Joaquín Abarca

Joaquín Abarca
Información sobre la plantilla
JoaquínAbarca.jpeg
NombreJoaquín Abarca y Blanque
Nacimiento22 de mayo de 1778
Huesca, Aragón, Bandera de España España
Fallecimiento21 de junio de 1844
Cerdeña, Bandera de Italia Italia

Joaquín Abarca y Blanque Obispo de León y consejero de Carlos María Isidro de Borbón, pretendiente al trono de España durante la Primera Guerra Carlista.

Datos biográficos

Nace en Huesca el 22 de mayo de 1778. Paisano, amigo y protegido de Calomarde. Canónigo lectoral de Tarazona. Promovido al obispado de León el 27-IX-1824. Nombrado seguidamente miembro del Consejo de Estado, hasta que en 1833 se unió a las guerrillas carlistas y pasó a ser ministro de don Carlos. Pero ya antes de estallar la contienda veía en el hermano del rey al único capaz de hacer frente al liberalismo y salvar los principios católicos tradicionales.

Mantuvo relaciones amistosas y políticas con el embajador sardo en Madrid, conde Solaro della Margarita, y con el enigmático franciscano fray Cirilo Alameda y Brea, que treinta años más tarde sería cardenal de Toledo.

Estudios

Estudió Filosofía y recibió el grado de doctor en Derecho civil y canónico. En 1837 fue nombrado jefe del gobierno carlista. En 1839 marchó a Francia.

Trayectoria religiosa

En su época fue conocido vulgarmente como el obispo de León. En 1804 fue nombrado canónico doctoral de la catedral de Tarazona. En 1822, durante el Trienio Liberal, tuvo que huir a Francia, perseguido por sus actividades antiliberales. Cuando fue restablecido el absolutismo en 1824, Fernando VII le concedió el obispado de León. Un año después fue nombrado Consejero de Estado, cargo que no desempeñó correctamente por lo que tuvo que volver al obispado.

Durante el verano de 1827, Abarca se hizo cargo interinamente de la tutela de los intereses de la Santa Sede, hasta que el Gobierno permitió la entrada del nuevo nuncio Tiberi.

Tras los sucesos de La Granja (1832) y la caída de Calomarde , el obispo de León no pudo continuar en la corte y fue obligado a residir en su diócesis. Lo que sería por poco tiempo, pues a principios de 1833 se refugia en las montañas gallegas y se une a los carlistas en franca rebeldía. Desde allí escribe una pastoral contra la política de Fernando VII y contestando el juramento de fidelidad a Isabel II. Se ordena su arresto, su proceso y la confiscación de todos sus bienes, lo que crea un conflicto diplomático con la Santa Sede. Abarca envía entonces un escrito a todos los obispos españoles, incitando a la rebeldía, y una carta personal al rey en la que alega que es un contrafuero la sucesión de las mujeres en la corona de Aragón .

Simpatizante de la causa carlista, se incorporó al séquito de don Carlos a raíz de la muerte de Fernando VII, acompañándole en su exilio en Portugal y posterior viaje a Inglaterra. Fue un personaje clave en este séquito, hombre de confianza y consejero del reclamante hasta el punto que fue nombrado presidente de su ministerio con competencias en Gracia y Justicia. Feroz enemigo del general Maroto, hostigó en su contra a don Carlos en varias ocasiones. Desde el punto de vista militar era, según los biógrafos historiadores, poco eficiente y los consejos que dio en este terreno resultaron infructuosos.

En 1836, Gregorio XVI a instancias de don Carlos, concede facultades especiales al obispo Abarca para que ejerza la jurisdicción eclesiástica sobre sacerdotes y religiosos que, por motivos políticos, se hallaban incomunicados de sus ordinarios. Con lo que Abarca pasa a ser cabeza de la iglesia en el territorio dominado por los carlistas (los «apostólicos. Su vida posterior estuvo vinculada a la suerte de la causa carlista.

Fue expulsado a Francia al final de la Primera Guerra Carlista, donde se reunió un tiempo después con don Carlos en su exilio.


Muerte

Murió en Cerdeña en el destierro el 21 de junio de 1844.

Fuentes