Soledad Acosta de Samper
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Soledad Acosta de Samper. Novelista, historiadora y periodista colombiana que desarrolló su obra dentro del romanticismo tardío y que anticipó el feminismo en la literatura de su país.
Síntesis biográfica
La autora fue hija única de Joaquín Acosta, militar de la lucha de Independencia, historiador, geógrafo y diplomático, y de Carolina Kemble, natural de Nueva Escocia. Su padre, personaje destacado de la escena cultural del momento, se empeñó en darle a su hija una educación que no era del común de las niñas de la época, apoyado en ello por su esposa y su herencia cultural sajona. Su esposo, José María Samper (1828-1888), poeta, novelista y destacado político, fue también propicio al desarrollo de la carrera intelectual de la autora, de manera que Acosta pudo disfrutar, aunque no sin dificultades, de un entorno familiar excepcional para el desarrollo de sus aspiraciones intelectuales.
En todo esto la ayudó sin duda el haber pasado en París varios años fundamentales en su desarrollo: allí vivió con sus padres entre los trece y los diecisiete años (1846-1850) y recibió su educación formal, después de vivir un año en Halifax (1845]), Nueva Escocia, en casa de su abuela materna. Esta experiencia la expuso a contextos diferentes al colombiano tanto en términos literarios como genéricos: le permitió crear imágenes alternativas para su propia subjetividad femenina y literaria en un país en el cual el analfabetismo en las mujeres, aún dentro de la clase alta, no era extraño (educadas básicamente para desempeñar labores de madres y esposas, y esto de manera muy elemental). Por otra parte, sus años en París sumaron el conocimiento del idioma francés al del español y el inglés, las lenguas de sus padres.
Poseedora de una cultura cosmopolita (desde 1859 hasta poco antes de morir residió en el extranjero) se mostró indiferente al modernismo; fue, por contra, una romántica tardía, poseedora de un lenguaje claro, preciso y real, aunque sin excesivo pulimento, con intenciones moralizantes.
Trayectoria literaria
Soledad Acosta comenzó su carrera pública en 1858 como correspondiente en París, y luego en Lima, de dos de los periódicos literarios más importantes de la época: El Mosaico y la Biblioteca de Señoritas. Desde Europa fue también correspondiente de El Comercio de Lima. En su “Revista parisina” hacía reseñas de modas y costumbres, pero también publicaba traducciones suyas y comentaba lo que acontecía en el escenario literario y musical. Había llegado a París en 1858 con su esposo (se casaron en 1855), su madre y las dos hijas que tenían entonces. Permanecieron allí hasta 1863, año en el cual pasaron a residir el Lima por algunos meses para luego regresar a Colombia, ahora con sus cuatro hijas.
De regreso en Bogotá comenzó a publicar relatos breves en periódicos literarios y novelas por entregas (la primera de ellas en El Mensajero: Dolores. Cuadros de la vida de una mujer, 1867, el mismo año de María). Su primer libro, Novelas y cuadros de la vida suramericana, aparece en 1869. Los intereses de la autora comienzan luego a moverse hacia la novela histórica con la publicación de José Antonio Galán. Episodios de la vida de los comuneros en 1870. Incursionó también en el teatro con dramas como Las víctimas de la guerra (1884) y en la última fase de su carrera emprendió su trabajo de historiadora, el cual se inaugura con la Biografía del General JoaquínParís (1883). Fundó y dirigió varios periódicos a lo largo de su vida. A ella debemos el primer periódico latinoamericano redactado exclusivamente por mujeres (La mujer, 1878-1881). (7) Su trabajo ensayístico es también prolífico y de enorme relevancia. Buena parte de sus ensayos se encuentra recogida en su libro La mujer en la sociedad moderna (París, 1895) .
A lo largo de toda su obra los temas de la patria y de la mujer se entretejen y son protagonistas: como la generalidad de los escritores de su generación, está comprometida y ocupada con el tema de la fundación de la nación a través de la escritura, entendida ésta como una labor política de primer orden. Pero a diferencia de la mayoría de ellos, le interesa también explorar la manera en que las mujeres pueden y deben involucrarse en esa fundación, no sólo como madres y esposas sino también en términos intelectuales más ambiciosos y en último término políticos.
Durante 35 años fundó revistas y periódicos (entre ellas la revista quincenal La Mujer, que vio la luz de 1878 a 1881), publicó medio centenar de narraciones y una veintena de novelas y cultivó, además, el cuadro de costumbres y el folletín. El enfoque histórico y el costumbrismo caracterizan la mayor parte de su producción literaria.
Precursora del feminismo, Soledad Acosta fue uno de los personajes más notables de la cultura colombiana durante la segunda mitad del siglo XIX. Buena parte de sus novelas tienen como temática la historia colonial y republicana. Se recuerdan sus Novelas y cuadros de costumbres de la vida suramericana (1869), Los piratas de Cartagena (1885) y Un chistoso de aldea (1905). En algunas de sus obras adelantó análisis sociológicos, como en Laura (1870).
Obras
- Novelas y cuadros de la vida sur-americana (1869). Incluye: Dolores (Cuadros de la vida de una mujer); Teresa la Limeña (Páginas de la vida de una peruana); El corazón de la mujer (Ensayos psicológicos); La Perla del Valle; Ilusión y realidad; Luz y sombra (Cuadros de la vida de una coqueta); Tipos sociales: La monja - Mi madrina (Recuerdos de Santa fe) y Un crimen
- Biografías de hombres ilustres o notables relativas a la época del descubrimiento, conquista y colonización de la parte de América denominada actualmente EE.UU. de Colombia (1883)
- Los piratas en Cartagena: crónicas histórico novelescas (1886)
- La mujer en la sociedad moderna (189)
- Geógrafo, hombre científico y filántropo (1901)
- Aventuras de un español entre los indios de las Antillas (1905)
- Un chistoso de aldea (1905)
- Catecismo de historia de Colombia (1908)
- Biblioteca histórica (1909)
- Biografía del general Antonio Nariño 1910)
- El corazón de la mujer
- Luz y sombra
- Historias de dos familias
El Diario íntimo
Fue escrito en los años de 1853 a 1855 Por la forma en que se conserva la colección de manuscritos podemos suponer que éste no fue el primer diario que la autora escribió pero sí el único que decidió conservar. Dentro del texto hay referencias a un diario anterior escrito mientras era estudiante en París, diario cuyo paradero desconocemos.Los manuscritos del Diario están compuestos por setecientas cincuenta páginas. Son papeles de varios tamaños y colores, cocidos, sueltos, recortados. Atados por manos cuidadosas con cintas de colores. Papeles manuscritos, con dibujos, escritos de arriba abajo sin dejar casi un espacio. Papeles escasos tal vez en Bogotá, ciudad en la que podía dejar de circular por varios días un periódico por “falta de papel en la plaza” según los propios redactores.
Se trata básicamente de un diario de amor. Soledad Acosta comienza a escribirlo enDe tal manera, si bien el hilo que conserva el Diario de comienzo a fin es el del desarrollo de la relación amorosa, éste se entreteje con el relato de los hechos que precedieron el golpe de estado y con la narración de los sucesos y del ambiente político y militar de Bogotá y de la Colombia en guerra. Hay que señalar que ya en este texto temprano se encuentran los temas que van a ocupar a la autora a lo largo de su carrera intelectual: el de la patria y el de las mujeres. La joven Acosta de veinte años se compromete políticamente con el momento en que vive y desde una perspectiva muy consciente de sus circunstancias de género sexual evalúa el espacio dentro del cual las mujeres pueden moverse tanto en términos amorosos como políticos y comienza ya a criticar lo restringido de ambos. Su Diario podría estudiarse siguiendo al menos tres hilos conductores: el de la autobiografía, el de la historia nacional y bogotana de esos años y el de la vida cotidiana. Por supuesto los tres son inseparables, pero el énfasis no puede hacerse en todos ellos simultáneamente. Desde el punto de vista de la historia y de la vida cotidiana, el Diario es un documento de gran valor como testimonio de una mujer bogotana que vivió desde esa ciudad momentos cruciales de nuestra historia decimonónica y su misma cotidianidad. Sin embargo, con todo lo interesante que puede resultar asumir el análisis desde alguna de estas dos perspectivas, me interesa aquí mirar en su Diario esencialmente el asunto auto-biográfico: la manera en que una mujer colombiana que se convertirá en una de nuestras más importantes escritoras va delineando para sí un tipo de subjetividad y de historia que le permitirá constituirse en el personaje que conocemos.
La autora narra la desazón de los días anteriores al golpe, los días subsiguientes en los que los hombres más involucrados con el gobierno constitucional se ocultan o huyen de la ciudad y en los que las señoritas, Soledad Acosta incluida, se refugian en un convento temiendo atropellos que nunca ocurren. De esos meses tenemos retratos de falta de abastecimiento en la ciudad, de mujeres indígenas y campesinas llorando el reclutamiento forzoso por el cual van a perder a sus hijos o maridos, la pintura de las monjas de clausura, todo por supuesto narrado desde una subjetividad particular que le da unos contornos muy característicos. Al final de la guerra nos enteramos de calles bogotanas por las que corre sangre, de balcones desde los que con catalejos se ven los sucesos de Bosa, de Las Cruces, de Santa Bárbara, de la Plaza de Bolívar.
Esos ojos de veinte años nos dejan asomarnos también a la manera en que se concebían las relaciones de pareja, las interfamiliares y las sociales. Y vamos con ella a los bailes, y a las visitas. También a algunas huertas y jardines, y de paseo por Fucha o por San Diego.
Pero la verdad es que como más se ve es sola: cree que su nombre, Soledad, Solita, es lo que mejor la caracteriza. De sus dos amigas recordamos apenas los nombres, porque ella se imagina sola, singular, incomprendida y quizá sin ningún espíritu con el que pueda compartir alguna simpatía, como diría el romanticismo de la época.