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Pedagogía Historia de la Pedagogía HITOS DE LA SUPERACIÓN PEDAGÓGICA EN CUBA: La revisión documental realizada, permitió analizar los criterios de algunos pedagogos sobre la importancia que estos daban a la superación de los que dedicaban sus esfuerzos a la tarea de enseñar, ejemplo de ello se encuentran en las ideas de Diesterweg, expresadas por N. A. Konstantinov cuando plantea: “Tú solamente estarás capacitado para contribuir a la formación de otros cuando trabajes sobre tu formación personal”.[1] En Cuba, al igual que en el resto de América, la educación se inicia vinculada a la iglesia, las órdenes religiosas franciscanas, agustinos, dominicos y más tarde los jesuitas, establecen las primeras instituciones escolares, en particular en La Habana. Resulta necesario señalar que antes de 1791, fecha en que se inicia el recorrido de algunos hitos de la evolución que ha tenido la superación del personal docente en Cuba, ya existían desde 1607, el Seminario Tridentino de La Habana, cuya función era la formación de sacerdotes para la iglesia, posteriormente, en 1689, se funda el colegio San Ambrosio, con los mismos propósitos que el Seminario Tridentino, en 1720 se fundaron los colegios jesuita, San José, San Carlos y San Ignacio de Loyola. Por otra parte en 1722 se funda en Santiago de Cuba el Seminario San Basilio el Magno, también con el objetivo de formar aspirantes al sacerdocio, contribuyendo más tarde a la formación y educación de la oligarquía oriental. En 1728 se funda la [[Real y Pontificia Universidad de San Jerónimo, en La Habana y en 1773 se funda el Real y Conciliar Colegio Seminario San Carlos y San Ambrosio, también en la capital de la Isla, el que muy pronto fue famoso porque en sus aulas se forjarían los grandes maestros promotores de la pedagogía criolla, los que llegaron a considerar que la escuela es la vía idónea para lograr la formación de las generaciones pertenecientes a su clase, veamos algunos hitos de la evolución que ha tenido la superación del personal docente.

COLONIA (1791-1895).

Los primeros en iniciar la enseñanza elemental fueron los clérigos, quienes en sus iglesias, impartían: religión, lectura, escritura y las operaciones básicas con números naturales, poco tiempo después comenzaron a funcionar pequeñas escuelas en los pueblos y villas de la isla, sus maestros eran en lo fundamental negros y mulatos libres con conocimientos elementales para enseñar la fe, la lectura, la escritura y el conteo de los números. La enseñanza estaba dividida por sexo y en el caso de las escuelas de niñas se enseñaba además cocina y costura. José Agustín Caballero, abrió el camino de la tradición pedagógica progresista cubana, e inició la reforma filosófica desde finales del siglo XVIII e inicios del XIX. En relación con la enseñanza, en 1791 expresó: “… Los profesores ponían particular cuidado en producirse con expresiones enigmáticas que solo ofrecían ideas confusas, inteligibles solamente a los que querían convencerse, no por razón sino por capricho (…) Los profesores se valían en sus explicaciones de palabras que carecían de sentido y una docilidad mal entendida las admitía ciegamente” [2] Como se aprecia en estas palabras, Agustín Caballero, combatió el dogmatismo de la enseñanza y planteó nuevos puntos de vista en materia educativa, se pronunció porque los profesores actualizaran sus conocimientos, cambiaran sus métodos rígidos por otros que promovieran el debate de los estudiantes; en pocas palabras, los instaba a la superación personal. Sin embargo no es hasta 1793, fecha en que se funda la Sociedad Económica de Amigos del País, que comienza a tenerse un conocimiento más concreto sobre la enseñanza elemental en Cuba. En las filas del incipiente magisterio elemental se encontraban muy pocos maestros preparados para el ejercicio de la profesión por lo que cada uno enseñaba lo que sabía. En 1794, la Sociedad Económica de Amigos del País inició la formación irregular de maestros por la necesidad de preparar personal que impartiera las primeras letras, estos la recibieron a través de pequeños cursos y reuniones, una vez concluida la misma debían continuar elevando sus conocimientos de forma individual. G .J. García, en su libro, Bosquejo histórico de la educación en Cuba expresa lo planteado por José Agustín Caballero, en 1795, cuando se refiere al estado de la educación pública: “... el sistema actual de la enseñanza pública de esta ciudad retarda y embaraza el progreso de las artes (humanidades) y las ciencias...”[3] Una de las tareas asignadas a la Sociedad Económica de Amigos del País fue la de fomentar, vigilar y dirigir la educación pública, la misma nombró una comisión para que presentara un informe que normara el funcionamiento y control de las escuelas públicas, el que se consideró como el primer sistema escolar primario que hubo en Cuba, también se propuso el establecimiento de exámenes para los que ejercían el magisterio, con el propósito de tener a un personal mejor preparado, dicha propuesta solo se logró en las escuelas de niñas. La lucha por la enseñanza dentro de esa sociedad fue tan intensa que en 1816 se logró crear en su seno la Sección de Educación, la que se preocupó por el incremento de las escuelas en toda la isla y la habilitación de los docentes. J I. Rodríguez en su libro Vida del Presbítero Félix Varela expresa algunas ideas pedagógicas del maestro, considerado el primer combatiente revolucionario de la docencia. En un discurso pronunciado en 1817, Varela expresó: “… tengo probado por experiencia lo que habrán conocido todos los que se hayan dedicado a reflexionar sobre la educación pública y es que la juventud bajo el plan puramente mecánico de enseñanza que se observa en casi todas partes, adquiere unos obstáculos insuperables para el estudio”.[4] En el discurso, Varela analiza las consecuencias negativas que trae para el desarrollo del individuo una enseñanza mecánica. Cuando investigaba el origen de esos males, se dio cuenta que los maestros subestimaban la capacidad de los niños para combinar ideas y no lo irreflexivo de los métodos y el lenguaje que empleaban para enseñarlos a través de sus clases. En un censo realizado en el año 1836, logró conocerse que solo 417 maestros contaban con licencia autorizada para ejercer la profesión, aunque no se ha podido conocer el número exacto de maestros que laboraban en este tipo de enseñanza, la mayoría no poseía la preparación adecuada y tampoco se tenía un sistema de superación establecido para adquirir los conocimientos necesarios para elevar el nivel de la enseñanza en sus aulas. Por su parte, Luz y Caballero, dedicó sus esfuerzos al desarrollo de la independencia cognoscitiva, defendió el criterio de que los alumnos debían asistir a clases no para enseñarles todo lo que se conocía de un tema, sino para enseñarles cómo aprender a conocerlos, se pronunció porque los maestros analizaran los aspectos más importantes para que les dieran a los alumnos las fuentes donde podrían aumentar sus conocimientos, e inculcó en ellos el interés por la investigación. Expresó, además, cómo debían ser los centros de formación de maestros. En sus palabras sobre la escuela náutica dijo: “… Los institutos de educación son teatros donde la juventud debe tentar y robustecer sus fuerzas para marchar después sin ajeno apoyo (…) En vano buscaríamos el aprovechamiento por otros medios y caminos. En las ciencias no hay lugar a progresos si se quiere marchar con pies ajenos.”[5] Con estos planteamientos Luz y Caballero hace clara sus concepciones en relación al papel que juega la superación para el logro de un buen aprendizaje, y la necesidad de hacer ciencia partiendo de las propias experiencias sin importar modelos extranjeros que no siempre se corresponden con nuestras necesidades. En 1857, dirigida por los Padres Escolapios se creó la primera escuela normal de maestros, establecida en Guanabacoa, la que funcionó hasta el inicio de la guerra de independencia, durante su funcionamiento logró graduar a 112 maestros. Cuatro años más tarde en 1872, la Sociedad Económica de Amigos del País crea la Escuela Preparatoria para Maestros, que sirvió para organizar nuevamente el antiguo sistema de habilitación docente elemental que se había puesto en práctica en 1816. José Martí supo ver el alcance de la educación cuando ésta es dirigida a formar hombres capaces de pensar, de interpretar las leyes de la naturaleza y la sociedad y de utilizar todos sus conocimientos en el bienestar colectivo. El pensamiento pedagógico de José Martí representó el resumen de lo más positivo de la herencia anterior y a su vez, la proyección de ideas de alcance futuro. Entre sus principales concepciones estaban la crítica a los métodos escolásticos de enseñanza y el papel creador del maestro como resultado de una superación constante en el empleo de métodos encaminados a desarrollar la mente y que permitan, al alumno ser partícipe de su propio aprendizaje; pero esto sería posible, cuando el maestro fuera capaz de crear actividades encaminadas a promover el interés del estudiante en dependencia de sus necesidades y posibilidades. En 1892 se inauguran en La Habana dos escuelas normales, que solo funcionaron hasta 1895, al reiniciarse la lucha por la independencia. Es importante resaltar que la formación y habilitación de los maestros fue hasta 1892 de iniciativa privada. Ese fue el saldo educativo de la colonia, en un sistema donde se mezclaron esclavitud, feudalismo y capitalismo.

OCUPACIÓN NORTEAMERICANA (1895-1901).

La sistematización realizada posibilitó conocer que cuando los norteamericanos ocupan el territorio cubano, no existían escuelas normales, estas habían cerrado sus puertas al reiniciarse la guerra y en 1899 solo funcionaba, por iniciativa de la diputación provincial de La Habana, la Escuela de Artes y Oficios. El objetivo de los ocupantes de la patria era explotar de un modo científico las riquezas naturales e intelectuales. Les interesaba reorganizar el sistema escolar, extender la enseñanza elemental y formar maestros, pero en función de sus intereses; de diciembre de 1899 hasta agosto de 1900, aumentaron las escuelas elementales de 312 a 3313, estas no contaban con las condiciones mínimas y mucho menos con un personal calificado. La estructura de la enseñanza quedó organizada según el patrón norteamericano, los primeros textos escolares eran traducciones de los libros norteamericanos que exaltaban su historia y modo de vida. La necesidad de formar maestros, propició que se estableciera un sistema conocido como Maestros Certificados, los grados que ocuparían dependían de los exámenes hechos por los aspirantes. En septiembre de 1901 se hicieron las pruebas de primer grado, a las que se presentaron más de 6000 aspirantes, en ese año fueron enviados a los Estados Unidos 60 jóvenes a estudiar en la Escuela Normal de New Paltz. Se les sugirió a los maestros el estudio del inglés como parte de su superación. El interés por la misma tenía como objetivo el desarrollo de su labor en función de los intereses de Estados Unidos.

REPÚBLICA MEDIATIZADA (1902-1958).

El análisis realizado llevó al autor a identificar que al asumir la presidencia de la República Tomás Estrada Palma, una de las medidas tomadas fue la de suspender los exámenes para maestros certificados y prolongó la vigencia de las calificaciones obtenidas por estos, lo cual limitó la superación y calificación de los docentes. En 1902 se establecieron las escuelas normales de verano para superar al personal en ejercicio, estas funcionaron hasta 1909. Más tarde, bajo la presidencia José Miguel Gómez, se suspenden las escuelas de verano para los maestros, instaurada con la intervención norteamericana, y se convoca a nuevos exámenes conforme a las reglas de las órdenes militares. Entre 1916 y 1919, se fundaron las primeras Escuelas Normales para Maestros, creadas en las capitales de las entonces 6 provincias del país con excepción de La Habana, donde se fundaron dos centros que contaron con una matrícula de 50 estudiantes cada una, y se amplió años más tarde a 75 estudiantes por escuela. Como se puede apreciar el número de maestros preparados resultaba insuficiente para la cantidad de estudiantes que asistían a clases. En 1920, bajo la presidencia de Menocal, se dictó la circular número 98, que disponía, ante la carencia de maestros, se aceptaran a los aspirantes que en los exámenes de certificado hubiesen obtenido hasta 25 puntos sobre 100 y en caso de no cubrirse, se tomaran las medidas para cubrir las aulas que quedaran vacías. La superación, volvía a ser importante para mejorar la calidad de la educación. Cuando las Escuelas Normales, abiertas en 1916, comenzaron a graduar maestros, se produjo la equiparación con los del viejo sistema acelerado sin más trámites. En el año 1924, durante la presidencia de Alfredo Zayas, se convocó nuevamente a exámenes para maestros habilitados, estos podían aprobar con contenidos equivalentes al sexto grado, el título tendría una validez de 6 años, pasado ese tiempo tendrían que rendir exámenes en las Escuelas Normales. Esta disposición se prorrogó hasta el triunfo revolucionario. La situación del país provoca el estallido de la revolución en 1933, reprimida salvajemente por Caffery - Batista, centenares de maestros fueron expulsados de sus aulas. Aprovechando Batista el abandono de la escolaridad en las zonas rurales, organizó un sistema de maestros llamados Cívico-rurales, que portaban armas y tenían el grado de sargentos, muchos de ellos pasaron al campo revolucionario. Por esos años, Enrique José Varona, sostenía la línea de Luz y Caballero; y de Martí en lo relacionado al papel del maestro y los métodos de enseñanza cuando afirmó: “… El maestro debe saber estudiar, para que sepa enseñar a estudiar, aquí está en resumen, todo el problema de la pedagogía”.[6]

En el planteamiento se percibe su concepción acerca de la importancia de la superación del personal docente para que sepa enseñar al estudiante a estudiar, que solo podrá lograrse a través de una enseñanza profunda y del empleo de métodos adecuados para la adquisición de los conocimientos. De esta manera se formaron muchos educadores cubanos, que unidos a sus compañeros normalistas, pusieron su grano de arena en la edificación de los cimientos de la sociedad socialista.

REVOLUCIÓN EN EL PODER 1959.

El estudio histórico – lógico posibilitó valorar el sistema educativo cubano al triunfo revolucionario, la superficialidad, la anarquía, la inmoralidad administrativa, la pobreza de los contenidos y lo deficiente de los métodos empleados, unido a dos categorías de escuelas, la pública y la privada, fue lo que heredó la joven revolución. Desde el inicio de la revolución, comenzaron los cambios en el sector educacional, ejemplo de ello lo es la creación de los Institutos de Superación Educacional (ISE), que por RM / 10349 de 1960, se dedicaron a la formación y superación de los maestros permitiéndoles alcanzar el título idóneo para su desempeño, estos institutos se mantuvieron funcionando con ese nombre hasta 1975. El ejemplo más fehaciente de la importancia que da la revolución a la superación de los recursos laborales lo constituyó la campaña de alfabetización realizada en 1961. En 1962, el estado cubano cierra las Escuelas Normales y crea el Instituto Pedagógico “Antón Makárenko”, para la formación de maestros primarios, este comprendía tres etapas: Minas de Frío, Topes de Collantes y Tarará, en esta última los estudiantes se vinculaban a la docencia al cumplir con el principio martiano de unir la teoría con la práctica, su directora fue Elena Gil. Una vez graduados, continuaba la superación en los Institutos de Superación Educacional. En este mismo año se instituyó por Resolución Ministerial las brigadas “Frank País” que precedieron al movimiento de maestros voluntarios, los que cubrieron las necesidades en las zonas de montañas y con posterioridad se extendió al llano. La importancia que la revolución concede a la superación de los docentes para la formación ciudadana hizo que en 1964 se crearan los Institutos Superiores Pedagógicos, responsabilizados en la formación de profesores de nivel medio y superior, así surgieron: El Instituto Superior Pedagógico “Frank País” anexo a la Universidad de Oriente, El Instituto Superior Pedagógico “Félix Varela” anexo a la Universidad de Las Villas y El Instituto Superior Pedagógico “Enrique José Varona” anexo a la Universidad de La Habana. Posteriormente se crean los Institutos Superiores Pedagógicos de Matanzas y Camagüey. La necesidad de maestros producida en el año 1971, hizo que se organizaran planes emergentes para su formación, y se continuó con posterioridad su superación en los Institutos de Superación Educacional hasta alcanzar el título idóneo, las acciones de superación de este personal estuvieron centralizadas por el Ministerio de Educación a través de cursos, seminarios y preparaciones metodológicas. En el año 1975, los Institutos de Superación Educacional rediseñan sus objetivos y adoptan el nombre de Instituto de Perfeccionamiento Educacional (IPE), los que unido a la formación de maestros, asumen ahora la superación del personal docente al diversificar las ofertas de superación entre las que se encuentran los cursos de prelicenciatura para el ingreso del docente en los Institutos Superiores Pedagógicos, Estos Institutos de Perfeccionamiento dejan de funcionar en el año 1992. Sus profesores pasaron a reforzar los equipos metodológicos de los municipios.

El nivel de los conocimientos que se imparte en la enseñanza elemental aumenta cada año y resulta insuficiente la incorporación de estudiantes a la carrera de magisterio con un nivel de sexto grado por lo que en 1976 se crean las escuelas pedagógicas con un nivel de escolaridad de noveno grado. En la Plataforma Programática del Partido Comunista de Cuba, se expresa: “El personal docente ha de recibir una formación política e ideológica marxista-leninista y martiana, así como conocimientos científicos, técnicos y pedagógicos apropiados a las funciones que tienen a su cargo. En relación con ellos se tomarán las medidas necesarias para asegurar que todo el personal docente alcance los niveles exigidos por la alta misión que cumple…”.[7] Lo plasmado en la Plataforma Programática se corrobora por Fidel Castro Ruz, quien en 1978, refiriéndose también a la calidad de la enseñanza expresó: “Entonces lo más importante para nosotros ha empezado a ser ya, desde hace algunos años, la calidad de la enseñanza. Pero la calidad de la enseñanza va a depender fundamentalmente de la preparación del personal docente”.[8] La necesidad de elevar la preparación de los maestros primarios llevó al estado cubano a crear en 1978 en los Institutos Superiores Pedagógicos del país, la Facultad de Educación Infantil con el propósito de formar docentes con nivel universitario en este nivel de enseñanza. Esta nueva posibilidad de superación requirió de una nivelación para el ingreso de los maestros que se encontraban en ejercicio y comenzar la captación de estudiantes con un nivel de 12 grado, por lo que las escuelas de formación de maestros que venían funcionando con estudiantes de noveno grado no admiten nuevos ingresos, en la década del 90 estas escuelas cierran sus puertas y los Institutos Superiores asumen la responsabilidad de la formación de maestros primarios con un nivel de 12 grados, concluyendo así el capítulo de una enseñanza elemental con maestros de bajo nivel cultural.

En esta misma década, se adoptan decisiones para realizar diseños de superación sobre la base de las potencialidades y necesidades individuales de los docentes; el Ministerio de Educación refuerza la política de estudios de postgrado, se crean los cursos de Maestría de amplio acceso en Ciencias de la  Educación, aumenta la disponibilidad para la formación de doctores en Ciencias Pedagógicas, se procede al desarrollo de procesos de categorización de los maestros que hoy contribuyen al desarrollo de la universalización de la enseñanza en las sedes universitarias de sus territorios elevándose el nivel de preparación del profesorado cubano. Este desarrollo conduce a la creación de Consejos Científicos en los diferentes niveles de dirección, responsabilizados con el quehacer pedagógico y de superación de los docentes.

Refiriéndose a la importancia de la superación de los docentes para enfrentar con éxito la formación del individuo, el Director General Adjunto para la Educación de la UNESCO, en el discurso pronunciado ante la conferencia Pedagogía 97, manifestó: “Dado los desafíos que encara la sociedad, se exige que los maestros asuman nuevos roles y que posean el conocimiento, confianza y recursos para alcanzar las legítimas expectativas de la comunidad. También debe aprender con el decursar de la vida a desarrollar nuevas habilidades si quieren ser eficaces para enseñar a otros a aprender a saber, hacer, ser y vivir juntos”.[9] Actualmente se profundiza en la superación y su importancia para el desarrollo político, social, científico y cultural de un país. Durante la búsqueda bibliográfica fueron analizadas varias definiciones del concepto superación de autores como: Julia Añorga, un Colectivo de autores, el Diccionario Ilustrado, el presentado por Víctor Morles, el presentado en el Decreto 25 del Consejo de Estado de la República de Cuba y la expresada en el Glosario de Términos de la Educación Avanzada. La primera fuente citada define la superación como el “proceso de actualizar, completar y ampliar los conocimientos y desarrollar capacidades y hábitos de dirección en los cuadros que ya están desempeñando funciones como tales y tienen posibilidades de perfeccionar sus condiciones a los efectos de mejorar el desempeño de sus cargos o asumir mayores responsabilidades”.[10] En el Glosario de Términos de la Educación Avanzada se plantea: “Figura dirigida a diversos procesos de los recursos laborales con el propósito de actualizar y perfeccionar el desempeño profesional actual y/o perspectivo, atender insuficiencias en la formación, o completar conocimientos y habilidades no adquiridas anteriormente y necesarias para el desempeño”.[11] A través de los planteamientos formulados se aprecia una idea generalizadora que permite reflexionar acerca de que el destino de la sociedad cubana, como el de otros países y de la sociedad global en general, depende en gran medida de que se pueda brindar una educación de calidad y esa educación está condicionada, a su vez, por el nivel de superación que se le de a los docentes. Hoy a la luz de la Teoría de la Educación Avanzada, con la Dra. Julia Añorga como principal exponente, se proyectan sistemas de superación dirigidos a los graduados de cualquier nivel de enseñanza, en las disímiles ramas de la educación, la cultura, la producción y los servicios, buscando el mejoramiento profesional y humano de los recursos laborales, sociales y comunitarios del país, ejemplos de ello son las tesis en opción al titulo de Máster presentada por E. Caballero, quien propuso en 1996 un trabajo titulado. El Perfeccionamiento del Sistema de Superación de los Profesionales de la Educación Primaria, En ese mismo año, el MSC. S. Sánchez propone su trabajo. El taller: Una estrategia de superación para el desarrollo de la creatividad técnica en los profesionales de la Educación Primaria.. En 1999, Ángel Álvarez propone en su tesis de maestría un diplomado como una de las alternativas de superación para los jefes de ciclo de la Educación Primaria, más adelante en el año 2002 el Dr. Daniel González, realiza una propuesta de superación para los maestros primarios relacionada con la formulación de problemas matemáticos, la Dra. Maria Teresa Ferrer, propone también en el año 2002, Un Modelo para la evaluación de las habilidades pedagógicas profesionales del maestro primario. En el año 2003, la Dra. María Luisa Santiesteban, expone un programa educativo para la superación de los directores de las Escuelas Primarias del municipio Playa. Estos son algunos ejemplos de los cientos de profesionales que en el sector de la educación encaminan sus esfuerzos en aras de lograr el mejoramiento profesional y humano de los hombres y mujeres que se dedican a la noble tarea de enseñar.





BIBLIOGRAFÍA.

1. Álvarez A. Una alternativa de superación para los Jefes de Ciclo de la Educación Primaria. [Tesis de opción al título de Máster en Educación Avanzada]. La Habana, Cuba: Instituto Superior Pedagógico ““Enrique José Varona””; 1999. 2. Añorga J. Educación Avanzada, Boletín No 1, CENESEDA. ISPEJV. La Habana, Cuba: 1995. 3. ___________. Paradigma Educativo Alternativo para el Mejoramiento Profesional y humano de los recursos laborales y de la comunidad; Educación Avanzada resumen (libro 5) La Habana, Cuba: Instituto Superior Pedagógico “Enrique José Varona”, 1998, 4. Caballero E. El Perfeccionamiento del Sistema de Superación de los Profesionales de la Educación Primaria. [Tesis de Opción al título de Máster en Educación Avanzada]. La Habana, Cuba: Instituto Superior Pedagógico “Enrique José Varona”. 1996. 5. ___________. Pedagogía. La Habana, Cuba: Editorial Pueblo y Educación; 1984. 6. Ferrer Mª T. Modelo para la evaluación de las habilidades pedagógicas profesionales del maestro primario. [Tesis en opción al título de Master].La Habana, Cuba: Instituto Superior Pedagógico “Enrique José Varona”. 2002. 7. Fullana J. La elaboración de proyectos de investigación educativa. Criterios metodológicos para la toma de decisiones sobre el proceso de investigación. Departamento de Pedagogía. Universidad de Girona. 2001. 8. García L. Los retos del cambio educativo. La Habana, Cuba: Editorial. Pueblo y Educación; 1996. 9. Gil G. Aspectos a considerar en la elaboración del currículo. Revista Planive, Venezuela, 1985. 10. González D. La superación de los maestros primarios en la formulación de problemas matemáticos. [Tesis en opción al título de Máster]. La Habana, Cuba: Instituto Superior Pedagógico “Enrique José Varona”. 2002. 11. Kemis S. El currículo más allá de la teoría de la reproducción, 2da Edición. Madrid, España: Editorial. Morata, 1993. 12. Kú M. Sistema de Capacitación para los maestros de primer ciclo de la Escuela Primaria “José Vasconcelos” de Veracruz, México sobre la utilización de los videos didácticos. [Tesis en opción al grado científico de Doctor en Ciencias Pedagógicas]. La Habana, Cuba: Instituto Pedagógico Latinoamericano y Caribeño. 2004 13. Manes E B. Modelo estratégico para la superación de maestros de escuelas primarias en la atención a la diversidad. [Tesis en opción al Grado de Doctor en Ciencias Pedagógicas]. La Habana, Cuba: Instituto Superior Pedagógico “Enrique José Varona”. 2005. 14. Morles V. Educación, poder y futuro. Caracas, Venezuela; Universidad de Venezuela, 1988. 15. Sánchez S. El taller: Una estrategia de superación para el desarrollo de la creatividad técnica en profesionales de la Educación Primaria en Villa Clara. [Tesis en opción al titulo de Máster]. Instituto Superior Pedagógico “Enrique José Varona”; La Habana, Cuba: 1996. 16. Santiesteban M L. Programa educativo pare la superación de los directores de las escuelas primarias del municipio Playa. [Tesis en opción al título de Dra. en Ciencias Pedagógicas.] Instituto Superior Pedagógico “Enrique José Varona”. La Habana, Cuba: 2003.

[1] Konstantinov N. Historia de la Pedagogía, La Habana, Cuba. Editorial Pueblo y Educación.1974. p. 108. [2] Agustín J. Discurso sobre Física, Escritos varios, La Habana, Cuba: editorial Pueblo y Educación. T I p. 10. [3] García G J. Bosquejo histórico de la educación en Cuba. La Habana, Cuba, Editorial Libros para la educación, 1978. p. 26 [4] Rodríguez J I. Vida del Presbiterio Félix Varela La Habana, Cuba: Editorial Política. 1981. p. 61. [5] Luz y Caballero J. Escritos educativos, La Habana, Cuba: Editorial Pueblo y Educación. 1978. T 1 .p. 258. [6] Varona E J. Ob. cit .p. 140. [7] Plataforma Programática del Partido Comunista de Cuba. 1976, capítulo política educacional. La Habana, Cuba. Editorial Política, 1976, p. 23 [8] Castro F. Debemos brindar una enseñanza de calidad Periódico Granma, 1978 abril 4 Sec. Nacionales: 1: 1. [9]Director General Adjunto para la Educación de la UNESCO, Pedagogía 97 Granma, 1997 febrero 5; Sec Nacionales. 2: 3. [10] Consejo de Ministros de la República de Cuba. Decreto 125 de 1984. En: Selección de documentos políticos, jurídicos y de consulta sobre política y trabajo con los cuadros. La Habana, Cuba: Editorial. Política; 1986. p 5 [11]Añorga J. Glosario de Términos de Educación Avanzada. [Versión en disquete.] [Citado 2006 Oct 11] La Habana, Cuba, 2000. p. 8