Moonrise Kingdom (Película)

Moonrise Kingdom
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Comedia. Drama. Romance | Bandera de los Estados Unidos de América Estados Unidos
94 min
Estreno2012
GuiónRoman Coppola,Wes Anderson
DirectorWes Anderson
Dirección de FotografíaRobert D. Yeoman
ProductoraFocus Features / American Empirical Pictures / Indian Paintbrush
PaisBandera de los Estados Unidos de América Estados Unidos
Sitio web
http://www.moonrisekingdom.com/

Moonrise Kingdom (Filme). Comedia gramática norteamericana dirigida por Wes Anderson y el guión es del propio director y Roman Coppola. Protagonizada entre otros, por: Jared Gilman, Kara Hayward, Bruce Willis, Edward Norton, Bill Murray, etc

Sinopsis

Nueva Inglaterra, verano de 1965. En una isla donde se ha instalado un campamento boy-scout, Sam (Jared Gilman) y Suzy (Kara Hayward), de 12 años, se enamoran y establecen un plan secreto para fugarse y encontrarse en medio de la Naturaleza. Mientras amenaza la llegada de una fuerte tormenta, los habitantes de la isla se movilizan para dar con ellos.

Reparto

Jared Gilman

Kara Hayward

Bruce Willis

Edward Norton

Bill Murray

Frances McDormand

Tilda Swinton

Jason Schwartzman

Bob Balaban

Harvey Keitel

Premios

2012: Oscars: nominada a mejor guión original

2012: Globos de Oro: nominada a mejor película comedia

2012: Premios BAFTA: nominada a mejor guión original

2012: Critics Choice Awards: 5 nominaciones, incluyendo Mejor película

2012: Festival de Cannes: Sección oficial de largometrajes

2012: Premios Gotham: Mejor película. Nominada a mejor reparto

2012: Independent Spirit Awards: 5 nominaciones, incluyendo mejor película y director

2012: Satellite Awards: Nominada a Mejor película y Mejor guión original

2012: American Film Institute: Top 10 - Mejores películas del año

2012: Premios Guldbagge: Nominada a mejor película extranjera

Críticas

Cartografía de un autor

Wes Anderson lo ha vuelto a hacer. Sin que le tiemble el pulso ha desempolvado esa vieja caja de zapatos donde guardabas tus posesiones, antaño, más preciadas y las ha colocado encima de la mesa, obligándote a jugar. Moonrise Kingdom es otra muestra de cómo el Texano se maneja cuando a evocar tiempos pasados (y mejores) se refiere. Desde los amores púberes de un vivo Max Fisher por una profesora de la Academia Rushmore, hasta la búsqueda (puerilmente testaruda, como la pataleta de un mocoso que dice haber visto a un gnomo en el bosque y al que nadie cree) por parte del ya maduro capitán Zissou del tiburón que se come a su amigo, en Life aquatic, el cine de Wes Anderson demuestra estar compuesto de la materia que puebla la mente de un niño. Excentridad, imaginación y aventura se mezclan y dan lugar a un cine marciano, que alcanza un tono arrebatadamente singular. Nos hayamos ante el genero W.S. Comedia afligida. Drama jubiloso. No será, pues, menos, en lo que a su última película se refiere. Moonrise Kingdom cuenta las aventuras de dos chavales preadolescentes, Sam y Suzy.

Sam y Suzy son dos niños diferentes pero iguales. Sus problemas para relacionarse con otros son más que evidentes, y les llevan a excluirse en ellos mismos o a proyectar sus problemas en los demás. Sus padres no existen. Sus sueños son lejanos. Pero un día Sam y Suzy se conocen.

Sam y Suzy se escriben, se escabullen del bullicio impuesto. Se apoyan el uno en el otro, se cuentan trivialidades, esperan con ansiedad noticias del otro. Un día Sam dice “¿Cuándo?”. Un día Suzy dice “¿Dónde? Y entonces de entre las brumas nació su reino.

El reino de Sam y Suzy es una playa virgen. Unas coordenadas cartográficas donde ni el egoísmo ni la maldad han asomada aún su gélido rostro. Toneladas de arena nívea, litros de agua salada inerte. Su aventura se extiende más allá de los últimos rayos de sol, con la luz tenue y cómplice de la luna, junto a una fogata y un libro abierto de par en par, que encharca sin remedio sus mentes incorruptas. Sam y Suzy son dos mitades de un solo ser. Dos niños que se han imaginado cientos de veces, detrás de cada charco, de cada colina, dándose de la mano para cruzar las aguas turbulentas. Dos almas escapando del mundanal ruido, de las vanas costumbres, saltado de piedra en piedra para no tropezar con la irremediable verdad.

La verdad que ven en los adultos que les rodean. Torpes, acomp

El reino de los modernos

Si hace una semana hubiésemos realizado una encuesta sobre cuál es su director favorito entre los miles de seguidores del Sónar que bailoteaban a plena luz del día, seguro que Wes Anderson aparecería en la mayoría de preferencias. Wes Anderson es cool, es vintage, es guay. Es lo más. Al cine de este enigmático director le ocurre lo mismo que a la música alternativa y etérea que se danza en el festival de Barcelona, unos pocos la disfrutan y unos cuantos, los que más, fingen entenderla. Wes Anderson, como el Sónar, como las tiendas de ropa de segunda mano, es parada obligatoria para todo moderno que se precie.

El director de Academia Rushmore, de Los Tenenbaums, de Viaje a Darjeeling, mantiene en esta última obra ese humor surrealista revestido de look demodé, hoy más de moda que nunca. Es, sin duda, un estilo particular, muy meritorio, en el que cada fotograma destila comedia por sí mismo. La imagen requiere de pocas palabras para provocar ese efecto satírico y absurdo que desprenden todas sus películas. Pero en esta ocasión, más que nunca, se echa en falta una mínima trama, un argumento que complete el impresionante esfuerzo de fotografía.

Porque esa historia de amor preadolescente, esa fuga de amantes benjamines, provoca el mismo efecto que producen los niños ajenos, esa sonrisilla entre “fíjate qué monada” y “quítalos de mi vista lo antes posible”. Aunque muchos críticos se esfuercen en buscarle sentido al filme como un viaje a la etapa infantil, a pesar de lo increíblemente bien que Jared Gilman asume el papel de niñato resabido, lo cierto es que Moonrise Kingdom es poco más que un estímulo visual.

Anderson demuestra una enorme habilidad, no sólo en el uso de la luz y del color, sino también en el manejo de la cámara, con esos desplazamientos laterales, arriba y abajo, que lo convierten en el rey del travelín (palabro del diccionario de la RAE que también parece perseguir el gusto por lo antiguo). La agilidad que por momentos no encontramos en los guiones la obtenemos en el puro nervio de sus imágenes, como si ambos conceptos, continente y contenido, discurrieran por caminos opuestos.

A los fieles seguidores del director, sin embargo, poco les importará el mensaje. Moonrise Kingdom ofrece los suficientes guiños nostálgicos como para satisfacer a esa corriente posmoderna con la mirada puesta en el pasado. Vibrarán con el tocadiscos portátil de Suzy, objeto kitsch donde los haya, o con el baile de guateque que se marca Sam en la playa. Sólo cabe preguntarse qué ocurrirá con la película, cómo se mantendrá en el tiempo, cuando lo viejo deje de ser moderno. Es lo que tienen las modas, que son pasajeras.

Vivir del cuento

Desde su debut como director Wes Anderson ha conseguido dos cosas: hacerse con un estilo personal y poner de acuerdo a toda la crítica a la hora de rendirle pleitesía. El problema es que sus películas vienen marcadas por unos personajes estrafalarios y un sentido del humor no siempre fácil de entender (prueba de ello es la poca gente a la que se escucha reir en toda la sala) lo que provoca que no sea nada fácil entrar en sus historias ni disfrutar de ellas. Nadie le niega su capacidad como director y su brillantez a la hora de mover la cámara. Tampoco su capacidad innata para dirigir repartos corales donde cada personaje suele disponer de su momento de gloria. Pero su capacidad para generar emociones está bastante más abajo de lo que algunos pretenden hacer creer. Y eso que en esta película que nos ocupa “Moonrise kingdom”, la narrativa es algo más accesible que en anteriores trabajos y los personajes ya no parecen todos salidos de un manicomio, aunque alguno sí hace méritos para entrar. Pero la perplejidad con que uno va observando el devenir de la historia no ayuda en nada a entrar en ella y no consigue que esta le transmita ninguna de las emociones que a priori persigue. Así pues, la historia de Sam y Suzi en la que en principio muchos de nosotros nos podríamos ver reflejados, nos pasa por delante como un cuento friki de un autor que sabe que actúa con red.

Lo mejor: su estilo visual.

Lo peor: que sea tan poco graciosa.

Sinceridad sobre todo

La sinceridad es una de las virtudes de la humanidad, y es una de esas virtudes que ha perdido importancia con el paso de las décadas, pero en mi caso, no ha sido así, y siendo sincero, la película es mala. Sí como suena, mala, y es que donde unos ven virtudes y paradigmas de la literatura, yo sólo veo estupor, aburrimiento y desidia.

Un guión interesante, pero desaprovechado, donde la tragicomedia se quiere imponer, pero sólo da paso a un desencadenamiento de hechos más fantásticos que en Alicia, en el país de las maravillas. Un desarrollo, lleno de momentazos llenos de estupor y somnolencia, donde un servidor, sólo le entraron ganas de dormir.

Los momentos cómicos, son un intento de hacer algo, aún no se qué exactamente, pero algo es, pero para mí, sólo fue para aumentar el ritmo de suspiros cansinos a la espera del final.

En fin, ni Alicia en el país de la maravillas, ni Andersen, ni Julio Verne, sólo son 90 minutos de desencanto, mal aprovechados, donde nada destaca, ni actuaciones ni guión. Sólo un intento pésimo de hacer algo original, donde los cabezas huecas ven algo y donde las personas normales sólo ven "mierda".

Ahora podéis acribillarme a votos negativos, eso da igual, aquí en Filmaffinity son 4 gatos los que se valoran, sin importar si tienen razón o no, pero da igual, soy sincero y ante esa sinceridad nadie me gana.

Fuentes

  • Artículo Moonrise Kingdom. Disponible en: www.filmaffinity.com, visitado el 1 de marzo del 2013.
  • Artículo Moonrise Kingdom. Disponible en: www.filmaffinity.com, visitado el 1 de marzo del 2013.
  • Artículo Moonrise Kingdom. Disponible en: www.fotogramas.es, visitado el 1 de marzo del 2013.
  • Artículo Moonrise Kingdom. Disponible en: www.ecartelera.com, visitado el 1 de marzo del 2013.