Hongo dematiaceo

Hongo dematiaceo
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Hongo dematiaceo. El término dematiáceo se aplica a hongos que producen un pigmento característico intrínseco. Las enfermedades causadas por hongos dematiáceos se dividen en dos grupos: cromomicosis (cromoblastomicosis) y feohifomicosis.

Etiología

La cromomicosis es causada por varias especies de hongos relacionados, en especial especies de Fonsecaea, Phialophora, Cladosporium y Acrotheca. Estos agentes son saprófitos de pigmento pardo que se encuentran comúnmente en el suelo y la madera. El aspecto microscópico, que es prácticamente idéntico al de todos los agentes causales, consiste en cuerpos de color pardo oscuro de pared gruesa (células escleróticas o centavos de cobre), que pueden ser aislados o en grupos. Las células escleróticas representan una forma intermedia entre levaduras e hifas y se multiplican por separación horizontal y vertical y no por gemación.

La feohifomicosis puede ser causada por varios microorganismos, que con frecuencia se denominan hongos ¨negros¨. Difieren de los agentes de la cromomicosis por su aspecto clínico y ausencia de células escleróticas. Los hongos negros suelen existir en tejidos como células tipo levadura (aislados o en pequeñas cadenas), como hifas septadas (ramificadas o no ramificadas) o como una combinación de levaduras e hifas. Las formas hifales se confunden con frecuencia con especies Aspergillus pero pueden diferenciarse utilizando el procedimiento de tinción de Fontana- Masson (un colorante específico de melanina) o por cultivo in Vitro. Los agentes más comunes de feohifomicosis identificados en el hombre incluyen especies Curvularia, Bipolaris, Exserohilum, Alternaria, Mycocentrospora, Pyrenochaeta, Trichomaris, Wangiella, Xylohypha y Exophiala.

Epidemiología y patogénesis

Los microorganismos que causan cromomicosis y feohifomicosis se encuentran en todo el mundo. La cromomicosis ocurre de manera predominante en varones jóvenes y suele inocularse en la piel por espinas, astillas y otras heridas penetrantes. La enfermedad es más frecuente en poblaciones rurales, en especial en quienes el estado nutricional y la higiene personal son subóptimos. La cromomicosis es al parecer endémica en ciertas áreas, como Madagascar y Costa Rica.

La feohifomicosis es una enfermedad cada vez más importante en huéspedes con alteraciones inmunológicas. A pesar de la ubicuidad de los hongos negros en el ambiente, la afección por este microorganismo ha sido, con anterioridad, esporádica. Sin embargo, en fechas más recientes se han publicado grupos de casos de centros médicos mayores como infecciones oportunistas en receptores de trasplantes, en especial de médula ósea.

Manifestaciones clínicas

La cromomicosis se manifiesta al inicio como una pápula tipo verruga que crece con lentitud hacia una placa verrugiforme. Las lesiones pueden progresar hasta la ulceración con exudado o sin él. Con el tiempo, las lesiones se tornan secas y costrosas con un borde elevado, que puede ser serpiginoso. Con frecuencia las grandes placas presentan cicatrización central. En ocasiones, las lesiones se tornan pedunculadas y adquieren un aspecto en coliflor. Es característicamente rara la diseminación sistémica a sitios distales, aunque puede haber diseminación por autoinoculación o a través del drenaje linfático. Rara vez se ha observado una afección ampliamente diseminada a páncreas, hígado, intestino, ganglios linfáticos, meninges y cerebro.

La feohifomicosis puede ocurrir con un espectro amplio de afecciones clínicas. La feohifomicosis superficial es la más benigna y se encuentra en el estrato córneo o alrededor de la diáfisis del pelo. Como ejemplos de estos trastornos se encuentra la tiña negra y la piedra negra. Las enfermedades de la piel más invasoras que afectan capas no vivas de epitelio queratinizado incluyen las dermatomicosis y las onicomicosis. La queratitis micótica puede original daño corneal extenso y ceguera subsecuente. La afección subcutánea suele deberse a la inoculación directa de hongos a través de piel intacta. Son características las lesiones quísticas con paredes bien definidas y formación central de absceso, que en ocasiones rodea un cuerpo extraño, como una astilla.

La feohifomicosis invasora es una enfermedad que puede poner en peligro la vida y que ocurre de preferencia en huéspedes con alteraciones inmunológicas. La afección invasora localizada puede ocurrir en senos paranasales, vías respiratorias inferiores y hueso. La afección por especies Cladosporium, Curvularia, Bipolaris, Xylohypha, y Exserohilum son en especial propensas a invadir sistema nervioso central.

Diagnóstico

El diagnóstico de cromomicosis y feohifomicosis se establece por el examen histopatológico de muestras de biopsias de tejidos o preparaciones en KOH (10 %). Las células escleróticas pardas de la cromomicosis se identifican con facilidad, y no suelen requerirse tinciones especiales. La feohifomicosis se diagnostica mejor utilizando la técnica de Fontana- Masson, que distingue los microorganismos que producen feohifomicosis de las especies Aspergillus. Para identificar el género específico que causa cromomicosis y feohifomicosis se requieren cultivos. Todos los cultivos deben conservarse cuando menos ocho días, ya que algunos de los microorganismos crecen con lentitud. No se dispone de pruebas sexológicas o cutáneas.

Tratamiento

La modalidad terapéutica más eficaz para la enfermedad subcutánea o invasora profunda es la excisión quirúrgica. Desafortunadamente, a menos que se diagnostiquen y traten al inicio las lesiones, la frecuencia de recaídas es elevada. A menudo se utiliza el tratamiento antimicótico sistémico con anfotericina B; sin embargo, los resultados suelen ser desalentadores. Se ha utilizado flucitosina (5- FC; 150mg/kg/día) como un fármaco de investigación en pacientes con cromomicosis, con cierto éxito (16 de 23 enfermos curados); sin embargo, en varios pacientes tratados se presentó resistencia. La respuesta al tratamiento de la feohifomicosis depende mucho del microorganismo causal. Muchos hongos negros son resistentes a 5 – FC, y el tratamiento con anfotericina B proporciona resultados variables. Los antimicóticos más recientes del triazol ofrecen cierta esperanza como fármacos eficaces.

Fuente

  • Libro: Tratamiento de Medicina Interna. Bennet y Plum. gill/kokko/mandell/ockner/smith. Volumen III