Bienvenido Mantilla Estrada

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Bienvenido Mantilla Estrada
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Títulos obtenidosHéroe del Trabajo de la República de Cuba

Bienvenido Mantilla Estrada . Héroe del Trabajo de la República de Cuba.

Síntesis biográfica

Mecánico industrial de la empresa de bebidas y licores de Tunas, del Sindicato de la Alimentación. Innovador destacado, con aportes significativos al proceso fabril de bebidas y licores, su trabajo sostenido en este campo ayudó a recuperar una línea de embotellados de ron, su trabajo lo sitúa entre los innovadores más destacados del país. Es Vanguardia Nacional por 16 años consecutivos y ostenta las órdenes Lázaro Peña de I, II y III Grados.

“Esa fábrica es Mantilla”, me dijo hace muchísimo tiempo el casi octogenario y todavía destacado inno-vador Manuel Castillo Bernal.Y no me parece exagerado el símil para ilustrar el quehacer de Bienvenido José Man-tilla Estrada, porque lo sabía siempre metido entre los hierros, buscándoles soluciones a los im-ponderables de obsoletas tecnologías para que no faltara el refresco a las familias tuneras, acti-tud reconocida con múltiples condecoraciones y el título honorífico de Héroe del Trabajo de la República de Cuba otorgado el 30 de abril de 1997.

Si una urgencia mecánica de algún equipo re-quería de sus gestiones, ni para montar su Lada —uno de sus tantos premios— solía desprender-se del overol manchado de sudor y de grasa, y no descansaba hasta devolverle al medio su utilidad práctica.Así anduvo durante 50 años, entregado en cuerpo y alma a una de sus más preciadas obras: la innovación tecnológica, de cuyo espíritu cotidiano queda la impronta en cada máquina de la vetusta industria.Aunque su vida laboral comenzó en el año 1955, en el taller de Algarroba como ayudante de mecánico, le gustaba marcar el principio de su realización definitiva en los albores de 1960, cuando entró por las puertas de la otrora Empre-sa de Bebidas y Refrescos de Las Tunas, donde rindió faenas, con vocación de héroe, hasta el úl-timo aliento.Entonces, no es casual que se aferrara a esa data como punto de partida de su impresionan-te currículo. Antes de 1959 fue ayudante de me-cánico, pero con el triunfo de la Revolución, su piel morena no era ya obstáculo, y en 1962 tuvo la oportunidad de sumar teoría a sus instintos prácticos y a esa manía casi innata de componer desarreglos. Es cuando salió de la escuela Alberto Gallardo, graduado de Mecánico de Mantenimiento Indus-trial, y parecía como si hubiera alcanzado el sueño de su vida, porque “desde que comencé a trabajar me gustaba solucionar todos los problemas de mecáni-ca que surgían a mi alrededor. Eso siempre ha sido un reto para mí. Los fallos de la maquinaria y otros desperfectos me gusta resolverlos a como dé lugar...”, afirmó en una de las últimas entrevistas concedidas a la prensa. La muerte, esa infausta probabilidad de los vivos, nunca estuvo en sus proyectos, y mientras luchaba contra el cáncer que le minaba la existencia continuó pensando en la fábrica, en su fábrica, y el imperativo de seguir siendo útil.

Nadie que lo haya conocido bien, podía imaginar-lo tranquilo, porque nunca lo estuvo y esa excelente trayectoria laboral, la justificaba así: “Yo he cum-plido como trabajador, todos le debemos mucho a la Revolución y lo que uno hace es parte de ese agra-decimiento. Pienso que he cumplido con mi deber y ni viviendo los años que viva, nunca voy a pagar los beneficios que he recibido, no solo yo, también mis hijos, mi familia”.

A la Revolución la defendió en el bregar cotidiano de la industria, en cargos de dirección sindical, en las filas del Partido y en las tareas de la defensa. Y este domingo 17 de enero, cuando la muerte apurada deja truncos muchos de sus desvelos, por-que nos arrebata su presencia física, yo lo imagino, con su ingenio natural, burlando las penumbras del más allá como otra estrella en el firmamento de los héroes.

Reconocimientos

Recibió la condecoración Heroína del Trabajo de la República de Cuba en el 1997.

Fuentes