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Los representantes del materialismo premarxista buscaban generalmente la fuente del bien y mal en la naturaleza abstracta del hombre, en su aspiración al deleite y la felicidad. Entre ellos, hasta los que vinculaban la moral con las condiciones de vida y de educación del individuo, proclamaban eternas e inmutables las representaciones sobre el bien y el mal. De hecho, bajo la “naturaleza humana extrahistórica” siempre se ocultaban los rasgos socialmente condicionados, típicos de los componentes de determinados grupos grandes de personas, clases. Por eso, en la fundamentación del bien y mal, cada pensador defendía en esencia el punto de vista moral de una u otra clase.
 
Los representantes del materialismo premarxista buscaban generalmente la fuente del bien y mal en la naturaleza abstracta del hombre, en su aspiración al deleite y la felicidad. Entre ellos, hasta los que vinculaban la moral con las condiciones de vida y de educación del individuo, proclamaban eternas e inmutables las representaciones sobre el bien y el mal. De hecho, bajo la “naturaleza humana extrahistórica” siempre se ocultaban los rasgos socialmente condicionados, típicos de los componentes de determinados grupos grandes de personas, clases. Por eso, en la fundamentación del bien y mal, cada pensador defendía en esencia el punto de vista moral de una u otra clase.
  
La ética burguesa moderna se caracteriza sobre todo, de un lado, por las tentativas de hacer pasar por auténticas y eternas las representaciones del bien y mal dominantes en la moral oficial de la sociedad capitalista y, de otro lado, por la negación de los criterios objetivos del bien y mal. La ética marxista dio la primera fundamentación científica de los conceptos de bien y de mal. “Las ideas de bien y de mal han cambiado tanto de pueblo a pueblo, de siglo a siglo, que no pocas veces hasta se contradicen abiertamente” <ref>"C. Marx, F. Engels, t. 20, p. 94"</ref>.
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La ética burguesa moderna se caracteriza sobre todo, de un lado, por las tentativas de hacer pasar por auténticas y eternas las representaciones del bien y mal dominantes en la moral oficial de la sociedad capitalista y, de otro lado, por la negación de los criterios objetivos del bien y mal. La ética marxista dio la primera fundamentación científica de los conceptos de bien y de mal. “Las ideas de bien y de mal han cambiado tanto de pueblo a pueblo, de siglo a siglo, que no pocas veces hasta se contradicen abiertamente” <ref>"C. Marx, F. Engels, t. 20, p. 94"</ref>. Pero estos cambios no son resultado de la arbitrariedad ni dependen tan sólo de la opinión del sujeto. Su fuente son las condiciones de vida de la sociedad, en virtud de lo cual, tienen un carácter objetivo. Los actos de los individuos deben valorarse como bien o mal en dependencia de si contribuyen u obstaculizan la satisfacción de las necesidades históricas de la sociedad en su conjunto, o sea, de los intereses de la clase progresista que expresa dichas necesidades.
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En la moral [[Comunismo|comunista]], las nociones sobre el bien y el mal se expresan a través de un conjunto de requisitos morales concretos, que determinan las normas de aquella conducta de los individuos que coadyuva activamente a la liberación de los trabajadores de la explotación, a la edificación exitosa del socialismo y el comunismo, a la causa de la paz y el progreso social.
  
 
==Conclusiones==
 
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Revisión del 10:17 18 dic 2019

Categorías (Filosofía)
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Concepto:Conceptos lógicos fundamentales que reflejan los vínculos y las conexiones más generales y sustanciales de la realidad.

Categorías (Filosofía). Del griego “kathgoría”: declaración, testimonio.

En Filosofía, formas de concientización en los conceptos de los modos universales de la relación del hombre con el mundo, que reflejan las propiedades y leyes más generales y esenciales de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento.

Formación

La doctrina de las categorías apareció en el pasado remoto. En la elaboración de las categorías filosóficas tiene un gran mérito Aristóteles. Para este filósofo, el problema de las categorías constituía ya el problema de la correlación entre el contenido de los enunciados sobre cierto ente y ese mismo ente. Las categorías se han formado en el proceso de desarrollo histórico del conocimiento sobre la base de la práctica social. Permiten al hombre llegar a conocer profundamente el mundo que le rodea.

En la Edad Moderna, la doctrina de las categorías fue desarrollada por los representantes del idealismo clásico alemán. Para Kant, las categorías son formas universales en las que se concibe todo lo que se percibe, formas apriorísticas (prexperimentales), de la contemplación y el raciocinio, de ordenamiento de la experiencia. Hegel entendía las categorías como formas universales de autodesarrollo y autodeterminación del espíritu absoluto. En definitiva, la concatenación de las categorías da tono y ritmo a la historia, que se convierte en plasmación de ellas.

La filosofía burguesa contemporánea, sobre todo el neopositivismo, o bien prescinden de las categorías, o bien las enfocan como formas netamente subjetivas y “cómodas” de organización de la experiencia humana, “depósitos” de los datos de esta última y ciertas formaciones lingüísticas.

Proceso de cognición

El proceso de la cognición de un objeto no es un simple acto mecánico mediante el cual la realidad se refleja en la conciencia del hombre, sino un proceso complejo en virtud del cual se pasa de los datos sensoriales a la abstracción, de lo singular a lo general, etc. Uno de los rasgos más esenciales del pensamiento abstracto consiste en la formación de conceptos, de categorías.

Fuentes

Las fuentes de la doctrina de las categorías se remontan a tiempos lejanos. En la doctrina del vaisheshika, por ejemplo, se hablaba de las categorías de sustancia, de calidad, de acción, etc.

Aristóteles

En la elaboración de las categorías filosóficas, corresponde un gran mérito a Aristóteles, quien enumeró diez, entre ellas las de substancia y calidad. Aristóteles concebía las categorías como géneros fundamentales del ser y estimaba en alto grado su valor cognoscitivo.

Época moderna

Kant

En la Época Moderna, Kant desarrolló la teoría idealista de las categorías. Las categorías, según aquél, son formas apriorísticas de la contemplación y del entendimiento.

Hegel

Hegel examinaba las categorías en su desarrollo dialéctico, pero en su sistema éstas son esencias ideales, peldaños en el desarrollo de la idea absoluta, creadora del mundo real.

Filosofía idealista moderna

En la Filosofía idealista moderna, ante todo en la neopositivista, las categorías o bien se dejan aparte y no se habla de ellas, o son interpretadas como manera puramente subjetiva y «cómoda» de ordenar la experiencia humana. Otros idealistas refieren las categorías a las esencias trascendentes puramente espirituales.

Materialismo dialéctico

Desde el punto de vista de la filosofía marxista, las categorías se formaron en el proceso de desarrollo histórico del conocimiento y de la práctica social. Su base no es la actividad del espíritu, sino el desarrollo de los métodos de actividad material del hombre y de los modos de comunicación.

El Materialismo dialéctico concede gran importancia a las categorías como formas en que se refleja el ser y como puntos de apoyo del conocimiento.

Categorías fundamentales

Las categorías fundamentales del Materialismo dialéctico son:

En su interconexión necesaria, las categorías forman un sistema, que reproduce la interdependencia objetiva, que se desarrolla históricamente, de los modos universales de relación del hombre con el mundo, en los que se reflejan las formas de la existencia de la naturaleza y la vida social.

El número y contenido de las categorías se enriquecen en virtud del desarrollo de la actividad del hombre, en el curso de la cual éste transforma el mundo y lo conoce. Al expresar los nexos sustanciales de la realidad en desarrollo y las leyes del movimiento de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento, las categorías deben ser tan móviles y flexibles como lo son los fenómenos que ellas reflejan.

Principio fundamental

El principio básico o fundamental a partir del cual se estructura el sistema de categorías es el de la unidad entre lo histórico y lo lógico, el proceso de la cognición, que va del fenómeno a la esencia, de lo exterior a lo interior, de lo abstracto a lo concreto, de lo simple a lo complejo.

Otras categorías filosóficas

Absoluto y relativo

Categorías filosóficas. Lo absoluto es lo incondicional, independiente, no determinado por nada, irrevocable. Lo relativo caracteriza el fenómeno en sus relaciones y nexos con otros fenómenos, su dependencia de ellos. En su conjunto, la materia en movimiento, no está condicionada ni limitada por nada, es eterna e inagotable, es decir, absoluta. Los innumerables tipos y estados de la materia y las formas concretas de su movimiento, que se sustituyen sin cesar unas a otras, son temporales, finitas, pasajeras, relativas. Cada cosa es relativa, pero es una partícula del todo y en este sentido contiene en sí elementos de lo absoluto; lo que es relativo en una relación, es absoluto en otra, etc.

Abstracto y concreto

(del latín abstractio, aislamiento; concretio, condensación.) Son dos categorías dialécticamente vinculadas entre sí. Lo abstracto es un estado no desarrollado del objeto, un estado en que todavía no se han puesto de relieve por completo todas sus propiedades, todas sus particularidades; en tanto, lo concreto es el objeto en su integridad orgánica, en toda la multilateralidad de sus aspectos y conexiones.

Son relativas las diferencias entre lo abstracto y lo concreto. Si un objeto concreto íntegro es examinado como parte de un sistema más general, tal objeto puede resultar abstracto. Por ejemplo, en cuanto substancia biológica, el hombre es una estructura compleja a la que son inherentes una gran diversidad de funciones, un conjunto de complejos procesos biológicos. Mas si se le examina desde el punto de vista de las relaciones sociales a las que se halla integrado, su naturaleza biológica se verá ya como aspecto abstracto, idéntica en mucho a la de los demás hombres. Lo abstracto y lo concreto ayudan de modo importante a caracterizar el conocimiento teórico acerca de los objetos.

Por abstracto se entiende el conocimiento no completo, unilateral. Este conocimiento refleja distintos aspectos, rasgos y facetas de los objetos concretos, separados de otros de sus aspectos y propiedades. Tal cosa posibilita examinar las propiedades de los objetos en forma pura, al margen de cualesquiera influencias secundarias o casuales. En este caso, sin embargo, los objetos quedan desarticulados, pierden su integridad, la conexión interna de sus partes. En tanto, el conocimiento sólo es verdadero cuando es concreto, cuando considera los objetos y fenómenos de la realidad “en su vida viva”, en la total unidad de sus aspectos. Este análisis concreto no puede ser logrado de golpe: es resultado del movimiento del pensar desde las determinaciones unilaterales, abstractas, del objeto, hasta las determinaciones cada vez más complejas y dialécticamente contradictorias. Este proceso de movimiento del pensamiento es denominado ascensión de lo abstracto a lo concreto. Fue Hegel quien lo describió por primera vez en sus rasgos generales; sin embargo, lo hizo de manera idealista al representárselo como un proceso en el que el pensamiento hace surgir, engendra los objetos concretos mismos. Estos en realidad existen como todo concreto antes de que emerja cualquier conocimiento; mas son reproducidos, reconstruidos mentalmente en el pensamiento en el proceso de ascensión de lo abstracto a lo concreto.

“Lo concreto es concreto porque es la síntesis de muchas determinaciones; es por consiguiente, la unidad de lo diverso. Es por eso que en el pensamiento actúa como proceso de síntesis, como resultado y no como punto de partida; aunque de hecho constituye el punto de partida real y por eso mismo también el punto de partida de la contemplación y la representación”

La reproducción del objeto en el pensamiento como un todo vivo no es la simple suma, la enumeración de las abstracciones que reflejan los diferentes aspectos del objeto. En este proceso es superada su unilateralidad, su aislamiento y se ubican con una lógica tal que refleja el nexo objetivo existente entre los aspectos del propio objeto y el proceso de su desarrollo.

Marx fue quien por primera vez, al analizar la sociedad capitalista, aplicó el método científico de ascensión de lo abstracto a lo concreto. Comenzó este análisis desde la relación abstracta más simple, característica del modo capitalista de producción: el intercambio de mercancías y el valor de éstas. Partiendo de esta “célula económica” elemental pasó a examinar nexos económicos más complejos reflejados en categorías tales como el dinero, el capital, la plusvalía, la ganancia, el precio de producción, la renta, y otras; y así, paso a paso, estudió todo el sistema del capitalismo, mostró “toda la formación social capitalista como algo vivo” (Lenin). De este modo fue presentado el capitalismo como un todo en desarrollo: en el proceso de su nacimiento, evolución y desaparición inevitable. Durante la reproducción del objeto mediante el método de ascensión de lo abstracto a lo concreto se aplican distintos procedimientos del pensar: diversas formas de abstracción, el análisis y la síntesis, lo histórico y lo lógico, y otros. Sin embargo, el conocimiento no se queda en los marcos del solo pensamiento: debe utilizar el material de la observación empírica, remitirse frecuentemente a los hechos reales, a la práctica, sin lo cual no puede obtenerse el cuadro acertado del objeto como todo concreto.

Análisis y síntesis

Análisis (del griego: analysis, de analyo, desatar), es la descomposición de un objeto o de un fenómeno en sus elementos integrantes simples.

Síntesis (del [griego: synthesis, composición) es la reunión de las partes integrantes de un objeto o de un fenómeno en un todo, el examen del objeto en su unidad.

La metafísica opone el análisis y la síntesis como dos principios que se excluyen mutuamente. La dialéctica materialista, en cambio, señala su unidad.

“…el pensar no consiste sólo en la aglutinación de elementos afines para formar una unidad, sino que también puede consistir y consiste en descomponer analíticamente los objetos de la conciencia en los elementos que los forman. Sin análisis no hay síntesis”

Por consiguiente, en el proceso del conocimiento es necesario aplicar tanto el método del análisis como el de la síntesis, que como momentos recíprocamente subordinados forman parte del método de la dialéctica materialista. Por ejemplo, al analizar la estructura del organismo humano, los sabios estudian detallada y minuciosamente cada órgano por separado. Pero, para la comprensión completa y profunda del valor, papel y función de cada órgano, no es suficiente el solo análisis anatómico. Es necesario tomar el organismo como un todo íntegro, como un ser vivo y actuante y estudiar sus partes integrantes en su unidad, en la síntesis.

Autenticidad y veracidad

Categorías de la lógica y de la teoría del conocimiento. La autenticidad (lógica) es la caracterización de las operaciones lógicas (ilación, demostración, definición, clasificación, etc.) independiente del contenido concreto de los actos cognoscitivos en los que se aplican, en particular, del contenido concreto de los enunciados y conceptos objetos de dichas operaciones. Las condiciones de la autenticidad de una u otra operación (formuladas de ordinario en forma de determinadas reglas) se condicionan por su destinación y por las leyes de la lógica.

La veracidad es la caracterización del contenido de los resultados del conocimiento (enunciados, teorías) y significa su correspondencia con la realidad cognoscible (Verdad). Sin embargo, la autenticidad también caracteriza la relación entre el pensamiento y la realidad, pues las formas, de operaciones lógicas y su base –las leyes lógicas– son reflejo de los rasgos y relaciones más generales del mundo objetivo. Esto condiciona la conexión entre la autenticidad y la veracidad en el conocimiento.

La autenticidad es una condición necesaria para lograr el objetivo, en aras del cual se aplica la operación lógica, y en definitiva, condición necesaria de la veracidad de los resultados del conocimiento. Los lógicos y filósofos de orientación idealista (kantianos, adeptos del positivismo lógico y otros), al negar el origen objetivo de las formas y leyes lógicas, interpretan equívocamente la autenticidad, pues ven sus fundamentos en el pensamiento mismo, en la naturaleza, de la razón o en los acuerdos de los hombres sobre el uso de determinadas formas del lenguaje.

Bien y mal

Categorías ético-morales que expresan la valoración de la conducta de los individuos (grupos, clases), así como de los fenómenos sociales desde determinadas posiciones de clase. Se entiende por bien lo que la sociedad (clase dada), considera moral y digno de imitar. El mal tiene un significado contrario: lo inmoral, digno de condena.

La interpretación metafísica de estas categorías se caracteriza por las búsquedas de los fundamentos eternos e inmutables de bien y mal. El idealismo los ve en la voluntad divina o en el espíritu absoluto. Según la teoría ética de Kant, el bien es todo lo que se corresponde con los mandamientos de la ley moral, intrínseca a todo ser pensante, y que no depende de las condiciones de vida del hombre.

Los representantes del materialismo premarxista buscaban generalmente la fuente del bien y mal en la naturaleza abstracta del hombre, en su aspiración al deleite y la felicidad. Entre ellos, hasta los que vinculaban la moral con las condiciones de vida y de educación del individuo, proclamaban eternas e inmutables las representaciones sobre el bien y el mal. De hecho, bajo la “naturaleza humana extrahistórica” siempre se ocultaban los rasgos socialmente condicionados, típicos de los componentes de determinados grupos grandes de personas, clases. Por eso, en la fundamentación del bien y mal, cada pensador defendía en esencia el punto de vista moral de una u otra clase.

La ética burguesa moderna se caracteriza sobre todo, de un lado, por las tentativas de hacer pasar por auténticas y eternas las representaciones del bien y mal dominantes en la moral oficial de la sociedad capitalista y, de otro lado, por la negación de los criterios objetivos del bien y mal. La ética marxista dio la primera fundamentación científica de los conceptos de bien y de mal. “Las ideas de bien y de mal han cambiado tanto de pueblo a pueblo, de siglo a siglo, que no pocas veces hasta se contradicen abiertamente” [1]. Pero estos cambios no son resultado de la arbitrariedad ni dependen tan sólo de la opinión del sujeto. Su fuente son las condiciones de vida de la sociedad, en virtud de lo cual, tienen un carácter objetivo. Los actos de los individuos deben valorarse como bien o mal en dependencia de si contribuyen u obstaculizan la satisfacción de las necesidades históricas de la sociedad en su conjunto, o sea, de los intereses de la clase progresista que expresa dichas necesidades.

En la moral comunista, las nociones sobre el bien y el mal se expresan a través de un conjunto de requisitos morales concretos, que determinan las normas de aquella conducta de los individuos que coadyuva activamente a la liberación de los trabajadores de la explotación, a la edificación exitosa del socialismo y el comunismo, a la causa de la paz y el progreso social.

Conclusiones

Las categorías de la filosofía marxista, como de toda otra ciencia, no constituyen un sistema cerrado e inmutable. El número y contenido de las categorías se enriquecen en virtud del desarrollo de la actividad del hombre, en el curso de la cual éste transforma el mundo y lo conoce. Al expresar los nexos sustanciales de la realidad en desarrollo y las leyes del movimiento de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento, las categorías deben ser tan móviles y flexibles como lo son los fenómenos que ellas reflejan.

Bibliografía

Referencias

  1. "C. Marx, F. Engels, t. 20, p. 94"

Fuentes