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'''Puente de la cruz'''. El monumento a la cruz que ha dado nombre al puente que une la calle Independencia con la carretera a Camajuaní, como popularmente se le conoce, tiene antecedentes en una cruz de madera que, se cree, fuera encontrada por los remedianos emigrantes en las inmediaciones del paso del río que llevaba el nombre del Monte (actual Cubanicay) en el camino al Cayo, cuando llegaron a estos parajes con la finalidad de fundar un nuevo asentamiento, que hoy es la ciudad de Santa Clara, hecho ocurrido en las inmediaciones del actual parque El Carmen, el 15 de julio de 1689.
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'''Puente de la cruz'''. El monumento a la cruz que ha dado nombre al puente que une la calle Independencia con la carretera a Camajuaní, como popularmente se le conoce, tiene antecedentes en una cruz de madera que, se cree, fuera encontrada por los remedianos emigrantes en las inmediaciones del paso del río que llevaba el nombre del Monte (actual Cubanicay) en el camino al Cayo, cuando llegaron a estos parajes con la finalidad de fundar un nuevo asentamiento, que hoy es la ciudad de Santa Clara, hecho ocurrido en las inmediaciones del actual parque El Carmen, el [[15 de julio]] de [[1689]].
  
 
==Leyenda==
 
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Cuando hubo terminado con la vida de Ramón cavó una fosa y en ella colocó a su novia cubierta con hojas verdes de los árboles. Una vez concluido el acto del enterramiento colocó una rústica cruz de madera en el lugar donde yacía su amada como una manera de sacralizar el lugar.
 
Cuando hubo terminado con la vida de Ramón cavó una fosa y en ella colocó a su novia cubierta con hojas verdes de los árboles. Una vez concluido el acto del enterramiento colocó una rústica cruz de madera en el lugar donde yacía su amada como una manera de sacralizar el lugar.
Esta trágica leyenda que hoy enriquece el folklor del pueblo santaclareño resulta muy significativa por cuanto la mencionada cruz permaneció en el lugar, dio nombre al paso del río y después al puente construido en 1862, a pesar de que las autoridades del gobierno en la ciudad lo llamaron oficialmente “Isabel Segunda” en honor a la reina de España, pero la fuerza de la tradición pudo más que el interés de aquellos que deseaban homenajear a la Soberana, y el pueblo continuó llamándole “Puente de la Cruz” hasta el día de hoy.
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Esta trágica leyenda que hoy enriquece el folklor del pueblo santaclareño resulta muy significativa por cuanto la mencionada cruz permaneció en el lugar, dio nombre al paso del río y después al puente construido en [[1862]], a pesar de que las autoridades del gobierno en la ciudad lo llamaron oficialmente “Isabel Segunda” en honor a la reina de España, pero la fuerza de la tradición pudo más que el interés de aquellos que deseaban homenajear a la Soberana, y el pueblo continuó llamándole “Puente de la Cruz” hasta el día de hoy.
  
El 26 de abril de 1861 en reunión ordinaria del gobierno de Santa Clara, se dio lectura a un oficio de la comisión de obras públicas con fecha del día anterior (25 de abril) al que adjuntaba el posible presupuesto ($165,25) para el monumento a la cruz del puente que situaría en el lugar donde se encuentra actualmente. Hay otras referencias, no tratadas en el acta, acerca de un catalán, residente en Santa Clara, Martín Camps Oliver que donó la cruz de mármol,  traída de Barcelona por un precio de 20 onzas de oro y colocada en el monumento. En la propia acta se acuerda celebrar la ceremonia de bendición el día 3 de mayo a las 5:00 de la tarde con la participación de autoridades militares, civiles y eclesiásticas de la villa.
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El [[26 de abril]] de [[1861]] en reunión ordinaria del gobierno de Santa Clara, se dio lectura a un oficio de la comisión de obras públicas con fecha del día anterior ([[25 de abril]]) al que adjuntaba el posible presupuesto ($165,25) para el monumento a la cruz del puente que situaría en el lugar donde se encuentra actualmente. Hay otras referencias, no tratadas en el acta, acerca de un catalán, residente en Santa Clara, Martín Camps Oliver que donó la cruz de mármol,  traída de Barcelona por un precio de 20 onzas de oro y colocada en el monumento. En la propia acta se acuerda celebrar la ceremonia de bendición el día [[3 de mayo]] a las 5:00 de la tarde con la participación de autoridades militares, civiles y eclesiásticas de la villa.
  
La cruz permaneció allí sobre su pedestal hasta que resulto dañada por algún indolente en el año 1921; el Doctor Pedro Camps y Camps, hijo de Martín Camps, costeó su reposición y se reinauguró el 12 de agosto de 1922. En 1996 el ciclón “Lily”, a su paso por Santa Clara, la derribo y en 1997 fue restaurada por motivos del remozamiento en la ciudad, en aquellos lugares relacionados con la Batalla de Santa Clara motivados por la llegada a la ciudad de los restos del Che y sus compañeros de lucha. Esta que existe actualmente la tercera réplica de la cruz.
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La cruz permaneció allí sobre su pedestal hasta que resulto dañada por algún indolente en el año [[1921]]; el Doctor Pedro Camps y Camps, hijo de Martín Camps, costeó su reposición y se reinauguró el [[12 de agosto]] de [[1922]]. En [[1996]] el ciclón “Lily”, a su paso por Santa Clara, la derribo y en [[1997]] fue restaurada por motivos del remozamiento en la ciudad, en aquellos lugares relacionados con la Batalla de Santa Clara motivados por la llegada a la ciudad de los restos del Che y sus compañeros de lucha. Esta que existe actualmente la tercera réplica de la cruz.
  
 
Posterior al año de su inauguración se comenzaron a celebrar en la calle Santa Elena, hoy Independencia, las fiestas de la cruz, los días 3 de mayo de cada año, conocidas como “Verbena de la Cruz de Mayo” o “Verbena de la calle Santa Elena”. Estas fiestas tuvieron su origen desde los primeros tiempos de la fundación de la villa, Manuel Dionisio González, el primer historiador santaclareño las recoge en su obra  Memoria histórica de la villa de Santa Clara y su jurisdicción, como las veladas que se realizaban durante nueve noches consecutivas en el interior de una casa donde se colocaba una cruz en un altar y se adornaba con hojas de palmas y flores.
 
Posterior al año de su inauguración se comenzaron a celebrar en la calle Santa Elena, hoy Independencia, las fiestas de la cruz, los días 3 de mayo de cada año, conocidas como “Verbena de la Cruz de Mayo” o “Verbena de la calle Santa Elena”. Estas fiestas tuvieron su origen desde los primeros tiempos de la fundación de la villa, Manuel Dionisio González, el primer historiador santaclareño las recoge en su obra  Memoria histórica de la villa de Santa Clara y su jurisdicción, como las veladas que se realizaban durante nueve noches consecutivas en el interior de una casa donde se colocaba una cruz en un altar y se adornaba con hojas de palmas y flores.
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Los vecinos adornaban la calle con palmas y otras plantas ornamentales, ponían luminarias y colgaduras, así sucedía cada noche con una cuadra diferente hasta completar nueve, que en aquel tiempo llegaban aproximadamente, hasta el río Bélico, hacia el oeste de la ciudad. Estos festejos, como todos los de carácter religioso, se iniciaban con una misa, en este caso, se hacía al pie del monumento y seguidamente las actividades recreativas en la calle Santa Elena, las que se amenizaban con música, bailes, fuegos artificiales y otros espectáculos y diversiones populares.
 
Los vecinos adornaban la calle con palmas y otras plantas ornamentales, ponían luminarias y colgaduras, así sucedía cada noche con una cuadra diferente hasta completar nueve, que en aquel tiempo llegaban aproximadamente, hasta el río Bélico, hacia el oeste de la ciudad. Estos festejos, como todos los de carácter religioso, se iniciaban con una misa, en este caso, se hacía al pie del monumento y seguidamente las actividades recreativas en la calle Santa Elena, las que se amenizaban con música, bailes, fuegos artificiales y otros espectáculos y diversiones populares.
  
Los vecinos se sentaban en familia, en las aceras de las casas y los más jóvenes paseaban por la calle. Algunas de estas celebraciones sirvieron de marco para la organización de ferias, como la de 1882 que fue aprovechada por el gobierno de la villa para recaudar fondos e impulsar la construcción del Parque, el Ayuntamiento acordó: «(…)tener ferias durante los mencionados días, sin alterar el orden ni infringir las disposiciones superiores y con la convicción de que solo se permitieran juegos lícitos, con más, lidias de gallos en los días tres, cuatro y cinco del mencionado mes de mayo y los dos últimos días de las veladas, o sea el diez y once del mencionado mes(…).»se mantuvieron funcionando todos los años hasta el estallido de la guerra del 95, según refiere José Berenguer y Sed en su libros Tradiciones Villaclareñas.
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Los vecinos se sentaban en familia, en las aceras de las casas y los más jóvenes paseaban por la calle. Algunas de estas celebraciones sirvieron de marco para la organización de ferias, como la de [[1882]] que fue aprovechada por el gobierno de la villa para recaudar fondos e impulsar la construcción del Parque, el Ayuntamiento acordó: «(…)tener ferias durante los mencionados días, sin alterar el orden ni infringir las disposiciones superiores y con la convicción de que solo se permitieran juegos lícitos, con más, lidias de gallos en los días tres, cuatro y cinco del mencionado mes de mayo y los dos últimos días de las veladas, o sea el diez y once del mencionado mes(…).»se mantuvieron funcionando todos los años hasta el estallido de la guerra del 95, según refiere José Berenguer y Sed en su libros Tradiciones Villaclareñas.
 
La calle Santa Elena, debió su nombre, a la referida cruz situada en el lugar donde se inicia dicha calle, producto de los vínculos legendarios existentes entre esta santa y la Santa Cruz, símbolo del cristianismo en el mundo.
 
La calle Santa Elena, debió su nombre, a la referida cruz situada en el lugar donde se inicia dicha calle, producto de los vínculos legendarios existentes entre esta santa y la Santa Cruz, símbolo del cristianismo en el mundo.
  

última versión al 11:37 16 dic 2021

Puente de la cruz
Imagen dePuente de la cruz
Ubicación: Santa Clara,Cuba
Inauguración: 2 de mayo de 1861



Puente de la cruz. El monumento a la cruz que ha dado nombre al puente que une la calle Independencia con la carretera a Camajuaní, como popularmente se le conoce, tiene antecedentes en una cruz de madera que, se cree, fuera encontrada por los remedianos emigrantes en las inmediaciones del paso del río que llevaba el nombre del Monte (actual Cubanicay) en el camino al Cayo, cuando llegaron a estos parajes con la finalidad de fundar un nuevo asentamiento, que hoy es la ciudad de Santa Clara, hecho ocurrido en las inmediaciones del actual parque El Carmen, el 15 de julio de 1689.

Leyenda

La cruz indicaba que allí yacían restos humanos, lo que originó una leyenda, recogida por el historiador santaclareño, Florentino Martínez en su libro Ayer de Santa Clara. Cuenta Florentino que cerca del lugar residía una familia, dueños de una pequeña hacienda ganadera, conformada por Justo Pérez y su esposa Manuela García, quienes tenían dos hijos: Ramón 20 años y María, 18. Llegó un día a la hacienda un joven llamado Jacinto, contratado para montero quien de inmediato se enamoró de María y ella, a su vez, le correspondió. Tienen que ocultar su relación porque Jacinto no era bien aceptado por el hermano de María a quien tuvo que enfrentar en varias ocasiones en defensa propia, a pesar de los esfuerzos que hacía para esquivar sus provocaciones, aunque Ramón desconocía el romance de su hermana, él odiaba a Jacinto por envidia a sus habilidades para el enlace del ganado.

En uno de los altercados provocados por Ramón, Jacinto se sintió muy confundido ante la disyuntiva que se le presentaba: el amor de María y el odio de Ramón, debía alejarse del lugar pero temía perder a su amada, por lo que decidió confesarle a ella su inquietud. La citó para un lugar cerca del río, (donde ahora se haya el monumento a la cruz), pero Ramón que lo siguió descubrió el encuentro de los enamorados. Fue tal su indignación que, ciego de ira intentó atacar con su machete a Jacinto, pero María se interpuso entre los dos y fue ella quien recibió el mortífero golpe del machete. Al percatarse de tal hecho, Ramón huyó despavorido. Jacinto lo persiguió, pero no le dio alcance y Ramón, más tarde, regresó ante el cuerpo de su hermana, ocasión aprovechada por Jacinto para propinarle un golpe mortal.

Cuando hubo terminado con la vida de Ramón cavó una fosa y en ella colocó a su novia cubierta con hojas verdes de los árboles. Una vez concluido el acto del enterramiento colocó una rústica cruz de madera en el lugar donde yacía su amada como una manera de sacralizar el lugar. Esta trágica leyenda que hoy enriquece el folklor del pueblo santaclareño resulta muy significativa por cuanto la mencionada cruz permaneció en el lugar, dio nombre al paso del río y después al puente construido en 1862, a pesar de que las autoridades del gobierno en la ciudad lo llamaron oficialmente “Isabel Segunda” en honor a la reina de España, pero la fuerza de la tradición pudo más que el interés de aquellos que deseaban homenajear a la Soberana, y el pueblo continuó llamándole “Puente de la Cruz” hasta el día de hoy.

El 26 de abril de 1861 en reunión ordinaria del gobierno de Santa Clara, se dio lectura a un oficio de la comisión de obras públicas con fecha del día anterior (25 de abril) al que adjuntaba el posible presupuesto ($165,25) para el monumento a la cruz del puente que situaría en el lugar donde se encuentra actualmente. Hay otras referencias, no tratadas en el acta, acerca de un catalán, residente en Santa Clara, Martín Camps Oliver que donó la cruz de mármol, traída de Barcelona por un precio de 20 onzas de oro y colocada en el monumento. En la propia acta se acuerda celebrar la ceremonia de bendición el día 3 de mayo a las 5:00 de la tarde con la participación de autoridades militares, civiles y eclesiásticas de la villa.

La cruz permaneció allí sobre su pedestal hasta que resulto dañada por algún indolente en el año 1921; el Doctor Pedro Camps y Camps, hijo de Martín Camps, costeó su reposición y se reinauguró el 12 de agosto de 1922. En 1996 el ciclón “Lily”, a su paso por Santa Clara, la derribo y en 1997 fue restaurada por motivos del remozamiento en la ciudad, en aquellos lugares relacionados con la Batalla de Santa Clara motivados por la llegada a la ciudad de los restos del Che y sus compañeros de lucha. Esta que existe actualmente la tercera réplica de la cruz.

Posterior al año de su inauguración se comenzaron a celebrar en la calle Santa Elena, hoy Independencia, las fiestas de la cruz, los días 3 de mayo de cada año, conocidas como “Verbena de la Cruz de Mayo” o “Verbena de la calle Santa Elena”. Estas fiestas tuvieron su origen desde los primeros tiempos de la fundación de la villa, Manuel Dionisio González, el primer historiador santaclareño las recoge en su obra Memoria histórica de la villa de Santa Clara y su jurisdicción, como las veladas que se realizaban durante nueve noches consecutivas en el interior de una casa donde se colocaba una cruz en un altar y se adornaba con hojas de palmas y flores.

Cada noche un mayordomo (anfitrión) diferente se ocupaba de patrocinar la reunión y ofrecía bebidas y alimentos típicos. También se organizaban juegos y otros entretenimientos, hasta que en 1761 un sacerdote solicitó la prohibición, bajo pena de multa de diez ducados y excomulgación debido a los excesos paganos en estas diversiones y sólo las autorizaba en casas de personas de probada religiosidad.

A partir de la inauguración del monumento, se abrieron al público para realizarse en exteriores por lo que se fueron haciendo cada vez más populares. Las veladas retomaron el tiempo de duración de las nueve noches (desde el 3 hasta el 11 de mayo). La iniciaba Martín Campos que costeaba la fiesta y arreglos de altares y a partir de la segunda noche «se colocaban cuatro banderitas en cada una de las cuatro casas de las cuatro esquinas, cuyos moradores pasaban a ser padrinos de las Veladas».

Los vecinos adornaban la calle con palmas y otras plantas ornamentales, ponían luminarias y colgaduras, así sucedía cada noche con una cuadra diferente hasta completar nueve, que en aquel tiempo llegaban aproximadamente, hasta el río Bélico, hacia el oeste de la ciudad. Estos festejos, como todos los de carácter religioso, se iniciaban con una misa, en este caso, se hacía al pie del monumento y seguidamente las actividades recreativas en la calle Santa Elena, las que se amenizaban con música, bailes, fuegos artificiales y otros espectáculos y diversiones populares.

Los vecinos se sentaban en familia, en las aceras de las casas y los más jóvenes paseaban por la calle. Algunas de estas celebraciones sirvieron de marco para la organización de ferias, como la de 1882 que fue aprovechada por el gobierno de la villa para recaudar fondos e impulsar la construcción del Parque, el Ayuntamiento acordó: «(…)tener ferias durante los mencionados días, sin alterar el orden ni infringir las disposiciones superiores y con la convicción de que solo se permitieran juegos lícitos, con más, lidias de gallos en los días tres, cuatro y cinco del mencionado mes de mayo y los dos últimos días de las veladas, o sea el diez y once del mencionado mes(…).»se mantuvieron funcionando todos los años hasta el estallido de la guerra del 95, según refiere José Berenguer y Sed en su libros Tradiciones Villaclareñas. La calle Santa Elena, debió su nombre, a la referida cruz situada en el lugar donde se inicia dicha calle, producto de los vínculos legendarios existentes entre esta santa y la Santa Cruz, símbolo del cristianismo en el mundo.

En época del emperador romano Constantino, se difundió a modo de noticia, la creencia en una visión celestial, que él aseguraba, había tenido, al observar en el cielo una cruz con un letrero resplandeciente donde se leía: «Con este signo vencerás». A partir de ese momento, Constantino llevó en su estandarte de guerra y en los escudos de los soldados, una cruz. Promulgó en el año 313 el Edicto de Milán con el que cesó la persecución que en Roma se llevaba a cabo contra el incipiente cristianismo y declaró: «…Damos a los cristianos y a todos el poder seguir libremente la religión que cada uno quiera…..sin preocupación ni molestias…».

Elena, la madre de este emperador, se solidarizó con su hijo, ya muy anciana visitó a Jerusalén, entre los años 326 ó 328, en el Monte Calvario, lugar donde en tiempos antiguos se hacían las crucifixiones. Ordenó excavar en el lugar señalado como el sepulcro de Jesús. En aquel tiempo era costumbre enterrar junto al cuerpo los instrumentos de tortura, en este caso, la cruz; a Jesús no sólo lo crucificaron sino lo vejaron y lo humillaron por lo que en su cruz colocaron una tablilla con una inscripción escrita con letras griegas, latinas y hebreas que decía: “Este es el Rey de los judíos” y lo colocaron entre dos reos para dar la imagen de que se trataba de un vulgar delincuente.

En las excavaciones ordenadas por Elena aparecieron las cruces y la tablilla mencionada se encontró desprendida y lejos por lo que no se podía determinar a cuál de las tres cruces pertenecía. Macarios, patriarca de Jerusalén ordenó someter las cruces a una prueba de “hacer milagros”, una de ellas consistió en llevar una mujer enferma de muerte a tocar las tres cruces, aquella que la curó fue la escogida para ser venerada. A partir de ese momento, por orden del emperador Constantino, a petición de su madre Elena, la cruz dejó de ser el instrumento de tortura para los reos condenados a la pena de muerte para convertirse en el símbolo del cristianismo en el mundo.

De estas tradiciones se infiere la riqueza histórica que guarda el monumento a la cruz del puente, y el Puente de la Cruz en Santa Clara, sitios vinculados íntimamente a la leyenda, donde se funden los valores del patrimonio cultural tangible e intangible que los hacen merecedores de una mayor atención, divulgación y muy especialmente, del rescate de estas fiestas olvidadas en el tiempo y de las que el pueblo gustosamente volvería a disfrutar.

Fuentes