Esfinges del parque central de Manzanillo

Plantilla:Obra plástica o arquitectónica

Las esfinges del parque central de Manzanillo.

Es significativo el hecho de que las cuatro no son iguales: dos son egipcias y dos son romanas; y se distinguen porque las primeras llevan un velo que cae hasta los hombros y las segundas tienen una corona de ramas.


Resumen

El proceso fundacional de la ciudad de Manzanillo data de finales del siglo XVIII, y por aquel entonces, como es lógico suponer, la celeridad de su crecimiento en todos los órdenes, fue ocurriendo de forma gradual. Así, la plaza central (que recibió varios nombres), luego de quedar ubicada en el mismísimo núcleo de la localidad, no tuvo de siempre todos los elementos que atrajeran la mirada, y por qué no, el esparcimiento de sus visitantes. De modo que con el interés y afán de muchos de sus pobladores (que por supuesto, tuvieron además las garantías para una intervención de mejorías), es que se van incorporando con los años los diferentes objetos ornamentales que engalanan el parque.
En nuestro juicio, la diversidad y diferenciación de estos ornamentos, motiva al menos, formularnos algunas preguntas:

¿En qué medida es perceptible el influjo en estos predios de las culturas foráneas, específicamente las grecolatinas?
¿A qué obedece el hecho de colocar en una Plaza Real esculturas de esfinges, que fusionan rasgos de animales y seres humanos?
¿Quién fue el portador de estos ornamentos?
¿Con qué objetivo son traídas las esfinges a esta tierra manzanillera?
¿Cuándo se colocan las esfinges?
¿Qué significado mitológico guardan, que sea posible extrapolarlo a nuestra realidad?

Partiendo del hecho de que estamos dotados de un mestizaje cultural, debemos considerar que a la capital de nuestro país fue tardía la llegada de culturas europeas, en cualquiera de sus manifestaciones. Más tarde aún, llegó a otros predios alejados, razón por la cual a partir del siglo XIX es que fundamentalmente apreciamos diferentes estilos de esas culturas en varios sectores sociales.
Presumimos que al actual parque central de Manzanillo, se le fueron incorporando los elementos ornamentales poco a poco, sin que para ello, se tuviera en cuenta el seguimiento a alguna ordenanza de la municipalidad. Nos referimos a las farolas, a las fuentes de neptuno, a los bustos, y a las esfinges.

Las cuatro esfinges fueron traídas directamente desde Barcelona- España, y colocadas a finales del siglo XIX, el día 20 de junio de 1894; y al efecto se celebraron fiestas patrocinadas por el señor Sebastián Comas Coral, alcalde en comisión en aquella época colonial, hombre entusiasta que fue el iniciador de la transformación de la vetusta Plaza de Armas, y por cierto que andando el tiempo, un miembro de la Comisión de Ornato Público del Ayuntamiento.

El donante de estas esfinges fue Don Celestino Rovira Janer, el que según reza en el Tomo 10 – Folio 212 del Registro de la Propiedad de Manzanillo era natural de Villafranca del Panadés, provincia de Barcelona en Cataluña, España. Dado a estos menesteres del comercio, ya en el año 1890 (con solo 37 años de edad) era propietario de unas tierras en el Sitio de Monte Alto, en el realengo de la Ceiba, en el hoy barrio ingenio Esperanza. De modo que es lógico suponer que en uno de sus viajes de negocio es que transporta las susodichas esfinges. Es significativo el hecho de que las cuatro no son iguales: dos son egipcias y dos son romanas; y se distinguen porque las primeras llevan un velo que cae hasta los hombros y las segundas tienen una corona de ramas.
En la cultura egipcia, es evidente el afán religioso de su pueblo y la preocupación por la vida futura, lo que por supuesto les hacía creer en la inmortalidad, y hasta en una triunfante resurrección. Con tal motivación crearon templos, tumbas, mausoleos, etc. para perpetuar la memoria de los dioses y seres queridos.
En la cultura griega hay un elevado sentimiento de gracia, armonía, y belleza en favor del desarrollo de la inteligencia, lo que sirvió además, de modelo a las artes y de método a las ciencias. Pero con todo, un respeto innegable a la vida de ultratumba y a divinizar sentimientos y elementos de la naturaleza.

Ambos propósitos culturales tuvieron su reflejo muy bien acendrado en la escultura, y claro, con este legado podríamos considerar, ¿qué simbolizan para nosotros dichas esfinges?

Nos inclinamos sí, por verlas de frente a cada calle que converge en el parque, custodiando el acceso al mismo y de hecho, a su reliquia artística: la glorieta.

Consideramos además, que no sólo nos dan un toque más de belleza y armonía ornamental, sino también el sello distintivo de lo más simbólico de las culturas grecolatinas.
Abrazamos el supuesto de que tal y como ellas fusionan particulares rasgos de animales y seres humanos, así destacamos en nuestra identidad la inteligencia, el valor y la fiereza del manzanillero.


Fuentes

Lic. Virgen Mustelier Maceo

Oficina Municipal de Patrimonio

Enlaces externos

La Glorieta de Manzanillo

Museo Municipal