Washakie

Revisión del 17:27 13 ago 2019 de Javiermartin jc (discusión | contribuciones) (Texto reemplazado: «<div align="justify">» por «»)
(dif) ← Revisión anterior | Revisión actual (dif) | Revisión siguiente → (dif)
Washakie
Información sobre la plantilla
Washakie Shoshoni.png
Indio piel roja de Norteamérica
NombrePina Quanah
Nacimiento1809
Montana, Estados Unidos Bandera de los Estados Unidos de América
Fallecimiento20 de febrero de 1900
Montana, Estados Unidos
NacionalidadEstadounidense

Washakie o Pina Quanah. Indio nativo de Norteamérica. Perteneció a la nación de los Shoshoni.

Síntesis biográfica

Washakie creció en estrecho contacto con los colonos blancos. Nació en Bitterroot Valley, en Montana. Sus padres lo llamaron Pina Quanah, que significa: Aroma de Azúcar. Era todavía un niño pequeño cuando su padre murió en un ataque de los guerreros Pies Negros. Su madre huyó con él, sus dos hermanos y dos hermanas a su tribu, los Lehmi, de los Shoshonis orientales y fueron admitidos allí.

Durante todo un verano, Pina Quanah cuidó un rebaño de caballos para comerciantes de pieles blancos. Cuando la temporada de caza terminó para los cazadores de pieles, los americanos le regalaron un viejo mosquetón, con el que alardeaba ante sus amigos, que solamente poseían flechas y arcos.

Después de matar su primer búfalo, Pina Quanah abandonó su nombre de niño. Quitó la piel de la cabeza del búfalo, arrancó los pelos, dobló la piel y la ató alrededor de un palo hueco, a través del que podía hincharla como un globo; después metió algunas piedras. Cuando la piel estuvo seca, las piedras en su interior producían un ruido similar al de una matraca.


Más tarde, llevaría ese ruidoso instrumento cuando iba a luchar, con el fin de asustar a los caballos enemigos. Desde entonces fue conocido como Washakie, que significa algo así como Matraca de piel cruda. Sus enemigos lo llamaban Cara Cicatriz o Jefe Dos Cicatrices, debido a que la flecha de un guerrero pies negros le había atravesado en una ocasión la mejilla izquierda.

Lucha contra la invasión

En muchos enfrentamientos con los pies negros y los absarokes demostró su valor. Era todavía bastante joven cuando se convirtió en jefe de su propio grupo y estableció su campamento en el Green River. Cuando el jefe supremo de los shoshonis del lugar murió, hacia 1848, Washakie se convirtió en su sucesor. A mediados del siglo XIX, tuvieron lugar grandes cambios en la patria de los shoshonis. La mayoría de los ríos, en su zona de caza, habían sido vaciados de peces y cada vez había menos castores. Los cazadores de pieles blancos y los comerciantes entraron en nuevas zonas de caza en la costa noroccidental del Océano Pacífico. Cada vez, mayores grupos de emigrantes blancos venían por el Oregon Trail a California y Oregón. Su camino atravesaba por medio del territorio de los shoshonis y de otras muchas tribus.

Familia deWashakie


Washakie había prohibido a sus guerreros atacar a los blancos que atravesaban su territorio. Con frecuencia, los guerreros shoshonis ayudaban incluso a los emigrantes en el paso de los ríos y les recogían las reses que se les habían escapado. Washakie sabía perfectamente por qué él no quería ningún enfrentamiento con los blancos. Mientras podía recordar, los shoshonis habían sido amenazados constantemente y presionados por los cherokees y los pies negros; desde el Este, la poderosa unión del Plater River, los sioux con sus aliados cheyennes y arapahoes, les atacaba sin cesar. Como eran inferiores en número, los shoshonis tuvieron que retroceder de los llanos en Wyoming y Colorado a las Rocky Mountains que se convirtieron en su fortaleza. Cuando aparecieron en su territorio cazadores y comerciantes blancos, los shoshonis no sólo pasaron a depender del intercambio de objetos, sino de la entrega de armas de fuego, con las que se podían defender de sus enemigos.

Además, Washakie tenía claro que su pueblo jamás sobreviviría a una guerra contra los blancos y estaba firmemente decidido a mantener la paz, también aunque el Oregon Trail viniera unido a una gran penuria y sufrimiento para su tribu. Cada vez más emigrantes se asentaban sin preguntar en el territorio de los shoshonis. Cuando un grupo de blancos construyó un ferry en el Gran River, Washakie hizo graves reproches contra los invasores:

“Éste es mi país y el país de mi pueblo. Mi padre vivió aquí y bebió agua de este río. Mi madre recogía aquí leña para el fuego. El búfalo y el alce venían aquí a beber y a pastar, pero todos han sido aniquilados y ahuyentados de nuestro territorio. Las vacas y los caballos del hombre blanco han agotado nuestros pastos. Toda la leña ha sido quemada. Cuando nuestros jóvenes salen ahora de caza y llegan cansados y hambrientos al campamento de un hombre blanco son golpeados, expulsados a patadas e insultados como, malditos indios. Sin embargo, yo siempre he sido un amigo del hombre blanco y les he dicho a mis guerreros que esta tierra no debe ser empapada en sangre. Hasta el día de hoy, ningún hombre blanco puede mostrar un lugar en todo nuestro territorio donde los shoshonis hayan matado a uno de los suyos; sin embargo, nosotros podemos dar fe de muchos testimonios donde hemos sido maltratados y lo hemos soportado pacientemente”.

En 1859, los colonos blancos abrieron una nueva ruta, la Lander Road, que se bifurcaba del Oregon Trail y que conducía por medio del territorio de caza de los shoshonis y los bannocks. Cuando Washakie se encontró con el ingeniero Frederik Lander, que había dinamitado aquel camino para hacerlo transitable, le dijo que no tenía intención de luchar contra aquella intromisión en sus territorios. Él no se hacía ninguna ilusión y sabía que su gente jamás conseguiría vencer a los blancos o hacerlos retroceder. Había advertido, una y otra vez, a sus jóvenes guerreros que jamás ganarían una guerra contra los Estados Unidos. A pesar de sus advertencias, algunos hombres de su tribu, entre tanto, hablaban abiertamente de que querían cabalgar por el sendero de la guerra. Estaban furiosos por el tráfico cada vez más intenso por la Lander Road, con lo que los últimos búfalos y el resto de la caza que aún quedaba fueron ahuyentados.

Sin embargo, muchos jóvenes no querían obedecer. Sigilosamente, se alejaron de la aldea de Washakie, a la orilla del Green River, para unirse a las bandas rebeldes, que estaban dirigidas por Cazador de Osos, un jefe de guerra shoshoni, y Pashego, un jefe bannock. Finalmente, en 1862, la ira soterrada estalló en guerra abierta y los rebeldes atacaron asentamientos de los blancos en las cercanías de la frontera entre Utah e Idaho y tendieron emboscadas a las caravanas en el Oregon Trail. El ejército llevó a cabo sangrientas represalias. Tropas de caballería atacaron el campamento de los rebeldes en Idaho y mataron a más de doscientos guerreros, entre ellos también a Cazador de Osos, e hicieron muchos prisioneros. El levantamiento no fue aplastado hasta el verano de 1863.

Washakie, que se había negado a participar en las luchas, se preocupó para que después se celebraran negociaciones de paz. Él pensaba sobre todo en el futuro. Desde hacía años, pedía una reserva para su pueblo en el territorio del Wind River en Wyoming. Otros jefes indios se habían opuesto a los planes del gobierno de fijar la residencia de su tribu en una reserva, pero Washakie opinaba que los indios, después de la llegada de los blancos, no podían seguir yendo de un lado para otro por el país como cazadores libres y guerreros. Los búfalos y los demás animales de caza desaparecían ostensiblemente.

Washakie en su Tipi

El Jefe indio estaba convencido de que lo mejor para su pueblo era hacerse sedentarios y convertirse en campesinos. Sin embargo, la patria de los shoshonis, en el valle del Green River, ofrecía una tierra de cultivo árida. Además, cada vez entraban más colonos blancos en el territorio y estaba planificada la construcción de una línea de ferrocarril por medio de él.

Washakie comunicó a los funcionarios del gobierno que si se le permitía ir con su gente hacia el norte, al fecundo valle del Wind River; aprenderían a cultivar la tierra y a cuidar ganado. En 1868, recibió la autorización para la realización de sus planes. En el acuerdo de Fort Bridger, se dispusieron 12.150 kilómetros cuadrados como reserva para los shoshonis.

En contrapartida, ellos renunciaban al resto del territorio que les había quedado entre Wyoming y Utah y aseguraban que conservarían la paz con sus vecinos blancos. Antes que Washakie firmara el acuerdo, lo analizó palabra por palabra con ayuda de dos traductores. Uno de ellos intentó explicarle el significado de las palabras paralelo y meridiano, que delimitaban la nueva reserva. Escuchó respetuosamente y después dijo que más tarde le gustaría aprender más sobre paralelos y meridianos, pero que ahora preferiría que se le explican los límites de la reserva con ayuda de nombres de ríos y montañas. Firmó el convenio el 4 de julio de 1868. Al poner la pluma sobre el papel, prometió renunciar, a partir de ese momento, a su antigua forma de vida y convertirse en campesino.

Washakie se sentía feliz, ya que había asegurado para su pueblo la mejor parte del territorio que les quedaba al norte, lejos de los asentamientos de los colonos blancos. Sin embargo, algunas tribus enemigas impidieron a los shoshonis durante un largo período de tiempo irse a vivir al nuevo territorio, en el que aún quedaban muchos búfalos. Ya antes habían luchado los shoshonis con los cherokees por aquel territorio. En el tiempo intermedio, habían firmado la paz con los cherokees, pero ahora los guerreros sioux, cheyenes y arapahos atacaban el campamento de caza de los shoshonis a orillas del Wind River.

Aunque Washakie estaba dispuesto a irse al norte; temía, sin embargo, que su pequeño grupo de guerreros no pudiera defender bien el territorio contra un enemigo mucho más poderoso. Por eso, pidió ayuda militar y, en 1869, el ejército levantó el Camp Brown en el corazón de la nueva reserva del Wind River. Solo en 1872 los shoshonis se sintieron suficientemente fuertes para asentarse allí. En 1876, le llegó por fin la hora de la venganza. En el territorio oriental de los sioux, se había declarado una guerra abierta después de que Toro Sentado, Caballo Loco, Nube Roja y otros jefes indios rebeldes se negaran a irse a vivir a la reserva que les habían asignado en Dakota del Sur. Tropas del ejército, bajo el mando del general George Crook, tenían la orden de localizar a los jefes rebeldes y someterlos. Para ello, Crook necesitaba rastreadores indios, que pudieran ayudar a su tropa en la guerra de guerrillas contra los rebeldes.

Como Washakie estaba deseoso de hacerles pagar su factura a los sioux, puso a disposición una columna de guerreros shoshonis para apoyar a Crook junto a un grupo de cherokees. En el pasado, esas dos tribus se habían combatido frecuentemente; sin embargo, ahora eran aliadas, al servicio del ejército, dispuestas a luchar contra el enemigo común, los sioux.

Los guerreros shoshonis y cherokees jugaron un papel clave en la estrategia del general Crook. Lucharon contra Caballo Loco y sus guerreros en la batalla de Rosebud River en junio de 1879 y rechazaron varios ataques en la guerra contra los sioux, que, de lo contrario, habrían arrollado a las tropas americanas. También ayudaron al ejército en la victoria sobre el jefe de los cheyennes, Cuchillo Embotado, en las montañas de Big Horn en noviembre de 1878. Fueron rastreadores indios los que mantuvieron la persecución de Toro Sentado y le obligaron a continuar huyendo. En la primavera de 1879, las grandes batallas habían terminado, había sido rota la última resistencia de los indios. Caballo Loco se había entregado. Toro Sentado había huido a Canadá.

Últimos días

En honor de Washakie, por los servicios prestados a los Estados Unidos, el ejército cambió el nombre del campamento Brown, en la reserva de Wind River, por Fort Washakie. Los funcionarios del gobierno querían destruir la alianza entre las tribus que habían luchado, como aliados, contra los americanos y decidieron enviar a los sioux, a los cheyenes del norte y a los arapahos del norte a reservas muy separadas entre sí.

A pesar de las objeciones de Washakie, los arapahos fueron enviados a la reserva de los shoshonis en Wind River. Como después de los muchos años de lucha, estaban desesperados y medio muertos de hambre, Washakie, finalmente, se declaró dispuesto a dar cobijo provisional a su eterno enemigo en su territorio. Al final, los arapahos se quedaron para siempre en la reserva de Wind River, donde sus descendientes siguen viviendo hasta hoy.

Le recordó al gobernador que el gobierno de Estados Unidos les había asegurado que, tanto a los blancos como a otras tribus indias, se les mantendría alejados de esas tierras. Cuando Washakie se acercaba a su ochenta cumpleaños, sus pensamientos se dirigían, más y más, hacia el pasado. Las paredes de su cabaña, a orillas del Wind River, estaban cubiertas de cuadros que él había pintado sobre piel de alce. Mostraban escenas de caza, en las que él perseguía búfalos, y sus victorias como valiente guerrero. En su día, se había decidido a conducir a su pueblo por el camino del hombre blanco y si ahora miraba hacia atrás, posiblemente no le había quedado otra opción. Los shoshonis nunca habían sido una tribu poderosa. Washakie había intentado evitar el derramamiento de sangre, que hacía sufrir a otras tribus del oeste. Muchas de esas tribus habían sido diseminadas contra su voluntad y obligadas a vivir en áridos territorios de la reserva, que el gobierno había buscado para ellas, mientras que él se había asegurado para su pueblo las zonas más fértiles y bellas de su antiguo territorio.

Sentía nostalgia de los viejos tiempos, cuando la llanura todavía hervía de manadas de búfalos y los shoshonis cabalgaban de caza. Seguía estando en posesión de toda su fuerza física y todavía se subía con frecuencia a su caballo para cabalgar durante millas y millas por el territorio de Wind River, un orgulloso hombre viejo con una larga melena plateada. A veces, también cabalgaba hacia sus amadas River Mountains, la patria de Tamapah, el padre del Sol.

Después de su noventa cumpleaños, perdió la vista y tampoco la memoria trabajaba como antes. Las funciones de jefe de los shoshonis fueron traspasadas a hombres más jóvenes. Poco antes de morir, el 20 de febrero de 1900, Washakie envió un mensaje a su amigo, el obispo de Ethelbert Talbot de la comunidad episcopal. Estaba ya demasiado débil para hablar; por eso, lo comunicó por gestos:

"Dile al buen amigo que ha viajado al Este que Washakie ha encontrado el verdadero rastro".

Fuentes