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'''Cuevas de Punta del Este''', forman un conjunto que es muy conocido por las pinturas rupestres que se han encontrado en sus paredes, dejadas allí por los aborígenes en tiempos pre-colombinos. Algunas de ellas fueron descubiertas en el [[siglo XX]], específicamente en [[1920]], por un francés que naufragó, y hoy es un sitio arqueológico muy importante en el [[Caribe]].  
 
'''Cuevas de Punta del Este''', forman un conjunto que es muy conocido por las pinturas rupestres que se han encontrado en sus paredes, dejadas allí por los aborígenes en tiempos pre-colombinos. Algunas de ellas fueron descubiertas en el [[siglo XX]], específicamente en [[1920]], por un francés que naufragó, y hoy es un sitio arqueológico muy importante en el [[Caribe]].  
  
<br>El estudio de las pictografías descubiertas en las cavernas del sur pinero demuestran que el caso de la Isla de la Juventud es muy singular.<br> Se trata de una verdadera cosmogonía que tiene en Punta del Este su más acabada expresión gráfica, plástica y abstracta, como un reto de quienes, sin poseer escritura, se adelantaron en el tiempo y plasmaron su filosofía mediante círculos concéntricos y otros símbolos asociados, casi totalmente incomprensibles en la actualidad.<br> No se trata de los círculos concéntricos en sí, pues constituyen un motivo pictórico difundido por el planeta, se trata de la reiteración hasta la saciedad de ese símbolo, usado incluso con imaginación a la hora de pintar hasta aquellas figuras de excepción que adquieren determinadas configuraciones lejanas del círculo en sí, como una cruz, un pez o humanoide, lo que lo hace casi único en el mundo.<br> En la llanura meridional los referidos motivos representan más del 90% de cuanto dibujó el aborigen y, además, alternan en varias combinaciones el rojo y el negro, juntos o separados. No se pretende la descripción detallada de los testimonios artísticos dejados por los aborígenes pineros, cosa además suficientemente realizada por Antonio Núñez Jiménez en varias obras, especialmente en "Cuba: Dibujos rupestres".  
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El estudio de las pictografías descubiertas en las cavernas del sur pinero demuestran, que el caso de la [[Isla de la Juventud]] es muy singular. Se trata de una verdadera cosmogonía que tiene en Punta del Este su más acabada expresión gráfica, plástica y abstracta, como un reto de quienes, sin poseer escritura, se adelantaron en el tiempo y plasmaron su filosofía mediante círculos concéntricos y otros símbolos asociados, casi totalmente incomprensibles en la actualidad.
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No se trata de los círculos concéntricos en sí, pues constituyen un motivo pictórico difundido por el planeta, se trata de la reiteración hasta la saciedad de ese símbolo, usado incluso con imaginación a la hora de pintar hasta aquellas figuras de excepción que adquieren determinadas configuraciones lejanas del círculo en sí, como una cruz, un pez o humanoide, lo que lo hace casi único en el mundo.<br> En la llanura meridional los referidos motivos representan más del 90% de cuanto dibujó el aborigen y, además, alternan en varias combinaciones el rojo y el negro, juntos o separados. No se pretende la descripción detallada de los testimonios artísticos dejados por los aborígenes pineros, cosa además suficientemente realizada por [[Antonio Núñez Jiménez]] en varias obras, especialmente en "[[Cuba]]: Dibujos rupestres".  
  
 
== <br>La Cueva No.1  ==
 
== <br>La Cueva No.1  ==

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Cuevas de Punta del Este
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Ubicación Geográfica:extremo Sur oriental de la Isla de la Juventud

Cuevas de Punta del Este, forman un conjunto que es muy conocido por las pinturas rupestres que se han encontrado en sus paredes, dejadas allí por los aborígenes en tiempos pre-colombinos. Algunas de ellas fueron descubiertas en el siglo XX, específicamente en 1920, por un francés que naufragó, y hoy es un sitio arqueológico muy importante en el Caribe.

El estudio de las pictografías descubiertas en las cavernas del sur pinero demuestran, que el caso de la Isla de la Juventud es muy singular. Se trata de una verdadera cosmogonía que tiene en Punta del Este su más acabada expresión gráfica, plástica y abstracta, como un reto de quienes, sin poseer escritura, se adelantaron en el tiempo y plasmaron su filosofía mediante círculos concéntricos y otros símbolos asociados, casi totalmente incomprensibles en la actualidad.

No se trata de los círculos concéntricos en sí, pues constituyen un motivo pictórico difundido por el planeta, se trata de la reiteración hasta la saciedad de ese símbolo, usado incluso con imaginación a la hora de pintar hasta aquellas figuras de excepción que adquieren determinadas configuraciones lejanas del círculo en sí, como una cruz, un pez o humanoide, lo que lo hace casi único en el mundo.
En la llanura meridional los referidos motivos representan más del 90% de cuanto dibujó el aborigen y, además, alternan en varias combinaciones el rojo y el negro, juntos o separados. No se pretende la descripción detallada de los testimonios artísticos dejados por los aborígenes pineros, cosa además suficientemente realizada por Antonio Núñez Jiménez en varias obras, especialmente en "Cuba: Dibujos rupestres".


La Cueva No.1

Calificada por Don Fernando Ortiz como "templo aborigen cubano", la cueva No. 1 de Punta del Este lo es, mucho más allá de la mera alusión poética. En la Isla de la Juventud, Núñez Jiménez ubicó 11 localidades pictográficas con un gran total de 261 dibujos y sólo la mencionada cueva concentra casi el 81% de todos los dibujos estudiados por el autor.
Son muy sugestivas las opiniones del eminente estudioso cubano en cuanto a la relación de los más prominentes dibujos con el sol, los puntos cardinales, la coincidencia en cuanto al mes lunar y otros detalles como la figura serpentiforme y la clara alusión a un falo en otro conjunto de círculos concéntricos.
Evidentemente la costumbre de aquellos hombres de expresar ciertas ideas en torno a sus vitales problemas, alcanzó los más altos vuelos creativos en la cueva No. 1 de Punta del Este. El escenario pétreo es el mejor de cuantos puedan ubicarse en toda la región circundante al Caribe, inmejorable para el género de vida de aquella cultura del Caracol.


Pinturas rupestres y entierros humanos

Tanto en la bien nombrada "Capilla Sixtina de los aborígenes cubanos", como en las tres grutas que le siguen bordeando hacia el noroeste un acantilado fósil, se localizan dibujos de igual estilo, aunque en menor cantidad y tamaño, así como entierros humanos. Hacia la denominada península del Francés, en el otro extremo (SO), las espeluncas son muy pequeñas, con pisos que no permiten conservar restos humanos, pero sí paredes donde los círculos concéntricos se reiteran como único, retador e insólito adorno milenario.
No se han colectado ejemplares atribuibles a cualquier otra cultura y, para mayor interés, los cráneos de todos los entierros exhumados son normales, factor excluyente para los agroalfareros cubanos.
Se trata de expresiones plásticas abstractas que parecen alejarse de cosas tan concretas y cotidianas como el diario sustento, como las cacerías en las cuevas del viejo mundo. Los motivos pictográficos de la Cultura del Caracol pudieran estar ligados a cultos de pueblos marineros donde no se descartan otras preocupaciones más abstractas como expresión de un cosmos plagado de fenómenos inexplicables, pero tremendamente impresionante en las condiciones tropicales.


El culto a los muertos

El culto de los muertos está demostrado por los numerosos entierros secundarios, así como su vínculo con las cuevas pictográficas. Hay casos destacables como en las cuevas de Punta del Este y la Cueva del Indio, en lo alto de la Sierra de las Casas.
La Cueva del Indio a pesar de ser una espelunca relativamente pequeña, clasifica como la más importante de todas las cavernas funerarias de Cuba, en cuanto al número de individuos cuyos esqueletos han exhumado los arqueólogos, con la asombrosa cifra de treinta.
La Cueva del Indio en el sentido arqueológico estricto, es un sitio a considerar, producto a la gran cantidad de cadáveres y en consecuencia, ser una cueva sepulcral ampliamente usada por los aborígenes.
Igual pudo suceder con la Cueva No. 1 de Punta del Este u otra cualquiera, lamentablemente con pocas condiciones para preservar naturalmente los huesos humanos hasta nuestros días. En unos sitios decidió el escaso espesor del suelo cavernario y en otros la acción del hombre moderno, los animales y demás factores externos capaces de alterar el lugar.

En la cosmogonía de los primeros indopineros, desempeñó un papel central el culto a los muertos, caracterizado por la práctica mágica de pintar sus huesos de rojo, clara alusión a la sangre vivificadora y buen ejemplo de lo que James Frazer llamó magia imitativa o por semejanza. Aquí, siguiendo al etnólogo inglés, la lógica implícita es "lo semejante produce lo semejante".
Asociados a los pictogramas rojos y negros, los ritos adquieren complejidad plástica en el lenguaje del arte y bien se puede acudir a la etnología comparada con la intención de buscar ejemplos que permitan comprender, en pueblos aproximadamente de igual desarrollo socioeconómico, cómo se integran los factores estudiados.

En las praderas norteamericanas un anciano brujo de la tribu Oglaglá dice:
"El círculo es sagrado porque el gran espíritu ha hecho todos los objetos redondos... El Sol, la Tierra y la Luna son redondos como un escudo... Todo lo que crece, como el tronco de un árbol, es redondo... El círculo cierra el horizonte y de los cuatro ámbitos del círculo llegan los cuatro vientos"
Desde Australia llega otro testimonio, el de las Churingas, una especie de guijarros o tablillas redondeadas donde se pintan círculos concéntricos rojos. La ceremonia se realiza ante la presencia de la comunidad y atañe específicamente a jóvenes iniciados en la mayoría de edad. Muy revelador es este testimonio recogido por Núñez Jiménez:
"...el celebrante procede a la lectura de una churinga siguiendo con el dedo la continuidad de su frase grabada y encuentra, a medida que avanza, los períodos sucesivos de un recitado mágico de imágenes sonoras y revela el potencial mítico inherente al grabado australiano"
La Churinga por lo demás es considerada por la tribu como "caída del cielo" y se esconde en lugar apartado, como un talismán o resguardo protector del iniciado, vinculándose a sus antepasados.
Las citas son ilustrativas de la mitología de los pueblos que relacionan la vida y la muerte, la fecundación, los ritos de iniciación y demás temas asociados a la expresión plástica del círculo y el color rojo.
En la Amazonia hay rituales parecidos, como la iniciación entre los Tikunas, donde un gran tapiz de tukurí representa el Gran Círculo del Universo pintado en rojo, sus límites en negro con clara alusión a los puntos cardinales y otras variadas escenas en color verde.
En el caso de los aborígenes de la Cultura del Caracol, aunque su producción de objetos artísticos es pobre, el afán por hacer ofrendas a los muertos queda probado con el descubrimiento en los entierros de cuentas de concha y la rara presencia de piedrecillas de cuarzo, imposibles de encontrar entre las calizas de la llanura sureña y por ello traídas para la ocasión desde las altas tierras septentrionales.

Es muy difícil saber a ciencia cierta qué quiso decir el aborigen pinero, la cuestión no estriba sólo en su falta de escritura y en el aislamiento de esos hombres respecto a los tiempos históricos, el problema es que, esencialmente, el mensaje plasmado fue hecho para ellos mismos.
Sin embargo, el humano intento de explicar este eterno problema del ser, aún no resuelto en la sociedad contemporánea, queda imperecederamente en los pétreos cofres que son las cuevas mencionadas anteriormente.

Fuentes

Núñez Jiménez, Antonio. Isla de Pinos. Piratas, colonizadores, rebeldes. Editorial Arte y Literatura. La Habana. 1976.
Núñez Jiménez, Antonio. Cuba, dibujos rupestres. La Habana. 1975.
Núñez Jiménez, Antonio. El arte rupestre cubano y su comparación con el de otras áreas de América. Editorial Ciencias Sociales. 1976.
Ortiz, Fernando. Las culturas indias en Cuba. Publicaciones del Instituto de Historia Municipal e Institucional. La Habana. 1943.