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Cimarronaje y apalencamiento en la jurisdicción de Puerto Príncipe
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El proceso de Cimarronaje y apalencamiento no fue exclusivo de la región oriental, también ocurrió en la jurisdicción de Puerto Príncipe.
Fecha:Siglo XIX
Lugar:Jurisdicción de Puerto Príncipe
País(es) involucrado(s)
Cuba
Líderes:
Manuel Ballagas, José Vicente González, Edesforo, Congo Genaro, Luisa, María del Carmen y otros y otras
Ejecutores o responsables del hecho:
Aborígenes, esclavizados, libertos; negros, mulatos y blancos y de ambos sexos.
Organizaciones involucradas:
Cofradías de congos, carabalíes, etc.

Cimarronaje y apalencamiento en la jurisdicción de Puerto Príncipe.

La presente investigación se estructuró a partir de una búsqueda exhaustiva del cimarronaje y apalencamiento en Puerto Príncipe revelado en los procesos judiciales del siglo XIX.

Se propuso mostrar el variado diapasón del cimarronaje que no siempre ha sido abordado por la historiografía. Se investigó sobre ejemplos de cimarronaje rural y urbano de ambos sexos, también doméstico incluyendo acusaciones a los amos y apalencamientos no solo de negros sino también de blancos.

El liderazgo femenino poco tratado también está presente en la Jurisdicción.

Desarrollo

Los estudios sobre el cimarronaje desde disciplinas diversas han tributado no sólo a los sucesos entorno al cautivo y su evasión del sometimiento, también han favorecido al origen y devenir etimológico del término. En este sentido se apunta que fue una voz tomada de los aruacos, cuyo comienzo se circunscribió a los animales domésticos que retornaban a su vida salvaje.

Su uso precisamente en el ganado que huía a las montañas y que luego en el siglo XVI se transfirió a los esclavizados negros que se fugaban, al igual que a los indios, sólo que en el caso de los primeros, la fuga y la resistencia a su recaptura tenían connotaciones de fiereza inquebrantable.

Está en evidencia el tratamiento similar que recibieron los comportamientos de los animales y de los esclavizados “domesticados” en busca de su autonomía. Lo cierto es que estos desde su captura se trazaron como propósito la libertad. En esa órbita se explica que la cimarrona fue una cultura guerrera, como muchas otras del continente señalado. Los esclavizados reconstruían una parte fundamental de su herencia africana.

El cimarronaje aborigen

Desde la primera mitad del siglo XVI, se conocía en el reino español, del cimarronaje aborigen. De la lengua castellana y de la isla de Cuba, se derivó el término maroon en inglés para las islas del Caribe anglófono en el siglo XVIII, y marronage en francés para las islas francófonas, lo cual constituye un aporte lexical al universo.

Como respuesta a este acto político al alcance de los esclavizados se instituyó un reglamento en el año 1796, el Reglamento de Cimarrones, reformado por real cédula de 7 de febrero de 1820 y real orden de 22 de abril de 1822. El texto describe las clasificaciones de simples y apalencados. Las rancherías de cimarrones eran motivos de enardecidas emociones tanto para los fugitivos como para los cazadores.

Unos, por recuperar sus piezas de ébanos por las que habían invertido parte de su patrimonio con el interés al menos de recuperarlo; otros, para ganar el derecho ascendente a cuatro pesos fuertes, en caso de que el cimarrón fuera detenido a más de una legua del lindero de la finca a que correspondía, además del acto, recibía un peso de conducción por la primera legua y dos reales fuertes por cada una de las siguientes que tuvo que andar para entregar el fugitivo y además mantenía a cualquier precio la libertad granjeada, aunque para ello tuviera que vivir en peligros de hambre, desnudez, vigilias y con la muerte como almohada.

Las rancherías y palenques

Sierra de Maraguán

Las rancherías y palenques estaban difuminados por toda la jurisdicción. En la Sierra de Maraguán se evidencian las siguientes áreas de examen: El Cafetal y el Bijabo, estos constituían los lugares de asentamiento teniendo las siguientes cuevas cercanas” Cueva del Cimarrón, el Placer y Maraguán B”, estando rodeada esta Sierra de los ingenios El Peñón, San José, Recio y Maragón, elementos localizados en estas cuevas.

En estas tres cuevas se encontraron restos de un camastro hecho de madera y bejuco, restos de cerámica, dos eslabones de cadena, pedazo de machete, resto de comida (huesos) y huellas de un fogón.

Sierra de Cubitas

En la Sierra de Cubitas se evidencian los siguientes asentamientos Jururo, Merced, Bainoa, Cabeza de vaca, La Jobina, El Caguasa, El Gavio, Santa Ana, El Cerrado y Las Cavernas conocido como el Área del Palenque, teniendo las siguientes cuevas “ El Jíbaro, “ La Chimenea”, “ Los Tainos” y “ La Julia”, estando rodeada esta Sierra de los siguientes ingenios Jururo, Bainoa, García, Las Bocas, Cabeza de vaca, La Jobina, El Caguasa, Maboa, Santa Ana, El Cerrado y Canasí, elementos localizados en estas cuevas. En estas cuevas se encontraron restos de comida, fogón con rocas y dos barras metálicas sobre las rocas, restos de cerámica tanto cimarrón como aborigen ; posiblemente un lugar de tránsito porque el agua estaba muy lejos

Los Algodones

Los Algodones, fue uno de los mejores estructurados tácticamente por poseer un sistema de pequeños palenques interconectados entre sí, sólo se reunían los cabecillas de los mismos. Entre las etnias predominaron: natural de África, de nación, congo, mandinga, carabalí, congo luango, criollo, mozambique, arará, portugués, inglés.

Sierra de Najasa

En la Sierra de Najasa, está el asentamiento de Guaicanamar arriba y la cueva de Fonseca y el ingenio de Guaicanamarar, elemento localizado en esta cueva. En ella fueron localizados restos de comida, machete, fragmentos güiras limpias y el lugar donde cocinaban.

Cimarronaje rural

  • Diego, el cimarrón que encontró la muerte en circunstancias inciertas.

Este fue el caso de los cimarrones encontrados en la zona de Caonau, en noviembre de 1820, donde la criminalidad del hecho, además del cimarroneje se enfocó en el uso de armas prohibidas. El sargento de caballería Don Manuel Cosío denunció la presencia de cimarrones en este sitio, los mismos, eran de su propiedad.

La reyerta se desarrolló en una ranchería. Uno de ellos fue capturado, el otro asesinado, el cual, según la declaración de Francisco, padre de Manuel, portaba un machete y un cuchillo, mostrados como prueba. Los cirujanos, los Lcdos. Don Pedro Rotario Almansa y Don Antonio Pérez, examinaron al cuerpo del fallecido acostado en el patio de la Sala de Gobierno, describieron las heridas como posteriores todas.

La declaración de Don Rafael Cordobi, aportó que fue su esclavizado Francisco, quien descubrió junto a sus compañeros Julián y Vicente, la ranchería de los cimarrones. El esclavizado Francisco, según lo descrito, aprehendió vivo al cimarrón Socarrás, cuando trataba de huir. Luego corrió tras Diego, este escapó y Manuel (el rancheador) … que iba por detrás y alcanzó a Diego viéndose en la necesidad de matarlo como lo ha informado pues el declarante no lo vio: y que no pudieron coger otro, que al llegar donde estaba el muerto vio dho el machete y el cuchillo que ha cohibido,…sin baina,…

Las declaraciones de forma progresiva fueron esclareciendo la alevosía del crimen contra un hombre que en el momento en que fue dado alcance no ofreció la suficiente resistencia. La confesión de Don Manuel, el último en tomársela aportó que nunca le dio por la espalda ni menos por el suelo sino que como dejo dicho, el negro murió lastimado [auto agredido].

El riesgo de lograr la libertad

Ciertamente el riesgo por alcanzar la libertad para los esclavizados fue más allá de lo humanamente resistible. Las mutilaciones corporales, descuartizamientos, marcas en la piel, persecuciones sin límites, desgarramientos de carnes y huesos por perros amaestrados, y sufrimientos morales, emocionales y sicológicos fueron tan profundamente graves que la muerte en ocasiones se comportó como un consuelo.

Manuel Ballagas, capitán de cimarrones y José Vicente González, un cimarrón blanco

Es pródigo en matices el fenómeno de cimarronaje como sendas ensangrentadas a la libertad. El negro cimarrón Manuel Ballagas, fue uno de los capitanes de su condición en Puerto Príncipe, que tuvo su ranchería en las inmediaciones del Hato Domingo Días, propiedad de Doña María Gregoria de Arteaga y también operó en las cercanías de Puerto Escondido.

Junto a él estuvo también José Vicente González, un hombre blanco que fue capturado, puesto en el cepo y enjuiciado, natural de esta zona, y de oficio labrador: … el referido hombre blanco q se hallaba amarrado, con orden de q con la mayor precaucion se escoltara hasta conducirlo á Domingo Dias debía meterse en el cepo, hasta el día siguiente qe fuera conducios a la morada del Sor Anguleti se retiró pr ser ya próximo la noche…

El reo recibió atención en el calabozo del Hospital del Convento de San Juan de Dios. Estos ranchos estaban protegidos visualmente por matorrales, poseían una cañería cercana para el abasto de agua y tenían además cinco caballos para el suministro de alimentos: […] los cuales contaban de varios artículos, siendo lo principal dos reses muertas, de las q solo se bio uncuero perteneciente a dicho hato […]

Dentro de los cimarrones se encontraba además, José Antonio, esclavizado prófugo de Doña Gregoria, diestro en la lanza, Pedro Miguel, esclavizado de Don Santiago de Zayas, capturado también, declaró que estaba junto a Ballagas, desde hacía dos meses.

Expresó además que se alimentaban de los animales de las haciendas de María Gregoria y Manuel Mora. Este proceso de cimarronaje enjuiciado mostró fronteras interraciales porosas, es de suponer que las relaciones entre un capitán de cimarrones (en este caso Manuel Ballagas) y un hombre blanco (José Vicente González), el cual vivió entre ellos, no fue la excepción.

El cabecilla Manuel Cisneros alias Santa Lucía, hizo patente su verdadero nombre: Edesforo. Recluta negros y negras para su palenque

El esclavizado Florentino dedicado a la molienda de cañas en el Ingenio La Loma, cuando de madrugada se dedicaba a bañar el caballo de su amo Don Silvestre Anglada, fue raptado bajo amenazas y llevado a un monte de la misma finca. Allí estaba Luisa, que se dedicaba cuando era esclavizada a cargar agua de una laguna de la Finca El Naranjal, para la casa de su amo, Don Francisco Ramos, el cual declaró que se la llevaron los cimarrones, su estatura era alta, achinada, de ojos grandes al igual que su boca, nariz chata, como de veinticuatro años de edad y de pies muy grandes.

Simón y Agustín, estos dos últimos hermanos de dotación, a ellos también los habían cogido por fuerza los otros dos negros el uno se llamaba Manuel que hace Capitan y es marido de Luisa y el otro Estevan a quien ya conocía el declarante por pertenecer a la misma finca de donde se había huido algún tiempo antes … Entre los artefactos que se le encontró se relacionaron: una libra de adujes de marcar; cinco mazos de tabacos; un carretel de hilo y agujas; cuatro bollos de jabones; un papel con especias; un poco de azufre; dos dedales ordinarios; dos libras de garbanzos; dos libras de arroz; dos libras de sal; dos pares de tijeras; un espejito y un peine; siete velas de cera; dos pares de zapatos de baqueta sin estrenar; tres botellas de aguardiente y una de anisado; cuatro pañuelos nuevos de algodón; varias madejas de hilo; y una y media esquifación de rusia ; un corte de hamaca de rusia; una camisa blanca usada; una camisa vieja de color; dos pantalones de rusia viejos; cuatro jabas viejas; un sombrero nuevo de guano; un chaquetón viejo negro; una jáquima, un machete y un cuchillo; un caballo color bayo de seis cuartas de alzada como de quince años muy flaco y con este hierro AR...

Según la declaración del que fue Contra mayoral en la Finca Santa Lucía: Don José Gaspar López, mientras Manuel era de esa dotación, afirmó que hacía 20 años el susodicho se había fugado porque se le habían propinado unos fuetazos. Por su conducta rebelde y cimarrona se le había puesto de castigo una barra con hierro, con ella puesta se fugó.

Por otra parte la esclavizada Ana Josefa, como de cuarenta años, soltera, de oficio cocinera, declaró conocerlo al punto que la llamó madrina, porque ambos pertenecieron al mismo dueño. En las declaraciones de las mujeres los detalles son importantes, Doña Ana Acosta testigo de asaltos de estos cimarrones en la finca Santa Lucía, escuchó cuando un chiquito le decía papá al que hacía de Capitán …llevaba pañuelo en la cabeza cuando dieron el asalto…

lo reconoció en la ya citada rueda, ella fue castigada por ellos. Este capitán tuvo una partida de no pocos cimarrones, los documentos los recogió al negro que le dicen el Cubitero, Esteban, Simón, Agustín, Cayetano, Florentín, José de la Cruz, Carlos, Alberto, Evaristo; un viejo llamado Pita, todos los esclavizados del ingenio La Atalaya, José Francisco, Fermín, Ventura, Abraham, Pedro, Melchor, Francisco, Luisa, José, otro colorado rayado, como mujer también estuvo Cristina, el resto de su compañía se desconoció, pues solo estos mencionaron.

Alegato de autodefensa del cimarrón Manuel Cisneros, alias, Santa Lucía

Comenzó confesando su verdadero nombre Edesforo, y su fuga. Al día siguiente pidió ampliar su declaración en la que desarrolló un interminable discurso, que se empeñó a pronunciar de rodillas. Destacaron los presentes que dilataba las pausas, fascinaba con las gesticulaciones (un hombre que llevaba más de quince años prófugo de la justicia, asaltando y sobreviviendo como pudo), lo que comprobaron su dones de líder: Los referidos actos de Manuel bastarían por sí solos para acreditar la preponderancia que había de tener sobre los demás negros que fueron en su compañía, en vista de su despejo natural, gran serenidad y discursos pantomímicos, a la vez que en cierto modo mitológico y propios para alucinar y seducir a sus adeptos.

Lo más probable es que este africano, Edesforo, había sido instruido en su tierra natal, como griot, o narrador profesional. Según el etnólogo Rogelio Martínez Furé, el griot es el príncipe de los poetas africanos. Se condenó a la última pena, pero su defensor por oficio Don Pedro Hernández, logró despejarlo de algunos cargos, lo que se le condenó a la pena extraordinaria de sufrir cien azotes en dos tandas y a diez años de presidio en su tierra: África. Después de Edesforo o Manuel Cisneros o Santa Lucía, no se le permitió al resto de los implicados en esta causa ser oídos, tal efecto causó el alegato de Manuel.

El congo Genaro, cabecilla de un palenque de Mayanabo

Genaro durante tres años cabecilla del palenque del Partido de Mayanabo, fue el terror de esos alrededores, según las autoridades. Poseía al capturarlo un fusil, un cuchillo de punta y un machete. Fue esclavizado del ingenio San José. El negro Carlos, carabalí, del Ingenio Santa Margarita, llegó a la capitanía sobresaltado por la audacia del cimarrón Genaro, luego de preso, pidió una oportunidad para hacer necesidades fisiológicas, intentó escaparse y los rancheadores abrieron fuego. Genaro prefirió la muerte antes que llegar cautivo al juzgado. El revólver utilizado era de la fábrica Samuel Colt de New York número tres mil ochocientos treinta y nueve. El expediente recogió las armas del que mató a Genaro (el Sr. Barreto) y las que conducían el cimarrón.

El negro José asesinó a un cimarrón

El negro José, esclavizado de don Catalino Artola, ambos de la hacienda Santa María, fueron avisados de las operaciones de una pandilla de cimarrones en El Saltadero, de la hacienda las Jaguas, por el cabo de ronda Juan Artola, según las declaraciones estaban perjudicando el vecindario. Hallaron el rancho con armas y alimentos como prueba de lo anunciado.

Don Catalino y el negro José, en la persecución de los prófugos solo le dieron alcance a uno de ellos, el resto pudo huir. El cimarrón en su defensa se le enfrentó a don Catalino con un machete en mano, al asistir José, hermano de condición del capturado, es decir, ambos hijos de una ignominiosa esclavitud, no tuvo reparos en tributarle un machetazo al que tuvo la valía de agenciarse su libertad, José siempre alegó que fue en defensa de su amo: […] cuando llegó a donde estaba D. Catalino estaba en peligro de perder la vida q ͤ un negro cimarrón, q ͤ no conoce estaba tirando de machetazos […] que a ese tiempo llegó el que declara y habiéndolo requerido p ͣ q ͤ se rindiera no hiso caso, sino q ͤ trató tambien de herir al q ͤ declara en termino q ͤ fue preciso tirarle, y habiéndole descargado un golpe con el machete q ͤ portaba el declarante q ͤ solo trató de herirlo tocó el cuerpo, y fue herido en el lado izquierdo sobre la tetilla, del cual murió en el momento.

El cimarrón desconocido muerto presentaba huellas en los pies semejante a los grilletes, en los glúteos eran de azotes y portaba calzones y camisas de rusia rotos y churrosos. Vivía junto a otros de su clase en un rancho. Se alimentaba de las haciendas de cochinos y labranzas. Muy cerca de allí se le dio sepultura en el paraje del Saltadero, murió entre las 8 y 9 de la mañana y por la tarde se enterró al lado de un Jobo, en el monte.

Lo incuestionable es que don Catalino, el amo, sólo tenía 15 años y José, el esclavizado, 45. Es evidente que el adolescente estuviera al cuidado del experimentado cautivo, quizás desde muy pequeño lo instruía en sus saberes, aquellos que crean alianzas poderosas y trasvasan comportamientos presididos por una lógica de perfil racial.

Cimarronaje urbano

Se desarrolló fundamentalmente en toda la villa. Se destacaron El Cristo, la Caridad, Garrido y el camino de La matanza. Muchos de ellos nunca fueron capturados. Ejemplos: Joaquín, operaba en Garrido. El chino Vicente del Marqués de Santa Ana y de Santa María; Juan Antonio que portaba licencia falsa; Agapito, el negrito cimarrón, sus zonas de operaciones fue en la totalidad de la villa, en caminos, potreros, cuevas, sobre todo el barrio del Cristo, donde se le vio jugando juegos de mesa prohibidos, vendiendo y comprando.

Algunos de estos caudillos fueron decapitados como los cabecillas patricio Echemendía, Bartolomé Juan bautista y patricio Agramonte el 23 de diciembre de 1853 en la Plaza del Cristo a las 7:00 a.m. Allí también se descuartizaron cimarrones tanto hombres como mujeres.

El esclavizado José Antonio García huye constantemente de su amo

José Antonio, cultivador, soltero el día 2 de abril de 1835 se dirigió a los tribunales a las 2:00 p.m. para declarar contra su amo por las heridas que este les infringió en su cuello por haberse huido a las estancias de Cubitas. El esclavizado partió desde la ermita vieja de Cubitas, hasta la villa de Puerto Príncipe para desarrollar su acusación.

Su dueño debido a una fuga dentro de su misma estancia, en la guardarraya de los Plátanos, le dio un planazo con el machete en el lado derecho del cuello. Según el texto la declaración se efectuó aún sangrando la misma, su proporción según los facultativos era de cuatro pulgadas de longitud y como cuatro de latitud.

El esclavizado argumentó que siempre huía porque su amo no le daba días festivos, ni lo dejaba ir a la ciudad, ni le daba papel para buscar otro amo. El juzgado a pesar de considerar la herida leve determinó que en tres días como máximo debía dársele papel para conseguir otro dueño. El conocimiento de José Antonio ante sus derechos como esclavizado, según el reglamento, lo mantuvo encauzado en su empeño, lo cual conquistó.

Mujeres cimarronas

Cimarrona Luisa, capitana. Luisa, cimarrona, mujer de Manuel Cisneros, el cabecilla de palenques, desempeñó una actitud activa más allá de cocinar, cultivar, y proporcionar placer a su líder en las noches tranquilas. El 3 de mayo de 1860 a las doce del día en el sitio llamado El Ciego de San Antonio de Don Andrés Castellanos, amarró en compañía de otros complotados al esclavizado de la casa y lo azotó, cogió las ropas y efectos necesarios para la partida de cimarrones y para concluir incendió la casa. Era esclavizada de Don Francisco Ramos.

La cimarrona María del Carmen llamó a sus hermanos de faenas: negros cubanos. María del Carmen Rodríguez sostiene que los cimarrones la raptaron para un rancho de guano en los montes. Allí se encontraba el negro Manuel Cisneros; del Ingenio Los Ángeles, del Partido de Santa Cruz y del hacendado Jacinto Agramonte: el mulato Fermín, dos Antonio,(uno de los Antonio era natural de África, como de 16 años; Juan, esclavizado de nación, como de 15 años, no se le tomó juramento porque dijo que no estaba instruido en los principios católicos, tal parece que estaba recién llegado de las costas africanas; José Caridad, natural de África, como de 17 años; Juan Melchor y Pedro. María del Carmen, esclavizada de Don Luis Rodríguez, del ingenio Los Ángeles, hacía cuatro años se había dejado raptar por los cimarrones.

Resulta que el negro Manuel, fue el que más la protegió y no la perdía de vista, según declaró. La esclavizada y madre de dos hijas párvulas busca un amo […] Mas la sierva quiere salir ha buscado por amo a Da Sacramento Porro que está pronta a comprarla, siempre que preceda información de utilidad y necesidad, y la debida licencia.

También ha brindado la esclavizada Rita amo para sus dos hijas Cecilia de tres años y Juana Santiaga de seis o siete de edad, habidas ambas después de la adjudicación a mis menores. Rita, la madre, había sido vendida en 400 pesos, sus hijas Cecilia en 150 y Juana Santiaga en 200. La unidad familiar amenazaba con quebrantarse, de manera que Rita dio un paso firme, se agenció un dueño que las comprara a las tres, para así cuidar del crecimiento físico y espiritual de sus pequeñas por un período, luego las cuartaría. Quizás había sido una esclavizada que dominaba un oficio bien remunerado y trabajaba por cuenta propia fuera de la casa de Sacramento, su actual ama, ingresos que le permitieron negociar el futuro de su estirpe.

Otras formas de rebeldías

Se encontraron reclamos, suicidios, actitudes irreverentes:

  • El negro esclavizado Francisco Xavier Brich hirió a su amo D. José Manuel Fernández, porque el amo José Manuel, (hijo), ordenó a su esclavizado Francisco barrer la casa. El negro se negó alegando que ese trabajo era para las negras no para él. Aunque el esclavizado aceptó su negativa no asimiló pasivamente la acusación de la herida al dueño.
  • El negro José Dolores ante tantos malestares se ahorcó. Los suicidios fueron muy abundantes en la población esclavizada, huyendo de su condición esclavizada y en busca de una libertad robada. El negro José Dolores se encontró ahorcado en la finca de su dueño. Los interrogatorios arrojaron su permanente estado de enfermedad. Se negaba en ocasiones a trabajar. Sin embargo todos dijeron que su amo lo atendía muy bien.

La morena libre Concepción Iraola liberta a sus tres esclavizados

Su testamento declaró entre sus bienes a «[…] tres criados llamados Isabel, Francisca Javiera y José Prudencio. Nombro por albacea Antonio Xiques moreno libre […] Dejo libre a los tres criados relacionados, sirviéndole esta cláusula de título en forma. […] El valor de las libertades no entra a formar parte de Xiques, sino la casita y el colgadizo, y demás enseres».

Resulta interesante como esta negra libre Concepción llama a sus esclavizados criados, quizás humanizando su propio pasado. Por lo que refiere el testamento, ella debió pertenecer al cabildo carabalí conocido como Santísima Trinidad, se advierte porque tenía como deuda pasiva al fallecer cuatro pesos con cuatro reales a la Cofradía de la Santísima Trinidad.

Las libertas heredaron de su ama dinero: Ana Isabel Boza 413 pesos, era casada con el moreno libre Simón Arteaga, ambos vivían alquilados en el colgadizo de Concepción; y Francisca Javiera 353 pesos, esta había contraído nupcias con Ramón López, dos esclavizadas manumitidas y ambas matrimoniadas con negros libres.

El testamento no recogió ninguna herencia para el esclavizado José Prudencio, quizás en su visión genérica, protegió más a las femeninas. La casa se encontraba en la calle San Pedro Alcántara (conocida como calle Honda en el Barrio del Cristo, el cabildo carabalí se encontraba muy cerca de allí). Estos tres esclavizados en el año 1849 fueron manumitidos, las mujeres al estar casadas y con dinero de su ama, al menos estaban en condiciones más favorables para emprender una nueva vida de sacrificios pero libres.

El moreno libre Carlos Vega compra su esposa esclavizada

El negro libre Carlos Vega emprendió un proceso judicial en el que puso en entre dicho al hacendado don José Antonio Pérez dueño del ingenio Santa Margarita, natural de Canarias, vecino de San Miguel de Nuevitas, de cuarenta y dos años de edad. Por medio de su esposa Isabel aún esclavizada depositó en manos de dicho hacendado la cantidad de 169 pesos y seis reales, con la intención de comprar su libertad. Pero José Antonio rehusó a devolver este dinero con vanas dilaciones.

José Antonio reconoció ante el juez que los papeles adjuntos al expediente eran de su puño y letra, los mismos decían: «Resibí de mi esclavizada Ysabel once onsas para guardárselos y para debolberselos cuando me las pida y para que conte le doy el presente en esta Malgarita hoy 29 de diciembre de 1860. Otros rezaban: “Resibí unas 26 ps, resibí mas 22 ps. Resibí cuarenta y nueve pesos seis reales” y: “ Resibí de Ysabel $ 62».

El señor Pérez para lograr sus objetivos y evadir la ley, según Carlos Vega, esposo de la esclavizada Isabel se marchó de Puerto Príncipe, luego de haberle robado a su esclavizada el dinero que poco a poco, este negro libre, jornalero, depositó con toda confianza en las manos del amo para adquirir su libertad:

[…] piensa marcharse al pueblo de Morón, Jurisdicción de Santo Espíritu,…Y si esto es cierto, como lo creo según los informes que tengo es claro que este negocio no prosperará […] En estas circunstancias se hace preciso y de absoluta necesidad que hay que celebrar con él el acto conciliatorio que debe preceder a la demanda ejecutiva […] Soy un triste jornalero que vivo de mi trabajo personalísimo y pa justificarlo, ofresco desde luego la información del caso y pido que se le lleve por cuaderno por separado […].

El señor Pérez se fue para Morón y los esposos: Isabel, la esclavizada y Carlos Vega, el negro libre, se desconoció su final, el expediente quedó trunco, sin continuidad. Es necesario destacar que la esclavizada recibió fuertes castigos por la insistencia de su esposo, tanto de comprarla como por la devolución del dinero confiado. Se confirmó que le propinó palazos, el carácter violento del amo y el sufrimiento del resto de la dotación por su crueldad fue harto conocido en los alrededores. Carlos Vega fue uno de los negros que aprendieron a leer, escribir, y firmó su valiente declaración.

Pérez desde el plano legal y moral estaba cometiendo una infracción, violó abiertamente el capítulo VII: Matrimonios de esclavizados, del Código Negro, pues planteaba que: Los dueños de esclavizados deberán evitar los tratos ilícitos de los dos sexos, fomentando los matrimonios sin impedir que se casen con los de otros dueños, en cuyo caso, si las haciendas estuviesen distante de modo que no puedan cumplir los consortes con el fin del matrimonio, seguirá la mujer el marido, comprándola el dueño de este a justa tasación de peritos nombrados por las partes, […]

El proceso quedó trunco, pues al su traslado a Morón, su apoderado desconoció los sucesos. De manera que el negro libre Carlos Vega, jornalero, que ahorró hasta su último céntimo para comprar la libertad de su esposa Ysabel, la perdió, junto a su dinero y quizás toda esperanza de recuperarlas. Tal vez en el Término Judicial de Sancti Spíritu pudiera aparecer la continuidad de la lucha por la unidad matrimonial de Carlos e Isabel.

Conclusiones

La Jurisdicción de Puerto Príncipe vista tras los procesos judiciales en la diacronía advierte por su magnitud una pluralidad de matices en el cimarronaje, acto muy común. El esclavizado buscó en este evento peligroso, que además lo criminalizaba, las estrategias para lograr su libertad perdida. Los juicios aun sin proponérselo dejaron entrever cómo ellos reconstruían desde la memoria individual y colectiva elementos de sus culturas de origen.

Se pudo apreciar líderes de palenques acompañados de ambos sexos, muchos de ellos delatados, buscados y asesinados por hombres de igual condición racial y social. La conexión entre el espacio rural con el urbano y la presencia de blancos en la condición de cimarrón hicieron sospechar la magnitud del mismo.

Los palenques constituyeron zonas de desarrollo local en tanto autoabastecimiento, recrearon formas de supervivencia alimentaria, de vigilancia colectiva, algunos retomaron sus nombres, peinados, el concepto de familia extendida, el trueque comercial con hombres libres y cultivaron además el conocimiento de las plantas curativas demandadas en la medicina verde, la capitana Rosa la Bayamesa quien desarrolló sus saberes sanitarios por los campos de batalla del Camagüey, fue una exponente potencial de esta rama.

De igual manera la visión de género de Concepción, en que no sólo libertó a sus esclavizadas sino que le procuró capital para su vida futura apuntó a un protagonismo femenino y solidario, herencias conductuales africanas, que se vertió como perfil distintivo en la cultura cubana actual: cimarrona y de resistencia.

Véase también

Bibliografía

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Fuentes

Referencias