Enfermedad inflamatoria pelviana crónica

Enfermedad inflamatoria pelviana crónica

Enfermedad inflamatoria pelviana crónica (EIPC) .

Generales

La EIPC puede tener su punto de partida en alteraciones estructurales que, como secuela, dejó una EIPA aun con la terapéutica adecuada aplicada; dichas alteraciones se convierten en espinas irritativas que determina la llamada enfermedad inflamatoria pelviana crónica, que se agudizan en cada nueva infección o en cada maniobra quirúrgica sobre el útero.

La enfermedad inflamatoria crónica puede, además, presentarse como consecuencia de una terapéutica insuficiente en su base aguda o en el seguimiento ulterior, al dejar secuelas que afectan notablemente el psiquismo de la mujer por la razón de que ella, en muchas ocasiones, ven frustrado su deseos en la procreación pues presentan las trompas obstruidas; esto determina esterilidad.

Cuadro clínico

Los síntomas de la EIP son muy atenuados, aunque pueden exacerbarse en los períodos de agudización:

• Dolor pelviano, difuso y de intensidad variable; por lo general, más que dolor es una sensación de peso y, en ocasiones, las mujeres lo describen como pinchazos en la pelvis.
• Dismenorrea (no siempre está presente).
• Dispareunia.
• Tenesmo rectal (Constipación y diarrea bajas, o ambas).
• Tenesmo vesical (disuria).
• Trastornos menstruales (del ritmo o menorragias).
• Leucorrea persistente.
• Febrículas.
• Esterilidad.

Diagnóstico

Se basa en los antecedentes, la sintomatología y los hallazgos del examen físico. Por lo regular los anejos se presentan dolorosos, engrosados o hasta tumorales, irregulares. La eritrosedimentación habitualmente es normal, salvo en fases de agudización. La laparoscopia y el ultrasonido diagnóstico pueden ser de mucha utilidad en el diagnóstico, confirmando los hallazgos del examen físico. El diagnóstico diferencial de la enfermedad inflamatoria pélvica crónica se hará en casos de embarazo ectópico, endometriosis pélvica o neoplasia de ovario.

Tratamiento

Puede ser indicado ambulatoriamente con:

• Antimicrobianos, siempre se debe tener en cuenta la evolución de los síntomas y, en las fases de agudización, la temperatura y la eritrosedimentación como criterios evolutivos para el mantenimiento o cambio del agente utilizado. Puede ser útil alterar aquellos más efectivos para gérmenes grampositivos con otros para gérmenes gramnegativos.
• Corticoides, 10-30 mg diarios durante 4 a 6 semanas.
• Analgésicos y antiinflamatorios (dipirona, butacifona y benzidamina).
• Tratamiento sintomático de la esfera digestiva baja y del aparato urinario.
• Calor en forma de diatermia de onda corta, 10 a 20 aplicaciones de media hora de duración.

El tratamiento quirúrgico está indicado en las pacientes con tumoraciones tubáricas y anexiales en general; tumoraciones estas que no desaparecen o al menos no mejoran los síntomas con el tratamiento médico, aunque sea de forma paliativa pues lo que interesa es el bienestar de la paciente para su total incorporación a la sociedad.

Fuentes

• Dr. Rigol Ricardo, Orlando, y coautores principales.Obstetricia y Ginecología. Tomo III Editorial Pueblo y Educación 1986.