Juan Benigno Vela Hervas
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Juan Benigno Vela Hervas. Destacado político y escritor ecuatoriano.
Síntesis biográfica
Nació en Ambato, Ecuador, el 10 de julio de 1843. Sus padres fueron don Juan Pío Vela y doña Mercedes Hervas. Padrino de bautizo el historiador Dr. Pedro Fermín Cevallos.
Estudios
Sus primeros estudios los realizó en la ciudad natal, los secundarios en el Colegio Vicente León de Latacunga; aquí conoció al maestro de Simón Bolívar, don Simón Rodríguez; obtuvo el titulo de bachiller y luego pasó a la Universidad de Quito, en donde se graduó de abogado. El rector Francisco Javier Montalvo lo nombró secretario interino para ayudarlo. Allí concluyó el curso de Filosofía e inició el de Jurisprudencia con el Dr. Carlos Casares de quien fue su discípulo predilecto.
Trayectoria
Sus actividades de Jurisconsulto las combinó con la política y perteneció al Partido Liberal. Luchó por la libertad y fue perseguido y apresado varias veces. En 1878, en su periódico El Espectador escribió el célebre testamento político que decía:
Como Legislador redactó una Constitución en la que en razón de una amplitud ideológica llama la atención del Continente. Fue coautor de las Leyes de Instrucción Pública, de Registro y Matrimonio Civil, del Código de Policía, en la cárcel escribió bellos poemas. El 24 de febrero de 1877, fue nombrado por don Pedro Carbo, Inspector de las Escuelas de Tungurahua, el dinero de su sueldo lo invirtió en beneficio de las escuelas pobres.
Su hogar lo formó con doña Mercedes Ortega y Fernández, de cuyo matrimonio tuvo varios hijos a quienes los formó conforme a los dictados de su conciencia y corazón. Quedó privado de la vista y del oído. Sordo y ciego, siguió luchando con frenesí por su familia y sus compatriotas.
Su carácter violento y fiero. Hablaba a gritos por la sordera y se trasladaba en su casa por todos los cuartos (sólo y sin ayuda) a pesar de su ceguera. Gran memoria para recordarlo todo, nunca probó el alcohol y detestaba a quienes lo hacían. Caminaba rápido y siempre con la cabeza levantada, orgulloso de si mismo, con el sano orgullo de los que se saben cumplidores de su deber. Sus alegatos luminosos y espléndidos, sus discursos vibrantes a la par de francos, sencillos, convincentes y llenos de lógica. Brilló en los congresos donde su palabra era respetada. Su obra jurídica y periodística permanece dispersa y en espera de ser recogida
Fallecimiento
Fallece en 1920, dejando el recuerdo de su voz, aliento y espíritu.