Los niños de la concha (óleo)
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Los niños de la concha, el Niño Jesús y san Juanito aparecen juntos en actitud de jugar es una imagen devocional dirigida a una piedad sencilla pero servida con una depurada técnica pictórica, enormemente popular.
Características del óleo
El escenario de esta obra no es excesivamente grande y los protagonistas pasan a primer plano ocupando casi todo el lienzo. Persiste en este cuadro la ordenación decreciente del grupo de los personajes, la composición está inscrita en un triángulo, siendo la cabeza de Jesús el vértice superior. Los contrastes de luces y sombras son sorprendentes y otorgan una especie de bruma a la escena, bruma conocida como "efecto vaporoso" que caracterizará las últimas obras del pintor. La combinación de idealismo y realismo también es significativa; su pincelada se hace más suelta, aunque el colorido es similar, con predominio de gamas oscuras.
Los niños de la concha muestran ante todo el gusto de Murillo por los temas infantiles, que le permite interpretar de forma admirable estas historias evangélicas de la infancia puestas de moda por el nuevo sesgo de la piedad de su tiempo.
La pintura
En este cuadro el Niño Jesús está dando de beber a San Juan Bautista niño. Las figuras están acompañadas por los símbolos que las identifican. Así, por un lado se tiene a San Juanito sosteniendo la cruz de su martirio, vestido con la piel de camello y acompañado por un cordero.
En la filacteria que rodea la cruz se puede leer «Ecce Agnus Dei», la cual alude a las palabras de Juan Bautista, quien llamó a Cristo el Cordero de Dios. El niño Jesús aparece de pie y en un plano superior al de San Juanito y alrededor de su cabeza se abre un fondo de Gloria, el cual puede aludir a su naturaleza divina.