César
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Julio César o Cayo Julio César (Roma, 100 a.n.e - 44 a.n.e). Fue un general y político romano cuya dictadura puso fin a la República en Roma estableciendo las bases del posterior Imperio de Roma. Procedente de una de las más antiguas familias del patriciado romano, los Julios, Cayo Julio César fue educado esmeradamente con maestros griegos. Fue también un notable escritor. Son famosos sus comentarios sobre la guerra de las Galias.
Primera parte de su vida
Julio César nació el 12 o el 13 de julio del año 100 a.n.e., en Roma. Pertenecía a la prestigiosa familia Julia, y su tío Cayo Mario era el principal representante del partido de los populares (durante la República, surgieron en Roma dos grandes grupos o partidos: el de los populares y el de los aristócratas). Julio César pasó una juventud disipada, en la que empezó muy pronto a acercarse al partido político de su tío. Se ganó el apoyo de la plebe subvencionando fiestas y obras públicas.
En el 69 a.n.e., fue elegido cuestor, una de las magistraturas o cargos existentes durante la República. Ocho años más tarde, marchó a Hispania para ocupar el puesto de gobernador.
Imperio compartido
De regreso a Roma en el 60 a.n.e, Julio César consiguió un gran éxito político al reconciliar a los dos líderes rivales, Craso y Pompeyo, a los que unió consigo mismo mediante un acuerdo privado para repartirse el poder formando un triunvirato y así oponerse a los optimates que dominaban el Senado.
Al año siguiente, César fue elegido cónsul (59 a.n.e); y las medidas que adoptó vinieron a acrecentar su popularidad: repartió lotes de tierra entre veteranos y parados, aumentó los controles sobre los gobernadores provinciales y dio publicidad a las discusiones del Senado. Pero la ambición política de César iba más allá y, buscando la base para obtener un poder personal absoluto, se hizo conceder por cinco años -del 58 al 51- el control de varias provincias (Galia Cisalpina, Narbonense e Iliria). Allí, consiguió establecer el poder romano sobre el centro y el norte de Europa. Pocos años más tarde, dirigió una expedición a Britania.
El triunvirato fue fortalecido por el Convenio de Luca (56 a.n.e), que aseguraba ventajas para cada uno de sus componentes; pero respondía a un equilibrio inestable, que habría de evolucionar hacia la concentración del poder en una sola mano. Craso murió durante una expedición contra los partos en el año 53 a.n.e y la rivalidad entre César y Pompeyo no encontró freno una vez muerta Julia, la hija de aquél casada con éste.
Entretanto, César se había lanzado a la conquista del resto de las Galias, que no sólo completó, sino que aseguró lanzando dos expediciones a Britania y otras dos a Germania, cruzando el Rin. Con ello llegó a dominar un vasto territorio, que aportaba a Roma una obra comparable a la de Pompeyo en Oriente.
El prestigio y el poder alcanzados por César preocuparon a Pompeyo, elegido cónsul único en Roma en medio de una situación de caos por las luchas entre mercenarios (52 a.n.e). Conminado por el Senado a licenciar sus tropas, César prefirió enfrentarse a Pompeyo, a quien el Senado había confiado la defensa de la República como última esperanza de salvaguardar el orden oligárquico tradicional. Pero, a principios del año 49 a.n.e., César marchó con sus hombres sobre Roma.
Dictadura
Tras pasar el río Rubicón -que marcaba el límite de su jurisdicción-, César inició una guerra civil de tres años (49-46) en la que resultó victorioso: conquistó primero Roma e Italia; luego invadió Hispania; y finalmente se dirigió a Oriente, en donde se había refugiado Pompeyo. Persiguiendo a éste, llegó a Egipto, en donde aprovechó para intervenir en una disputa sucesoria de la familia faraónica, tomando partido en favor de Cleopatra («Guerra Alejandrina», 48 a.n.e - 47 a.n.e).
Asesinado Pompeyo en Egipto, César prosiguió la lucha contra sus partidarios. Primero hubo de vencer al rey del Ponto, Pharnaces, en la batalla de Zela (47 a.n.e), que definió con su famosa sentencia veni, vidi, vici («llegué, vi y vencí»); luego derrotó a los últimos pompeyistas que resistían enÁfrica (batalla de Tapso, [[46 a.n.e]) y a los propios hijos de Pompeyo en Hispania (batalla de Munda, cerca de Córdoba, [[45 a.n.e]). Vencedor en tan larga guerra civil, César acalló a los descontentos repartiendo dádivas y recompensas durante las celebraciones que organizó en Roma por la victoria.
Una vez dueño de la situación, César acumuló cargos y honores que fortalecieran su poder personal: cónsul por diez años, prefecto de las costumbres, jefe supremo del ejército, pontífice máximo (sumo sacerdote), dictador perpetuo y emperador con derecho de transmisión hereditaria, si bien rechazó la diadema real que le ofreció Marco Antonio. El Senado fue reducido a un mero consejo del príncipe. Estableció así una dictadura militar disimulada por la apariencia de acumulación de magistraturas civiles.
Su gobierno estableció numerosas reformas. Sin embargo, varias familias senatoriales sentían que amenazaba sus posiciones privilegiadas y creían que iba a instaurar un gobierno monárquico.
Asesinato
Julio César concurrió al Senado el día 15 de marzo del aNo 44 a.n.e a la sesión que discutiría la expedición contra los partos. Fue al Senado a pesar de los ruegos de Calpurnia en el sentido de que no lo hiciera, ya que durante la noche había tenido sueños premonitorios. Alguien retuvo a Marco Antonio en la antesala del Senado. Cuando César se hubo sentado, lo rodearon y lo atacaron con sus puñales y dagas. Según la tradición, ante la puñalada de Bruto, César exclamó kai su teknon, frase en griego que posteriormente se latinizó en la famosa ¡tu quoque, fili mi! (¡tú también, hijo mío!). César emitió un quejido a la primera puñalada, luego se mantuvo en silencio.
Había recibido 23 puñaladas; posiblemente una sola de ellas había sido mortal. Mientras los aterrorizados senadores huían (hecho que no entraba en el plan de los conjurados), César, envuelto en su toga, caía al pie de la estatua de Pompeyo. La sanguinaria escena, augurada por los adivinos y que desataría una nueva guerra fratricida, acredita, siguiendo la descripción de Suetonio, la postrera elegancia del héroe:El 17 de marzo el Senado se reunió de forma urgente para tratar la crítica situación del estado a raíz del asesinato de César. Se aprobaron medidas de compromiso entre los dos bandos opuestos: los tiranicidas no eran castigados y, a su vez, no se condenaba ni la persona ni la obra de César. El poder recayó en Marco Antonio, que en ese momento ocupaba el consulado junto con César. El testamento de César legaba 300 sestercios a cada ciudadano necesitado de Roma y entregaba sus jardines del Trastevere al pueblo romano, lo que estimuló la devoción popular por su figura hasta extremos impresionantes; se pidió la ejecución de los tiranicidas y se rechazó el compromiso de Marco Antonio con los asesinos de César, lo que a la larga le costaría el poder. Al no tener César herederos varones, en su testamento quedó establecido que su sobrino nieto, Octavio, se convirtiera en su sucesor. Octavio llevaría a cabo las reformas de César y se convertiría en el primer emperador de Roma, con el nombre de Augusto.
Fuentes
- Microsoft Encarta ® 2008.
- Biografía de Cayo Julio César publicada en el Portal Biografías y Vidas. Consultada el 4 de enero de 2011.
- Monografía sobre Julio César publicada en el Portal Biografías y Vidas. Consultada el 4 de enero de 2011.
- Legado de Cayo Julio César. Consultada el 4 de enero de 2011.