Luciano de Samosata
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Luciano de Samosata. Escritor griego.
Sumario
Profesiones y Conferencias
Su origen era humilde, se desempeño como escultor y abogado y se dedicó a viajar por mundo dando conferencias. Se instituyó en Atenas (163-185) y termino de nuevamente como sofista ambulante. También de ejercicios de retórica (Elogio de la mosca) y del escrito autobiográfico El sueño o Vida de Luciano, se halla autor del ajuste Cómo ha de escribirse la historia, de múltiples escritos más o menos filosóficos (La pantomima, El pescador), de diálogos satíricos y morales (Diálogos de los dioses, Diálogos de los muertos, Diálogos de las cortesanas, Caronte, Prometeo, La asamblea de los dioses), de diálogos literarios (El parásito), de libelos (El maestro de retórica), de novelas satíricas (Historia verdadera, Lucio o el asno) y de parodias trágicas (El pie ligero, La tragedia de la gota). Reproducido por Erasmo y por Quevedo y muy leído por los renacentistas, Luciano de Samosata es un gran crítico y el creador del diálogo satírico.
Cronología de sus obras
No muchos hechos de la inquieta vida de Luciano de Samosata han sido determinados con convencimiento y todos ellos se han compuesto mediante los escritos que de él se archivan, compuestos por conferencias y libelos, diálogos y narraciones. La sucesión de sus obras es muy imprecisa y se desconoce la fecha y ocurrencias de su muerte. Se conoce que nació en los márgenes del Imperio romano, a márgenes del Éufrates, donde Oriente se encontraba con Occidente.
Adolescencia y educación literaria
En su obra autobiográfica El sueño o Vida de Luciano, en su adolescencia fue alumno en el taller de un escultor, tío suyo. Como reñía habitualmente con éste, pronto le dejó y se marcho a Asia Menor, donde obtuvo una educación literaria y se habituó particularmente con las obras de Homero, Platón y los antiguos poetas divertidos. Ganó así, aunque su lengua natal era el arameo, a dominar la lengua y la cultura griegas, y comenzó su carrera de sofista deambulando de ciudad en ciudad.
Viajes y fin a su vida errante
Luego de recorrer Grecia viajó a Italia y Galia. Numerosas de sus conferencias referente a temas mitológicos y sus prólogos retóricos corresponden a esta época. Durante el año 159 llega a Roma como embajador de Samosata, y unos años más tarde dio fin a su vida ambulante para asentarse en Atenas, donde aumentó mucho sus nociones sobre la literatura y el pensamiento griegos. A los cuarenta años, dejó las conferencias públicas para consagrarse a la filosofía y a escribir ensayos críticos y satíricos referente la vida intelectual de su tiempo.
Madurez artística
Alcanzado su madurez artística y tomando como concerniente las sátiras de Menipo, instituyó un nuevo género literario, los diálogos satíricos, Uniendo los elementos caricaturescos de la comedia con el diálogo a la forma platónica. Sus escritos descuellan por el estilo ingenioso, el ingenio mordaz, el elegante humorismo y la sofisticada, y a menudo amarga, crítica de la hipocresía de la vida intelectual de su tiempo. Corresponden a esa época sus dos obras más distinguidas, Diálogos de los dioses y Diálogos de los muertos, cuya demoledora ironía se apoyaba en el empleo de un griego ático de gran integridad. La inaugural de ellas era una parodia de la mitología helénica, en tanto que la segunda revelaba la vanidad de las glorias humanas por medio de conversaciones entre vivos que acogían el punto de vista de los muertos.
Últimos años de su vida
Se plantea que en el año 162 acompañó al emperador Lucio Aurelio Vero a Antioquia, donde vivió mediante un tiempo. Luego de una pequeña visita a su ciudad natal, el escritor regreso a Atenas. Allí creó entre otras obras Muerte de Peregrino (filósofo de cuyo suplicio fue testigo en los Juegos Olímpicos del año 165), Timón, El acusado de doble acusación y Cómo ha de escribirse la historia, una deslumbrante burla de la preferencia de los historiadores a convertirse en meros apologistas. Durante los últimos años de su vida, mantuvo un alto cargo como funcionario en Egipto. Incapaz de adaptarse al mismo, aun así, regresó de nuevo a su amada Atenas y renovó su actividad como escritor.
Estudios filosóficos
Es imposible enumerar las obras que componen su rica producción. Chanzas como Elogio de la mosca y El juicio de las vocales y escritos como El sueño pertenecen al período sofístico. De la etapa en que se consagró a los estudios filosóficos forman parte Nigrino, que exalta la vida contemplativa y censura, a la manera platónica, la sociedad romana, confiriendo la fastuosidad y turbulencia de los romanos con la vida silenciosa y culta de los atenienses; Nave, en el que hace burla de la tradición de fabricar castillos en el aire; Anacarsis o De los gimnasios, donde Solón señala la utilidad del deporte físico, y Hermótimo, que muestra su separación de la filosofía al ilustrar el principio escéptico de la vanagloria de toda especulación filosófica. Esta etapa crítica termina con la Historia Verdadera, creída como una de las más antiguas novelas fantásticas, en la que refiere un imposible viaje que comienza en el mar, prosigue en los cielos, e contiene las visitas al estómago de una ballena y a los campos del Elíseo.
Otras obras
Nuevas obras suyas son La subasta de los filósofos, El pescador o los resucitados, Icaromenipo, El sueño o el gallo, Descenso al Hades, Caronte y los cuatro grupos de diálogos breves, de corte satírico y moral, que, pese a su humorismo, están impregnados por el sentimiento de la caducidad y vanidad de los favores mundanos: Diálogos de los dioses, Diálogos marinos, Diálogos de los muertos y Diálogos de las cortesanas. En estos la parodia se convierte en un medio de reflexión sobre los valores obtenidos. Sin lugar a duda una de las estampas más originales de la cultura griega posclásica, la obra de este escritor compone una de las fuentes principales de la literatura satírica europea; fue uno de los autores distinguidos por el Renacimiento y el siglo XVIII, y maestros del género como François Rabelais y Jonathan Swift manifestaron profunda admiración por su genio.
Esencia de su vida
No perteneció a ninguna escuela filosófica; el platonismo, el cinismo y el epicureísmo le brindaron de vez en cuando motivos sustanciales y formales para sus constituciones literarias, pero no un sistema de doctrinas morales y pensativas. El mismo autor precisó en El pescador o los resucitados su naturaleza y el atributo de su vida con las siguientes palabras: "Odio a los impostores, pícaros, embusteros y soberbios; y a toda la categoría de los malvados, que son numerosísimos, como sabes... Pero conozco además cabalmente el arte viceversa a éste, o sea el que tiene por principio el amor: amo la verdad, la belleza, la sencillez y cuanto merece ser amado. No obstante, no para muchos debo ejercer tal arte, en tanto que para muchos debo ejercer el contrario; y así, corro el riesgo de ir olvidando uno por falta de ejercicio y de saber demasiado el otro.

