Diferencia entre revisiones de «Christian Wolff»

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En el prólogo a la 2 ed. de la Crítica de la razón pura ([1787]), [[Kant]] considera a Wolff «el mayor de todos los filósofos dogmáticos».  Ciertamente, Wolff convirtió el disperso racionalismo leibniziano en un  racionalismo sistemático-dogmático. En sus Pensamientos racionales sobre [[Dios]], el mundo y el alma de los hombres, y sobre todas las cosas en general  ([[Leipzig]] [[1719]]) intenta armonizar la [[metafísica]] con la fe cristiana,  pero cosificando y simplificando conceptos, por lo que fue objeto de la  crítica de Kant. Es de notar que Kant conoció la Filosofía y Metafísica  más a través de Leibniz y Wolff, entonces predominantes en la enseñanza  alemana, que a través de los filósofos más realistas (como [[Tomás de Aquino]]). Wolff pensaba que en su obra recogía lo que denominaba «filosofía perenne», cuando en realidad se apartaba de ella, de la filosofía realista  del ser, para volcarse en un racionalismo que Kant tenía bastante razón  en criticar, si bien no supo tampoco superarlo. Pretendía Wolff una  certeza racional absoluta, para lo cual trataba de reducir a racional y  necesario lo irracional y contingente, y suprimir límites entre los  principios de razón suficiente y contradicción. Para Wolff, todo lo real  es racional, y todo lo racional es real (''Philosophia prima sive Ontologia'', Leipzig [[1729]]); con ello abría paso al [[idealismo]] y al [[monismo]] consiguiente; y así, autores posteriores, inspirados en la línea  Spinoza, Leibniz, Wolff, incidirían en el [[siglo_XIX|s. XIX]] en un declarado  idealismo, que se resuelve en [[panteísmo]] o en [[materialismo]].
 
En el prólogo a la 2 ed. de la Crítica de la razón pura ([1787]), [[Kant]] considera a Wolff «el mayor de todos los filósofos dogmáticos».  Ciertamente, Wolff convirtió el disperso racionalismo leibniziano en un  racionalismo sistemático-dogmático. En sus Pensamientos racionales sobre [[Dios]], el mundo y el alma de los hombres, y sobre todas las cosas en general  ([[Leipzig]] [[1719]]) intenta armonizar la [[metafísica]] con la fe cristiana,  pero cosificando y simplificando conceptos, por lo que fue objeto de la  crítica de Kant. Es de notar que Kant conoció la Filosofía y Metafísica  más a través de Leibniz y Wolff, entonces predominantes en la enseñanza  alemana, que a través de los filósofos más realistas (como [[Tomás de Aquino]]). Wolff pensaba que en su obra recogía lo que denominaba «filosofía perenne», cuando en realidad se apartaba de ella, de la filosofía realista  del ser, para volcarse en un racionalismo que Kant tenía bastante razón  en criticar, si bien no supo tampoco superarlo. Pretendía Wolff una  certeza racional absoluta, para lo cual trataba de reducir a racional y  necesario lo irracional y contingente, y suprimir límites entre los  principios de razón suficiente y contradicción. Para Wolff, todo lo real  es racional, y todo lo racional es real (''Philosophia prima sive Ontologia'', Leipzig [[1729]]); con ello abría paso al [[idealismo]] y al [[monismo]] consiguiente; y así, autores posteriores, inspirados en la línea  Spinoza, Leibniz, Wolff, incidirían en el [[siglo_XIX|s. XIX]] en un declarado  idealismo, que se resuelve en [[panteísmo]] o en [[materialismo]].
  
Su [[moral]] es igualmente racionalista (''Philosophia moralis sive Ethica'', 5 vol., Halle [[1750]]-[[1753]]). En ''Ius naturae'' (8 vol., Leipzig 1740-48) desarrolla su teoría del Derecho natural, en la línea racionalista de Pufendorf y entronca también con el iusnaturalismo.  Establece la correlación entre derecho y deber. Considera que el hombre  tiene deberes hacia sí mismo, hacia la [[sociedad]] y hacia [[Dios]]. Uno de  los principales deberes del hombre es perfeccionarse y conseguir la [[ felicidad]]. Del mismo modo, también debe el hombre promover la perfección  y la felicidad de sus semejantes. Pero en todo ello, su racionalismo no  le permite comprender bien las relaciones y diferencias entre  entendimiento y voluntad, entre libertad y responsabilidad, entre  esencia y acto de ser. Su idea del Estado paternalista influyó en el [[Despotismo Ilustrado|despotismo ilustrado]]. También se advierte la huella de Wolff en el Contrato social ([[1762]]) de [[Rousseau]].  De trascendencia para la lengua alemana fue el uso científico que de  ella hizo Wolff, contribuyendo a fijar la terminología filosófica  germánica. El que Wolff llamase «filosofía perenne» a su pensamiento  contribuyó a que, engañados por ese nombre, muchos neoescolásticos del  s. XIX se dejasen influir por él, lastrando en parte el realismo más  propio de la tradición escolástica, y llevándoles a ciertas polémicas  especulativas poco útiles, que comenzaron a superarse en el [[siglo XX]]. A  Wolff se debe, p. ej. (con sus obras [[Psychologia empirica]], Leipzig 1732 y [[Psichologia rationalis]],  ib. 1734 ), el que haya perdurado por mucho tiempo el equívoco nombre  de «Psicología racional» como distinta de la «empírica», para lo que  debe llamarse más bien «Psicología filosófica», que es también, y no  puede dejar de serlo, empírica.
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Su [[moral]] es igualmente racionalista (''Philosophia moralis sive Ethica'', 5 vol., Halle [[1750]]-[[1753]]). En ''Ius naturae'' (8 vol., Leipzig 1740-48) desarrolla su teoría del Derecho natural, en la línea racionalista de Pufendorf y entronca también con el iusnaturalismo.  Establece la correlación entre derecho y deber. Considera que el hombre  tiene deberes hacia sí mismo, hacia la [[sociedad]] y hacia [[Dios]]. Uno de  los principales deberes del hombre es perfeccionarse y conseguir la [[ felicidad]]. Del mismo modo, también debe el hombre promover la perfección  y la felicidad de sus semejantes. Pero en todo ello, su racionalismo no  le permite comprender bien las relaciones y diferencias entre  entendimiento y voluntad, entre libertad y responsabilidad, entre  esencia y acto de ser. Su idea del Estado paternalista influyó en el [[Despotismo Ilustrado|despotismo ilustrado]]. También se advierte la huella de Wolff en el Contrato social ([[1762]]) de [[Rousseau]].  De trascendencia para la lengua alemana fue el uso científico que de  ella hizo Wolff, contribuyendo a fijar la terminología filosófica  germánica. El que Wolff llamase «filosofía perenne» a su pensamiento  contribuyó a que, engañados por ese nombre, muchos neoescolásticos del  s. XIX se dejasen influir por él, lastrando en parte el realismo más  propio de la tradición escolástica, y llevándoles a ciertas polémicas  especulativas poco útiles, que comenzaron a superarse en el [[siglo XX]]. A  Wolff se debe, p. ej. (con sus obras ''Psychologia empirica'', Leipzig 1732 y ''Psichologia rationalis'',  ib. 1734 ), el que haya perdurado por mucho tiempo el equívoco nombre  de «Psicología racional» como distinta de la «empírica», para lo que  debe llamarse más bien «Psicología filosófica», que es también, y no  puede dejar de serlo, empírica.
  
 
==Referencias==  
 
==Referencias==  

Revisión del 14:57 2 jun 2014

Christian Wolff
Información sobre la plantilla
Christian Wolff 1.jpg
Filósofo idealista alemán
Nacimiento1679
Breslau, Silesia, Bandera de Polonia Polonia
Fallecimiento9 de mayo de 1754
Halle, Bandera de Alemania Alemania
Otros nombresChristian Freiherr von Wolff
OcupaciónFilósofo
Obras destacadas"Lógica. - Pensamientos racionales sobre las fuerzas del entendimiento humano"
Christian Wolff. Filósofo idealista alemán, de la Ilustración, sistematizador y popularizador de la filosofía de Leibniz, profesor de la Universidad de Halle. A la vez que esterilizaba los elementos dialécticos de la doctrina leibniziana, Wolff desarrollaba un teleologismo metafísico y explicaba la conexión universal y la armonía del ser como fines establecidos por Dios. Fue también un sistematizador y reanimador de la escolástica. Situó en la base de su sistema el método deductivo racionalista por el cual todas las verdades de la filosofía se reducían a las leyes de la lógica formal y, en Wolff, a la ley de contradicción. Le corresponde el mérito de haber contribuido en no poca medida a difundir la matemática, física, química, botánica, etc. Respecto a las concepciones sobre la sociedad, Wolff defendió el punto de vista de del denominado despotismo ilustrado. Su obra fundamental es: "Lógica. - Pensamientos racionales sobre las fuerzas del entendimiento humano" (1728).[1]

Síntesis biográfica

Nació en Breslau, y estudió teología y filosofía en Jena. Fue profesor de filosofía y teología en la Universidad de Leipzig. Recomendado por Leibniz fue a Halle en 1706 como profesor de matemáticas. Pero pronto empezó a desarrollar su propio sistema de lógica, metafísica y moral. Sus posiciones poco ortodoxas le causaron problemas con los pietistas, que lograron que Federico Guillermo I, le expulsase de Halle. Refugiado en Marburgo, siguió sus sistema filosófico hasta que el joven Federico Guillermo II le restituyó su puesto de profesor en Halle, donde prosiguió hasta su muerte dedicado especialmente a la filosofía del derecho natural.

Obra

Su «sistema», el racionalismo dogmático, se expone en el conjunto de Filosofía racional o Lógica (1728), Filosofía primera u Ontología (1730), Cosmología general (1731), Psicología (empírica, 1732, y racional, 1734), Teología natural (1736-1737) y Filosofía práctica (1738-1739, luego ampliada en Filosofía moral o Ética, 1750-1753). Es autor también de sendos tratados sobre Derecho natural (1740-1749) y Derecho de gentes (1749). Su sistema fue seguido por Kant en su etapa precrítica.

Pensamiento

El trabajo fundamental de Wolff fue la divulgación e interpretación de la filosofía de Leibniz, aunque se aparte de la idea de la mónada y sustituya la armonía preestablecida por la teoría de Spinoza de la correspondencia entre orden del pensamiento y de la realidad. Las controversias entre católicos y protestantes, por un lado, y por otro, sobre todo, Leibniz y Descartes le inspiraron su método filosófico; es decir, quería que fuese el mismo que el de las Matemáticas. Con ello queda Wolff inscrito en el más agudo racionalismo; bienintencionado y poco original, con poderosa capacidad de sistematización, se limitó a difundirlo en sus clases y manuales, con más profundidad que el llamado movimiento de la Ilustración en el s. XVIII.

En el prólogo a la 2 ed. de la Crítica de la razón pura ([1787]), Kant considera a Wolff «el mayor de todos los filósofos dogmáticos». Ciertamente, Wolff convirtió el disperso racionalismo leibniziano en un racionalismo sistemático-dogmático. En sus Pensamientos racionales sobre Dios, el mundo y el alma de los hombres, y sobre todas las cosas en general (Leipzig 1719) intenta armonizar la metafísica con la fe cristiana, pero cosificando y simplificando conceptos, por lo que fue objeto de la crítica de Kant. Es de notar que Kant conoció la Filosofía y Metafísica más a través de Leibniz y Wolff, entonces predominantes en la enseñanza alemana, que a través de los filósofos más realistas (como Tomás de Aquino). Wolff pensaba que en su obra recogía lo que denominaba «filosofía perenne», cuando en realidad se apartaba de ella, de la filosofía realista del ser, para volcarse en un racionalismo que Kant tenía bastante razón en criticar, si bien no supo tampoco superarlo. Pretendía Wolff una certeza racional absoluta, para lo cual trataba de reducir a racional y necesario lo irracional y contingente, y suprimir límites entre los principios de razón suficiente y contradicción. Para Wolff, todo lo real es racional, y todo lo racional es real (Philosophia prima sive Ontologia, Leipzig 1729); con ello abría paso al idealismo y al monismo consiguiente; y así, autores posteriores, inspirados en la línea Spinoza, Leibniz, Wolff, incidirían en el s. XIX en un declarado idealismo, que se resuelve en panteísmo o en materialismo.

Su moral es igualmente racionalista (Philosophia moralis sive Ethica, 5 vol., Halle 1750-1753). En Ius naturae (8 vol., Leipzig 1740-48) desarrolla su teoría del Derecho natural, en la línea racionalista de Pufendorf y entronca también con el iusnaturalismo. Establece la correlación entre derecho y deber. Considera que el hombre tiene deberes hacia sí mismo, hacia la sociedad y hacia Dios. Uno de los principales deberes del hombre es perfeccionarse y conseguir la felicidad. Del mismo modo, también debe el hombre promover la perfección y la felicidad de sus semejantes. Pero en todo ello, su racionalismo no le permite comprender bien las relaciones y diferencias entre entendimiento y voluntad, entre libertad y responsabilidad, entre esencia y acto de ser. Su idea del Estado paternalista influyó en el despotismo ilustrado. También se advierte la huella de Wolff en el Contrato social (1762) de Rousseau. De trascendencia para la lengua alemana fue el uso científico que de ella hizo Wolff, contribuyendo a fijar la terminología filosófica germánica. El que Wolff llamase «filosofía perenne» a su pensamiento contribuyó a que, engañados por ese nombre, muchos neoescolásticos del s. XIX se dejasen influir por él, lastrando en parte el realismo más propio de la tradición escolástica, y llevándoles a ciertas polémicas especulativas poco útiles, que comenzaron a superarse en el siglo XX. A Wolff se debe, p. ej. (con sus obras Psychologia empirica, Leipzig 1732 y Psichologia rationalis, ib. 1734 ), el que haya perdurado por mucho tiempo el equívoco nombre de «Psicología racional» como distinta de la «empírica», para lo que debe llamarse más bien «Psicología filosófica», que es también, y no puede dejar de serlo, empírica.

Referencias

  1. Rosental M. y P. Iudin. Diccionario Filosófico. Ediciones Universo, Argentina, 1973, p. 489.

Fuentes