Geografía humana

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Concepto:Estudia la población humana, su estructura y sus actividades, cualesquiera que sean, económicas, sociales, culturales o políticas, en su contexto espacial.

Geografía humana: Rama de la Geografía que estudia la población humana, su estructura y sus actividades, cualesquiera que sean, económicas, sociales, culturales o políticas, en su contexto espacial. También abarca el modo en que la población se relaciona con la naturaleza. En sus niveles más simples, supone la descripción objetiva y la realización de mapas de las zonas donde, por ejemplo, se ubican industrias o ciudades; pero los intereses de la geografía humana son más complejos que los anteriores. En particular, busca el cómo y el porqué del desarrollo de determinadas estructuras y actividades humanas en un lugar particular.

Estos enfoques, no obstante, han variado considerablemente. Por ejemplo, algunos investigadores consideraron que el lugar, en el sentido del espacio físico de una zona, determina las actividades y estructuras de la población. Con posterioridad, otros geógrafos ignoraron los aspectos físicos del lugar y, en cambio, se concentraron en la realización de modelos sobre las relaciones puramente espaciales entre las estructuras humanas (como los asentamientos) y las actividades. Más recientemente, algunos investigadores se han interesado por el modo en que las relaciones de poder afectan al uso del espacio por parte de la población, mientras que otros se han centrado sobre el modo en que la gente percibe el espacio y el impacto que ello tiene sobre las actividades que realizan en él. Todos estos enfoques reflejan, en parte, la tendencia de la geografía humana a lo largo de su historia a abrirse a ideas y métodos de otras disciplinas. En varias ocasiones, los investigadores han vuelto su vista hacia la biología, la física, la economía, la ciencia política, la sociología, la psicología y a la teoría literaria para estudiar la ocupación de la Tierra por parte del ser humano. Otra tendencia, asociada en particular, pero no de modo exclusivo, al temprano desarrollo de la geografía como disciplina académica, ha sido el deseo de elaborar un enfoque geográfico y una metodología propias. Esto, sin embargo, no es de interés para muchos investigadores contemporáneos de la Geografía humana. La disciplina está dividida, hoy día, en distintas especialidades, que a menudo tienen más en común con otras disciplinas que entre ellas mismas. También se ha señalado que la geografía humana en su totalidad está en peligro de desvanecerse como disciplina distintiva, incorporándose sus áreas temáticas en una ciencia social más amplia.

Desarrollo Histórico

La geografía humana inició su desarrollo como rama de la geografía a finales de siglo XIX. Era la época en la que comenzaban a crearse los primeros departamentos de geografía en las universidades y los geógrafos intentaban establecer esta materia como una disciplina académica formal, con un enfoque y metodología propias. En concreto, buscaban superar la imagen de la geografía, identificada con los viajes de exploración, de ser meramente un instrumento de la expansión imperialista y una recopilación de historias de exploradores. Todo ello había impedido el reconocimiento de la geografía como disciplina académica durante la mayor parte del siglo XIX. Los primeros estudios sobre el hombre y su relación con el medio ambiente tendieron a seguir una de las siguientes corrientes. La primera era la Geografía regional, que, aunque diferente de la geografía humana, tuvo una muy estrecha conexión con ésta durante los primeros años. Los geógrafos regionales intentaban, por un lado, identificar el carácter propio de las regiones, de tal modo que cada una se distinguiera del resto, y, por otro, estudiar los factores que provocaban tales variaciones regionales. Para muchos geógrafos, como el estadounidense Richard Hartshorne, el desarrollo de la geografía regional fue muy importante, ya que proporcionó un objeto de estudio estrictamente geográfico y un marco donde sintetizar el estudio de los aspectos humanos y físicos de la geografía, sin imponer dirección alguna. Por estas y otras razones, la geografía regional, en sus diversas facetas, fue la base de la mayor parte de la enseñanza de la geografía durante la primera mitad del siglo XX, especialmente en Europa. La segunda de las corrientes, desarrollada por algunos de los primeros geógrafos, de manera especial en Estados Unidos, fue el determinismo geográfico, o simplemente, determinismo. El medio ambiente desempeñaba un importante papel en la geografía regional. El suelo y el clima afectan, obviamente, al tipo de agricultura practicada, mientras que la presencia de grandes yacimientos de carbón puede tener una notable importancia en la localización de la actividad industrial. No obstante, los deterministas elevaron el papel del medio físico hasta convertirlo en el único factor a considerar. Influidos, de forma especial, por las ideas evolucionistas de Charles Darwin, mantenían que las condiciones físicas determinaban no sólo las actividades del hombre, sino también la propia naturaleza de las personas. Se considera que fue el geógrafo alemán Friedrich Ratzel quien dio origen al determinismo de la naturaleza, aunque su desarrollado vino de la mano de algunos geógrafos estadounidenses, en especial por Ellen Churchill Semple y Ellsworth Huntington, quienes argumentaron que el medio físico afectaba al carácter de las personas. Con estas y otras ideas, estos geógrafos obtuvieron una serie de conclusiones esencialmente racistas sobre los pueblos de diferentes partes del mundo. En Europa, los principales geógrafos rechazaron en gran medida el determinismo. No obstante, la influencia del medio físico conservó su gran importancia. Geógrafos como Paul Vidal de la Blache, figura muy influyente en la geografía regional y humana francesa, o el británico H. J. Fleure desarrollaron el concepto del posibilismo del medio ambiente, según el cual el medio físico constriñe la actividad humana, pero sin determinarla, a la vez que el ser humano influye sobre aquél. El debate entre los posibilistas y los deterministas fue uno de los principales rasgos de la geografía humana durante las primeras décadas del siglo XX. No obstante, el determinismo había quedado desacreditado ya en la década de 1940, por una serie de razones, incluida la falta de rigor académico y el auge del nazismo en Alemania, que empleó argumentos deterministas. Durante la primera mitad del siglo XX, se produjo el desarrollo de una geografía sistemática gracias a estudios independientes de los aspectos físicos y humanos de las regiones. Este enfoque supuso el nacimiento de subdisciplinas, de tal modo, por ejemplo, que la geografía económica, social y política comenzaron a formar áreas de estudio independientes. A medida que las diversas subdisciplinas de geografía humana se ramificaron a su vez, surgió una especialización cada vez mayor. Por ejemplo, la Geografía económica se dividió en geografía industrial y geografía agraria. No obstante, a pesar de esta especialización máxima, los elementos esenciales de la geografía permanecieron prácticamente inalterables, y entre la década de 1930 y los primeros años de la posguerra, hubo un periodo de cierta estabilidad en esta evolución. Esta estabilidad fue disolviéndose, gradualmente, durante las décadas de 1950 y 1960, a medida que se iniciaron nuevas críticas, relacionadas con la escasa reputación de la geografía como ciencia. Los ataques aumentaron contra la geografía regional al basarse en la mera descripción y centrarse en las características exclusivas de las regiones, a expensas del desarrollo de teorías generales. Las diversas ramas de la geografía humana llevaron a cabo intentos de plantear generalizaciones útiles, pero aun así no fueron suficientes para que la geografía ganara la respetabilidad de otras ciencias sociales, como la economía o la psicología. En concreto, se pensaba que la Geografía humana no podía progresar por su falta de una base teórica científica. Estas críticas llevaron al nacimiento de un nuevo enfoque de la geografía humana, que, rápidamente, se convertiría en la metodología dominante. Las principales características de este enfoque fueron, en primer lugar, que estaba apuntalado por el positivismo lógico, una corriente filosófica que identifica la ciencia con el conocimiento y que enfatiza el empirismo y la verificación. La metodología resultante, adoptada en gran medida de otras disciplinas, suponía el uso de modelos (versiones simplificadas de la realidad) y análisis estadísticos para someter a prueba y verificar las hipótesis, con la finalidad de establecer leyes universales y poder predecir, de forma similar a como lo hace la física, acontecimientos sometidos a dichas leyes. En segundo lugar, el interés de esta nueva corriente era la localización. En este caso, el término localización hace referencia a la situación de los fenómenos en el espacio y las relaciones existentes entre ambos. Así pues, este enfoque de la geografía humana fue conocido como análisis espacial. Debido a la enorme importancia que esta nueva metodología otorgó a los modelos y a los sistemas matemáticos, los cambios acaecidos durante este periodo reciben el nombre de revolución cuantitativa, aunque en sentido estricto este término no es exacto. En contraste con las anteriores tendencias de la geografía humana, el análisis espacial ignoraba el medio ambiente. En los modelos, realizados para simplificar las complejidades de la vida real y poder analizar y comprender los procesos esenciales, la Tierra era considerada uniforme, esto es, plana sin rasgos topográficos diferenciados, que hicieran una parte de la superficie más atractiva para la actividad humana que otra. Esta superficie recibe el nombre de llanura isotrópica. La mayoría de los primeros trabajos realizados con estos modelos tuvieron lugar en Estados Unidos, donde se desarrolló el análisis espacial. Este tipo de análisis estaba inspirado en trabajos de anteriores investigadores, la mayoría alemanes, de los cuales pocos eran geógrafos. Sus trabajos se tradujeron al inglés en esta época. Entre los más influyentes de estos modelos desarrollados por estos investigadores pioneros están: el modelo del uso del suelo agrícola, propuesto por el terrateniente alemán Johann Heinrich Von Thünen, en una fecha tan lejana como 1826; el modelo de desarrollo urbano, propuesto por primera vez por el sociólogo estadounidense Ed Burgess en 1924, y las posteriores modificaciones de Homer Hoyt (1939) y Harris y Ullman (1945); y el modelo de la teoría del lugar central de la localización de los asentamientos, establecido por el geógrafo alemán Walter Christaller en 1933, y el similar, pero más complejo, modelo del economista alemán August Lösch en 1940. A pesar de que muchos investigadores del análisis espacial se centraron, en principio, en el trabajo empírico para mejorar los modelos anteriores y proporcionar ejemplos, también se llevaron a cabo gran número de trabajos originales de gran importancia. Entre los más conocidos se encuentra el estudio del sueco Torsten Hägerstrand sobre la teoría difusionista, y el del británico Peter Hagget sobre la teoría del lugar central y sistemas de análisis. Aunque la geografía física también adoptó el sistema cuantitativo y de modelos en esta época, el interés de la geografía humana sobre el análisis espacial supuso que la vieja tendencia a la separación de las dos vertientes de la geografía, que la geografía regional había intentado superar, se aceleró. Por vez primera la geografía humana se separó del medio físico. Este divorcio fue más acusado en Estados Unidos, pero también fue perceptible en Europa, especialmente en Gran Bretaña. Más aún, muchos geógrafos, especialmente de la geografía humana, creyeron que el nuevo enfoque aportaba a la disciplina un campo de estudio único, capaz de sustituir a la geografía regional: la ciencia espacial. La metodología de esta ciencia espacial fue compartida por otras ciencias, con lo que se convirtió en una disciplina tan rigurosa como las otras; sin embargo, el elemento espacial significaba que la geografía podría diferenciarse muy claramente del resto de ciencias, algo que anteriormente no sucedía: un antiguo geógrafo del transporte apenas se diferenciaba de un economista del transporte. El uso de modelos en la geografía fue, inicialmente, criticado de forma mayoritaria, dada la ausencia de cualquier referencia al medio físico. Una crítica más dura a los modelos de análisis espacial, sin embargo, hacía referencia a su dependencia a las teorías económicas neoclásicas y, en particular, a la existencia de un ‘ser racional’, cuyas decisiones estaban totalmente determinadas por la racionalidad económica (véase Economía: los neoclásicos). De este modo, y como ejemplo, siempre se realiza el viaje de menor coste económico, siempre se adquieren los productos y servicios más baratos. A diferencia de los factores medioambientales, que eran ignorados, el ser racional era un ingrediente esencial del análisis espacial. Un resultado de estas críticas fue el desarrollo de una nueva tendencia, denominada geografía del comportamiento, que recalcaba la naturaleza de la toma de decisiones y el papel de quienes las hacen. Este énfasis requería que se examinaran las motivaciones de aquéllos. La identificación de las preferencias individuales, de los valores e incluso de los prejuicios adquirió una gran importancia en el intento de analizar la localización espacial. Estos estudios obtuvieron una gran preeminencia en el estudio de la distribución espacial de la industria, pero no se limitaron a este campo. Las críticas al análisis espacial, no obstante, continuaron, principalmente porque era demasiado científico e impersonal. Incluso dentro de la geografía del comportamiento, no se consideraba el lugar de la gente, sus sentimientos y sus aspiraciones. A finales de la década de 1960 y en la de 1970, el auge de los movimientos por los derechos civiles y del feminismo, así como un mayor interés por los problemas de los países en vías de desarrollo, era síntoma de una mayor atención a las desigualdades y a lo que se denominó como justicia social. La influencia de estos movimientos en muchos geógrafos, en especial en los jóvenes, produjo cambios en la evolución de la disciplina que han continuado hasta hoy día.

Metodología

En la geografía humana tradicional, los principales métodos eran, en particular, la observación y el registro, seguidos por una descripción detallada y la realización de mapas, aunque el análisis de datos secundarios también tenía importancia. Durante el periodo en el que el análisis espacial era la principal tendencia, se incluía entre los métodos empleados la realización de pruebas empíricas de la teoría deductiva, para lo cual se usaron los análisis estadísticos y la construcción de modelos. Los métodos actuales abarcan la obtención de datos primarios, mediante cuestionarios, entrevistas y técnicas de participación, y el análisis de los datos obtenidos, usando técnicas cualitativas y cuantitativas. La geografía humana incluye dentro de los datos secundarios los análisis de textos y la geografía radical las investigaciones empíricas, para lo cual hacen uso de estadísticas y otras fuentes. En el reciente resurgimiento del análisis espacial se está llevando a cabo el análisis detallado de datos como censos, estudios de mercados o códigos postales mediante la utilización de programas informáticos especializados, como los Sistemas de Información Geográfica, que permiten la realización de modelos.

Tendencias Actuales

Hasta la década de 1970, la evolución de la geografía humana había sido secuencial, con una corriente que sustituye más o menos y de forma gradual a otra como objeto principal de interés (aunque las anteriores tendencias no eran, necesariamente, eliminadas por completo). No obstante, en esa época la geografía humana inició tendencias divergentes, que se apoyaban en muy diferentes puntos de vista filosóficos, pero que coexistían entre ellas, más que reemplazar las unas a las otras. Al mismo tiempo, se produjo, al igual que en otras disciplinas académicas, una creciente especialización dentro de cada una. En la actualidad, la mayoría de los geógrafos humanos se identifican a sí mismos más a través de sus especialidades, como, por ejemplo, la geografía económica, social o urbana, que como meros geógrafos o geógrafos humanos. Se pueden identificar dos tendencias principales en la actualidad, resultado de esta divergencia, aunque no son las únicas. La primera de éstas recibe a menudo el nombre de geografía humanística. Reacción a la esterilidad percibida sobre el análisis espacial, la perspectiva humanista ubica en el centro de la geografía al sentimiento humano. De carácter filosófico, la geografía humanística se halla en estrecha relación con la fenomenología y el existencialismo. Los geógrafos humanistas rechazan la objetividad del positivismo, al que pretende sustituir por la subjetividad. Al hacerlo, rechazan, igualmente, los intentos de identificar leyes o principios generales. Los sentimientos individuales son geografía. Estos sentimientos, emociones o juicios están asociados a un lugar, por lo que el estudio del concepto de ‘sentido del lugar’ ha sido, durante cierto tiempo, uno de los principales objetivos de la geografía humanística. La segunda reacción en contra del análisis espacial, surgida desde el punto de vista de la justicia social, ha sido la geografía radical. Esta tendencia intenta comprender los procesos a través de los cuales, por ejemplo, se ha generado y se perpetúa la desigualdad por razón de raza, sexo o edad. Para algunos geógrafos de esta corriente, la geografía radical también ha de buscar las formas de superar estas desigualdades. Uno de los principios fundamentales de la geografía radical es que es inútil estudiar la geografía ‘visible’ de las relaciones espaciales sin analizar las relaciones de poder, en general, y las estructuras políticas y económicas en las que se encuentran, en particular. Por ejemplo, un estudio de la localización industrial no tiene sentido a menos de que se lleve bajo la luz de la comprensión de la economía global, los aranceles y los acuerdos comerciales y la actuación de las empresas multinacionales. Una de las principales bases teóricas de esta corriente fue el marxismo. Debe señalarse que para la mayoría de los geógrafos marxistas, el marxismo era una teoría y una metodología para el estudio de la economía política más que una ideología política. Una de las principales figuras en el desarrollo del análisis marxista en la geografía es el geógrafo británico David Harvey, famoso por su libro Justicia social y ciudad (1973). Continúa siendo uno de los más influyentes geógrafos radicales. En la década de 1990, la geografía radical y la humanística han seguido evolucionando como parte de un proceso continuo de crítica teórica y de creciente especialización. Estos cambios son, a menudo, difíciles de seguir, pero sus frecuentes apariciones demuestran que la geografía humana sigue siendo importante. Las viejas tradiciones también perviven. Los estudios regionales, aunque no están directamente relacionados con la geografía regional del pasado, constituyen una materia interdisciplinar en la que se incluye la geografía humana, que reconoce a la región como un importante objeto de estudio. Por su parte, el análisis espacial nunca ha llegado a desaparecer. Un pequeño número de geógrafos humanos continuó esta tendencia y, en la actualidad, con la llegada de una nueva y poderosa herramienta de trabajo, como son los sistemas de información geográfica, está conociendo un considerable resurgimiento. Por último, no es posible acabar este artículo sin comentar el regreso de la geografía humana al medio físico. Las relaciones entre la población y el medio ambiente es el centro de interés en la actividad política. La geografía humana y las ciencias naturales van de la mano en cuestiones como la gestión de los recursos en las tierras áridas de África, la conservación de la Amazonia o las causas y consecuencias del recalentamiento del planeta. Es posible que la geografía humana, al menos en una de sus vertientes, haya retornado a sus raíces.

Fuentes