Basílica de Nuestra Señora de Atocha

Basílica de Nuestra Señora de Atocha
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Obra Arquitectónica  |  (Iglesia)
Basílica de Nuestra Señora de Atocha1.jpeg
Es una de las tres basílicas que existen en Madrid
Descripción
Tipo:Iglesia
Localización:Madrid, Bandera de España España
Uso inicial:Religioso
Uso actual:Religioso

La Basílica de Nuestra Señora de Atocha o Real Basílica de Nuestra Señora de Atocha. Se encuentra en la ciudad de Madrid en la Avenida de la Ciudad de Barcelona, número 3. Es una de las tres basílicas que existen en Madrid junto con la de Jesús de Medinaceli y la Real Basílica de San Francisco el Grande. Está situada sobre el antiguo convento de dominicos de Nuestra Señora de Atocha, que albergaba a su vez la primitiva ermita–santuario que daba culto a la Virgen de Atocha. En la actualidad, además de Basílica es Parroquia de Nuestra Señora de Atocha desde 1965 y sigue existiendo el convento de los Dominicos que gestionan también un colegio anexo que construyó Patrimonio Nacional en el complejo en 1963.

Ubicación

Pertenece al Barrio de Atocha en el distrito de Arganzuela. A la Basílica se accede por la Avenida de la Ciudad de Barcelona, número 3.

Características

Posee trazos de Arquitectura madrileña en ladrillo y estilo neoclásico teniendo unas medidas de 52 X 34 m en la base y una altura de la nave central que alcanza los 13,25 m. Las vidrieras quieren recordar al estilo románico actualizado y representan los misterios del Rosario.

Historia

La primera referencia escrita a la Virgen de Atocha se remonta al siglo VII según constaba en carta de la Catedral de Toledo en donde San Ildefonso hacía alusión a la misma situándola en la vega de Madrid extramuros, afirmando su devoción a la imagen de la Virgen de Atocha , en actitud sedente, sujeta al Niño Jesús en su brazo izquierdo y lleva una manzana en su mano derecha, signo de redención.

Por los años 720, dice la leyenda de José Antonio Álvarez y Baena, que fue cuando se llevó a cabo una hazaña guerrera por el caballero madrileño don Gracián Ramírez, que algunos autores llamaban Alcalde y que era especialmente devoto de la Virgen de Atocha en su Santuario, que fue respetado por establecerse en las capitulaciones de Madrid. Al desaparecer un día la imagen, empezaron a buscarla hasta que la encontraron escondida entre la hierba Tocha.

Interior de la Basílica de Nuestra Señora de Atocha

Entonces, con ayuda de otros vecinos decidieron reedificar la ermita con mejores materiales. Los musulmanes creyeron que estaban construyendo en su lugar un fuerte y quisieron acabar de una vez por todas con aquellos cristianos. Al ver que tenía que luchar en inferioridad de condiciones y temiendo por los ultrajes que pudieran hacer a su mujer e hijas, y ante sus ruegos, las decapitó llevando sus cuerpos a la ermita. A partir de esos momentos lucharon con tal denuedo que vencieron al enemigo, volviendo entonces a dar gracias a la Virgen por la victoria, pero cual fue su sorpresa cuando se encontró a su mujer e hijas vivas por milagro de Nuestra Señora de Atocha.

Esta leyenda fue posteriormente recordada por Lope de Vega, Francisco de Rojas Zorrilla y Juan Eugenio Hartzenbusch. No hay otra mención escrita hasta el siglo XI en donde se dice de la existencia de una diminuta capilla. Es a partir de 1083 cuando empezará a crecer y a enriquecerse al ser conquistada Madrid por el rey Alfonso VI de Castilla. En el Fuero de Madrid se afirma que con las posesiones que se tenían se podían atender el sustento de varios capellanes encargados del culto en el prado de Tocha (Atocha).

En el año 1150, se tiene constancia de la Ermita de Atocha a través de don Juan, arzobispo de Toledo, a la sazón, de donde dependía eclesiásticamente. Se nombran canónigos para la Iglesia de Santa Leocadia (Toledo), anexionando varias propiedades a la misma, entre ellas, la Iglesia de Santa María de Atocha, que ante la cada vez mayor presencia de fieles obliga a construir un templo mayor, pero sin tocar para nada la Ermita.

No es hasta el siglo XVI y ante el estado ruinoso de la ermita cuando fray Juan Hurtado de Mendoza, confesor de Carlos I, decide reformarla para convertirla en una gran iglesia y aprovecha para reconvertir también las casas de los canónigos de Santa Leocadia de Toledo en un convento de dominicos, que serán los encargados del Santuario según concesión del Papa Adriano VI de 11 de julio de 1523.

Felipe II tenía gran devoción por la Virgen de Atocha y la llamaba [Patrona de Madrid y también de todos los Reinos. Cuando iba a combatir, previamente se pasaba por el Santuario de la Virgen de Atocha, lo mismo que cuando venía de ganar una batalla en señal de agradecimiento. Dicen las crónicas que al tener noticias en Madrid de que el rey estaba grave en Extremadura debido a una epidemia de catarro, temiendo por su vida, se decidió sacar a la Virgen de Atocha, patrona a la sazón de la ciudad de Madrid, en procesión el 25 de marzo de 1580, obteniendo una gran mejoría. Felipe II mandó edificar la Capilla Mayor.

Felipe III puso bajo su patronato Real la Iglesia y Convento de Atocha por cédula de 10 de noviembre de 1602.

Felipe IV, gran devoto de la Virgen, proclamó protectora de la Familia Real y de la Monarquía española a Nuestra Señora de Atocha en 1643. Durante su reinado, el 14 de agosto de 1652 se quemó la iglesia por lo que ordenó restaurarla por completo. Carlos II impulsó la decoración pictórica de Lucas Jordán. Durante el reinado de la Casa de Borbón se continuaron las donaciones y mejoras del complejo hasta llegar a la noche del 5 de diciembre de 1808 en que entraron las tropas francesas, expulsando a los religiosos y convirtiéndolo en cuartel, produciéndose robos y destrucciones de innumerables obras de arte. Una vez pasada la invasión francesa, los dominicos vuelven al Convento hasta que se produce su exclaustración en 1834, lo que provocó grandes daños a la iglesia, convirtiéndose el convento en cuartel de Inválidos y la iglesia en parroquia castrense.

El 12 de noviembre de 1863, el Papa Pío IX la convierte en Basílica Menor, siendo la primera de esta tipología en la ciudad de Madrid.

En 1888, la reina regente María Cristina, viuda de Alfonso XII al ver el estado en que se encontraban los edificios mandó el derribo de los mismos y ordenó la construcción de otro complejo en donde se incluiría, adosado al templo, en el claustro, un Panteón de Hombres Ilustres. El concurso público lo ganó el arquitecto Fernando Arbós y Tremanti, proyectando una basílica de estilo neobizantino con campanil exento, a la moda medieval italiana, y un panteón inspirado en el Camposanto de Pisa. Las obras comenzaron en 1891 pero por problemas económicos sólo se llevó a cabo el campanil y el panteón.

No fue hasta 1924 en que los dominicos, ante la total paralización de las obras, pidieron al rey Alfonso XIII que les facilitaran medios para restaurar el convento y la iglesia. Les cedió entonces la propiedad y nuevos terrenos y los frailes prosiguieron las obras por su cuenta pero sin seguir el proyecto inicial de Francisco Arbós.

El 20 de julio de 1936, durante la Guerra Civil, el convento e iglesia es incendiado, perdiéndose todas las obras de arte excepto la imagen de la Virgen de Atocha que se había ocultado.

En Navidad de 1951 se inaugura la nueva iglesia.

Fuentes