José Emilio Fernández Mirabal

José Emilio Fernández Mirabal
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Destacado médico cubano
Nacimiento1926
Melena del Sur, La Habana, Bandera de Cuba Cuba
Fallecimiento4 de marzo de 1994
La Habana, Bandera de Cuba Cuba
Conocido porMillo

José Emilio Fernández Mirabal. (1926-1994) Médico cubano. Melenero de profundas raíces, por sus méritos científicos, por su labor formadora de generaciones de médicos cubanos y por su firmeza revolucionaria, un modelo ejemplar de esa tradición.

Biografía

Nace en el año 1926. Fernández Mirabal, "Millo", como le conocían, cursó la preparatoria en el colegio La Escuela Nueva, donde conocería al maestro Agustín Álvarez Ocete, con quien iniciaría una relación de padre e hijo que perduraría por muchos años.

Infancia y juventud

En la escuela llegaría Fernández Mirabal como tantos otros niños meleneros en medio de la crisis económica de inicios de la década de los años treinta y en ella forjaría las bases de su cultura y de su carácter. Allí comenzó a hilvanar esa larga cadena de sobresalientes, que no se detendría hasta el final de sus estudios universitarios y que comprendió todas las asignaturas de la enseñanza primaria.

Este aprovechamiento general tan elevado no era suficiente para poder alcanzar el ingreso en la segunda enseñanza, era necesario recibir los conocimientos preparatorios que permitieran poder vencer el examen de ingreso sin necesidad de cursar la Enseñanza Primaria Superior, que por otra parte no se brindaba en Melena.

La Segunda Enseñanza sería para él continuación ininterrumpida de triunfos académicos. Sobresaliente en todas las asignaturas y tres premios ordinarios sería el balance final de la misma, pero además le abriría el horizonte de la cultura general que le permitiría adentrarse por su cuenta en el conocimiento de la mejor música y la mejor literatura.

Consolidando su carrera

A la Universidad de La Habana llega en el año 1945 para emprender la larga carrera de medicina con la perspectiva de que los sacrificios realizados hasta ese momento no eran nada, comparados con los que tendría que realizar en el futuro.

Con libros ajenos o con los de la biblioteca de la Facultad de Medicina, sin profesores repasadores, tan necesarios por lo insuficiente de la docencia universitaria de la época y recorriendo a pie la larga distancia desde la casa de familiares pobres, donde vivía, hasta la Universidad, cursó Millo los cinco primeros años de la carrera.

Pero su expediente de estudios, que tan brillante fuera, le permitió alcanzar sucesivas matrículas gratis y una de las escasas plazas de alumno interno del Hospital Universitario General Calixto García, entonces uno de los dos hospitales docentes del país y para lo que se necesitaban las más altas calificaciones en el expediente.

Esta plaza que se podía perder en el séptimo año, si no se mantenía un alto aprovechamiento académico, fue conservada por Fernández Mirabal los dos cursos finales de su carrera, para terminar en uno de los primeros lugares de su promoción, con treinta sobresalientes en treinta y ocho asignaturas, cinco premios ordinarios y sobresaliente en los ejercicios para el grado de doctor. La tesis que presentó, "Fisiopatología de la ictericia", una completa revisión de ese tema, no sólo bibliográfica sino también de historias clínicas, mereció que el tribunal que juzgó sus ejercicios recomendara su publicación, lo que se realizó en la Revista Medicina Latina en los meses finales del año de su graduación, 1952, y que al año siguiente viera la luz en forma de monografía.

Este expediente le ganó también la difícil plaza de médico interno del primer hospital docente del país y es bueno decir que todos estos honores, ganados con tantos sacrificios, era la primera vez que los lograba un estudiante melenero en la Facultad de Medicina.

Dos años después, en 1954, vencía el tiempo de su internado hospitalario, tan necesario en la formación de todo médico, que en aquella época sólo podían disfrutar los primeros expedientes y que hoy lo obtienen todos los estudiantes de medicina en el último año de su carrera, y se presentaba ante él la prueba más difícil a que podía ser sometido un joven graduado de medicina en aquel entonces, que eran los ejercicios de concurso-oposición para la plaza de médico residente del hospital universitario, lo que le permitía completar plenamente su especialización.

Conocedor de la magnitud del esfuerzo que debía realizar, se preparó Fernández Mirabal concienzudamente para aquella prueba de la que salió victorioso, y en la que tuvo que competir contra los mejores médicos internos de su promoción. El cierre de la Universidad de La Habana a finales de 1956 le mantendría en esa plaza hasta el triunfo revolucionario en 1959.

Labor docente

Su estancia completa de alumno interno, de 1950 a 1952, la va a realizar Fernández Mirabal en la Sala Clínica Altos, del pabellón Gutiérrez del Hospital Universitario General Calixto García, sede de la Cátedra de Patología General No. 6 y allí va a iniciar su labor docente junto al profesor Raimundo Llanio Navarro, su verdadero maestro en la clínica, que entonces era profesor adscripto de esa cátedra.

Con su plaza de médico interno le llega su nombramiento de instructor de Patología General en 1952 y desde entonces puede dar rienda suelta a lo que constituye quizá su vocación más profunda, la enseñanza de la medicina, y allí comienza modestamente a iniciar a los alumnos de medicina en el fascinante estudio de los signos y síntomas de las enfermedades, junto a la cama del enfermo.

El obtener por oposición la plaza de residente en 1954 lo consolida como instructor y en esas funciones llega al triunfo revolucionario de 1959, en que terminada su larga estancia de cuatro años de residente se le nombra médico asociado a la cátedra de Patología General, con funciones docentes.

Allí será testigo y actor en la lucha ideológica que se entabla dentro del claustro de la Facultad de Medicina en los primeros años de la Revolución, que tendrá sus momentos culminantes a principios de febrero de 1959 cuando se produce el llamado "colinazo universitario" y a finales de julio de 1960, cuando más de setenta profesores reunidos en claustro se declaran en rebeldía contrarrevolucionaria y son suspendidos de empleo y sueldo primero, y separados definitivamente después, por la Junta Superior de Gobierno de la Universidad, lo que unido a las renuncias que se venían produciendo desde los primeros meses de 1959, dejó a la Facultad de Medicina con sólo diez y nueve profesores de los ciento sesenta y uno con que contaba al cerrarse la Universidad en 1956.

A finales de 1960, Fernández Mirabal presenta su documentación y obtiene por concurso la plaza de profesor agregado interino de Patología General, verdadero primer escalón en el profesorado universitario de la época. Un año después, cambiado el nombre de la asignatura, primero por el de Semiología y después por el de Propedéutica Clínica, ascendía a profesor auxiliar.

Integradas todas las materias de clínica en el Departamento de Medicina Interna, su labor docente en éste será verdaderamente agotadora. En su sala de Clínica Altos, del Hospital General Calixto García, enseñaba, al lado del enfermo, semiología a los alumnos de tercer año y medicina interna a los de cuarto y quinto, y en el salón de clases, con sus conferencias magistrales, los informaba de la materia del programa de ambas asignaturas.

Entre los que prontamente se incorporaron a la docencia en la segunda Facultad del país, en lo que se llamó Plan Santiago, estuvo el profesor Fernández Mirabal, allí como en La Habana, no se circunscribió a la enseñanza práctica y teórica de su asignatura, sino que fue colaborador en la primera edición del libro del profesor Reinaldo Roca Goderich, Temas de Medicina Interna, y años más tarde en la edición definitiva, en tres tomos, de este mismo libro.

En 1978 llevaría también su enseñanza durante seis meses a la Facultad de Medicina de la Universidad de Pinar del Río, en el Hospital Clínico Quirúrgico de esa ciudad, para ser de los que iniciaron esas labores en el joven alto centro docente.

Su actividad incansable dentro de este campo incluye además de lo dicho: quince cursos de pre-grado sobre "Coagulación de la sangre" y diez sobre "Agua y Electrolitos", todos en el Hospital Calixto García, más de treinta de post-grado impartidos en distintas instituciones científicas del país para médicos residentes, especialistas y profesores; la publicación por la Editora Universidad de La Habana de sus monografías, Agua y Electrolitos (1966) y Trastornos del sistema hidromineral (1969) y por el Instituto Superior de Ciencias Médicas de La Habana su libro Trastornos del sistema hidromineral y del equilibrio ácido-básico (1977); ha asesorado dieciséis trabajos de investigación estudiantil y doce tesis de especialización, formando parte desde su creación de numerosos tribunales de estado, anualmente, para los exámenes de especialistas.

Esta brillante carrera docente se vio coronada desde 1977 con la más alta categoría de la enseñanza superior en Cuba, la de Profesor Titular.

Obras destacadas

No sólo se circunscribía su enseñanza a esta labor. Dado el nuevo profesorado a la tarea de confeccionar textos actualizados, más acordes con los objetivos de los programas encaminados a la formación de un médico distinto, Fernández Mirabal colabora con el profesor Raimundo Llanio en la confección del Manual de Historia Clínica y de los dos tomos de Propedéutica Clínica, aparecidos en 1963, primeros libros de texto escritos por la entonces nueva generación de profesores revolucionarios; lo mismo hará después con la segunda edición de ese último libro y dos años más tarde con el nuevo texto de Propedéutica Clínica y Fisiopatología. Si brillante fue su labor como profesor, no menos como investigador y publicista médico.

El mismo año de su graduación apareció publicada en la revista Medicina Latina su tesis de grado y al siguiente verían la luz sus tres primeros artículos científicos productos todos de su naciente labor investigativa: "Ulcera gastroduodenal e insuficiencia coronaria" y "Neumonía por aspiración de gasolina", ambos en la revista Archivos del Hospital Universitario, de la que era miembro de su comité editorial y "Adenocáncer con cirrosis" en la Revista Cubana de Gastroenterología.

Estos trabajos así como las decenas que publicará después en revistas nacionales y tres en revistas extranjeras llevarán las características que le pedía el sabio histólogo español don Santiago Ramón y Cajal que debía reunir todo trabajo científico: tener algo que decir producto de la observación o la experiencia del autor, decirlo con concisión y claridad y no decir nada más. A partir de 1954 en que aparece en la Revista Cubana de Gastroenterología su trabajo "Las hemorragias digestivas como complicación de la cirrosis hepática", el tema de la coagulación de la sangre va a constituir el principal objetivo de sus investigaciones.

El producto de estos estudios aparecerá publicado en trece artículos científicos, en sus monografías Concepto de la coagulación de la sangre. Las discracias sanguíneas (1965) y Coagulación de la sangre, primera edición en 1967 y segunda en 1970 y en su libro La coagulación de la sangre (1975). De esta última obra se vendieron durante el IX Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, celebrado en La Habana en 1978, varios miles de ejemplares en pocos días y algo después apareció a la venta en la antigua Unión Soviética, Bulgaria, Perú, Venezuela, España y República Dominicana, anunciándose en revistas cubanas internacionales como Cuba y Prisma.

Esta enorme experiencia ganada a lo largo de veinticinco años de estudio de la coagulación de la sangre constituyó el tema de su tesis, para la Candidatura al Doctorado en Ciencias Médicas, modalidad libre, presentada con el título de Trastornos de la coagulación de la sangre el 27 de diciembre de 1979, ante un tribunal presidido en La Habana por el profesor Abelardo Buch López.

Un lustro más tarde el resumen de su experiencia alcanzada en treinta años en dichos estudios, presentado como una nueva tesis con igual título, lo llevaría el día 21 de diciembre del 1984, a defender por primera vez en Cuba una tesis para la obtención del Doctorado en Ciencias Médicas, en el Anfiteatro del que ha sido escenario de estas investigaciones, así como de toda su brillante carrera médica, el Hospital Clínico Quirúrgico Docente General Calixto García, ante un tribunal presidido por el profesor Adolfo Rodríguez de la Vega.

Otro tema, el de los electrolitos y sus trastornos en el cuerpo humano,fue motivo también de sus investigaciones y al igual que el de la coagulación de la sangre ha ascendido por la misma escala, primero al dar a conocer sus estudios en numerosos artículos, después en monografías como Agua y electrolitos (1969) y Trastornos del sistema hidromineral (1969) y finalmente en el libro Trastornos del sistema hidromineral y del equilibrio ácido-básico (1977).

Cargos ocupados

Al crearse en 1968 el Grupo Nacional de Medicina Interna en nuestro Ministerio de Salud Pública, Fernández Mirabal, fue escogido para integrarlo y en él figuró hasta sus últimos días. Este grupo ha tenido como principales tareas la formación y fiscalización de los tratamientos en medicina interna. Perteneció a una sociedad científica internacional y a cuatro nacionales, entre ellas a la Sociedad Cubana de Medicina Interna, de la que ha sido vocal, vicetesorero, secretario y desde 1970, ininterrumpidamente su presidente por elección.

También fue el presidente del comité organizador de todos sus congresos científicos nacionales.

Muerte

Desde los años 1980 comienza a sufrir de grave dolencia cardíaca que lo obliga en varias oportunidades a ser hospitalizado. El profesor José E. Fernández Mirabal falleció en su querido Hospital Clínico Quirúrgico Docente General Calixto García de La Habana, el 4 de marzo de 1994. Al siguiente día fue inhumado en el Cementerio de Melena del Sur y las palabras de despedida de duelo fueron pronunciadas por el doctor Gregorio Delgado García.

Fuentes

  • La obra científica y docente del profesor José E. Fernández Mirabal.
  • Discurso leido en homenaje al profesor José E. Fernández Mirabal en el teatro Onicaginal de Melena del Sur el 25 de mayo de 1985.