Batallón de Milicias Lidia Doce (Guanajay)
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Batallón de Milicias Lidia Doce (Guanajay). En Cuba la participación pública de la mujer tomó auge a partir del 1 de enero de 1959, con el triunfo de la Revolución, fundamentalmente en las esferas de la educación y la salud.
La relevancia del papel social de las mujeres cubanas se evidencia, de manera significativa, en el incremento sostenido de su presencia en las tareas de la defensa de la Patria.
El municipio de Guanajay, al igual que el resto del país, sus féminas se incorporaron rápidamente al llamado de la máxima dirección del proceso revolucionario, con la guía de Vilma Espín, como protagonistas, fundamentalmente en la campaña de alfabetización y su inclusión en las milicias, formando parte del Batallón de Milicianas Lidia Doce, siendo el municipio de la antigua provincia de Pinar del Rio, que mayor número de mujeres aportó, con un total de 39 compañeras.
Sumario
Antecedentes
La mujer cubana tuvo participación en la lucha revolucionaria por alcanzar su independencia, desde 1868, muchas de ellas hicieron de su hogar centros de conspiraciones y depósito de material de guerra, tomaron parte en la preparación de las nuevas contiendas, siguieron a sus esposos a la manigua donde se consagraron al cuidado de los combatientes heridos, resistiendo toda suerte de penas, y criando a sus hijos en el amor a la Patria y la necesidad de luchar por su independencia, se incorporaron al Ejército Libertador como un soldado más, realizando importantes misiones y librando numerosos combates.
La neocolonia, marcó una etapa de tristes acontecimientos que opacaron la independencia de los cubanos, su libertad, lanzándolos a una creciente ola de manifestaciones en busca de sus derechos. La mujer cubana también se sumó en este período de lucha contra las injusticias teniendo una destacada participación social, enfrentándose abiertamente a los tiranos de turno, sufriendo persecuciones, atropellos, encarcelamientos y hasta la muerte. Entre los cientos de mujeres que con su participación, ofrecieron su aporte al triunfo revolucionario se encuentran, Celia Sánchez, Melba Hernández, Haydee Santamaría, Lidia Doce, Clodomira Acosta y Vilma Espín.
La participación social de la mujer guanajayense, antes de 1959, se hizo evidente en el ámbito cultural, con las tres divas, que a pesar de la época y los prejuicios raciales y de género, inmortalizaron la historia de Vuelta Abajo: María Teresa Vera, Zoila Gálvez y Margarita Díaz.
La defensa de la Patria estuvo dentro de las prioridades de las féminas guanajayenses, sin temor a la persecución y en contra de todos los prejuicios propios de esa etapa.
Ante el reclamo de las mujeres que pedían prepararse para la defensa de la Revolución, se orientan y organizan los cursos de primeros auxilios, y se impulsa la incorporación a las Milicias Nacionales Revolucionarias.
Fue decisiva la participación social de la mujer guanajayense en la creación de las milicias obreras primero, y las Milicias Nacionales Revolucionarias, después. De igual forma, entre las secciones femeninas del Movimiento 26 de Julio (M-26-7), del Directorio Revolucionario y del Partido Socialista Popular, había comenzado la formación de milicianas para defender las conquistas revolucionarias.
En los primeros meses de 1959, el Comandante en Jefe, Fidel Castro, plantea la necesidad de armar al pueblo, la Revolución era muy joven y tenía poca organización militar. Por esos días la reacción hostigaba y se sucedían sabotajes, atentados y asesinatos a compañeros revolucionarios. El imperialismo yanqui comenzaba a organizar agresiones entre las que se incluyó la de Playa Girón.
Por primera vez la mujer cubana marchaba masivamente al lado de los hombres en defensa de sus intereses comunes y luchaba por la igualdad plena en la nueva sociedad que surgía, alentada por las tradiciones mambisas y de la Sierra Maestra.
Se crea la Escuela de Responsables de Milicias de Matanzas, de donde salen militarmente formados los tenientes de milicias, entre los que se encontraban un pequeño grupo de mujeres, las que pasan a entrenar los batallones de combate que se integran.
Uno de esos batallones, el único batallón femenino que se funda, lleva el nombre de Lidia Doce, como homenaje a la heroína de la lucha insurreccional.
Formación del Batallón Especial Lidia Doce
En octubre de 1960, se inició en el municipio Guanajay el proceso de inscripción de milicianos. En ese momento desaparecen las milicias de cada sindicato y la sección femenina, para fundirse en una sola milicia, que comenzó a crear sus compañías y pelotones.
En este proceso fueron escogidas un grupo de 39 compañeras para formar parte del Batallón Especial Lidia Doce que se estaba organizando en La Habana. Esas compañeras partieron de Guanajay el día 20 de noviembre de 1960. Fueron concentradas en el estadio universitario y de allí fueron en caminata hasta la antigua Beneficencia. Realizaron luego una larga travesía, también a pie, hasta Bacuranao, trasladándose más tarde hacia río Cristal.
Este batallón especial jugó un papel importante en la incorporación de la mujer a la defensa de la Patria, y fue una escuela rígida, pero eficaz, para la formación de cuadros femeninos.
El batallón estaba formado por obreras, amas de casa, domésticas, empleadas, profesionales, trabajadoras por cuenta propia, subescolarizadas y analfabetas, muchachas de la enseñanza media y universitaria que provenían de las milicias obreras, estudiantiles y populares; adolescentes que cumplieron en el campamento-escuela 15 años, compañeras de edad avanzada que pasaban el entrenamiento junto a sus hijas y nietas. En resumen, una amplia representación de mujeres revolucionarias de Cuba.
Principales acciones del batallón
Entre las principales acciones del batallón se encuentran:
- Noviembre de 1960: El grupo de mujeres que terminaron el entrenamiento en Matanzas y recibieron los grados de tenientes, reciben la orden de presentarse en La Habana, con la misión de entrenar a un batallón femenino.
- 13 de noviembre de 1960: Entraron en la Casa de Maternidad y Beneficencia, de San Lázaro y Belascoaín, en La Habana, un grupo de 300 milicianas para recibir entrenamiento.
- 20 de noviembre de 1961: Se sumaron 2000 nuevas mujeres seleccionadas en sus respectivas agrupaciones.
- Se integraron en 14 compañías con sus respectivas oficiales al frente.
- 27 de noviembre de 1960: Realizaron una caminata ida y vuelta a la playa Bacuranao, luego la escuela se trasladó a un campamento en Vento. La compañía 9, la 10 y la 13, acamparon a la intemperie por no caber todas bajo techo. Ese mismo día llegó para dirigir la escuela, la capitana Isabel Rielo, fundadora en la Sierra Maestra del Batallón Mariana Grajales.
- Se organizaron clases: cortesía militar, táctica, ingeniería de combate, infantería, círculos de estudio, superación para las de bajo nivel escolar o analfabetas, y especialidades como Comunicaciones y Artillería.
- Del 22 al 30 de diciembre de 1960: Las milicianas cubrieron sus puestos dentro de las guarniciones de la Policía Nacional Revolucionaria, donde realizaron todo tipo de funciones.
- 31 de diciembre de 1960: Se dedicaron a abrir las trincheras necesarias para la defensa de la ciudad.
- 1 de enero de 1961: El Comandante en Jefe Fidel Castro visitó la escuela, intercambiando con algunas milicianas y oficiales; y horas más tarde recibieron sus uniformes.
- 2 de enero de 1961: Después de formar todas las compañías con sus nuevos uniformes, partieron hacia la Plaza de la Revolución para formar parte de un desfile.
- De regreso a Vento, dieron la alarma, el país estaba en pie de guerra por el cambio de poderes en los Estados Unidos; partieron las milicianas en rastras completamente cerradas, desconociendo su destino.
- Hasta el día 21 de enero de 1961, las diversas compañías cubrieron la defensa de la capital en distintos puntos desde el propio litoral habanero, la primera línea de fuego contra el enemigo en la ciudad. Terminada esta misión en ese mismo mes, se desactivó la escuela, instalándose un puesto de mando en El Castillito, en la Víbora. Muchas compañeras se incorporaron a los contingentes de Alfabetizadores.
- Tras los ataques aéreos del 15 de abril de 1961, preludio de la invasión mercenaria, se volvió a movilizar el batallón. Después del entierro de las víctimas, se repartieron las armas (fusiles M-52 de fabricación checa, conocidos como R-2), y se cubrieron alrededor de 300 puestos de combate para la defensa de la ciudad y sus alrededores. En 72 horas es derrotado el enemigo y se inició el traslado de los prisioneros hacia la Ciudad Deportiva. Algunas compañeras fueron asignadas para su custodia. Esta labor continuó cuando fueron trasladados para el Hospital Naval.
- 1 de mayo de 1961: Las “Lidia Doce”, desfilan en la Plaza de la Revolución junto al pueblo trabajador victorioso.
- En los primeros días de mayo se decide la nacionalización de las escuelas privadas, situándose postas del Batallón en todas las escuelas, iglesias y conventos de la capital, según las características del lugar, compartían la vigilancia con batallones masculinos.
Se ponía así de manifiesto la igualdad de deberes y derechos ciudadanos entre hombres y mujeres. La participación social de la mujer cubana se abría paso a solo dos años de haber triunfado la Revolución, con el apoyo del gobierno revolucionario.
Otras tareas:
- Por la necesidad de fortalecer la organización de las comunicaciones en el Ejército, un grupo de milicianas pasó a la Escuela de Comunicaciones, en el reparto Siboney. Una parte de las milicianas participó en el recibimiento a Yuri Gagarin y en la tabla gimnástica realizada en su honor. Otro grupo de milicianas pasó prestar sus servicios en las Fuerzas Armadas Revolucionarias y en el Ministerio del Interior.
- El 6 de agosto de 1961, después de haber cumplido cabalmente con todas las misiones asignadas por la Revolución, se recibe la orden de desmovilización.
En todo el período de preparación ocurrieron bajas por enfermedad, inadaptación a los rigores del entrenamiento y la vida militar, quedando 13 compañías.
Esta preparación fue una prueba que requirió vencer prejuicios existentes en aquel momento histórico, sobre el papel de la mujer en las actividades revolucionarias y de la defensa.
Como se aprecia en la cronología, este batallón femenino de combate, se destacó entre 1960 y 1961, frente a las primeras agresiones contrarrevolucionarias e imperialistas, cubriendo la defensa de puntos estratégicos de la capital, gracias a las féminas esta operación no requirió de un elevado número de milicianos, pudiendo ser desplazados a otros objetivos fuera de la ciudad y la provincia.
La integración de las mujeres al Batallón Lidia Doce, significó un paso de avance en la lucha por la igualdad de la mujer, fue para muchas, el inicio de la integración a la vida social y política de forma activa en la construcción de nuestra Patria.
Participación de la mujer guanajayense en el Batallón
Las féminas guanajayense al igual que las del resto del país, rompiendo los tabúes que las ataban solo al ámbito estrecho del hogar, dieron el paso al frente para defender con las armas a la Patria amenazada y se convirtieron en las fundadoras del primer batallón de milicias femeninas de combate Lidia Doce, continuadoras de “Las Marianas”.
En esa época, predominaban en el seno familiar conceptos bien diferentes a los actuales acerca del papel de la mujer en la sociedad. Uno de estos criterios era de que lo “militar no era propio de mujeres”. Hubo muchos casos de jóvenes que se vieron precisadas a desafiar la autoridad de padres, novios y maridos para poder integrarse al batallón de milicianas.
Lugar destacado ocupó por su alto papel simbólico, el grupo de 39 mujeres guanajayenses que integraron el Batallón Lidia Doce, en representación de la antigua provincia de Pinar del Rio. Al integrar el batallón sus edades estaban entre 15 y 20 años, la procedencia social era obrera.
De las 39 integrantes, se entrevistaron a 15, para conocer acerca de su participación en estas acciones y las consecuencias que tuvieron. En cuanto a su estado civil eran solteras, una de ellas (Gloria Roi), al partir tenía novio, el que la dejó por no estar de acuerdo en que se integrara al batallón.
Las 15 entrevistadas pertenecían a las milicias obreras y al llamado de la Revolución, pasaron al batallón femenino, todas motivadas por los ideales revolucionarios, en busca de mejoras, pues muchas de ellas tenían muy mala posición económica y querían participar en las transformaciones que se iniciaban con el nuevo proceso.
Lo anterior se relaciona con uno de los sentidos de la participación, querer participar, y específicamente con uno de sus ejes motivacionales, el interés subjetivo o ideológico, ya que la motivación por integrar el batallón, coincide con los ideales de las féminas, sus intereses y necesidades personales. Con sus propias palabras:
En su totalidad tuvieron el apoyo familiar para participar en esta tarea, donde a pesar de tener creencias religiosas, en su mayoría católicas, no incidió en sus decisiones, por el contrario, al decir de algunas:
Al integrar el batallón, solo sabían marchar, por haber pertenecido a las milicias obreras, es decir, no tenían conocimientos ni habilidades desde el punto de vista militar para desarrollar la tarea, no obstante, su motivación fue tan grande que esto no las frenó en su decisión y en la marcha de las actividades fueron preparándose hasta llegar a tener dicha preparación.
La relación entre los miembros del batallón es descrita como maravillosa, llegando a sentirse como en familia, no hubo discriminación por raza, nivel cultural ni social, compartiendo lo poco que tenían entre todas, tal era la unidad dentro del batallón, que a pesar de ser entrevistadas de forma individual, daban las respuestas de forma colectiva.
Durante las misiones mantenían la comunicación a través de los oficiales al mando de forma muy organizada, para que no fueran influenciadas por el enemigo.
Cuentan las entrevistadas que después de esta misión se desactivaron y muchas se integraron a la campaña de alfabetización, pero después del entierro de las víctimas de las agresiones del 15 de abril de 1961, preludio del ataque a Playa Girón, se volvieron a activar, se uniformaron, armaron y entre las nuevas misiones asignadas estuvo la custodia de los prisioneros de Playa Girón en el Hospital Naval y la Ciudad Deportiva.
El 1 de mayo de 1961, junto al pueblo trabajador, desfilaron en la Plaza de la Revolución. Cuando se decide la nacionalización de las escuelas privadas, compartieron la vigilancia con batallones masculinos, en escuelas, iglesias y conventos de la capital, según las características de cada lugar.
Algunas de las respuestas dadas por las entrevistadas fueron:
Al responder cómo describirían su participación social dentro del batallón, respondieron:
La agresión mercenaria por Playa Girón marcó la vida de la mayoría de los cubanos y cubanas, unos porque participaron directamente en los hechos, otros por la pérdida de algún familiar o conocido. La mayoría de las milicianas “Lidia Doce” pisaron las arenas de esa playa.
Muchas son las anécdotas que guardan estas mujeres, como son:
Estas anécdotas explican por sí solas la fuerza de voluntad de estas mujeres, que a pesar de la edad, el momento histórico y las diferencias de género, supieron luchar por sus ideales y demostrar que no había diferencias entre ellas y el sexo masculino.
Sr reúnen cada 20 de noviembre para recordar y trasmitir sus experiencias a las nuevas generaciones.
Un reclamo de las miembros de ese batallón fue pertenecer a la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana (ACRC), reclamo que fue concedido por Vilma Espín. No han perdido el vínculo con la Revolución y son miembros del Ejército Occidental.
Fuentes
- Aguilar, B., “Por el sentido poético de nuestra cuesta”. Revista Guanajay, 350 Aniversario. Edición conmemorativa. Diciembre, 2000.
- Domínguez, M., “Juventud Cubana y participación social. Desafíos de una nueva época”, CIPS. La Habana, 2002.
- Figueredo, R., “El Guanajay que somos”. Revista Guanajay, 350 Aniversario. Edición conmemorativa. Diciembre, 2000.
- González Pagés, J., “En busca de un espacio. Historia de mujeres en Cuba”. Editorial Ciencias Sociales. La Habana, 2003.
- Hernández, D. M,. milicianas del Batallón Lidia Doce, miliciana 845, pelotón 3, compañía 6. Folleto de síntesis histórica del Bon Lidia Doce. La Habana 1980.
- Martí, J., “Ideario pedagógico”. Imprenta Nacional de Cuba, 1961.
- Reina Fleitas. “La identidad femenina: las encrucijadas de la igualdad y la diferencia”. Selección de Lectura de Sociología y política Social. Ed. Felix Varela, La Habana, 2005.
- Román, Anay López. Mujeres de acero: historia hecha por la participación social de las mujeres guanajayenses en el Batallón Lidia Doce.