocinarlo", me hice la pensativa y le dije también muy bajito: “Traigalo para que a que por ser usted lo vamos ayudar". Cuando se fue, María y yo nos reímos muchísimo. Era la única forma de comer carne de un animal que le perteneciera a aquel individuo.

Regino Romero Rojas:
Se puso una enfermería en casa de Felo Má en Manacal que la manejaba Rafael Arcís, venía al campamento y distribuía las medicinas. Hacían las funciones de enfermeras Ana, Pastora, María y Elsa la mujer de Jesús Carreras. Recuerdo que una vez hubo un brote de sarampión situándose a los enfermos en un granero. Allí se curaron Roberto Nápoles, Gil, Benedetto y otros más.

Bartolo Romero Rojas:
En mi casa estaba el suministro de comestibles, el cuarto de armamentos y las medicinas. Mi tia Ana llevaba el control de todo eso. Al establecerse el campamento los rebeldes llegaban, descansaban unos días, el que estaba enfermo se curaba, también contactaban con otras guerrillas y con las células clandestinas creadas en los distintos pueblos.
Cuando llegaba un enfermo o un herido, Ana se prestaba de inmediato a curarlo. También le curaban los empachos a los rebeldes y se les hacía cocimientos y se atendían como si fueran de la familia.

Raquel Cornelio Pérez:
Yo empecé en el Ejercito Rebelde con Moisés Hernández Torrecilla, un capitán de Alfredo Peña que era del Segundo Frente, después estuve con la guerrilla de Juan Abrahantes del Directorio Revolucionario. Visité varias veces la casa de Pío y allí lo mismo se atendía al Directorio, que al Segundo Frente, que al 26 de Julio. Ellos colaboraron mucho con Manuel Zabalo siendo este un hombre muy recto. La guerrilla más disciplinada que había en el monte era la de él. Ahí lo que se trajera era para todos, con las limitantes propias del momento.

Bartolo Romero Rojas:
Un día se fue a dar una reunión en Dos Arroyos y Zabalo que se iba a ausentar por algún tiempo, escribió un papel nombrando a mi papá Jefe de Campamento y Zona, dejó también unos rebeldes a su mando para mantener el orden así como para atender y orientar a las tropas que llegaban de tránsito.
Mi papá era la confianza de Zabalo. Cuando se fue a quemar el tren su misión fue investigar la protección que tenía, conseguir todo lo necesario para la acción y garantizar la seguridad de los rebeldes. Para quemar el puente de Bijabo resolvió los materiales que hacían falta. Fue el encargado de recoger el ganado que se le quitó al jefe de la Guardia Rural de Manacal. Abastecía al campamento de víveres, cigarros y todo lo que hacía falta. A su vez, tenía la responsabilidad de distribuir alimentos entre los campesinos que vivían en el lugar, semanalmente se mataba una vaca para los vecinos.

Cirilo Polo Romero:
Cuando se quemó el tren en Manacal yo participé en esa acción, pusimos en la línea muchísimos bolos para que el tren se parara y cuando se detuvo se formó el tiroteo, capturamos a los guardias y sacamos el maquinista y al retranquero. Recuerdo que el retranquero venía comiendo galletas con mortadella y en vez de tragárselas las botaba, estaba temblando y no tenía como apearse. Luego le dimos candela al tren y lo mandamos incentivo rumbo a Trinidad.

El puente de Bijabo quemó porque en ese tren se trasladaban todas las cosas para los guardias: víveres, cigarros, combustible... y entonces Manuel Zabalo lo decidió quemar el puente para impedir el tren pudiera pasar.

Saliendo 10 hombres, cada uno con cuatro cócteles, llevamos también una lata de gasolina y otra de aceite, llegamos al lugar como a las cuatro de la tarde y ligamos a gasolina con el aceite. Yo empiezo a regar aquello por todas las traviesas y cuando todavía no había acabado, un muchacho se apresuró a tirar un cóctel, la candela me vino hacia arriba, yo me asusto, me enredo con una traviesa y me caigo, ya con la candela tocándome un compañero al que le decían Ladrillo corrió para sacarme, ayudándome a salir de aquel mal momento.

Cuando el ataque al cuartel de Báez cuide práctico hasta Sopimpa y luego seguí con ellos, pero ya con otro práctico que era Santiago Placeres. Resultó imposible tomar cuartel porque las armas nuestras delante muy poco calibre y no podían atravesar la mampostería. Después un tiempo de combate Zabalo ordenó retirarnos. Se habían cogido preso dos guardias y uno de los nuestros fue herido.

Bartolo Romero Rojas:
La vez que atacamos al cuartel de Báez hirieron a Amable en la tetilla derecha, lo llevamos para mi casa y lo acostamos en la cama de mis padres. Allí Ana lo atendió hasta que se restableció y pudo irse el campamento.

Cirilo Polo Romero:
Pío tenía mucha gente a su alrededor, el era el orientador de todos, el que decía lo que había que hacer, porque era la confianza de Zabalo.

En el que al tenía Cano, a Felo Arcís y a Pedro Moreno; en el Corojo a Francisco Catalán; en San José a Germán Bosch, a Juan Rojas y a Jorge Rojas; en La Corúa a Angelito Meneses; en Cedrolia a Tito Cabrera y en Sopimpa a Eleodoro Carpio, a Felo Ortega y al Negro Alonso.

El Negro Alonso fue muy útil, ahí Pío tenía buena guía de ayuda, porque trabajaba cerca de los guardias y comunicaba todo lo que se movía, cuando se planteó atacar el cuartel de Jíquima dio toda la información requerida: el número de guardias, como eran las cosas, donde estaba cada posta... además conseguía muchos pertrechos que hacían falta para la tropa.

Otro que fue muy importante de Alberto que trabajaba en la línea militar, en el teléfono. Pío se los presentó a los rebeldes y a partir de entonces comenzó a colaborar en la lucha contra Batista.

Alberto del Cristo Álvarez:
Yo trabajaba dándole mantenimiento de la línea del telégrafo militar en Manacal, venía siendo trabajado civil del ejército, además tenía un hermano y un cuñado que eran oficiales en Oriente.

Pío era mi amigo de muchos años y él sabía que, aunque nada mi trabajo tenía relación con mundo militar ni principio no coincidían con un régimen Batista. Un día me pregunto si estaba dispuesto a cooperar con la revolución, le dije que si, que conmigo podía contar me aseguró que muy pronto los rebeldes contratarían conmigo, así fue,una tarde estaba preparando una avería y cuando acabo y fui para la tienda a estampar un aguacero, a comprar cigarros y a darme un trago; de pronto llegóFaure acompañado de Cubela quienes informaron que Pío le había hablado de mí y que ellos pensaban hacerme una visita en Condado.

En una oportunidad cerca de las once de la noche se me aparecieron en Condado, en mi casa, diciendo que sabían muchas cosas sobre mí. Hablaron de la necesidad que tenía el Directorio de un mensajero por ocupar el lugar de José Antonio Sanchidrián, quien había sido el enlace principal entre el Escambray y el llano. Así comencé a llevar mensajes a casa del Dr. Farías y de Josefa Suárez en Sancti Spíritus así como a otros lugares.

Cuando llegaba a Banao, donde había un punto de control militar y me hacían preguntas los guardias, les decía que iba a tratar de comunicarme con un hermano y mi cuñado que estaban en Oriente. Así llevé y traje importante correspondencia para los revolucionarios, pasé dinero y cumplir con todas las misiones que me encomendaron.

Pastora Romero Rojas:
Todas las tropas que llegaron a mi casa respetaron siempre a la familia, sobre todo a las mujeres, a decir verdad fueron muy cuidadosos en ese sentido. De aquella gente al que menos confianza le teníamos era a Jesús Carreras, cuando él estaba en la casa nosotros ni jaraneábamos ¡eso era terrible!, ese hombre siempre estaba de mal carácter.

Carreras se sentaba con la botella al pie y una tacita, no hablaba con nadie ni comía casi. Se pasaba el día tomando con la botella de tapa irrellenable en una mano y la pistola en la otra.

Regino Romero Rojas:
En Nuevo Mundo estaba la jefatura del Segundo Frente y allá iba Carreras a entrevistarse con Eloy Gutiérrez Menoyo y con otros jefes. Unas veces llevaba otro que y con él siempre iban dos o tres hombres armados que lo acompañaban. La misión más difícil que le podían dar a una hombre era servile de práctico o escolta a Carreras. El único que yo creo se llevaba bien con él era Roberto Sorís, otro de su misma calaña.

Yo me acuerdo de Jacobo Hernández, un muchacho risueño y juguetón que un día jugando con una piedrecita le dio sin querer a Carreras, este reaccionó como una fiera, se viró, tomó la pistola y le hizo varios disparos que le ocasionaron la muerte. Eso fue en el camino de Nuevo Mundo.

Cirilo Polo Romero:
Una tarde yo fui con Carreras a Nuevo Mundo que era donde estaba la jefatura del Segundo Frente, cuando llegamos, Eloy Gutiérrez Menoyo le dijo que tenía tres jóvenes para que los investigara. Carreras mandó a María a colar café, cuando la cocinera se lo trajo en un vaso él le hechó ron y empezó a darse tragos, mandó a buscar el primer muchacho, le dijo que fuera delante, lo caminó unos cien metros, lo llamó y cuando este se viró le dio un tiro en la frente. Luego mandó a traer a otro joven y cuando le dijo que caminara delante el muchacho se negó y él le dijo: ¨¡Pues aquí mismo! Y le dio un tiro al compañero, él cual cayó herido al suelo, pero aún estaba vivo, el médico se lo dijo a Carreras y entonces esta viró y le puso un pie en la cabeza a la víctima y le vació el peine de la pistola en el pecho.

Cuando fueron a buscar al que quedaba vivo se había escapado, Carreras le echó garras entonces al guardián, culpándolo de haberse puesto de acuerdo con el prisionero y dejarlo escapar. Aquel día si no es por Eloy Gutiérrez Menoyo yambién mata al guardián.

Ya oscureciendo me dijo que me fuera y regresé corriendo, porque yo estaba entre la espada y la pared: tenía que cuidarme de los guardias de Batista y de ellos, porque si te perdías un momento te mataban.

Otra vez me mandaron a buscar a Roberto Sorís, que tenía el campamento en Guayabo, más allá de lo de Felo Arcís, cuando llegué ya era bien tarde. Salimos del campamento Roberto uno que le decían Santa Clara, el armero y yo. A pesar de la hora Roberto quiso parar a ver una noviecita que tenía, luego llegamos a la tienda de Serafín y compró una botella de ron. Yo lo estaba apurando por la hora que era y él le dijo a Santa Clara que me la iba a arrancar para que lo dejara tranquilo. El armero que era buena gente me lo dijo.

Ellos salieron de la tienda y montaron en las bestias. Yo iba al lado de Roberto y él me ordenó que pasara al frente, cuando fui a adelantar le di un golpe con todas mis fuerzas por el brazo en que ya tenía la pistola, se la tumbé y al mismo tiempo le clavé las espuelas al mulo y salí huyendo precipitadamente, llegué primero a casa de Germán Bosch y después a la de Francisco Catalán. Le conté lo que había sucedido y me subí a una yamagua que había en el cafetal, me pasé la noche arriba de aquella mata, asustado constantemente cuando oía que algo se movía en la oscuridad.

Al llegar Roberto al campamento le preguntaron por mí y este no supo dar respuesta, entonces el armero le contó todo a Pío y Zabalo mandó a detenerlo. Me salieron a buscar, pero no fue hasta el otro día bien temprano que me encuentran porque Francisco Catalán fue a ver a Pío y le dijo donde yo estaba. A Roberto Sorís lo mandaron preso para Nuevo Mundo, allí enseguida lo soltaron pues él era guardaespaldas de Carreras, ambos pertenecientes a la misma calaña de asesinos.

Regino Romero Rojas:
Nosotros tuvimos que atender em aquella etapa a mucha gente, tropas que venían o que se iban, tropas de estancia, hombres que se iban a alzar, otros que bajaban al llano, contactos que venían, en fin, procuramos ayudar en todo lo que pudimos a los rebeldes. Eso nos dio la posibilidad de tratar a mucha gente y conocerlos, tener un criterio sobre cada persona y valorar sus sentimientos. Muchos, la mayoría, luchaban por un ideal sano; pero otros eran peor que los guardias de Batista. Ahí tenemos el caso de Manuel Zabalo y Jesús Carreras. Zabalo era un hombre decente, muy respetuoso y que se hacía querer. Carreras todo lo contrario. La suerte de nosotros con Carreras era Manuel Zabalo porque Zabalo se daba a respetar como jefe, hasta el punto de que el propio Carreras se limitaba mucho en su presencia.

Gustavo Castellón (El Caballo de Mayaguara):
“…Puedo llevar a cualquiera a una granja en la que hay un montón de tumbas de personas que fueron asesinadas por Jesús Carreras, el bandido mas grande que subió al Escambray. No tiró un tiro jamás contra la dictadura, siempre andaba con una botella de wiskhy, jalado como un perro, con dos o tres queridas… Jesús Carreras era el hijo de puta aquel que cogía al campesino infeliz y lo acusaba de chivato… pues él, si no le caía bien, lo mandaba a buscar y ahí mismo le metía un tiro y lo mataba. Luego cogía la pistola y le pasaba una raya en el cabo con la cuchilla…”

Cirilo Polo Romero:
Un día llevé a Manuel Zabalo a Sopimpa a una entrevista que tenía, con nosotros iban Angel, Ladrillo y dos o tres rebeldes más. Cuando veníamos de regreso él dijo haber recibido una misión y que posiblemente se iría un tiempo de la zona.

A los pocos días quiso ir con Ana, Pío y conmigo a Meyer, de ahí fuimos para Monacal, a casa de Quito Gómez. Después de un rato nos planteó que volviéramos al campamento. Cuando nos fuimos se afeitó, partiendo del Escambray para no retornar jamás, tenía la misión de ir para Pinar del Río para abrir otro frente, pero no lo pudo lograr porque en La Habana fue detenido por esbirros de la dictadura y lo mataron.

Tirso Escalante Rodríguez::
Yo estaba en casa de Felo Arcís en Helechal, ahí se conoce que el Che viene y vamos el hijo de Felo y yo a Ciego Alonso a buscarlos.

Cuando los encontramos regresamos a casa de Felo, allí tomaron café con leche y seguimos para Monacal. El Che traía un caballo dorado que estaba falta de herraduras y en Monacal se lo herraron. Luego continuamos viaje para Cupeye. Recuerdo que el Che llegó y Pío lo invitó a que se desmontara de la bestia y cuando lo hizo tomó asiento en un taburete medio viejo que había en la cocinita de la casa.

Bartolo Romero Rojas:
Primero viene el Vaquerito con un grupo de hombres, y cuando se van acercando Carreras manda a desplegar las fuerzas en el campamento. Venía un negro grande delante y al ver aquello ordenó tirarse al suelo; pero un oficial siguió caminando y gritó: “¡Somos gente de la Sierra que venimos con el Che! Nosotros somos hombres que estamos luchando por lo mismo, por tumbar a Batista.” Entonces aquellos rebeldes se levantaron y abrazaron. Se instalaron los invasores en el campamento y se mató una vaca.

En mi casa había un documento puesto en la pared que decía en uno de sus artículos más o menos así: “…de acuerdo a lo dispuesto por el Estado Mayor, tropas que no sean del Segundo Frente y no estén debidamente autorizadas y penetren en el territorio, por primera vez serán requeridas y por segunda vez serán desarmadas y conducidas al Estado Mayor para ser juzgadas…” El Vaquerito pasó junto a aquel escrito, se detuvo a leerlo y se lo enseñó al Che, y cuando él ve aquello dice: ¨ ¿Pero qué es esto? ¿Quién le ha contado a nadie que tiene un pedazo de tierra?” y llamó a Jesús Carreras. Se fueron para un arroyito, Carreras se llevó un guardaespaldas y el Che otro. Discutieron fuerte, el Che le dijo a Carreras: “Ahí está el Cuartel de Güinía de Miranda, de Jíquima, de Caracusey, de Fomento… ¿Cuántos cuarteles usted ha tomado? ¡Porque para tener esos grados de Comandante tienes que haber tirado muchos tiros! Carreras le explicó la cantidad de gente que había matado y el Che se indignó mucho más, diciéndole: “Esos no son muertos en combate, son gente indefensa que usted ha asesinado, ustedes lo que han hecho es engordar aquí. Ahora mismo voy a recoger mi gente y me voy.

El Che a esa misma hora movilizó a su gente y se fue.

Eloy Gutiérrez Menoyo:
“Lógicamente si nosotros tenemos extensas zonas del territorio del Escambray liberado, del territorio montañoso, pues lógicamente tenemos nuestras columnas que se están moviendo con contraseñas propias. Por otro lado no podemos permitir dentro de la zona de nosotros tropas que no lleven la contraseña nuestra, porque eso podría prestarse a combates ¿no? Y a muertos entre combatientes que estaban luchando contra la dictadura. Por lo tanto yo le di órdenes al Comandante Jesús Carreras de que hablara con Ernesto Che Guevara y le explicara cual era la situación y le delimitara cuales eran los territorios liberados por nosotros y cuales eran todavía los territorios en que podían operar ellos con sus propias contarseñas sin que hubiera interferencias. Aquello creó ciertas fricciones entre Ernesto Guevara y Jesús Carreras.”

Faure Chomón:
“… Ante la posición enérgica del Directorio Revolucionario, comenzaron a utilizar el nombre del 26 de Julio para recaudar fondos, cuando el Comandante de las fuerzas del 26 de Julio en el Escambray, Victor Bordón, se percató del engaño y se retiró del llamado Frente Unido, fue arrestado y asaltados algunos de sus campamentos donde desarmaron y apresaron a sus hombres, lo acusaron de preparar un golpe contra su jefatura en connivencia con el Comandante Che Guevara que venía de Oriente. Uno de los grupos de Bordón logró desarmar a sus captores y huir; se vivieron momentos muy difíciles en Escambray, debido a la situación creada por Eloy y su gente.

Cuando arribó este frente de lucha el Comandante Che Guevara con sus tropas, los hombres del Directorio Revolucionario los recibimos como a nuestros hermanos... los hombres de Eloy no tuvieron ningún resto de solidaridad con los compañeros de lucha que llegaban al Escambray... Eloy Gutiérrez Menoyo ha pasado de las amenazas a los hechos. La guerrilla del Capitán Julio Martínez del M-26-7 fue emboscado por Eloy, quien le dio un plazo para que se entregara, o de lo contrario lo atacaría. Posteriormente 15 hombres del M-26-7 fueron asaltados despojados de sus armas... la agresividad de los traidores, primero contra el Directorio Revolucionario y después contra el comandante del M-26-7, Che Guevara tiene su explicación. Han cometido tales vilezas que prevén que serán emplazados públicamente. Quienes abjuraron de los ideales del Directorio Revolucionario para lindamente ofrecerle un movimiento en bandeja de plata a Carlos Prío, no pueden tener principios morales revolucionarios".

Tirso Escalante Rodríguez:
El Che traía intenciones de acampar; pero no fuimos ese mismo día. Incluso nos habían prestado jarros, calderos y se nos dio comida para cocinar; pero él ordenó recoger y marcharnos, así lo hicimos. Los llevé hasta El Algarrobo. Estando en contacto con la gente del Directorio le pedí permiso para regresar pues ya no les hacía falta.

Bartolo Romero Rojas:
Yo recuerdo la honestidad de esa tropa, cuando el Che llegó y estaba lloviendo y él pidió permiso para limpiar las armas dentro de la casa. Pidieron unas latas de leche condensada vacías, una cucharita y poquito de leche para un perrito chiquito que traía. A la hora de irse le preguntaron a mi mamá se le faltaba algún jarrito o una cucharita y ella dijo que no, que si les hacía falta algo que se lo llevaran; pero no, todo lo devolvieron.

Llegó unos de los del Che con fiebre, aquello era una bola de fango, traía toda la ropa rota, lo fuimos a acostar en un cama pero él se negó porque estaba muy sucio y se tiró en el piso cerca del fogón. Ana y mi mamá le hicieron un cocimiento y le dieron unas pastillas. Aquella gente venía llena de llagas, desbaratados; aunque muy decentes y respetuosos.

Cirilo Polo Romero:
Con la llegada del Che y el roce que tuvo en el campamento con Carreras se desintegró la tropa de Zabalo, una parte se fue con el Che, otra con el Directorio y otra con el Segundo Frente.

Regino Romero Rojas:
En Cupeye estuvo después por unos días Juan Abrahantes con una guerrilla del Directorio Revolucionario y luego llegaron algunas tropas de tránsito por el lugar.

Vino la ofensiva del ejército batistiano dirigida por Sanchez Mosquera, todos esperábamos que la cosa sería más dura. Los rebeldes situaron emboscadas en todas las posibles vías de acceso al Escambray, recuerdo que Eustaquio sirvió de práctico em Limones; pero los guardias no llegaron, entonces los guerrilleros bajaron a tomar los pueblos y en las lomas nada más quedamos los que vivíamos em ellas hasta que triunfó la Revolución.

Hecho Ocurrido


Allí penetraron en la casa de los Romeros la banda de Julio Emilio Carretero, Leonel Martínez y Macho Jiménez junto con otros bandidos que en total eran 17, 6 o 7 de ellos entraron por la puerta del comedor, los demás rodearon la casa, dos de los que penetraron en el interior de la casa fueron Julio Emilio Carretero y Leonel Martínez, ambos eran los jefes de la Banda.


Comenzaron a golpear con la culata del fusil a Pastora Rojas por el fémur provocándole una fractura, también golpearon a Paula Romero fracturándole la clavícula, dándole con la punta del fusil a Teodora por un seno que cuando a aquello apenas se le notaban porque era muy joven, pero que actualmente padece de él desde aquel entonces.


Encañonando con un fusil M-3 a Bartolo Romero por la cabeza ya que este compañero se encontraba con fiebre, convaleciente de un tiro dado en la espalda, interceptando Pastora Roja la madre del mismo diciendo a Julio Emilio Carretero que este no era de la familia Romero que era un trabajador de la finca.


Los bandidos al no reconocerlo dijeron: "Déjenlo que este no es de la familia Romero.", tras lo cual regresaron al comedor y comenzaron a dar golpes con la bayoneta y la culata de los fusiles a las demás personas que allí se encontraban, le dieron un bayonetazo a Eustaquio Polo Romero por el pecho y este diciendo que viva Fidel Castro y la consigna de Patria o Muerte fue arrastrado hacia debajo de un árbol de ateje con ideas de colgarlo lo cual este al hacerles resistencia y al no poderlo colgar lo ametrallaron dándole de 20 a 30 tiros en el suelo además de cortarle la cabeza en dos partes y dejar esta rodando por el piso.

Al igual que a Ana le cortaron un seno a rafagazos que cayó al suelo, así como a Pio, dándole Bayonetazos en el suelo. Los bandidos se percataron de que el herido que estaba en la casa era Bartolo Romero hijo de Pio y Pastora, este logra escapar por una ventana pero los bandidos lo persiguen, ya que como él estaba herido y con fiebre no podía correr con energía. Llevaba una camisa blanca por lo que los bandidos lo podían divisar fácilmente en la oscuridad de la noche, aunque al darse cuenta de esto lanza la camisa hacia un matorral al cual ellos acuden pensando que el había caído, esto le da ventaja y logra perderse en la penumbra, logrando penetrar en la maleza y descolgarse por un paredón aproximadamente de 3 metros logrando ocultarse para no ser descubierto.

Los bandidos pasan alrededor de 30 minutos después por debajo de donde se encontraba Bartolo, donde este pudo escuchar que los bandidos iban diciendo que eso es lo que se merecían los comunistas y los fidelistas que iban a seguir matando aunque tuvieran 3 años de edad .


Fuente:

  • Entrevista hecha por Lidisve León Martínez a Bartolo Romero.
  • Archivo Museo Nacional L.C.B.: Datos sobre campesinos asesinados pro las bandas contrarevolucionarias 15 de febrero de 1966.
  • Orihuela, Roberto: Nunca fui un traidor. Retrato de un farsante. Edición Capitán San Luis. Ciudad de La Habana. Cuba. 1991.