Plataforma Continental y Fondo Oceánico

Plataforma Continental y Fondo Oceánico
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Plataforma Continental y Fondos Oceánico. Perímetro extendido de cada Continente, que queda cubierto durante los períodos interglaciares como la época actual por mares relativamente poco profundos y golfos. La plataforma nace en la costa y termina donde se inicia la pendiente descendente del Talud continental, que la enlaza con el fondo marino profundo.

Desarrollo

Generalmente, la correspondencia entre el dominio continental y el marino no se da de manera brusca, pues va aumentando poco a poco la pendiente de descenso hasta llegar a las profundidades del océano. La zona de transición tiene el aspecto de una plataforma que se inicia inmediatamente después de la línea de costa. En períodos geológicos recientes, gran parte de esta plataforma se encontraba fuera del mar. Al cambiar el nivel del agua durante las glaciaciones, la plataforma fue cubriéndose, pero conservó la mayoría de sus características continentales, que han cambiado a través del tiempo debido a los procesos de erosión y sedimentación. A esta plataforma se le llama plataforma continental.

Plataforma continental

Es la primera provincia del borde externo del margen continental y se encuentra después de la Zona costera, hacia el mar. Con el avance y retroceso de la línea de costa, las características de las plataformas han cambiado; unas son de tipo continental y otras totalmente submarinas.

Estas plataformas que son muy diversas, resultan más irregulares en las regiones tropicales que en las zonas frías. Están conformadas por procesos de sedimentación y por la actividad de organismos sedentarios como los corales. En la costa del Océano Pacífico de América del Norte, la plataforma es reducida, puesto que allí existen fuertes corrientes. En la Sonda de Campeche, situada en el Golfo de México y en donde el movimiento de las aguas oceánicas es mínimo, se encuentra muy extendida. En la desembocadura de los grandes ríos, que son áreas de sedimentación, alcanzan grandes dimensiones. Se considera que la plataforma más ancha del mundo es la del Mar de Barents en el Océano Ártico, que tiene 1 000 kilómetros de longitud.

La extensión promedio de las plataformas continentales mundiales es de 200 a 600 metros, y su profundidad media es de 150 a 200 metros. La zona que ha estado expuesta a la acción de los glaciares presenta las plataformas continentales de mayor profundidad, como las de Groenlandia, que llegan a tener de 300 a 400 metros de profundidad, en contraste con la del Mar de Beaufort, al norte de Alaska, que sólo tiene 70 metros en determinados sitios.

En algunos lugares, las plataformas continentales tienen uno o dos escalones en el borde que las une al talud continental. Dichos escalones son planicies marginales.

Talud continental

El talud continental es de mayor declive que la plataforma, y llega de 1 500 a 3 000 metros de profundidad, donde se localiza el borde continental.

La topografía del talud es muy irregular. Está cubierta en 50 o 60 por ciento por fango sedimentario; en 25 por arena; en 15 por roca desnuda y en 10 por ciento por restos orgánicos. Además, abunda en depresiones y cuencas. Su origen es tectónico y sedimentario.

Una de las irregularidades más marcadas en el talud son los cañones submarinos, surcos profundos cortados verticalmente en forma de V a modo de valles sumergidos. Estos se localizan a profundidades de 2 000 a 4 000 metros. El Gran Cañón de Hudson, situado en la costa oriental de América del Norte, tiene 300 kilómetros de longitud y su mayor profundidad es de 3 500 metros.

La inclinación de la superficie del talud varía en las diferentes regiones del planeta. Con 2º 55", la mínima, se encuentra en la costa de la India, y con 5º 20", la máxima, se halla en la costa del Océano Pacífico de América del Norte.

Borde continental

Se ubica a continuación del talud, y es difícil reconocer el lugar en donde se inicia. Es la zona de transición entre el talud y el suelo profundo del océano. Su inclinación es semejante a la de la plataforma continental, y tiene un metro más de profundidad por cada 1 000 metros.

El conocimiento en torno al fondo oceánico es muy reciente. Por ejemplo, lo accidentado de la estructura de este fondo no se sospechaba antes de la segunda Guerra Mundial, pero con el desarrollo de la ecosonda de registro, aparato que produce explosiones y calcula la profundidad por el tiempo que tardan los ecos en regresar a la superficie los detalles de la topografía submarina fueron revelándose progresivamente.

A raíz de esos estudios se encontró que el fondo oceánico está dominado por cadenas montañosas volcánicas que forman los grandes dorsales o elevaciones, los cuales alcanzan miles de kilómetros de largo, con decenas de kilómetros de ancho y crestas que se levantan de dos a tres kilómetros por encima de las planicies abisales. Además se descubrieron otros tipos de formaciones topográficas, como fallas, fosas marginales, arcos insulares, trincheras, cañones submarinos, montañas, islas y el piso abisal.

Entre los grandes dorsales o elevaciones de cadenas montañosas volcánicas destaca el sistema que recorre al Atlántico en toda su extensión, formando una franja, alrededor de la Tierra, de 60 000 kilómetros de longitud y de 800 a 4 000 kilómetros de ancho. Este sistema se inicia en la cuenca euroasiática del Ártico, pasa por Islandia y las Azores, en el Atlántico Sur; se dirige hacia el Este y da vuelta al sudeste de África hasta el Océano Índico; vuelve hacia el sur, para pasar por el sur de Australia, y cruza el Pacífico sur y el oriental hasta las Islas Galápagos y el Golfo de California, ascendiendo hacia el Norte.

Otro elemento topográfico predominante del fondo oceánico son las zonas de fractura o fallas, que consisten en cortes lineales que se presentan en los pisos y las llanuras abisales. El trazado de las fallas se mantiene constante y rectilíneo a lo largo de miles de kilómetros.

Generalmente, las fracturas están bordeadas por volcanes. Las cuatro mejor estudiadas son las que se extienden paralelamente entre sí, de Este a Oeste, a través de 6 000 kilómetros en el noroeste del Pacífico: la de Mendocina, Murray, Clarion y Clipperton, perpendiculares a la Gran Falla de San Andrés, que corre desde el Golfo de Alaska hasta [Centro américa]. Esta falla, que es marina en su mayor parte, se adentra en California (Estados Unidos) y en Baja California (México).

Estas fallas son regiones sísmicas activas que se forman por el movimiento de las capas tectónicas. Las fosas marginales y el sistema de arco insular constituyen otra estructura oceánica, son arqueadas y poseen una cadena marginal de islas volcánicas en su lado cóncavo. Estas fosas submarinas se encuentran junto a los bordes de los continentes, como las de Java y las Aleutianas, o cerca de los grandes bloques insulares. Son escarpadas, su perfil tiene forma de V y su longitud alcanza cientos de kilómetros. Resulta curioso que, en todos los mares, tengan aproximadamente la misma profundidad. Su origen ha sido muy discutido, pero posiblemente tiene que ver con las alteraciones ocurridas en la corteza terrestre.

Con el empleo de nuevas técnicas de estudio y con el uso de batiscafos de investigación, se han descubierto más fosas oceánicas. A la fecha se tienen reportadas cuatro en el Atlántico, dos en el Índico y 15 en el Pacífico; es decir, en lugares de alta actividad sísmica. Uno de los más clásicos ejemplos lo constituye la Fosa de Tonga, situada entre las islas de Tonga y las islas de Samoa, en el Océano Índico; tiene unos 2 000 kilómetros de longitud, unos 100 kilómetros de anchura y de 10 a 11 kilómetros de profundidad.

En algunas de estas fosas, las líneas de islas dispuestas en arco sobresalen de la superficie del agua formando los llamados arcos insulares, que son relativamente recientes, y cuyo origen se debió a los movimientos de las capas tectónicas. Por ejemplo, está el arco de las islas Aleutianas, ubicado en el Pacífico Norte, cerca del Mar de Bering; la Fosa de las Marianas, al sur de Japón, y el Arco del Caribe, en el Océano Atlántico.

El piso de las fosas oceánicas está integrado por roca basáltica oscura de origen volcánico. En las fosas cercanas a los continentes, esta roca es cubierta por sedimentos derivados de las masas de tierra contiguas; por ejemplo, está el caso de la Fosa de América Central, localizada en el Pacífico Medio, y la de Perú y Atacama, en el Pacífico Sur.

De todos los accidentes submarinos los más asombrosos son las grandes trincheras, los sitios más profundos del océano. Es muy extraño que las grandes trincheras se localicen principalmente cerca de la tierra, pues lo más lógico sería encontrarlas en el centro del mar. Se asocian con las cadenas de islas y las cordilleras montañosas que se levantan a lo largo de las orillas de los continentes, y reflejan las fuerzas titánicas que siguen modelando la Tierra.

Las trincheras son la consecuencia de ese levantamiento y agitación de la corteza terrestre. Casi todas ellas se sitúan en el Pacífico, sobre la línea de actividad volcánica y sísmica. Mientras las cadenas montañosas, se levantan, el fondo del mar se hunde.

La trinchera más profunda que se ha encontrado es la de las Marianas, que se halla en el oeste del Pacifico. Tiene una profundidad de 11 000 metros. Con el tiempo, los submarinos de las grandes profundidades nos dirán mucho más sobre los fenómenos que dieron origen a estas trincheras oceánicas.

En el fondo del mar se encuentran también los cañones submarinos, que son canales hendidos profundamente en la roca del fondo y los cuales constituyen uno de los principales enigmas científicos. Se sabe que, en la tierra, las fuerzas de la erosión, el viento, la lluvia y las corrientes de los ríos han abierto los cañones, como el Gran Cañón del río Colorado, pero en el océano no existen estos factores de erosión.

En un principio se creyó que esos cañones habían sido abiertos por antiguos ríos en épocas en que el nivel del mar era mucho más bajo que en la actualidad. Esa teoría fue desechada, cuando se descubrieron cañones a miles de metros de profundidad, cuando resultó imposible creer que el nivel del mar hubiera estado tan bajo.

Los geólogos adoptaron otra teoría, que no fue aceptada unánimemente. Propuesta por el doctor Reginald A. Daly, de la Universidad de Harvard, dice que las "corrientes de turbiedad", enormes ríos de lodo que fluyen en el fondo del océano, han abierto los cañones. Esas corrientes, que se mueven a velocidades de 30 a 80 kilómetros por hora, actuaron supuestamente en el fondo del mar como los ríos que corren sobre la tierra: arrastrando tanto arena cortante y grava como lodo blando, en un curso en el que se excavarían grandes cañones. Sin embargo, todavía se tiene mucho que estudiar sobre los cañones submarinos.

Sobre la superficie del fondo oceánico también existen salientes que reciben el nombre común de montañas oceánicas las cuales se pueden diferenciar en tres tipos distintos: islas volcánicas, montañas marinas y guyots.

Islas volcánicas

Son elevaciones aisladas generalmente alejadas de los continentes, y posiblemente originadas debido a la segmentación de las grandes cordilleras. Su parte más elevada sobresale de la superficie del mar, y se diferencian de las islas continentales por ser de menor tamaño.

Existen picos colosales que se levantan desde las profundidades. El mayor es el de la Isla Mauna Kea, en Hawai, que tiene 9 450 metros desde el fondo del mar hasta su cima, y el cual sobresale 4 250 metros de la superficie de las aguas.

Montañas marinas

Son elevaciones que alcanzan más o menos un kilómetro de altitud, y se pueden encontrar aisladas o en grupos de 10 a 100. Son más abundantes en el Océano Pacífico que en el Atlántico. Algunos geólogos marinos estiman que existen 20 000 en todos los mares y que se originaron a raíz del hundimiento de volcanes provocado por movimientos de la corteza terrestre.

En la zona situada entre la costa de Nueva Inglaterra, donde se localiza el Banco de Georges y las Bermudas, se encuentra una de las mayores agrupaciones de montañas marinas. Si estas elevaciones son de cima plana reciben el nombre de guyots, y posiblemente tienen el mismo origen que las montañas marinas. Se supone que fueron islas que se sumergieron, pero esta teoría es todavía muy discutida. En la actualidad sólo se conocen unos cuantos cientos de ellos, la mayoría en el Océano Pacífico. Algunos muestran formaciones coralinas, como los del Archipiélago Tuamotu, en el Océano Pacífico meridional, entre Australia y América del sur.

Las regiones planas que se encuentran en el fondo del océano entre las formaciones topográficas representan al llamado piso abisal, que tiene una inclinación muy ligera, menor de un metro por cada 1 000 metros; se hallan en profundidades de 5 000 a 10 000 metros, como los planos abisales que se localizan a los lados de los dorsales atlánticos. Su origen es muy discutido, y para determinados autores su formación se debió a la influencia de grandes volúmenes de lava solidificada que se escurrió sobre el lecho oceánico; para otros, son el resultado de un proceso de sedimentación continua.

En las últimas décadas han sido descubiertas en los fondos oceánicos unas salientes rocosas en forma de tubos con paredes de aspecto esponjoso, de color amarillento naranja, que lanzan por su boca una columna de humo negro-grisáceo que llegan a alcanzar hasta 50 metros de altura. Son las llamadas chimeneas o fumarolas. Fueron localizadas en varias regiones del océano. Las que se encontraron en las Islas Galápagos y en la falla Rivera-Tamayo a 21º Norte en la entrada del Golfo de California han sido muy estudiadas.

En las salidas o bocas de estas chimeneas se concentran temperaturas muy altas, que van de los 350 a 570º C, aunque la temperatura del agua en esa zona es de 2º C. La presión con que sale la columna de humo debe ser muy fuerte, pues logra vencer las 250 atmósferas que se tienen a 2 700 metros de profundidad.

El humo contiene sulfuros y metales como el zinc y el hierro, por lo que se piensa que pudieran ser fuentes futuras de estos minerales. En un diámetro de 30 metros alrededor de una chimenea se han descubierto abundantes organismos, como pogonóforos, ostras, ofiúridos, poliquetos y esponjas, todos de mayor tamaño que los que viven en otras zonas del océano.

Hoy es evidente que las crestas de los dorsales, las fracturas y los sistemas de fosas se caracterizan no sólo por su topografía, sino por otros fenómenos físicos, como los terremotos. Esta actividad sísmica se genera a poca profundidad, desde 10 hasta 20 kilómetros, a lo largo de las crestas de los dorsales y sus fracturas, mientras que en los sistemas de fosas se producen a cualquier profundidad, hasta un máximo de 70 kilómetros.

Como se ha visto, la imagen del fondo del océano está constituida por escarpadas montañas, depresiones y fallas; paisaje cuyos perfiles son considerablemente más contrastados y escarpados que los continentales. Existe una explicación: desde sus orígenes, las montañas de la Tierra han estado expuestas a la erosión, los efectos del agua y del viento, de las heladas y del calor, lo que las ha desgastado poco a poco. Por lo contrario, las masas rocosas de los océanos se levantan en lugares donde no hay estaciones ni grandes diferencias de temperatura, y donde, por consiguiente, no ha habido destrucción.

En un futuro, las investigaciones que se han hecho permitirán no sólo evaluar los tiempos de la contracción y destrucción de la corteza, en los sistemas montañosos y de fosas, sino también comprender mejor la distribución y la causa de los terremotos. A la vez, esto podrá ayudar a alcanzar esa meta fundamental: la predicción de los movimientos telúricos. Los trabajos de los hombres de ciencia han puesto al descubierto muchos de los secretos de la historia geológica

Fuentes

  • Libro Principios de Geología por James Gillury, A. C. Waters, A. O. Woodford.