Universidad del Salvador (Argentina)

Universidad del Salvador
AcrónimoUSAL
Fundación8 de junio de 1944
Localización
DirecciónBandera de Argentina Argentina
Univ.Salvador de Argentina.JPG
Logotipo de la universidad

Universidad del Salvador. Su sede central se encuentra ubicada en la ciudad Argentina de Buenos Aires. Fue fundada por la Compañía de Jesús, siendo el Instituto Superior de Filosofía su más próximo antecesor, fundando en la sede del Colegio del Salvador el 8 de junio de 1944.

Historia

En el año 1955 se autoriza el funcionamiento de las universidades privadas en el país y un año más tarde se firma el Acta de fundación de las Facultades Universitarias del Salvador. El 15 de mayo de 1958 cambia su nombre por el de Institutos Universitarios del Salvador, los cuales son reconocidos con fecha 8 de diciembre de 1959, como universidad privada con el nombre de "Universidad del Salvador".

En marzo de 1975 la Compañía de Jesús confió la conducción de la USAL a un grupo de laicos, quienes asumieron la responsabilidad de preservar la identidad de la "Universidad del Salvador" en el cumplimiento de sus fines y objetivos.

Desde sus inicios, la acción educativa de la USAL ha estado guiada por una concepción humanística y cristiana que favorece la formación de personas solidarias y abiertas al diálogo entre ciencia y fe.

Objetivos

La Universidad del Salvador, según su Estatuto Académico, tiene por finalidades esenciales y específicas:

  • La formación integral -científica, humanística y cristiana- de sus estudiantes, en todas las carreras o especialidades, en orden a la promoción de profesionales, docentes e investigadores;
  • La investigación científica capaz de demostrar la síntesis armónica de la ciencia y de la fe;

Y en general toda docencia superior encaminada a la visión cristiana de los distintos problemas humanos .

Formación integral

La tarea de "formación integral" que la Universidad se propone, supone necesariamente:

La formación como persona

  • La Universidad del Salvador definida a sí misma como "Comunidad de Iglesia enraizada en la Nación Argentina" cree que no puede haber formación integral que explícita o implícitamente no conduzca a la cosmovisión cristiana. La lucha por la formación personal es una lucha contra las concepciones materialistas y degradantes del ser humano.
  • La Universidad del Salvador es una Universidad confesional y por lo mismo debe ser fiel al mensaje evangélico, y al espíritu de la Compañía de Jesús que la creó y le entregó un estilo de fidelidad a la Iglesia y de apertura al diálogo.
  • De tal óptica, lo que aporta la Universidad al proceso de formación de sus integrantes se manifiesta no sólo en las materias teológicas o filosóficas sino en la cosmovisión que ilumina todas sus actividades y en el testimonio que como institución quiere dar, de un estilo de vida donde la comprensión, el respeto y el diálogo son las bases de la relación interpersonal.
  • Da primacía al sentido ético y trascendente sobre el elemento intelectual para que ilumine este último y lo lleve a fructificar en obras de valor.

Se trata de formar hombres buenos, integrados en todos los niveles de relación: con Dios, con los demás hombres, consigo mismo y con la naturaleza.

La formación como argentino

  • La Universidad debe afirmar la conciencia nacional histórica, afirmar la propia identidad, para acceder, desde ella, a lo universal.
  • La Universidad rechaza todo modelo cultural exógeno y materialista, que sea ajeno al sentir del pueblo, o con mentalidad tecnocrática como único patrón.
  • Busca volver a las fuentes, destacar la continuidad de un proceso que, desde la doble vertiente hispánica e indígena y la incorporación luego de la inmigración europea y latinoamericana, abona la identidad y existencia como Nación.
  • Rescatar lo más propio es también ir a la historia viva del pueblo, a su creatividad inmanente, factor esencial de la cultura nacional.

La formación como profesional

  • Acompañada por los anteriores, la formación científica y/o técnico-profesional, tendrá un terreno fértil y un hombre concreto -argentino- donde asentarse.
  • Así, el camino de la especialización debe ser iluminado por la claridad que emana de la conciencia de la unidad del saber revirtiendo el proceso actual de dispersión del conocimiento. Se trata de recuperar la esencia de la "Universidad", abandonando el camino que conduce a la "multiversidad".
  • La formación científica, la técnica y profesional debe conjugar la generalización con la especialización, es decir, debe conocer cuáles son los grandes problemas (a nivel individual, regional, nacional y mundial) y, en lo particular, debe ser capaz de desarrollar investigación, docencia y aplicación técnica de su disciplina, con un alto nivel de conocimiento de la misma. Deben formarse científicos capaces del desarrollo de su especialidad, con una perspectiva no unilateral.
  • El especialista debe tener la creatividad suficiente como para adaptar el modelo creado, fuera de su realidad circundante, a la modalidad regional y nacional.

Un aspecto de esto último, también función de la Universidad y sus graduados, es la adaptación de la tecnología a las propias necesidades y circunstancias.

De ello adviene la responsabilidad de criticar concepciones vigentes en las que la tecnología es motor de la historia y no un instrumento integrado al desarrollo de la comunidad.

Principios

En el transcurso del año 1974 la Universidad del Salvador vive el proceso que va a culminar en el desligue, momento de su historia en que la Compañía de Jesús confía su conducción a los laicos de la Asociación Civil. Cuando la Universidad, a través del Consejo de Laicos manifiesta la intensa necesidad de preservar su identidad, el R. P. Provincial le presenta el Documento "Historia y cambio", donde quedan delineados los puntos en los que la Nueva Universidad del Salvador deberá apoyarse para ser fiel a sí misma, para rescatar su "continuidad en el espíritu jesuítico: lucha contra el ateísmo, avance mediante el retorno a las fuentes, universalismo a través de las diferencias"

Lucha contra el ateismo

El ateísmo moderno es un tema cargado de significaciones; una de ellas tiene especial interés para la construcción de una Universidad distinta: se trata de las consecuencias que acarrea la ausencia de un sentido trascendente (religioso) de la vida, en la comprensión de los fenómenos históricos y sociales. El mundo moderno es una suerte de despliegue triunfante de las más diversas experiencias históricas. Tanto el capitalismo como el marxismo han realizado plenamente su sentido en grandes estados y colosales imperios.

La realización práctica de las ideologías básicas de la época toma necesaria, como contrapartida, la determinación de sus límites, como paso previo a su superación. Mientras las grandes ideologías eran sólo propuestas más o menos abstractas y no realizadas, se creyó ingenuamente que sería su propia dinámica inmanente la que fijaría sus límites. Transformadas en realidad, convertidas en camino recorrido durante décadas, la situación es otra. Lo inmanente no ha cumplido con sus promesas. Se necesita ahora una visión distinta, aunque no siempre opuesta, que las trasciende. En breve: es preciso un criterio trascendente, una actitud religiosa para juzgar eficazmente a la historia.

Sólo lo trascendente permite recuperar la noción del salto definitivo hacia la liberación, y a través de esta noción profundamente religiosa, volver a lo cualitativo y a lo distinto. Sin lo trascendente, no es el hombre el que empuja la historia, sino las fuerzas inertes del progreso técnico. Si se ausenta, es imposible comprender el fin de una época y la posibilidad de una civilización distinta se esfuma en una infinitud "progresista"de signo tecnocrático.

La crisis del ateísmo moderno reside en su incapacidad para juzgar globalmente las grandes aventuras del hombre contemporáneo. Su inmanentismo le impide totalizarlas e ir más allá de lo meramente cuantitativo. No supera los límites del mundo moderno porque no los encuentra, limitándose a colocar el futuro en la extensión indefinida de experiencias históricas que considera esencialmente inmodificables.

Ante el encierro ateo, resurge con toda su fuerza la necesidad de un sentido trascendente de la vida, aproximándose el más grande renacimiento religioso que ha conocido el hombre. No existe en estos días un pensamiento verdaderamente crítico que no cuente con una dimensión trascendente; es el único capaz de innovar críticamente experiencias históricas que llevadas por su inmanencia han terminado en lo puramente cuantitativo.

La lucha contra el ateísmo, en síntesis, no se diferencia de la crítica trascendente al mundo contemporáneo.

En esta tarea, el mayor aporte obtenido por el pensamiento trascendente proviene de su antagonista ateo.

Así como el futuro se elabora a partir de lo actual, también la actitud trascendente que guía su construcción incorpora, mediante el discernimiento, los elementos del ateísmo que comportan una crítica válida a las manifestaciones enajenantes y a las civilizaciones tramposas de lo religioso.

El renacimiento religioso que aguarda el mundo volverá a lo esencial de sí mismo, atravesando el ineludible tamiz crítico del ateísmo moderno; así alcanzará su mayor triunfo ante el más temible de sus adversarios, al incorporar a su seno lo mejor y lo más válido que éste posee.

En esta perspectiva actuará la Nueva Universidad del Salvador: será una Universidad fundada en la Fe, es decir, crítica e innovadora.

Este es un pueblo fiel; un pueblo creyente. Esa es su fuerza.

Esa Fe popular ha sido -y es- despreciada por la soberbia ilustrada que, en su ceguera, la ha calificado sucesivamente de credulidad y alineación.

Pero la Fe del pueblo es más profunda que sus críticos. Y así muestra que su cristianismo no es un formalismo teórico, superficial y feble, sino una práctica concreta y cotidiana, de amor y solidaridad. Para él, Jesucristo no es sólo un Dios, sino Aquel que dejó el amor entre los hombres.

Y éste, como lo saben en el fondo de su alma los más fríos escépticos, es la única fuente de los cambios profundos, el único sustento de una revolución por la justicia y la paz.

Avance mediante el retorno a las fuentes

El futuro se alcanza profundizando el camino recorrido. Es un proceso de vuelta a los orígenes, o mejor dicho, de afirmación de las diferencias. No es un intento de crítica externa de la experiencia realizada, sino la asunción como propia de una travesía de la que se es parte.

En cambio, por eso, no consiste en la imitación servil de modelos ajenos o en el abandono de lo propio, sino en la continuidad crítica de los movimientos populares del signo nacional, protagonistas esenciales de la Argentina moderna. Más aún, el resurgimiento cultural de la América Latina exige retornar a las líneas maestras de su tradición hipánico-indígena, como fundamento del cambio revolucionario hacia un futuro en el que se reconozca.

Exactamente el mismo criterio debe aplicarse a la construcción de la Nueva Universidad del Salvador. Por eso, el espíritu que debe presidirla es el mismo con que la Compañía de Jesús ha reconsiderado su misión apostólica global.

Universalismo a través de las diferencias

Desde los comienzos de su historia, la Compañía de Jesús comprende y respeta las diferencias históricas, culturales y psicológicas que confieren su sello intransferible a los pueblos de la tierra.

Empujada por el espíritu evangélico de su fundador, afirma desde sus inicios el contenido universalista de su acción. Una es la verdad de Cristo, pero múltiples e intransferibles sus manifestaciones históricas y humanas. Sólo en el juego diverso de lo creado se muestra la verdad encarnada.

No es extraño que la Compañía enfrente a la entonces naciente pretensión liberal-burguesa de homogeneizar la realidad histórica y humana del mundo, mediante la acción conjunta del centralismo estatal y el racionalismo iluminista, en detrimento de la riqueza multifacética de lo creado.

Entre las experiencias misioneras más importantes de la Iglesia, se encuentran las que han sido obra de la Compañía de Jesús. En China como en el Río de la Plata, la Compañía se niega a ser la justificación religiosa de la expansión europea, al brindar a los pueblos misionados los elementos organizativos y sociales que les permitieron el libre desarrollo de su individualidad cultural, integrándolos en lo universal a través de una Fe sentida como propia. La Compañía es fundacionalmente universalista; y por ello contraria a los internacionalismos homogeneizantes que, por "la razón" o por la fuerza, niegan a los pueblos el derecho a ser ellos mismos.

Cuando en este momento de su trayectoria varias veces centenaria, enfatiza el apostolado social, dirigiéndose al encuentro con los agentes de cambio -los pueblos- no hace más que retornar a su sentido originario, criticando con inusitada valentía sus desviaciones históricas.

Superado el largo repliegue histórico iniciado a mediados del S. XVIII, durante el cual debió aceptar, por lo menos tácita y parcialmente, las reglas de juego de su adversaria, la sociedad del lucro y el individualismo, la Compañía vuelve a desplegar a pleno sus banderas iniciales de comunidad, fe y disciplina, al servicio de los pueblos.

Concibiendo el apostolado social como la inmersión religiosa en la vida de los pueblos, la Compañía afirma prácticamente, que sólo a partir de esa concreción es factible la construcción de una sociedad más humana, es posible "hacer la Justicia". Y es allí, en los pueblos -personas estructuradas por antonomasia- que la Iglesia reconoce y reafirma -y dentro de la Compañía- su sentido de disciplina y su concepto de organización.

Coherentemente, la Congregación General XXXI, orienta el apostolado de la Educación hacia las "... soluciones de tipo regional dada la gran variedad de circunstancias de unos países con respecto a otros y por el hecho que la enseñanza constituye sólo una parte muy pequeña del conjunto educacional de cada Nación".

Investigación

La Dirección de Investigación, dependiente del Vicerrectorado de Investigación y Desarrollo, tiene como objetivos: mejorar los servicios de apoyo a la investigación; desarrollar pautas de autoevaluación continua de las actividades de investigación de los Instituto, Centros y Áreas de la Universidad; implementar programas de seguimiento y supervisión técnica de las investigaciones; promover el trabajo interdisciplinario; proponer incentivos para los investigadores; administrar un área de planeamiento prospectivo para establecer propuestas a futuro; incrementar las posibilidades de acceso a sistemas de información científica como soporte a la investigación y docencia; coordinar esfuerzos con otras instituciones nacionales e internacionales para la realización de programas y proyectos de investigación con y para la comunidad.

Unidades académicas

Fuentes